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Tomás

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Todo lo publicado por Tomás

  1. Oh no, Ana, no me molestó eso, te explico: aquella vez que elogiaste el flashback de Lara niña y su mamá y a los Rutland como personajes, de verdad me puse contento, sobretodo por el hecho de quién era quien opinaba. Tal vez no me creas, pero yo el Sello Áureo no lo leí en la máquina, lo imprimí entero y me lo llevé a la playa de vacaciones. Lo leí 2 veces, una en la playa y otra en casa, y puedo hacer un texto opinando de él. Y no me parece mal que marques mis fallos, al contrario, pero si casi siempre decís "Está muy interesante pero..." ahí sí, sobretodo cuando hago alguna pregunta como qué localización, Putai o Vivian, cosas así, o la opinión que se te antoje, pero no te limites sólo a lo interesante que es y al texto sobre mi error, ¿me entendés? En breve escribiré en tu relato. Lo siento, Escorpio, creí que estaba claro: Eckhart estaba ENAMORADO de Gunderson. Como verás, hay mucho amor aquí, a Gunderson le gusta Amanda, a Vivian le gusta William, a Tom le gusta Greta, a Eckhart le gustaba Gunderson... ¡casi nadie escapa del amor! Por otro lado, todas esas dudas no fueron ni despiste tuyo ni torpeza mía, son misterios del relato, y en la entrega 26 reside, en parte, mi Arma Secreta, que no daré a conocer hasta los capítulos finales. Mientras puedo decirte que Karel no abrió el diario íntimo por respeto a la privacidad de su dueño o dueña, y que el buscaba las Pinturas para despertar al Durmiente y así llegar a Avalón. Por algo Karel creía que ese lugar era la única forma de resucitar a la Alta Raza, y, ¿por qué necesita al Durmiente para llegar a Avalón? Ya se verá. Lo que puedo añadir es que el Nephilim sabía pocos detalles de la historia del Rey Arturo, y no diré más o se me escapará algo.
  2. ENTREGA 26 Gunderson contemplaba la belleza que abundaba en sus aposentos: los maniquís, los bocetos, las pinturas, los dibujos, todos representando a la singular Amanda Evert, el amor de su vida, de quien no sólo admiraba sus ojos azules y su cabellera rubia sino también su carácter duro y a veces agresivo. Sabía que le esperaba un gran futuro, ya que de no ser por él, por su enamoramiento a primera vista, la Gran Obra iniciada por Karel jamás hubiera continuado luego de que éste y el Maestro Eckhart cayeran a manos de la infame Lara Croft; los cabalísticos lo envidiarían, y los Nephilim, una vez resucitados, lo recompensarían enormemente, tratándolo como algo aún más cercano que un hijo. ¿Qué sería mayor felicidad que eso para Gunderson? ¡Casarse con la Señora Amanda! ¡Amarla, tener hijos con ella, hacerla feliz…! Pero en el fondo de su corazón, el mercenario sabía que no era correspondido, y aquel era el peor sentimiento que un ser humano podía experimentar: ser rechazado por el ser que más ama en todo el mundo, el único al que ama. Aún así, no se arrepentía de lo que hizo. Dicen que la curiosidad no es pecado, pero que debe manejarse con precaución; bueno, pues si bien Gunderson no la manejó con precaución, le sirvió para encontrar otra manera de hacer renacer la Alta Raza… Gunderson no tenía ni idea de qué fue lo que lo impulsó a hacer tal cosa, pero confiaba en sus corazonadas, y actuaba impulsado por una de ellas. En plena noche, vela en mano, se aventuró a entrar en el despacho de Karel, en la base cabalística de Bruselas, en Bélgica. Eckhart le había dado el duplicado de la llave de su escritorio, que éste utilizó para abrir los cajones del mismo. Sabía que si el Ángel Caído descubría lo que de pura curiosidad se disponía a hacer, éste lo despellejaría vivo, pero confiaba en que si el Alquimista Oscuro intercedía por él, podría salvar su vida. Abierto el cajón, Gunderson comenzó a echar mano a los libros de ocultismo y papeles trazados por Rouzic que había allí, pero no encontró nada interesante. Estaba a punto de cesar en su búsqueda, cuando un libro llamó su atención: un diario íntimo, un diario grande y gordo de encuadernación marrón antigua, escrito con pluma negra. Con curiosidad, se sentó en la silla de Karel y se dispuso a leerlo desde la primera página: ya de por sí el nombre de la persona que lo escribía despertó en él ansias de continuar leyendo. Se asombraba e impactaba a cada minuto con los acontecimientos que el diario detallaba, y no le cupo la menor duda de que Karel ni siquiera se había molestado en abrirlo, o inmediatamente se hubiera puesto en actividad al respecto. Cuando terminó de leer la última página y echó un vistazo al enorme reloj del despacho, Gunderson comprendió que llevaba cuarenta minutos leyendo el diario, que más que diario era un documento, una Biblia, un tesoro… Estaba ensimismado en sus pensamientos, cuando un golpe brusco en la puerta lo hizo estremecerse: Joachim Karel lo miraba con ojos gélidos y absortos, seguido por Pieter Van Eckhart, en cuya mirada se reflejaba más asombro que enojo. - ¿Se puede saber qué estás haciendo, Gunderson? –susurró el Ángel Caído. El mercenario hubiera preferido un grito antes que aquel susurro, ya que aquel tono glacial, seco y carente de vida le heló la sangre. - Yo… yo sólo… Maestro, no es lo que usted piensa Intentó retroceder, pero Karel lo acaparó y le arrebató el diario de las manos. Echó un vistazo al nombre escrito en la portada y adoptó una expresión de rabia indescriptible. - ¿Con qué derecho lees esto? –le espetó, acercando su rostro al de Gunderson, despertando en él no sólo un extraño frío sino también un miedo escalofriante que el valiente mercenario no creyó sentir jamás. - Pe… Perdón, Maestro… me ve-venció la cu-curiosidad. - ¡Lo que te vencerá será el castigo que te aplicaré! –estalló Karel, tomando a Gunderson por el cuello, y estrangulándolo. Mientras chillaba atrozmente, Gunderson forcejeaba inútilmente, pero cada vez con menos aire, y comprendiendo que aquellas manos gélidas e inmortales sobre su garganta sellarían su destino en cuestión de segundos. - Déjalo, Joachim –pidió humildemente Eckhart desde el umbral. El Ángel Caído lo ignoró y, rechinando los dientes, continuó exprimiendo la garganta del mercenario, que chilló como jamás había chillado en su vida –Déjalo, por favor –volvió a pedir, asustado. Todo igual-Déjalo inmediatamente, repitió algo enojado. Nada. - ¡DÉJALO EN PAZ! Asombrado por el grito de su servidor, Karel giró sobre sus talones, para ver a Eckhart respirando agitadamente y mirándolo desafiante. Finalmente, el Nephilim optó por soltarlo. Gunderson no podía sentir mayor alivio, y ahora jadeaba en busca de aire y se frotaba su garganta dolorida y casi magullada por las frías manos. - Pieter –siseó Karel acercándosele-, jamás me has cuestionado en quinientos años de servicio, ¿qué dices? - No permitiré que castigues a Gunderson –terció el Alquimista Oscuro con firmeza, ocultando un ligero temblor en la voz. - Pues entonces será arrojado a la Cápsula, o le hará compañía al Proto. - ¡Si lo haces, dejaré de trabajar para ti! - ¡Hazlo y acabaré contigo! - ¡Máteme y no tendrás quién te ayude, Joachim! –continuó Eckhart sin temor, sorprendido de sí mismo por haber enfrentado a su Amo, y creyendo que a continuación le esperaría una terrible sentencia. Pero si Gunderson se salvaba, no le importaba. El Ángel Caído titubeó unos instantes, mientras el Alquimista Oscuro aguardaba impaciente. El Nephilim sabía que Eckhart tenía razón, ya que sin su ayuda no recuperaría las restantes Pinturas Obscura, no resucitaría al Cubiculum Nephilim, y lo que era mil veces peor, jamás llegaría hasta Avalón. - Esta bien, perdonaré a Gunderson –accedió resignado-, pero esto no quedará así, Pieter. Y no es una amenaza, sino un aviso. Y sin siquiera mirar al mercenario, abandonó la habitación. Si el alivio de Gunderson era inmenso, no valía nada comparado con el de Eckhart. - ¡Gracias, Maestro, muchas gracias! –dijo Gunderson arrodillado ante él. Inesperadamente, Eckhart tomó su mano y la frotó suavemente entre las suyas. - Tú sabes que haría lo que fuera por ti, Gunderson. Lo que fuera. Le dio la espalda, dejándolo de rodillas. Gunderson siempre recordaría con alegría al Maestro Eckhart, a pesar de todo. Aunque el Alquimista nunca le confesó expresamente sus sentimientos hacia él, siempre lo supo; él siempre había sido muy complaciente con él, mientras que con el resto del mundo exhibía un carácter de morbosa crueldad y no perdonaba el más mínimo error, tales eran los ejemplos de Grant y Kristina. Ellos fueron unos de los mejores cabalísticos, y en cuánto fallaron, Eckhart los había sentenciado duramente. Pero a él no… con él el trato era distinto. Y ahora él estaba muerto, Karel se había vengado de él clavándole el tercer Fragmento del Orbe, comprendiendo Gunderson que el Ángel Caído no había olvidado su impertinencia. De cualquier manera, Gunderson jamás se arrepintió de haber sido tan curioso de leer aquel diario íntimo, que ni siquiera Karel y Eckhart se habían atrevido a tocar. Para Karel, que no quiso escucharlo las docenas de veces que el mercenario intentó narrarle los acontecimientos del diario, éste era un objeto sagrado que ni él ni nadie debían tocar. Y ahora, para Gunderson también era un objeto sagrado, la llave que abría las Puertas del Amor para él, el artefacto que le permitió, en parte, conocer al amor de su vida, a la incomparable Amanda. A propósito de Amanda, Gunderson sabía que debía mostrarle el diario, ya que significaría mucho para ella, tanto como hubiera significado para Karel si se hubiera dignado a prestarle atención. Súbitamente sonó su celular, quitándolo de sus ensimismados pensamientos. - ¿Hola? –atendió con algo de somnolencia. - Soy yo, Gunderson. Estoy en la Mansión Croft, siguiendo las órdenes de la Señora.
  3. Ana María: ¡Curioso! Sin entrar en el mensaje vi tu nombre y ya pensé, "¿y ahora en qué me habré equivocado?" Ni siquiera votaste en la encuesta . Y lo de Horus lo sostengo, porque en TR4 Lara y Jean están todo el día "Horus esto," "Seth aquello", y si no me falla la memoria, en el flashback de El Sello Áureo, cuando Putai y su padre hablan, uno de ellos dice "¡la mujer que liberó a Seth!". Es cierto, más de una vez dicen "por Alá", pero Seth también es mencionado. Sin rencores yo, pero, ¡hacerle esto a alguien que te elogió más de una vez y que siempre te lee ! Escorpio: Te doy toda la razón, para Maggie y James lo primero es el dinero, lo segundo es el dinero, lo tercero es el dinero y lo último es el dinero; por otra parte, yo dije que los beduinos fueron atacados por un Nephilim, no precisamente por Amanda. Y a propósito de Amanda, ella en la entrega 7 encomendó a Gunderson la tarea de proteger a Lara para su búsqueda personal, así que lo veremos en calidad de ayudante, y a William como antagonista. Para finalizar, si no se menciona a Winston por algo es, no se sabe qué pasó con él. Pero ya volverá la Mansión Croft... y Clarisa Publicaré en un rato, pero, ¿cómo prefieren las entregas? ¿Grandes, medianas o chicas?
  4. Opción a desbloquear significa que ya completadas las 3 opciones podremos acceder a Paraiso
  5. Bueno, no esperaba el buen recurso de cambiar de narrador, primero en 3era persona, luego Lara y después Zip, además, hay muchas cosas de Irak que yo no sabía, bien hecho. Tampoco imaginaba que se nombrara a Azizus (¡qué niveles aquellos, en El Cairo!)
  6. Es una posible continuación de TRL mezclado con AOD, inventada por mí. Luciano, yo tardo pero no fallo, no te preocupes.
  7. Bueno, estimados lectores, esta entrega no es muy larga pero sí conmemorativa, porque les damos la despedida a dos mujeres que seguramente se ganaron su aprecio y su cariño: Putai y Vivian. No es una despedida eterna, sino un "hasta siempre", o un "vuelvan pronto", pero por un tiempo no veremos ni a la valiente chamán beduina amiga de Lara ni a la dulce y soñadora secretaria enamorada que no ha parado de sufrir. ¡Adiós, Vivian! ¡Adiós, Putai! ¡Nos veremos pronto ! Aprovecho para preguntarles quién ha sido su preferida de las dos y por qué. Y ahora si... ENTREGA 25 Pero se frenó en seco; alguien había aparecido detrás de él. - ¿Quién es usted? –interrogó Putai, poco amable. - Soy el novio de Lara –repuso William, muy nervioso, poniéndose de pie-, encantado. Usted debe ser la señorita Putai, ¿no? Extendió la mano, que ella estrechó con algo más de confianza. No sabía que, cuando Lara Croft había reaparecido viva tras su accidente en el Templo de Horus, del que ella casi no soltó palabra, mencionó, sin embargo, que una chamán de nombre Putai la había rescatado, y el físico de la joven egipcia coincidía con las características que Lara había dado de ella en televisión. - No sabía que Lara tuviera novio –manifestó. - Bueno, ya sabe usted que ella no habla mucho de su vida –repuso soltando una risita nerviosa. A diferencia de sus padres y su hermano, William no sabía mentir, y no creía que Putai creyera en sus palabras-Con permiso, tengo que irme –y abandonó la habitación algo perturbado, jurándose que lo volvería a intentar. La grúa empujaba contra el pobre edificio sin cesar, mientras sus habitantes, desde la calle, contemplaban la escena, horrorizados. Ellos, maletas en mano, lloraban o gritaban escandalizados, viendo con sus propios ojos el fin de su querido hogar. - ¡No puede ser! –lloraba una vecina de la mano de sus dos hijitos-¡Nos vamos a quedar sin un techo donde vivir! - ¡En este lugar yo nací y aquí me voy a morir! –gritaba un anciano reumático en silla de nietas, a cuyo nieto de veinte años intentaba apartar del lugar. - ¡Que alguien haga algo, por favor! - ¡No es justo, no es justo! Vivian y su madre rogaban con todo su corazón que lo que veían fuera una pesadilla: conocían a aquella gente de toda la vida, y al igual que ellos, se quedarían sin hogar, sin casa, sin techo… - ¡Esto no puede estar pasando, Vivian! –lloraba Annie en los brazos de su hija. - Lo sé –repuso la rubia, frotándole la espalda e intentando no llorar-¿Cómo pudo Robinson hacer esto con su edificio? A propósito de Robinson, Annie y Vivian habían enmudecido de la sorpresa dos días antes, al ver en el noticioso de la noche fotos reveladoras de éste con otro hombre, y una noticia que detallaba su escandaloso divorcio y su delicadísima situación. Pero el drama personal de Robinson le importaba muy poco aquel momento: Vivian se habia criado en aquel edificio, sus vecinos la conocían de pequeña y la consideraban una sobrina para ellos, y ahora todos, gente buena y trabajadora, presenciaban como un edificio de tantos años se venía abajo. Finalmente, la grúa efectuó el golpe final: ya no quedaba nada de su cálido hogar, sólo sus restos, esparcidos en el suelo, junto con las esperanzas que aquella gente había mantenido hasta el último minuto. Vivian, sin dejar de abrazar a su deshecha madre, echó un vistazo a su alrededor, y vio lo que temía… más allá del llanto de todos sus amados vecinos, en la esquina había un automóvil estacionado, y quién estaba junto a él, con un guardaespaldas a cada lado y con expresión de inmutable satisfacción, era… ¡Maggie Rutland! La chica no tenía idea de qué hacía ella allí, pero no le cabía duda de que era la responsable de todo. De modo que, con decisión, avanzó hacia ella y, sin previo aviso (los guardaespaldas estaban tan confundidos que no llegaron a reaccionar), se precipitó sobre ella y la empujó con todas sus fuerzas, aterrizando ella en un charco de agua sucia. Atraídos por el ruido, los vecinos giraron en esa dirección y rieron por un instante, mientras Maggie se ponía de pie muy avergonzada. - ¡Mi blusa! ¡Mi collar! ¡MI PANTALÓN NUEVO! –gritaba histérica como un marrano-¡A ella! Uno de los guardaespaldas aprisionó a Vivian, y cuando Annie saltó a defenderla, el otro la aprisionó a ella también. - ¿Por qué hace esto? –le espetó con rabia Vivian-¿por qué nos quita nuestro hogar? ¿Y con qué poder? - Querida mía –repuso Maggie con una sonrisa de superioridad-, Robinson me ha cedido las escrituras de la propiedad, el edificio ahora es mío y puedo hacer lo que quiera. ¡Y lo que haré tras derrumbarlo es construir un centro comercial de lujo, donde no dejaré entrar a pobretones inferiores y miserables como los que habitan aquí! - ¿Y toda esta gente? ¿Dónde vivirá? - Lo siento, soy la dueña del edificio, no de la ciudad. ¡JAJAJAJAJA! –Maggie rompió a reír, y los guardaespaldas soltaron bruscamente a las mujeres, que aterrizaron de lleno en el charco sucio. - ¡Eso es! –reía Maggie-¡A la mugre, donde nacieron, y donde pertenecen! ¡Adiós, cucarachas! Mientras el automóvil de Maggie se alejaba, ahora era Vivian quién lloraba en brazos de su madre, sin levantarse del charco. Los Rutland, un matrimonio para el que lo único y primordial era el dinero, habían extorsionado al dueño del edificio para apoderarse de éste, y no obstante, no cumplieron su parte del trato y divulgaron el penoso secreto de Robinson a la televisión. Maggie, la mujer más egoísta que ella conocía, había hecho lo que quiso con el lugar, en parte por sus deseos frívolos de reemplazar el pobre edificio por un centro comercial, y en parte, para vengarse de la jovencita, ya que no podía soportar que su marido la prefiriera antes que a ella. Y Vivian Hart, que había perdido su trabajo, su respeto y a su padre, ahora también había perdido la casa, ¡todo por culpa del matrimonio Rutland! Y ahora lloraba, sucia por el charco, sin dejar de contemplar su hogar en ruinas, y a su madre sollozando a su lado… - Muy bien, Lady Croft, debo decirle que en tan sólo una semana se ha recuperado asombrosamente –anunció a la muchacha, que estaba sentada en la camilla, con Putai frotándole cariñosamente la mano derecha-, de modo que, como le agradará saber, puede irse cuando quiera. - ¡Sí, sí, sí! –El médico sonrió al contemplar a Lara y Putai gritando de alegría y abrazándose. - Realmente no sé por qué ese loco me disparó –comentaba Lara minutos después, en las afueras del hospital. - Lo sé, pobre Abdul –se lamentó Putai-¿Seguro que no recuerdas qué quería decirte antes de morir? - Lo siento, no. Por más esfuerzos de memoria que hago, no lo recuerdo. Sucedió justo antes del disparo, así que no me acuerdo de nada. Pero tengo la sensación de que era algo muy importante –reflexionaba. - Lara –inició la chamán, lentamente-, no quería decirte esto, pero, me temo que a partir de ahora tendrás que continuar sola. Yo debo regresar junto a los míos. - ¿Los tuyos? –se asombró la arqueóloga-¡Pero si ha muerto todo el mundo! - No todos –explicó Putai-, aún queda la tribu de mis padres. Verás, mi esposo, que murió hace tres años, era el chamán de mi tribu actual, yo asumí cuando él murió, y abandoné mi tribu natal para casarme con él. ¡Pero ahora puedo volver, y sé que mi familia se alegrará mucho de verme! - Te voy a echar de menos, amiga –se emocionó Lara, abrazándola-, has sido una gran compañía para mí. - Ven a visitarnos pronto, Lara. - Lo haré. Hasta siempre, Putai, hasta siempre. También anuncio que quedan pocas entregas en Egipto, mientras tanto vayan pensando adónde irá Lara entre estas 3 opciones. Opción 1 Artefacto: Talismán Fuego-Armadura de Sir Lancelot Localización: Ruinas del Imperio Azteca (Méjico) Ayudantes: Charles Kane y Marten Gunderson Enemigo: William Rutland Opción 2 Artefacto: Talismán Hielo-Casco de Sir Pellinore Localización: Desconocida Ayudantes: Desconocidos Enemigos: Larson y Pierre Opción 3: Artefacto: Talismán Agua-Espada de Sir Galahad Localización: Ciudad de Jerusalén (Israel) Ayudantes: Padre Patrick Dunstan y Marten Gunderson Enemigo: William Rutland Una vez cumplidas las 3: Opción a desbloquear: Artefacto: Talismán Tierra-Corona de la Reina Ginebra Localización: Paraíso (Perú) Ayudante: Anaya Imanu Enemigo: Desconocido Así que, tienen bastante para opinar (sobretodo el amigo Escorpio, de esta entrega y la anterior): sobre la entrega, entre Putai y Vivian y entre una de las 3 opciones. Saludos y espero su texto.
  8. ¡Tenías razón, querida amiga! Era una teoría de Heródoto. Pero no puedo tirar el libro porque era de mi abuelo y porque toda la vida me fue útil. Con respecto a la prueba de Inglés, me saqué 10, pero por ahora de promedio me queda 5 porque Cara de Rata (así la llamo a ella) me puso 1 por no traer el libro una clase :fufu: Bueno, no nos vayamos de tema y prosigamos. ENTREGA 24 Si bien en la Mansión de Lara y en la tribu de Putai todos habían tenido un mal amanecer, el de la familia Rutland fue fantástico; por alguna razón que William no comprendía, su padre había amanecido de muy buen humor, y Maggie se había comprado prácticamente todo el centro comercial, y como no, había hecho que despidieran a la empleada de un negocio de ropa que no quiso hacerle descuento en el precio de un vestido (“¡Soy la mujer del senador! ¡Soy mucho más importante que estas clientas muertas de hambre!”, había gritado). Sin embargo, William sólo había tenido pesadillas, y en todas ellas Vivian le escupía ofendida y le gritaba que su padre era un asesino. Desde luego, era una simple pesadilla, pensó, ya que James se veía afectadísimo con la muerte del padre de su desdichada ex secretaria. Jenny, por su parte, tampoco tuvo una noche demasiado buena, ya que Maggie había regresado a la hora que quiso y la despertó bruscamente exigiendo un café. Por ese motivo la nueva mucama se veía muerta del cansancio cuando servía el desayuno a los tres Rutland. - ¡Apúrate, sirvienta! –exclamaba Maggie con su típica brusquedad hacia la servidumbre-¡Tanto ir de compras me ha dado hambre! - Mamá, trátala bien –susurró William, que se sentaba a su derecha. - Cállate, mamá sabe como tratar a los inferiores –replicó en voz baja-¡Vamos, Jenny, tengo hambre! –gritó a la pobre mujer. - Perdón, señora Maggie –se disculpó sumisa-, pero es que tengo mucho sueño, ayer casi no dormí. - ¡Dormirás del golpe que te daré si no te apuras con el desayuno! Sin perder un instante, Jenny le tendió la bandeja con su café y sus tostadas. William sentía vergüenza ajena, casi se disculpaba con aquella señora por la actitud de su madre altanera y bravucona, pero en presencia de ella no se atrevió a hacerlo. - Muy bien, Maggie –dijo Rutland cuando Jenny se hubo ido-, ¿por qué no nos cuentas un poco del club de canasta que estás organizando? Lo decía en ironía, ya que el señor Holt, su suegro,, había sido jugador compulsivo, y por su culpa, la familia de Maggie había caído en bancarrota, y no hubieran superado tal crisis si ella no se hubiera casado con Rutland. Pero ella estaba tan entusiasmada que no captó la indirecta. - Se dará aquí, en nuestra casa, dentro de dos meses –explicó su esposa con una sonrisa radiante-, y es exclusivo para mis amigas de alta sociedad. ¡Incluso invité a la mujer del presidente! - ¡Brillante, querida, brillante! –felicitó el senador-Así el señor Bush sabrá cuánto apoyamos su ataque contra esos impuros iraquíes de porquería. - Oye, padre, ellos provienen del polvo, igual que tú –le espetó William, enojado por su manera de discriminar a la gente. - Oye, ¿por qué no cierras el pico? –le espetaron su padre. - ¿Por qué no eres como tu hermano James? –añadió Maggie. Su hijo mayor se frenó en seco; volver a oír nombrar a su hermano volvió a despertar en él un odio incontrolable hacia la repugnante Lara Croft. Un timbre lo sacó de sus pensamientos, seguido por los gritos de Maggie ordenando a Jenny que abriera inmediatamente. Alex West estaba ante el umbral. Alegres y eufóricos, los Rutland le dieron un cálido recibimiento, como si se tratara de su propio hijo. A William no le sorprendía en absoluto, ya que el mercenario era multimillonario, y sus padres solían comportarse falsamente cariñosos ante lo que ellos consideraban “gente de Alto Nivel”. Alex y William se conocían desde pequeños, ya que asistieron juntos a la escuela primaria y secundaria. Ellos y el difunto James junior habían sido inseparables, y William siempre se sentía a gusto de poder contar con él, ya que pese a que Alex era sumamente ambicioso, lo consideraba una buena persona. Y allí se encontraban ambos, sentados en la cómoda y lujosa sala de estar, con Jenny sirviéndoles coñac. Si Alex no hubiera pedido hablar en privado, Maggie y James de seguro lo hubieran acaparado para algún fin económico, como era todo en la vida del soberbio matrimonio. - ¡No esperaba verte aquí, amigo! –exclamaba William sonriente- Creí que estabas en Egipto. - Acabo de regresar –repuso Alex-. Estuve de vacaciones, incluso me llevé a mis hombres para que no me pasara nada. ¡Quién sabe! ¡Tal vez hubiera conquistado una egipcia preciosa, pero no se dio! Los dos rieron. - Es más –añadió Alex-: me apropié de una espada con poderes asombrosos, es una de la que me habló James en una ocasión. - ¿Ah, si? –inquirió William, curioso-¿Cómo la conseguiste? - Se la arrebaté a Lara Croft. La expresión de William cambió en una fracción de segundo; se puso rojo de ira al oír ese despreciable nombre, sintió un odio punzante en su interior y adoptó la expresión de quien acaba de beberse un antibiótico asqueroso. - ¿Has dicho Lara Croft? - Pues sí –respondió Alex con indiferencia-, está en Egipto. Fue mi novia, ¿sabes? Hace seis años, pero la perdí por estúpido –esto último lo dijo lamentándose. - ¿Y sabes qué fue Lara Croft además de tu novia? –saltó William-¡La asesina de mi hermano! - ¿Qué dices? –El mercenario no daba crédito a sus oídos. - ¡Eso mismo! –repuso William, apretando la copa con tanta fuerza que casi la hacía estallar en pedazos-¡Lara Croft mató a James, Alex! ¡Mató a mi hermano! - Cálmate, tranquilízate –intentó apaciguarlo Alex-¡No puedo creer lo que dices! Discrepo de Lara en muchos aspectos, ¿sabes?, pero sería incapaz de hacer algo así… Afortunadamente Jenny ya se había ido, ya que sino se hubiera espantado mucho más que Alex con la expresión del muchacho. - ¡Pero lo hizo! ¿Con que está en Egipto, no? ¡Bien! Pasará a hacerles compañía a esas momias que tanto le fascinan. ¡Es una perra, una cerda, una cualquiera, una put… - ¡Contrólate! –Alex ya estaba asustado. William respiró agitadamente, procurando recuperar la calma. - Tienes razón, reconozco que me accedí –se disculpó. - ¿Por qué, Lara? ¿Por qué? ¿por qué tenía que pasarle esto a mi gente, que nunca le hizo mal a nadie? –La desdichada chamán lloraba a lágrima viva abrazada por su amiga europea. - Tienes razón, Putai –replicó Lara sin dejar de abrazarla-No creí que Alex tuviera huevos para hacer esto, pero no vivirá para contarlo, ¡te lo aseguro! Mientras la consolaba, no dejaba de horrorizarse con el paisaje, lleno de cadáveres destrozados y partidos al medio de hombres, mujeres y niños. - Además, es imposible que no haya sobrevivido nadie –añadió entonces-, tú quédate aquí, yo buscaré sobrevivientes. Dejando a Putai llorando allí, Lara realizó una inspección ocular del contorno. Se adentró en las humildes casas de sus amigos, exploró cada rincón del desierto, pero todo fue inútil… ya no quedaba nada. Súbitamente oyó un gemido, y al mirar abajo, Lady Croft casi dio un brinco al ver que un hombre de la tribu aún respiraba. - No temas, aquí estamos –Lara se inclinó y comenzó a inspeccionar sus heridas-¡Putai, aquí hay alguien con vida! –gritó a voz en cuello. La beduina llegó corriendo hasta allí. - ¡Abdul! ¡Gracias a Horus aún estás vivo! –se inclinó y lo abrazó contra su pecho. - ¡Rápido! –exclamó Lara, poniéndose de pie-¡Hay que llevarlo a un hospital, o morirá! De este modo, Abdul fue llevado a un hospital cercano, lejos del desierto, en un rincón de Egipto más civilizado, al que él no estaba demasiado acostumbrado. Lara y Putai, por otra parte, aguardaban en la sala de espera con el corazón en la boca. Aquella gente no merecía un destino tan terrible, pensaba Lara, mucho más cuando la acogieron en su hogar mientras todos la creían muerta. Ambas se pusieron de pie de un salto al ver acercarse a un médico. - Doctor, ¿cómo está Abdul? –preguntó Putai con desesperación. - Por fortuna no era nada –repuso el egipcio-, el paciente está estable y recuperándose. Putai derramó lágrimas emocionadas, mientras Lara la abrazaba radiante. - ¡Gracias, Horus! ¡Porque sé que esto es obra tuya! –susurró Putai profundamente agradecida –se volvió hacia el hombre- y, ¿podemos ir a verlo? - Me temo que sólo usted, señorita Croft. Abdul dice que quiere decirle algo muy importante. - Pero, yo soy su amiga –repuso Putai extrañada. - Lo siento. Sólo Lady Croft –terció el médico. Al entrar en la habitación, Lara halló a Abdul en su cama, con la mirada perdida, en la que podía percibirse un extraño temor. - Lara… Lara… -decía con voz muy débil-Has vuelto. - ¡Sí, amigo mío, he vuelto! –lo abrazó aliviada-¡Por favor, dime! ¿Quién les hizo esto? - Lara –Abdul la tomó fuertemente de la mano. Lady Croft comenzó a sentir miedo ante el incontrolable temblor del anciano beduino-Lo que… nos… atacó… no era… - ¿No era qué, Abdul? - No era… no era… El médico se aproximaba a la habitación donde descansaba el paciente. - ¿No era qué? –Lara ya estaba muy nerviosa. - No era… no era… - …humano… -terminó el pobre anciano con un susurro demasiado débil. Mientras Lady Croft intentaba asimilar lo que su amigo acababa de decirle, éste abrió la boca con asombro y susto, y ella, al girarse, vio al mismo médico con el que había hablado minutos atrás, que la miraba triunfante y le apuntaba con una mágnum. Lara y Abdul contuvieron la respiración, pálidos del susto, y antes de que pudieran decir nada, el médico disparó al estómago de la mujer, y luego, mientras el viejo gritaba socorro, disparó a su cabeza. Huyó de la habitación, mientras Lara caía al suelo muy lentamente, contemplando su estómago lleno de sangre, y sintiendo que sus fuerzas la abandonaban, la abandonaban… El señor Robinson llegó puntual a su cita con el señor Rutland. Ésta dio lugar a media tarde, en un oscuro callejón en el barrio pobre de Nueva York. Ambos llevaban trajes negros y gafas oscuras, para no ser reconocidos, y cada uno llevaba algo en su mano: Robinson llevaba los papeles de la escritura de un edificio, mientras que Rutland, fotos reveladoras de Robinson besando a otro hombre en plena calle. - Aquí tiene –susurró Robinson de mala gana sin siquiera saludar-: las escrituras del edificio, todo en orden, a nombre de Maggie Rutland. El senador se adelantó a tomar los papeles en sus manos y les dio una hojeada rápida, para luego sonreír con mezquindad. - Excelente, Robinson –felicitó solemnemente-, te has salvado de que tu mujer descubra que le eres infiel, y encima, con un hombre –Robinson tragó saliva de tan sólo pensar en la idea-Y, ahora, ¡fuera de mi vista! Annie y Vivian merendaban sumidas en el silencio, sin levantar la mirada ni pronunciar palabra; el precario departamento se veía triste y vacío sin la contenedora presencia del jefe de la familia, cuya pérdida no la repondría ni siquiera el dinero del bondadoso William. - Hija –dijo por fin Annie-, ¿qué piensas hacer con respecto a William Rutland? La preciosa muchacha temía que le preguntaran eso. - Nada, mamá –contestó sin titubear-, si él no me cree que su padre mató a papá, no hay nada que hacer. - ¿Y te perderás la oportunidad de ser feliz? –Cariñosamente, la mujer acarició la mano de su hija Ésta no respondió nada: las probabilidades de que una pobre secretaria llegara a casarse con el hijo de un senador eran prácticamente nulas, más tratándose de una joven adulta con los pies sobre la tierra, que para colmo tendría que trabajar el doble para evitar tener que mendigar en un futuro cercano. Un ruido se oyó en la puerta de entrada; alguien pasó una carta por debajo de la puerta. Vivian fue hasta allí, la recogió y leyó horrorizada lo que decía. - ¿Qué dice, mi niña? –inquirió Annie asustada ante la expresión de su hija. Ésta la miró con expresión de llorar en cualquier momento. - Demolerán el edificio, dentro de una semana. Muchas horas después, ya de noche, Maggie llamaba a gritos a Jenny desde su cuarto, donde cepillaba su cabello rubio teñido ante un enorme espejo. - ¿Sí, señora? –dijo humildemente. - ¿Has visto a mi hijo? - No, lo siento, no lo veo por ningún lado –respondió Jenny, también extrañada con su ausencia. - ¡Entonces llama a mi marido! ¡Deprisa! –ordenó tan maleducada como siempre. Minutos después, Rutland apareció en la habitación. - ¿Qué ocurre? - ¡El inútil no está! - ¿William? - ¡Claro! ¿tú conoces algún otro inútil? - Pues, no tengo ni idea, no lo he visto salir. - ¡Señor! ¡Señora! –Jenny pegó un grito desde el piso de abajo-¡Su hijo dejó una carta en la chimenea! - ¿Y qué esperas para traerla, estúpida? –gritaron al unísono. La pobre mujer llegó corriendo a la habitación con la carta en la mano, carta que los Rutland le arrebataron bruscamente. Queridos mamá y papá: Quizá no aprueben lo que hago, y perdón por no haber hablado con ustedes, pero debo viajar a Egipto urgentemente, porque Lara Croft, la asesina de James, está allí, y yo no dormiré tranquilo hasta no verla muerta y destruida. Y si se me escapa, la perseguiré hasta el último rincón de la Tierra, pero no volveré a casa hasta haberla matado. Jamás creí que algún día haría esto, pero James merece que se haga justicia por él. Cuídense mucho. Los quiere… William P.D: Un beso enorme para Vivian. - ¿Has visto? –gritó Maggie asustada-¡Irá a buscar a Lara Croft! ¡Esa mujer es invencible, lo matará a él también! - Sé que es muy triste, Maggie –repuso el senador abrazándola-, pero, aunque William no haya dejado testamento, podemos presentar una carta trucha al escribano con su sello. - Es cierto –coincidió Maggie sin dejar de abrazarlo-. Al fin y al cabo, en estos treinta y cinco años de matrimonio has falsificado millones de cartas. - ¿Ya ves, querida, como todo tiene arreglo? Si bien el balazo en la cabeza de Abdul le causó una muerte instantánea, Lara Croft había logrado sobrevivir una vez más, gracias a que Putai, atraída por los disparos, logró atraer a la gente del hospital para que apresaran al médico asesino, y luego, éstos se dispusieron a operar a la pobre muchacha, creyendo que quizá podrían hacer algo por ella. Y lo lograron: veinticuatro horas después, a la noche siguiente, Lara, con una máscara de oxígeno, se debatía entre la vida y la muerte. Ahora, lo único que se podía hacer era esperar. - Lara, por favor, recupérate pronto –lloraba Putai arrodillada ante la cama, con un bondadoso médico de espaldas ante ella-, ya he perdido a mi gente, no quiero perderte a ti, amiga. - Tranquila, señorita –el médico la ayudó a ponerse de pie, mientras la chamán enjugaba sus lágrimas-, la paciente debe descansar. Putai y el buen hombre se retiraron, cerrando la puerta al salir. Minutos después, ésta se abrió de par en par, y un intruso invadió la habitación donde Lady Croft descansaba. El hombre la contempló absorto unos momentos, y luego se le acercó, radiante de alegría al ver al ser que más odiaba en el mundo al borde de la muerte. - ¡Ay, Lara! –susurraba William-Eres una perra, una rata asquerosa y miserable. Sin embargo, querida, has tenido más oportunidades que mi pobre hermano James; él murió en el acto, mientras que tú aún luchas por tu vida –continuó, paseándose alrededor de la cama, y extrajo de su bolsillo una jeringa vacía. –Pero yo me ocuparé de que nunca más veas la luz del sol, víbora venenosa; sé que esto no me devolverá a James, pero hará justicia por él. ¡Púdrete en el infierno, furcia! Se le acercó lentamente, listo para inyectarla de aire en el brazo y borrarla de la faz de la Tierra para siempre…
  9. Obviamente Argentina, Luciano y yo somos de allá.
  10. Escorpio, veo que muy sutilmente me estás reclamando a gritos la urgente aparición de Amanda, y qué planea exactamente. Repito nuevamente que lo olviden por un rato porque NO hay Amanda por un tiempo. Sin embargo, dentro de poco habrá Gunderson... Piensen que si no hay Amanda por una razón debe ser (fíjense que tampoco hay Alex) pero, como ya dije, llegará el día en que agotará de tanto aparecer. Por ahora, pronto llega Gunderson, y Clarisa ya llegó. Sé que le hago mucha propaganda a la mucama de la Mansión Croft, pero si antes les hablé de los Rutland ahora les hablo de ella, y por algo es... Y Tomb Raider Regresa, todo lo que digo es la leyenda verdadera: Arturo se acostó con su hermana Morgana y ella tuvo un niño al que llamó Mordred, ya se sabrá del tema. La leyenda tiene varias versiones, algunas dicen que Morgana le Fay era un hada madrina que ayudaba a su hermano, y otras, la mayoría, la señalan como la villana del mito, una bruja malvada que quería derrocar a su hermano. Todas coinciden en que era una mujer con poderes mágicos, y muy pronto sabremos cómo fue Morgana según mi versión de la leyenda. Lo que sí es cierto es que ella hechizó a Arturo para que fuera a Avalón al morir, y como ven, esto tuvo sus consecuencias. Espero sus comentarios, y continúo mañana porque estoy muy cansado (rueguen por mí porque tengo prueba de Inglés y la profesora es una arpía cara de rata que me detesta) Saludos.
  11. Aprovecho para preguntar 2 cositas, perdón por molestar: De los personajes oficiales de TR y los de este relato, ¿cuáles les gustan más y cuáles menos y por qué? Les digo lo que pienso: mis preferidos son Amanda, porque es un personaje carismático con una triste historia, y Clarisa, porque creo que dará mucho jugo, es el personaje más complejo de todo el relato, aunque no se note. Los que no me gustan nada son Takamoto, me cae terriblemente pesado, y Helga, por ser tan estúpida (y eso que yo la hice así) ¿y los de ustedes? Claro, sin contar a Lara.
  12. Tenés razón, ¡qué descortés yo! Bueno, puedo decirte que no me imagino quién pudo haber sido el ladrón, y que Zip debería dejar de mirar lo que no debe.
  13. Bueno, la leyenda de Nitocris la saqué de un libro, y juro que allí decía Micerino. Según él, las pirámides están en Memfis, aunque yo también creí que estaban en Gizah. Lo de fuerte lo dije porque era sexo entre dos hermanos. Ya sé en que me equivoqué con Jean. Y, ¿por qué maldito Alex West? Los beduinos fueron atacados por un Nephilim, no por él. En cuanto a Amanda, dejen eso por un buen rato, ya se sabrá más del asunto, además, conoceremos a un misterioso personaje: Clarisa McClaggen, la nueva sirvienta.
  14. ¡Muy buen chiste el de Gunderson y Amanda ! Atención: esta entrega es muy fuerte. Están avisados. ENTREGA 23 Clarisa McClaggen atravesaba el pasillo del segundo piso, llevando en sus manos una bandeja de plata con una jarra de agua fría. Se detuvo ante una puerta y golpeó suavemente. - ¿Sí, quién es? –tosió la voz de un anciano. - Soy yo, Clarisa, señor Winston –respondió dulcemente-¿puedo pasar? - Adelante, niña. La morena entró, hallando al mayordomo arropado en su cama. - Haber cómo sigue el enfermo –dijo cariñosamente, apoyando la mano en su frente-¡Oh, no! ¡Tiene usted mucha mucha fiebre! - Maldición –susurró Winston decepcionado-, jamás me repondré. - Yo creo que sí, señor –repuso Clarisa sonriendo-Aquí le dejo agua fría, le hará bien. La mucama dejó la bandeja sobre la mesita de luz del anciano. - ¡Gracias, Clarisa! –murmuró agradecido-Agua fría me hará muy bien. - De nada, señor. Sólo quiero que se mejore –añadió la muchacha besando su mejilla ardiente por la fiebre. Desde lejos le tiró un beso, y al salir cerró la puerta. Mientras tanto, la adorable nieta del mayordomo salía a dar un paseo a la luz de la luna. En sus escasas visitas a la Mansión Croft en Surrey, Greta adoraba pasearse por el precioso jardín y contemplar el cielo nocturno y estrellado. Viviendo en una cabaña en Irlanda con sus padres estaba acostumbrada a la naturaleza, y no sentía mayor placer que cuando sentía el aroma de las hermosas flores o de las cultivadas plantas. - ¿No puedes dormir? La niña giró sobre sus talones y vio a Tom, que la contemplaba sonriente. - Oh… de hecho, sí, pero me encanta ver la luna de noche –se ruborizó Greta, sorprendida. Ambos ignoraban que Clarisa los observaba desde la ventana con una expresión poco amigable. - A mí también –repuso el adolescente, sin dejar de sonreír, mientras se sentaba en la fuente-.Realmente esta mansión tiene un jardín precioso. - Así es –coincidió ella, sentándose a su lado-, las pocas veces que vine aquí quedé enamorada de esta vista. - Oye, ¿y no te molesta contemplar sola una vista tan linda? –inquirió Tom, sonriendo y mirándola. Greta se sonrojó. - ¡Ey, niños! –Clarisa se acercaba a ellos con paso decidido-¿no creen que ésta no es hora de pasear por aquí? - Tienes razón –repuso la nieta de Winston, apenada, poniéndose de pie. Tom, por su parte, se sentía molesto, ya que la llegada de Clarisa había estropeado su “clima”. - Tom, ¿puedes venir un momento, por favor? –pidió Clarisa amablemente. - Claro –el adolescente saludó a Greta con la mano, y mirando atrás, siguió a la mucama. - Por cierto –decía ella-, ha estado exquisito el pollo de hoy. ¡Eres muy buen cocinero! –felicitó. - Gracias –repuso modestamente-, yo jamás fui al colegio, pero sé hacer muchas cosas, planchar, barrer, cocinar… incluso soy experto en venenos. - ¿Experto en venenos? –Sorprendida, Clarisa se frenó en seco. - Así es. Mi padre era envenenador, él nos abandonó; aún así, aprendí muchísimo con él. Y tú, ¿para qué me llamaste? - Pues, sucede que hay una rata en el sótano, y les tengo pánico –repuso Clarisa asustada. - No tengas miedo –repuso decidido-, la acabaré en un instante. Seguido por la muchacha morena, se acercó al sótano. - Yo no voy a entrar –dijo ella-, me aterran las ratas. - Descuida, yo puedo solo. –El sótano estaba tan oscuro que casi no se veía nada. Algo temeroso, Tom se aventuró a entrar. Pero, en cuánto lo hizo, Clarisa cerró bruscamente la puerta. - ¿Clarisa? –Extrañado, el muchacho se acercó a la puerta, pero al hacerlo, ella ya la había cerrado con doble llave-¡Clarisa, ábreme la puerta! ¡Estoy encerrado! ¡CLARISA! “¡Éste ya no molestará!” pensó satisfecha la mucama mientras se alejaba. Entretanto, en Alejandría, Jean contaba sus riquezas, mientras Lara y Putai cenaban los restos del cordero que los aldeanos habían ofrendado a Lady Croft confundiéndola con la diosa Isis. - ¡Soy gico! ¡Soy gico! –exclamaba el francés una y otra vez, sin poder creerlo-¡Ggacias, chicas, no hubiera podido loggaglo sin ustedes! - Pues, veamos que puedes decirme ahora sobre el escudo de Sir Kay –dijo Lara con el ceño fruncido. - Clago que sí, Laga: he investigado pgofundamente y llegué a la conclusión de que el Escudo con el Talismán bien podgía estar dentro del Sagcófago de Nitocgis. - ¿El Sarcófago de Nitocris? –inquirió Zip, con curiosidad. - Es una leyenda –repuso Lady Croft-, que trata de una hermosa reina de mejillas rosadas que se casó con el Faraón Micerino. Pero sus súbditos conspiraron contra él y lo mataron, convirtiéndose ella en la gobernante de todo Egipto. Su mujer, deseosa de venganza, mandó edificar una gran sala subterránea, y luego, con el pretexto de inaugurarla, invitó a un gran banquete a todos los asesinos de Micerino. Durante la comida, hizo entrar las aguas del Nilo por un canal que había mantenido oculto. Nitocris, según la leyenda, reposa en un sarcófago de basalto azul tras la Sala Subterránea, dentro de la pirámide de Micerino, en Memfis. - Todo suena muy interesante, Lara, pero me temo que no podré ir contigo –repuso Putai apenada-. Debo volver con mi gente, estoy muy preocupada por ellos. - Tranquila, Alex es un marica, no tiene valor para matar a nadie –replicó Lara, mordazmente. - Oye, Lara, ¿por qué no sigues contándonos del Rey Arturo? –pidió Zip con amabilidad. - Muy bien: “Como dije, Arturo se convirtió en rey a los quince años, y junto con sus caballeros fundaron un cuartel donde se reunirían para planear sus estrategias de batalla, y cosas así. Dicho cuartel se dio en el castillo real de Camelot, en una enorme mesa conocida como la Mesa Redonda, allí, los caballeros juraron lealtad con espadas, y se comprometieron a proteger por siempre a todo el reino, especialmente mujeres y niños. Por supuesto, Merlín era el consejero de mayor confianza de Arturo. De hecho, fue él quien le recomendó contraer matrimonio, y así fue como Arturo se encontró llamando a la puerta de Lady Ginebra, hija de un Conde y una Condesa, muy famosa por su belleza. Al verla por primera vez, Arturo sintió una timidez que jamás había sentido con nadie, y le suplicó que se casara con él. La hija del Conde había rechazado a muchos pretendientes, pero no tardó en enamorarse de Arturo, y al poco tiempo se casaron, dejando ella de ser condesa para convertirse en reina. - ¡Ay, qué romántico! –suspiró Putai, encantada con el relato. - Tonterías –espetó Lara con sarcasmo. Su amiga se frenó en seco-y ahora, si el francés millonario, el hacker machista y la romántica soñadora me lo permiten, tengo mucho sueño. - ¡Yo no voy a dogmir! –decidió Jean-¿qué tal si descubgo que todo fue un sueño y no soy gico! Putai echó a reír, pero Lara lo miró fastidiada y se encaminó a su habitación. Más entrada la noche, Jean roncaba, Putai dormía plácidamente, y Lara, sentada en la cama, continuaba leyendo el libro del Rey Arturo. En la página que había abandonado, el monarca contaba con veinticinco años de edad. La Reina Ginebra no dejaba de chillar y retorcerse, intentando liberarse de las cadenas que la sujetaban, y soportando el olor de la nauseabunda mazmorra. Desde luego, su cuñada jamás le había caído bien, pero nunca se le ocurrió pensar que estuviera tan mal de la cabeza. Ésta se le acercó con altivez y le echó una mirada de desprecio. - Deja de forcejear, estúpida, o te dolerá más –le espetó. - ¡Suéltame, maldita! ¡Suéltame, o haré que te corten la cabeza! –gritaba Ginebra más furiosa que nunca. - ¡Cállate! –gritó Morgana amenazante, y añadió con voz más dulce-Ginebra, querida, esto no es nada personal contigo, pero tu hermano se ha portado muy mal conmigo, y debe pagar por ello. Por eso, me acostaré con él y quedaré encinta, y con el tiempo, mi hijo se encargará de destruirlo –La hechicera estalló en carcajadas. - ¡Estás loca, Morgana! ¡LOCA! –chillaba la Reina-Arturo jamás se acostará con su propia hermana. - Eso lo veremos –repuso en tono cáustico-.El brebaje ya casi está listo –añadió con deleite-, sólo falta el toque final –siseó. Percibiendo como Ginebra temblaba, se le acercó y, con filosas tijeras, cortó un mechón de su brillante cabello negro. Mientras la Reina ahogaba un grito, la bruja arrojaba el mechón a un enorme caldero con agua hirviendo. Éste ocupaba una buena parte de la mazmorra, que rebosaba de libros de hechizos y pociones mágicas. Morgana comenzó a revolver el caldero ayudada por un enorme cucharón, y luego, mientras éste no dejaba de producir burbujas ponzoñosas, tomó una copa de vidrio, lo vertió en el caldero y lo llenó de su repugnante líquido. - Ahora –exclamó la hechicera, alzando la copa en alto-, le demostraré al mundo entero quién es Morgana le Fay. Ante la mirada horrorizada de su prisionera, la joven bruja bebió el repugnante líquido de un trago. Al instante, truenos y relámpagos comenzaron a resonar en el interior de la mazmorra, y una enorme nube de humo verde eliminó toda posibilidad de poder ver. Y cuando el humo se disipó, el lugar de Morgana lo ocupaba la bellísima Reina Ginebra, con su hermosa corona plateada sobre su larga cabellera de ébano suelta, y una bata de noche de color rojo. Se acercó al espejo y de inmediato rompió a reír, mientras su prisionera gritaba desesperada. - ¡Sí! ¡La poción dio resultado! –exclamaba Morgana-Ahora, tu marido me confundirá contigo, y me hará el amor, dejándome embarazada. La hechicera lanzó una carcajada y abandonó la mazmorra. Arturo, desde la cama real, aguardaba impaciente a su esposa. Como cada noche, dormía en calzoncillos, exhibiendo su cuerpo musculoso y atlético, toda una tentación a los ojos de la Reina. Y, como si Ginebra hubiera adivinado sus pensamientos, apareció en la habitación, más seductora que nunca. - Hola, mi amor –saludó sensual arrastrándose en la cama hacia su esposo. Éste la contemplaba estupefacto, ya que la joven Reina se veía más tentadora e irresistible que nunca. - Estás hermosa –se le acercó, tomándola de la cintura-, ¿por qué tardaste tanto? - Estaba poniéndome espléndida para ti –repuso acariciando sus pectorales-, porque quiero que esta noche sea única –susurró, poniendo énfasis en la última palabra. Arturo, sintiendo la adrenalina de lo prohibido, se precipitó sobre su cuerpo de mujer, la despojó delicadamente de su bata, y de un tirón arrancó el bretel de su corpiño, mientras ésta le bajaba lentamente los calzoncillos. Segundos después, toda prenda íntima estaba esparcida alrededor de la habitación, y ahora, Arturo y su disfrazada hermana se amaban, se tocaban, se acariciaban, se hacían el amor pasionalmente. Él acariciaba sin cesar sus pechos firmes, mientras ella no se desprendía de sus labios carnosos, sintiendo el delicioso sabor de sus besos. Esa noche, fue sin duda para ambos, la noche del Pecado Perfecto, la noche en que el maligno Mordred fue concebido, concebido en una noche incestuosa entre dos hermanos… Lara, asombrada ante tal contenido erótico e imaginando la escena en su mente, apartó el libro y se dispuso a dormir, pensando seriamente si no habrá sido Morgana la responsable de la caída del Rey Arturo. Pero no… Morgana no fue la responsable. Al amanecer, Lara y Putai se aproximaban al hábitat de la tribu de la chamán, en el desierto. Llamaron a gritos a los beduinos, sin obtener respuesta alguna. Y al acercarse… Docenas y decenas de cadáveres inundaban el desierto, contaminando la Tierra Roja con sangre inocente. - ¡NOOO! ¡MI GENTE NOOOO! –Fuera de sus casillas, la chamán rasgó su abrigo y se arrojó al suelo, llorando miserablemente, acariciando el rostro sin vida de uno de sus compañeros. Lara, de pie, observaba la escena con los puños apretados, el corazón consumido de bronca, y se juró así misma aplastar a Alex West, y vengar a sus amigos beduinos. Mas no comprendía. Esos ataques no eran humanos… Eran ataques de un Nephilim. - ¡Auxilio! ¡Por favor, ayúdenme! Un alarido desgarró la Mansión Croft, hasta entonces en sueños. Zip, Greta y Alister, en pijama, corrieron hasta la habitación del viejo mayordomo, que tosía y se retorcía alarmantemente, mientras vomitaba. - ¡Abuelito! ¿Qué tienes? –exclamó Greta, sumamente angustiada. - Me han… envenenado –jadeaba-¿Lo oyen? ¡He sido envenenado! Y, mientras no dejaba de convulsionarse ante las miradas horrorizadas de todos, Clarisa observaba desde lejos, expectante…
  15. Me alegro de que te lo imagines, pero, ¿que es lo que te imaginaste? la opinión me interesa
  16. Una advertencia, para que luego los suceptibles no digan que no aviso: en la próxima entrega habrá Sexo. ¿entre quienes? Intenten adivinarlo
  17. Tipeo es cuando al escribir cometés un error de torpeza, por ejemplo, al escribir "voy a matarte" te confundís y escribís "voy a matrte" o en vez de "apocalipsis", "apocalpsis". Son ejemplos hipotéticos.
  18. En ambas nació en 1968, pero jamás especificaron en qué año trascurre cada TR, sólo en Camboya. Además, el Ratón Mickey, Bugs Bunny, Batman, Superman, Mario Bros y todos esos nunca cambian. Bueno, acá es lo mismo: Lara tiene 29 años hasta que el creador decida lo contrario. Ya decidieron mostrarla a los 9, a los 16 y a los 21, pero jamás más vieja. No obstante, si cada cuál en su relato hace que crezca no hay ningún problema. Quién sabe aquí también envejezca.
  19. Está todo muy bien, excepto por un detalle sim importancia: aquí Lara tiene 29 años, no más de 30. Es que para mí siempre tendrá esa edad.
  20. En realidad, Maggie jamás tuvo intención de denunciar a su esposo. Ellos, como refleja el relato, se conocen desde que él tenía 25 años y ella 29, y él está acostumbrado a que ella lo chantajee. Maggie utilizó el recurso de fingir que va a denunciarlo para que le de dinero, pero no iba a hacerlo, y él lo sabía, en la historia se nota que él ya conoce sus trucos. Y sí, William es buena persona, pero con Lara tendrá un trato muy diferente que con Vivian... Con esto podría hacerse un debate (Ana María no podés faltar aquí): ¿Qué personaje femenino consideran que sufre más? ¿Lara, desde Egipto, arriesgando su vida a cada instante y viviendo toda clase de peligros (peligros que por cierto le atraen) o Vivian, desde Nueva York, que tras ser humillada por su jefe perdió a su padre y tendrá que trabajar más duro? Recuerden: su opinión es importante, de ahí el debate.
  21. Ana María: a mi también me gustan mucho los flashbacks; ya hemos visto a Lara de 5 años y a William de 16 años, tal vez veamos más cosas... y tendré en cuenta lo de la cursiva. Tenés razón con eso de los Rutland, ese perfil era el que quería imprimirles. Pero no pensé que Maggie y James les atrajeran tanto. Escribo en imprenta cuando los personajes gritan, y a mí me gusta mucho Harry Potter, (sobretodo la actriz que interpreta a Hermione Granger, tiene mi edad ' ) pero cada uno tiene su gusto. Escorpio: Lo de Putai NO fue un error, ya se verá más adelante... no creí que notaran ese detalle. Y gracias por el resto de los elogios. ENTREGA 22 E)Ramsinit Una momia aprisionó a Lara por la espalda, pero se arrepintió enseguida al recibir un doloroso codazo en sus partes íntimas. Aprovechando momento de debilidad, la arqueóloga lo liquidó a disparos. Luego remató a las tres momias que se disponían a ahorcarla, y mientras saltaba hacia un lado y hacia otro, disparaba, disparaba y disparaba, sin poder creer que éstas fueran susceptibles a las balas. Pocos minutos después, la sala dorada rebosaba de los cadáveres de las momias. - ¡Nooo! –gritó Ramsinit, pálido de ira-Has llegado muy lejos, ilusa mortal, pero no podrás escapar de mí. El Faraón saltó sobre ella, preparado para aplastarla, fallando por muy poco. De sus dedos produjo un rayo mortecino de destellos dorados, que dio contra una columna y la destruyó. A continuación lanzaba rayos a diestra y siniestra, mientras Lady Croft, sin saber qué hacer, corría en círculos para evitarlo. Su idea funcionó bien al principio, pero al cabo de un tiempo se sentía demasiado cansada como para seguir corriendo. Para colmo no podía matar a Ramsinit, porque él ya estaba muerto. Pero por suerte, el Faraón también decidió cambiar de táctica. - ¡Cederás ante mí, maldita! ¡Es tu destino! ¡Morir en mi cámara! Descendió al suelo, desde donde comenzó a arrojar bolas de fuego. Lara giraba, saltaba, se escondía detrás de las columnas, pero cada vez estaba más cerca de morir ardida. Con el tiempo, los ataques de Ramsinit lograron formar un incendio: el suelo comenzó a resquebrajarse y a venirse abajo. Lady Croft se aferró a un trozo de suelo que aún no había caído, sabiendo que si se soltaba se precipitaría en lava ardiendo, formada por centenares de bolas de fuego. - ¿Qué esperas, Lara? –gritaba Alister-¡Súbete o caerás al vacío! - No, puedo… hacerlo –temblaba-, ya no tengo fuerza. Ramsinit, triunfante, se posó sobre el saliente en el cual Lara intentaba treparse. - Ha llegado tu fin, mortal. Ocuparás tu lugar en el cementerio de los imbéciles que intentaron robar mi oro. ¡Despídete del mundo! - ¡NO! Estiró en alto el pie derecho, listo para pisotear las manos de Lara, pero, de repente, una fuerza invisible lo detuvo; el Faraón se postró de rodillas, suplicante, y mirando hacia arriba. - ¡No, por favor, señor! ¡No me castigue! ¡No! ¡NO! Un resplandor plateado inundó la habitación, impidiendo ver nada… Y cuando se disipó, la habitación había vuelto a la normalidad, Ramsinit había desaparecido, y Lara estaba tumbada en el suelo ante su amiga Putai. - ¿Qué pasó? –dijo muy nerviosa, incorporándose bruscamente. - El peligro ha pasado –repuso serena-¿A que no adivinas? En la puerta por la que he entrado encontré un amuleto; con su ayuda invoqué al dios Amón, que fue el que se encargó de apaciguar a Ramsinit. - En el fondo me da pena –manifestó con sarcasmo-.Ya pasaron más de mil años y sigue obsesionado con su tesoro. Las dos rieron a carcajadas. De repente, la única puerta de aquella habitación dorada se abrió, y las dos entraron sigilosamente. El asombro las dejó con la boca abierta: incontables cofres de oro, diamantes, rubíes, esmeraldas, pepitas doradas y valiosas reliquias antiguas inundaban toda la habitación. - ¡Por el poder de Horus! –susurró Putai sin poder creerlo-¿Ramsinit conquistó todo esto? - Ahora entiendo por qué los hijos del arquitecto querían robarle. Deprisa, recojamos los tesoros para Jean, y busquemos una salida. Aún no ha anochecido, pero estoy muy cansada, me quedaré a dormir en su casa en Alejandría y mañana seguiré trabajando. Por cierto, creo que tú deberías hacer lo mismo –aconsejó. - Tienes razón –admitió Putai-, pero mañana al amanecer debo regresar a ver que ha ocurrido con mi tribu. No te imaginas qué terrible ha sido el ataque de ese tal Alex West y sus mercenarios. - ¡Ése imbécil! –repuso enojada-No entiendo cómo no nos cruzamos con él, si también buscaba robarle a Ramsinit. - No lo sé –se extrañó Putai. A continuación se dispusieron a recoger todo lo que allí había. Esa noche se produjo la misma lluvia torrencial que hubo durante el día; los rayos partían el cielo, apenas se soportaba el espantoso frío, y dos mujeres vestidas de negro se abrazaban, llorando sin cesar. Asistían al entierro de un hombre valiente, trabajador, cariñoso, pero poco prudente… ese hombre era George Hart. Vivian sentía que no podía con tanto sufrimiento, le habían ocurrido demasiadas ese mismo día: fue humillada y despedida por su jefe, maltratada por la esposa de éste, y luego, perdió a su padre, asesinado a manos de la mucama de ambos. Bueno, al menos, Helga fue la asesina según la versión de la policía, pero Vivian, en el interior de su conciencia, sabía perfectamente cómo fueron las cosas: James Rutland fue el verdadero asesino de su padre, y no Helga; el mismo hombre que le había faltado el respeto y quitado el trabajo le quitó también a su padre, y esto había quedado impune, impune como el sinnúmero de crímenes cometidos por el senador a lo largo de su puerca y ambiciosa vida. Annie, sin embargo, lucía peor que ella, llorando a gritos escandalosos mientras el entierro llegaba a su fin. Su hija hacía grandes esfuerzos para no llorar, tenía que ser fuerte para contener a su madre. George en todo momento había sido un padre y esposo protector, quién hacía sentir seguras a su esposa y su hija, y quién traía la mayoría de los escasos ingresos de su precario hogar. Desde luego, Annie y Vivian también trabajaban, ya que de otro modo no tendrían ni para el sustento, pero ambas sabían que se acercaba una época de crisis económica y emocional en la que debían mantenerse unidas, y Vivian sabía bien lo que tenía que hacer: conseguir un nuevo empleo y trabajar el doble de horas, para sostener a su deshecha madre. A pesar de ser opacada por su hija, Annie siempre fue una mujer bonita, pero la pérdida del amor de su hija hacía que se viera espantosa como una mendiga y con el rostro surcado de lágrimas. Madre e hija giraron al ver aparecer a William en el funeral, con expresión profundamente triste, un ramo de flores en la mano, y un traje negro que, en opinión de Vivian, le quedaba estupendo. Al verlo llegar, la rubia se separó al instante de su madre y se precipitó sobre los brazos del joven. Al hacerlo y ser a su vez abrazada por él, sintió que podía relajarse, abandonarse, y llorar tranquila. Repentinamente se olvidó de todo, olvidó su propio nombre, olvidó que su padre acababa de morir, y se perdió en los brazos del joven. La sensación de calor y protección que la invadía era única, no volvería a sentirla jamás con otra persona. - Vivian, de verdad lo siento –dijo cariñosamente en cuánto se separaron, enjugando sus lágrimas y logrando arrancarle una leve sonrisa-Y usted debe ser la madre –añadió tendiendo la mano a Annie, que al verlo se apresuró a serenarse-, encantado de conocerla, soy William Rutland. Realmente lamento mucho lo de su esposo. - Nadie lo lamenta más que yo –repuso la señora Hart sollozando-, he perdido a mi marido, y dentro de poco perderé la casa, quién cubría la mayoría de los gastos era él. - Si me lo permite, yo puedo ofrecerle cierta ayuda, señora –dijo William tendiendo un billete de trescientas libras ante ella, dejándola muda de la sorpresa. - ¡No, por favor, señor, no puedo aceptar eso! - ¡Will, por favor no te molestes! - Enserio, tómenlo, les vendrá bien –insistió el muchacho-, y si no lo hacen por ustedes, háganlo por George, él no querría verlas en la calle. Annie, titubeó, pero finalmente, tomó el billete entre sus manos. - Muchas gracias, señor Rutland, de verdad, muchas gracias –dijo con profunda gratitud. - No es nada –repuso modestamente-, y créanme que lo lamento. Pero gracias al cielo, Helga está donde se lo merece: en la cárcel. - ¿Qué dices? –saltó Vivian de repente-¡Pensé que estaba más que claro, Will! ¡La mucama no lo hizo, fue tu padre! - ¿Cómo dices? –se asombró William. - ¡Helga no tenía motivos para hacerlo, él sí! ¡Mi padre fue a defenderme y él le disparó! - Oye, Vivian –balbuceó confuso-, sé que mi padre no es la mejor persona del mundo y que no ha sido nada caballero contigo, pero no es un asesino, no lo es. - ¡Claro que sí! - Hija, por favor –susurraba Annie, nerviosa. - Will, escucha: sé que para ti es difícil asumirlo, después de todo es tu padre, pero no es más que un asesino, un puerco asesino –decía más calmada mientras acariciaba su rostro. - ¡Mi padre no es un asesino! ¡Sería incapaz! ¡Y si tú crees eso, yo responderé por él! –saltó William, apartándose. Vivian permaneció quieta unos instantes, sin dar crédito a lo que oía: después de todo lo que su padre le había demostrado ser durante toda su vida, William no creía que era un asesino, el asesino de su propio padre. - ¡Muy bien! –decidió con los labios temblorosos-Si tú crees eso, me temo que ya no podremos ser amigos, William. - Como quieras –y se marchó, dándoles la espalda. Le dolía tener que dejar a Vivian, pero no podía permitir que se acusara a su padre de algo tan descabellado. - ¡Es un idiota, mamá, un idiota! –sollozó la joven abrazando a su madre-Si mantiene esa actitud tan estúpida, realmente se acabará nuestra amistad. - Mi niña –repuso Annie acariciando su cabello-, yo te conozco, y sé que tú nunca has querido precisamente su amistad, ¿o me equivoco? Vivian guardó silencio; su madre no se equivocaba en lo absoluto, ella no deseaba ser amiga de William, deseaba algo más que eso, y no le importaba si la familia de éste no la aceptaba. Desde niña sus padres le enseñaron que el amor era más importante que cualquier otra cosa, y así lo sentía ella, que en medio de tanto dolor, por fin había sentido el amor. Mientras tanto, en la Mansión Rutland, Maggie parloteaba por teléfono sin cesar. - Está decidido, Charlotte: no quiero a Eleanor en mi club de canasta. - Desde luego, Maggie –repuso su amiga-, es una falsa, todo el mundo sabe que tiene un amante veinte años menor que ella. - Oye, querida, ¿me esperas un segundo? –Maggie se dirigió a la mucama que su marido acababa de contratar-¡Jenny, tráeme inmediatamente un café sin azúcar! ¡Ahora! –ladró bruscamente. - Sí, señora –temerosa, la mujer se dirigió a la cocina. - Cómo decía, Charlotte, no quiero a Eleanor en el club de canasta. Por cierto, tú tampoco estás invitada. - Pero, ¿por qué? - Porque no se me antoja –en ese mismo momento, Jenny, que traía el café, tropezó y derramó la bebida hirviendo sobre la costosa blusa de Maggie. - ¡Eres una estúpida, una idiota, una infeliz! –gritó escandalizada-¡Limpia eso inmediatamente! - Perdón, señora –se disculpó apenada la nueva mucama. - ¡Limpia y cierra la boca, sirvienta! –exclamó imperiosamente, y se dirigió a Charlotte-Y ahora, querida, deja de molestar. Tu marido es juez, no senador como el mío, así que no te mereces entrar en mi club. Buenas noches. Colgó el tubo como quien se desprende de una araña venenosa. Por los ruidos provenientes de abajo, Maggie supo que su marido había llegado; y, efectivamente, lo encontró tumbado en su cama, mirando el noticioso, en el que se anunciaba la muerte de George Hart a manos de Helga Harelip, la nueva secretaria del prestigioso político James Rutland. James miraba la televisión con total tranquilidad y sin el menor cargo de conciencia. Su esposa se le acercó con paso decidido y le pegó tremendo cachetazo. - ¿Te has vuelto loca? –inquirió rojo por el golpe. - ¡Asesino! –susurró dolida-¿Cómo pudiste matar al padre de la pobre Vivian? Y encima de todo, ¡le echaste la culpa a Helga! - ¡Cálmate, yo no lo hice! - ¡No me engañes! Realmente no sé como pude casarme contigo, James Rutland. ¡Yo era tan joven, tan ingenua! ¡Y tú eras tan crápula como ahora, que eres un viejo miserable! - ¿Yo soy viejo? Tengo sesenta años, y tú, amada esposa, tienes sesenta y cuatro. - ¡Cierra la boca! Ya mismo iré a denunciarte a la policía. - Toma, aquí tienes –dijo con desgano, depositando cien libras en su mano. - ¡No me silenciarás con dinero! - Toma, quinientas libras. - ¡No pierdas el tiempo, te denunciaré! - Setecientas libras –dijo con el mismo desgano, depositando un tercer billete en la mano de su esposa. La expresión de Maggie cambió al instante. - ¡Gracias, hermoso! ¡Sabía que nos entenderíamos! –exclamó radiante, besándolo sonoramente en la mejilla- Aquí tienes, para compensar ese golpe. ¡Pobrecito, no te lo merecías! - Vete de aquí, parásito social –le espetó malhumorado. Desde luego, aquella había sido una extorsión sutil e indirecta de parte de su mujer, que siempre apelaba al mismo recurso para sus fines superficiales. Justo entonces entró William, con aire melancólico. - ¿De que hablaban? –inquirió. - De nada, hijito –respondió Maggie muy feliz-.Los dejo, creo que el shopping aún está abierto. ¡Seré la envidia de mis amigas de alta sociedad! Abrazó a su hijo cariñosamente y se alejó riendo mientras cantaba: “¡Me voy de compras! ¡Me voy de compras!” Una vez Maggie se hubo ido, su esposo comenzó a sollozar. - ¿Qué te pasa, papá? –preguntó William con preocupación. - Nada, muchacho. Sólo que me da mucha pena el pobre hombre –lloraba-¡No merecía morir! - Si, yo también lo lamento. Debe ser muy triste, sé lo que se siente desde que murió James a manos de la perra de Lara Croft. Padre e hijo se abrazaron, mientras William intentaba eliminar a Vivian de su mente, pero ella no se apartaba de allí, y seguía gritándole que su padre era un asesino sin escrúpulos. Como verán, no sólo me dejo llevar por la acción sino también por el drama y lo romántico. Comentario: me encantaría ser Ramsinit (cuando estaba vivo) porque sería muy muy rico y todos querrían robarme , sólo que yo no hubiera vendido mi alma.
  22. Aclararé todo: 1-Puse D) por que iríamos por el cuarto nivel de Egipto. Ya pasamos por A) Aldeas del Bajo Egipto, B)Flashback, C)Cruzando el Nilo, y luego seguirá E)Ramsinit 2-Al tener ese recuerdo de cuando era una niña de 5 años, Lara estaba desmayada por un golpe, al despertarse se veía muy confusa, tardó en comprender dónde estaba y esas cosas, y tampoco recordaba muy bien su recuerdo dormida. Si se hubiera quedado pensativa, ahí sí podría haber llorado, pero se desmayó, no es lo mismo. 3-Lo de Putai no lo aclaro, el trascurso de la historia se va a encargar de hacerlo por mi. 4-Creo que tenés razón con lo de los escenarios, aunque tampoco fue muy fácil armarlos en mi cabeza. 5-A Ramsinit si se lo describe, te lo repito: "Cuando se incorporó, se vio ante un hombre joven, moreno, apuesto, vestido como Faraón egipcio, que la miraba con repugnancia." 6-Un consejo para todos: DEJEN EN PAZ A AMANDA, PORQUE NO APARECERÁ POR UN TIEMPO MUUUY LARGO. ¿Por qué en tal caso no se preguntan por la gente de la Mansión Croft, o por Gunderson o por cualquiera? (se los digo con cariño) Sólo puedo decir que a Amanda le está saliendo todo perfectamente bien. Y aprovechen que no está, porque el día que esté no querrán verla ni en pintura. 7-Repito lo que dije hace un tiempo: No todo es lo que parece. Otra cosita, ¿enserio te gustó el flashback? Quería que me quedara sensible.
  23. Bueno, ser enemigo de la protagonista no es ser villano. Fijate como trata a su familia y a Vivian. Además dijiste que en su lugar harías lo mismo, y es una actitud lógica. Es enemigo de Lara, cierto, pero distinto a los acostumbrados, que no tienen sentimientos.
  24. Sinceramente, Luciano, ¿William te parece un villano ? ENTREGA 21 - ¿Y ahora qué harás? –se asustó Alister - Pues, acabar con ella –repuso Lara. La descomunal estatua estrelló su espada contra el suelo, justo donde la chica estaba parada, pero afortunadamente logró esquivar su ataque girando hacia atrás. Un temblor sacudió el suelo con el ataque del caballero plateado, y Lady Croft llegó a la conclusión de que no estaba tratando con una estatua cualquiera. Tenía la ventaja de que ésta era muy lenta, pero cada vez que intentaba estrellarle la espada en la cabeza se convenció de que lo que tenía de lenta lo tenía de difícil. Disparó a quemarropa, sin dejar de dar saltos laterales, mientras intentaba no caer al tremendo foso de cocodrilos que había a un costado; las balas parecían no hacer efecto en la estatua, siendo ésta de metal, pero, aunque no se notara a simple vista, el caballero cada vez lucía más debilitado. El antiguo servidor de Ramsinit decidió cambiar de táctica; comenzó a lanzar rayos mortecinos de su espada, que hubieran freído a Lara de no ser por su asombrosa velocidad. Y cuando uno de los rayos le dio a uno de los cocodrilos del foso, haciéndolo cenizas al instante, Lady Croft empezó a preocuparse sinceramente. Al ver a la joven respirar agitadamente por el cansancio de girar y disparar, el caballero se detuvo para descansar, jadeando lentamente, y sin poder creer que su presa fuera tan persistente. Era su oportunidad: ¡BANG, BANG, BANG! Tres tiros sirvieron para hacer estallar al gigantesco caballero metálico en mil pedazos, pagando así muy caros los diez segundos de descanso que se tomó. - Se nota que el caballero era hombre –comentó vanidosa Lara. - Oye, los hombres somos mucho mejores –repuso Alister ofendido-, mientras nosotros trabajamos, ustedes simplemente cocinan y crían a los niños. - Es más, oye este chiste –dijo Zip-:¿cuándo la Mujer va a pisar la Luna? - No sé, ¿Cuándo? –preguntó Alister. - ¡Cuando haya que limpiarla! - ¡JA JA JA JAJA JAJA! –Zip y Alister estallaron en carcajadas, mientras Lara fruncía los labios. - ¡Y yo tengo otro! –saltó Alister tímidamente-¿qué es para la Mujer salir de la cocina? - No sé, ¿Qué es? - Un nuevo mundo. - ¡JA JA JA JA! ¡JEJEJEJE JE JE, JO JO JO JO JO JAJA JO JA! –Zip y Alister estaban matándose de risa, y Lady Croft ya no podía contener su furia. - ¡CÁLLENSE LA BOCA, PAPANATAS! –Hacker e informático se asustaron terriblemente y gimieron-¡YO, QUE SOY MUJER, ESTOY AQUÍ ARRIESGANDO MI PELLEJO, MIENTRAS USTEDES, PAR DE INÚTILES, QUE DICEN SER HOMBRES (SOBRE TODO TÚ, ALISTER), ESTÁN EN MI CASA TRANQUILOS Y COMIENDO! - Bueno, bueno, Lara, sólo bromeábamos –Alister intentó apaciguarla. - Yo también, imbéciles –La arqueóloga echó a reír, haciéndolos quedar como completos idiotas-¡Miren eso! –exclamó de repente, al ver que entre los restos de la estatua estaba la tercera pieza que faltaba del mosaico. Tras regresar, Lara colocó las tres piezas en su lugar, completando así el mosaico del Faraón Ramsinit y sus tesoros, y abriendo la puerta. Descendió por las sinuosas escaleras que halló a continuación, encontrando finalmente a su amiga la chamán. - ¡Oh, Putai! –exclamó aliviada, abrazándola-¡Gracias a Dios no te ha pasado nada! - Y mira –señaló ella hacia delante. Un túnel conducía a la salida del palacio, y desde allí se percibía un imponente mausoleo gris cuya puerta estaba abierta. - ¡Por fin! ¡La Cámara de Ramsinit! Allí guarda sus incontables riquezas. - Sí, claro –corroboró Putai-, pero según la leyenda, el lugar está lleno de todo tipo de trampas. - Lo sé. Los hijos del arquitecto de Ramsinit murieron intentando superarlas, pero a nosotras no nos ocurrirá lo mismo. Putai se acercó a observar las inscripciones jeroglíficas que había en el mausoleo. - Aquí dice que aquel que ose entrar y apoderarse de los tesoros del Faraón sufrirán su ira. Tal vez no lo sepas, pero se dice que el dios Amón condenó a su alma a permanecer por siempre en la Cámara. - Lo sabía, amiga mía, y no le temo –terció la valiente Lara-. No perdamos más tiempo. D)La Cámara de Ramsinit La arqueóloga y la beduina, tomadas de la mano, se deslizaron por la rampa que había a continuación, llegando hasta una cornisa junto a una dura pared, en un salón diminuto, sin nada más que eso y un interruptor en la pared. - Parece que es el único camino –objetó Lady Croft. Pulsó el interruptor, y de inmediato, el suelo se resquebrajó bajo sus pies. Se deslizaban por una nueva rampa, que terminaba en el vacío. Bajo él se distinguía una franja de pinchos con un esqueleto ensartado. Lara, que no deseaba hacerle compañía, tomó a Putai por el brazo, y la lanzó con todas sus fuerzas hacia el saliente que había tras la rampa. Luego, ella misma saltó, se aferró a la cornisa, y ayudada por la chamán, logró subir. - Gracias, Lara –jadeó Putai poniéndose de pie-¿sabes? Creo que estoy siendo una carga para ti desde que perdí el bastón. Siempre tienes que protegerme. - No te preocupes. Presiento que muy pronto tendrás oportunidad de hacer algo por mí –Lara no sabía por qué, pero sentía esa corazonada. Las dos amigas (Lara adelante, por supuesto), avanzaron sigilosamente, llegando a una sala cuadrada cuya puerta de salida estaba cerrada. Pequeñas culebras invadieron el lugar, pero, afortunadamente para ambas, decidieron atacar a Lara, quién con tan sólo cinco disparos acabó con todas. Al hacerlo se abrió la puerta contigua. Se hallaban ante una habitación en la que tenían que escalar; Lara y Putai treparon por el primer saliente, saltaron hasta el segundo, y tras subir hasta el tercero, vieron un esqueleto magullado, y junto a él, un par de pistolas. - Toma, Putai –Lara tendió las armas recién halladas ante su amiga-, úsalas para defenderte. - Imposible, Lara –se rehusó la beduina-, soy chamán de una tribu, jamás empuñaré un arma de fuego, jamás. Prefiero morir antes que hacerlo. - Pues yo prefiero que lo hagas antes de que mueras –terció Lara, suplicante-, he perdido a mi madre, a mi padre, a Werner y a unos cuántos amigos: no se repetirá jamás. Putai titubeó, pero segundos más tarde, tomó las armas y siguió a su amiga, que le echó una mirada de reproche. Llegaron a una sala inmensa en lo alto de toda la cámara; evidentemente lo que tenían que hacer ahora era bajar lentamente. Dos molestos murciélagos se acercaron a perturbarlas, pero ellas los liquidaron de un disparo cada una. De frente había una puerta abierta de bronce, y a la izquierda de la entrada, unas escaleras. - Escucha, Lara: yo entraré por la puerta, y tú desciende por las escaleras. - Muy bien –aceptó ella, y se separaron. Al terminar de bajar las escaleras, Lara saltó y se aferró a la cornisa que encontró de frente, con un interruptor a la izquierda y una puerta cerrada a la derecha. Activado el interruptor se abrió la puerta, pero tan pronto Lady Croft puso un pie adentro, el suelo comenzó a venirse abajo. - ¡Lara, sal de ahí! –gritó Alister. La exploradora se trepó a un saliente cercano, que enseguida comenzó a derrumbarse; pero antes de eso, ella logró alcanzar la liana que había en lo alto y se aferró a ella mientras veía como todo el suelo caía. A continuación se balanceó hacia delante hasta saltar sobre suelo firme, y descendió escaleras abajo. El lugar comenzó a inundarse de arena, por lo que tuvo que acelerar la marcha; para colmo, filosas cuchillas comenzaron a caer desde lo alto del techo. Una de ellas le rozó la coronilla, otra casi la hubiera atravesado de no ser porque giró justo a tiempo, y otras cinco la habrían ensartado si no hubiera corrido en zigzag para esquivarlas. Pasado el peligro, Lara, toda sucia de arena, se dio cuenta del gran peligro que corría: Ramsinit sabía que había una intrusa en su Cámara, y no descansaría hasta hacerla papilla. Gracias a que tenía poca fuerza, caminó muy lentamente, y prestando tan poca atención que cayó a un pozo. Ahora no sólo Lara, sino también Zip y Alister, gritaban aterrados. Finalmente, ella se estrelló dándose un golpe en la cabeza que la dejó inconsciente. Mientras tanto, ecos del pasado retornaban a su mente… - Realmente tienes una hija muy bien educada, querida –felicitaba Lady Angeline a la cuñada de su esposo. - Gracias, Angeline –sonrió Lady Croft complacida-; apenas tiene cinco años, pero para su edad es una niña muy inteligente. - Se nota –corroboró Lord Errol-, el profesor Kane me ha dicho que es una alumna ejemplar. - Y cuando crezca, será tan hermosa como tú, mi amor –dijo cariñosamente Lord Croft a su mujer. - Mucho más que yo –respondió ella, besándolo. Lord Richard Croft y Lady Amelia Croft habían invitado a cenar al hermano de éste y su mujer, que quedaron admirados de los modales de la pequeña Lara. - Será toda una dama inglesa –apuntó Lady Angeline. - De hecho, un amigo nuestro, Lord Farrington, tiene un niño de su edad, estoy seguro de que si se conocen serán muy buenos amigos, y quizá, con los años, algo más que eso –añadió Lord Errol. Entonces el mayordomo, un hombre joven, fornido y de pelo castaño, llegó corriendo y algo preocupado. - ¿Qué ocurre, Winston? - Lady Croft, venga pronto: su hija está llorando, no quiere hablar con nadie más que con usted. El corazón de madre de Amelia intuyó que no ocurría nada bueno. El nerviosismo también se reflejaba en el rostro de su marido y de los dos invitados. - Discúlpenme, ya regreso –dijo humildemente, poniéndose de pie. La pequeña Lara lloraba estruendosamente desde la cama, en su habitación toda decorada de rosa y repleta de juguetes hermosos y de alta calidad. - ¡Mami! ¡Mami! –la niña extendió los brazos al verla llegar. - ¡Lara, mi vida! –Amelia abrazó a su hija al instante. La mujer lucía muy hermosa, con su largo cabello negro suelto y el vestido de noche de color azul. Tenía sólo treinta años y era una gran figura de la aristocracia británica, pero más allá de todo, una gran esposa y una excelente madre -¿Qué te ocurre? - Tuve una pesadilla –repuso la criatura enjugándose las lágrimas. - Bueno, bueno, ya pasó –la consoló, abrazándola nuevamente y dándole besitos en la cabeza-¿Quieres que te lea un cuento? - ¡No, un cuento no! - ¿Por qué no? –se extrañó Amelia-Tú adoras los cuentos de hadas. - Ya no –repuso Lara-¿has visto que allí nadie tiene mamá? Cenicienta no tiene mamá, Blanca Nieves no tiene mamá, Bambi no tiene mamá, la Sirenita no tiene mamá, ¿por qué? - No lo sé, hija –dijo Lady Croft con franqueza-.Debe ser por lo horrible que es quedarse sin mamá de pequeño. La madre es un ángel de la guarda para cada niño. - ¡Eso fue lo que soñé, mamita! –La pequeña rompió a llorar y abrazó a su madre-¡Soñé que tú te morías y me dejabas sola! Un horrible presentimiento recorrió la mente de Amelia. Rápidamente lo disipó, después de todo, ella de pequeña también había tenido pesadillas de ese tipo. - ¡No, princesita, no! –la consolaba mimándola, mientras ella lloraba sin cesar-Aquí está mamita, vivita y coleando, para hacerte muchos mimos, leerte muchos cuentos y hacerte muchos muchos muchos mimitos. - Yo te quiero mucho, mami, mucho –repuso Lara mirándola fijamente mientras su madre le secaba las lágrimas con sus dedos. - Tu madre siempre te acompañará, Larita. - ¿Lo prometes? –inquirió ya más tranquila. - Lo prometo –afirmó Amelia sonriente mientras besaba su carita una y otra vez. Por suerte Lara se sentía mejor, y ahora reía feliz, en los brazos de su mamá. Lara comenzó a reaccionar muy lentamente, aturdida por el dolor de cabeza causado por la caída. Cuando se incorporó, se vio ante un hombre joven, moreno, apuesto, vestido como Faraón egipcio, que la miraba con repugnancia. - Con que hasta aquí has llegado, ¿eh, mortal? Me presento, soy el Faraón Ramsinit, dueño de estas riquezas, estoy condenado a permanecer aquí por toda la eternidad, y veo que tú querías robarte lo que con tanto esfuerzo he conquistado. - ¿Para qué lo quieres, si tú estás muerto? –repuso ella. Por la expresión colérica de Ramsinit se dio cuenta de inmediato de que no debió haber dicho eso. Echó una mirada a su alrededor y se vio en una sala completamente dorada, con una puerta cerrada y repleta de ataúdes. - ¡Insignificante mortal! ¡Ahora me conocerás enojado! Ante su orden, todos los ataúdes se abrieron, y de ellos salieron momias enfurecidas. - ¡Ataquen! –ordenó Ramsinit. El Faraón se elevó en el aire para observar la escena: de cada esquina, momias rodeaban a Lara, quién desenfundó sus pistolas, decidida a no darse por vencida.
  25. Que bueno que mencionaste a Clarisa, ya se sabrá más de eso...
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