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Tomás

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  • Cumpleaños 29/12/1989

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    Argentina
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    Me gusta escribir, mirar el Chavo del Ocho y jugar al Tomb Raider. Amo a Lara, Natla y Amanda y odio a los enemigos atlantes de TR1

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  1. ENTREGA 71 Julia Boaz se paseaba tranquilamente por las instalaciones de su sede, lujosas y silenciosas. Había tomado algunos años construir y organizar el establecimiento, pero el producto final había resultado sencillamente inmejorable, integrado por decenas de padres que, como ella, deseaban justicia. Justicia. Aquella palabra tan mencionada en el lenguaje cotidiano pero tan poco aplicada. Era justamente eso lo que Julia, como líder y madre de una cabalística muerta, buscaba lograr y todos quienes integraban la sede le estaban profundamente agradecidos por su esfuerzo. Aunque ella sabía que, en realidad, le correspondía poco mérito, ya que el brillante plan que tenían en mente ni siquiera había sido ideado por ella misma; de hecho, la señora Boaz recién había asumido a la presidencia tras la muerte de Suzanne Felton, creadora y fundadora de la benemérita asociación. Julia se acercó lentamente a contemplar el cuadro pintado al óleo que colgaba de una de las paredes, representando a una mujer joven, de largo pelo rojo y mirada firme pero llorosa, que denotaba visiblemente el sufrimiento y coraje de aquella mujer, que no era otra que Suzanne Felton, asesinada por su propio hijo. Julia se quedó varios segundos mirando fijamente el cuadro y no pudo evitar derramar una lágrima de pena por la muerte de aquella desdichada y valerosa mujer, a la que siempre recordaría como heroína y ejemplo a seguir. - ¿Qué haces, Julia? –Mark Muller se acercó lentamente a ella. - Nada –repuso tranquilamente-. Sólo contemplando el retrato de Suzanne. Es ella quien merece el respeto de todos los familiares, no yo. - Ya no digas eso –Mark comenzó a acariciarle el cabello blanco al verla sollozar-Por algo la señora Felton te nombró presidenta si a ella le ocurría algo: tú siempre colaboraste muchísimo con la causa desde mucho antes de la muerte de Kristina, y sin tu ayuda quizás no hubiéramos avanzado tanto. La presidenta Boaz, mujer de edad y fuerte carácter, no pudo más y se echó a llorar en el hombro de Mark. - Lo siento –se enjugó las lágrimas-Con perdón de la hija de Charlotte, pero de no haber sido por esa malvada de Clarisa tal vez nada de esto hubiera pasado, y Suzanne estaría aún viva. - Es todo muy trágico, de hecho yo también perdí a mi hermano Grant, pero no puedes hablar así de una mente enferma como Clarisa. Sí aquí hay un responsable es Eckhardt –dijo Mark con ternura. - De todos modos, me aterra recordar esa historia. ¡Ella y Jack eran tan felices! ¡Incluso vi las fotos de su matrimonio! –sollozó Julia-¡Qué error cometieron en contratar a Clarisa como sirvienta! - ¿Cómo iban a sospechar de una muchacha de diecinueve años, casi una niña, con esa cara inocente, y siendo ellos tan buenos? - No entiendo como ese pobre de espíritu de Jack pudo dejarse seducir por ella –resopló enfadada. - De tan sólo imaginarme la pena de Suzanne al sorprenderlos –dijo Mark con rabia-Y la perversa de Clarisa no sólo se salió con la suya sino que no sintió una pizca de compasión. - Ya… ya… -lo apaciguó la presidenta-Clarisa ya no podrá hacer daño a nadie, y confiemos en que Suzanne ha recibido en el cielo su recompensa por todo lo que ha sufrido. ¡Asesinada por su propio hijo! –La anciana rompió a llorar, y el anciano la abrazó nuevamente. ************************************************ Sentados alrededor de la mesa de la sala, Lara, Kurtis, Konstantin, Winston, Zip y Alister bebían vasos de agua contemplando a la policía y a los médicos llevándose el cadáver de Frankyll sobre una camilla, y a Clarisa envuelta en vendas sobre otra. - ¡Qué suerte ha tenido esta zorra! –resopló Lara, frustrada-¡Aterrizar justo sobre la piscina! ¡Si no hubiera llegado la policía la hubiera dejado ahogándose, total estaba inconsciente! - Ya, señorita Croft, el rencor le hace mal –sonrió Winston paternalmente-Más bien debería alegrarse de que este jovencito me haya salvado la vida y curado completamente de la fiebre –dirigió una agradecida mirada a Konstantin. - Eso si me agrada, Winston –coincidió Lady Croft, satisfecha-Parece que te veré de vuelta ocupado en las tareas de la casa que tanto te gustan, preocupándote por mí y protegiendo mi hogar. - No hay nada que me agrade más –dijo el mayordomo sonriendo afablemente. - Además, Clarisa irá a la cárcel por el resto de su vida, pagará en vida todo lo que ha hecho –sentenció Kurtis con rotundidad-Para una mujer tan soberbia ese es peor castigo que la muerte. - ¡A propósito de la muerte! –gritó Alister de repente-¡Lara, no te he dicho nada porque intenté convencerme de que era una pesadilla, pero mientras no estabas, desde la ventana he visto a Layard! ¡Está vivo! Lara palideció al instante. - ¿Qué has dicho? Alister se desmayó sin más. Fastidiado, Zip se puso de pie y se dispuso a arrastrarlo hasta su habitación. - No le hagan caso. Sin duda esto del fuego le ha hecho perder la lucidez. Los demás lo contemplaron llevarse a Alister, y luego, Lara se dirigió a Kurtis - Bueno, señor Trent, todo indica que mañana conoceré vuestra casa, ya que me urge viajar a Paraíso a recuperar el último talismán –comentó sarcástica. - En efecto –coincidió él-Pero no creas que no te ayudaré, ¿eh? Te acompañaré durante tu exploración, por si hay algún peligro. De no haber sido por mí, Clarisa hubiera acabado contigo –sonrió. - En fin, pues tal parece que necesito un guardaespaldas después de todo –ironizó Lara. Winston dejó escapar una débil tos, que podría estar ocultando una risita. - Papá, ¿no podría quedarme unos días aquí, por favor? –inquirió Konstantin con educación. - Claro que sí –autorizó Kurtis-, claro, si Lara te lo permite. - No será ningún problema –concedió encantada-Parece que te ha encantado Surrey. Konstantin dirigió una mirada al piso de arriba, donde Greta dormía plácidamente. - Más de lo que crees –suspiró. ************************************************ Clarisa comenzó a reaccionar lentamente. La cabeza le dolía y sentía que todo su cuerpo estaba cubierto de algo. Al abrir los ojos vio que se hallaba en la cama de un hospital, repleta de vendas de la cabeza hasta los pies hasta tal punto que parecía una momia. Al pie de su cama, llorando desconsoladamente, estaba su madre, y junto a ella, un doctor de aspecto severo. - ¡Hija! –susurró Charlotte, llorosa, al verla abrir los ojos-¡Hijita mía! - ¡Madre! –exclamó Clarisa, sorprendida-¿Qué pasó? ¿Y qué significan estas vendas? ¡No las soporto! - Sufriste un horrible accidente –lloraba Charlotte-¡Te quemaste viva intentando matar a Tom! ¡Pero gracias a un milagro estás con vida! Aunque lo peor de todo es que… - ¡Que me quiten las vendas! –exigió histérica-¡Quiero ver mi rostro! Charlotte se dirigió al hombre. - Doctor… ¿pue… puede quitárselas? - Sólo las del rostro y las manos Sumamente nerviosa y viendo el rostro triste de su madre, Clarisa permitió que le retiraran las vendas, y tembló mientras Charlotte le acercaba lentamente un espejo. Clarisa tomó firmemente el espejo con una de sus manos y lanzó un espeluznante grito de furia y horror, ya que la mujer que le devolvía la mirada no era en absoluto hermosa ni sensual. Su brillante cabello negro había desaparecido, junto con sus suaves labios y los rasgos finos y bellos de su rostro, y estaba completamente calva y con el rostro quemado y repleto de horrendas deformaciones. Lo mismo ocurría con sus manos, antes blancas y delicadas, que ahora se asemejaban a las de una vieja y espantosa bruja con repugnantes garras en lugar de dedos. - Tranquila, niña –intentó tranquilizarla tristemente Charlotte al verla chillar y llorar de rabia. - ¿Tranquila? –rugió, arrojando el espejo bruscamente al suelo, causando que se hiciera añicos-¡Soy un monstruo! ¡He quedado convertida en un monstruo! –Se cubrió el horrible rostro con las manos y lloró amargamente. - Se lo merece por haber intentado matar a ese muchachito inocente –afirmó el doctor sin piedad-Y le aviso que ni bien se reponga será trasladada a prisión. - ¡Usted cállese! –le gritó Charlotte-¡Tenga compasión por mi niña! –Besó cariñosamente la mejilla de Clarisa y le susurró:-Creo que deberíamos confesarlo todo. - ¡Claro que no! –susurró Clarisa, amenazante-Es probable que tú también vayas a prisión, y la Señora te necesita. Encontraré la forma de escapar y me vengaré de todos, lo juro. - Concluyó el horario de visitas –terció el médico, que no las había logrado oír-Debe usted irse, señora. - Si, ya voy –repuso Charlotte con un hilo de voz. Acarició el rostro de Clarisa y le dijo afectuosamente:-Con quemaduras o sin ellas, tú para mí siempre serás la más hermosa. Seguida por el doctor y sin dejar de sollozar y mirar hacia atrás, Charlotte abandonó la habitación seguida por el hombre, que cerró la puerta. Ya sola, Clarisa rompió a llorar amargamente, lamentando el triste destino que le aguardaba e hirviendo de ira por el hecho de que Tom haya logrado escapar de ella. Súbitamente, Amanda Evert se apareció ante ella. - Mira a quién tenemos aquí, al monstruo más deforme de todos –se burló mientras se paseaba tranquilamente por la habitación. - ¡Mi Señora! –exclamó Clarisa asombrada. - Ya lo sé todo. Todo. –Amanda, enfurecida, la miró fijamente-¿Cómo he podido ser tan estúpida cómo para confiar en ti, bruja? –dijo con voz queda y maléfica. - ¿Cómo lo supo? –titubeó ella. - ¡Eso no importa! Lo que sí importa es que te mereces el peor de los castigos –Amanda le echó una mirada fría y despiadada. - ¿Y qué harás? –la desafió Clarisa-¿Me matarás? - Claro que no, querida. Sé muy bien que hay cosas mucho peores que la muerte –Amanda tocó su deformada frente con el dedo índice, y a Clarisa se le heló la sangre al sentir el contacto de la fría yema de la Nephilim-Ahora estás bajo una maldición: ninguna operación, ninguna cirugía, ninguna magia, ningún encantamiento podrá devolverte tu figura anterior. Qué pena me das –sonrió burlona-, has pasado de bella a bestia, y mientras yo viva, tú quedas convertida este monstruo para siempre. Amanda produjo una risotada diabólica. - ¡Monstruo! –gritó con desprecio a Clarisa-¡Eres un monstruo! ¡Un abominable y asqueroso monstruo! - ¡El único monstruo aquí eres tú! –chilló ella con el rostro contorsionado por la ira-¡Ya lo verás! ¡Escaparé de la cárcel, te destruiré y volveré a ser la misma de antes! Pero Amanda le hizo caso omiso y siguió riendo. - Es hora de que yo misma mueva los hilos en este asunto –decidió con crueldad-Pero mientras tanto. Parpadeó, y de este modo hizo aparecer imponentes espejos alrededor de toda la habitación. - Desaparecerán durante la mañana, pero durante toda la noche permanecerán aquí, para que tú contemples la horrenda y espantosa bestia que eres ahora. ¡Adiós, monstruo! Mientras producía otra carcajada, Amanda desapareció envuelta en una nube de humo, dejando a Clarisa sola, rodeada de espejos, desolada de tristeza y llorando amargamente.
  2. Tardo pero no fallo. ¡Aquí bonificación ! ENTREGA 70 En cuánto Frankyll ingresó en la habitación lo cautivó el ambiente erótico que se respiraba allí, con todo el suelo repleto de velas ardientes y una funda color rojo intenso en la cama. Pero aquello no era nada comparado con Clarisa, que le sonreía sensualmente, envuelta únicamente en una bata negra. - Hola, Denzel, te estaba esperando –le acarició el rostro, logrando que al científico se le erizaran los cabellos. - ¿Segura que no hay nadie? –tartamudeó. - No pasa nada –repuso lacónicamente-La señorita Croft está de viaje, el viejo duerme y los niños salieron. - No sabía que la Señora te había puesto aquí –sudaba mientras ella le besaba el cuello-. Creí que era en… - ¡Qué importa ella ahora! –susurró Clarisa deslizando sus manos hacia sus glúteos. Imperceptiblemente, le bajó pantalón y calzoncillos de un tirón-La noche es nuestra. Empapado en sudor y creyendo que la tetosterona le subiría hasta reventar si no satisfacía urgente su deseo, Frankyll saltó sobre sus labios y los besó agresiva y furiosamente mientras su miembro no dejaba de endurecerse. Violentamente despojó a Clarisa de su bata (debajo no llevaba nada), y, mientras ella le arrancaba la camisa, la arrojó sobre la cama. Le hizo el amor con furia, pasión y sin dejar de gemir, ya que hacía largos meses que no la poseía y extrañaba su piel blanca y fogosa y aquella mirada de perversa satisfacción que tenía en la cama. Sin embargo, le parecía que Clarisa ya no hacía el amor como antes, sino que algo faltaba en ella. Con todo, no olvidaba su maravillosa primera vez con ella… Carolina siempre había sido una bella quinceañera, divertida, feliz, generosa y sin una pizca de maldad en su corazón. Y por si fuera poco, demasiado romántica y soñadora, creía haber encontrado el amor eterno en su novio, Denzel, el chico más dulce que ella conocía. Le había entristecido mucho saber que estaba enfermo y que no podría ir a visitarla, pero pensó que le daría una hermosa sorpresa si aparecía en su casa a cuidarlo y mimarlo. Llevaba muy cuidado el cabello rizado, lucía tímida pero bonita, y se había perfumado. Incluso llevaba una caja de bombones para compartir con su novio. Sin embargo, se llevó una extraña impresión al oír gemidos desde la puerta de entrada, y cuando vio que a medida que avanzaba por la casa de Denzel se incrementaban, más aún. - ¡Sigue, sigue! ¿Aquella no era la voz de su hermana gemela? Muy nerviosa, Carolina abrió la puerta de par en par, y lo que vio la llenó de horror: su hermana y su novio se revolcaban como anguilas en la propia cama de los padres de Denzel. Ellos se quedaron paralizados al verla, y ella sintió que el corazón se le destruía en pedazos de tanto dolor. Sin poder con su dolor, cayó desmayada en el suelo. Clarisa la contempló sin el menor remordimiento y se giró hacia el muchacho: - ¿No le dijiste a la estúpida que no viniera? Sin dejar de recordar aquella espléndida tarde, Frankyll siguió haciéndole el amor cada vez con más fuerza. - Te amo… ¡Te amo! –gemía. Mientras tanto, Clarisa estiró la mano hacia la mesita de luz y tanteó hasta encontrar lo que buscaba: tijeras gordas y filosas. Discretamente las tomó con una mano y las hundió con fuerza y decisión en la nuca de su amante. A Frankyll se le cortó la respiración y abrió la boca con horror, mientras de su cuello brotaba sangre. Clarisa presionó las tijeras aún más y las puntas sobresalieron de la garganta de Frankyll. - ¡Eres un idiota! ¡Yo robé los frascos de tu laboratorio, los tengo en mi poder, y ahora haré lo que quiera con los experimentos! ¡Muérete! Clarisa hundía las tijeras con demasiada fuerza, mas no tembló ante la mirada aterrada de Frankyll, quien sin fuerzas para exhalar sus últimos suspiros, se desplomó muerto sobre la cama, inundándola de sangre. La asesina se puso la bata y lo contempló, arrojado en la cama, desnudo, lleno de sangre y con la garganta desgarrada. Se echó a reír de triunfo, pero al levantar la mirada, enmudeció de terror al ver a Lara Croft en el umbral de la puerta, mirándola sarcásticamente, primero a ella y luego al cadáver. - Qué bien, querida –sonrió con ironía, contemplando la cara de terror de Clarisa-Dime, ¿a quién más piensas matar? Por alguna extraña razón, Clarisa sintió miedo. Detrás de Lara estaban Kurtis y Konstantin, seguidos por Zip, Alister y los niños. Estos últimos la miraban con miedo, pero la mirada de Lara y los Lux Veritatis era encolerizada. - Ya sé que la Cábala te ha enviado –espetó Lara con furia mientras desenfundaba sus dos pistolas-Y también sé adónde te enviaré yo ahora mismo. - Lara –dijo Clarisa asustada-, no es lo que crees. Yo puedo explicarlo absolutamente todo, esto es un horror. Kurtis echó a reír y le apuntó también. - ¿Puedes explicar como vendiste al amigo de Lara y a mi padre a Eckhardt? - ¿O cómo quisiste envenenarme a mí con ese licor antes de mi viaje a Méjico? - No era para ti, Lara –replicó Clarisa, sudorosa de miedo-¡Yo quería envenenar a Tom! –Lo señaló furiosa con el dedo. - ¿Y crees que eso te redime? –Lara le apuntaba cada vez con más furia. - ¡Déjame explicarte, no hagas nada de lo que te arrepentirás! –rogó Clarisa. - ¡Deja de engañarme! –gritó Lara-Por más buena actriz que seas, no te funcionará. Éste es tu fin. - ¿Qué harás? –inquirió Clarisa-¿Me dispararás como una psicópata como has hecho con Amanda? - ¿Qué sabes tú de Amanda? –se sorprendió Lara. Clarisa había logrado su cometido: distraerla. De manera que empujó a Lara al suelo, jaló a Tom de un brazo y le apuntó a la cabeza con un revólver. El miedo se reflejaba en la cara del muchacho. - Todos fuera o lo asesino –juró, encolerizada. - ¡Suelta al chico! –exigieron Lara y Kurtis a coro. - ¡Nunca! –gritó ella. Tom le encajó un rabioso mordisco en la mano, que la hizo chillar de dolor y soltar el arma al suelo. Rápidamente, Kurtis recogió el arma y le apuntó en la cabeza. - ¡Esto es por mi padre! –gritó. Pero, antes de que disparara, Clarisa arrojó una de las velas al suelo, generando un incendio que hizo retroceder a todos, y echó a correr hacia la puerta trasera de la habitación, jalando a Tom de los pelos. En ese momento, Greta y Alister cayeron al suelo, desmayados, mientras el resto comenzaba a toser. Un grito se oyó de una de las habitaciones. - ¡Auxilio! ¡Me… han… envenenado! - ¡Es Winston! –gritó Lara, asustada-¡Esa zorra lo envenenó! - Yo apagaré el fuego –decidió Kurtis-Lara, quédate conmigo. - Muy bien –coincidió Konstantin-Zip, llévate a Alister, yo sacaré a Greta de aquí y curaré al mayordomo. - Espero que no sea pesado este afeminado –comentó Zip. - ¡Ya hazlo! –gritó Konstantin en un tono que no admitía réplica, mientras tomaba a Greta en brazos, corriendo en dirección a la voz del anciano. - Mi abuelo –susurró, recuperando lentamente la conciencia-Mi abuelito. - Tranquila –murmuró el muchacho cariñosamente-Yo salvaré a tu abuelo. - ¡Aughh! –gritaba el anciano. Konstantin sabía que debía correr pronto, pero también sabía que, si lo hacía, podría ocurrirle algo a Greta, y jamás consentiría que se hiciera daño la preciosa criatura que tenía en brazos, a la que sujetaba con todo el cuidado del mundo. ****************************************************** Zip llevaba a rastras a Alister hasta su cuarto, sujetándolo por un brazo. - ¡Oh, ******! ¡Eres más pesado que Lara cuando se enoja! –se quejó. - Mami… mamaíta –Alister comenzó a recobrar lentamente la conciencia. - ¡Vamos! –replicó fastidiado-Hazla más fácil. - Mami –seguía repitiendo Alister. ****************************************************** Konstantin depositó delicadamente a Greta sobre su cama. - Abuelito… abuelito –repetía ella. - Todo estará bien –murmuró en su oído con ternura-Ahora iré a curarlo, luego vendré por ti. Winston siguió chillando. Konstantin sabía que no debía perder tiempo con la bella nieta del hombre, pero le costaba mucho dejarla, de modo que la besó en la mejilla y salió de la habitación. ****************************************************** Finalmente, y ayudado por sus poderes, Kurtis logró apagar completamente el fuego. - ¡Ya era hora! –exclamó, y se dispuso a correr, pero Lara lo tomó del brazo. - ¡Kurtis, espera! –Él se giró hacia ella-Óyeme, tú te quedarás esperando afuera, que yo atacaré, y si me pasa algo, entras y la atacas por sorpresa. - ¿Qué dices? –El Lux Veritatis no dio crédito a sus oídos. - ¡Eso mismo! –dijo Lady Croft con firmeza. - ¡De ningún modo, Lara! ¿No viste lo que es capaz de hacer esa ****? –dirigió su mirada al cadáver destrozado de Frankyll y a la cama bañada en sangre-¡No voy a permitir que arriesgues tu vida de ese modo! - Yo no soy una mujer cualquiera, y lo sabes. He acabado con incontables monstruos. - ¡Pero ninguno tan perverso como esta psicópata! - ¡Confía en mí! –pidió Lara-Y ya basta de charla, Tom está en peligro. Y echaron a correr. ****************************************************** Winston, sintiendo un dolor insoportable e inconcebible, se debatía en su cama, chillando y gritando de dolor pese a que le dolía la garganta. - Tranquilo –Konstantin llegó apresuradamente, y se arrodilló junto a la cama del anciano, a quien le tocó la cara con ambas manos. El contacto de las cálidas y sanadoras manos del muchacho brindó una gran sensación de alivio al anciano, quien sintió que todo dolor y malestar lo abandonaba lentamente, y que incluso su fiebre disminuía. Abrió los ojos y vio a Konstantin sonriéndole abiertamente. - ¡Salvaste mi vida! –susurró Winston con profunda admiración. - Y no sólo eso, señor: queda usted curado de la fiebre. - Pero… ¿qué pasó? –inquirió mirando a ambos lados de la estancia. - Fue Clarisa: ella lo envenenó –sentenció el chico con gravedad. - ¿Clarisa? ****************************************************** En una habitación del piso más alto, Tom se hallaba atado y amordazado, mientras Clarisa rociaba todo el suelo con kerosene. - ¿Sabes qué? –dijo con desprecio-Lo más seguro es que vaya presa luego de esto, ¡pero no me importa! ¡No me importa! ¡Porque voy a borrarte de la faz de la Tierra de una vez por todas! Tom intentó chillar, en vano, sudando y aterrorizado, mientras Clarisa reía de triunfo con el fósforo encendido en su mano. Lo arrojó al suelo y lanzó una potente carcajada. - ¡Muere, maldito, muere! –gritó mientras el nivel de las llamas subía. Súbitamente, Lara entró en la habitación y la derribó en el suelo de un puñetazo en la cara. - Lara… escúchame –balbuceó Clarisa, incorporándose lentamente, mientras manaba sangre de su nariz. Pero Lady Croft, lejos de escucharla, volvió a golpearla y hacerla caer. A continuación, aprovechando su momento de debilidad, se abrió paso entre las llamas y desató a Tom. - Gracias, Lara –Muy debilitado, el muchacho la abrazó. - No pasa nada, estarás bien –susurró maternalmente. Sin embargo, Clarisa, con la mirada furiosamente desquiciada, derribó a Tom de una patada. Ya había ido demasiado lejos. Mientras el nivel de las llamas subía alarmantemente, Lara jaló furiosamente del cabello de Clarisa, deseando hacerle todo el daño posible a aquella malvada asesina. Entre las dos mujeres se desató una lucha feroz, mientras Tom huía despavorido de la habitación. Finalmente, Clarisa logró vencer a Lara de un golpe en la nuca que la dejó inconsciente. - Me has obligado a hacerlo –terció la morena, mirándola-Morirás aquí, por haberlo estropeado todo. Se encaminó hacia la puerta de la habitación, pero se estrelló con la mirada enfurecida de Kurtis. - No voy a perder tiempo contigo –dijo tranquilamente. Y sin más, la empujó con fuerza hacia las llamas ardientes. - ¡Me quemo! ¡Me quemo! –chilló Clarisa, que estaba quemándose viva. Sin hacer caso de ella, Kurtis se internó en la estancia, tomó a Lara delicadamente en brazos y echó a correr de allí. Entretanto, Clarisa perdió el equilibrio y cayó por la ventana. Mientras caía al vacío lanzó un largo y horripilante chillido, y luego, un silencio total.
  3. Ojalá fuera tan simple, Luciano, pero no, los demonios llegaron de Avalón pero el único portal está en Grecia, y quién los envió no se sabe. ENTREGA 69 - Vaya, vaya, señorita Croft, me sorprende que haya usted llegado tan lejos –comentó Takamoto pavoneándose por la estancia-, es en verdad admirable. Pero por un lado, me parece una pena que tanto esfuerzo haya sido en vano; aunque, por el otro, después de todas por las que usted me ha hecho pasar, quisiera estar presente en el instante de su muerte y ser quién la produzca. - ¿Sabe qué, Takamoto? –dijo Lara con cierto aburrimiento-No le recomiendo que lo haga, porque todos los que desearon eso acabaron en el infierno. Aún está a tiempo de redimirse. El japonés echó a reír. - ¡Señorita Croft, me está tratando como a un crío! - Pues tiene razón, qué tonta he sido –replicó Lara con el sarcasmo habitual-, ya que semejantes arrugas y patas de gallo, señor Takamoto, denotan que usted está muy lejos de ser un crío. Konstantin y Charles reprimieron la risa. - Pero, sin embargo, por más que sea un viejo se nota a leguas que tiene el cerebro y la mentalidad de un niño –añadió Kurtis burlón. Takamoto enrojeció de cólera. - ¡Guardias a mí! –rugió-¡Destruidlos! En el acto se aproximaron seis aztecas enarbolando lanzas, pero Lara y Kurtis ya habían desenfundado sus armas y dejarlos fuera de combate fue cuestión de segundos, cada uno se había cargado a tres - ¡Inútiles! –exclamó Takamoto-¡Guardias! ¡Sirvientes! –bramó. De inmediato las cuatro paredes quedaron abarrotadas de aztecas, hasta tal punto que Lara y Kurtis se vieron prácticamente acorralados. - Esto está mal –musitó Kurtis. - Mira y aprende de la Maestra –sonrió Lara con soberbia, y con un disparo, girando a ambos lados de la estancia, exterminó a todos en un abrir y cerrar de ojos. - ¡Noooooo! –aulló Takamoto, sin poder creerlo-¡Esbirros a mí! Tres trols, altos, gordos y empuñando garrotes, se abalanzaron sobre ellos. - Pan comido –dijo Lady Croft. Les disparó a todos, pero fue completamente inútil. Uno de los trols la tomó por una pierna con brusquedad y, mientras ella chillaba asombrada, la arrojó a un costado del suelo. Mientras Takamoto lanzaba una brusca carcajada, Kurtis extraía una magdalena de su bolsillo y la arrojaba hacia el trol, lo que le provocó un estornudo, segundo que Kurtis aprovechó para volarle la cabeza de un tiro. - Increíble –susurró Lara mientras se ponía de pie. - Mira y aprende del Maestro –dijo carismáticamente Kurtis mientras arrojaba una tercer magdalena al trol restante, provocándole un nuevo estornudo. Acto seguido, la cabeza del animal rodaba por el suelo. - ¡Vaya! –exclamó Charles, admirado. - ¡Eres el mejor, papá! –gritó Konstantin, orgulloso. - ¡Diablos del infierno! –se encolerizó Takamoto-Si no alcanza con esto, de seguro lo que sigue bastará –en su rostro se dibujó una cruel sonrisa. Pero, antes de que pudiera hacer nada, Lara lo empujó por la espalda y lo hizo caer al suelo, haciéndole perder el sentido. - Es la tercera vez que peleo contra este gusano, y jamás en mi vida he librado una batalla tan sencilla en mi vida –comentó Lara con suficiencia, extrayendo el Anillo de Inti de su dedo. En el suelo, junto a Takamoto, había un artefacto de color rojo intenso en forma de llamarada. Lady Croft se inclinó para recogerlo. - El Talismán Fuego –sentenció. - ¡Maravilloso, Lara! –exclamó Alister con emoción- Pero, creí que estaría junto a la Armadura de Sir Lancelot, y no hay ni rastro de ella. - Es cierto –coincidió Lara, pensativa-¿Dónde estará? - ¿Está usted segura, señora? –inquirió Greta al cabo de un rato-Yo soy irlandesa, claro, pero a juzgar por las pocas veces que vine a Inglaterra, creo que el parque de diversiones no queda por aquí. - Tonterías –repuso Charlotte, que no dejaba de sostener su mano y la de los niños con firmeza mientras tiraba de ellos para que avanzaran-Estamos en el camino correcto. - ¡Cuidado! –exclamó Greta, bruscamente. Un objeto que Charlotte identificó como el Churigai pasó volando sobre ellos en dirección a la anciana, que se vio obligada a arrojar a los niños al suelo junto con ella para que no sucediera nada. Una misteriosa figura con una capucha negra tomó a los tres niños bruscamente de las manos y echó a correr de allí, no sin antes recoger el arma del suelo, dejando a Charlotte tirada ahí. - Casi me mata –se dijo profundamente asombrada. ******************************************************************************************** Mientras tanto, Lara, Kurtis, Konstantin y Charles conversaban animadamente en el cálido hogar de este último. - Sin duda muy difícilmente olvidaré este día tan emocionante –comentó Charles con regocijo. - Para mí no ha sido nada emocionante, a comparación de lo que yo he vivido –dijo Lady Croft-Pero, ¡Qué honor haber compartido esta aventura con el Cazador de Demonios! –exclamó sarcástica mirando a Kurtis-Que método ortodoxo de aniquilar un trol, ¡arrojándole magdalenas que tu mujer te obsequió para que comieras! ¡Así se lo pagas! - Toda cosa dulce hace estornudar a esos monstruos –explicó él-Desde luego, el estúpido de Takamoto tendría que habérselo imaginado. - Aunque fue impresionante hallar esas criaturas diabólicas en un país del continente americano –se extrañó Konstantin-Mi teoría es que alguien que no desea vernos vivos las ha enviado. Y desde luego no me refiero a Takamoto, sino a alguien más astuto. Y si… ¿y si fuera la mujer de la que les comenté? - Ya que lo mencionas –interrumpió bruscamente Kurtis-Lara, durante nuestro trayecto por el Dorado he tenido extrañas visiones en mi mente. Expectantes, los otros tres se arrimaron a la mesa para oírlo. - Eran sobre una mujer morena, de largo pelo lacio, bastante bella y más o menos de mi misma edad –explicó Kurtis-, engañó a mi padre y a otros Lux Veritatis para que Eckhardt, Karel y una figura a la que no le vi la cara lo mataran, y espió a tu mentor Von Croy y su amiga que parecía académica bajo el papel de su sirvienta para delatarlo ante el Alquimista. - Espera un minuto –reflexionó Lara, pensativa-Morena, pelo lacio, joven, bella, sirvienta… ¡Clarisa! –exclamó de golpe. - ¡Exacto! –saltó Kurtis-¡Así se llamaba la traidora! ¿La conoces? - Es la nueva criada de mi Mansión, y lo cierto es que siempre sospeché que no era lo que aparentaba. - ¡Es cierto! –saltó Konstantin-¡Yo vi a esa mujer en la casa! - Ella me envenenó –exclamó Lara, sin poder creerlo-¡Seguramente en ese licor que me dio! Y de no ser por Konstantin yo ahora estaría muerta. Y todas las veces que Winston decía que lo estaban envenenando, la desaparición de Frank, uno de los jardineros, y el pánico que los niños pequeños le tienen desde que llevaron presa a esa anciana envenenadora… - ¡Oh, no! –dijo Kurtis-¿Será entonces que la Cábala está de regreso? - Seguramente –coincidió Lara-, pero hay algo más importante aquí: una peligrosísima asesina en mi hogar. ******************************************************************************************** El estado de Vivian era verdaderamente lamentable. Ojerosa, demacrada, repleta de sangre, tratada como un trapo viejo y dopada. Frankyll, siguiendo las órdenes de Amanda, casi no la alimentaba, experimentaba con ella casi las veinticuatro horas, la bañaba en agua helada, le suministraba extrañas drogas y la torturaba con raciones de electricidad y arañas sobre sus delicados hombros. La muchacha, sumergida en aquel inmenso dolor pero dominada por la droga, apenas era consciente de lo que ocurría, sabía que estaba en manos de un loco peligroso en un manicomio de pesadilla, pesadilla de la que deseaba despertar con todas sus fuerzas, sin el menor éxito. - Suficiente por hoy, preciosas, el experimento concluirá muy pronto –susurró cariñosamente el científico a las arañas mientras las tomaba entre sus manos y las introducía delicadamente en un frasco. Vivian le echó una mirada fría, vacía, sin vida. Quería morir, escapar de aquel tormento constante, que todo terminara, que el esbirro de Lara y William la dejara en paz. Quiso llorar, pero las lágrimas no brotaron de sus ojos, y entonces sufrió por no poder llorar. La puerta del laboratorio se abrió de par en par y Clarisa entró con mirada de triunfo. - ¡Mi amor! –exclamó Frankyll mientras la tomaba fogosamente entre sus brazos y la besaba en la boca. -¡Qué rico perfume! –exclamó con deleite-Así me seduces muchísimo –y comenzó a besarle el cuello compulsivamente. - Ya, déjame –lo apartó cariñosamente-No es lugar ni momento, Denzel. - Hace mucho que no hacemos el amor –dijo Frankyll empapado en sudor, propio del deseo sexual que Clarisa le inspiraba. - Ya habrá tiempo, amor mío –susurró con cariño-¿Sólo para eso me has llamado? - No, mira –señaló a la dopada Vivian-, la Señora Amanda está en este momento hablando con uno de sus espías y necesita que por favor cuides a la paciente –añadió con cruel deleite. - ¿Por qué? ¿Tú que tienes que hacer? - Recorrer las instalaciones en busca de unos frascos que tan desaparecido, creo que alguien me está robando –repuso Frankyll, con preocupación. - Bah, no te persigas –desestimó Clarisa-Ahora ve. - ¿No me darás un besito? –se le acercó cariñosamente. - Lo siento –se apartó ella, sonriendo-Me estoy guardando para nuestra noche especial. En cuánto el experimento haya concluido y mi trabajo también, tendremos nuestra noche. –Se acercó melosamente hasta la malherida muchacha y acercó su rostro al suyo-Estoy segura de que seremos muy buenas amigas –añadió torciendo la boca en una mueca cruel. Frankyll sonrió con maldad y cerró la puerta tras de sí. Pese a su estado, Vivian sabía que se hallaba en manos de una mujer demoníaca, la cual tomó una filosa jeringa de la estantería y la irguió ante ella. Vivian abrió los ojos con horror, temiendo lo peor. Decidida y sin piedad, Clarisa la pinchó.
  4. ENTREGA 67 Lara y Kurtis se hallaban cautivos en una extraña celda, encadenados y custodiados por un centinela azteca que daba vueltas alrededor de ellos, lanza en mano. - Lara, ¿exactamente qué lugar es éste? –inquirió Kurtis en voz bajita, de manera que el centinela, que daba la apariencia de ser un perro guardián, no pudiera oírlos. - Ésta es, sin duda, la Pirámide del Sol, fundada por la Triple Alianza en honor al dios Inti. - ¿Qué es la Triple Alianza? - Es una regía formada por las ciudades de Tenochtitlán, Tlacopán y Texcoco. Si no fuera por la oscuridad del ambiente, estoy segura de que veríamos preciosas esculturas y pinturas. - Pues te cuento que si yo no me he defendido es únicamente porque tú me lo has pedido. - Tengo mis motivos –sonrió enigmáticamente Lady Croft-Zip, ¿has localizado a Takamoto? - Lo he visto en lo alto de la Pirámide –informó el negro-Y con él están Konstantin y Charles. - ¡Mi muchacho! –exclamó con rabia el Lux Veritatis-¡Esto se acabó! –Cerró los ojos, se concentró profundamente e hizo estallar las cadenas que lo sujetaban. - Pero… ¿Qué es esto? –farfulló el centinela, confundido, cuando la siguiente descarga enérgica de Kurtis rompía las cadenas que sujetaban a Lara. - Comienza a rezar –dijo duramente la exploradora mientras desenfundaba las dos pistolas y le apuntaba al azteca. - No, no, por favor, no lo haga –el centinela, temeroso, retrocedió unos pasos, hasta caer de espaldas a un pozo que había poco más allá. Su grito de derrota produjo gran eco en el sórdido lugar. - Oye, Lara, ¡pobre hombre! –se burló Kurtis. - ¡Tonterías! –repuso-El pozo no parece muy profundo, probablemente esté desmayado. El problema ahora es que estamos en el fondo de la Pirámide y necesitamos llegar hasta la parte más alta. - ¿Recuerdas en el Bio Domo, cuando me propusiste trabajar juntos? ¡Ahora es el momento! –apremió Kurtis con voz decidida. Lara esbozó una sonrisa sarcástica y prendió una bengala. Luego, ambos aventureros avanzaron, percatándose de las preciosas pinturas y esculturas que había en las paredes, algunas representando la Ciudad Dorada en toda su majestad, otras en honor al Emperador Moctezuma y su ejército de guerreros aztecas, y otras, al poderoso y omnipotente Inti con su anillo dorado. - ¡Qué belleza, Lara! –exclamó Alister, admirado-Espero que Zip saque buenas fotos de este espectáculo. - En verdad es una hermosura todo el ambiente –comentó Zip-, pero tengo una pequeña crítica: ¿qué hay de los monstruos, las trampas, los peligros? –preguntó decepcionado- - Estoy de acuerdo, Zip –coincidió Lara visiblemente frustrada-Una pirámide sin desafíos es cómo una leche sin azúcar. Repentinamente, Lara y Kurtis vieron ante sus ojos a un anciano horrorosamente feo con larga melena gris, feroces ojos rojos, afilada dentadura, sombrero rojo y que llevaba un cayado acabado en un pincho metálico. - ¡Oh, no! –susurró Kurtis. - ¿Quién es? –inquirió Lara, apuntándole. - Es un Gorro Rojo –explicó el guerrero-, un demonio que suele atacar a las víctimas de los castillos, generalmente británicos. - Pues vaya originalidad la de este bichillo –comentó Lara con tono sarcástico-Se llama igual que el color de su gorro. Sin más, el Gorro Rojo se abalanzó sobre ellos, que lograron esquivarlo justo a tiempo saltando a la otra punta de la habitación, lo cual enfureció aún más a la criatura, que rechinaba los dientes con rabia. - ¡Ay, qué miedo! –se horrorizó Alister-¡No quiero ver! - Venga, hombre, no seas gallina –apremió Zip-No da tanto miedo. Entonces el Gorro Rojo se abalanzó sobre Lara y la inmovilizó contra el suelo, mientras profería una risa tan burlona como chillona y le apuntaba con su cayado. - ¡Retiro lo dicho! –chilló Zip, aterrorizado, mientras la exploradora forcejeaba inútilmente por quitarse al bicho de encima. - ¡Déjala tranquila! –gritó Kurtis mientras disparaba al bicho. Un chorro de sangre brotó de su muslo, provocándole un chillido de dolor. Lara, entretanto, aprovechó los instantes para quitarlo de encima suyo y ponerse de pie, mientras el Gorro Rojo, echado en el suelo, gemía de dolor. - Muy bien, Gorro Rojo –espetó Lady Croft apuntándole con sus armas-Te enviaré a hacerle una visita al hombre del traje rojo. - ¿Santa Claus? –inquirió Zip, extrañado. - Ése no, el otro, el de abajo –bromeó Lara ya con los dedos apoyados en los gatillos. Pero, justo entonces, el engendro se incorporó y, tras lanzar un rugido, lanzó su cayado en dirección de Lara. - ¡Cuidado! –exclamó Kurtis, asustado, y sin más empujó a Lara, recibiendo por poco el ataque, ya que la punta del cayado le rozó los pantalones. Sin embargo, se había arrojado al suelo tan bruscamente que se lastimó ligeramente la pera y el pecho. - Ahora sí estoy cansada de ti –Lara acribilló a tiros al Gorro Rojo mientras saltaba sin cesar a izquierda y derecha, pero muy pronto comprendió que los disparos solo le causaban breves fogonazos de dolor y nada más. - Tal parece que no tiene caso –comentó Alister, desesperanzado. - ¡Oh, por Dios! –exclamó Zip. - ¡Eso es! –saltó Lady Croft con regocijo. Extrajo del bolsillo de su pantalón una vieja estampita de la Virgen María con el Niño Jesús en brazos y se la enseñó de frente al Gorro Rojo-¡Eh, monstruo colorado! ¡Mira esto! El Gorro Rojo comenzó a chillar horrorosamente mientras se agarraba la garganta con ambas manos, hasta que finalmente, explotó estruendosamente. Sin perder un segundo, Lara se inclinó sobre el cuerpo de Kurtis. - ¿Estás bien? –inquirió. - Sí, no es nada –farfulló el Lux Veritatis mientras se ponía de pie. - ¿Cómo lo has hecho? –saltó Zip, estupefacto. - Fuiste tú el que me hizo recordarlo, así que te agradezco, querido amigo –Lara esbozó una sonrisa encantadora. - ¿Recordar qué? –inquirió Alister, confuso. - Una vez, en un libro sobre criaturas fantásticas, leí que al Gorro Rojo se lo derrotaba enseñándole imágenes de santos o ángeles. - Pero, ¿de dónde sacaste la estampita? –preguntó Alister-No te hacía tan devota. Lara no respondió, sino que echó una triste mirada a la imagen… - ¡Oh, mamá! ¿Y ahora qué haremos? La niña lloraba acurrucada en el pecho de su madre, que la abrazaba con fuerza. Amelia, por su parte, echó una mirada a su alrededor, a las montañas de Nepal, a los restos del avión estrellado, y los cadáveres del piloto y el copiloto. ¿Ahora qué sería de ella? O peor aún: ¿qué sería de la criatura? Pero Amelia, como madre, sabía que debía ser fuerte para contener a su hija. - Tranquila, Lara –susurró con cariño-Estaremos bien, no ocurrirá nada –Apartó delicadamente a su hija de su regazo y le enjugó las lágrimas-Voy a darte algo –y extrajo la estampita de María y Jesús de su bolsillo y la tendió ante ella. - ¿Para mí? –inquirió Lara. - Así es –afirmó Amelia-Me ha protegido siempre, y gracias a ello hemos sobrevivido, pequeña –dijo sonriendo-, pero de ahora en adelante es tuya, para que te proteja igual que a mí. Su hija la tomó entre sus manos y se la guardó. - Gracias, mami –susurró con voz aguda. - Siempre te cuidará, Lara –sonrió cariñosamente Amelia mientras volvía a abrazarla con dulzura. - ¿Qué te ocurre, Lara? –inquirió Kurtis al verla extraña. - Nada –afirmó rotundamente guardando la imagen en su bolsillo y mirándolo de frente-A continuar. - Yo iré delante –decidió Kurtis-, para cubrirte la retaguardia. - Si hay algo que no soporto es el machismo –replicó Lara-. No necesito que nadie me proteja. Pensó que Kurtis iba a negarse, pero sin embargo… - Como quieras –se encogió de hombros y permitió que ella fuera delante. “¡Qué impredecible!”, pensó Lady Croft mientras desenfundaba las pistolas y avanzaba lentamente, con Kurtis siguiéndola, Boran en mano. Luego de sortear trampas y acertijos sin dejar de oír los comentarios de Zip y Alister, Lara y Kurtis se vieron ante una imponente y extensa escalera de pared, tan dorada como la pirámide. - Sin duda conduce a la cima, donde estarán mi hijo y tu amigo con ese canalla –observó Kurtis. - Pues, menuda subida –comentó Lara-Me saldrán hongos en los pies. De repente se oyó una risita chillona, casi de niño. La exploradora y el guerrero miraron a ambos lados de la estancia pero no distinguieron nada, pero al mirar hacia el suelo se estrellaron con siete gnomos que pretendían abalanzarse sobre ellos. Uno de ellos pegó un salto y clavó sus afilados dientes sobre un dedo de Kurtis, que gritó de dolor. Inmediatamente, Lara le disparó al gnomo y le voló la cabeza. Pero ahora, los restantes seis se abalanzaban sobre ella, que disparó a quemarropa pero no logró atinar. Cuando ya estaba acorralada contra la pared, Kurtis disparó con aire decidido hasta dejarlos a todos sin cabeza, pero justo entonces, más de doce gnomos más se abalanzaron sobre la arqueóloga, que aunque había logrado acabar con algunos continuaba seriamente amenazada por las criaturas mordisconas. - ¡Debes salvarte! –gritó Kurtis, y justo a tiempo tomó su cintura con ambas manos y la lanzó hacia arriba, aterrizando ella de pie en lo alto de aquella escalera interminable. - ¿Qué haces? –se asomó ella, viendo como él cerraba profundamente los ojos mientras los horripilantes enanos se le avecinaban. Repentinamente, Kurtis los abrió, lanzando un grito salvaje, y una enorme bola de energía arrojó a los gnomos por los aires. Las criaturas lanzaron infantiles y atemorizados chillidos mientras se perdían en la nada. - Es increíble –musitó Lara-. Definitivamente tú no eres un hombre normal. - El único en mi clase –corroboró Kurtis irónicamente-, pero eso no me salvará de subir esta tediosa escalera. - Yo no soportaría tanto esfuerzo físico –dijo Alister, impresionado. - Tú no soportas ni cinco abdominales, rata de biblioteca –bromeó Zip. Tras unos cuantos minutos, Kurtis llegó a lo alto de todo y Lara le tendió la mano para ayudarlo a ponerse de pie. - Vaya, primero Boaz y luego los gnomos. Ya te debo dos veces la vida. - Creía que no necesitabas la protección de nadie –se burló Kurtis. - Vamos –indicó ella sin hacerle caso, y avanzaron. - Yo sólo espero que la aparición de estos demonios tenga su explicación –comentó Zip. - En cambio yo espero que no aparezca ninguno más –dijo Alister, tembloroso. - Pues lo siento por ti, pero aquí estamos ante el peor de todos ellos –comentó Lara con desdén, mientras Takamoto le sonreía con suficiencia, con Konstantin y Charles encadenados en una pared cercana.
  5. Lo siento, estas últimas no han sido las mejores épocas para escribir, pero sí para estudiar, y qué grato volver y conocerte, Ohrel, útil tener una arqueóloga aquí. Sólo decir que tu crítica estuvo muy buena y que desde la perspectiva arqueológica esa es la parte más floja del relato. Quedará algo claro en esta entrega, pero no todo es cómo parece. Sólo decir que ahora sí seré más constante y que esta escena sea considerada como una parodia, una comedia. Cuando nos ponemos serios nos ponemos serios, pero cuando reímos reímos. Besos.
  6. ¡SEÑORAS, Y SEÑORES, HE VUELTO! ¡Y YA NO ME IRÉ! Mil perdones por haber estado ausente tanto tiempo, pero en verdad no podía ni acercarme, con tanto estudio. Además, lo que sigue ahora es la parte más intensa de la historia, pero tranquilos que aún queda mucho trecho. Posiblemente mañana pueda leerme lo de Luciano y Lara Legend (adoro Harry Potter ) pero ahora tengo apuro. Besos. Lo de hoy está dedicado a Escorpio (¡Feliz Cumpleaños !) Una entrega con sus dos "personajes favoritos", jejeje. ENTREGA 67 El ambiente era tenso y callado durante el almuerzo de los Rutland, exceptuando los habituales gritos de Maggie maltratando a Ángela, la nueva sirvienta luego de que Jenny decidiera renunciar. Pero por lo demás, James se veía nervioso viendo el rostro pálido y demacrado de William, que ni siquiera había probado su comida. - Hijo, come, por favor –pidió Maggie-Aquí todos sabemos que Ángela es vieja, gorda, estúpida, tontorrona, torpe y demás cosas. Y aún a pesar de todo ella cocina de maravillas, te gustará. - Déjame en paz, mamá –gruñó William-No tengo ganas de comer –Y apartó el plato con brusquedad. - ¡Muchacho, compórtate en la mesa! –bramó James-¡Deja de actuar como un niño malcriado! - Cállate –replicó con apatía-¿No ves que he perdido al amor de mi vida? - ¡El amor de tu vida! –se rió Maggie con sarcasmo- ¿Esa inservible fracasada de Vivian era el amor de tu vida? - ¡Así es, madre! –William se puso de pie muy bruscamente y echó una mirada amenazante a sus padres, que intentaron ocultar su nerviosismo-¡Vivian murió asesinada, pero no sin decirme que tú, padre, asesinaste a su padre, y que tú, madre, fuiste la culpable de que ella perdiera su hogar, junto con decenas de pobres vecinos! - Pe… pero, hijito –farfulló Maggie mientras a James se le había quedado la boca seca-¡Míranos! ¡Somos mamá y papá! ¿Realmente nos crees capaces de hacer cosas semejantes? - ¡Claro que sí! –gritó William con furia-¡Y también los creo capaces de haber matado a Vivian! Aquello les sentó como un jarro de agua helada a ambos, que quedaron paralizados de terror. Hacía ya mucho tiempo que el senador James Rutland no había experimentado miedo, y nunca creyó que esto le ocurriría con su propio hijo, el idiota de la familia. - ¿Qué has dicho? –inquirió el viejo con voz queda. - ¡Eso mismo! –gritó el muchacho-¡Y ya mismo iré a denunciarlos a los dos! - ¡Hijo, espera! –gritó Maggie, pero ya era tarde; William ya había abandonado la sala, cerrando la puerta de un portazo. -¿Qué haremos, James? –estalló sollozando de rabia- ¡Es nuestro fin! Su marido la abrazó, y ella se echó a llorar en su hombro. - Tranquila –la consoló, enjugando sus lágrimas-De verdad que no me esperaba esto por parte de semejante idiota, pero no todo está perdido. Tengo un plan, querida, un plan drástico pero efectivo. - ¿Qué es? –preguntó Maggie, ya más tranquila - Ahora te explico. ¡Vamos al auto! –bramó, poniéndose de pie con brusquedad. - ¿Adónde vamos? - ¡A la comisaría! ¡Con el auto llegaremos antes! - ¿Qué se le ofrece, señora? –inquirió el inspector Wayne al ver a Jenny en el umbral de la puerta. - Vengo a hacer una denuncia, señor. - Pase, por favor- La anciana lucía temerosa y asustada, pero igual ingresó en el establecimiento y se sentó enfrente del escritorio del hombre. - Está usted enterado de la reciente muerte de Vivian Hart, ¿no es así? - Por supuesto, señora –terció Wayne-A salido en todos los periódicos de Nueva York. - Pues… el caso es que… -tartamudeó Jenny-Yo sé exactamente quién la mató, lo vi con mis propios ojos: William Rutland. - ¿Qué dice? –se asombró el inspector, dada la reputación puritana, honrada e inofensiva del hijo mayor del conocido político. - ¡Así es! –estalló la vieja, llorando-¡Fue horrible! ¡La frió a golpes sin ningún motivo! ¡Hombre alto y fuerte, descuartizando a tan débil muchachita! Jamás podré borrar esa espantosa imagen de mi cabeza. - ¿Cuál es su nombre y qué relación la unía al señor Rutland, por favor? –interrogó Wayne, comenzando a tomar notas en su libreta. - Me llamo Jenny Stuart y hasta hace poco era la sirvienta de la Mansión Rutland –dijo la mujer, ya más decidida. - ¿Hasta hace poco? –inquirió Wayne-¿Por qué, renunció? Jenny le hubiera contestado que el matrimonio Rutland la sometía a numerosos abusos y maltratos si Maggie y James no hubieran arribado repentinamente al lugar, cortándole la respiración. - ¡Jenny! –exclamó la señora Rutland con sorpresa-¿Qué haces aquí? - ¡Señores Rutland! ¡Qué casualidad! –exclamó Wayne estrechando sus manos. Se disponía a decirles de la denuncia de Jenny pero se frenó porque el senador tomó la palabra antes. - Inspector, venimos a hacer una denuncia contra nuestro hijo, y créanos que nos duele en el alma hacerlo. - Precisamente la señora Stuart, aquí presente, acaba de denunciarlo por la muerte de Vivian Hart. El político y su esposa echaron una asombrada mirada a su antigua empleada doméstica, sin poder creer la oportunidad que se les había presentado. - ¡Oh, Jenny, qué valiente has sido, querida! –Maggie rompió a llorar-¡Mi marido y yo lo vimos todo! ¡Pobre niña, tan joven! James, ¿qué hemos hecho mal en la educación de nuestro hijo para que obrara así? –Y siguió llorando, con la cabeza apoyada en el hombro de Rutland. - Lo sé, querida, es muy triste –suspiró. En cuánto la puerta se abrió por tercera vez y entró William, todas las miradas se dirigieron hacia él. - ¡Qué oportuna que es la vida! –ironizó Wayne al verlo. - Señor, vengo a hacer una denuncia –anunció el muchacho. - William Rutland, queda detenido por la muerte de Vivian Hart –sentenció el inspector mientras dos guardias lo tomaban, cada uno por un brazo. - ¿Qué? ¿Por qué? –exclamó aireado mientras forcejeaba. - Sus propios padres y su antigua sirvienta han presentado una denuncia contra usted. - ¡Es mentira! –gritó, ya esposado-¡Es todo mentira! ¡Ellos la mataron, estoy seguro! ¡Finalmente han resultado ser una porquería como yo creía. Y tú, Jenny, ¿por qué les hace caso? - ¡Porque yo lo vi, señor! –lloraba Jenny-¡Yo lo vi! - ¡Hijo mío! ¿Cómo pudiste hacer esto? –dijo James con tristeza. - ¡Cállate, demonio! ¿Y dices ser mi padre? - ¡Tesorito, no mientas más! –lloraba Maggie-¡Por el amor de Dios, no mientas más! ¡Paga como hombre tus errores! - ¡La verdad saldrá a la luz tarde o temprano! ¡Te pudrirás en la cárcel, James, junto con tu cómplice! –gritaba William mientras los guardias se lo llevaban casi a rastras. Cuando se perdió de vista, Jenny y Maggie siguieron llorando. - Nunca lo hubiera sospechado de él, que parecía amar tanto a la señorita Vivian –decía Jenny. - ¿Qué haré ahora sin mi hijo? –decía Maggie. - Señora Rutland, créame que comprendo su dolor –consoló Wayne con compasión-Pero tanto usted como su marido y la señora Stuart han sido muy valientes en denunciar un crimen. - ¡Usted no entiende mi dolor como padre! –lloraba James-¡Yo lo tuve en mis brazos cuando nació! - ¡Y yo lo tuve en mi vientre durante nueve meses, y soporté los horribles dolores de parto para darle la vida! ¿Por qué, Dios mío, se ha convertido en asesino? –dramatizaba Maggie. James y su mujer siguieron llorando hasta la puerta de salida de la comisaría, y una vez libres, estallaron en carcajadas hasta tal punto que les dolía el estómago de tanto reírse. - ¡Qué gran actriz eres, diablesa! –felicitaba Rutland. - ¡Y qué oportuna fue la aparición de la gorda obesa de Jenny! –reía Maggie-¡Al fin el inútil es caso cerrado! - ¡A festejar! –propuso James sin dejar de reírse-¿Qué prefieres? ¿Cine, centro comercial o teatro? - ¡Todo junto y mucho más! –aulló Maggie. El matrimonio Rutland se había salido con la suya una vez más, y esta vez, la víctima había sido su propio hijo.
  7. ¡Hola! Hace mucho que no entro y me alegró ver tantos comentarios de reclamo. Sergio, nunca me habías escrito, te agradezco tus comentarios pero tendrías que escribir seguido (y a Luciano también) así sabemos que estás allí. En realidad últimamente salgo de una y me meto en otra, Internet ya tengo pero mi mamá no me deja acercarme a la computadora porque es época de pruebas en el colegio. Tengo un poco más escrito, pero prefiero adelantar más para darles algo mejor, sino iríamos de a trocitos y no quiero eso. La frase dice "Más vale lento pero seguro", y antes que hacer algo rápido mal lo hago lento y bien. Soy muy planificador y la historia la tengo toda pensada, pero no toda escrita. Muchas gracias a todos y espero sepan esperar, y perdón por no avisar. Sergio, mientras tanto podrías dar tu opinión completa (personajes, desarrollo de la historia, impresiones tuyas) lo que quieras decir, pero constructivo. No es por molestar, es que para mi vale más una crítica negativa constructiva que un !Wow qué chulo! (y al decir ésto no me refiero a nadie.) Gracias y espero que lo entiendan.
  8. Les debo una explicación: estoy sin Internet en casa, estoy en un locutorio, pero la espera valdrá la pena, lo aseguro. Con intención o sin intención, Lara fue envenenada por Clarisa, y ella no se tomará tan leve lo que le pasó.
  9. Sí, yo mismo reconozco que la última entrega no fue precisamente la mejor, lo que pasa es que estoy algo ocupado últimamente por algo que ya les explicaré en mensajes privados. Luciano, mañana estaré más lúcido y leo tu capítulo. Hoy, el turno es de Clarisa y de 2 preguntas: 1) Ordenar los siguientes personajes desde el peor hasta el menos malo A)Amanda B)Gunderson C)Clarisa D)Maggie F)James 2)¿Quiénes son los ayudantes de Lara en cada localización que más les gustaron? A)Putai y Jean Yves, en Egipto B)El Padre Dunstan, Layard, Milca y Jairo, en Israel C)Roxie y Kelly, en España D)Vivian, en Nueva York E)Konstantin, Kurtis y Charles, en Méjico Ahora sí, un capítulo breve que dejará muchos interrogantes. ENTREGA 62 Al poco rato, llamaron a la puerta en la Mansión de Lara. Clarisa se acercó a abrir, y se cruzó con Charlotte frente a ella. - Hola, hija –saludó la madre, quedamente. - ¡Mamá! –exclamó aliviada, abrazando a su madre. - Sí, soy yo, mi amor –repuso, emocionada-No puedo estar sin verte, no te veo desde que me liberaste de prisión. - Para que veas que siempre podrás confiar en mí –sonrió Clarisa. - Siempre supe que podía confiar en ti, preciosa. ¿Está la señorita Croft en casa? - No –manifestó Clarisa-Y temo por ella, porque al querer envenenar a Tom me equivoqué de copa y le di el licor envenenado a ella. - ¿Otra vez con envenenamientos? –Charlotte enrojeció de golpe. - Sé lo que hago –terció su hija-La Señora lo aprueba. - Como quieras –se calmó su madre-Sólo vine a decirte que tenía ganas de visitar la tumba de tu hermana. ¿Me acompañarías? - Sin duda, mami –afirmó Clarisa con una cálida sonrisa. El día era gris y nublado, podía largarse a llover en cualquier momento. Y ahora, madre e hija se inclinaban ante un sepulcro: Carolina McClaggen. - Hija querida –sollozó Charlotte-No te imaginas cuánto te echo de menos. ¡Nos haces tanta falta! Siempre te recordaremos con cariño. - No hay nada que me pese más que haberte matado –lloraba su hija-Sólo que tú te lo has buscado. ¡Te quiero mucho, hermanita! Ahora, madre e hija se abrazaban llorosas, lamentando la suerte de la gemela muerta, asesinada por su propia hermana. - La extraño, la quiero en mis brazos –decía Charlotte. - Yo también –repuso Clarisa-Pero las cosas se dieron así. Mamá, estamos juntas en esta causa, debemos cumplir la última orden de la Señora. - ¿Y cuál es esa? –inquirió Charlotte. - Gretel arrojó a la malvada bruja al horno y salvó a Hansel. Los dos hermanitos lograron escpar, y al poco tiempo, hallaron a su padre. Él les dijo que la madrastra había muerto y su felicidad fue inmensa al reencontrarse con sus hijos. Hansel y Gretel se habían llevado los tesoros de la casa de la bruja, y con ellos, ellos y el papá vivieron ricos y felices para siempre. Greta había concluido el cuento que les estaba leyendo a los emocionados Bianca y Peter. - ¡Qué lindo cuento! –comentó el niño. - A mi me dio miedo –repuso Bianca-Sería horrible que haya una madrastra mala que quiera sacarte de casa y una bruja fea que quiera comerte. - Pero no existen, es sólo un cuento –tranquilizó Greta-Además, a Hansel no le pasó nada porque tenía una hermana mayor para protegerlo y devolverlos a casa con papá. - Como tú, ¿no? –dijeron los niñitos. La nieta de Winston estuvo a punto de manifestar su emoción, cuando Clarisa y Charlotte entraron en la habitación. - Hola niños, ésta es mi madre –la presentó la mucama-¡Veo que son muy hermosos! Y por eso, la tía Charlotte quiere invitarlos al parque de diversiones. - Ya hablé con Winston y Tom y están de acuerdo –sonrió su madre. - ¡Bravo! –exclamaron los niños, emocionados. De este modo, Clarisa y Charlotte tomaron a los tres niños de la mano y se alejaron de la Mansión, lugar al que no pretendían que las criaturas regresaran.
  10. Pues lo siento, tendrás que leerlo desde la 11, no es tanto. Estos días estoy un poco ocupado, pero ya continuaré. Además, con un resumen te perderías no sólo algunos detalles importantes sino también las emociones. Si alguien quiere escribirlo no lo prohibo, pero yo personalmente no.
  11. Joclo, ¿también léiste todo de golpe ? Espero verte seguido por acá, pero no vayas a olvidarte de Ana María y Luciano. Vamasa, tal vez lo notaron todos, pero los flashbacks esos no son la continuación del relato, es una recopilación de los recuerdos de Clarisa, ya publicados a lo largo de la historia. Con respecto a Kurtis, es muy raro que yo escriba algo que se me acaba de ocurrir, su aparición ya estaba planificada para la segunda mitad. Además, no van a negar que es original que esté casado y con un hijo de 15 años . ¡Ana, felicidades ! Sin darte cuenta hiciste la pregunta que llevaba esperando que alguien hiciera, ¿por qué tanta impunidad con Clarisa? ¡Ya verás! Por hoy me he permitido hacer una pequeña sátira, y aparte de eso, no todas las noticias son buenas. ENTREGA 61 - No, no, nada –manifestó el Lux Veritatis con algo de confusión-Es que desde niño tengo visiones extrañas, Lara. Mi madre asegura que son útiles, pero a mi no me convence. - Si quieres, podemos sentarnos a tomar té con galletas y me cuentas –ironizó Lara-Aunque, imagino que no querrán perderte de disfrutar de este fantástico lugar. Debemos ser los primeros humanos en siglos que lo pisamos. - No estaría tan seguro –contradijo Kurtis. Señaló con el dedo en una dirección, y Lady Croft pudo ver un set de grabación en plena aldea azteca, enfocando con cámaras a una mujer que llevaba su misma trenza y un equipo de exploración similar, y que no conforme, llevaba dos pistolas. - ¿Quién es esa imitadora barata? –inquirió Lara con rabia. - Conozco a esa actriz, pero no recuerdo de dónde –manifestó Kurtis. Se acercaron y lograron oír a la mujer hablando por auricular como el de Lara. - Bryce, no te pases. Estoy segura de que el Anillo de Inti está por aquí. - Corten –dijo el hombre que parecía el director-Angelina, un poco más de sensualidad en la voz, por favor. - ¡Ya basta! –A grandes zancadas, Lara se acercó hacia ellos-¿Qué es esto? La falsa Lara le dirigió una mirada extraña. - ¿Quién es ella? ¿Lucy Clarkson? ¿Jill de Jong? - ¡Por Dios, Angelina! –exclamaron los asistentes de grabación-¡Es la verdadera Lara Croft! - ¡Lara Croft! –Con profundo asombro, Angelina se tumbó a los pies de la arqueóloga-Es un honor conocerla, yo soy Angelina Jolie. - ¡Angelina Jolie! –gritó Zip, histérico-¡Me la paso mirando fotos tuyas! ¡Eres mi actriz favorita! - ¿Tú no eres la actriz que ha hecho películas mías? –inquirió Lara. - Así es –confirmó Angelina-Encontramos este maravilloso lugar para filmar Tomb Raider 3, que saldrá en el año 2009. “No se en que se parece esta morocha operada a mí, que soy atlética y nada fría”, se dijo Lara, a quien ser objeto de consumismo de ropa, revistas y pantalla grande no le gustaba nada. - Niña, ¿tienes idea de lo que es este lugar en realidad? –inquirió Lara, ceñuda. - No –repuso Angelina, fijándose en Kurtis-Pero sí tengo idea de quién interpretará al nuevo amante de Lara en el film. - Lo siento, no soy actor –terció Kurtis, algo atónito. Lanzando un grito de guerra, una multitud de aztecas se acercó a ellos blandiendo lanzas. - ¿Quiénes son? –inquirió Angelina-¿Los extras? - ¡Claro que no! –exclamó Lara-¡Son aztecas de verdad! Sin que pudieran hacer nada, los nativos prendieron a Lara y Angelina. - Extranjeros no invadir nuestro territorio. Nosotros llevarnos mujeres hermosas a nuestro hogar para hacerlas nuestras esclavas. Entretanto, Kurtis cerró fuertemente los ojos, y al abrirlos, los aztecas salieron disparados hasta aterrizar en el suelo, dejando así libres a la arqueóloga y la actriz. Sin pérdida de tiempo, los aztecas se postraron ante él. - ¡Inti! ¡Oh, lo reverenciamos, poderoso y omnipotente dios del Sol! “¡Esto es de no creer! ¡Primero Jean y yo somos Osiris e Isis y luego éste es Inti!” - ¡Alto ahí! –Takamoto irrumpió de repente. Lara pudo observar que llevaba un anillo dorado en uno de sus dedos.-¡Él no es Inti, yo sí! Lara pudo recordar que, en una de sus expediciones a través de Asia junto a Von Croy, su mentor le había narrado la historia del Anillo de Inti, cuyo portador sería capaz de controlar a toda la población azteca. - ¡Oh, dios Inti! ¡Oh, dios Inti! –ahora, ellos se echaban a los pies de Takamoto, mientras Lara hacía esfuerzos por asimilar en su mente el hecho de que el maldito Yakuza había llegado antes que ellos a la Ciudad Dorada. - ¡Vámonos! –exclamó Angelina. Los asistentes y el director empacaron velozmente sus cosas y echaron a correr. - ¡Ellos son traidores! –Takamoto señaló con el dedo a Lara y Kurtis-¡Aprésenlos! Ninguno de ellos pudo hacer nada, debido a la fuerza brutal de los hombres. Y ahora, eran conducidos al calabozo de la Gran Pirámide Azteca. - ¡Anaya! ¡Anaya! ¡No vas a creerlo! La negra caminaba tranquilamente por el pueblo cuando su amiga se acercó, excitada y radiante de alegría, hacia ella. - ¡Tranquila, Gabriela! –dijo Anaya-¿Qué te ocurre? Pero la bondadosa mulata no podía contenerse. - ¡Estoy embarazada, Anaya! - ¿Qué dices? - Hace dos semanas que Kurtis se fue, y hace dos semanas que tengo un retraso –exclamó Gabriela muy feliz-¿Te das cuenta? ¡Otro fruto de nuestro amor! ¡Konstantin tendrá un hermanito! - Es maravilloso –terció Anaya-Sólo espero que al padre no le ocurra nada. Clarisa limpiaba tranquilamente la habitación de Lara, cuando oyó un súbito ruido proveniente del armario. Éste era cada vez más fuerte e incesante, por lo que la mujer se decidió a abrirlo, y descubrió qué era lo que se movía: el Chirugai. - ¡Qué objeto tan extraño! –exclamó, tomándolo entre sus manos-Sin lugar a dudas me será muy útil. No podía fallar: ahora Clarisa tenía un arma de Lux Veritatis que facilitaría sus planes. Ah, Ana, hoy no te opino porque pasa algo muy raro: no puedo encontrar el mensaje de tu novela por ningún lado, ojalá sólo sea un error de mi PC.
  12. Está muy bueno el argumento, pero te aconsejo que las entregas sean más cortas porque esta fue largísima, lo mismo con las máyúsculas, que a veces faltan. Pero de argumento, excelente.
  13. ¡ATENCIÓN! LO DE HOY ES ESPECIAL Supongo que cada vez surgirán más interrogantes, así que hago el favor de poner en orden todos los flashbacks de Clarisa hasta la fecha. La noche de la muerte de la gemela (para que no queden dudas) sucede en Inglaterra la misma noche en que Von Croy es asesinado en París, o sea que todo ésto es antes del AOD. Espero que les sirva, va con cariño ENTREGA ESPECIAL Clarisa McClaggen UNA FAMILIA DESTRUÍDA POR LA CABALA Charlotte dormía plácidamente, cuando un repentino ruido la hizo despertarse. - ¡Que lo cumplas feliz, que los cumplas feliz! ¡Que los cumplas, mamita! ¡Que los cumplas feliz! Al oír la canción, la mujer se incorporó en la cama y vio llegar a sus pequeñas hijas, en camisón, que se abalanzaron sobre la cama a hacerle cosquillas y a mimarla. Y Charlotte reía, reía feliz, sintiendo el cariño de las niñas gemelas. - ¡Feliz cumpleaños, mami! –Clarisa la abrazó. - ¡Te hicimos un regalito! –reía Carolina. - Haber… haber… ¿qué hicieron mis dos princesitas? - La idea fue mía –aclaró la pequeña Clarisa-; yo lo dibujé y Caro lo pintó. Sonriendo tímidamente, las preciosas e idénticas criaturas le entregaron un dibujito coloreado. Había sido hecho por dos niñas de cinco años, pero estaba hecho con todo el amor de su inocente y cándido corazón. En él se veía a una mujer castaña, sonriente y vestida de reina, que caminaba por el césped de la mano de dos niñas morenas vestidas de princesas, bajo un sol amarillo que sonreía feliz y nubecitas todas con caritas. - ¿De qué es este dibujo? –preguntó la joven Charlotte con fingida sorpresa, mientras sus hijas se acostaban en la cama, cada una a un lado de ella. Clarisa señaló con su dedito y comenzó a explicar. - Esas somos las princesas Carolina y Clarisa, y la mujer hermosa es la Reina Charlotte, que camina por el pastito con sus hijitas, y el Señor Sol y las Señoras Nubes Blancas las saludan felices. - ¿Sabes, mami? Tú eres una reina, y nosotras tus princesitas mimadas –rió Carolina. - ¡Claro que sí, son mis princesitas! –exclamó Charlotte, emocionada-¡Y me hacen la reina más feliz del mundo! ¡La más feliz! –Comenzó a llorar de felicidad, y entre las tres se abrazaron, mientras las niñas reían felices de que a su mamá le hubiera gustado el dibujo. El Monasterio de San Francisco, en Roma, ya estaba completamente abandonado y hacía años que nadie pisaba su suelo. Sin embargo, Konstantin, el Lux Veritatis, y Clarisa McClaggen, su nueva amiga, se ocultaban allí, junto con otros dos amigos guerreros del hombre. - ¡Qué idea fantástica has tenido, mi amor! –susurró admirado uno de ellos mientras besaba a Clarisa. - No es nada, Lucius –repuso la joven morena-Aquí podrán esconderse un tiempo y armar una nueva resistencia contra Eckhart y los suyos. - Realmente has tenido suerte con tu nueva novia, amigo –susurró Konstantin a Lucius. Hacía tres días que los Lux Veritatis sobrevivientes permanecían ocultos allí, todo gracias a la pareja de Lucius, cuando alguien golpeó la puerta furiosamente. - ¿Quién es? –preguntó Konstantin temerario. - Oh, queridos, es una sorpresa que tenía preparada –anunció Clarisa-¡Ahora! Las puertas se abrieron de golpe, y entraron tres sujetos nada deseados: Eckhart, Karel, y un individuo encapuchado cuyo rostro no estaba a la vista. - ¡TÚ! –gritó Konstantin con rabia al ver a Eckhart. - Volvemos a encontrarnos, viejo amigo –El Alquimista Oscuro esbozó una cruel sonrisa. - ¡Traidora! –gritó Lucius furioso señalando a Clarisa-¡Tú nos delataste! - Así es –sonrió diabólica-Y no te imaginas el asco que he sentido al soportar tus caricias, idiota. Pero bueno, soy una simple humana, no tengo nada que hacer aquí. ¡Qué honor para este lugar ser tu tumba y la de tus amigos! ¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA! Mientras los Lux Veritatis la miraban con rabia y Eckhart, Karel y el encapuchado o encapuchada que nadie sabía quién era le sonreían, Clarisa se retiró de la sala y cerró las puertas tras de sí, para no ser testigo del enfrentamiento mortal que estaba a punto de tener lugar entre las fuerzas del Bien y del Mal. - ¡Clarisa, abre la puerta! ¡Te lo ruego! Charlotte lloraba a gritos y golpeaba con todas sus fuerzas la puerta del departamento de Clarisa, que no había tardado en abandonarlas a ella y a Carolina. Su hija le abrió y la observó con la misma mirada fría y pérfida con la que se contempla a un escarabajo venenoso. - ¿Qué quieres, Charlotte? –le espetó despectivamente. - Hija, soy yo, tu mamá. ¡No seas tan cruel! –La anciana estaba a punto de quebrarse. - Tú no eres mi mamá. Fuera de mi casa –y se apresuró a cerrar la puerta, pero su madre la detuvo. - ¡Clarisa, hija mía! ¿Tanto te lavó la cabeza esa sucia Cábala? Vuelve conmigo, por favor, tu hermana y yo te necesitamos –En un intento desesperado, Charlotte acarició el rostro de su hija con todo el amor de una madre. - ¡JAMÁS VUELVAS A TOCARME, SUCIA! –Con profundo asco, Clarisa la apartó de sí misma y la abofeteó descaradamente. Charlotte no podía sentir dolor más grande que el de ser atacada por su propia hija, que ahora le gritaba como si ella fuera un gusano-¡Ya te lo dije cientos de veces! ¡No quiero verte nunca más, ni a ti ni a la zorra de Carolina! ¡Y agradece que no le cuente al Maestro Eckhart que apareciste por aquí, no quiero que se ensucie las manos con una deforme, pobretona e insignificante como tú! –y le escupió-¡Tú ya no eres mi madre! ¿Me oyes? ¡TÚ ESTÁS MUERTA PARA MÍ, IGUAL QUE CAROLINA! ¡MUERTA Y ENTERRADA! ¡Y QUE NUNCA SE TE OLVIDE! –Le gritó bien fuerte. Mientras Clarisa respiraba agitadamente, Charlotte permaneció silenciosa, sintiendo que se le iba a romper el corazón de tanto dolor: ¡Era su hija, su propia hija! - ¡Escúchame muy bien, Clarisa! –La anciana jamás recordaría de dónde sacó tal valor-¡Si tú lastimas a alguien, yo, tu madre, que te di la vida, juro que te la quito! ¡Juro que te la quito! Clarisa cerró la puerta sin más, y su madre continuó llorando, sintiéndose impotente y humillada como nunca antes. Werner Von Croy aguardaba con impaciencia la llegada de su amiga, sentado en el sofá de su departamento y temblando de pies a cabeza. Después de mucho esperar, sonó el timbre. - ¡Clarisa! –llamó Von Croy a su mucama. - ¿Sí, señor? –se acercó Clarisa. - Abre la puerta, por favor. - Sí, señor. Madame Margot Carvier estaba ante el umbral. - ¿Qué ocurre, Werner? –preguntó alterada, acercándose a él-Me venido del Louvre lo más rápido que pude –La académica se sentó a su lado. - Traeré café –dijo Clarisa servicialmente. Mientras se dirigía a la cocina, oía la aterrorizada voz de Von Croy. - Estoy asustado, Margot. Un hombre llamado Pieter Van Eckhart me contrató hace poco, para… No pudo oír más porque le sonó el celular. Como se suponía que el anciano no debía saber que ella tenía uno, Clarisa atendió molesta. - ¿Hola? - Clarisa, soy yo –titubeó su hermana gemela. - ¡Carolina! –saludó siniestra-¿Qué he hecho para merecer escuchar tu horrible voz? - Por favor, hermanita, no seas así –suplicó Carolina-Es la quinta llamada. Vuelve a casa, por favor. - Mi casa es la Cábala. Púdrete en el infierno –le deseó despectiva antes de colgar. Mientras preparaba café para Margot y Werner, Clarisa aguzaba el oído. - ¿Estás seguro, Werner? –inquirió nerviosa Madame Carvier. - Completamente –repuso Von Croy-Eckhart es un maníaco, está loco. Sospecho que él puede ser el Monstruo de París. No puedes imaginarte todo lo que he descubierto. ¿Quieres una prueba, Margot? Aquí están los faxes que Vasiley me ha dado. - Aquí está el café –se acercó Clarisa. Podía ver el terror en el rostro de Von Croy y la preocupación en el de Madame Carvier, y un folio sobre el sillón en el que Margot estaba sentada. Seguramente ahí adentro estaba la información de Vasiley. - Tengo algo para ti –añadió Von Croy mientras Clarisa se ocultaba tras la pared para seguir oyendo. El hombre tendió un paquete ante su amiga, la cual miró en su interior. - ¿Tu cuaderno? –dijo Margot, estupefacta-Tú nunca te separas de él. - Esta vez sí. Por favor, dáselo a Lara en el caso de que llame a tu puerta –le pidió mientras ella acababa de beber el café. - Muy bien, Werner, debo irme –Carvier se puso de pie, y Von Croy la acompañó hasta la puerta. En su descuido, Clarisa tomó el folio con los faxes entre sus manos. - Hay que avisar al Maestro Eckhart –susurró. Charlotte y Carolina no tenían dudas de que la buena suerte las estaba acompañando, ya que nadie del Strahov las había descubierto. Y allí estaban ahora, ocultas dentro del armario gris del Sanatorio, viendo a un horrible híbrido zoomorfo encerrado en una jaula, y a Kristina Boaz, sentada cerca de él en su escritorio, leyendo unos complicados papeles de cuyo contenido Charlotte y la gemela buena no sabían nada. Un empleado hizo su entrada, llevando una escoba y una pala. - Buenos días, doctora Boaz –saludó con respeto-Vine a hacer la limpieza de siempre. - No hay problema, Howard –concedió Boaz con amabilidad. En ese momento apareció Clarisa, la gemela mala, y Carolina tuvo que taparle la boca a su madre para que no gritara de asombro. - Hola, Kristina –saludó a su amiga-¿Qué estás haciendo? - Repasando los componentes que utilizé para crear al Proto Nephilim –repuso Boaz, mirando al híbrido.-No creo que el resultado coincida con lo que tenía planeado en un principio. - Yo creo que el resultado es excelente –contradijo Clarisa con una sonrisa cruel-Es un experimento perfecto –Dedicó una sonrisa de aprobación al Proto, y éste rugió, en señal de haberla entendido. - ¡Clarisa le habla a la bestia! –chilló Charlotte en un susurro. - ¡Cállate o nos oirán! –advirtió Carolina-Esa científica loca y mi hermana no tendrán piedad de nosotras. - Y dime, Kristina, ¿este encanto obedece órdenes? –inquirió Clarisa, maquiavélica. - Pues… -balbuceó la científica-no lo sé. - Hagamos la prueba –decidió Clarisa, y antes de que Boaz pudiera impedírselo, tomó el control remoto que había en la mesa y pulsó el enorme botón rojo del mismo. La jaula se abrió al instante, y el Proto salió, emitiendo un rugido de triunfo. Kristina chilló de espanto, pero Clarisa lanzó una carcajada siniestra. Howard, por su parte, temblaba de pies a cabeza. Clarisa señaló con el dedo al empleado. - ¡Mátalo! –ordenó. Antes de que el pobre hombre pudiera hacer nada, la bestia se abalanzó sobre él y lo arrojó al suelo. De un fuerte mordisco le arrancó el estómago, dejando al descubierto sus tripas y sus entrañas, y ahora le arrancaba, muy lentamente, la cabeza a mordiscones. Howard lanzaba potentes alaridos de dolor como nunca antes, mientras Kristina, Charlotte y Carolina contemplaban la escena muertas de miedo, y Clarisa lanzaba escalofriantes carcajadas, disfrutando con el dolor ajeno. Segundos después, el lugar apestaba a sangre, y de Howard sólo quedaban sus órganos humanos como resto, lo demás lo había devorado y masticado el Proto Nephilim. Charlotte lloraba sin mirar, mientras su protectora hija la abrazaba, sin poder creer que su hermana gemela se hubiera trasformado en semejante monstruo inhumano. De cualquier modo, el ruido atrajo a Muller, Eckhart y Karel. El botánico, el Alquimista Oscuro y el Ángel Caído no salieron de su asombro al encontrar el lugar así, en aquellas condiciones. - ¿Qué es esto? –bramó Eckhart. - Maestro, ¡fue Clarisa! –gritó Kristina, aterrada y señalándola- ¡Ella liberó al Proto y le ordenó comerse a Howard! - Al Proto Nephilim no puedes darle órdenes, Boaz –espetó fríamente Karel-A menos que seas de su misma especie. Que se comiera a Howard es pura casualidad. - ¿Entonces por qué no nos hace nada? –preguntó la científica, desconcertada. “¡Tranquilízate!”, le había susurrado Karel al Proto en lengua Nephilim. Pero Boaz, Muller y Clarisa no comprendían la repentina docilidad del bicho, ya que todos, excepto Marten Gunderson, creían que Karel no era más que el protegido de Eckhart, al que consideraban el líder. Todos menos Karel y Eckhart contemplaron asombrados cuando el Proto, con docilidad, se regresó a la jaula, y Kristina no tuvo reparos en oprimir nuevamente el botón rojo del control para cerrarla. - Boaz, has creado una abominación –sentenció el Alquimista-Debes destruirlo inmediatamente. - Sí, sí, señor –repuso Boaz, aún perturbada. - Nunca vi nada igual –comentó Muller con horror y admiración-¿Qué era lo que pretendías crear tú, Boaz? - Una belleza de Nephilim, igual que los antiguos –repuso Kristina-Pero los experimentos que realizo son muy complicados, hay gran probabilidad de fallos. - Ya no habrá más fallos –terció Eckhart-Tu queridísimo híbrido será destruido, y la Alta Raza renacerá en cuanto lleguemos a Avalón. Cuando eso pase, todos serán recompensados con el don de la Vida Eterna, puedo asegurarlo. Y ahora, déjennos a solas con McClaggen, por favor. - Sí, señor –Boaz y Muller abandonaron la apestosa sala. - ¿Sabes una cosa? Realmente tú te llevas bien con las criaturas de Boaz –sonrió Eckhart. - Tal vez sea porque ella es su creadora, y es mi amiga, Maestro –sonrió la perversa espía. - O tal vez tú les simpatizas –terció Karel. - ¿Y eso es bueno o malo? –inquirió Clarisa. - Es excelente –repuso el Alquimista Oscuro-De hecho, tú eres excelente, McClaggen, una de los mejores miembros de nuestra causa. Y dime, ¿qué has averiguado sobre Von Croy? - Le he seguido la pista –informó Clarisa-Él no sospecha quién es su querida mucama en realidad. Pero me temo que ya está comenzando a sospechar. - ¿A sospechar? –inquirió ceñudo el Ángel Caído. - Sí, ha ido a visitar a ese traficante… Vasiley. Me da mala espina, Maestro Eckhart, quizá él haya descubierto algo sobre nosotros. Pero descuiden: si es así, lo mataré yo misma. - Claro que no –terció Eckhart-Lo haré yo. - O en su defecto, yo –sonrió Karel con crueldad. Desde el armario, Charlotte y Carolina no podían creerlo; el tal Von Croy corría peligro, y el mundo entero también. ¿Y quién era una de las causantes de todo eso? ¡Clarisa! ¡Su Clarisa! Aquella mujer siniestra y despiadada que gozaba de cómo destripaban al pobre hombre, aquella mujer que la propia Charlotte había engendrado. Llovía. De un modo atroz y descomunal. - Mamá, ya no sufras por Clarisa –Carolina le acariciaba la mano a su vieja madre, sentada frente a ella en la mesa-El mundo está en juego, hay que avisar a la policía. - ¡Pero ella irá presa! –sollozó Charlotte. - Se lo merece por delincuente –terció su hija fiel-¿Has visto todos esos experimentos? ¡Son ilegales! ¡Y esa mascota enjaulada, aquella a la que la doctora loca llamaba el Proto! - ¡Esa loca es la hija de Julia! - ¡Pues Kristina también irá presa, mamá, diga lo que diga Julia! ¡Tal vez aún podamos hacer algo, antes de que Eckhart mate al tal Von Croy! –apremió Carolina, acariciando su mano-Lo hago por el bien, tuyo y del mundo entero, mamita –Se levantó y besó su cabeza. - Te quiero, hijita –susurró Charlotte-, sin ti estaría completamente sola. ¡TROOM! Sonó un tremendo trueno, y madre e hija se levantaron de golpe, asustadas, al ver a Clarisa en el umbral, empuñando un revólver y con cara de demente. Era evidente que había abierto la puerta a balazos, amortiguados por el ruido del trueno que anunciaba la llegada de la malvada. Carolina abrazó a su madre para protegerla y lanzó una mirada amenazante a su hermana gemela. - ¡Sorpresa! ¡JAJAJAJAJA! –Clarisa echó a reír diabólica - ¿Qué haces aquí? ¡Lárgate, y saca el arma de mi vista! –espetó Carolina, asustada. Clarisa lanzó otra carcajada. - ¡Jamás, hermanita! ¡Han ido demasiado lejos! –Apuntó hacia ellas-¡MUERAN, RATAS! Disparó, y le dio a Charlotte de lleno en el brazo. Ella comenzó a gemir de dolor, mientras Clarisa reía. - ¡Cállate! –Carolina le dio tal puñetazo que la hizo caer al suelo y sangrar. Pero Clarisa se incorporó al instante, y ahora, ambas se atacaban a puño limpio, sangrando, y sangrando más. - ¡Basta! ¡Ya basta, niñas! –gritaba Charlotte, desesperada-¡Somos familia! Clarisa le dio de lleno una patada en la cara a su hermana y la hizo caer. Sonrió demoníaca y apuntó a su madre. - ¡Mi familia es la Cábala! ¡Di adiós! - ¡NO! –Carolina se levantó de un salto y comenzó a forcejear contra la gemela por el revólver. La mirada de Carolina era valiente, y la de Clarisa, encolerizada. Un terrible disparo desgarró el aire, seguido por el grito de Charlotte.
  14. Clarisa tiene 33, es joven. Lo de Konstantin sucedió antes, según la biografía de Kurtis, 2 años antes de AOD. Cuando llegue el momento coloco todos los flashbacks de Clarisa en orden para evitar confusiones, además será necesario para más adelante.
  15. Vamasa, ¿leíste las 13 hojas, todo de golpe ? ¡Pobre! ¡Aunque gracias ! En verdad fue un halago eso de los malos, hoy continuaremos sabiendo más cosas sobre ese tema. Aprovecho para avisar a todos en general que cualquier cosa que quizás no cuadre por ahora, cuadrará después. ENTREGA 60 Marie se acercó, trayendo una tacita de té con limón para su nuera. - ¿Te sientes mejor, Gabriela? –preguntó compasiva. - Por suerte sí, gracias –repuso la mulata, sonriendo. Tomó la tacita con sus delicadas manos y bebió un buen sorbo de té caliente-Está muy rico, esto sí que sirve para calmar los nervios. - Sin embargo yo te veo bastante bien –comentó Marie, sentándose frente a ella. - Es que pensé que tal vez yo protejo más de la cuenta a Konstantin –respondió Gabriela sin dejar de beber el té-Es pequeño pero no tanto, además, está con su padre. - Muy cierto –corroboró Marie-. Si él pudo cuidarte a ti cuando tenía casi la edad de Konstantin, con más razón el muchacho podrá cuidarse a sí mismo. - Pero hay algo que no me gusta de Kurtis –comentó Gabriela-: su afán de continuar siendo el Cazador de Demonios en lugar de dedicarse de lleno a Konstantin… y a mí. - Hija –repuso Marie sonriendo-, él te ama. - Lo sé –insistió su nuera-, pero me prometió que esto iba a acabar en cuánto liquidara al asesino de su padre. Pues bien, Eckhart ya ha muerto, lo mató Lara Croft. Aún así, Kurtis intuye que aún no se hizo justicia por tu esposo, Marie. Y tampoco me explico por qué Konstantin decidió hacerlo pasar por muerto si no habrá ya nadie para buscarlo. - Alguna razón ha de tener –manifestó la anciana-¿Qué pasaría si esa mujer rubia que vio hace tiempo no era en verdad una Nephilim? ¡Bastantes problemas he tenido en la vida por causa de esos monstruos! - Pero yo no puedo seguir extrañándolo de este modo, ni quebrando cuando oigo nombrar a mi marido. Sólo que… ¡lo quiero conmigo! –gimió Gabriela-¿Está muy mal eso? - Para nada, preciosa –su suegra le acarició la mano-Yo también lo quiero conmigo. Pero tú tranquila, Gabriela: a Kurtis se le irá de la cabeza eso de su padre y estará contigo todo el tiempo que tú quieras. ¡Ya quisiera yo que fuera así con mi esposo! - ¡Esto sí que es extraño! –resopló Lara cuando Kurtis finalizó la historia de su “resurrección”-¿Y por qué querría Konstantin hacerte pasar por muerto? - Intuición, igual que yo –susurró el Cazador de Demonios-Presiento que alguien no desea verme con vida. No particularmente a mí, a cualquier Lux Veritatis. - Él dijo que aún quedaba una Nephilim femenina viva –repuso Lady Croft, pensativa-Apareció en mi casa hace días pidiéndome unir fuerzas para hallar el Santo Grial y resucitar a los miembros de la Orden. - ¿Konstantin hizo eso? –inquirió Kurtis con asombro-¡Qué muchacho! - Si quieres mi opinión, ni en un millón de años se me hubiera ocurrido que tú podías tener un hijo –manifestó Lara-Sólo tiene catorce años menos que yo. - Pues, a mí no se me hubiera ocurrido encontrarte aquí –rió Kurtis-¿Qué estás haciendo? - Buscando un talismán que me permitirá llegar a la tierra mágica de Avalón. - ¿Avalón? –se sorprendió Kurtis-He oído hablar de ese lugar, ¿para qué quieres ir? - Mi madre está ahí. Hace veinte años –terció Lara. - Oh, lo siento –se disculpó Kurtis. Súbitamente, Konstantin y Charles comenzaron a reaccionar, aunque con un poco de dolor de cabeza. Lara se dirigió a ayudar a su antiguo profesor a levantarse, mientras Kurtis hacía lo mismo con su hijo. - ¿Qué ocurrió con esos hombres? –inquirió Charles. - Ya todo está bien –repuso Kurtis-Yo los espanté. Konstantin miró a su padre con admiración. ¿como era posible que Lara, Charles y él no hubieran podido con ellos y Kurtis sí? Después de todo, pese a ser sanador en lugar de telekinético, el muchacho siempre había tenido a su padre como ejemplo a seguir. - ¿Qué estamos esperando? –animó Lara-¡A investigar! Avanzaron a través de las lujosas estancias del Palacio hasta que, en una de las salas, hallaron un gran agujero en el medio del suelo. - Éste es el lugar –indicó Charles con una sonrisa de oreja a oreja. - ¿El lugar? –inquirieron Lara, Kurtis y Konstantin. Sin más, Charles se lanzó al fondo del agujero. - ¡Charles! –gritó Lara, asustada. Seguida por Kurtis y Konstantin, se arrojó también. Durante la caída percibieron que todo el ambiente era negro, no se podía ver casi nada. Al principio fue demasiado rápida, pero luego se fue haciendo cada vez más lenta. - Sé que no debería sorprenderme de que ocurran cosas fantásticas a mi alrededor –comentó Lara-¡Pero esto es ridículo! ¿Hacia dónde vamos? - Espera y verás –sonrió Charles. Finalmente aterrizaron en tierra firme, suavemente y de pie. Al dar unos pasos adelante se estrellaron con una visión magnífica: una aldea repleta de casitas, grandes extensiones de verde césped y majestuosas pirámides doradas. Por el lugar había nativos armados con lanzas, que, por el atuendo, debían ser aztecas. - La Ciudad Dorada –sentenció Charles. - ¡Es hermoso! –exclamaron los otros tres. Kane se giró hacia ellos. - Lara, antes de que preguntes: luego de varias averiguaciones he descubierto un antiguo manuscrito que narra que, cuando Cortés el Español destruyó a los Aztecas, el Emperador Moctezuma pidió a los dioses aztecas la conservación de su imperio, justo debajo del Palacio Nacional. - Pues parece que, por eso del agujero, los dioses aztecas se han leído “Alicia en el País de las Maravillas” –ironizó Lara-O quizá Lewis Carol ya conocía la leyenda y se basó en eso para escribir los cuentos de Alicia. - ¡Qué chistosa! –exclamó Charles-Lo que puedo añadir es que no tengo ni idea de quién es el autor del manuscrito ni quién hizo semejante agujero. De lo que sí tengo idea es de que exploraremos esta ciudad al máximo. - Podríamos separarnos –sugirió Konstantin. - Buena idea –coincidió Charles-Lara, ve con Kurtis; yo iré con Konstantin. Lara y Kurtis se miraron durante una fracción de segundo. - Está bien –accedió Lara. - No hay problema –coincidió Kurtis. La Ciudad Dorada se veía dividida en dos caminos; Konstantin y Charles tomaron el de la izquierda, y Lara y Kurtis, el de la derecha. - Espero que no le pase nada a Charles –dijo preocupada la arqueóloga. - Claro que no, mi hijo lo cuidará –terció Kurtis-Después de todo, sale a su padre –presumió. - ¡Eres la humildad personificada! –exclamó Lady Croft con sarcasmo. A su paso no hallaron aztecas, pero sí hermosas pirámides de oro. - ¡Qué pena que no trajiste cámara, Lara! –exclamó Alister con pena. - Jamás olvidaré esta fabulosa visión –replicó ella-Pero espero que podamos socializar bien con los aztecas. - Yo también –corroboró Kurtis-Pero, en el caso de que no nos entendamos, los haré entrar en razón con esto –espetó, enseñando la Boran. - ¡Qué violento eres! –exclamó Lara con socarronería. - ¿Y tú lo dices? –se alteró Zip-¿Tú que andas disparando a diestra y siniestra? Por lo que he oído, casi le disparas a Von Croy en París, de lo enojada que estabas con él –añadió metafóricamente. - En el fondo, yo jamás habría sido capaz de hacerle daño –manifestó Lara, bajando los ojos. - ¿Quién es Von Croy? –inquirió Kurtis, detuviéndose en su marcha. - Un viejo amigo con el que estaba peleada. Eckhart lo había contratado para localizar una de las Pinturas Obscura, pero él descubrió quién era él realmente, y por eso lo mataron. Por eso estaba yo en París –explicó Lara-Lo que nunca averigüé es cómo supo Eckhart lo que Von Croy sabía. - Si vamos a encarar la cuestión desde esa perspectiva –respondió Kurtis-, yo nunca supe cómo fue que Eckhart averiguó dónde estaba mi padre antes de matarlo. De pronto, a Kurtis se le nubló la vista. Con la ayuda de sus poderes de Lux Veritatis, podía ser testigo de un par de visiones cruciales del pasado… Werner Von Croy aguardaba con impaciencia la llegada de su amiga, sentado en el sofá de su departamento y temblando de pies a cabeza. Después de mucho esperar, sonó el timbre. - ¡Clarisa! –llamó Von Croy a su mucama. - ¿Sí, señor? –se acercó Clarisa. - Abre la puerta, por favor. - Sí, señor. Madame Margot Carvier estaba ante el umbral. - ¿Qué ocurre, Werner? –preguntó alterada, acercándose a él-Me venido del Louvre lo más rápido que pude –La académica se sentó a su lado. - Traeré café –dijo Clarisa servicialmente. Mientras se dirigía a la cocina, oía la aterrorizada voz de Von Croy. - Estoy asustado, Margot. Un hombre llamado Pieter Van Eckhart me contrató hace poco, para… No pudo oír más porque le sonó el celular. Como se suponía que el anciano no debía saber que ella tenía uno, Clarisa atendió molesta. - ¿Hola? - Clarisa, soy yo –titubeó su hermana gemela. - ¡Carolina! –saludó siniestra-¿Qué he hecho para merecer escuchar tu horrible voz? - Por favor, hermanita, no seas así –suplicó Carolina-Es la quinta llamada. Vuelve a casa, por favor. - Mi casa es la Cábala. Púdrete en el infierno –le deseó despectiva antes de colgar. Mientras preparaba café para Margot y Werner, Clarisa aguzaba el oído. - ¿Estás seguro, Werner? –inquirió nerviosa Madame Carvier. - Completamente –repuso Von Croy-Eckhart es un maníaco, está loco. Sospecho que él puede ser el Monstruo de París. No puedes imaginarte todo lo que he descubierto. ¿Quieres una prueba, Margot? Aquí están los faxes que Vasiley me ha dado. - Aquí está el café –se acercó Clarisa. Podía ver el terror en el rostro de Von Croy y la preocupación en el de Madame Carvier, y un folio sobre el sillón en el que Margot estaba sentada. Seguramente ahí adentro estaba la información de Vasiley. - Tengo algo para ti –añadió Von Croy mientras Clarisa se ocultaba tras la pared para seguir oyendo. El hombre tendió un paquete ante su amiga, la cual miró en su interior. - ¿Tu cuaderno? –dijo Margot, estupefacta-Tú nunca te separas de él. - Esta vez sí. Por favor, dáselo a Lara en el caso de que llame a tu puerta –le pidió mientras ella acababa de beber el café. - Muy bien, Werner, debo irme –Carvier se puso de pie, y Von Croy la acompañó hasta la puerta. En su descuido, Clarisa tomó el folio con los faxes entre sus manos. - Hay que avisar al Maestro Eckhart –susurró. El Monasterio de San Francisco, en Roma, ya estaba completamente abandonado y hacía años que nadie pisaba su suelo. Sin embargo, Konstantin, el Lux Veritatis, y Clarisa McClaggen, su nueva amiga, se ocultaban allí, junto con otros dos amigos guerreros del hombre. - ¡Qué idea fantástica has tenido, mi amor! –susurró admirado uno de ellos mientras besaba a Clarisa. - No es nada, Lucius –repuso la joven morena-Aquí podrán esconderse un tiempo y armar una nueva resistencia contra Eckhart y los suyos. - Realmente has tenido suerte con tu nueva novia, amigo –susurró Konstantin a Lucius. Hacía tres días que los Lux Veritatis sobrevivientes permanecían ocultos allí, todo gracias a la pareja de Lucius, cuando alguien golpeó la puerta furiosamente. - ¿Quién es? –preguntó Konstantin temerario. - Oh, queridos, es una sorpresa que tenía preparada –anunció Clarisa-¡Ahora! Las puertas se abrieron de golpe, y entraron tres sujetos nada deseados: Eckhart, Karel, y un individuo encapuchado cuyo rostro no estaba a la vista. - ¡TÚ! –gritó Konstantin con rabia al ver a Eckhart. - Volvemos a encontrarnos, viejo amigo –El Alquimista Oscuro esbozó una cruel sonrisa. - ¡Traidora! –gritó Lucius furioso señalando a Clarisa-¡Tú nos delataste! - Así es –sonrió diabólica-Y no te imaginas el asco que he sentido al soportar tus caricias, idiota. Pero bueno, soy una simple humana, no tengo nada que hacer aquí. ¡Qué honor para este lugar ser tu tumba y la de tus amigos! ¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA! Mientras los Lux Veritatis la miraban con rabia y Eckhart, Karel y el encapuchado o encapuchada que nadie sabía quién era le sonreían, Clarisa se retiró de la sala y cerró las puertas tras de sí, para no ser testigo del enfrentamiento mortal que estaba a punto de tener lugar entre las fuerzas del Bien y del Mal. - ¿Te ocurre algo? –Lara comenzó a zarandear a Kurtis al ver que se había quedado con la mirada perdida. Éste volvió de golpe a la realidad, pensando si debía o no contarle a Lara lo que acababa de ver.
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