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Lara Legend

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Acerca de Lara Legend

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  1. Para aficionados a este fantástico juego de rol, en mi opinión uno de los mejores que han salido nunca. Bueno, la idea es presentar cada uno a su personaje (me encanta comparar ). Yo empecé hace un par de semanas, de hecho aún estoy en Grecia... Este es mi personaje: 1 Cimera embelesada de la fuerza 22 armadura 43% de resistencia a la absorción de energía +13% de daño elemental +13 de fuerza +5% de energía +20% de regeneración de energía +37% de absorción de energía a los ataques 2 Poderío de Breno 29-52 daño Velocidad lenta +20% de daño 15% probabilidades de 45 de daño por herida sangrante durante 3 segundos 20% probabilidades de 1~2 segundos de aturdimiento +16 de fuerza +17 de capacidad defensiva +16% de velocidad de ataque 3 Rodela de escolta 16% de probabilidades de bloquear 50 de daño 25 de daño 10% de probabilidades de 84% de resistencia al daño 16% de resistencia a perforaciones +6 de fuerza +8 de destreza +40% de energía +8% de velocidad de ataque Esencia del Espejo de Arquímedes Reliquia completa (5/5) 9% de probabilidades de 50% de daño reflejado Bonificación de reliquia completa: +60 de vida Mmm... en la imagen no he puesto número al amuleto. Bueno, ahí va Collar de discípulo de la previsión +12% de inteligencia +65 de energía +12% de energía 4 Armadura revestida de bronce de la destreza 42 armadura +10 de destreza -3% de todos los requerimentos 5 Brazales tebanos (objeto de colección) 46 armadura 9% de resistencia al fuego +12 de fuerza +10% de velocidad de ataque 3% de probabilidades de esquivar ataques 6 Perneras ligeras acolchadas de la fuerza 14 armadura +11 de fuerza +23% de regeneración de energía 9% de reducción de todos los requerimentos Plumaje Pristino Trozo de reliquia (1/3) 4% de resistencia al veneno 7 Aro resistente +8% de fuerza +6% de vida 8 Aro protector del arresto 10% de resistencia al fuego +6 de fuerza Esencia de la Medialuna de Hécate Trozo de reliquia (1/3) +2% de energía +20% de regeneración de energía
  2. COMPLETA! ¿Por quién me tomas? ¡Yo me leo las cosas bien, de principio a fin!
  3. Tu relato es fantástico!!! Me ha encantado ese toque final de Natla. ¡A ver si leo pronto algo nuevo! Felicidades, en serio, es genial
  4. Buen, ahora que he vuelto (parece que con Wanadoo esto tira mejor ), me pondré a escribir enseguida.
  5. hola....me pase por tu perfil....y me parecio bueno dejarte un mensajito....bueno bye...cuidate

  6. Olatz: Lee este capítulo y júzgalo tú mismo Juca: Gracias!! Xavi: Jaja, tampoco será para tanto hombre. Capítulo 1: Nuevo Mundo Assher entornó los ojos. Ante él, un gran número de shecks y szish se movían sin control por un extenso llano de piedra rojiza, seca. No se veía nada más, en ninguna parte. Un sheck se acercó al joven szish. Se trataba de Eissesh. <<¿Dónde está Gerde?>>, preguntó el sheck, algo confuso y malhumorado. - Gerde ya no esstá. No pudo ressisstir al ataque de loss diossess. Pero ella ya no ess Él. Él soy yo. Eissesh clavó en el szish una mirada intimidatoria, pero él mismo se sintió intimidado por la profunda mirada del szish. Había en sus ojos una profunda oscuridad, que hacía poco había contemplado en los ojos de Gerde. <<¿Eres el Séptimo?>>. - Assí ess. Para essto fui entrenado por Gerde como szish hechicero. Para essto me eligió, y por esso esstoy aquí en ssu lugar. <<Siento curiosidad por saber lo que pasó ahí fuera>>, comentó Eissesh. - Te lo contaré -dijo Assher-. Cuando cruzasste el portal, los Sseiss continuaron acercándosse. Habían llegado el último dragón y el último unicornio, pero no para luchar contra nossotros. Intentaron pararless loss piess a loss Nuevoss Dragoness. Kirtassh sse unió a elloss, y el rey de Vanissar, aquel al que llaman Alssan y que realizó variass cruzadass contra nossotross, se ocupó de mantener abierta la puerta. Y entoncess... Los diossess llegaron. La luz de Irial alcanzó a Gerde y la dessintegró, y el Sséptimo quedó libre. Entoncess los Sseiss comenzaron a crear una nueva prissión, una ssegunda Roca Maldita de Erea, como la llamaban algunoss, y el Sséptimo comenzó a moversse dessessperado, intentando huir. Tenía que ssalvar a mi dioss, assí que cumplí mi cometido: cogí la esspada de Kirtassh con miss propiass manoss, y me la clavé en el corazón. Cassi en el missmo insstante, recobré la vida, puess el Sséptimo había penetrado en mí. Y atravessé la Puerta, al missmo tiempo que loss Sseis la golpeaban con todo ssu poder, con Alssan de Vanissar en medio. <<Así que los Seis han destruido la Puerta a este mundo, y han dejado vacante de nuevo el trono de Vanissar>>, siseó Eissesh en su mente. - Assí es. Y aquí oss he traído. Esste mundo no ess gran cossa ahora missmo, pero con el tiempo sserá mejor. No ess lo mejor que oss puedo dar, no ess algo de lo que sse pueda esstar orgullosso. Pero no importa, porque aquí esstáis a ssalvo. Eissesh bajó la cabeza y enroscó su largo cuerpo. <<Pero no es suficiente. Nuestro instinto nos dice que matemos dragones. Si vivimos en un mundo sin dragones, sentiremos que nuestra vida está vacía>>. Assher suspiró. - Tranquilo. Todo llegará. No tendréiss que ssufrir demassiado tiempo, ssólo el necessario. Quizá llegue el día en que podamoss regressar a Idhún. Quizá llegue el día en que ssuss habitantess no noss vean a loss ssangrefría como sseress que no merecen vivir. Te asseguro, Eissesh, que esse día llegará, quizá cuando no haya falssoss dragoness ssurcando los cieloss en bussca de nossotross para borrarnoss del mapa con garrass y dientess. Pero hassta entoncess... <<Hasta entonces tendremos que vivir como vivimos en Umadhún>>, terminó Eissesh, y se retiró, dejando a Assher solo, pensativo. El szish caminó un largo rato por el llano. Mirase donde mirase, fuese a donde fuese, todo era llano, un espacio sin relieve de roca roja y maciza, con un cielo blanco que no cambiaba nunca. Un mundo muerto. Assher entrecerró los ojos, y miró alrededor. Todo los sheks y szishs que habían cruzado la Puerta antes del gran golpe de los Seis se movían sin control. Podía leer la desesperanza en sus corazones. Él lo entendía. Les había prometido a sus criaturas un mundo nuevo, un mundo habitable donde huir de la ira de los Seis, donde vivir en paz. Pero les había dado un mundo muerto, un mundo sin vida. Y lo que era peor para ellos: un mundo sin dragones. Él sabía lo que podía hacer. El problema era que, como lo había pasado la última vez, en la conciencia de Gerde, podía llevar a cabo dos planes, y el más complicado y complejo resultaba ser el más tentador. Tenía mucho tiempo para pensarlo. Todo el tiempo del mundo. Pero si pensaba así, acabaría pensando como los Seis. Y él no quería ser como ellos. Él quería ser un dios más cercano, porque, a diferencia que a los Seis, a él le importaban sus criaturas, aunque en un principio las hubiese utilizado como armas de guerra contra los dragones. Pero la culpa no era suya, habían empezado ellos. Lo único que hizo él fue crear una nueva y poderosa raza que pudiera surcar los cielos, no ser dominada por ninguna otra, vivir en paz y libremente. Pero los Seis estaba cegados por el odio hacia el Séptimo, y querían acabar con él y con todas sus creaciones. Para eso crearon a los dragones. Ellos los crearon, directamente, como armas de guerra terrenales, materiales. Les dieron la vida, y al mismo tiempo, el odio. Un odio innato que les obligaba a odiar y matar a los sheks, porque para eso y nada más habían sido creados. Pero en el caso de los sheks era diferente. El Séptimo los había creado como una raza más para habitar en Idhún. Pero los Seis no lo consintieron, y él otorgó el odio instintivo hacia los dragones en sus criaturas para que se defendiesen de ellos con uñas y dientes. Y sin quererlo, los dioses habían convertido a los seres mortales en armas materiales para su batalla eterna. Assher suspiró. El Séptimo dios, que ocupaba el interior de su ser, sentía remordimientos por sus criaturas. Quizá fuese la primera vez que un dios se sentía arrepentido. O quizá fuese un sentimiento del propio Assher, mezclado con las emociones del Séptimo. Pero él, o ellos, las dos esencias que ocupaban el mismo cuerpo, el del szish Assher, no tenían tiempo para sentimientos. Tenía que empezar a hacer ese mundo, a cambiarlo, a adaptarlo a la forma de vida de los sheks. Dar vida... Al nuevo mundo. Al mundo de los sheks. <<Queda uno>> - Lo sé -respondió Covan-. Uno de los pilotos me ha informado de que hace poco se encontró con un shek, poco antes de que mandáramos a los Nuevos Dragones en busca de Jack y Victoria, de Yandrak y Lunnaris. Ese shek se lanzó contra él con los fauces abiertos, pero parece que, cuando descubrió el material del que estaban fabricadas las garras del dragón, decidió escapar. ¿Eso te dice algo? <<Que yo sepa>>, respondió Gaedalu, <<el único sangrefría que la conoce realmente es... ese asesino>>. Covan sonrió. Le había costado trabajo despertar de nuevo el odio hacia Kirtash en el corazón de Gaedalu. Después de hablar con los Seis, había quedado sumida en una gran depresión, en una gran soledad. Incluso había renunciado al puesto de Madre Venerable. Pero Covan había hecho buen trabajo. Había hecho que Gaedalu volviese a sentir hacia Kirtash un odio innato, que fuese capaz nuevamente de cualquier cosa contra él. - Gaedalu, ¿sabes dónde pueden estar ahora esos tres? <<No tengo la más remota idea, alteza. Pero tengo un mal presentimiento. No cabía duda de que se ocultaban allí, en aquel bosque, en Kelesban. O alguien les avisó a tiempo, y han huido a otro escondite... o quizá...>> - ¿Y bien? -dijo Covan, impaciente. <<O quizá... se hayan ido.>> - ¿Ido? ¿A dónde? <<A otro mundo. El mundo a donde se enviaron antaño los espíritus de Yandrak y Lunnaris. El mundo donde crecieron los humanos Jack y Victoria, donde los humanos dominan. Me refiero a la Tierra>>. - ¡Ah, la Tierra! -exclamó Covan con una sonrisa- Sí, recuerdo que Alsan, que en paz descanse, viajó hace unos años allí, a la Tierra. Fue cuando Kirtash estaba en acción. ¿Recuerdas, Gaedalu? Cuando Ashran y los sheks dominaban Idhún, y Kirtash se dedicaba a asesinar a los idhunitas exiliados a la Tierra. Sí, Alsan iba tras él, intentando evitar cuantas más muertes mejor. Salvó a Jack y a Victoria, o a Yandrak y Lunnaris, si lo preferís. Y se los llevó consigo a una especie de mundo intermedio. Sí... Alsan tenía depositada en mí suficiente confianza como para darme a conocer esos detalles. Ese pequeño mundo se llama Limbhad. Está dominado por una esencia inteligente, el Alma... Y si el Alma confía en tí, te lleva a donde quieras. <<Muy interesante>>, comentó Gaedalu, pensativa. <<¿Y cree su alteza que podríamos ir a la Tierra, o a Limbhad? Quizá pudiesemos encontrar a Yandrak y a Lunnaris, y... tal vez... a Kirtash>> - Es posible, es posible... Y puede que la respuesta esté muy cerca. Ese mago, Shail... Viajaba con Alsan a la Tierra. <<Oh, en ese caso podría sernos útil>>, sonrió Gaedalu, clavando una mirada sombría en la ventana. Cruzó la calle despacio, pensativa, entristecida como casi todo el tiempo. Había pasado bastante tiempo desde que Kirtash le dio a entender que Gerde, que su dios, el Séptimo, les había abandonado a su suerte. A ella y a los demás sheks de la Tierra, que tampoco eran muchos. Se abrazó a sí misma para matar un poco el frío, y siguió caminando. Se dirigía hacia el muelle. Quizá fuese una mera intuición, o tal vez un presentimiento, o simplemente su mente, cegada por sus ilusiones, por sus esperanzas. Pero algo en su interior le decía que tenía que ir allí, porque alguien la estaba esperando. Continuó caminando, al tiempo que el frío intensificaba, y comenzaba a nevar. Era la primera vez que el frío le dañaba, le molestaba. Pero era el inconveniente de tener un cuerpo humano. Llegó tiritando al muelle. Era cerca de medianoche, y no había nadie por los alrededores. Pero ella sentía una presencia. No era muy lejana, pero no se encontraba exactamente allí. Shizuko Ishikawa clavó la mirada en el faro, y sintió la presencia más cercana. Avanzó hacia el faro. No podía correr, porque tenía las piernas entumecidas, pero llegó, y al entrar sintió algo extraño. Sintió calor y frío, de forma simultánea, enlazados por una gran sensación de energía, de magia. Era la primera vez que sentía algo así. Intrigada, subió lo más deprisa que pudo las escaleras de caracol del faro, hasta que llegó arriba del todo, junto al foco. Y allí estaban. No había sabido quiénes eran hasta que los vio, pero se sintió como si llevase esperando aquel momento desde hacía mucho tiempo. Allí, al pie del faro, se dibujaban las siluetas de tres personas que llevaban bastante tiempo esperando su llegada.
  7. ¡Muy buenas! Tengo que decirlo. Memorias de Idhún es mi trilogía fantástica favorita, incluso arrasa con El Señor de los Anillos, que ya es decir. Pero tengo que decirlo. Me quedé con ganas cuando terminé Panteón, y quiero seguir, darle un verdadero final. Así que... ¡allá voy! Nota: Si no has leído la trilogía, no sigas... PRÓLOGO Persuasión Covan paseó por la antesala del trono de Vanissar, con las manos en la espalda, aguardando una noticia. No podían fallarle. Tenían que dar con ellos, y pronto, o las consecuencias podrían ser desastrosas. De pronto, alguien irrumpió en la sala. Era un varu, relativamente joven, y tenía el aspecto de no haberse dado un baño en varios días. - Majestad, la Venerable Gaedalu le espera en el templo. Covan sonrió. Su plan empezaba a tener éxito. Tras la desaparición de Yandrak, Lunnaris y Kirtash, había decidido que las cosas cambiarían en Idhún, y mucho. No iba a permitir que la Madre viviese el resto de su vida sintiéndose como una amargada. Y pronto, el plan empezaría a dar sus frutos. Sin dejar de sonreír, siguió al varu hasta el templo, un edificio lustroso que él mismo había mandado construir con una gran piscina en el interior para que Gaedalu se sintiera como en casa. No podía permitir que se marchara de vuelta a Gantadd, al menos hasta que hubiese terminado su plan. El varu abrió las puertas del templo, y al entrar, Covan parpadeó ante la repentina oscuridad, contrastada a la luz exterior de los tres soles. En la piscina, como él esperaba, estaba Gaedalu, dándose un baño. Su rostro estaba demacrado y delataba la tristeza que inundaba su corazón. Covan pidió al varu que se marchara y se quedó a solas con ella. - Madre -saludó con una reverencia-, ¿podemos hablar un momento? <<Habla lo que quieras, hijo. Esta pobre anciana ya ha hablado bastante>>. Covan entornó los ojos. Esa actitud amargada no era propia de la Gaedalu fuerte y decidida que él había conocido, una Gaedalu dispuesta a hacer lo imposible por vengar la muerte de su hija. - Has fallado tu misión, Gaedalu. Kirtash ha huido a la Tierra. Y se ha llevado consigo al dragón y al unicornio. <<¿Y qué?>> La Madre dejó escapar un bufido. <<He malgastado un tiempo precioso intentando acabar con él, pero el dragón y el unicornio siempre estaban allí en medio, protegiendo a ese engendro. Ni siquiera la Roca Maldita pudo con él, y todo por culpa de Lunnaris, unicornio traidor... Pero ya da igual. Gracias a esos tres los sheks se han ido para siempre, y ahora Idhún se ha convertido en un mundo aburrido lleno de sangrecaliente.>> - Hablas como una shek, madre. Pero estáis equivocada. Los pilotos de dragones han avistado algunos sheks que se han quedado rezagados en Awinor. Al parecer no llegaron a tiempo para el exilio, y ahora están atrapados en un mundo donde no pueden dejarse ver. <<Eso no cambia nada. Esos sheks son víctimas de las prisas de su Dios, y cualquiera puede irse a Awinor y borrarlos del mapa.>> Covan suspiró mientras paseaba alrededor de la piscina. - No os reconozco, Madre. Sólo hace un plenilunio de Erea, estabais dispuesta a acabar con el asesino de vuestra hija. ¿Qué os ha hecho cambiar de opinión? <<La batalla de los dioses me ha abierto los ojos, Majestad. Ese Kirtash era sólo un instrumento en manos del Séptimo para acabar con el dragón y el unicornio. él no era dueño de su destino.>> - ¿Estáis diciendo que le perdonáis? Realmente no estoy mirando a los ojos a la Venerable Gaedalu. ¿Quién sois? <<Una anciana que sabe que pronto le llegará la hora, y que ha malgastado el final de su vida persiguiendo al hijo de un dios>> Covan carraspeó y se inclinó para acercar su rostro al de Gaedalu. Veía en ella un débil atisbo del odio que le había cegado contra Kirtash, y sonrió. - Recuérdalo, Gaedalu -volvió a perder el respeto y a tutear a la Madre, confiado-. Recuerda los fríos e impasibles ojos de Kirtash. Recuerda con qué frialdad arrancó la vida a tu hija. ¿Dices que era esclavo de su destino? No estés tan segura de ello. Recuerda que renunció a su destino por amor al unicornio. Pero no lo hizo por tu hija. ¿Por qué, Gaedalu? ¿Por qué fue capaz de matar a decenas, a cientos de idhunitas, y no a una niña cualquiera? ¿Fue por amor? Ese es el problema. Kirtash no ha cambiado. Sigue siendo el mismo, sólo que no hace daño a quienes respeta, a quienes ama. Pero no te quepa duda de que seguirá sesgando vidas, Gaedalu. Miles de niños y niñas correrán la suerte de tu hija, y todo por tu culpa. Porque no fuiste capaz de matarle cuando le tuviste en tus manos. Terminado su discurso, clavó una mirada desafiante en los ojos cristalinos de la Madre, que trataba de contener la rabia. <<¡Márchate! ¡Márchate y déjame en paz!>> Covan se inclinó ante ella y salió del templo con una amplia sonrisa. Estaba consiguiendo lo que pretendía: despertar de nuevo en el corazón de Gaedalu el cegador odio hacia Kirtash. Esa era la primera parte de su gran plan. Un plan que acabaría de una vez por todas con sus rivales, y pondría a la raza humana en la cumbre del poder de Idhún. Eso es todo. Pronto lo seguiré. Espero que os guste, ¡hasta pronto! PD: Los capitulos serán mas largos, eso solo era el prólogo...
  8. Gracias!! Si, la verdad es que yo misma me partí escribiendolo XD CAPÍTULO 17 El Gran Baile Lara cogió la copa y bebió lentamente el vino que había en ella. Luego alzó la mirada y miró a los ojos a la reina Susan, quien le sonrió. Lara le devolvió la sonrisa. Todo se había arreglado y nada podía ir mejor. A pesar de haber estado cerca de la muerte se había enfrentado a ella y había sacado a Zip de sus garras. Se encontraba más feliz que nunca, entre reyes, con un vestido de terciopelo azul cielo (aunque no era lo suyo, pues no le dotaba de mucha flexibilidad, pero le hacía elegante), y había sido invitada por Gremious el fauno para asistir aquella misma noche al Gran Baile Anual de los Faunos de Narnia, donde el señor Tumnus recitaría la ansiada Antigua Leyenda. Aquello le recordó lo único que le inquietaba en aquel momento: la Dama de la Conexión. Había tenido el valor de plantarle cara y rechazar su voluntad abiertamente, y ella se había ido sin decir nada. Pero bueno, aquel era un día para disfrutar. Al fin se había aclarado todo. Lara había salido del Sendero de la Muerte y había cruzado con Zip el Portal de la Vida, apareciendo ante los preocupados reyes de Narnia. Allí Lara había conocido al Gran León Dorado, Aslan, creador de Narnia, y quien había hablado con ella en las estancias blancas de su trance. También había comprendido la salvaje actitud de los reyes en su llegada a Narnia: ellos habían entendido que Lara había echado a Aslan la culpa del asesinato del rey Peter. Pero el Gran León les había explicado que aquel era Axel, su hermano pequeño, que contaba con el mismo poder que él pero había elegido el camino equivocado, el de las sombras. Aquellos días Aslan parecía aislado y preocupado, y no se dejaba ver a menos que fuera necesario. Los tres reyes estaban contentos de verle, pero al parecer la inquietud y el malestar del Gran León se les había contagiado. Lara miró entonces a Zip, que estaba medio dormido, y sonrió por enésima vez. Le gustaba sonreír cuando todo marchaba bien, aunque no hubiese cerca algún templo o tumba con que matar el aburrimiento. - ¡Mirad! –anunció el rey Edmund, señalando al ocaso. Lara asintió. El sol se estaba poniendo, y eso significaba que el momento había llegado al fin. Junto con Zip y los tres reyes se encaminó hacia la salida del castillo, donde esperaban cinco corceles. El suyo era blanco. - Vaya, Lara –comentó Zip-. Te estás volviendo toda una princesita delicada… - Cállate –susurró Lara, apretando los dientes, y se miró-. ¡Oh, Dios mío! Me estoy volviendo pija. Subió a su caballo y todos marcharon al galope hacia el Bosque de los Faunos. * * * - ¿Ya estás listo, Tumnus? - ¡Así es, querida! El señor Tumnus bajó la escalera en espiral y se presentó ante su familia ataviado con las ropas de gala más excelentes de que puede disponer un fauno de clase alta. Sus tres retoños exclamaron asombrados, y su mujer no pudo evitar abrazarle. - Suerte ahí fuera. Tranquilo, ya verás cómo al final todo sale bien. Mucho están ansiosos por conocer la Antigua Leyenda. - ¡Y más yo por revelársela! Se vistió su chaleco púrpura con ayuda de su mujer, se armó de valor y salió a la terraza. Miró abajo, donde estallaron los aplausos. Había no menos de cincuenta faunos reunidos alrededor de una gran hoguera de llamas rojas, amarillas y azules, cuyos reflejos en los rostros cercanos y en los árboles eran verdes, violetas y naranjas. Una hermosa fauna, Kally, primer amor de Tumnus, danzaba alrededor de la hoguera al son de los grillos del bosque. Pero cuando todos vieron a Tumnus reinó el silencio, Kally le dedicó una reverencia antes de sentarse en un hueco, y todos los reflejos de la hoguera se inclinaron hacia él. Nervioso, se aclaró la garganta. - ¡Amigos y amigas de Narnia! ¡Es para mí un gran honor presidir nuestro quincuagésimo encuentro anual! Como viene siendo tradición en cada centenario, tengo el grandísimo honor de recitar la Antigua Profecía. Algunos cuchichearon entre sí, entusiasmados y emocionados. - La Antigua Leyenda. No se sabe muy bien quién la ideó, o quien la trajo. Para poneros en situación, esta leyenda existe desde hace muchísimo tiempo, mucho antes de que Aslan creara Narnia con sus canciones, incluso antes de que los cinco dioses crearan este mundo. Pero he de deciros algo: nuestro concepto es erróneo. El nuestro no es un mundo, es un Plano. Existen doce planos, lo que nosotros llamaríamos equívocamente mundos. Y hoy tenemos la infinita suerte de contar entre nosotros con una bella dama, que viene directamente desde otro de los Planos. Señaló a Lara, sentada entre los tres reyes, y todos los faunos le miraron, algunos impresionados, o entusiasmados, o asustados. Había en verdad una gran infinidad de expresiones en sus rostros. - ¡Pero eso no es ahora lo importante! Ha llegado la hora, amigos. La hora de contaros… La Antigua Leyenda. En ese momento, las nubes se despejaron y la luna llena iluminó el claro, dotando de un blanco muy hermoso la escena. Tumnus la aprovechó. En los albores de los tiempos, sólo existía un único mundo terrenal. Todos los seres, entre ellos faunos, humanos, elfos, vampiros, dragones y muchos, muchísimos más, convivían en armonía, y también lo hacían las decenas de dioses que los habían creado. Pero los dioses sabían que el Equilibrio Perfecto nunca perdura por siempre, y convocaron siete de los seres, los siete más poderosos, como guardianes del Equilibrio. Eligieron un humano, una elfa, un fauno, una vampira, una sirena y una ninfa, pues esas eran las seis razas más puras y fieles a los dioses de todo el mundo terrenal. Nadie sabía quién o qué era el Séptimo Guardián, pero los dioses les ocultaron a los Siete en un lugar aparte, y nadie volvería a saber más de ellos hasta que ellos buscasen su ayuda. Pero el plan de los dioses salió muy mal, pues los Siete estaban preparados para guardar el Equilibrio Terrenal. Pero el Primer Cataclismo estalló entre los dioses, y su furia fue devastadora. Ante esto, los grandes dioses separaron el mundo terrenal en Doce Planos, y en cada uno quedaron dioses que no estaban enemistados, pero que eran diferentes. Y así surgieron los Doce Planos. Y se cuenta que, en los días en que reinaran en un reino aquellos que no son de su Plano, los Siete Guardianes volverían y traerían a alguien del mismo plano del que huyeron los reyes para restablecer el Equilibrio que habría comenzado a romperse si la Damisela de la Montaña, de los Muertos y del Corazón osaba hostigar los Abismos. Cuando terminó reinó el silencio, pero inmediatamente todos aplaudieron. Todos menos Lara. Estaba absorta en sus pensamientos, complacida por conocer la Antigua Leyenda, impresionada e intimidada. Ya tenía, pues, una pista: el desequilibrio de los Doce Planos estaba siendo causado por una mujer, pero no sabía mucho de ella, sólo tres cosas: que era amiga de las montañas y los muertos, y de algún modo dañaba los Abismos entre los Planos. Tendría que encontrarla de algún modo antes de que fuera demasiado tarde. - ¡OOH! –exclamó toda la multitud. Lara miró arriba. Algo había saltado al balcón y había dejado inconsciente al señor Tumnus. Entonces se asomó, y Lara contempló un gran rostro de león, el mismo rostro oscuro de la bestia que había acabado con el rey Peter. Lara se apresuró a decírselo a Edmund, pero le pidió que aún no provocase su huida llamando a los guardias. - ¡Ja, ja, ja! Es un gran honor para mí formar parte de este… ¿Cómo se llama? ¿Baile Anual? ¡Es un nombre muy soso, pero no importa! Soy Axel, y espero que me tratéis bien porque soy el hermanito de vuestro querido Aslan. Vengo a deciros algo: este horrendo sátiro no os ha contado todo lo que debéis saber. ¡Yo sí se de dónde ha salido la Antigua Leyenda! ¿Queréis saberlo? Nadie respondió. Axel miró al rey Edmund a los ojos y se rió de su mirada asesina. - ¡La Antigua Leyenda dice la verdad! La compuso mi propio hermano con la ayuda de dos humanos que estuvieron aquí durante la creación de Narnia. ¡Se llamaban Polly y Digory, y este último es el profesor anfitrión de la casa de la que vienen nuestros reyes! ¡Sí, así es! ¡Vuestros queridas Majestades no son de aquí! ¿Se merecen pues, el trono, tres personas que no son siquiera de este mundo, o de este Plano, como dice Tumnus? Todos los faunos se levantaron. - ¡ESO ES MENTIRA! El rey Edmund se levantó también, y anunció: - Es verdad, tiene razón. No somos de Narnia, sino de la Tierra. Aslan lo sabe, y ahora vosotros también. Todos los faunos abuchearon y, poco a poco, se fueron marchando. Axel sonrió, de un salto, bajó hasta donde estaban ellos, y se puso muy cerca de Edmund. - ¿Ves qué fácil es decir la verdad? ¡Es lo que tendrías que haber hecho hace diez años, cuando comenzó tu reinado! ¡Yo sólo he sido benévolo con ellos! - ¿BENÉVOLO? - Sí. Y aunque no lo creas, te hice un favor matando a tu hermano mayor. ¿A que ahora os valéis por vosotros mismos sin acudir a la ayuda del gran Peter? Soltó una carcajada. Con un grito de rabia, Edmund cargó su espada contra él, pero Axel ya había desaparecido. - ¡Juro que lo mataré! ¡LO JURO!
  9. CAPÍTULO 16 Por amistad Lara apretó con fuerza la llave, sonrió de nuevo y se dirigió hacia una de las puertas. Pero entonces aquella voz, la que le había guiado en el pasillo, volvió a hablar. ¿Estás segura de que tomas la decisión correcta? - Sí, lo estoy. Piénsalo bien, Lara Croft. Por el camino elegido no hay sentimientos ni corazones, no hay vida ni color. Sólo muerte y descanso, esclavitud y gloria. - Me trae sin cuidado lo que me espere detrás del Portal de los Muertos. Tengo que ir, me lo dice… me lo dice el corazón –se extrañó de su propia respuesta. ¿Tu corazón? - Sí, es… es algo extraño. Mientras… dormía, tuve un sueño. Me vi a mí misma cayendo por el acantilado de Cair Paravel. Al principio creía que sólo era un sueño, pero ahora sé que es real. No era un sueño. Era un recuerdo de lo que había pasado cuando nos condenaron. Cuéntamelo. - Cuando el rey Edmund dio la orden, los guardias nos tiraron. Yo caía muy deprisa, pero veía a Zip y a Gremious más abajo. Iban a morir antes, pensaba. Entonces lancé el garfio magnético hacia ellos, pero no sé por qué, golpeó a Zip en vez de engancharlo, y eso hizo que él muriera el primero. Luego cayó Gremious, pero se libró de la muerte porque cayó al agua. Y luego me tocó a mí, que al haber visto morir al último de mis amigos de la Tierra, me dejé llevar por la fuerza gravitatoria. Sin duda tu corazón es muy grande, Lara Croft. Si hubieses elegido el camino de la muerte con una decisión firme de quedarte allí, ahora mismo no existirías, sólo serías una más. Pues Lara Croft no es simplemente una humana con conocimientos impensables. La verdadera esencia de Lara Croft está en su corazón. Por eso se llama el Sendero de la Muerte, porque aunque no desapareces del todo, sí lo hace tu esencia, tu ego verdadero. Para decirlo con más claridad, muere Lara Croft y pervive su aura, un recuerdo borroso que no es nada de lo que eras en realidad. Pero ahora, aunque cruces el Portal Negro, no te perderás para siempre, pues tu corazón seguirá despierto buscando aquellos en los que confía. Lara sonrió, sin saber qué decir, y se quedó plantada ante el Portal Negro. No te demores más, Lara Croft. Tu corazón te pide traer de vuelta a Zip, pero eso no es posible. No se puede devolver la vida a los que están muertos. Lo que puedes hacer es sacarlo de la muerte antes de que ésta le abrace. Debes correr al Inframundo y salvar a Zip antes de que la muerte sea su fin, y el verdadero Zip deje de existir. Lara asintió y no dijo nada más. Apartó al diablillo de una patada y abrió la cerradura. La llave se quebró, y con un lúgubre chirrido, el Portal Negro le abrió paso a una oscuridad total. Sin esperar más, Lara entró en ella con decisión. Era difícil describir lo que allí había. El Inframundo no era, ni mucho menos, como el Infierno citado por la Biblia. Todo era negro, a excepción del interminable camino blanco celestial que llevaba hasta un punto indefinido en el horizonte inexistente. Lara no se lo pensó dos veces y echó a correr. A medida que avanzaba, y que el punto lejano iba tomando una forma que aún no lograba identificar, sentía que se iba perdiendo de sí misma. Poco a poco perdió los recuerdos de su vida en la Tierra, los de Nosgoth e incluso los de Narnia. Sintió que su corazón se iba cerrando, hasta llegar al punto culminante. Pero en el último momento, cuando un gran palacio sin vida se alzaba ante ella y su corazón iba a cerrarse por completo, un último recuerdo floreció y abrió de nuevo su vida: Zip. Entonces parpadeó, como naciendo de nuevo, y volvió a sonreír. Entró al palacio abriendo de una patada la doble puerta de mármol falso, y se encontró en una estancia circular con el techo tan alto que no se veía. Lara no recordaba haberlo visto tan grande desde el exterior. Se encogió de hombros y se encaminó hacia la puerta abierta que tenía enfrente. - ¡DETENTE, MORTAL! Lara se giró rápidamente y esquivó el mortal zarpazo de un enorme lobo negro de tres cabezas. - ESTE LUGAR ES PARA LOS MUERTOS. ¡TÚ ELEGISTE LA VIDA, MÁRCHATE O AFRONTA LA MUERTE! Lara le miró de arriba abajo. - Para empezar, yo no he venido aquí porque sí. Mi amigo está aquí y no debería estar. - ¡ESO NO LO DECIDES TÚ! - ¿Y tú sí? ¿Quién demonios eres? ¿No deberías ser un perro? Las tres cabezas del lobo rugieron ferozmente, y la bestia volvió a lanzarse contra Lara, que la esquivó con dos volteretas combinadas. - ¡NO! ¡ÓRNIDA NO ES COMO LA TIERRA! - ¿Órnida? - ¡ÓRNIDA ES ESTE PLANO, DEL QUE FORMAN PARTE MUCHOS PAÍSES COMO ARCHENLAND Y NARNIA! ¡PERO TÚ ERES DE LA TIERRA Y HAS VENIDO AQUÍ! ¡VETE O MUERE! - No me iré sin Zip –repitió Lara. - ¿ZIP? –las tres cabezas rieron con ganas- ¡ASÍ QUE SE TRATA DE ESO! ¡NO HAS PODIDO DARLE TODO LO QUE TIENES! ¡JAJAJAJA! Lara sacó las pistolas y dejó ciega a una de las cabezas. - ¡De eso nada! ¡Sólo quiero salvar a un amigo de la muerte que le he causado por error! Las dos cabezas que aún veían lanzaron un mordisco certero que Lara esquivó también. - ¡YO SOY LUPERBERO, EL GUARDIÁN DEL AVERNO DE ÓRNIDA! ¡NADA QUE ENTRE AQUÍ SALDRÁ JAMÁS, SEA JUSTO O INJUSTO! Lara se mordió el labio. - ¡Hagamos un trato! ¿Eso te suena mejor? - ¡JAJAJA! ¿ME VAS A CONTAR LA TÍPICA HISTORIETA DE ENAMORADOS? ¿QUE SI ÉL SALE ENTRAS TÚ? ¿QUÉ GANAS CON ESO? - ¡Te he dicho que no! Lara tenía sed de venganza. Se lanzó contra Luperbero con todas sus fuerzas, y consiguió montar sobre él. La bestia saltó, gimió y rugió, pero nada podía hacer para quitarse a Lara de encima (literalmente). Entonces sacó las dos pistolas, las clavó en la nuca de Luperbero y disparó. - Ahh… La voz del monstruo se había apagado. Ahora era apenas el ronco susurro desesperado de un lobo tricéfalo tirado en el suelo y con sangre en la cabeza, y una humana mortífera agachada delante de su hocico central. - Yo… ¿Cómo me ha hecho esto una simple humana? Lara le propinó un puntapié en el colmillo. - ¡Error! No soy una simple humana. - Eso ya lo veo. Sólo era un comentario. Luperbero se levantó y se sacudió, intentando en vano quitarse la sangre. - Bueno, ¿entonces qué quieres? - Quiero que saques de este lugar a Zip, y quiero volver con él al mundo de los vivos. La bestia gruñó. - ¿Y qué gano yo incumpliendo mi cometido? ¡La furia de los dioses, nada más! ¡O peor, la ira de Marluxia! - ¿Marluxia? ¿Quién...? De repente todo comenzó a temblar con fuerza, y las cuatro columnas comenzaron a quebrarse. Una niebla oscura y repentina fue acumulándose en el centro de la estancia hasta formar una sombra difusa. Lara la reconoció, era la Dama de la Conexión. - Lara Croft –dijo-, ¿qué se supone que estás haciendo? Lara se percató de que Luperbero estaba totalmente paralizado. - ¿Qué le has hecho? - El tiempo de los Doce Planos está detenido. ¿Qué demonios estás haciendo? ¡Tu misión era salvar el mundo del Cataclismo, no arriesgarte por otro humano! Lara carraspeó. - Zip es mi mejor amigo. He llegado hasta aquí gracias a él, y sin él, no pienso dar un paso al frente en mi “misión” –esta última palabra la pronunció con sarcasmo. - ¡LARA CROFT! –la estancia volvió a temblar con más fuerza- ¿Acaso me estás desafiando? ¿A mí, a la Dama de la Conexión? ¿A alguien que puede arrancarte la vida? - Pero no lo harás. Me necesitas –sonrió. La Dama soltó un grito. - Haz lo que quieras, Lara. Entra al Averno y rescata el alma de tu amigo. Pero te lo advierto, si se te ocurre volver a dar un paso en falso… - ¿Qué? –por primera vez, Lara se le encaró- ¿Qué harás? No vas a hacerme nada. No puedes obligarme a hacer nada, ¿me oyes? Yo siempre, SIEMPRE decido qué hago, cómo y cuando. Desde niña siempre he seguido mis pasos. Incluso cuando la espada se llevó a mi madre a Ávalon para siempre, volví a casa yo sola, porque así lo quise. No me quedé llorando, no me marché vagando por el mundo. Y ahora estoy aquí porque es lo que quiero. Y no vas a obligarme a que siga tu camino como un pajarito corriendo a tu terrón de azúcar. No fuiste tú quien me llevó a la tumba de Seth. No fuiste tú quien me ayudó a acabar con las vampiras de Nosgoth, y tampoco quien me ayudó a elegir el camino de la vida o el de la muerte. Tú sólo estabas ahí cuando cumplí sin saberlo una misión asignada por ti, y me abriste el camino a una misión distinta. ¡Pero escúchame bien! He venido aquí porque el corazón me lo ha dicho, y no porque el robot de mi cerebro me decía “haz lo que te manda la Dama”. ¡Yo no sigo órdenes de nadie! Y si dices que puedes arrancarme la vida, hazlo ya. Pero saldré del Averno como sea para encontrarte, o te esperaré la eternidad para saldar la deuda de tu injusticia. La Dama no respondió. Se había quedado totalmente seria, y lentamente se fue desvaneciendo, y la puerta por la que Lara había intentado entrar se abrió de golpe, y una silueta salió de ella. Lara sonrió. - Hola, Zip.
  10. CAPÍTULO 15 Despertar o no Lara apartó la vista del precipicio, incómoda. ¿Iba a morir así? ¿No volvería a pisar otra tumba o templo tras la visita a Nepal para reforjar Excalibur? - ¡Que cumplan sentencia! Los guardias empujaron, y Lara, Gremious y Zip se precipitaron al abismo del acantilado más grande de Narnia. Tumnus cerró el pesado libro con un golpe seco y sonrió mientras lo volvía a dejar en el hueco de la estantería. Ya había memorizado perfectamente la Antigua Leyenda, y pocos días restaban ya para que llegase el Gran Baile Anual, donde podría recitarlo al fin como inauguración para luego comer, reír y bailar con los reyes y los demás faunos de Narnia que asistiesen al evento. - ¡Cariño, te han mandado una carta! Tumnus bajó velozmente las escaleras en espiral al oírlo y abrió la puerta. Guzy, el gorrión cartero de Narnia, llevaba para él un sobre cerrado firmemente sujeto en el pico. Tumnus lo cogió. - ¡Buen día! -se despidió el pájaro entre trinos mientras se alejaba volando. Tumnus se sentó a la mesa del comedor, la más cercana que tenía, y con ayuda de un cuchillo pequeño, abrió el sobre. Contenía un pergamino con el sello de Cair Paravel, que eran una espada, una flecha, una daga y un escudo cruzados ante un gran león dorado. Tumnus lo abrió y leyó, y a medida que lo hacía, la sonrisa iba borrándose de su rostro hasta convertirse en un amargo sollozo. Decía así: Estimado señor Tumnus de la casa del bosque: Por la presente Sus Majestades le envían sus más cordiales saludos y aguardan su asistencia al funeral. Dos extranjeros, hágase saber un hombre y una mujer, dieron muerte al Sumo Monarca Peter dos semanas atrás, nombrándose inocentes y dando la culpabilidad a Aslan el Grande. Sus Majestades solicitan la presencia del señor Tumnus en el Sagrado Funeral como manda la tradición, después de que los culpables del homicidio paguen su crimen por pena de acantilamiento. Mensaje redactado por Rógat, Consejero Primero de la Corte Real. Mi más cordial saludo y pésame. - ¿Qué ocurre, cariño? ¿Algo malo? Tumnus no respondió a su esposa. Cerró los ojos en un desesperado intento de contener las lágrimas, y apretó el puño estrujando el mensaje fatídico. * * * Lara abrió lentamente los ojos. Inmediatamente sintió un extraño temor, quizá ante el posible dolor o la agonía de la muerte, pero nada ocurrió. Y aquello le extrañaba, el hecho de no haber sufrido daños, o de no sentir el agua del mar en su cuerpo o en sus oídos. Se levantó lentamente y vio que estaba en una hermosa cama del mismo blanco reluciente que las paredes y la puerta. ¿Estaré muerta?, pensó. Aquello le parecía un tanto celestial. Bajó de la cama y se encontró que llevaba la ropa de siempre, no estaba mojada ni rasgada, pero tampoco estaba reluciente. En otras palabras, estaba como siempre. Más desconcertada aún abrió la puerta, y se encontró en un largo e interminable pasillo aún más blanco y reluciente que la habitación. Lara acarició sus ropas, que no le sorprendieron al ver que también eran blancas, y comenzó a caminar. Se detuvo de pronto. Le había parecido oír un susurro, una voz. Miró alrededor y no vio nada, así que siguió caminando. Se sentía extraña, entre el sueño y la realidad, dormida y despierta a la vez. Se sentía más rara que nunca. No entendía nada, no quería entenderlo y no había nada que entender. Aquello no era nada, sólo era un sueño. ¿O era la muerte? Lara… Se detuvo. No cabía duda, una voz le estaba llamando, pero sonaba dentro de su cabeza. - ¿Quién es? Alguien que no conoces aún. Era una voz imponente, pero tranquila y sabia, como de un anciano que aún no ha conocido la vejez. - ¿Dónde estoy? No estás en ninguna parte. Estás en tu interior. Se está librando una batalla entre la vida y la muerte dentro de ti. - Entiendo… es como cuando estás en coma. Pero esa comparación es inexacta. Deberías estar muerta, Lara, no voy a mentirte. Pero no has de morir aún. Los Doce Planos están perdiendo el equilibrio y te necesitan. La Dama de la Conexión no permite que nadie abandone el mundo sin haber cumplido su cometido. Además, es pecado que todo se acabe sin el conocimiento de uno de los más bellos sentimientos, el amor correspondido. - No acabo de entenderte. ¿Estoy o no estoy muerta? Tu estado no puede definirse fácilmente con palabras. No estás ni viva ni muerta, ni tampoco en trance, o en coma, como lo llamáis en el plano de la Tierra. Tu estado es de espera, de conflicto, de decisión interior. - Decisión interior –repitió Lara, sin comprender. Eso es. He dicho tres cosas. Primero, estado de espera, porque estás esperando a pasar a un estado real, la vida o la muerte. Segundo, estado de conflicto, porque la vida y la muerte luchan para ver cuál de ellas te lleva consigo. Y tercero, estado de decisión interior, porque ante la espera y el conflicto, el último paso lo das tú, Lara. - ¿Y por qué yo? Porque, al fin y al cabo, es tu vida la que está en juego. Las puntas rocosas de los acantilados de Cair Paravel rompieron tu corazón y apagaron tu aliento. Pero el corazón que rompieron es el físico, un corazón que sólo sirve para bombear sangre. Ahora, el que está en juego es el verdadero corazón, el que nos da la capacidad de amar y odiar, de mentir o ser sinceros, de recordar o de olvidar. Somos nosotros quienes abrimos o cerramos nuestro corazón a los demás. Y lo más importante en este momento es que nosotros decidimos cuándo apagamos, para siempre, nuestro corazón verdadero. - Es una decisión difícil. Ciertamente lo es. Por eso he dicho que la decisión es tuya, que tu vida está en juego. Tu corazón verdadero está esperando a ver qué haces con él, si le despiertas o le destruyes. Tú eliges qué hacer con lo que tienes. Puedes elegir el camino de la vida, volver con aquellos que amas y que te aman, cumplir tu misión en contra del Cataclismo que se avecina y convertirte en la heroína de los Doce Planos. O puedes elegir el sendero del Averno, hundirte en la muerte y descansar por siempre en el infinito Pasillo de la Paz. Estarás tú sola, siempre, pero sin preocupaciones, sin males, sin sentimientos. Es una gran tentación. - Cierto. Entonces te dejo ya, Lara Croft. Es posible que no conozcas nunca al portador de esta voz, en el caso de que tu elección sea a favor del corazón apagado. Recorre el pasillo y llegarás a una sala con dos puertas: la Vida y la Muerte. Tú eliges, Lara Croft. Tú das el paso final. La voz se apagó, y no volvió a hablar. Lara avanzó por el pasillo y, efectivamente, se encontró en una sala con dos puertas, una a cada lado. La primera puerta, a la izquierda, era muy bella. Estaba totalmente tallada en oro puro, decorada con palomas y soles de plata, y adornada con las más vivas flores de todos los colores conocidos. Sobre la inmensa puerta había un ventanal por el que penetraba a la estancia una luz pura y totalmente blanca. La segunda puerta, a la derecha, era todo lo contrario. Era negra como el carbón, y tenía llamas, demonios y calaveras pintados con sangre. La puerta estaba adornada a los lados con espadas y hachas manchadas de sangre, y por el ventanal superior penetraba la oscuridad de la noche, la oscuridad más espesa, más negra que la puerta. Donde la luz y la oscuridad verdaderas se encontraban se alzaba un altar con una única llave, pero ésta no tenía color y tampoco era incolora. Como dijera la voz, no podía describirse con palabras, pues no existe una para definir el color que no está coloreado. Lara tomó la llave y la examinó, y comprobó que encajaba perfectamente en las cerraduras de las dos puertas. Pero sólo había una llave. Había llegado el momento de la decisión. ¿Qué harás? Era la voz burlona y chillona de un diablillo que había surgido de la oscuridad verdadera. ¿Vas a abrirte a la vida? ¡No seas estúpida! ¡La muerte es mucho mejor! ¡Como ya estás muerta no mueres nunca, y tampoco desapareces! ¡Sólo caminar sin ningún temor por el infinito y más allá! No le escuches. Esa era la hermosa y susurrante voz de una serafín, una dama sin ninguna vestimenta, con el cabello hasta el suelo y alas de ángel. La muerte es cruel, y nadie como tú la merece. La bondad, el amor y la entrega son virtudes de nuestro corazón. Si haces que tu corazón se apague, todo lo que conoces desaparecerá de ti, tu corazón no volverá a latir ni a sentir, y ya no serás nunca más Lara Croft. Sólo serás un alma más en el sendero de los muertos que nunca termina. Lara los miró a los dos, agarró la llave con fuerza y sonrió. Había tomado una decisión.
  11. Eres bien recibido, Xavi!! Ahora no tengo mucho tiempo (recta final de los examenes...) pero lo iré colgando. Gracias por colaborar!!
  12. Bueno, dado que nadie dice nada, sigo. CAPÍTULO 14 Acantilamiento Lara agarró los barrotes y oteó en la espesa oscuridad de su celda, sólo rota por la débil luz que penetraba por la puerta cuando alguien la abría. No entendía lo que había ocurrido, era la primera vez que pasaba algo así por decir la justa verdad. ¿Acaso esos reyes creían estúpida la hipótesis de que un simple león hubiese acabado con uno de los cuatro reyes? Lara no lo sabía. Lo único que sabía de aquel Plano era que había un gran bosque, un castillo al pie de un gran acantilado y cuatro reyes (ahora tres) que te encerraban si “echabas las culpas” a un gran león. ¿Qué tenía de raro aquello? Más de uno, al menos en la Tierra, había muerto al enfrentarse a un león, o simplemente por encontrarse con un espécimen hambriento. Mientras estaba profundamente sumida en sus pensamientos, la puerta se abrió, y la luz le iluminó los ojos. Era Gremious, el fauno carcelero, que le venía a traer su delicioso almuerzo: pan seco, puré de cerezas y un triste vaso de agua. - Siento mucho la actitud de Sus Majestades –comentó tranquilamente el fauno-. Nunca les he visto actuar de esa manera, jamás, pues siempre han tenido fama de sabios, justos y alegres. La repentina muerte del Sumo Monarca Peter les habrá conmocionado, supongo. Lara sonrió. Llevaba diez días allí encerrada, aburrida a más no poder, y sin saber nada de Zip. Pero por lo menos tenía a Gremious, que parecía haberse hecho amigo suyo. - La cuestión es –prosiguió- que vuestra versión es muy difícil de creer. Sus Majestades nunca creerán que su hermano ha muerto bajo las zarpas del Gran León Aslan, el más agraciado, justo y sabio de todos los seres de Narnia. - Pero… ¿no podría tratarse de otro león? - Que yo sepa, Aslan es el león. No hay ninguno más. Lara no respondió. Todo aquello referente al Gran León y la muerte del rey Peter le parecía sumamente extraño. -Oye, Lara –dijo Gremious, cambiando de tema-, yo estoy seguro de que, sea como sea, vas a salir de esta. Y si sales, me gustaría hacerte una propuesta. Verás, es tradición en Narnia que, la primera noche de luna llena de primavera, se celebre el Gran Baile Anual de los Faunos, una fiesta por todo lo alto, muy hermosa. Me gustaría invitarte. Este año se cumple en quincuagésimo aniversario de su fundación, y se hará algo muy especial: el gran fauno Tumnus, amigo de los reyes desde que éstos llegaran a Narnia, va a tener el grandísimo honor de recitar en público la Antigua Leyenda. Lara se interesó de repente, pues alguien le había hablado de esa leyenda. Y era esa la razón de que estuviese en Narnia… - ¡Me encantaría ir, Gremious! Muchas gracias. - Oh, no hay de qué. Bueno, llevo aquí un buen rato y los guardias me echarán en falta. Te dejo. Nos vemos a la hora de la cena. Lara se despidió con una sonrisa, y el fauno se marchó, con lo que la oscuridad reinó de nuevo. Lara se echó sobre el lecho de paja de la celda, pensativa. Si conseguía ser absuelta, podría acudir al Gran Baile Anual y conocer la Antigua Leyenda cuya búsqueda le encomendó la Dama de la Conexión. El viejo fauno Tumnus subió las escaleras de su casa a los lindes del Bosque de los Soles, donde vivía desde que se casase con Xiada. Entró a la pequeña biblioteca y examinó las estanterías. Lo hizo detenidamente, con tiempo, y encontró al fin lo que buscaba: un libro viejo y muy grueso, con la portada plateada y el título en runas antiguas doradas. Tumnus nunca había conseguido descifrarlas, pero tenía la esperanza de poder hacerlo algún día. Cogió el libro y se sentó en el estudio, y dejó el libro sobre la mesa con un golpe seco que levantó el polvo que guardaba entre sus páginas. El fauno sopló para echar el que aún quedaba y abrió el libro. Unos minutos bastaron para encontrar, en la página ochocientos cincuenta y siete (hacia la mitad del tomo), lo que buscaba: la Antigua Leyenda que debía memorizar para el Gran Baile, a la semana siguiente. Lara despertó de golpe, pues alguien estaba abriendo su celda: Gremious. Parecía preocupado, y entristecido. Lara se frotó los ojos le miró desconcertada. ¿Por qué la despertaba a esas horas de la noche? - Tienes que escapar, Lara. Vienen hacia aquí, y no tardarán en llegar. - ¿Quiénes? –Lara no entendía nada. - ¡Los verdugos! Después de la cena, los Tres Reyes de Narnia se reunieron, y dictaron el veredicto. Has sido condenada a la más fatal de las penas de Narnia: el Acantilamiento. Lara desconocía el significado de esa palabra. - ¿Qué es…? - ¡No hay tiempo! ¡Tienes que escapar! Demasiado tarde. Un guardia acaba de entrar y había apartado a Gremious de un empujón, entonces le miró burlón y espetó: - Ya llegará tu hora. Entonces sacó de un tirón a Lara y se la llevó. Pronto salieron a la luz de la luna, al borde del acantilado. Entonces Lara creyó entender el significado de aquella condena. Allí se encontraban los tres reyes y una serie de nobles, todos ellos faunos o centauros. El guardia llevó a Lara hasta el borde del acantilado, y ella miró abajo. Se le hizo un nudo en el estómago al ver la cantidad de rocas en punta que había en la costa, pero pensó que sería una gran aventura, de esas que echaba de menos, lejos desde hacía tanto de sus queridas ruinas y templos malditos. - Se ha dictado sentencia –leyó un fauno consejero en un pergamino desenrollado en sus manos- contra la humana Lara Croft, a quienes los reyes han declarado autora del asesinato del Sumo Monarca Peter. La propuesta de Sus Majestades es la pena de Acantilamiento por el grave crimen cometido. Desde este momento y hasta la hora del veredicto final se declara este periodo de tiempo como Último Juicio. El guardia obligó a Lara a sentarse en un banco medio roto, enfrente del rey Edmund, que clavaba en ella una amenazante mirada de odio. La reina Lucy se levantó. - Llamo a testificar al único testigo del crimen y acusado de cómplice. Lara contempló sorprendida cómo los guardias llevaban a Zip al atrio. Estaba contenta de verle al fin, pero no entendía qué iba a pasar. - ¿Jura decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad? –preguntó uno de los centauros. - Lo juro –respondió Zip, alzando la mano, y sin mirar a Lara en ningún momento. Zip se sentó en el atrio, y esta vez fue la Reina Susan quien habló. - Por favor, cuente detalladamente lo que ocurrió y sin dejarse nada, a ser posible. Zip asintió. - Cruzamos el bosque y llegamos al llano que se encuentra entre éste y el castillo de Cair Paravel. Vimos a un joven rey, con una espada a su medida y un escudo con la imagen de un dragón rojo. Estaba peleando contra un león bastante grande. Parecía que el rey iba venciendo, pero el león le desgarró el cuello y lo echó al acantilado. Luego, cuando Sus Majestades llegaron, el león huyó. Susan bajó la cabeza, indignada. - ¡Repito, pues parece que no lo habéis entendido! Zip alzó el rostro, y por primera vez, miró a Lara. - Es la verdad. Ni ella ni yo hemos cometido crimen alguno. - ¡MIENTES! El rey Edmund parecía descontrolado, fuera de sí. Estaba rojo como un pimiento, y apretaba tanto los puños que daba la sensación de que las uñas fuesen a desgarrarle la mano. Zip se levantó. - He jurado decir la verdad y es lo que he hecho. Los tres reyes se levantaron. - ¿Es todo lo que tienes que decir? - Sí. - Entonces sólo queda el veredicto. En ese momento entró un guardia llevando a rastras a Gremious, el carcelero. - ¡Este imbécil estaba apoyando a la acusada! ¡Incluso le había invitado al Gran Baile de los Faunos! El rey Edmund escupió al suelo. - Amigos, mis hermanas y yo llevamos siete años al cargo del reinado de Narnia. Teníamos fama de reyes felices, justos y sabios, que nunca perdían los estribos. Era la Edad Dorada de Narnia, la felicidad universal. Pero eso se ha acabado. Dos personas extranjeras han matado al rey echando la culpa a Aslan, el mismísimo creador de nuestra tierra y quien acabó realmente con la amenaza de Jadis, la Bruja Blanca. Y por si fuera poco, ahora un narniano puro se pone de parte de los asesinos y les invita como si tal cosa al más importante festival anual de Narnia. ¿Cómo hemos caído tan bajo? Hubo murmullos y abucheos. Lara no sabía qué decir, qué pensar o qué hacer. Estaba perdida. Zip parecía muy preocupado. - Se ha dictado el veredicto –anunció el rey Edmund, más tranquilo-. Por el asesinato del Sumo Monarca Peter y la declaración de culpabilidad del crimen contra Aslan, la pena dictada contra los acusados humanos es la de muerte por acantilamiento. Hubo abucheos y vítores, pero Lara bajó el rostro, dolida. Jamás pensó acabar así, de una manera tan indigna. - Y en cuanto a Gremious, por traición y alianza con los asesinos del Sumo Monarca, la pena es la misma. Los guardias hicieron levantar a Lara, Zip y Gremious, y los situaron al borde del acantilado. Lara miró abajo y clavó la mirada en las afiladas rocas que cubrían la costa, y las olas chocando contra ellas y causando el estruendo del mar. Mientras una débil lágrima recorría su mejilla, se maldijo a sí misma por seguir a Anaya, por enfrentarse a Seth, y por aceptar el viaje entre los Planos. Una cosa, quede claro que Lara no ha dejado escapar una lagrima por estar ante la muerte (POR DIOS, ES ELLA XD), sino digamos por la nostalgia hacia las tumbas y ruinas que tanto echa de menos.
  13. Pues yo ya la he visto la 3º!!! Spoiler: Esta muy bien, es la que mas me gusto de las tres. La batalla final en el remolino es la caña!! Aunque el principio es tal vez algo flojillo y y el final muy cursi XD Pero lo de will como capitan del holandes y elizabeth como reina pirata es lo mejor!!! Pero bueno, nada como la batalla del mastil del holandes y esas cosas. Y bueno, después de los creditos, sale diez años despues, elizabeth con su HIJO...
  14. Bueno, he abierto mi pequeño site web, aunque no es muy alla, pues a mi me gusta XD. El caso es que ira aumentando de contenidos, pero de momento es exclusivamente una web de relatos, asi que podeis colgar los vuestros. ¿Alguien se anima? La web es http://laralegend.wetpaint.com Para enviar relatos, entrad aqui: http://laralegend.wetpaint.com/page/Relatos+usuarios
  15. Son mayores XD Bueno chicos, ya tengo mi pequeño site web, podeis entrar y leer el Cataclismo por alli, o mandarme lo que se os ocurra para publicarlo. La web se irá agrandando con el tiempo. http://laralegend.wetpaint.com
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