Jump to content

Tomás

Explorador
  • Contenido

    208
  • Ingreso

  • Última visita

Todo lo publicado por Tomás

  1. ADVERTENCIA: ESTA ENTREGA NO ES PARA LOS PUDOROSOS ENTREGA 12 Poco rato después, Lara y Jean almorzaban en la casa que el francés tenía en Alejandría. - Gealmente, Laga, no veo de qué te ha segvido hacegte pasar pog diosa y hacer lo mismo conmigo - Bueno, de no ser por eso no estaríamos disfrutando de este delicioso cordero, ¿no crees? –repuso sin dejar de devorar lo que los aldeanos le habían obsequiado en ofrenda. - De cualquieg modo, aún no sé qué haces tú aquí, amiga mía. - Verás: todo empezó cuando viajé a Bolivia en busca de una reliquia, la Piedra de Tiahuanaco, pero encontré mucho más que eso… Durante quince minutos Lara relató todo: los detalles de su búsqueda de los fragmentos de Excalibur, lo ocurrido con Amanda en Bolivia, su enfrentamiento con William Rutland en el Museo Británico y el asesinato y la carta del profesor Eddinton. - ¡Incgeíble, Laga! –Jean estaba maravillado- Pego no puedo compgendeg algo: no me sorgprende que un talismán esté en Israel, ya que los caballegos del Gey Agtugo egan cgistianos, pego: ¿pog qué un talismán está aquí, en Egipto, una cultura totalmente pagana? - ¿Sabés qué? Nunca me puse a pensar en esto, tienes razón. Pero, ¿qué haces tú aquí, Jean? Tenía entendido que estabas de vacaciones en las Islas Canarias. - Es ciegto, pego Egipto es mi lugar –repuso Jean-. Además, ando tgas la pista de un tesogo: las giquezas de Gamsinit. - ¿Las riquezas de Ramsinit? –inquirió Lara con interés. - Así es. –Jean extrajo un pergamino de su bolsillo y se lo pasó a Lady Croft. Éste estaba escrito en egipcio, pero para ella no fue ninguna dificultad leerlo. Yo, el Faraón Ramsinit, hijo del gran Ramsés III, he conquistado más territorios que ningún otro Faraón jamás, y me he apoderado de más tesoros del que cualquier mortal puede imaginarse. No quería que nadie llegara hasta ellos, por lo que mandé construir un mausoleo de piedra tras mi majestuoso palacio, en Tebas. Pero el arquitecto, que tenía malas intenciones, dispuso una de las piedras de modo que sólo un hombre pudiera arrancarla y penetrar en la cámara del tesoro. Murió poco después, pero no sin confesarles su secreto a sus dos hijos. Un día, me dirigí a buscar mi tesoro y encontré la cámara más vacía de lo que estaba; furioso, hice un pacto con el gran dios Amón: mi alma ha cambio de cualquier tipo de trampas para los ladrones. Gracias a ello descubrí a los dos culpables, encontrando sus cadáveres, y supe lo que el maldito arquitecto me había hecho. Por eso, ilusos mortales, si no quieren el mismo destino, ni se les ocurra acercarse a mi tesoro. Mi alma, según el dios Amón, está condenada a rondar por siempre en el palacio y el mausoleo, así que, si por casualidad llegaran a evitar las trampas, jamás lograrán evitar mi cólera. - Hum… interesante –manifestó la señorita Croft devolviéndole a Jean el pergamino-. Te propongo un trato. - ¿Un tgato? - Sí, un trato: tú te quedas en la biblioteca de Alejandría, investigando todo lo que puedas sobre el Escudo de Sir Kay, y yo te conseguiré todas las riquezas de Ramsinit. - ¡No, Laga! ¡No te aggiesges! –exclamó el francés, alarmado. - Por favor, Jean: con la ayuda de Excalibur, esto será un juego de niños para mí. Pero antes, permite que revise todo lo que llevo dentro. Lara vació su mochila sobre la mesa. Mientras lo hacía, Zip iba nombrando todo lo que extraía de ella: - Dos pistolas, la espada, una escopeta, tres botiquines, y… ¿UNA HAMBURGUESA CON GASEOSA Y PAPAS FRITAS? - Por supuesto –replicó irónica-. Con todo el esfuerzo físico que hago tengo mucha hambre. - Pues nunca nadie te ha visto comer. - Tampoco ir al baño. Hay muchas cosas que no se saben de mí. A los pocos minutos, Lara avanzaba a través de las calles de Alejandría. -¿Y dices que tomarás un barco en la costa para llegar hasta Tebas? -Claro, Alister, ¿o prefieres que vaya nadando? Junto a ella pasó un grupo de hombres cuyo uniforme le parecía familiar. - ¡Por Dios, que no sea lo que yo creo que es! Muy sigilosa y ocultándose detrás de las paredes para no ser vista, Lara los siguió, y vio que se detenían en una plaza pública a hablar con un hombre rubio y musculoso cuyo nombre ella ni siquiera deseaba recordar. - ¡Alex West! –exclamó entre dientes. Alex West era un mercenario, un buscador de tesoros igual que ella, sólo que lo hacía por dinero, mientras que Lara lo hacía por placer. Ambos se habían conocido en un viaje, poco después de que Lara sobreviviera a la tragedia en Paraíso que marcó su vida. Se hicieron amigos rápidamente, pero el vínculo se destruyó cuando él abusó de su confianza para robarle una valiosa estatuilla que ella había encontrado. Desde entonces más de una vez se cruzaron, luchando por un mismo artefacto, siendo ella siempre la vencedora. Pese a eso, Alex era uno de los pocos que podía enorgullecerse de que Lara Croft había sido suya. Fueron sólo tres noches, pero ella fue suya. - ¡Vaya, vaya! ¡Ya me parecía raro que no hubiera chacales en Egipto! –exclamó Lara con paso decidido dirigiéndose a él. - ¡Lara! –dijo eufórico Alex. Sus hombres apuntaron a ella.-Alto, no le hagan nada. Se acercó a ella muy lentamente. - ¡Cuánto tiempo sin verte, princesa! ¿me extrañaste? - ¿Acaso tú extrañas a los hongos de tus pies? –replicó irónica. Alex rió. - ¿Sabes? Ese sarcasmo tuyo es lo que más me encanta de ti –se acercó más, acariciando su rostro, mientras ella lo miraba molesta-, bueno, eso además de tu pelo, tus ojos, tus labios… - Suéltame, cerdo mugroso –susurró con los dientes apretados. - ¿Cerdo mugroso? Tú me tienes tantas ganas como yo a ti; nunca olvidaré esas tres noches, Lara, donde has demostrado ser la mujer más ardiente y fogosa del mundo. - Fue hace seis años –repuso ella-, estaba muy mal, había perdido a todos mis amigos de universidad, no sé en qué estaba pensando. - Recuerdo que tú dijiste que yo era una fiera en la cama –añadió sin dejar de acariciar-, además, hace calor, los dos andamos con poca ropa... no te resistas, Lara, tú me deseas. Alex susurraba, deseando atraerla para sí. Y entonces, lentamente Lara lo abrazó, y comenzó a mimarlo - ¡Eso, Lara! –Alex respiraba agitadamente- Sigue así, así, no te detengas. Aprovechando las circunstancias, Lara le encajó un rodillazo en plenos testículos. - ¡AUGH! - Esto te quitará la calentura –se burló Lara viendo como él caía lentamente al suelo, dolorido. - ¡MÁTENLA! Lara echó a correr, mientras los hombres de Alex iniciaban su ataque.
  2. ENTREGA 11 Lara Croft había sobrevivido a muchísimas catástrofes, pero sabía que no se salvaría de ésta, ni ella ni los aldeanos. Cada vez tenía menos fuerza para patalear entre las aguas dulces, y se ahogaba, se ahogaba, se ahogaba… Cerró fuertemente los ojos, preparada para el final. De pronto… ¡Excalibur! Sí, claro, ella tenía la espada mágica en su poder. Quizá, si lo intentara… Con la poca energía que le quedaba, Lara tomó el artefacto que llevaba colgado en la espada, y comenzó a agitarlo con el brazo de un lado para el otro. Destellos verdes brotaron de la espada, logrando así que las aguas retrocedieran un ápice. ¡Lo estaba logrando! Sin cesar y a punto de ahogarse siguió agitando y agitando, pero el Nilo cobraba fuerzas y sus aguas lanzaban el contraataque; pero aún así Lara persistía, persistía, persistía… La mágica Excalibur hizo su efecto: las aguas disminuyeron lenta, muy lentamente, hasta que no quedaba rastro de ellas. Afortunadamente todos se habían salvado: los adultos abrazaban a los niños y a los rebaños, mientras Lara, arrojada en el suelo, tosía sin parar, ya que había tragado mucho agua. - Digo yo –comentó Zip-: sé que tú estás perfectamente entrenada para esto y que eres una profesional, pero, ¿cómo rayos puede ser que tengas tanto culo como para evitar siempre la muerte? - En un par de días te enseño como se hace, no cobro mucho la clase –Ni siquiera así de deshecha la señorita Croft perdía su habitual sarcasmo. - ¡Nos salvó! –gritó un aldeano señalándola- ¡Es Isis! ¡La diosa Isis! Atónita, Lara vio como hombres, mujeres, niños e incluso rebaños se postraban a sus pies. - ¡Salve Isis! ¡Salve Isis! - ¡Qué aldeanos ingenuos! ¿tú, una diosa? ¡Por favor! –Zip se retorcía de risa. - Creo que puedo sacar provecho de esto –susurró Lara entre dientes, y proclamó gritando:-¡Atención, mortales! ¡La Diosa Isis les habla! Expectantes, todos la miraron fijo - Lara, ¿qué haces? - Cállate, Alister –murmuró-, o interrumpirás mi actuación dramática –y prosiguió-. ¿Sabeís vosotros sobre la ubicación del escudo de Sir Kay? Los aldeanos intercambiaron miradas atónitas. - ¿el escudo de Sir Kay, Majestad? –una mujer se había animado a hablar- Jamás hemos oído hablar de eso, Su Grandeza. Una voz familiar se quejaba en voz alta detrás de la falsa diosa. - ¡Mon dieu! ¿Cómo pude olvidag sobge la inundación del Nilo en pgimavega? ¡De esta casi no me salvo! Lara giró sobre sus talones. - ¡Jean! - ¡Laga! ¿qué haces tú aquí? Jean Yves se precipitó a abrazarla, mientras los aldeanos los miraban sin entender. - ¿la diosa Isis es la novia de ese gordo? - Más respeto, si la diosa lo abraza, quiere decir que él es… - ¡Te he echado de menos, Laga! ¡Veo que has cambiado tu tgenza por una coleta! –comentaba Jean radiante. - Pues sí, llevaba mucho tiempo usándola. De pequeña llevaba el pelo suelto, más tarde me peinaba con dos coletas, luego opté por la trenza y aquí estoy, estrenando mi coleta. - ¡SALVE OSIRIS! ¡SALVE EL GRAN DIOS OSIRIS! - ¡Mon dieu! ¿los aldeanos se inclinan ante mí? –Jean estaba pálido de la sorpresa, mientras Lara creía que se le fracturarían las costillas por el esfuerzo para no reírse. - Me pregunto cómo le estará yendo a Lara –manifestó Greta algo preocupada. - No te preocupes –repuso Tom, quién se sentaba frente a ella en la mesa-. Todo va a estar bien –añadió sonriendo. - Gracias. –La niña no pudo evitar devolverle la sonrisa. - Niños –Zip se acercaba a ellos, llevando consigo a una mujer joven de pelo negro y aspecto inocente-, les presento a Clarisa. Junto con Tom, ella estará a cargo de la casa. - Hola –saludó Clarisa con una tímida sonrisa, que los niños le devolvieron. Durante la ausencia de Lara, Zip tenía plenos poderes en la Mansión Croft, y éste consideraba que la joven merecía el puesto. - Ven, te mostraré tu habitación –le indicó. Ella lo siguió escaleras arriba, hasta una de las múltiples habitaciones de la casa- Puedes deshacer tu equipaje así, debo volver al piso de abajo, pero llámame si me necesitas. –Zip salió y cerró la puerta tras ella. Clarisa echó una mirada a su alrededor y extrajo un celular de su bolso. Marcó un número telefónico que no tardó en ser respondido. - ¿Hola? - Soy yo, mi Señora. El puesto ya es mío. - ¡Bien hecho! Y recuerda: nadie tiene que descubrirte. - Claro que no, mi Señora –repuso Clarisa sonriendo-. Soy una gran actriz.
  3. Sí, me refiero a Maggie, William y James padre, especialmente sus características particulares y la relación entre ellos. Con respecto a Kurtis y Karel, aparecerán, pero sólo en flashbacks, porque están muertos. Y repito, no es nada contra ellos, pero debe ser el único relato de AOD en el que no están vivos (y leí varios)
  4. Gracias, Gato Croft. Y es así, ya está hecho, el final incluído (y también la sorpresa final, ¿por qué Karel quería llegar a Avalón?) Aprovecho para aclarar: en TRL Amanda NO SABÍA que era una Nephilim, se enteró cuando Gunderson la rescató de Bolivia. Bueno, ya hablé demasiado, se acerca la continuación... consejo: observen con mucha atención a los 3 Rutland
  5. No hay ningún problema, Ana María, te aclararé. :biggrin: Personalmente no me interesa la opinión de Crystal, el AOD me gustó mucho (especialmente el argumento) y el Legend también. En cuanto a Karel, él intentaba revivir al Durmiente para llegar a Avalón, porque creía que sólo llegando allí revivirían los Nephilim. ¿por qué creía eso? Esa es la sorpresa final de la historia. Amanda no sabía nada de esto, se dio cuenta cuando Gunderson la descubrió. Es probable que tampoco te haya gustado que Kurtis y Karel estén muertos, pero no lo hice por nada en contra de ellos, simplemente que por el mundo hay millares de relatos de AOD, y en todos ellos están vivos. Pero qué bueno que mencionaste a Amanda, porque nos sorprenderá con un par de cosas... Además, de Tomb Raider me gustan TODOS sin excepción, los únicos fallos que veo es que TR7 es demasiado fácil y TR4 DEMASIADO COMPLICADO. Para terminar, recomiendo que pongan especial atención en la familia Rutland. Ah, para Escorpio: durante la estación primaveral nunca se sabe exactamente cuándo puede desbordar el Nilo, y según he leído, los egipcios están acostumbrados a estos trotes.
  6. ENTREGA 10 Una hora más tarde, el equipaje de Lara estaba listo, y ella se había despojado de su ropa ocasional para ponerse su nuevo traje aventurero, de color marrón. Peinada con una coleta, la señorita Croft lucía serena pero a la vez deseosa de más retos y desafíos. Todos quienes almorzaban junto a ella en la mesa roja del estudio se veían expectantes a causa del relato de la joven: el asesinato del profesor Eddinton, los talismanes, Avalón, y el culpable, William Rutland. Zip, Bianca y Peter oían sumamente interesados, mientras que Alister cada tanto hacía una mueca de espanto. En cuanto a Tom, servía el desayuno, y Winston dormía plácidamente en su cama en el piso de arriba. Finalizado el desayuno, Lara se levantó de golpe. - ¡Exquisito el té, Tom! –lo felicitó de muy buen humor en cuanto éste retiraba los platos- Quedas contratado. - ¿De veras? –el muchacho no salía de su asombro- ¿Oyeron? ¡Podemos quedarnos! –Acto seguido gritaba de alegría mientras abrasaba a sus hermanitos. Sonó el timbre de la puerta; cuando Tom abrió, se vio frente a una niña de su misma edad, morena, esbelta, con un antiguo vestido azul. Por un minuto creyó que era un ángel, un precioso ángel, y rápidamente se apresuró a modificar el rostro idiota que acababa de hacer. - ¡Greta! –saludó contenta Lady Croft yendo hacia ella. - ¡Hola, Lara! ¡Cuánto tiempo sin verte! –Las dos muchachas se abrazaron cariñosamente, y por un instante, Tom sintió envidia de Lara –Oh, disculpen –dijo ella finalizado el abrazo- Para quienes no la conocen, ella es Greta, la nieta de Winston, que vive en Irlanda. Greta se dispuso a saludar a todos con un beso en la mejilla, encariñándose especialmente con los pequeños Bianca y Peter; pero en cuanto a Tom, se limitó a tenderle la mano. - No ha sido un viaje fácil, Lara –explicó –Enseguida traen mi equipaje, vine para quedarme hasta que el abuelito se mejore –a nadie le costaba percibir la simpatía natural que la chica irradiaba-Pero además estoy muy contenta de venir porque hace tiempo que no hablo contigo, Lara. - Y ésta no será la excepción –manifestó Croft en su tono de siempre –Me estoy yendo de viaje a Egipto en pocos minutos. - Oh, que pena –repuso Greta, y añadió: -¿y el abuelito? - En el piso de arriba –indicó Tom, sonrojado. Greta le dio las gracias y se perdió escaleras arriba. - ¡Greta! ¡mi muchacha! –exclamó débilmente Winston al ver a su nieta acercarse a él estrepitosamente. La afectuosa niña no dejaba de reír mientras abrazaba al anciano mayordomo, mientras que Lara, desde lejos, los miraba enternecida. Tan pronto como ellos dos se apartaron, se acercó a Winston- Tenga mucho cuidado, señorita –le advirtió -.Recuerde que usted no tiene buenos recuerdos de Egipto. - No me pasará nada, quien debe cuidarse eres tú. Por favor, te necesito –Lara hizo a un lado toda dureza y abrazó a quien consideraba su segundo padre. - Tranquila –repuso Winston tosiendo- No olvide que ahora tengo una preciosa enfermera a mi cuidado –añadió refiriéndose a Greta. Los tres rieron. Momentos después, Lara, con una sonrisa radiante, se despedía de todos, mientras Alister no dejaba de hacerle recomendaciones. Ya en el umbral de la puerta y con todos observándola, Lara sonrió: - Zip, Alister, quiero aclarar algo sobre mi forma de trabajar: a mi me gusta trabajar sola, pero como ésta no se trata de otra de mis andanzas sino de la búsqueda de mi madre, acepto llevarme el auricular –Alister esbozó una tímida sonrisa-. Buena suerte a todos –les deseó. Ellos saludaron con la mano, y finalmente, Lady Croft cerró la puerta principal de la Mansión, preparada para comenzar la más grande de sus aventuras, esta vez, en Egipto. EGIPTO A) Aldeas del Bajo Egipto El Nilo, uno de los ríos más caudalosos del mundo junta las aguas de todo el Nordeste de África, y después de haber traspuesto una barrera de rocas que forman las cataratas de Siena, se dirige, a través del desierto de arena, hacia el mar Mediterráneo. Pero antes de llegar a él, se divide en varios brazos, que se arrojan en el mar cada uno por una desembocadura. El número de estos brazos no es siempre el mismo. Durante mucho tiempo hubo siete que se llamaban las siete bocas del Nilo. Egipto no era otra cosa que el valle y las bocas del Nilo. El valle era una faja de tierra larga y estrecha a ambos lados del río, encerrada entre dos cadenas de rocas desnudas que la separaban del desierto de abrasada arena. Ahora bien, dos de los brazos del Nilo desembocaban en lo que se conoce como la Delta o el Egipto Bajo, y era precisamente allí donde Lara se estaba aproximando, desde el interior de un helicóptero, leyendo su tan preciado libro La leyenda del Rey Arturo, que dejó de leer desde su noche en el hospital, y hablando con Zip y Alister a través del auricular. - Hay una cosa que no me explico –decía Zip- - ¿Una? –resopló Lara-Yo diría que una cada cinco minutos. - Déjate de tonterías –replicó molesto-. Dices que para encontrar el Talismán Aire primero hay que hallar el Escudo de Sir Kay, ¿no? Intuyo que él era uno de los Caballeros de la Mesa Redonda, pero, ¿por qué era tan importante? - Pues porque era el hermano del Rey Arturo. - ¿En serio? –Zip no podía creerlo- ¡Entonces debería haber sido príncipe en lugar de caballero! - ¡Qué ignorante! –dijo Lara mordazmente- Te lo explicaré: cuando Úther Pendragón mandó matar a Gorlois vinieron tiempos muy difíciles para él, todo el pueblo se puso en su contra. Y por si fuera poco, debió entregar a su hijo recién nacido a Merlín, según lo convenido. - ¿y qué pasó con Igraine y sus hijas? - Ellas, enteradas de la verdad, fueron trasladadas al castillo real, donde las convirtieron en princesas. Según el libro, Igraine y Morcadés estaban muy felices al respecto, pero la pequeña Morgana a cada minuto se sentía peor. “De cualquier manera, una noche, el bebé de Úther y la Duquesa fue entregado a Merlín. El mago quería que fuera criado lejos de todo hasta que estuviera preparado para asumirlo, así que acudió a su amiga la Dama del Lago, una mujer sumamente poderosa, quien le entregó a Excalibur.” - ¿¡Entonces Excalibur es una creación de la Dama del Lago!? - Ni idea; lo que sí puedo decirte es que Merlín clavó la espada en una piedra, en el patio de una iglesia en Londres, y entregó el niño a Sir Héctor, un noble caballero, para que lo criara como a su propio hijo. Sir Héctor era viudo y tenía un hijo de tres años llamado Kay, pero aún así se sintió encantado de cuidar de él, y lo bautizó con el nombre de Arturo. - ¿Y con qué objetivo Merlín clavó la espada Excalibur en aquella piedra? - Te lo diré más tarde, Zip: mi aventura va a comenzar. El helicóptero aterrizó muy lentamente, Lara guardó todo en su mochila y se bajó de él. A continuación lo siguió con la mirada mientras se elevaba en el aire hasta perderse de vista. Había llegado a una aldea cuyas casas estaban construidas en montículos. El calor era aceptablemente soportable, y allí, hombres, mujeres, niños y rebaños se bañaban en estanques refrescantes, mientras una bandada de pájaros llenaba los aires. La exploradora inglesa avanzó con paso decidido, atenta a cualquier movimiento. Enseguida percibió que todas las miradas se desviaban hacia ella, tanto la de los hombres babosos como de las mujeres envidiosas. “¡Maldita sea!” pensó Lady Croft irónicamente, “¡siempre es lo mismo! ¡intento no desentonar pero es inútil!” - Lara… Lara… - ¿Sí, Alister? - Una pequeña pregunta –tartamudeó-:¿en qué estación están los egipcios actualmente? - Aparentemente es primavera –repuso ella. - ¡Dios, no! –en la voz de Alister se percibía cuánto temblaba- Todos los años, en primavera, el Nilo, engrosado por las lluvias del Ecuador y el deshielo de las nieves de Abisinia, se desborda e inunda todas las comarcas que están por debajo de las cataratas, ¡y ésta es una de ellas! Lara intentó aparentar tranquilidad, pero su tensión iba en aumento. Veía a todos los del pueblo bañándose tan despreocupadamente, que no quería ni pensar qué sería de ellos si esto acontecía. Y súbitamente, se fue haciendo cada vez más audible el ruido de una fuerte desembocadura. Los aldeanos también lo notaron, y el terror se dibujó en sus caras al ver aproximarse furiosamente las aguas del río Nilo. ¡Todo iba a inundarse! Hombres y mujeres tomaron a los niños y las ovejas y salieron corriendo como alma que lleva el diablo en dirección a sus casas, pero no tardaron en ser alcanzados por las violentas aguas dulces del río más caudaloso del mundo. - ¡LARA, NO! –gritaron Zip y Alister al unísono. La aldea entera estaba completamente inundada, y Lady Croft nadaba inútilmente en busca de una salida para poder respirar, aunque cada vez con menos aire. Lo siento, me equivoqué. No almorzaban, desayunaban. A cualquiera le puede pasar. No olviden: Opiniones, Críticas Constructivas
  7. Lo siento pero yo apenas estoy comenzando a leerlo, voy a opinar cuando haya terminado. Por cierto, gracias por seguir mi relato, Luciano, sos uno de los pocos.
  8. Advertencia: todo indica que nos vamos a Egipto, pero aviso al resto: quedan 48 horas para votar, sino se lo pierden.
  9. hum.... interesante :cool3:
  10. ¡Muy buen comienzo :biggrin: ! Intuyo que lo que decía el libro se refería al Evangelio de San Juan del Nuevo Testamento, capítulo 21, versículo 6. Más tarde, si estoy en lo correcto, tendré que fijarme en la Biblia para más información. Por cierto, no te pasaste por mi relato de TRL y TRAOD, vos que considerás tan importantes las críticas constructivas :unsure: suerte
  11. ENTREGA 9 A primera hora de la mañana, Lara llegó al Laboratorio del profesor Eddinton, y al ver abiertas las puertas principales intuyó que algo ocurría. En el interior se percibía un horrible olor a sangre y pólvora, y la joven tuvo que ahogar un grito al ver, en medio de un charco de sangre, el cadáver baleado de quien había sido Franz Eddinton. En el medio del charco había una tarjeta bañada en sangre, que Lara recogió sin dudar. La tarjeta tenía el nombre Rutland, por lo que ella supo enseguida lo que había pasado: William Rutland, por algún motivo, había enviado a sus mercenarios a matar al anciano profesor. Sin pensarlo dos veces se dirigió al escritorio en busca de alguna pista, la cual no tardó en encontrar: había una carta del profesor Eddinton dirigida a ella. Estimada Lady Croft: Creo que mi vida corre peligro; un hombre de apellido Rutland me tiene completamente amenazado, temo por mí y por mi familia. La amenaza se debe a que, tras mucho tiempo de investigación, he descubierto una manera de entrar a Avalón, la Tierra de las Hadas y los Dragones, y no se trata de ningún mito. En Grecia se encuentra un portal mágico que da acceso a ese universo, pero sólo será activado con la ayuda de ciertos talismanes sagrados. Dichos talismanes fueron creados por el mago Merlín, la Dama del Lago y la hechicera Morgana, quienes se los confiaron a los caballeros de mayor confianza de Arturo. Ellos deseaban acompañarlo a Avalón, ya que por un hechizo irrompible de Morgana, el Rey estaba destinado a ir allí al morir. En total eran cinco talismanes, en manos de cuatro caballeros y una mujer, y fueron ocultos junto a una pertenencia de cada uno de ellos. Cada talismán representa un poder, a saber: el Talismán Fuego, el Talismán Agua, el Talismán Aire, el Talismán Hielo y el Talismán Tierra. El primer talismán se encuentra dentro de la armadura de Sir Lancelot, en Méjico, o más propiamente dicho, las Ruinas del Imperio Azteca; el segundo, dentro de la espada de Sir Galahad, en la ciudad de Jerusalén, Israel; el tercero, junto al escudo de Sir Kay, en Egipto (su localización más exacta la desconozco); el cuarto, en el interior del casco de Sir Pellinore, en el Museo Británico de Inglaterra; y el quinto, junto a la corona de la Reina Ginebra, en Paraíso, Perú. Debe usted recuperar esos artefactos antes de que caigan en malas manos como las de Rutland. Pese a estar aterrorizado por mi suerte, le deseo éxito de todo corazón, y que ojalá encuentre a su madre. Profesor Franz Eddinton - ¿Qué ha pasado, Lara? –Zip hablaba desde el auricular. - Preparen las maletas, chicos: me voy de viaje –anunció. Como les agradará saber, el relato a partir de ahora será tan lineal como TR3. Ustedes tienen la posibilidad de decidir adónde irá Lara primero, entre estas opciones: 1)Talismán Fuego, Armadura de Lancelot-Ruinas Aztecas, Méjico. 2)Talismán Agua, Espada de Sir Galahad-ciudad de Jerusalén, Israel 3)Talismán Aire, Escudo de Sir Kay-Egipto 4)Talismán Hielo, Casco de Sir Pellinore-debemos negociar con Larson y Pierre, que tienen el casco. En cuanto al Talismán Tierra, Paraíso será el último lugar que visitaremos, así que no está entre las opciones. Lo bueno es que ustedes deciden adónde vamos primero; lo malo es que cada paso de Lara responderá a las intenciones de Amanda. Seguiré escribiendo en 7 días, tiempo suficiente para que todos voten y decidan adónde vamos primero.
  12. ENTREGA 8 A la mañana siguiente, ni bien Lara fue dada de alta en el hospital, se dirigió a la Mansión Croft a ver cómo seguía Winston. - ¡Lady Croft! ¿se encuentra bien? –exclamó éste tosiendo desde su cama cuando Lara se le acercó. - Estoy perfecta. Soy dura de matar –repuso ésta sonriendo- ¿cómo te encuentras tú? - Mejor, querida, mejor. Pero los doctores tienen razón, ya no sirvo para esto, tendrá usted que conseguir un reemplazo. -Es cierto –admitió Lara-. Pero tú continuarás viviendo aquí, eres irremplazable. -Oh, gracias –sonrió Winston complacido-. Pero, dígame, por favor: ¿qué ha pasado? El profesor Franz Eddinton era un anciano alto, delgado, de barba blanca, aspecto severo y anteojos de montura redonda. Lo cierto es que ya se estaba cansando de que aquel extraño viniera a perturbarlo siempre con el mismo tema. - ¡Otra vez usted! –gritó airado- ¿Qué quiere? - Lo mismo de las otras doce veces, profesor Eddinton –repuso Zip-: que le conceda una audiencia a Lady Lara Croft con usted. - ¿Por ese embrollo de Avalón? –inquirió molesto el profesor Eddinton- Ya he tenido problemas con eso, muchas gracias. Zip ya estaba harto de ser amable con él. - Pues tendrá serios problemas con ella si no le presta atención –terció. El profesor Eddinton quedó paralizado ante tal respuesta. Tenía que hacer caso, teniendo en cuenta todo lo que había oído hablar de Lara Croft, pero no quería que su familia corriera peligro otra vez, no quería… Winston no comprendía. - Pero, no entiendo: ¿por qué Morgana estaba tan rencorosa con Arturo. Lara comenzó su relato. - Resulta que el padre de Arturo, el rey Úther Pendragón, fue un monarca violento y ambicioso al que le encantaban las guerras. Un día, en un baile real que él organizó en su palacio, conoció a la Duquesa Igraine, esposa de Gorlois, el ilustre duque de Cornualles, y enseguida quedó enamorado de su hermosura. Gorlois era uno de los hombres de mayor confianza de Úther, pero a éste no le importó, y quiso conquistar a Igraine mediante galanteos que ella rechazó, sabiendo sus intenciones. El mago Merlín intentó convencerlo de que se olvidara de ella, pero fue inútil. “Enloquecido por su amor a una mujer casada, el Rey, junto a todo su ejército, mandó matar a Gorlois sin que la esposa del duque lo supiera. Indignados ante el trato de Úther contra su hombre de mayor confianza, los ciudadanos conspiraron contra él, y Merlín, sabiendo que se acercaba una etapa oscura para Inglaterra, acordó ayudar al Rey a conquistar a Igraine, pero con la condición de que le entregara su primer hijo al nacer, ya que debía prepararlo para cumplir su destino: ser el monarca más grande de Inglaterra. Úther, enamorado de la duquesa, aceptó, y bebió una poción mágica proporcionada por Merlín que lo convirtió en Gorlois, el duque de Cornualles. “Igraine tenía dos hijas, mellizas de cinco años: Morgana y Morcadés. Esa noche, Morgana despertó llorando, abrumada por una pesadilla: su padre había muerto en la guerra. Su madre la consoló diciendo que no había nada que temer, ya que su padre había vuelto y había pasado una maravillosa noche de amor con ella. En esa noche la duquesa concibió al Rey Arturo ignorando la verdad, pero su pequeña hija sí sabía lo ocurrido debido a su sueño, y por todo eso se resintió con Arturo.” - Jamás había oído esa versión de la historia, señorita Croft. –comentó Winston admirado por lo que Lara acababa de contarle.-¿qué pasó después? Lara iba a contestar, cuando Zip entró en la habitación. - ¿Y? ¿cómo te fue con el profesor Eddinton? - Me ha costado muchísimo convencerlo, pero aceptó verse contigo mañana a primera hora en el Laboratorio. - ¡Entonces mañana tendré que madrugar! ¡Genial! Sonó ruidosamente el timbre de la puerta principal, y Lara y Zip se apresuraron a abrir. En el umbral de la puerta había un adolescente de pelo castaño y ropa andrajosa, acompañado por dos niños pequeños. El niño lo tomaba de la mano izquierda, y la niña, de la mano derecha. - Buenos días, señorita Croft –se presentó el muchacho cortésmente-. Mi nombre es Tom y ellos son mis hermanitos, Bianca y Peter. Supe que se busca nuevo mucamo aquí, señorita, y vine para el puesto. Los niños saludaron tímidamente con la mano, y Lara sintió compasión al verlos. - ¿Y qué sabes hacer, Tom? –inquirió. - Yo sé hacer de todo –repuso el adolescente modestamente-: lavar, cocer, barrer y cocinar. - ¿Cuántos años tienen? - Yo trece, Bianca cuatro y Peter seis. - ¿Y dónde viven? - En el basurero de la ciudad. Papá nos abandonó cuando mamá murió, y desde entonces yo tengo que mantener a mis hermanitos –Tom comenzó a sollozar, mientras Lara sentía que se le estrujaba el corazón de pena-. Perdone, señorita, no quise molestarla. Gracias por escucharme. Vamos, chicos. Tom le dio la espalda. - ¡Espera! –dijo Lara. El muchacho se dio vuelta lentamente- Puedes pasar la noche aquí, y si demuestras que eres eficiente, el trabajo es tuyo. - ¡Gracias, señorita! ¡Es usted muy buena! –los tres niños se abalanzaron sobre Lara para abrazarla, poniéndola en un conflicto interno: sentirse conmovida con el abrazo u ordenarles que fueran a bañarse inmediatamente. Entrada la noche, el profesor Eddinton se disponía a cerrar su laboratorio e irse de allí cuanto antes. De repente oyó violentos golpes en la puerta. - ¿Quién está ahí? –gritó asustado. Los golpes no cesaron- Le advierto, estoy armado –continuó tomando un cuchillo cercano y aparentando no tener miedo. La puerta se vino abajo, y el profesor Eddinton, debido al susto, dejó caer el cuchillo al ver en el umbral del Laboratorio un grupo de corpulentos mercenarios blandiendo metralletas, con Gunderson delante de ellos. - ¡Mátenlo! –gritó Gunderson. Y antes de que el profesor pudiera abrir la boca, fue acribillado por decenas de disparos. - Misión cumplida, mi amor –murmuró el mercenario-. Misión cumplida.
  13. ENTREGA 7 - Tengo entendido que Kurtis Trent, el cual falleció hace unos meses, era el último miembro de la Orden de Lux Veritatis, ¿correcto? –comenzó la rubia. - Asss… así es, Señora. - Bien. También tengo entendido que Lara Croft fue quién acabó con mi antepasado, ¿verdad? - P… pues sí. - Entonces, considerando que según tú sólo un Lux Veritatis puede acabar con un Nephilim, ¿cómo pudo ella destruirlo cuando provocó aquella explosión? Y no sólo lo digo por Karel, sino también por el Durmiente. Gunderson permaneció pensativo; nunca se había planteado aquello. Como la mano derecha del Alquimista Oscuro, era el único que sabía que el verdadero líder era Karel y no Eckhart, y muerto el Nephilim, ya podía revelar el secreto a todos los siniestros cabalísticos. Karel, según Gunderson recordaba, siempre había cuidado que los miembros de su Orden enemiga no supieran que él se escondía detrás de toda la conspiración, lo preocupaba más un Lux Veritatis desarmado que un ejército de humanos armados con yunques de guerra. Y por si esto fuera poco, ni siquiera ellos lograron acabar con la vida del Durmiente, razón que Karel se llevó a la tumba sin contarle ni siquiera al perverso Alquimista. Por todas estas razones, ¿cómo era posible que Lara Croft haya destruido sola la Gran Obra? Bueno, en realidad la Gran Obra no estaba completamente destruida; aún les quedaba una salvación a todos aquellos que se entregaron en cuerpo y alma a la Cábala; era una razón magnífica, maravillosa, un milagro del cielo que había llegado para iluminar la vida de Gunderson, y estaba sentada frente a él. Perdido en esos pensamientos y en los preciosos ojos azules de su superiora, Gunderson finalmente titubeó: - No lo sé, Madame. De verdad, no lo sé. - Sinceramente no comprendo lo invencible que es esa mujerzuela –manifestó Amanda irritada-. Acabó incluso con un ser inmortal. Pero después de todo, no cabe duda de que ha sido instruida por Werner Von Croy, el hombre más sabio que he conocido. Y, ¿cómo le paga ella? ¡Dejándolo encerrado en una trampa! Desde luego no me sorprende en absoluto de ella. - Esa mujer es repugnante, Señora –coincidió Gunderson con rabia-. Merece ser aniquilada. - ¡Nadie te ha pedido tu opinión! –exclamó enérgica mientras se levantaba bruscamente del sillón- Ya que no sirves ni siquiera para responder una simple pregunta, espero que al menos me sirvas para otra cosa: llévame a recorrer todas las instalaciones de la Cábala en este país. - Sí, sí, Su Excelencia, faltaría más –Gunderson estaba aterrorizado, pero a la vez muy enamorado. Gunderson salió enseguida de su habitación seguido por Amanda. La llevó a través de pasillos, corredores, vastas salas, subiendo y bajando varios pisos en sinuosas escaleras, y durante todo ese trayecto, en el que se percibía una decoración puramente satánica, Amanda no dejaba de mirar admirada a su alrededor, y no pudo menos que sonreír al pasar por el Sanatorio de Boaz, donde varios médicos torturaban a un anciano escuálido con el pellejo consumido por decenas de violentos cuchillazos. La muchacha no podía creer que todo aquel dominio le perteneciera; todo eso era suyo por legítimo derecho, y hasta hace muy poco ella no lo sabía. Sin duda su sitio preferido fue la biblioteca: una sala amplia y de escasa luz repleta de estanterías de libros, dónde en una mesita ubicada en un rincón trabajaba silenciosamente Louther Rouzic, el bibliotecario, un hombre viejo y delgado al que le faltaba un ojo. Amanda se acercó a él con paso decidido; en muy poco tiempo había cambiado su atuendo gótico por hermosos vestidos y joyas, dignos de la reina de un imperio oscuro y maléfico. - ¿Eres Rouzic, el bibliotecario de la Cábala? –fue su saludo. - Sí, Señora –respondió él con respeto alzando la cabeza-. Soy yo. - Marten me ha hablado mucho de ti. Dice que eres el mejor experto en literatura, mitología, jeroglíficos y carpología más grande que existe, y que no tienes nada que envidiarles ni siquiera a los profesores de Harvard. - Bueno, pues, así es –admitió Rouzic modestamente. - Entonces me imagino que ya has localizado los talismanes, ¿no es así? “¿Quién se cree que es esta pendeja para mandarme a mí?” dijo para sus adentros Rouzic, a quien el tono vanidoso de su nueva jefa le sentó como una punzada en el hígado. - Precisamente estaba redactando el informe sobre ellos –informó con educación, y le entregó lo que estaba escribiendo. La rubia lo leyó rápidamente y levantó la mirada, con un brillo de alegría maligna en los ojos. - Excelente, Rouzic. Realmente excelente –lo felicitó muy satisfecha- Ojalá todos los miembros de esta secta fueran tan eficientes como tú –añadió duramente dirigiendo su mirada hacia Gunderson mientras Rouzic sonreía complacido. Lo que menos quería el mercenario era quedar mal con ella, por lo que se apresuró a decir: - ¿Ha escuchado las noticias, Madame? El Museo Británico se incendió hoy, aparentemente quisieron asesinar a Lara Croft. - Lo supuse –dijo Amanda pensativa-. Apuesto a que fue el hermano de mi novio: cuando lo llamé para avisar de la muerte de James (no sé de dónde saqué el coraje) se salió de sus casillas, juró que acabaría con ella para vengarlo. No quiero que le pase nada a William, por respeto a James, pero esto me da una idea, Marten: debes hacerle creer muy disimuladamente a nuestra querida ladrona de tumbas que él es quién quiere perjudicarla interponiéndose entre ella y los artefactos. Y si él la ataca, tú te encargarás de protegerla. - Gulp… ¿lo dice enserio? –Al noble mercenario Marten Gunderson jamás le habían encomendado una tarea de esa índole. - ¡Por supuesto, tonto! –A Rouzic le hizo reír que semejante grandulón se acobardara ante los gritos de una joven-. Pero de eso te ocuparás después: ahora te encomendaré una tarea más importante… Rutland, seguido por su esposa y su hijo, terminaba de cerrar negocio con uno de los encargados del Museo. - ¡Oh, muchas gracias, señor! –exclamó éste embelesado al ver el billete de mil libras que el senador depositaba sobre su mano. - Y ya sabe, mi querido –añadió el viejo-. Esto no debe trascender, nosotros no hemos tenido nada que ver, ¿está claro? - Clarísimo, señor –respondió el encargado como un autómata. Maggie lo saludó con una sonrisa encantadora, mientras que William no se atrevía a mirar a sus padres a los ojos. - ¿Te das cuenta del lío en el que nos has metido? –El senador estaba encolerizado cuando los tres Rutland se subieron al auto-¡Podrías haber ido a la cárcel! - ¡Y así el prestigio de la familia hubiera caído en picado, muchacho inepto! –corroboró Maggie horrorizada. - Es lo único que les importa, ¿cierto? –titubeó William sin levantar la mirada- ¡Su maldito prestigio! - No estás en condiciones de hablar, jovencito –El muchacho se calló al instante ante la orden de su padre- Ya mismo nos regresamos a casa. No era la primera vez que William presenciaba una escena así: desde que tenía conciencia recordaba que sus corruptos padres habían salido victoriosos de numerosos aprietos mediante el soborno, y se sentía asqueado con esa actitud tan poco honesta. Incluso había visto a su hermano menor hacer eso más de una vez, lo cual le desagradaba profundamente. El auto avanzaba a través de la ruta, y los gritos exigentes del matrimonio norteamericano no dejaban de estallar en la cabeza de su hijo mayor. No fue nada, Luciano. No olviden por favor lo importantes que son los comentarios. Grandes escritores como Perico, Nienna y Ana María aún no han estado aquí, y la opinión es vital en la literatura.
  14. Pese a todo no me rindo; aquí está la continuación. ENTREGA 6 - ¡Lara! ¡Lara! ¿te encuentras bien? Lady Croft abrió los ojos muy lentamente y con dificultad, sintiendo un gran dolor en las costillas. Se encontraba arropada en la cama de un hospital, y pudo ver a Alister y un médico de aspecto bondadoso junto a su cama. - ¿Qué pasó? ¿Qué… -reaccionó alarmada e incorporándose súbitamente. - Sufrió un pequeño accidente en el Museo, señorita Croft –explicó pacientemente el doctor-. Y este muchacho ha sido muy valiente, enseguida les avisó a los bomberos para que fueran a rescatarla. Pero me temo que debe pasar la noche aquí. - ¿De veras, Alister? –susurró Lara asombrada- ¡Eres mi héroe! –y estiró los brazos dispuesta a abrazarlo, cosa que lo perturbó, debido a lo poco cariñosa que solía ser ella. - No ha sido nada –respondió ruborizado y con las mejillas marcadas por los besos de Lara. - Oye –inquirió ella luego de soltarlo -¿y Zip? - No pudo venir –explicó él-. Ahora mismo está en el laboratorio hablando con el profesor Eddinton, tal como tú se lo pediste. Y Winston quiso venir pero no se lo permitimos, no está en condiciones. - Sí –musitó ella con la cabeza baja-. Pobre Winston, él es tan bueno… pero demasiado sacrificado para su edad. - Pero aún así te ha mandado un regalo –alegó Alister, y le entregó un libro gordo y viejo de encuadernación violeta, el mismo que Lara leía al comienzo de la historia. - Señorita Croft, me temo que sólo cuenta con media hora de lectura, y luego debe ir a dormir –ordenó el pacífico médico mientras Lara acariciaba el precioso libro. Diez minutos después, ya sola en la habitación, Lara, sentada en la camita caliente, continuó el relato desde donde lo había dejado. Luego de su asombroso encuentro con el mago Merlín, Cleg se apresuró a refugiarse en su habitación, para que su ama no lo encontrara. Acababa de recordar que el susto que le había provocado el dragón hizo que derramara el agua de su cántaro; la había traído desde el lago de la aldea de Caldicot, que se hallaba al atravesar el bosque, y a su ama se le había metido en la cabeza que si bebía de aquellas aguas sería tan poderosa como la Dama del Lago, una hermosa hechicera amiga de Merlín que habitaba bajo aquellas aguas sagradas. Pero el objetivo del criado fracasó: un grito lo hizo frenarse en seco. - ¡Cleg! ¡Ven inmediatamente aquí! Ante él había hecho su aparición una mujer de unos treinta años, alta, delgada, de porte majestuoso, larga cabellera pelirroja y elegante vestido azul. Era su ama, Morgana le Fay, hermanastra del Rey Arturo; al cumplir quince años, Morgana se había trasladado al bosque a vivir con las hadas, de las que había aprendido numerosos secretos. No era una mala mujer ni mucho menos, pero sí prepotente y ambiciosa, tal era su deseo de conseguir poderes similares a los de la Dama del Lago. - ¿S… sí? ¿Q… qué p…pasa, M… Milady? –Muerto de miedo, Cleg se acercó muy lentamente a ella. - ¿Qué ha ocurrido con el agua que te encargué? ¡Entrégamela! –exigió la temible bruja. - L… lo siento –imploró Cleg postrándose de rodillas ante ella- ¡Se me cayó! No fue mi culpa, un dragón del bosque me asustó, Milady… - ¡Eres un bueno para nada! –exclamó Morgana con voz potente y blandiendo el dedo ante él- No puedes ni siquiera con un encargo tan sencillo. Por esto, te mereces un castigo. - ¡No, Milady! ¡NO! Sin hacer el menor caso al suplicante llanto del criado, Morgana depositó su frío y largo dedo en la frente de Cleg, que al instante quedó convertido en piedra; piedra dura y sólida. Instantes después, un muchacho de veinticinco años se acercó a ella. Era alto, sumamente apuesto, de pelo y barba negros, con una lujosa túnica roja y una preciosa corona dorada sobre su cabeza: el Rey Arturo Pendragón en persona. - ¿Qué ocurre aquí? –bramó, atraído por los gritos lastimeros del desdichado Cleg- ¿Ése es un criado, Morgana? –dijo horrorizado señalando con un dedo la estatua de piedra al verla. - Pues sí –admitió la hechicera con altivez-. Es un insignificante criado. Merece este destino por no cumplir una absurda tarea que podría haber llevado a cabo un niño de catorce años. - Y si es una tarea tan insignificante, ¿por qué no la haces tú misma, querida hermana? –replicó Arturo valientemente. - No me desafíes –A Morgana le temblaba muy ligeramente la voz. - ¡Deja en paz a este criado o no tendré consideraciones contigo! La joven bruja no podía creer que estaba siendo desafiada tan descaradamente. Sentía rencor hacia su hermanastro, ya que el padre de éste había acabado con el suyo y el de su hermana Morcadés, que al igual que ella, era princesa en el castillo de Camelot. - ¡Muy bien! ¡Como quieras! –exclamó Morgana, pálida de ira- Pero esto tendrá su precio, hermanito. Morgana levantó las manos en alto, y de ella brotaron destellos mágicos color violeta, mientras pronunciaba un conjuro. El Rey Arturo desafiarme acaba de osar Y por su atrevimiento un precio ha de pagar. Toda Inglaterra con justicia y valentía gobernará Pero ya mayor su fiel esposa lo traicionará. Una guerra terrible estallará Y el Rey Arturo perecerá. Entonces a Avalón, la Tierra de las Hadas y los Dragones, será enviado Junto con sus caballeros, y allí su destino será por mi manipulado. Al bajar los brazos, los destellos mágicos recubrieron el castillo entero, provocando un gran estruendo que los hizo saltar a todos. La princesa sonrió al contemplar el rostro absorto del Rey, mientras Cleg, habiendo ya recuperado su forma humana, huía despavorido del lugar. Pese a conocer ya la leyenda del mítico Rey Arturo, había muchos detalles que Lara no sabía o no recordaba, entre ellos, que Arturo y sus caballeros fueron enviados a Avalón al morir, y sin duda allí también estaría la hechicera Morgana, que con el paso de los años había modificado su actitud altanera, pero no pudo romper su propio hechizo. De ese modo, el Rey, los caballeros y la hechicera debían estar… ¡junto a su madre! La idea maravilló a la muchacha, quien ya se disponía a seguir leyendo, pero justo entonces… - Suficiente, señorita Croft –el médico acababa de entrar-. Ya es hora de dormir. Descanse y que sueñe con los angelitos –le deseó cariñosamente. Lara le devolvió la sonrisa, y sin oponer resistencia (algo muy extraño en ella, por cierto) apagó la luz y se dispuso a dormir y a soñar… a soñar con el fantástico relato que acababa de leer, e imaginando la magnífica tierra de Avalón, y el reencuentro con su madre… Por fin Gunderson estaba tranquilo en su habitación, en la base cabalística de Argentina. Allí todo estaba repleto de maniquíes, pinturas e incluso bocetos, todos referidos a una preciosa muchacha rubia. - ¡Por fin estamos tranquilos, Señora Amanda! –exclamaba apasionado Gunderson besando los labios rojos de un maniquí- ¡Nadie se interpondrá entre usted y yo, nada! Pero, ¿por qué no puedo decirle lo que siento? ¿por qué no puedo declararle mi amor? ¿por qué? - Marten, ¿puedo pasar? –La nueva líder de la Cábala estaba llamando a la puerta. - ¡Un segundo, señora, un segundo! –replicó Gunderson sumamente nervioso, y de inmediato comenzó a ocultar toda evidencia, dejando la habitación completamente sobria. - ¿Por qué has tardado tanto en abrir? –le reprochó Amanda molesta cuando finalmente el mercenario le abrió. - Lo siento –se disculpó Gunderson temblando de pies a cabeza- Es que… estaba desnudo. - ¡Me importa un cuerno! –su expresión, tan hermosa y colérica, embelesó y espantó al corpulento calvo- Tengo que hablar contigo ahora. - Sí, Madame –el servicial Gunderson la hizo pasar y la invitó a sentarse en el sillón- ¿quiere algo para tomar? ¿té? ¿café? ¿agua? - ¡CÁLLATE Y SIÉNTATE! –le espetó Amanda- No vine a perder el tiempo. Sin dejar de sentir admiración por su carácter agresivo, Gunderson obedeció.
  15. La araña (especie de lámpara de techo) estaba colgada sobre la urna, y al estrellarse contra ella se generó el incendio. Ya sabemos que en el Mundo Tomb Raider todo puede pasar :biggrin: saludos
  16. ¿Cómo puede ser que habiendo quién sabe cuántos usuarios en el foro no haya entrado ninguno en 3 días?
  17. Si querés te ofresco el mío. Aunque es largo lo estoy publicando de a poco, así que no creo que te cueste trabajo. Por ejemplo, el entrenamiento podría ser Lara disparando en la galería de tiro de su mansión, y el 1er nivel sería en el Museo Británico.
  18. ENTREGA 5 Dos mercenarios ubicados a extremos opuestos del salón dispararon a Lara, quien con una espectacular voltereta en el aire logró esquivarlos. Pero una vez de vuelta en el suelo, se vio sujetada por la espalda por los dedos como jamones de uno de ellos, el cual no la oprimía demasiado, considerando que no hacía falta; por eso grande fue su sorpresa cuando un codazo que ella le propinó en las costillas lo dejó sin aire. Alister, desde su escondite, temblaba de arriba abajo, y no dejaba de gritar a su amiga que tuviera cuidado, como si esto fuera necesario para una muchacha que había derrotado ella sola a hombres, panteras e incluso tiranosaurios. La mujer en cuestión acababa de librar su pie de las manos del caído mercenario, y ahora disparaba a quemarropa a los tres sujetos que le apuntaban desde el piso de arriba, que no tardaron de caer hacia abajo, estrellándose contra una vitrina de cristal. Después de desarmar unos cuantos mercenarios tuvo que enfrentárseles a puño limpio, y con la ayuda de su inconcebible capacidad de girar y esquivar conservó su vida. Sin embargo, aquello le parecía peor que liquidar a la legendaria hidra del mito griego de Hércules, ya que más cuantos individuos eliminaba, más se multiplicaban; hasta tal punto que se vio acorralada junto a una ventana en el piso alto. Tres tipos gigantescos se dirigieron hacia ella veloces como un rayo, dispuestos a embestirla. Afortunadamente Lara logró hacerse a un lado justo a tiempo, y le encantó oír los despavoridos gritos de sus enemigos mientras caían por la ventana hacia una muerte segura. Reinó el silencio total desde entonces. Muy lentamente, Lara descendió por la escalera hasta la urna donde Alister estaba oculto, sólo para encontrarlo como rehén de un hombre que le apuntaba a la cabeza con un revólver. Se trataba de un hombre joven, morocho, atractivo, atlético y bronceado de aspecto norteamericano, que a Lady Croft le resultaba familiar. - ¡Suéltalo! –exclamó con los dientes apretados, las dos pistolas en alto. - ¡Lara Croft! Me han hablado mucho de ti –saludó eufórico el hombre-. ¿no quieres acercarte y hablar conmigo? - ¡Déjalo ir inmediatamente! - ¡ACÉRCATE! –gritó él presionando el revólver con más fuerza contra la cabeza de Alister, quién por la expresión parecía que iba a hacerse pis en cualquier momento. A regañadientes y muy lentamente pero sin bajar las pistolas, Lara se acercó. - Déjame presentarme –continuó el joven -. Mi nombre es William Rutland. - ¿Rutland? –inquirió Lara, perpleja- ¿Acaso eres hermano de… - Sí –repuso William-James Rutland era mi hermano pequeño. Dime una cosa, ¿a ti te gusta lo que le estoy haciendo a tu amigo? - ¡Ya suéltame, te lo suplico! –rogó llorando Alister, al que ya le dolía la cabeza por la fuerza con la que William le apuntaba. - ¡Déjalo ir! –gritó Lara, furiosa. - ¿No te gusta? –rió el yanqui- Pues esto mismo hiciste tú con mi hermano. ¡Lo mataste! –ahora se veía encolerizado. - ¡El asunto aquí es conmigo, él no tiene nada que ver! En el fondo, William Rutland sentía pena por Alister, y no se sentía en absoluto capaz de matarlo; así que lo soltó bruscamente, y el informático se desplomó en el suelo, respirando aliviado. Lara y William permanecieron inmutables unos instantes, mirándose con odio, mas este silencio se rompió cuando William disparó hacia ella. No le costó nada esquivar el disparo, y se ocultó detrás de la urna donde un rato antes se había escondido su amigo. William disparaba sin cesar hacia la urna, hallada bajo una enorme y vieja araña. Lara, desde donde estaba, disparó hacia ella, provocando que se viniera abajo y se estrellara contra la urna, más calculó mal una cosa: eso normalmente genera un incendio, y este no fue un caso excepcional. Lara sabía lo que tenía que hacer: llegar hasta Alister, tomarlo y huir de allí cuanto antes. Aprovechando la confusión de William, la muchacha echó a correr, y halló a Alister tosiendo por el humo y echado al suelo. Lo tomó de una pierna y avanzó arrastrándolo y abriéndose paso entre las llamas. No quedaba mucho para la salida, pero repentinamente... - ¡Alto ahí! –bramó William, disparando hacia ella, mientras la alarma del Museo sonaba sin cesar. Para esquivar este nuevo ataque, Lara se vio obligada a soltar a Alister y disparar a su adversario, que parecía tan buen luchador como ella. Mientras la inglesa y el americano se atacaban con rudeza pero sin atinarse, el asustadizo informático echó a correr del incendiado lugar, hasta que se vio libre por fin en la calle. Un nuevo disparo de William destruyó el cristal en el que se guardaba el Brazalete de Anubis, mientras que uno de Lara derribó los huesos del Tiranosaurus Rex en exhibición. El fuego era cada vez más insoportable, y tanto la arqueóloga como el político tosían sin cesar. Encima de Lara había un jarrón romano; William disparó hacia él, provocando que se hiciera añicos sobre la cabeza de la ahora inconsciente muchacha. - ¡Por fin! –exclamó Maggie fastidiada mientras su hijo entraba en el auto. - ¿es mi imaginación o hay un incendio cerca de aquí? –intervino el viejo Rutland. - ¡No hay tiempo para explicaciones! –masculló su hijo- ¡Nos vamos de aquí! El auto se alejó a toda marcha, dejando atrás un museo en llamas con una mujer desmayada en su interior. A propósito, Tomb Raider Regresa, gracias por la crítica, espero que el resto haga lo mismo. Lo siento, la letra era muy pequeña ENTREGA 5 Dos mercenarios ubicados a extremos opuestos del salón dispararon a Lara, quien con una espectacular voltereta en el aire logró esquivarlos. Pero una vez de vuelta en el suelo, se vio sujetada por la espalda por los dedos como jamones de uno de ellos, el cual no la oprimía demasiado, considerando que no hacía falta; por eso grande fue su sorpresa cuando un codazo que ella le propinó en las costillas lo dejó sin aire. Alister, desde su escondite, temblaba de arriba abajo, y no dejaba de gritar a su amiga que tuviera cuidado, como si esto fuera necesario para una muchacha que había derrotado ella sola a hombres, panteras e incluso tiranosaurios. La mujer en cuestión acababa de librar su pie de las manos del caído mercenario, y ahora disparaba a quemarropa a los tres sujetos que le apuntaban desde el piso de arriba, que no tardaron de caer hacia abajo, estrellándose contra una vitrina de cristal. Después de desarmar unos cuantos mercenarios tuvo que enfrentárseles a puño limpio, y con la ayuda de su inconcebible capacidad de girar y esquivar conservó su vida. Sin embargo, aquello le parecía peor que liquidar a la legendaria hidra del mito griego de Hércules, ya que más cuantos individuos eliminaba, más se multiplicaban; hasta tal punto que se vio acorralada junto a una ventana en el piso alto. Tres tipos gigantescos se dirigieron hacia ella veloces como un rayo, dispuestos a embestirla. Afortunadamente Lara logró hacerse a un lado justo a tiempo, y le encantó oír los despavoridos gritos de sus enemigos mientras caían por la ventana hacia una muerte segura. Reinó el silencio total desde entonces. Muy lentamente, Lara descendió por la escalera hasta la urna donde Alister estaba oculto, sólo para encontrarlo como rehén de un hombre que le apuntaba a la cabeza con un revólver. Se trataba de un hombre joven, morocho, atractivo, atlético y bronceado de aspecto norteamericano, que a Lady Croft le resultaba familiar. - ¡Suéltalo! –exclamó con los dientes apretados, las dos pistolas en alto. - ¡Lara Croft! Me han hablado mucho de ti –saludó eufórico el hombre-. ¿no quieres acercarte y hablar conmigo? - ¡Déjalo ir inmediatamente! - ¡ACÉRCATE! –gritó él presionando el revólver con más fuerza contra la cabeza de Alister, quién por la expresión parecía que iba a hacerse pis en cualquier momento. A regañadientes y muy lentamente pero sin bajar las pistolas, Lara se acercó. - Déjame presentarme –continuó el joven -. Mi nombre es William Rutland. - ¿Rutland? –inquirió Lara, perpleja- ¿Acaso eres hermano de… - Sí –repuso William-James Rutland era mi hermano pequeño. Dime una cosa, ¿a ti te gusta lo que le estoy haciendo a tu amigo? - ¡Ya suéltame, te lo suplico! –rogó llorando Alister, al que ya le dolía la cabeza por la fuerza con la que William le apuntaba. - ¡Déjalo ir! –gritó Lara, furiosa. - ¿No te gusta? –rió el yanqui- Pues esto mismo hiciste tú con mi hermano. ¡Lo mataste! –ahora se veía encolerizado. - ¡El asunto aquí es conmigo, él no tiene nada que ver! En el fondo, William Rutland sentía pena por Alister, y no se sentía en absoluto capaz de matarlo; así que lo soltó bruscamente, y el informático se desplomó en el suelo, respirando aliviado. Lara y William permanecieron inmutables unos instantes, mirándose con odio, mas este silencio se rompió cuando William disparó hacia ella. No le costó nada esquivar el disparo, y se ocultó detrás de la urna donde un rato antes se había escondido su amigo. William disparaba sin cesar hacia la urna, hallada bajo una enorme y vieja araña. Lara, desde donde estaba, disparó hacia ella, provocando que se viniera abajo y se estrellara contra la urna, más calculó mal una cosa: eso normalmente genera un incendio, y este no fue un caso excepcional. Lara sabía lo que tenía que hacer: llegar hasta Alister, tomarlo y huir de allí cuanto antes. Aprovechando la confusión de William, la muchacha echó a correr, y halló a Alister tosiendo por el humo y echado al suelo. Lo tomó de una pierna y avanzó arrastrándolo y abriéndose paso entre las llamas. No quedaba mucho para la salida, pero repentinamente... - ¡Alto ahí! –bramó William, disparando hacia ella, mientras la alarma del Museo sonaba sin cesar. Para esquivar este nuevo ataque, Lara se vio obligada a soltar a Alister y disparar a su adversario, que parecía tan buen luchador como ella. Mientras la inglesa y el americano se atacaban con rudeza pero sin atinarse, el asustadizo informático echó a correr del incendiado lugar, hasta que se vio libre por fin en la calle. Un nuevo disparo de William destruyó el cristal en el que se guardaba el Brazalete de Anubis, mientras que uno de Lara derribó los huesos del Tiranosaurus Rex en exhibición. El fuego era cada vez más insoportable, y tanto la arqueóloga como el político tosían sin cesar. Encima de Lara había un jarrón romano; William disparó hacia él, provocando que se hiciera añicos sobre la cabeza de la ahora inconsciente muchacha. - ¡Por fin! –exclamó Maggie fastidiada mientras su hijo entraba en el auto. - ¿es mi imaginación o hay un incendio cerca de aquí? –intervino el viejo Rutland. - ¡No hay tiempo para explicaciones! –masculló su hijo- ¡Nos vamos de aquí! El auto se alejó a toda marcha, dejando atrás un museo en llamas con una mujer desmayada en su interior.
  19. Lo que ocurrió con Amanda se revelará después, y ella llegó a la Cábala porque Gunderson descubrió que ella es una Nephilim, ¿cómo fue eso? ya se sabrá.
  20. ¡Admiro la atención que me prestaron! :mad:
  21. ¡Muchas gracias! :biggrin: Les cuento que el relato continuará el sábado, lo tengo hecho y es bastante largo, las próximas entregas serán cómicas y de aventuras, pero luego se volverá oscuro y sangriento. Mientras tanto, me gustaría que hicieran una crítica larga y profunda (no importa si es buena o mala, que sea constructiva), se aceptan opiniones, sugerencias, cosas que les hayan llamado la atención, etc. Para quién escribe esto es muy importante, de verdad. Gracias y saludos a todos.
  22. ENTREGA 4 El día posterior hubo el mismo sol radiante que el anterior. Todos podían percibirlo y apreciarlo, bueno, todos excepto Alister, quien siguiendo las órdenes de su amiga, no se había movido del Museo Británico. En las afueras del establecimiento estaba aparcado un automóvil blanco de lujo, desde donde se podía ver a Lara estacionando su moto Ducati, con el mismo atuendo que llevaba días antes cuando exploraba la tumba del Rey Arturo. - ¿Ésta es la única razón por la que nos has hecho venir hasta Inglaterra, hijo mío? –comentó con aspereza Maggie desde el asiento trasero. - Esa mujer mató a James, mamá –replicó quedamente William desde el asiento del volante-. No merece vivir. - ¿Has venido por ella, o quizá por interés académico hacia este museo? –inquirió ceñudo el senador Rutland desde el asiento del acompañante. - ¿Qué quieres decir, papá? No te entiendo. - ¡Por favor! –exclamó Maggie impaciente- Desde que tienes 16 años que te interesas por esa carrera absurda que es la arqueología. ¡Habráse visto! ¿Qué querías? ¿descarriarte como hizo esta mujer a los 21 años? - ¡Mamá, deja de mezclar las cosas! ¿acaso no estudié Ciencias Políticas como ustedes querían? –William comenzaba a impacientarse. - Mira, en lugar de replicar tonterías, dinos qué diablos estamos esperando aquí –ordenó Rutland enérgicamente, tal y como lo hacía durante sus campañas electorales. - Ya lo verán…. Esperen un poco más y lo verán. Mientras tanto, en el interior del Museo, Alister sonrió al ver acercarse a la arqueóloga. - ¡Por fin, Lara! Ya estaba cansado de estar acá –manifestó dándole un beso en la mejilla. - Lo siento, Alister –se disculpó ella. - No hay problema, todo sea por Winston. ¿cómo se encuentra? - Mejor –suspiró Lara-. Según los médicos, ya está muy viejo para el trabajo. Tendré que llamar a otra persona. - Algún día tenía que ocurrir –coincidió Alister-. Winston sirvió fielmente a tu familia desde que tu padre era joven. - ¿Quieres decirme por qué me hiciste venir? –Lara no quería dejarse llevar por sentimentalismos, y su tono enérgico asustó a su amigo, quién le indicó con el dedo que lo siguiera. Mientras avanzaba, Lara observaba a su alrededor: decenas de antigüedades y reliquias rodeaban las pulcras paredes de mármol, y las pinturas y esculturas eran una auténtica belleza. Si no fuera ilegal hacerlo, se hubiera llevado todo a su casa. Finalmente, Alister se detuvo ante una diminuta urna, cuya textura y color eran idénticos a Excalibur y la llave de Galali. Según las inscripciones, allí debería estar el casco de Sir Pellinore, uno de los caballeros de la Mesa Redonda, que además había sido amigo de Sir Héctor, el noble que crió al Rey Arturo. Lara alzó la cabeza y miró a Alister con expresión de duda. - Pues, ocurre que me llamó la atención el parecido de la urna con la espada, y el hecho de que el Casco no esté allí. Un grupo de ancianos turistas se acercó a ellos, acompañados por un guía. - Lo que faltaba: -ironizó Lara- veteranos en el Museo. - Señores, en la urna que ustedes ven debería estar el casco de Sir Pellinore, uno de los caballeros del Rey Arturo –explicaba el guía-. Pero lamentablemente fue robado hace unos meses. - Disculpe –interrumpió respetuosamente Lady Croft, acercándose al guía-. ¿de casualidad reconoció a los ladrones? - Por supuesto, señorita. Eran un hombre rubio y uno barbudo con acento francés. “¡Vaya! ¡Entonces será como quitarle un dulce a un bebé!”, exclamó satisfecha Lara para sus adentros, recordando lo sencillo que le fue siempre enfrentarse a los infradotados de Larson y Pierre. - Oye, jovencita –interrumpió una vieja encorvada y reumática-. ¿Tú crees que esa es forma de vestirse? ¡Indecente! En mi época las mujeres incluso se tapaban con velo el rostro. “En su época las mujeres se tapaban con hojitas de los árboles, vieja entrometida.” La muchacha le dedicó una sonrisa burlona que enfureció a la anciana. Sin previo aviso, un disparo sonó en el Museo, y Lady Croft, segura por instinto de que iba dirigido hacia ella, dio una voltereta en el aire para esquivarlo. El disparo dio en un jarrón de porcelana junto a la pared, que se hizo añicos al instante. Al cabo de segundos el lugar estaba infestado de mercenarios con francotiradores en la mano, y, ¿era la imaginación de la joven o tenían el mismo uniforme que los hombres del fallecido Rutland? - ¡Corran por sus vidas! –gritó la vieja, histérica. El guía y los ancianos salieron despavoridos de allí. Sin duda nunca recordarían de dónde sacaron semejante agilidad cargando tantos años de vida. Y, mientras Alister se ocultaba tembloroso detrás de la urna vacía, Lara desenfundó las dos pistolas, preparada para el ataque.
  23. ENTREGA 3 Ajena por completo a estos acontecimientos, Lara disparaba sin cesar a los blancos en la galería de tiro de su Mansión. El encargado de brindar movilidad a éstos era Zip, quien ya se espantaba de la furia con la que su amiga disparaba. Ella no había podido proseguir en su lectura, ya que tenía que descargar sus nervios urgentemente, imaginando que cada blanco al que disparaba era la cabeza de Amanda. Su actitud llegó al extremo de alarmar al hacker, quién detuvo la música de U2 que Lara siempre escuchaba a la hora de entrenar en la galería. - Oye, ¿te sucede algo? –inquirió con algo de preocupación. - No, absolutamente nada –repuso Lara sarcástica y respirando agitadamente-. ¿por qué? ¿lo aparento? Después de todo todos los días resucita una amiga tuya y acaba con tu madre, Zip. Además, ¿tú no tendrías que estarte comunicando con el profesor Eddinton como te dije ayer? - No he podido hablar con él –se justificó Zip-. Lo he intentado una docena de veces. Lara resopló fastidiada. Justo entonces una voz se oyó desde su auricular. - Lara, soy yo –dijo Alister-. Estoy en el Museo Británico, he descubierto algo muy importante. - ¿De qué se trata? - Creo que deberías verlo por ti misma. - Oh, genial –refunfuñó Lara irónicamente-. Muy bien, Alister, enseguida voy. Entonces Winston irrumpió en la galería de tiro, llevando entre sus manos una bandeja de plata con carne asada. - Señorita, no quiero interrumpir, pero creo que usted necesita comer –mientras hablaba, el mayordomo tosía considerablemente. Lara no se preocupó, ya que era muy viejo y no era la primera vez que lo hacía. Pero cuando repentinamente el hombre se desplomó en el suelo, dejando caer la bandeja con la carne, Lara, preocupada, se acercó para examinarlo. - ¡Winston! ¡WINSTON! ¿Puedes oírme? –exclamaba preocupada y zarandeándolo. Pero el mayordomo estaba inconsciente, y no reaccionaba. - ¿Una jovenzuela de 28 años va a liderarnos? –susurró asombrado Louther Rouzic al hombre corpulento que estaba a su derecha. - Gunderson asegura que es una Nephilim auténtica, y si te fijas bien, tiene la misma mirada soberbia que poseía Karel. - ¡Vasallos de la Cábala! –exclamó Amanda con voz potente, parada frente a los miembros de la secta, en el mismo lugar en el que se ubicaba Eckhart a la hora de dar una reunión estratégica – Como saben, Lara Croft ha destruido al Cubiculum Nephilim y a mi antepasado, el gran Joachim Karel. Ya que no podemos contar con el Durmiente, tenemos que buscar otro camino para llegar hasta Avalón. El camino alternativo era mediante Excalibur, pero una vez más, la señorita Croft frustró el intento. –Los cabalísticos resoplaron disgustados –Mi ancestro, que en paz descanse, estaba convencido, por algún motivo, de que sólo llegando a Avalón la Alta Raza sería resucitada, y yo creo en sus palabras. –se hizo un silencio de pocos segundos –Pero tranquilos, ya que aún queda un portal que nos llevará hasta la Tierra de las Hadas y los Dragones, pero sólo será activado mediante la ayuda de determinados artefactos. - ¿Qué tipo de artefactos, Madame? –preguntó sin poder contenerse un excitado cabalístico. - ¡SILENCIO, INSOLENTE! –gritó Amanda- No estás autorizado a hablar. –todos se estremecieron-. Como les decía –prosiguió la rubia paseándose entre sus vasallos-, necesitamos estos objetos. - Si me lo permite, mi equipo de mercenarios puede recuperarlos al instante, Señora –sugirió tímidamente Gunderson. Amanda dirigió su ávida mirada hacia él. - Muchas gracias por el ofrecimiento, Marten, pero no gracias. Quién se encargará de conseguirlos es nada más y nada menos que la misma persona que mató a mi ancestro y se llevó la espada del Rey Arturo. Aunque es una terrible enemiga (lo sé porque la conozco) en el fondo es una muchacha sensible y fácil de manipular. Mi antepasado, según he oído, supo manejarla muy bien, pero cometió el error de creer que podía confiar en ella, dándole lugar a que destruyera al Durmiente. Pero yo no cometeré ese error; está decidido, señores, Lara Croft recuperará los artefactos para nosotros. ¿alguien tiene algo para acotar? Nadie alzó la mano. - ¡Excelente! ¡Excelente! –y añadió, más para si misma que para el resto –esa maldita pagará por la sangre derramada de James, y con su ayuda, la victoria será nuestra.
  24. Gracias por los comentarios, la crítica constructiva me es muy importante. ENTREGA 2 Aquella mañana el sol brillaba en los Estados Unidos de América. Un hombre de sesenta años, seguido por su mujer y su hijo, salía con aire compungido del edificio en el que trabajaba, y ni bien asomó la nariz fuera del establecimiento, decenas de periodistas se acercaron a acribillarlo a preguntas. El hombre se sintió acorralado por aquella gente tan inoportuna. Era sabido que los medios masivos de comunicación aparecían ni bien ocurrido el trascendente acontecimiento, pero esos entrometidos no hacían más que empeorar el débil estado de aquel señor, que parecía que iba a desmayarse en cualquier momento. Afortunadamente su hijo reunió la energía suficiente para gritarles que se fueran y los dejaran en paz, y estos se pegaron tal susto que se alejaron enseguida, pero no sin filmar toda la escena: la mujer llorando, el hombre mareado y el hijo fuera de sus casillas gritándoles. Pero no era para menos. El honorable senador James Rutland atravesaba el día más difícil de su vida. En plena mañana de trabajo había recibido la fatal noticia de que el menor de sus hijos, de su mismo nombre, había muerto atacado por una espada, logrando de este modo conmover un ápice al senador, a quien jamás le había temblado la mano a la hora de establecer drásticas medidas políticas, de dictar ley que dejara inconformes a los ciudadanos norteamericanos, o de empobrecer a su país para fines netamente lucrativos, pero quien no obstante, parecía a punto de quebrar con la terrible novedad. Después de todo, era su hijo, su más pequeño hijo, sangre de su sangre, carne de su carne, la luz de sus ojos. El muchacho se le parecía en todo, podría decirse que se trataba de una misma persona. Pero, como ya hemos visto, los deseos de poder de James Rutland junior fueron los que acabaron con su vida; bueno, eso, y el hecho de haberse mezclado con Amanda Evert. La impecable y pulcra burbuja de riqueza y perfección de la familia Rutland, pese a ser sólida, se había derretido a la velocidad de un rayo al morir el menor de la familia, de quien sus padres se sentían orgullosos. No era un caso tan similar con William Rutland, el hijo mayor, de treinta y dos años, ya que sus progenitores no habían logrado inculcarle tantos deseos de ambición como hubieran querido, a diferencia del hijo pequeño. La señora Maggie Holt de Rutland, esposa del cenador durante los últimos treinta y cinco años, era una mujer madura de célebre beldad, digna incluso de las mujeres británicas. Su largo cabello rubio y las abundantes cirugías corporales que su marido había pagado hacían pensar que la frívola señora tenía diez años menos. Mas pese a todo, ese día se la veía desarreglada y llorando miserablemente. William, por el contrario, intentaba ser fuerte para contener a sus padres. Mas creyó que no iba a lograrlo, cuando, media hora más tarde, éstos lloraban en el funeral. Para colmo, cámaras fotográficas y filmadoras los rodeaban por doquier, y era la primera vez que Maggie no se preocupaba por verse bonita ante ellas. Gritaba de tristeza con las manos aferradas al ataúd cerrado, mientras su esposo derramaba lágrimas silenciosas. William, en el fondo, también sentía su mismo dolor: después de todo, era su hermanito. Había tenido que convivir toda su vida con la realidad de que éste había sido el preferido de sus padres, que jamás le habían permitido alcanzar sus objetivos y lo tenían sometido a su voluntad. De repente se largó a llover. Los relámpagos partían el cielo mientras la tierra caía sobre el cajón. Por fin dejó escapar sus primeras lágrimas mientras abrazaba a sus padres. La cruz fue clavada sobre la tumba de James Rutland junior mientras los periodistas filmaban sin cesar, y William Rutland tomó una decisión: si Lara Croft había matado a su hermano, él se ocuparía de hacer justicia por él. La haría pagar con sangre, la destruiría, la aniquilaría con sus propias manos. - Prepárate, Lara Croft. –murmuró para sus adentros sin dejar de abrazar a sus padres. Los miembros de la Cábala no salían de su asombro: luego de tres meses que se les hicieron eternos, nuevamente eran convocados a una reunión en su sede en Argentina. Tal sede había sido creada con la ayuda de Kristina Boaz, la más brillante de las científicas cabalísticas, cuyo despatarrado cuerpo había sido limpiado por agentes de la policía checa que había llegado al Strahov, ya que Lara Croft había logrado limpiar su nombre y el asesinato del arqueólogo Von Croy se había atribuido Pieter Van Eckhart, quien según la declaración de la joven, era un loco que realizaba experimentos nazis. La caída del Maestro Eckhart, tanto como la muerte del Durmiente y de la mano derecha del Alquimista Oscuro, el extraño Joachim Karel, había afectado considerablemente a los miembros sobrevivientes. Todos estaban allí, sentados en la mesa circular dentro del salón decorado de gárgolas negras. La impaciencia se reflejaba en sus rostros. - ¿Qué crees que quiera Gunderson, Clarisa? –susurró un hombre viejo y delgado al que le faltaba un ojo a la mujer que tenía al lado. - No tengo la menor idea, Louther –replicó impaciente la joven-. Pero si no se apura me conocerá enojada. Entonces, como si sus palabras hubieran sido escuchadas, la puerta se abrió de par en par y los murmullos se cortaron en seco. Marten Gunderson había aparecido en el umbral, con una sonrisa de oreja a oreja. - Señoras y señores de la Cábala –anunció con voz enérgica y triunfante-: es un enorme placer para mí presentarles a la nueva líder de esta Organización. Se hizo a un costado para permitirle el paso. Todos permanecieron mudos del asombro cuando una joven rubia con un precioso vestido rojo oscuro y tacos altos hizo su entrada, con aire de superioridad y suficiencia. - La señorita Amanda Evert –completó Gunderson. Amanda esbozó una sonrisa maléfica mientras sus nuevos vasallos estallaron en sorprendidos aplausos.
×
×
  • Crear nuevo...