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Tomb Raider 8: Las culturas perdidas


Bartoli

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Lara Legend, tengo una pregunta:

Verás, hay gente en el foro que solo se lee partes de la historia( normalmente lo más reciente) Tu no serás de esas , ¡¡¡¿¿¿¿VERDAD!!!??????? :omg: . Es que me gustaría saber si te has leido la historia completa o solo una parte.

 

COMPLETA!

 

¿Por quién me tomas? ¡Yo me leo las cosas bien, de principio a fin! :party: :poze: :@

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  • 2 weeks later...

Bueno, ya son 30 capítulo y 6000 visitas. Mucho más de lo que me esperaba cuando empezé a escribir el relato, en marzo del año pasado. Gracias a todos y ahí va el capítulo:

 

Capítulo 30: Reunión en el minarete

 

Juan y Anaya ya habían llegado a Perú. Se encontraban en unas bajas montañas, a pocos kilómetros de Lima. Buscaban la entrada a la cueva Esfera Azul, en la cual, según Alister, se encontraba oculto el Lago Azul, y en el fondo, la Perla Azul.

 

-No sé porque, pero quien le dio esos nombres debío haber sufrido un trauma con el color azul –había dicho Zip.

 

Subieron sin dificultades, algo que les extrañó, ya que por allí solían rondar lobos y halcones. No tardaron en encontrar la cueva: una pequeña cavidad con fosforescencia azul. La entrada a ella resultó fácil: un pequeño descenso y un camino recto. La gruta continuaba hasta una gran estancia con una laguna. En medio de ella había una isla. Juan sacó la pistola y apuntó. En la isla estaba…

 

-¡Willard!

 

Willard, que estaba trasteando con algo en la isla, se dio la vuelta.

 

-Vaya, mira a quién tenemos aquí. ¡Os haré picadillo!

 

Entonces utilizó las piedras infadas para atacarles. Una gran bola de fuego salió hacia Juan, mientras que unas flechas luminosas se dirigieron hacia Anaya.

 

Juan saltó al agua y se sumergió lo más que pudo. La bola de fuego lo persiguió, pero se evaporó poco después.

 

Mientras, Anaya corrió cueva atrás hasta que logró ponerse a cubierto de las flechas.

 

Juan, valiéndose del agua, buceo y dio un rodeo. Cuando salió a la superficie, Willard miraba hacia todos lados buscándole. Juan le pegó un tiro, que le dio en la pierna. Willard cayó al agua, dejando atrás la Piedra Infada, la Mano de Rathmore y el Elemento 115.

 

Juan subió a la isla y las cogió.

 

-Falta la Daga de Ora… Se habrá ido al fondo junto con ese desgraciado. Bueno, a lo mío.

 

Revisó lo que estaba mirando Willard. Era lo que parecía un altar con inscripciones.

 

-``Descifra el acertijo, demuestra tu sagacidad y obtendrás el premio ´´. Y el acertijo es… ``En la antigüedad se dividieron varias perlas. Una de ellas era verde, la otra violeta. Al dividirlas, salieron otras cuatro perlas. ¿De qué color eran estas perlas?´´

 

Veamos, una verde y otra violeta… ¡Ya lo tengo! ¡La teoría del color!

 

Entonces se agachó frente al altar y dijo:

 

-Roja, Azul, Amarilla, Azul.

 

Entonces, la punta del altar se dio la vuelta y dejó a la vista una reluciente esfera: la Perla Azul.

 

-Bien, ya podemos irnos.

 

Se dio la vuelta, dispuesto a meterse de nuevo en el agua, pero alguien gritó:

 

-¡Alto ahí!

 

En el otro lado, Willard, con la pierna herida, mantenía a Anaya como rehén y amenazada con la Daga de Ora.

 

-Dame la perla –le dijo.

 

-Maldición…

 

Y entonces Anaya hizo algo inesperado: logró darse la vuelta y le pegó un puñetazo. Willard retrocedió, dolorido. Entonces Anaya se apartó y Juan aprovechó para disparar.

 

No alcanzó a Willard, pero logró que huyera. Se reunió con Anaya.

 

-Vaya, parece que por una vez en tu vida has usado la violencia.

 

Pero Anaya no le prestaba atención. Se golpeaba el puño derecho con la mano izquierda mientras decía:

 

-¡Mano mala, mano mala!

 

*****

 

 

Kurtis salió a toda prisa del campamento. Le habían dicho que se había visto a un comandante de la Francia de Vichy cerca de allí. Era el mismo tipo que había matado a muchos hombres durante el desembarco. ``Eckhart ´´ pensó Kurtis. Se dirigió a la zona, a encontrarse con él. Cuando llegó, Eckhart estaba manipulando algo.

 

-¡Alto, Eckhart! –le dijo Kurtis, apuntándole.

 

Eckhart se dio la vuelta. Tenía un extraño aparato en la mano. Sonrió y pulsó un botón. Todo se volvió oscuro…

 

 

*****

 

 

Lara subía por las escaleras a la punta del minarete. Cuando llegó arriba, comprobó que no había nadie. Se mantuvo en guardia, hasta que…

 

-Hola, Lara.

 

Natla apareció volando y se puso a su misma altura. Tenía a su padre atado. Lara desenvainó a Excalibur.

 

-¿Qué quieres, Natla?

 

-Verás, has destruido el arma que le había dado a mis hombres, varios de mis aliados están muertos y tus colegas me están fastidiando. ¡¿QUÉ DEMONIOS CREES QUE QUIERO?!

 

-Solo preguntaba.

 

-Aaah, que graciosa. Bueno, pues a lo mío. Se que, haga lo que haga, no cesarás en tu empeño de detenerme, así que, como prueba de lo que soy capaz de hacer… -y soltó a Richard.

 

***** Lord Croft empezó a caer en un descenso de varios metros. Lara saltó tras el y consiguió agarrarle. Lanzó el gancho a la punta del minarete, salvándose de la caída por pocos metros. Entonces Natla arremetió contra ella. Lara desenganchó el cable, cayendo unos tres metros. Agitó a Excalibur, lo que hizo retroceder a Natla. Aprovechó para cortar las cuerdas de su padre con un pequeño cuchillo.

 

-¡Rápido, vuelve con L´ Arc! ¡Yo me encargaré de Natla!

 

Mientras Richard se alejaba, Natla atacó de nuevo. Lara saltó a un lado y agitó de nuevo a Excalibur. Esta vez la onda alcanzó parcialmente a Natla, que retrocedió, dolorida. Lara corrió por las calles de Jerusalén. Natla la perseguía mientras le lanzaba sus bolas de fuego. Entonces Lara se metió en una serie de callejones, hasta que consiguió despistarla.*****

 

 

*****

 

 

Kurtis volvió a ver. Se encontraba sentado en una estancia alargada, con varios soldados más. Estaba desorientado.

 

-¿Dón… dónde estoy?

 

-Eh, Trent, ¿te encuentras bien?

 

Kurtis miró a su lado. Macrey estaba con él.

 

-No… ¿Dónde estamos?

 

-¿Cómo que…? ¿Te has dado en la cabeza?

 

-Por favor, refréscame la memoria.

 

-Vamos a saltar sobre Túnez. Los británicos necesitan algo de ayuda para su ofensiva.

 

-¿Qué? Ohhhh… ¿Qué día es?

 

-15 de noviembre.

 

-¿Qué? ¿Ya ha pasado una semana desde el desembarco?

 

-¿Dónde has estado? ¡Llevamos cinco días avanzando por Argelia y Marruecos!

 

-Ponme al corriente de la misión, anda.

 

-De acuerdo. El Afrika Korps está sitiado en Túnez. Vamos a saltar en las afueras para apoyar a los británicos hasta que llegue el grueso de nuestras tropas.

 

``Vaya. ¿Cómo se las habrá apañado Eckhart para acelerar el tiempo? Seguramente aquel aparato se lo daría Natla. Como ya no podía cambiar la Operación Torch, ha decidido cambiar a otra fecha para alterar la historia.´´ pensó Kurtis.

 

-¡De acuerdo chicos, saltamos en dos minutos!

 

La tensión en el avión era palpable. Kurtis comprobó todo: seguía teniendo su chirugai y su pistola, además de la Thompson y una Colt. Repetinamente, fuera sonaron gran cantidad de explosiones y ametralladoras.

 

-¡SALTAD, SALTAD, SALTAD!

 

Kurtis y Macrey estaban al lado de la puerta, por lo que saltaron los primeros. Les siguieron otros tres soldados. Otro se disponía a saltar también, cuando el avión explotó.

 

Kurtis observó como otros aviones corrían la misma suerte que el suyo, eliminados por el intenso fuego antiaéreo, aunque varios conseguían escapar. Cuando estuvo más abajo, abrió el paracaídas. Sus compañeros lo imitaron. Unos segundos más tarde, estaba pisando suelo tunecino.

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  • 1 month later...

Bueno, aquí va el siguiente capítulo. Me gustaría pedir a los que comenten que desarrollen el comentario y no pongan el típico ``me gusta ´´ o ``esta bien ´´. Algo con fundamento: ``me gusta por...´´ o ``no me gusta por...´´ o ``puede mejorar en...´´ y cosas así.

 

Capítulo 31: Las Catacumbas de los Eternos

 

Lara había logrado despistar a Natla en los callejones. Tras asegurarse de que no la seguía, se metió en un bazar, donde se mezcló con la multitud. Decenas de vendedores gritaban anunciando sus mercancías:

-¡Fruta! ¡Fruta fresca! ¡La mejor de todo Oriente! ¡Compren fruta!

-¿No quiere un bonito vestido, bella dama?

-¡Joyas! ¡Piedras preciosas! ¡Las más relucientes de toda Asia!

Este último puesto llamó la atención de Lara. Se acercó a él.

-¡Bienvenida, joven damisela! ¿No desea un hermoso collar de rubíes para adornar su cuello?- le preguntó el vendedor.

-Um...

Lara no estaba interesada en los rubíes. Había algo en aquel puesto que le resultaba familiar. Entre todas aquellas joyas algo era conocido. Y entonces descubrió...

-¡La Mano de Rathmore!

El hombre frunció el entrecejo.

-¿El qué?

Lara cogió el artefacto, que estaba entre todas las joyas, y lo agitó ante la cara del mercader.

-¡Esto!

-¿Eso? ¿Por qué podría interesarle a una dama como usted una joya tan horrible? ¡Menudo negocio hice con ella! No se por qué demonios se la compré a aquel tipo...

-¿A quién?

- A un negro, hablaba saltándose palabras y desordenándolas, decía cosas raras sobre muertos o algo así.

-Un Polinesio. ¿Dónde se lo compraste?

-En este mismo lugar.

-Me lo quedo. ¿Cuanto quieres?

El hombre se quedó pensativo, y luego sonrió maquiavélicamente.

-En vista de que esa joya te interesa tanto, me temo que vas a tener que pagar algo especial por ella.

Lara frunció el ceño.

-En las afueras al este de la ciudad hay una pequeña cueva. La mayoría de los que han entrado ahí no han vuelta a salir, pero uno lo consiguió una vez. Salió pálido y sudoroso, pero llevaba un pequeño saco del tamaño de un puño con una gran cantidad de piedras preciosas. Ahora es uno de los nobles más importantes de la ciudad. Cuando alguien le pregunta que había dentro de la cueva, su rostro se ensombrece y no dice nada. Lo único que se sabe es que hay más joyas allí dentro. Y eso es lo que quiero.

Lara se asombró de lo caradura que era aquel tipo.

-Ninguna piedra vale tanto, y menos esta-dijo Lara, disimulando que realmente La Mano de Rathmore valía mucho más.

-Me temo que entonces no puedo ayudarte.

-Si no fuera porque tengo curiosidad por saber lo que hay en esa cueva, te quitaría la piedra sin más. Pero estás de suerte.

El hombre sonrió.

 

*****

 

Lara ya había llegado a la entrada de la cueva. Se preguntó si no debería haber vuelto antes al campamento para asegurarse de que su padre estaba bien y para coger el comunicador, pero el asunto de La Mano de Rathmore le urgía. Aún no entendía como había llegado hasta allí. Aunque el hecho era que, aparte de saber que era una piedra del meteorito, que había sido enviada a la residencia de Willard en el lago Ness y que tenía unos poderes realmente extraños, no sabía nada más: ni como había llegado hasta Willard, ni su historia, ni quien la encontró...

Lara entró en lo que, en principio, parecía una cueva normal. Sacó de debajo de su ropa de la época la linterna y se la enganchó a la tela, para después encenderla. Tenía preparadas las pistolas, y llevaba a Excalibur a la espalda. Avanzó con cuidado, hasta que descubrió una abertura de la que salía una extraña luz blanca. Atravesó el hueco y...

La luz era cegadora. Lara se tapó los ojos unos segundos. Cuando volvió a mirar, descubrió donde estaba. Y se quedó de piedra.

Era el Valle Perdido.

Pero, ¿cómo era posible? ¡Si hacía un momento estaba en Jerusalén!

Entonces se oyó un temblor. Lara se imaginó lo que era y sacó las pistolas. De entre las ruinas, armando un enorme estruendo, salió el T-Rex.

Lara se dio la vuelta para ponerse a cubierto en la entrada, pero descubrió que la hendidura había desaparecido. Extrañada, se volvió hacia el T-Rex, para lidiar con él una nueva batalla.

A diferencia de la vez anterior, ahora no había velociraptores, por lo que Lara se pudo concentrar en la gran lagartija. El T-Rex le embistió con toda sus furia, y Lara lo esquivó, dándose contra la pared de piedra, como ya había hecho hace tiempo. Está vez Lara no vaciló: disparó a los ojos entrecerrados del bicho, que emitió un rugido de dolor. Se colocó en el lado contrario e hizo lo mismo. Ahora el T-Rex estaba ciego. El monstruoso animal comenzó a dar tumbos por todo el valle. De repente, la hendidura volvió a abrirse, y Lara salió corriendo de allí.

Ahora estaba en una sala circular. Lara la reconoció enseguida: estaba en La Atlántida. Y frente a ella estaba Natla.

Lara sacó a Excalibur y atacó con furia. Natla, sorprendida, recibió de lleno el impacto.

-¿Qué demonios...?-gritó Natla.

Lara no respondió, y siguió agitando a Excalibur continuamente. Todos los golpes alcanzaban a Natla. Finalmente, esta se golpeó contra la pared. Lara no sabía si estaba desmayada o muerta, pero no se paró a averiguarlo: la hendidura estaba abierta de nuevo. Lara pasó por ella otra vez.

Se encontró entonces en una gran estancia con cuatro enormes columnas y tenuemente iluminada, con un cadáver en el centro.

-Oh, oh…

Al instante una gran onda la levantó del suelo y la lanzó por los aires. En el centro de la sala apareció un enorme dragón. Lara disparó a su cara rápidamente, lo que hizo que Bartoli se retorciera. Sin embargo, volvió la vista hacia ella y le lanzó una enorme bocanada de fuego. Lara saltó a un lado y siguió disparando. Corrió hacia Bartoli y se agarró a su cuerpo. El dragón intentó zafarse de ella, pero Lara escaló y se subió a su cuello, el cual no paró de llenar de plomo. De repente, Bartoli se tambaleó, y Lara, que ya sabía lo que iba a ocurrir, saltó. Al instante, la enorme bestia estaba por los suelos. Lara se acercó a su pecho, y le sacó la Daga del Xian. Al instante, la daga desapareció de sus manos, y donde había una puerta la primera vez que Lara se enfrentó a Bartoli, se abrió la hendidura. Lara volvió a salir.

En esta ocasión, Lara se encontraba en la ciudad de Tinnos, en la gran estancia en la que Willard se convirtió en araña, solo que aún no se había tirado. Lara, sin pensárselo dos veces, sacó a Excalibur y la agitó en dirección a Willard, que salió despedido más allá del gran foso del centro de la estancia. No se movía. La hendidura se abrió de nuevo.

Ahora se encontraba frente a frente con Seth. Sabiendo que nada podía acabar con él, Lara se alejó y subió algunas rocas. A diferencia de la primera vez, Lara tenía el gancho. Lo lanzó a la abertura del techo y comenzó a ascender.

-¡No escaparás, mortal!- le gritó Seth, con aquella extraña voz siseante.

Le lanzó las misma extrañas flechas energéticas de la primera vez. Lara se balanceó mientras subía, apañándoselas para esquivar los ataques de Seth. Finalmente llegó arriba, donde selló la entrada con el amuleto de Horus. Escaleras arriba, la hendidura se abrió de nuevo.

Esta vez no apareció ningún lugar conocido. Estaba en un bonito valle, totalmente verde, con gran colorido floral y una gran cantidad de árboles. Al lado de una cascada, había un anciano. Lara se acercó.

-Vaya, vaya. Pensé que volverían a pasar décadas hasta que alguien llegase de nuevo aquí.

-Um… perdone, pero…¿dónde es aquí? ¿Y quién es usted?

El hombre sonrió.

-``Aquí ´´ es en Las Catacumbas de los Eternos. Aquí cada persona se enfrenta a los fantasmas de su pasado, sea de la forma que sea. La mayoría se vuelven locos. Otros mueren. Guardo este valle desde su creación. No me preguntes por su creador ni como lo hizo. No lo se. También me creó a mí junto al valle. Tengo más de setecientos años. No importa exactamente quién soy. Antes que tú, solo un hombre había llegado hasta aquí. De eso ya hace unos años. Es extraño: en una década han entrado más personas que en siete siglos. Y ahora…-dijo, mirando a la pequeña laguna que formaba la cascada- observa.

Lara se acercó y se quedó maravillada. Lo que en un lago normal serían un montón de pequeñas piedrecitas, allí eran diamantes, zafiros, rubíes, esmeraldas… una enorme cantidad de piedras preciosas, cada una más pequeña que una canica.

El hombre le dio un saco del tamaño de una mano.

-Llena este saco con esas piedras.

Lara hizo lo que le decía. Entonces el hombre le dio otro saco.

-Llena este también.

Lara se extraño.

-¿Por qué?

El hombre le sonrió.

-Porque ese primer saco no es para ti, ¿verdad?

La cara de Lara adoptó una expresión de asombro, pero no dijo nada y llenó el segundo saco de aquellas brillantes piedras.

-Pero…-dijo al terminar- ¿cómo sabe…?

El hombre siguió sonriendo placidamente.

-Eres una muchacha valiente. Considéralo como un regalo por mi parte.

La hendidura volvió a abrirse. Lara se dirigió hacia ella. Pero antes de salir…

-Por cierto, muchacha…

Lara se dio la vuelta.

-Me llamo Jehoyé.

Lara le dedicó una sonrisa al anciano y salió de la cueva. Fuera, el sol radiante de la Tierra Santa la cegó. Y entonces se dio cuenta de algo… Jehoyé…

Se dio la vuelta.

-¡Espera!

Pero la cueva se había cerrado.

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Invitado Lafister

Bueno... creo que esto es un record para mi, me lo he leido muy ràpido.

A ver, está muy bien, es realmente interesante, y uno de los mejores, lo unico que Lara siendo arqueologa no solo miraría la Mano, si no tambien collares para luego guardarlos ya que habrían pasado más de 900 años. Otra cosa que veo rara es en tiempo de las cruzadas Jerusalen era un campo de batalla, y más en la primera cruzada.

Jehoyé...Jehové...Jehová (lo he ido cambiando por pasos), si fuera así sería muy raro que estuviera simplemente vigilando, aunque quien sabe.

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  • 2 weeks later...

Venga, el siguiente(a ver si ahora comentan más)

 

 

Capítulo 32: Dimensión

 

Lara volvió a Jerusalén y se acercó al barrio de mercaderes. Volvió al puesto de la Mano de Rathmore.

-Ah, ya estás aquí. ¿Has entrado?

-Si.

El hombre la miró con esceptisismo.

-¿De verdad? A ver.

Lara sacó el sacó de piedrás y las tiro en la mesa. La cara del hombre se iluminó.

-¡AJAJAAA! ¡Soy rico! ¡Asquerosamente rico!

Algunas caras se volvieron hacia ellos.

-Si, bueno-dijo Lara incómoda- Dame lo que es mío. Quiero largarme.

-¡Primero me comprare un palacio! ¡Los muebles serán de oro puro! ¡Y compraré a las más bellas esclavas! ¡Y...

De repente, de entre el gentió, una figura se elevó en el aire.

-Hola, Lara. Cuanto tiempo.

Lara miró. Era Natla.

-¡Oh, ******!

Lara cogió la Mano de Rathmore del puesto y salió corriendo.

-¡Esto es mío!

Entonces comenzó una nueva persecución por Jerusalén. Lara volvió lo más rápido que pudo al campamento de L´Arc. Su padre y el general estaban allí. Ya habían levantado de nuevo la gran tienda de campaña.

-¡Lara! ¿Dónde estabas?-le gritó su padre.

-¡Entrad dentro, maldición, entrad dentro!

Ellos pusieron cada de extrañados, pero hicieron caso y entraron. Lara sacó las pistolas y se quedó en la puerta. Natla no tardó en reaparecer. Lara le disparó rápidamente. Natla la esquivó.

-Oh, Lara. ¿Me tratas así, encima de que quiero enseñarte algo?

-¿Qué podrías enseñarme tu?-dijo Lara despecivamente.

-Esto.

Entonces sacó de sus ropas el artefacto que tenía en casa de Lara. Un extraño temblor comenzó a producirse y el artefacto adoptó la forma de una gema, pasando a ser de color azul. Y entonces Lara se vió cayendo al vacío.

 

*****

 

*****Kutis se deshizo de su paracaídas y comenzó a correr en la misma dirección que sus compañeros. La artillería resonaba intentando derribar los aviones aliados. Sin embargo, en tierra, la situación era igual de difícil. Kurtis se acercó a una trinchera alemana desde la cual un soldado le disparaba con una ametralladora MG42. Usando sus poderes de telequinesis, empujó la ametralladora. La jugada le sálió bien: el arma tiró al soldado y este tuvo la mala suerte de que le golpeara la cabeza. Entonces otro soldado de la misma trinchera le lanzó una granada. Kurtis tuvo el tiempo justo para esquivar la explosión. Finalmente saltó a la trinchera y ametralló al alemán.*****

Desde allí se dedicó a vigilar por si aparecía Eckhart. Durante un rato solo se dedico a matar alemanes, pero al rato descubrió, entre el humo, a una figura rodeada por un aura de color azul eléctrico. Entonces salió de la trinchera y corrió hacia él. Eckhart lo vió venir y le atacó con lo que parecía una corriente de hielo. Kurtis logró saltar a un lado y lanzó su chirugai. No podía creer la suerte que tenía: la cuchilla rasgó el cuello de su oponente. Kurtis se acercó al cuerpo moribundo de su adversario, que aun vivía. Cuando expiró, lo reviso y recuperó el disco y el guantelete, además de una extraña máquina con varios botones. Kurtis pulsó el central y, para su sorpresa, se abrió el portal. Mientras salía, su última visión fue la de una explosión sacudiendo una casa tunecina y la de unos médicos llevándose a un heriod Macrey a una segunda linea para atenderlo...

 

*****

 

Cuando despertó, Amanda se llevó el susto de su vida. Y es que nada te prepara para encontrarte de cara con un dragón a punto de freirte. Bartoli había aparecido mientras dormía y ahora estaba apunto de acabar con su vida. Amanda rodó a un lado para evitar la llamarada. Rápidamente cogió su piedra e invocóa su ente. Bartoli vió que habia desaprovechado su oportunidad y retrocedió un poco. El ente le saltó a la cara y comenzó a arañarle. Bartoli golpeó su cabeza contra una pared y el ente calló al suelo. EL enorme dragón se volvió a Amanda, pero el ente se recuperó y le embistió de nuevo.

A partir de ese momento, Bartoli comenzó un continuo retroceso a través del puerto de La Habana. LA gente corría como loca al ver a aquellas dos bestias sobrenaturales combatiendo. Entonces Amanda decidió unirse a su ente para terminar de derrotar a Bartoli. Las ahora aún más afiladas garras del ente acian mella en Bartoli, que luchaba por defenderse. El combate estaba muy igualado. Entonces Bartoli desplegó sus alas y salió volando. Esta vez Amanda lo siguió. Bartoli tomó un camino diferente al de la primera huida. Finalmente llegó a una colina, donde se escabulló por el portal que allí se encontraba, viendo que no podía con su oponente. Amanda lo atravesó también. Al otro lado, mientras Bartoli se alejaba, volvió a adoptar su forma humana y se desmayó una vez más.

 

*****

 

Este capítulo esta casi acabado, pero no puedo terminarlo hasta mañana.

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  • 3 weeks later...

Estos días no he estado inspirado, pero voy a terminar de una vez el capítulo anterior.

 

Mientras caía, Lara se dió cuenta de que aquello era similar a la visión que había tenido al juntar las dos primeras piezas del Scion, tiempo atrás. Sin embargo,cuando paró, no estaba dentro de este, sino de la extraña gema que Natla tenía. Cerca de ella, se abrió como un pequeño agujero que le permitió ver una escena.

-¡Me has engañado, Qualopec!

Natla, con los ojos rojos de ira, apuntaba a su hermano con un dedo acusador. Él le devolvía una sonrisa malévola. Se hallaban en una llanura, y al fondo se veía la pirámide.

-Querida hermanita, has sido tú la que te has dejado llevar. ¿Acaso yo te obligué o te incité a hacerlo?

Natla estaba furibunda. Su aspecto iba cambiando. Algunas de sus facciones se contajeron.

-¡Sabías lo que pasaría! ¡La Atlántida está en ruinas, pero no he encontrado lo que quería!

Por primera vez, el rostro de Qualopec adquirió un tono de sorpresa.

-¿Qué no lo has encontrado? ¿Acaso no buscabas el arma definitiva?

-¡Pues claro que sí!

-¡Entonces si lo has encontrado! ¡Nuestro ejército es el arma más poderosa de la Tierra!

-¡No, te equivocas!

Ahora eran los ojos de Qualopec los que empezaban a enrojecer.

-¿Cómo que me equivoco? ¿Existe algo más poderoso que un ejército completo de nuestras criaturas?

-¡Comparado con lo que yo busco, tu patético ejército no es nada! ¡Si hubieras prestado atención a las escrituras de Laklatos sabrías que el poder absoluto no reside ni en la pirámide ni en el Scion!

-¿Y dónde se encuentra, pues?

-En un objeto más antiguo que tu, que yo, que La Atlántida, y casi que la Tierra. El poder de los ancianos reside en él. Tu tecnología no es nada en comparación con lo que guarda ese artefacto dentro de si.

-¿Te refieres al Bastón de los Dioses? ¡Solo es una vieja leyenda!-Qualopec rió burlonamente.

Natla seguía tremendmente enfadada, pero por un momento un atisbo de victoria le recorrió la cara.

-¿ Y entonces como explicas...-dijo sacando un objeto- ...esto?

Era una extraña piedra, pero estaba hecha de metal. Y entonces Lara comprendió lo que era: se trataba del objeto partir del cual habían sido creados los Clavos de Cristo... ¿Casualidad? ¿O acaso Natla tenía razón y en aquellos objetos residía el poder de los dioses?

En la cara de Qualopec se reflejo el horror.

-¿Es real? ¿Cómo es posible? ¿Cómo demonios...

-Eso no importa. Lo que importa ahora es que lo que queda de la Atlántida debe ser destruido.

En la cara de Qualopec se formó una mueca de horror.

-¿Qué dices? ¿Estás loca? ¡La Tierra aún es fértil, y los supervivientes podrán volver a formar una gran civilización aquí!

-Dos grandes poderes no puden coexistir con la misma fuerza. No puedo destruir el Scion ni las pirámides. Pero puedo hundirlos en las profundidades, con lo que su fuerza disminuirá, y yo podré reunir el Bastón de los Dioses e iniciar la Séptima Edad.

Qualopec abrió las manos y apuntó con sus palmas hacia Natla.

-¡No lo permitiré! ¡Cutura Nakora!

Algunos fragmentos del suelo se elevaron y se lanzaron contra Natla, que los paró con un simple movimiento.

-¡No me tomes por una simple! ¡Sinife Alankula!

Lo que parecían rayos salieron de sus manos. Qualopec extendió las suyas y los paró.

-Asi que quieres jugar... ¡Finite Focuo!

Una bola de fuego, parecida a las que Natla solía usar, pero mucho más grande, apareció delante de él y se lanzó contra Natla. Esta hizo un rápido movimiento de muñeca y la bola se paró, para después desaparecer.

-¡Quitina Alaqua!

Del cielo cayó una extraña luvia de color verde. Qualopec extendió sus brazos y la detuve delante del él. Algunas gotas cayeron a su alrededor, y al entrar en contacto con el césped, este se desintregó.

-¡Bulite Anarta!

A su lado, apareció una masa incorporea, que parecía estar hecha de humo negro. Tenía la forma de un perro. Aquella cosa se lanzó contra Natla, que apretó sus manos la una contra la otra, haciéndola desaparecer.

-¡Terka Murite!

Por delante y por detrás del Qualopec, la tierra asendió formando muros de unos setenta centímetros. Antes de que pudiera hacer nada, los muros se cerraron, aplastándole las piernas. Qualopec gritó de dolor.

-¡Uaghhhh! ¡Aaaaahhh! ¡Aaaaahhhh!

Los muros desaparecieron , y Qualopec cayó al suelo, con las piernas totalmente quebrantadas.

-Bueno, vamos a acabar con esto-murmuró Natla.

Se acercó a él para rematarlo, pero alguien la detuvo.

-¡Quieta, hermana!

Por detrás de ellos, apareció Tihocan.

-¡Tu locura ha llegado demasiado lejos, Natla!

-Si estoy así, es gracias a vosotros dos.

-¡Ni se te ocurra decir eso! ¡Tu solo debías encontrar la fuente de poder de la pirámide!

-Lástima que eso no sea NADA comparado con lo que pronto será mío.

-¡No lo permitiré!

-De acuerdo, acabarás igual que Qualopec. ¡Arate Finake Cinjute!

Del suelo surgió un extraño ser, muy parecido al ente de Amanda.

-Gran error-dijo Tihocan- ¡Libelbete!

Repentinamente, el ser se paró, se dió la vuelta, y se lanzó contra Natla.

-¡¿Qué?! ¡Iriate!

El ser se paró, como retenido por una barrera. Sin embargo, seguía avanzando, y a Natla le costaba retenerlo. Tihocan aprovecho su oportunidad.

-¡Acardate! ¡Umbite!

Unas extrañas cuerdas salieron de sus manos y ataron a Natla, que cayó al suelo. Mientras, el ser desapareció.

-¡¡¡¡NO!!!!¡NO!!!!¡¡¡NO ES POSIBLE!!!

La visión desapareció, y entonces Lara descubrió a Natla frente a ella.

-Reconstruir el Ejército de la Atlántida y formar de nuevo a Kathar era solo el primer paso. Abrir las puertas del tiempo solo es un pequeño poder del Bastón de los Dioses-sacó el artefacto incompleto y se lo mostró a Lara- Cuando este completo, podré provocar La Séptima Edad con solo agitarlo.

La gema que retenía a Lara se rompió, y Lara cayó de nuevo. Cuando abrió los ojos, su padre estaba a su lado, y Natla se había ido.

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