Escorpio Publicado 30 de Julio del 2006 Publicado 30 de Julio del 2006 Muy buenas las entregas Tomas eres el mejor escibiendo Duda... No entiendo esta ultima parte de la entrega 33 quien es Charlotte McClaggen la madre de Clarisa pero donde esta y que hace ahora es que creo que me perdi Xd a ver si la vuelvo a leer y me entero jaja Ese sueño de Willian esta muy bien pero deberia de haberse acordado para que sepa lo que es su familia y deje ya a nuestra Lara Por lo demas esta todo muy bien que pasara con Lara y la tumba de Moises aunque mucha pena eso de Clarisa con la madre :cry2: es muy triste que un hijo te diga eso :cry2: Y ese desmayo de Clarisaaaaaaaaaaa ??????? Que tendra de todas maneras gracias a eso salvo al pequeño Tom jeje Creo que ese demonio Hafgán va a tener mucho que ver en este episodio no se por que jejeje Salu2 Tomas y sigue asi eres un as escribiendo y muchas gracias por ponerme la entrega grande jajja
Luciano Publicado 31 de Julio del 2006 Publicado 31 de Julio del 2006 tomas, en descripcion de personajes no es lo que yo me quejo, es en lo de descripcion de lugares. por cierto: se lo que vive esa pobre familia, mira que mi hermana o quiere a mi mama (es un detalle que no deberia decir) y le agregas una emocion muy grande a las cosas, eso es de felicitar, y sentimientos y accion en tu relato no faltan he? jejeje bueno, esperemos como sera la conquista de Lara sobre la tumba de moises. ha y una duda...¿porque clarissa quiere matar a Peter?¿porque especialemente a Peter?
Escorpio Publicado 1 de Agosto del 2006 Publicado 1 de Agosto del 2006 Luciano creo que te refieres a Tom pues la verdad creo que es por que le dijo algo a Clarisa o algo nose jeje supongo que nuestro gran amigo y escritor nos lo dira haber si tambien resuelve mi duda jeje
Tomás Publicado 1 de Agosto del 2006 Autor Publicado 1 de Agosto del 2006 Bueno, como dijo Jack el Destripador, vamos por partes (perdón Ana por usar tu frase): 1-Charlotte está en su casa, es una mujer de poco dinero que crió sola a sus hijas, y vive en Inglaterra. 2-¿Por qué Clarisa está ensañada con Tom? Bueno, ya se verá... 3-Lamento decir que me voy hasta el viernes (ningún lugar extravagante, la casa de mi abuelita) pero nos veremos a la vuelta. Les diré algo: en cuanto concluyan los capítulos en Israel, VUELVE AMANDA. Sí señores, luego de un largo descanso, la malvada estará de regreso, y con esto (ya verán por qué lo digo) se dejarán de criticar a Clarisa. Por no mencionar a Maggie y James, ¡les parecerán unos santos! 4-Ésto no lo inventé yo: casi todas las sectas están formadas por gente enferma, por gente que se cree iluminada, y las sectas destruyen familias, influencian a la gente, y la Cábala no es la excepción. Clarisa era tan buena como Charlotte y Carolina hasta que la Cábala le lavó el cerebro. Las sectas son así, más una como esta, que es satánica y busca el retorno de los Nephilim. Es realmente espantoso, la gente no reconoce a sus propios hijos, a sus propios hermanos. ¿Nunca se les ocurrió en AOD pensar cómo estarían las familias de Gunderson, de Boaz o de Muller, ante la idea de que sus familiares sirvieran a un alquimista demoníaco como Eckhart? Es sólo un ejemplo, pero sirve. Saludos, gracias por los cumplidos, espero comentarios y nos vemos pronto.
Tomás Publicado 5 de Agosto del 2006 Autor Publicado 5 de Agosto del 2006 Un poco de comedia no viene mal, ¿no creen? ENTREGA 34 Rudolf Layard, el criptógrafo, era un hombre de más de cincuenta años, bajito y rechoncho. Lara, como prestigiosa arqueóloga que era, ya había oído hablar de él, y ni bien lo conoció supo que los rumores que corrían entre sus amigos arqueólogos eran ciertos: Layard era un viejo tremendamente verde, sarcástico como ella, que acostumbraba lanzar indirectas sugerentes a las bellas jovencitas. Y una auténtica belleza femenina como Lady Croft no era ninguna excepción. - ¡Vaya, vaya! –exclamó impresionado al verla disparar a un escorpión que amenazaba picarlos -¡Estás en perfecto estado físico, preciosa! ¡Podrías derribar de una trompada a cualquiera, princesita! - Así es. A cualquiera –terció girándose hacia él, secamente. Layard aparentemente captó la indirecta, ya que guardó silencio por un rato. La ciudad de Jerusalén lucía alegre y majestuosa, tanto que Lara comprendió que la influencia del bíblico Rey Salomón había dejado su huella en ella. - ¿Y tú crees que la Tumba de Moisés se halla dentro de las ruinas del templo de Salomón? –inquirió la exploradora con curiosidad. - En efecto, pimpollo, llevo mucho tiempo investigando sobre el tema, y no me cabe la menor duda. - Oye, no quiero ser pesado, pero, ¿qué es este rollo del templo? –interrumpió Zip tímidamente. - ¡Vaya! –exclamó Layard en tono mordaz-¡Este afroamericano tiene de culto lo que a ti te falta de sexy, querida Lara! - ¡Ya escuché a ese gordo baboso! –saltó Zip-¡Cállalo, Lara! - Chicos, parecen niños de cuatro años. Bianca y Peter se portan mejor –dijo Lady Croft impaciente. - ¡Él empezó! - ¡Bueno, ya basta! –Lo que Lara tenía de encantadora lo tenía de intimidante. Layard y Zip se callaron al instante, y la joven, mientras avanzaban a través de la preciosa ciudad, comenzó a narrar:-Salomón fue un gran rey, el segundo de la Gran Dinastía, era descendiente de los Patriarcas: Abraham, Isaac y Jacob. Su padre fue el Rey David, y fue un hombre bondadoso y apuesto según la Biblia. - ¡Qué curioso! –comentó Zip-¿Te has fijado que siempre, en cualquier parte, todos los reyes son apuestos? - No lo creo. Tú eres el Rey de la Ignorancia y no eres ningún príncipe encantador –repuso la irónica chica, despertando carcajadas en Alister y Layard, y rabia en Zip. - Por si no lo sabes, yo soy deseado por muchas chicas… - Zip, si no dejas de presumir hablaré sobre la ocasión en que trajiste una prostituta de lujo a mi casa mientras estaba arriesgando mi cuello en la Selva Amazónica, y para colmo yo tuve que pagarle a esa… - ¡Suficiente! –suplicó el negro, rojo como un tomate. - Bueno, bueno… Como decía, Salomón construyó su palacio, pero muchos años después, muerto él, Nabucodonosor, rey de Babilonia, se encargó de destruirlo, aunque la leyenda dice que no está realmente acabado. No conozco toda la historia, pero si me lo preguntan, me hubiera encantado convivir en aquella época y ser testigo de semejante preciosura –añadió soñadora. - No comprendo –titubeó Alister-¿Te refieres al palacio o a Salomón? Zip no pudo evitar reírse, y tampoco Layard. - Obviamente, Alister, hablo del palacio –replicó Lara fastidiada. - Bueno, no tiene nada malo que elogies la belleza de un hombre, florcita –añadió sonriente el criptógrafo barrigón-, ya que si así fuera, millones de mujeres hubieran pecado por mi culpa. - Yo pecaré destrozándote la cara si no te callas, hermosísimo –advirtió Lady Croft con una voz extremadamente dulce. - Tranquila, mi reina, sólo bromeaba –Layard intentó apaciguarla-¿Qué tiene de malo que diga la verdad? Soy sensual a los ojos de muchas mujeres. - ¿Sabes qué? –comentó Lara-El otro día estuve mirando “Los Simpson” por televisión y me provocaron la misma reacción que tú con lo que dices –Layard, viendo que no podía contra el ingenio de la arqueóloga, decidió guardar silencio-Y ahora, si no les molesta, basta de bromas. Ya vamos a llegar. Ante ellos se hallaba el monte Moria: el monte en el que Abraham estuvo a punto de sacrificar a Isaac, el monte donde se encontraban los restos del envidiable palacio. - En fin, parece que tendremos que escalar. Y sin perder un minuto, Lara comenzó a trepar, seguida por Layard, que pese a ser bajo y de una prominente barriga era un hombre ágil. - Lara, querida, primero en Bolivia, luego en Nepal y ahora aquí en Israel: ¡siempre sin material de escalada! - ¿Sabes algo? ¡Pagaría porque alguien te cierre la boca! –resopló sarcástica. - Yo también –jadeó Layard, que seguía trepando-Por cierto, reina mía, desde aquí se ve perfecto tu trasero. Lady Croft ya estaba realmente irritada, pero de todos modos, ya el Padre Dunstan le había advertido de eso: el hombre era así, esa era su forma de relacionarse con las mujeres bellas. - Oye, deja de comportarte así con una dama como Lara –saltó Alister-¡Sé un poco más caballero! - ¡Sí, claro! ¡Como lo fue Zip con la estúpida pelirroja que trajo a casa! - ¡CÁLLATE! Lara pensó que había ofendido a Zip con su broma, aunque no se lo dijo. Había descargado con él su molestia por el comentario de Layard, aunque, viéndolo de otro modo, ya debería estar acostumbrada a recibir comentarios así. Por un minuto sonrió al recordar al traficante de drogas de París al que había interrogado buscando el paradero de Bouchard, y reflexionó: Layard era un príncipe al lado de aquel atrevido. Un príncipe viejo y barrigón, por supuesto… Arqueóloga y criptógrafo llegaron a lo alto del monte, donde todo el suelo era rocoso y pedregoso. A gatas, se aventuraron a inspeccionar. - ¡Mira, hermosura! –exclamó Layard minutos más tarde-Según estas inscripciones, una palanca cercana atasca el mecanismo del palacio. - Pues hay que encontrarla –sentenció Lara. Tanteó con las manos en el suelo, sintiendo el tacto de las pequeñas piedras. Fue entonces cuando distinguió una diminuta palanca entre ellas, y sin dudarlo tiró de ella. Un tremendo temblor inició en el suelo, provocando que Lara y Layard se apartaran del lugar todo cuanto pudieron, y no salieron de su estupefacción al ver que algo enorme y lujoso surgía de debajo de la tierra hasta imponerse, erguido hacia el cielo como una majestuosa lanza. - ¡Es precioso! –exclamó Lara embelesada. Inmenso, de color dorado e intacto como en los tiempos bíblicos, el Palacio del Rey Salomón había resurgido ante sus propios ojos. Se decía que los lugareños no acostumbraban acercarse al monte Moria por respeto a que era el lugar del sacrificio de Abraham a Yavéh Dios. - ¡Jamás vi nada igual! –farfulló Alister. - Ni lo verás, a diferencia de Rudolf y yo, que vamos a entrar. - Después de ti, ricura de mujer –sonrió Layard, esperando a que se enfadara, simplemente para molestar. Ella no iba a darle el gusto. Se giró y lo miró fingiendo ternura. - Muchas gracias, amable caballero. Nuevamente me equivoqué cuando escribí "templo" en lugar de "palacio". Ese día estaba yo tentado.
Escorpio Publicado 5 de Agosto del 2006 Publicado 5 de Agosto del 2006 Muy bueno el capitulo Tomas jajaja estuvo muy gracioso todo jajajajaja pon mas por faaaaaaa jeje
Luciano Publicado 5 de Agosto del 2006 Publicado 5 de Agosto del 2006 jajaja, muy bueno jeje, sigue sigue.....
Tomás Publicado 6 de Agosto del 2006 Autor Publicado 6 de Agosto del 2006 No sé como les caerá lo de Maggie, pero muchas mujeres de su edad son así, las divas especialmente. ENTREGA 35 Milca, cortés como solía ser, permitió que el Padre Dunstan permaneciera en su casa aquel día, en agradecimiento por haber liberado a su pequeño hijo de aquel demonio. Y ahora los tres conversaban animadamente sentados a la mesa. - ¿Sabe qué, padre? Me preocupa lo de la señorita Croft. Casi nadie se dirige a ese lugar, por respeto al Patriarca Abraham –dijo Milca. - No se preocupe, señora –desestimó jovialmente el religioso-Voy a contarle algo: cuando Lara era una niña de dieciséis años, me siguió hasta una isla irlandesa poblada por demonios, y solita y sin armas me salvó de que un jinete fantasma de matara –Jairo abrió la boca con un asombro-Así es, niñito, así es, así que ir a la Tumba de Moisés será una tontería para ella. De repente, alguien derribó la puerta de una patada, provocando que la madre y el niño gritaran, poniéndose de pie bruscamente y que el sacerdote se interpusiera entre ellos y el extraño para proteger a la familia israelita. Pero el extraño no era otro que un encolerizado William Rutland, que les apuntaba con una escopeta. Desde luego, no tenía pensado dispararles, él nunca le haría daño a nadie que no fuera la maldita Lara Croft, pero necesitaba amenazarlos para imponer respeto, tal y como siempre hacía su padre, sólo que éste sí cumplía sus perversas amenazas. - ¿Dónde está Lara Croft? –vociferó apuntándoles desde la puerta. - ¡Señor, se lo suplico, hay un niño aquí! –suplicó Milca, de rodillas. Pero el Padre Dunstan, en cambio, estaba de pie, mirándolo desafiante. - Jamás te lo diremos, y no nos harás nada porque nuestra fe en Dios nos protegerá –le espetó. Y la fe del buen hombre dio resultado: un hombre de Gunderson hizo su entrada y aprisionó a Rutland por la espalda. - Tranquilos, todo está bajo control –dijo el calvo, que llegó tras su sicario. Tomó un celular de su bolsillo y comenzó a marcar el número de la Mansión Rutland en Nueva York, mientras el aprisionado Rutland se preguntaba cómo sabían el número. Maggie no dudaba en aprovechar la ausencia de su marido: éste trabajaba desde muy temprano hasta altas horas, mientras ella, que jamás en su vida había trabajado, hacía lo que quería en la casa; y en este caso, lo que ella quiso fue traer a su amante Bob. Bob era negro, alto, extremadamente musculoso, y tenía la edad de William, y ahora, él y Maggie, completamente desnudos, se revolcaban como anguilas en la cama matrimonial. Desde el piso de abajo, Jenny, a quien su señora tenía amenazada para que guardara silencio respecto a sus andanzas, oía los gritos eróticos de los desvergonzados. Después de todo, Maggie era una señora rubia (teñida, por supuesto) cuyo cuerpo esbelto (todo operado) ocultaba perfectamente que tenía más de sesenta años, y aún era una mujer fogosa; por todas estas razones, el joven negro disfrutaba plenamente con ella. - ¡Sigue, sigue, no te detengas! –oía Jenny que aullaba Maggie. - ¡Muérdeme, perra, muérdeme! –gemía Bob mientras la pobre mucama sentía vergüenza ajena. - ¡Así, muy bien! ¡MÁS DURO, MÁS DURO! –Los aullidos de Maggie eran más potentes que el ruido de la aspiradora, y lograban desconcentrar a Jenny de su trabajo -¡Oh, por Dios! ¡Eres un lobo del amor! ¡Grita, grita como Tarzán! - ¡Aaaaaaaaaaaa! –Bob imitó el grito característico del hombre mono en sus películas. - ¡Ahora otro! ¡Superman! ¡El Hombre Araña!! ¡Batman! ¡Robin! ¡El que sea! - ¡Eres lo máximo! “¡Dios mío, la pava está que hierve!” se dijo Jenny horrorizada. Sonó el teléfono y la mujer se apresuró a atender. - Mansión Rutland, buenos días. - Buenos días, ¿estaría la señora Rutland, por favor? –inquirió Gunderson. - Un momentito, señor, no sé si puede. Con el teléfono inalámbrico en la mano, Jenny subió las escaleras en dirección a la habitación, sintiendo los aullidos de Maggie cada vez más fuertes y descontrolados. - ¡Eres mucho mejor amante que mi esposo! ¡Él no me satisface! Sintiendo cada vez más vergüenza ajena, la mucama abrió lentamente la puerta de la habitación, para estrellarse con la cama completamente destrozada y el negro apoyado sobre Maggie besando sus pechos mientras ella gemía acariciándole el pelo. Pero palideció al reconocer a Jenny. - ¿QUÉ HACES AQUÍ, ESTÚPIDA? - Pe… perdón, pero tiene teléfono –tartamudeó. - ¡AL DIABLO CON EL TELÉFONO, DÉJAME GOZAR! –Y arrojó una almohada en su dirección. Jenny se alejó corriendo, sin dejar de oír los retumbantes gemidos de la descarada. - ¡Qué raro! –comentó Gunderson-Aún no me pasan con la señora Rutland, y se oye un ruido muy fuerte… no sé… como un aullido. - ¡Muy extraño! –corroboró el sicario que aprisionaba a William. Era su oportunidad. El ágil muchacho propinó un codazo en sus costillas, le arrebató el arma y le pegó con ella en la cabeza, dejándolo inconsciente. Gunderson se apresuró a darle un puñetazo, pero William, que era más alto, más delgado y menos robusto que él, lo esquivó y lo derrumbó en el suelo de un empujón. - ¡Ahora –exclamó apuntándole con el arma, sintiendo que no era el quien hablaba sino su perverso padre, el senador- me dirán dónde está Lara Croft o juro que lo mato! Los jardines del palacio de Salomón eran impecables, con preciosas plantas cultivadas a su alrededor, y con una fuente plateada en el centro, que representaba al Rey en todo su esplendor, erguido, con su corona real y su brillante túnica. - ¡Maravilloso, Lara! –exclamó Layard-¡Esta belleza sólo se compara a ti! - Los libros bíblicos de Samuel, los Reyes y las Crónicas, se referían a Salomón y al encanto de su época, pero esto es demasiado –comentó sin poder creer que estaba en un sitio tan encantador y legendario. - Precaución –aconsejó Alister-Quizá lo que tenga de lindo lo tenga de peligroso. - Es posible –coincidió Lady Croft sin prestar mucha atención. - ¡Mira, qué ingenioso! –dijo Layard al localizar un pequeño interruptor al costado de la fuente, que accionó sin contemplaciones. - ¡Oh, no! –gritó Alister. No era para menos, ya que el suelo se había llenado de escorpiones venenosos. Lara desenfundó sus armas, pero Layard la detuvo. - ¡Las damas atrás! ¡El caballero se encargará de esto! –Desenfundó una pistola y apuntó a los escorpiones, pero…-¡Maldición! ¡Está descargada! - ¡Qué otra cosa se podía esperar! –resopló Lara. Y, mientras el criptógrafo se subía a la fuente para protegerse, la arqueóloga disparaba a diestra y siniestra, saltando, girando, balanceándose en el aire, evitando en todo momento ser picada. - ¡Huy, estuvo cerca! –suspiró Layard bajándose de la fuente, cuando ya el peligro hubo pasado. - A partir de ahora, mucho cuidado con las palancas o interruptores que pulsaremos –advirtió Lara muy seriamente. - Por supuesto, pimpollito, tranquila –intentó apaciguarla el barrigón. Se abrieron paso a través del hermoso jardín hasta llegar a la entrada principal, cuyas cuatro paredes eran doradas. - En teoría, divina –musitó Layard- deberíamos llegar a la Sala Hipóstila, mejor conocida como Casa del Bosque del Líbano. - La sala debería estar tras esta puerta, pero está cerrada –sentenció Lara tras acercarse a inspeccionar-Yo creo que hay una llave que la abre. Distinguió un pasillo a la izquierda de la puerta cerrada. - Lo intentaré por aquí. Rudolf, quédate aquí por si acaso. - ¿Seguro? ¿No prefieres que este hombre fuerte te proteja? - Por supuesto. Sólo dime dónde está ese hombre. Zip y Alister se echaron a reír, mientras Layard intentaba reprimir su bronca. Así pues, Lady Croft se internó en el pasillo, en el que no tardó en estrellarse con sendas cuchillas giratorias cerca del suelo. Las primeras las pasó saltando, y las segundas, agachándose. Ante ella se extendía un pequeño precipicio, con pinchos en su interior, y una liana en el medio. La exploradora se preparó para saltar y balancearse hasta llegar al otro lado. - Cómo siempre, yo tenía razón –dijo Alister-Este lugar está lleno de trampas. Estoy seguro de que el palacio de la Biblia no era así. - Creo que se debe a la furia de Dios de que este palacio haya sido profanado por Nabucodonosor –aventuró Lara. - De todos modos, no creo que aparezca nada peligroso –opinó Zip, optimista. Un ruido fuerte se hizo oír detrás de ella. Al girar hacia atrás, Lara vio un infernal canto rodado abalanzarse rápidamente en su dirección. - ¡Cuidado! –gritó como siempre Alister, mientras ella pensaba qué hacer para salvar el pellejo, ya que no tenía mucho tiempo.
Tomás Publicado 8 de Agosto del 2006 Autor Publicado 8 de Agosto del 2006 Bueno, concedo las peticiones de mi AMPLÍSIMO público y cuelgo más. ENTREGA 36 El canto rodado hubiera aplastado a Lara de no haberse ella arrojado al pequeño foso que tenía a continuación. El artefacto, por su parte, siguió de largo hasta dar contra la pared. - ¡Esas enormes bolas nunca traen nada bueno! –refunfuñó Alister, recomponiéndose del susto. - Pues, yo diría que sí –contradijo Lady Croft, tomando entre sus manos la pequeña llave dorada que había en el pozo, llave que por cierto, no hubiera descubierto de no haber sido por buscar evitar la amenaza que suponía el canto rodado. - ¡Hola, preciosa! ¡Que alivio! –saludó Layard en cuanto Lara regresó con él. - Hazte un lado –dijo ella, y utilizó la llave en la puerta dorada, dejando al descubierto la Casa del Bosque del Líbano, nombre que recibía la Sala Hipóstila. - ¡Qué hermosura! Y esta vez no lo digo por ti, querida Lara –farfulló maravillado el criptógrafo. En la Casa del Bosque del Líbano había preciosas esculturas, todas de dorado. Entre ellas, a Zip y a Layard les llamó la atención la de una hermosa reina repleta de joyas, y como Lara explicó, se trataba de la Reina de Saba, mujer riquísima y de buen corazón que había visitado al Rey Salomón en una ocasión, y le había obsequiado enormes cantidades de oro, las cuales ayudaron a la construcción del bellísimo palacio. Sin embargo, a Lara le llamó la atención el resto de las esculturas. - Alister, Rudolf, ¿ustedes saben de quiénes son estas figuras? –A Zip no le preguntó porque estaba segura de que no tenía la menor idea. - No lo sé, Lara. - Ni idea, caramelito mío. - Pues yo sí. ¡Son dioses paganos! ¡Astarté, diosa de los Sidonios! ¡Milcom, dios de los Amonitas! ¡Camos, dios de Moab! ¡Todos dioses paganos! –dijo profundamente asombrada. - Creo que ya tengo la respuesta a eso, primor –anunció Layard-. Según el libro de los Reyes, Salomón, ya de viejo y muerta su esposa, se dejó llevar por sus concubinas y comenzó a adorar a otros dioses. Yavéh le advirtió dos veces que siguiera el camino recto de su padre David y lo adorara sólo a Él, pero fue inútil. - Y por eso el reino se dividió tras su muerte, por un lado Israel y por otro Judá, que era una de sus tribus, y llevaba tal nombre por uno de los hijos del Patriarca Jacob –alegó Alister. - ¡Y miren! –exclamó Lady Croft, que halló inscripciones en hebreo a los pies de la escultura que representaba al Rey Salomón. Así dice Yavéh, ya que yo, Ajías de Silo, profeta de vocación, hablo por su boca. Voy a dividir el reino de Salomón. A ti, Jeroboam de Sereda, hijo del efratita Nabat y la viuda Cerva y sirviente del Rey, te daré diez tribus, y a Salomón sólo le dejaré una, para cumplir mis promesas a David, y porque Jerusalén es la ciudad que me elegí entre todas las tribus de Israel. Esto sucederá porque ha adorado a Astarté, diosa de los Sidonios, Milcom, dios de los Amonitas, y a Camos, dios del cerro de Moab. No ha seguido mis caminos ni ha hecho lo que me parece justo ni ha observado mis leyes y mis mandamientos como su padre David. No le quitaré todo el reino, incluso seguirá siendo rey por el resto de sus días, en atención a David mi siervo, a quien elegí y que guardó mis mandamientos y mis preceptos. Pero si tomaré el reino de manos de su hijo Roboam y te daré las diez tribus. A su hijo, sin embargo, le guardaré una tribu, porque quiero que mi servidor David tenga siempre su lámpara encendida en mi presencia en Jerusalén, la ciudad que Yo elegí para poner en ella mi Nombre. Te tomaré a ti y te haré reinar sobre todo cuánto desees y serás Rey de Israel. Si escuchas todo cuanto te ordene, sigues mis caminos y haces lo que me agrada, guardando mis decretos y mandamientos como hizo David mi siervo, yo estaré contigo y te edificaré una casa estable como se la edifiqué a David, y te entregaré Israel y humillaré a los descendientes del Rey David, pero no para siempre. - ¡Asombroso! –exclamó Zip cuando Lara terminó de leer-¡De modo que la Tierra Prometida y sus tribus fueron divididas gracias a que Salomón adoró a estos dioses! –Se asustó de repente-¡Oh, Dios mío! ¡Esa estatua parpadeó! - ¿Qué dices? –inquirió Lara, incrédula. - ¡Tal parece que este negro ha bebido demasiada cerveza! ¡Jajaja! –se burló Layard mordazmente. - ¡No estoy loco! –Zip jamás había estado tan asustado -¡Ahora aquella movió la cabeza! - ¡Por favor! Alister, ¿tú que eres inteligente, creerás esta tontería? - ¡Claro que sí, Lara! ¡Mira! Lara y Layard reprimieron un grito de asombro, ya que al girarse vieron a las tres estatuas de dioses paganos fuera de sus pedestales. - ¿Cómo osan profanar el Palacio del Rey Salomón? –se enfureció Camos, alto y anciano, aunque de aspecto vigoroso. - Cada vez que un extraño aparece, nos manifestamos a través de nuestras respectivas figuras y nos encargamos de hacerles pagar por profanar este palacio –añadió Astarté, que era joven, bella y esbelta, pero que al igual que los dos dioses, era completamente dorada, tanto de ropa como de piel. - Y ustedes no serán la excepción. ¡Mueran, mortales! –gritó el apuesto y gallardo Milcom. Los tres dioses lanzaron rayos de energía hacia Lara y Layard; el de Camos era verde, el de Astarté era púrpura y el de Milcom era amarillo. - ¡Auxilio, mami! –gimió el criptógrafo, ocultándose tras una gran vasija del rincón. - ¡Toma esto, viejo barrigón! –chilló Astarté, lanzándole un rayo que destruyó la vasija. Mientras, Lara, como de costumbre, saltaba hacia un lado y al otro disparándoles a las tres divinidades. - ¡Lara, no puedes! –se alarmó Alister luego de un rato-¿No recuerdas a Seth, que casi te mata? ¡Ellos son inmortales, son dioses! - Ya lo sé –murmuró la arqueóloga mientras disparaba-, pero se manifiestan a través de las estatuas. Si las destruyo, tal vez ellos se vayan. Camos lanzó un tremendo rayo verde hacia Lara que, al fallar, destruyó casi por completo una de las paredes. - ¡Cuidado, preciosa! –gritó Layard, que por su parte huía para evitar los ataques de Astarté –Oye, eres una diosa muy bonita, ¿lo sabes? –le dijo muerto de miedo-¿Por qué no me dejas tranquilo? Yo no he hecho nada. - ¡Has osado entrar aquí, gordo sucio! ¡Mereces morir! –gritó la diosa, y siguió lanzando rayos. - Es inútil, no puedes escapar de mí, nefasta mortal –rugió Milcom, que junto con Camos intentaba neutralizar a Lara. - Es increíble –comentó Zip mientras Lara disparaba-Primero Ramsinit, que era un muerto, y ahora estos tres dioses disfrazados de estatuas. Justo entonces, un balazo de Lady Croft derribó la anciana cabeza de Camos, quien lanzó un alarido de derrota. - ¡Has llegado demasiado lejos! –aulló Milcom-¡Astarté, deja de perder tiempo con el gordo y ayúdame con este insecto! - ¡Por toda mi belleza! ¡Le has volado la cabeza! –chilló Astarté. - ¡Sin querer le ha salido un verso a la diosa! –exclamó Zip. - ¡Qué inteligente! –repuso Lara irónica. - ¡MUERE! –gritaron a coro los tres dioses. Aún sin cabeza, Camos podía luchar bastante bien. Con el correr de los minutos, Lara se dio cuenta que si había tenido suerte con él fue porque el dios era un anciano, pero los otros dos dioses eran de apariencia fuerte y joven. Ahora, tres ataques de diferentes colores iban dirigidos hacia ella, quien ya se estaba cansando de disparar en vano. - Todo es inútil –le espetó Camos lanzándole otro rayo. - ¡Somos inmortales! –exclamó Astarté. - ¡Y tú morirás! –gritó Milcom. Ahora, los tres dioses lanzaban bolas de fuego, provocando que la Sala Hipóstila comenzara a arder en llamas. - ¡Lara, creo que de ésta no se salvas! –gimió Zip. - ¿Sabes? Eres la esperanza personificada, pareces Alister. - ¡Oigan, dioses de baja categoría, aquí estoy! –gritó Layard desde su rincón. Los tres suspendieron su ataque y se giraron lentamente hacia él-¡En lugar de hacerle eso a la preciosa muchacha, vengan aquí conmigo, cerdos asquerosos! ¿O qué, tienen miedo? ¡Yo sabía! ¡Son unos cobardes, unas ratas! ¡Especialmente tú, querida diosa! ¡Lara es mil veces más linda que tú, serás inmortal pero eres un asco! ¡Mi abuelita es más atractiva! - ¿Cómo te atreves? –chilló Astarté, fulminándolo con la mirada. - ¡Y tú, viejo sin cabeza, no eres más patético porque no tienes tiempo! - ¿Qué dices? –exclamó Camos, furioso. - ¡Bueno, por lo menos eres más lindo que tu amigo! ¡Eres una vergüenza para los dioses, seguro que los amonitas creían lo mismo! - ¡ACABÉMOSLO! –rugió Milcom. Lara, atónita, comprendió lo que Layard pretendía hacer: distraerlos para que ella pudiera escapar. Los dioses lanzaron al unísono rayos mortales hacia Layard, mientras ella, que no podía soportar el calor del incendiado ambiente, corrió hacia el final de la sala, se deslizó por la rampa que había, y llegó a una estancia oscura y sórdida, desde donde pudo oír el grito desgarrador de Layard tras el sonido del ataque de tres rayos mágicos. Silencio total. - Lo han matado –sentenció Lara, en un susurro-. Mataron a Layard. - ¡Oh, no! –gimió Zip-¡Era un buen hombre, después de todo! Ella estaba completamente de acuerdo con él: Rudolf Layard podría ser un viejo baboso y algo desubicado, pero también un fiel amigo y un gran héroe. - Se sacrificó por mí –murmuró con un hilo de voz. Alister y Zip comenzaron a sollozar, pero Lara no iba a serlo. No iba a dejarse llevar por un sentimiento tan blando como el llanto, ella que era una mujer tan fuerte. Sólo lloró tres veces en la vida: cuando perdió a su madre, a su padre y a sus amigos universitarios; pero no iba a llorar. No iba a llorar. - Prosigamos –dijo con la voz firme, y se abrió paso en la sórdida estancia, sin poder quitarse al valiente Layard de su cabeza. No pasó mucho tiempo hasta que vio una urna tallada en mármol gris, y, sobre ella, una preciosa espada afilada de caballero medieval, con un pequeño artefacto celeste de forma cuadrada. Lara sabía muy bien qué eran: la Espada de Sir Galahad y el Talismán Agua. - ¡Los tienes! –celebró Zip. De pronto, todo se oscureció en la estancia, y una serena voz masculina de hombre joven se hizo oír. - Yo, Esteban, siervo de Jesús de Nazaret, Nuestro Señor el Mesías, te contaré la historia de Moisés, al igual que lo hice ante el Sanedrín, cuyos miembros me asesinaron al oirme hablar, pero me tiene sin cuidado. “Ramsés I, Faraón de Egipto muerto José, hijo de Jacob, esclavizó a nuestra raza y obligó a nuestros padres a que abandonaran a sus hijos recién nacidos para que no tuvieran más familia. Fue en ese tiempo cuando nació el Libertador, Moisés, al que Dios amaba. Su madre tuvo que abandonarlo para salvarle la vida, y al hacerlo, la hija del Faraón lo recogió y lo crió como hijo suyo. Así Moisés fue educado en toda la sabiduría de los egipcios y llegó a ser poderoso en palabras y obras. “Tenía cuarenta años cuando sintió deseos de visitar a sus hermanos, los israelitas. Al ver cómo uno de ellos era maltratado y oprimido, mató al mayordomo egipcio, y sintió tanta vergüenza que huyó. Se estableció en Madián, donde se casó con Séfora y tuvo dos hijos. “Tiempo después se le apareció Yavéh en el desierto del monte Sinaí en la llama de una zarza que ardía. Moisés quedó perplejo ante esta visión, y al acercarse para mirar, oyó la voz del Señor: “Yo soy el dios de tus padres, el dios de Abraham, el de Isaac y el de Jacob”. Moisés sintió tanto miedo que no se atrevía ni a mirar, pero el Señor le dijo: “Quítate las sandalias, porque estás pisando tierra santa. He visto cómo maltratan a mi pueblo en Egipto, he oído su llanto y he bajado para liberarlo. Y ahora tú serás enviado a Egipto, como jefe y libertador, y los conducirás a la tierra de los cananeos, donde mana la leche y la miel.” Moisés, quien en sus años jóvenes fuera conocido como el Príncipe de Egipto, en la madurez hizo salir a los hebreos de la Tierra Roja para conducirlos a la Tierra Prometida, realizando prodigios y señales en Egipto, en el Mar Rojo y en el desierto durante cuarenta años. “Moisés dijo a los israelitas: “Dios les dará un profeta como yo de entre sus hermanos.” Ese hombre, llamado Moisés, fue el Libertador de los Hebreos, el que estaba con nuestros padres en la asamblea del desierto, con el ángel que le hablaba en el monte Sinaí, y el que recibió las Tablas de la Ley y las palabras de vida para comunicárselas a todos. Él murió, poco antes de llegar a la Tierra Prometida, y su cuerpo, por deseos del Arcángel San Miguel, reposa aquí, en el Palacio del Rey Salomón, hijo de David, descendiente de Abraham. La oscuridad se disipó y la luz volvió a la estancia. - ¿Ése que ha hablado era Esteban, el discípulo del libro de los Hechos de los Apóstoles? –saltó atónito Alister mientras Lara se frotaba los ojos. - Así es: Esteban. Ni más ni menos –terció. Cuando se hubo recuperado, tomó la Espada y el Talismán y los guardó en su mochila. A continuación echó una mirada a la tumba. - Moisés, Libertador de los Hebreos –dijo con profundo respeto-, siempre honraré tu nombre. Siempre Y recordó la promesa hecha al dios Horus cuando le permitió vivir. De regreso en la Casa del Bosque del Líbano, Lady Croft encontró todo intacto: las estatuas de los dioses en su lugar, ni un rastro de las llamas, y, a los pies de la estatua de la diosa, el cadáver magullado y despatarrado de Rudolf Layard. - Has sido muy valiente. Gracias –murmuró con profundo respeto mientras Zip y Alister se largaban a llorar una vez más. Finalmente, la arqueóloga británica no pudo contenerse y empezó a sollozar. Lara regresó por donde había venido, y al llegar al monte Moria, le hizo una humilde tumba al criptógrafo, y clavó una grotesca cruz que halló entre los restos del Palacio, ya que cuando ella salió, éste había vuelto a sumergirse bajo la tierra. - Si no fuera porque mi madre está en juego aquí, hubiera preferido morirme yo y no tú –dijo arrodillada ante la tumba. - ¿Quieres morir? ¡Pues te daré el gusto! William le apuntaba a la nuca con una pistola.
Luciano Publicado 8 de Agosto del 2006 Publicado 8 de Agosto del 2006 Muy bien , muy bien, pobre Layard, fue un gtan hombre. Por fin lara muestra sentimientos, eso de que lloe me a encantado. (lo que no me querdo claro fue el intervalo que hisiste para contar la historia de moises) Ya que tu GRAN PUBLICO te ha escrto un montonaso, veo que no necesitaras mucho de mi. Acuerdate que tengo mucho trabajo escolar y aenas tiempo de hacer algo en la PC, espero agradescas que me hise un tiempo para tu relato, espero sigas, y veremos que pasara con la desvergonzada maggie rutland, (que perra) y a verdad el padre de william no me da nada de lastima, se lko merece mejor
Escorpio Publicado 9 de Agosto del 2006 Publicado 9 de Agosto del 2006 Buenas a todos me gusto mucho tu entrega Pobre Layard se sacrifico por Lara eso si que es un hombre aunque muy gracioso lo de los dioses jajajaa se decian de todo jajaja Y cada vez lo digo mas Maggie Rutland es una CERDAAAAAAAA cada vez la odio mas Muy bonita la historia de Moises y la tumba jeje aunque para mi que las entrega de Israel duraron muy poco Y encima lo dejas en lo mas interesante jjajajaa a ver si pones una entrega pronto Parece que tu GRAN PUBLICO ya contesto a tu novela por que es que estas tan solicitado jajaja bueno por lo menos ya tienes la opinion de tus 2 mejores lectores espero que disfrutes mucho leyendonos a nosotros Salu2 y pon otra entregaaaaaaaaa jeje
Tomás Publicado 9 de Agosto del 2006 Autor Publicado 9 de Agosto del 2006 Querido Escorpio, tenés razón, lo de Israel fue corto comparado con Egipto, pero ni siquiera llegamos a la mitad de la historia. Cuando lleguemos a la mitad, les voy a avisar . Y a Maggie no la odien, que esta vez no hizo nada y dio un gusto: ¡Cuernos para el viejo crápula ! ¡Muchos cuernos! Y ahora, disfruten de la entrega más grande hasta la fecha. ENTREGA 37 - ¿Tú otra vez? –dijo Lara en voz baja, disimulando su estupefacción. - Así es, maldita yegua –murmuró en su oído-, y no descansaré hasta matarte. - No te será nada fácil, yo no soy Franz Eddinton, soy Lara Croft. - ¡Deja de nombrar a ese tipo! –William ya estaba cansado de que la muy mentirosa lo acusara en su propia cara de algo que no había hecho. - ¡Y tú deja de negar lo que has hecho! - ¡Cállate y ponte de pie! –gritó amenazante. Lara pensó que era mejor hacer caso: jamás acabaría sus días de rodillas, y bajo ningún concepto permitiría que William Rutland fuera el epílogo de su vida. - ¡Mírame a los ojos! –bramó éste, mientras Lady Croft hacía esfuerzos inconcebibles por contener su tremendísimo odio hacia él- Así me gusta, que me mires cuando te mate –sonrió William apuntándole en la nariz-Despídete del mundo, basura asesina. La experta Lara Croft sabía lo que tenía que hacer. Le encajó un puñetazo a William en el estómago, quitándole el aire, desorientándolo unos segundos. Mientras el norteamericano soltaba un alarido de dolor, la inglesa corría lejos de él, pero ahora se veía amenazada por sus disparos. Lara, por su parte, comenzó a dispararle y a esquivar ágilmente sus ataques, llegando a la conclusión de que nunca había tenido un enemigo tan duro: su hermano James, ayudado por el poder del fragmento de Excalibur, había resultado más sencillo de vencer que él mismo, William, que luchaba solo, sin ayuda de ningún poder mágico, ninguno. Se diría que, por sus capacidades físicas, era ella misma en versión masculina. De este modo, Lara y William, a extremos opuestos del monte Moria, batallaban con sus pistolas; ella, buscando salvar su vida, y él, buscando hacer justicia. Pero Lara retrocedió demasiado, hasta el risco, y hubiera caído al precipicio de no haberse aferrado al saliente con las dos manos; William era el primer enemigo humano que la obligaba a retroceder de este modo, y si ella llegaba a soltarse, moriría. William, triunfante, se le acercó lentamente y la contempló como a una mosca en la sopa, como una piedra en el zapato, como caca en el camino. - ¡Así deseaba verte, maldita! –murmuró con odio mientras ella luchaba por sostenerse. Alzó un pie en alto, tal como Ramsinit había hecho antes-¡DESPÍDETE DEL MUNDO! Pero de repente, Gunderson surgió de la nada y le dio un empujón en las costillas, provocando que cayera a un costado. - ¡Sujétate! –indicó a Lara, y estiró la mano para ayudarla a subir. Con dificultad, y aferrándose al calvo, Lady Croft logró subir, y mientras respiraba agitadamente, se dio cuenta de un sentimiento que acababa de experimentar con William: el miedo. Había sentido miedo de él. ¿La Invencible Lara Croft, miedo? ¡No, no, imposible! Ahora ella veía como dos esbirros de Gunderson aprisionaban a William, y el Padre Dunstan, Milca y Jairo, corrían a abrazarla. - ¡Lara, estás bien! –exclamó el pequeño, que se había encariñado con ella. - ¡Le he rezado tanto a Dios! –dijo Milca muy feliz. - Pero yo supe que lo lograrías, no tenía la menor duda –afirmó el Padre Dunstan sonriendo. Conocía a Lara mucho más que aquella aldeana y su hijito, y sabía que no existía ser humano capaz de derrotarla. Bueno, no precisamente humano… A pocas cuadras de la Mansión Croft se reunían aquella tarde los miembros de una fundación en su sede. Hombres y mujeres, en un salón cerrado de color blanco en el que se respiraba aire de paz se sentaban en círculo en sus respectivas sillas. Entre los miembros se hallaba Charlotte, que lucía más triste que nunca. Un anciano portaba un megáfono en la mano con el que se hacía oír. - Buenas tardes, señoras y señores. Para los que no me conocen yo soy Mark Muller y este es un centro de ayuda para todos los padres, hermanos o hijos que perdieron a sus parientes a manos de la Cábala, o que los abandonaron para unírseles. Pero no seré yo quién les hablé del asunto, ante todo yo soy el vicepresidente; así que le cedo la palabra a la señora Julia Boaz, presidenta de la fundación. Un triste pero cortés aplauso fue dirigido a la mujer de pelo negro y alta edad que tomó el megáfono. - Muchas gracias a todos por estar aquí hoy en día. Yo siento la misma pena que ustedes ya que mi hija, Kristina, fue asesinada por el líder de la Cábala: la tiró a una cápsula mutante y tuvieron que matarla para que no lastimara a nadie. Señores, la Cábala es una secta siniestra, integrada por seres perversos, y nuestros hijos están en sus manos. Debemos hacer algo antes de que les ocurra lo mismo que a mi pequeña Kristina. –La presidenta tuvo que hacer un esfuerzo para no llorar allí mismo -¿Alguien quiere decir algo? –Charlotte alzó la mano, y Julia le entregó el megáfono. - Bueno –dijo ella-, yo estoy pasando un momento muy difícil en mi vida. Alguna vez yo tuve dos hijas, pero ahora, como bien saben, una está muerta, y la otra… ¡En manos de esa gente enferma que puede dañarla en cualquier momento! ¡Y yo no sé qué hacer! –Charlotte se largó a llorar, y mientras era consolada por sus compañeros, Julia volvió a tomar el megáfono. - Como algunos sabrán, yo me convertí en presidenta tras la muerte de Suzanne, la fundadora de esta asociación. Lo más terrible es que Suzanne encontró la muerte a manos de su propio hijo, que en la actualidad sirve a la Cábala –Un espasmo de horror se vio reflejado en los rostros de todos-.Por eso, señoras y señores, pido que unamos nuestras manos y recemos un Ave María por ella: por Suzanne. - ¡Por Suzanne! –dijeron todos, uniendo sus manos. Y, mientras Charlotte seguía llorando, comenzaron a rezar. Horas después, por la noche, Maggie y James aguardaban impacientes que Jenny sirviera la comida. La mucama, en efecto, sirvió puchero gallego en una olla blanca de porcelana, la cual destapó con la esperanza de que a sus señores les gustara. - ¿Cómo nos traes este guiso asqueroso, gorda bruta? –espetó Maggie con cara de asco tras echar un vistazo a la olla. - Déjala, querida esposa –replicó el senador con desprecio-Es la servidumbre, ¿qué esperabas? - Estoy de acuerdo –coincidió soberbia. Jenny decidió fingir que no había oído nada. - Lo preparé con mucho amor, señora Maggie –sonrió la anciana con dulzura. - ¡Cállate la boca, vieja horrorosa! –dijo con desprecio James Rutland-Hasta el reverendo imbécil de William prepararía un guiso mejor que tú. - No, tampoco exageremos –contradijo Maggie-En eso si eres mucho mejor comparada con él, querida Jenny –y esbozó una sonrisa falsa como las que hacía en sus entrevistas para las revistas y para el New York Times. - Con permiso, señores –La respetuosa aunque nada respetada mucama abandonó el lujoso comedor. Maggie y James probaron el puchero. - ¡Está riquísimo! –sonrió ella, deleitada-Me recuerda a las comidas de bajas calorías que consumía hace años, para conservar mi figura. ¿No te acuerdas, cuando yo era joven, que gran modelo neoyorquina era? ¡Ganaba todos los concursos de belleza! - Sí, claro –gruñó James mientras comía-. Pero los ganabas porque tu padre sobornaba a todo el jurado, y tu madre tuvo que acostarse con el único juez que no se dejó sobornar. Es más, yo vi cuando tú le descosías la ropa a la modelo rival. ¿Cuántos años tendría ella ahora? ¡Tu edad! ¡Pobre mujer! ¡Qué vergüenza pasó aquel día! - ¡Qué lindos recuerdos! –suspiró Maggie nostálgica- ¡Pobre Jane! ¡Todos se rieron en su cara, quedó desnuda en plena pasarela! Por cierto, James, gracias por no delatarme cuando me viste. - ¿Ya te olvidaste? ¡No dije nada porque me pagaste! ¡Qué joven iluso era en esa época! La cena fue muy animada; ambos reían recordando viejos tiempos, todas anécdotas en las que habían salido victoriosos injustamente y gracias a sus artimañas. Tocaron el timbre de la puerta. - ¡Jenny, ve a abrir! –gritaron Maggie y James al unísono. La pobre señora tuvo que correr hasta la puerta, y al abrirla, se encontró con Gunderson, sujetaba con fuerza los brazos del enfurecido William. - ¡Por Dios! ¡Señor William, es usted! –exclamó Jenny. Curiosos, el corrupto y la vanidosa se acercaron a ellos. - ¡Ah, señor Rutland! Mucho gusto, soy Marten Gunderson –se presentó cordialmente, tendiéndole la mano, gesto que el arrogante político ignoró-Venía a devolverle a su hijo, casi mata a una chica –agregó perturbado por su descortesía. - ¿En serio? ¡William, hijito, mi amor! ¿Qué has hecho? Cuéntale a mamita–Maggie hablaba con esa voz tan cariñosa y tan falsa con la que solía fingir. - Yo les aconsejaría que lo controlen. Y perdón por molestar –dijo Gunderson. - ¡No es nada, señor! ¡Vuelva cuando desee! El mercenario se retiró, y Jenny cerró la puerta tras de sí. Impresionada quedó cuando James propinó un tremendo golpe en la mejilla de su hijo mayor. - ¡Eres una vergüenza! –le espetó, enfurecido-¡Ha tenido que venir un pelado insignificante hasta nuestro dignísimo hogar por tu incompetencia! ¡Mata a quien tú quieras, pero que tu madre y yo no quedemos implicados! - A quién yo trataba de matar era la asesina de James, ¿no quieren ver a su hijo predilecto vengado? –espetó William mirando con odio a su padre. - James murió, querido, ¿para qué gastar energía? –rió Maggie-Mira, hijo, haz lo que se te antoje, mata a Lara Croft y púdrete en la cárcel si lo deseas, porque nos harías un favor, ¡pero nosotros en el medio no! ¡De pequeña fui la hija de un gran empresario, de adolescente fui una modelo famosa, y ahora que soy una señora soy la mujer de un senador! ¡No arruinarás toda una vida de prestigio! ¡Moriré como la viuda millonaria del senador, no como la madre de un convicto. Entre los dos sujetaron a William y lo encerraron con llave en su habitación como si fuera un niño. Pero el sensible muchacho comenzó a sollozar, porque comprendía que su familia tenía razón, él no era capaz de nada. ¡De nada! Su sueño era ser aprobado por ellos; tener a la hermosa y dulce Vivian entre sus brazos y poder besarla suavemente, asesinar y destrozar a Lara Croft y ver a sus padres orgullosos de él por primera vez. Pero no sabía nada de Vivian, Lara había escapado y sus padres lo reprobaban como siempre. Su pequeño hermano descansaría en paz, se pagaría por su sangre derramada, y William no descansaría hasta lograrlo. Mientras tanto, en la base argentina de la Cábala, un grupo selecto de sus miembros se sentaba alrededor de la mesa con una esfera dorada en el centro, en aquel salón decorado con gárgolas de piedra. Y su líder, la Señora Amanda, escoltada por el fiel Gunderson, estaba preparada para dar una nueva reunión estratégica, la segunda de ella como maestra de sus vasallos cabalísticos. Llevaba el pelo rubio más largo y un elegante vestido violeta, además de una cruel sonrisa de suficiencia. - Estimados integrantes de la Organización –anunció con energía-, Lara Croft ya ha conseguido dos de los talismanes que activan el portal de la Tierra de las Hadas y los Dragones, en Grecia. Quedan tres, y ya estará ante nosotros el camino hacia Avalón, y hacia el retorno de la Alta Raza, mis hermanos Nephilim. Por otro lado, sabrán ustedes que esa condenada Asociación de Padres y Madres está en marcha y en nuestra contra –La tensión se reflejó en los rostros de los miembros al oír nombrar a sus propios familiares-.Pero descuiden, tenemos dos espías expertos a nuestro disposición, ¿y en qué lugares? Pues, en la mansión de Lara Croft y en esa cochina asociación –A Clarisa, que estaba vestida muy elegante entre los presentes, se le iluminó la cara de felicidad-. Esas viejas miserables que se hacen llamar madres no representan la menor amenaza para nosotros, creen que estamos locos, pero no es así: estamos iluminados, creemos en un porvenir mejor, concretaremos un nuevo orden mundial. Por desgracia, uno de los espías no pudo venir porque no puede abandonar su puesto bajo ninguna circunstancia, pero nuestra querida Clarisa aquí está presente –Amanda le dedicó una sonrisa maléfica que Clarisa le devolvió-Sólo quería informarles de los acontecimientos y decirles que prosiga cada uno con su trabajo como siempre, todo va de maravillas. Ah, me olvidaba: parece que Gunderson sirve para algo después de todo, ya que gracias a él, William Rutland no volverá a molestar a Croft. Por eso, creo que se merece un aplauso. Todos aplaudieron al sicario, que sintió gran alegría en el alma: “¡Mi amor, estás orgullosa de mí!” - Así es: William está de regreso con sus padres, que hubieran sido mis suegros si esa bruja no hubiera matado a James. Ese comentario ya no le agradó tanto a Gunderson. - Marten, tengo trabajo para ti –La malvada se volvió hacia él-. Ya no es necesario que te ocupes de ella: ve a Turquía, envía a tu mejor equipo de hombres a la necrópolis de Capadocia y llévate los cuerpos de mis hermanos. Recuerda: mata a cualquiera que se interponga. Mujeres y niños si es necesario, pero trae los cadáveres aquí –ordenó-¿Está claro? - Por supuesto, Madame –afirmó el mercenario. - ¡La alabamos, Señora! –gritó Clarisa feliz y emocionada, y todos los malvados prorrumpieron en aplausos. - Gracias, gracias –dijo Amanda cuando ya se tranquilizaron-Ahora, todos fuera de aquí, menos Marten y Clarisa. Muy pronto el salón quedó desierto, sólo la líder, el mercenario y la espía se quedaron allí. Gunderson, por su parte, ya le había contado todo sobre el diario íntimo a Amanda, quien ya sabía toda la verdad. Clarisa, en cambio, no estaba al tanto de eso. - Querida mía –le dijo la rubia-, estoy decepcionada de ti. ¿No lograste acabar con un insignificante viejo? - Ya intenté envenenarlo, Su Señoría –se disculpó-, no me explico cómo no lo logré. - Mira, no importa. Tenían razón todos: eres una excelente actriz, impecable. - No lo dude –sonrió Clarisa-, incluso la idiota ya confía en mí, hasta me dejó salir. - ¡Eres grande! Porque sólo alguien muy astuto puede engañar a esa cerda desgraciada –felicitó Amanda-Y dime, ¿ya has pensado acerca de la estrategia que tenemos para cuando tengamos los objetos sagrados en nuestro poder? - Acepto –afirmó muy convencida la morena. - ¿No te importa hacerle esto a tu madre? Clarisa lanzó una carcajada escalofriante. - Señora, es evidente que no me conoce. ¡YO MATÉ A MI HERMANA! ¡A CINCO BALAZOS! ¡Y le herí el brazo a la **** de Charlotte cuando intentó defenderla! Me tiene sin cuidado que yo haya surgido de su vientre. Lealtad absoluta a la Cábala, a la Gran Obra, a la Organización, a usted, Mi Señora. Amanda quedó admirada. - ¿Sabes qué? Eres mi preferida, Clarisa. Engañas con esa carita de santita, pero eres muy inteligente. - Por favor –dijo humildemente-. No soy más que una humana, usted es un ángel. - Y muy pronto, el mundo estará poblado de ellos. Ahora vete, vuelve a tu trabajo. - Sí, Madame. Clarisa la reverenció como si de una diosa se tratara y, satisfecha consigo misma, abandonó el salón. Amanda se giró hacia Gunderson. - No puedo creer lo que me has contado –manifestó asombrada. - Pues sí, Madame. Karel era algo más que su antepasado: era su padre. - Entonces, yo tendría que llamarme Amanda Karel, no Amanda Evert –murmuró-Mi padre no quiso abrir el diario por respeto a la intimidad de quién lo escribía. Y quién lo escribe resulta ser nada menos que… ¡Increíble! –exclamó feliz-Pasé de ser una pobre hija de hippies a la hija de un ángel. ¡Destruido por culpa de esa rata! –añadió irritada. - Sólo hay un artefacto capaz de provocarle la muerte a un Nephilim sin la ayuda de un Lux Veritatis: el Glifo, y Lara Croft lo utilizó, como ya le dije –explicó Gunderson. - Mi padre nunca supo que yo existía –musitó Amanda-, pero lo sabrá. - ¿Cómo dice? –inquirió Gunderson, perplejo. - ¡No importa, Marten! –le espetó-Y recuerda, no recuperes todos los cadáveres: sólo los de Apolyon, Luzbel y Belzebub. - ¿Tan poquitos? - ¡Fueron los únicos que no traicionaron a mi padre al conocer su decisión! ¡Nadie más merece tal honor! –sentenció-Y ahora vete de aquí. - Sí, Maestra. Amanda esperó a que Gunderson se perdiera de vista y se retiró también. Cruzó un oscuro pasillo y descendió por unas sinuosas escaleras sórdidas, repletas de ratas por el camino. Éstas se asustaron al verla llevar, y Amanda, en cuestiones de segundos, les provocó la muerte con una fría mirada. Aún no dejaba de sorprenderse de sus propios poderes. Ingresó en una tenebrosa mazmorra conocida como El Sótano, sección a la que sólo Karel y Eckhart entraban antes. Allí estaba lleno de libros de ocultismo, decorado con esqueletos y calaveras, y un sapo se posaba sobre una cabeza humana disecada. En aquel lugar los dos Maestros aprisionaban a sus víctimas y las hacían pasar hambre, o aplicaban sus propios métodos de tortura. Y Amanda, como la nueva Maestra, respetaba aquello, ya que, encadenada en un rincón, pálida, sudorosa y muerta de hambre, estaba Putai, la chamán beduina. - Haber, ¿cómo sigue mi prisionera? –rió Amanda-¿Ya pensaste en mejorar tu comportamiento? Porque sólo así te alimentaré. –Putai le dirigió una mirada de profundo odio. - Hace más de tres días que no bebo absolutamente nada –dijo con frialdad-. Además, no tengo nada que perder, ya que mataste a todos: ¡A toda mi gente! - Tienes razón –la rubia, caminando lentamente, acercó su rostro al de la chamán-, después de todo morirás, ante los ojos de tu queridísima Lara. Ella sufrirá viendo como te mato, y luego la mataré a ella. ¡Yo misma! ¡Con mis propias manos! Pero lo tuyo será rápido, te lo aseguro, mientras que lo de ella será lento y doloroso –siseó. La respuesta de Putai fue escupirle en la cara. Amanda, sintiéndose desafiada, se quitó la baba con la mano y le dio una bofetada muy fuerte que la hizo gemir de dolor. - Lara hablaba muy bien de ti, ¿sabes? –decía mientras respiraba agitadamente-En Egipto me dijo que te adoraba y que tú eras su mejor amiga. Ella creía que habías muerto. - ¡No le creas a esa furcia! ¡Se nota que no sabes lo que me hizo! Lo que sí sabrás es lo que haré a continuación. - ¿A qué te refieres? Amanda sonrió perversa y le dio la espalda. Extrajo una llave gris del bolsillo del vestido y abrió las puertas de un gran armario negro que había en la mazmorra. De allí extrajo un cofre rojo de madera tallada y lo tomó entre sus manos, tendiéndolo muy cerca ante Putai. - Míralo bien, beduina, y en los pocos días que te quedan nunca lo olvides: aquí adentro están las cenizas de mi padre, Joachim Karel, y tan pronto como llegue a Avalón, él volverá a mí, y resurgirá más fuerte que nunca. Lo llamaban el Nephilim Marginado, fue cruelmente traicionado por sus hermanos, pero él será el Rey de la Alta Raza, y yo seré la Princesa. ¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA! Putai, llena de rabia, forcejeó inútilmente para liberarse de las cadenas que la sujetaban, mientras Amanda estallaba en potentes carcajadas que sonaban como el graznar de un centenar de cuervos negros. - ¡Qué extraño lo de Gunderson, señorita! –manifestó Winston desde su cama. - Pero yo le creo –afirmó Lara, que ya de vuelta en el hogar estaba sentada junto a él-, después de todo, todos tenemos derecho a arrepentirnos. - Bien dicho, señorita –afirmó tosiendo el mayordomo. Pero ella se paró en seco: recordó cómo le había ofrecido su amistad a Amanda en Kazajistán y en Bolivia, siendo rechazada y atacada por su antigua mejor amiga, la causante de que ella no tenga madre. Zip irrumpió en la habitación. - Lara, ya hice lo que me pediste. - ¿Qué cosa? ¿Averiguaste quién era Afgani? - No, logré contactar con Larson y con Pierre Dupont, y efectivamente, ellos poseen el casco de Sir Pellinore. - ¡Esos idiotas! –saltó mordaz-¿Y qué dijeron? - Que los llames. Al igual que Takamoto, quieren verte en terreno neutral. Justo entonces sonó el teléfono, y Lara acudió a contestar la llamada. - ¿Buenas noches? - ¡Lara, querida amiga! ¡Cuánto tiempo sin oírte! - ¡Roxie Miller! –exclamó sorprendida-¿Qué quieres? - Oh, nada –respondió Roxie contenta y despreocupada-.Sólo contarte que mañana de noche, en la mansión de mi esposo Alejandro Alonso, daré una cena con todas las ex alumnas. ¿Te gustaría venir? - ¡Ya te aguanté bastante! ¡No te soporto y nunca te soporté, y no pienso ir a esa reunión de serpientes venenosas! –Colgó el teléfono bruscamente. - ¡Lara! –exclamó Alister alarmado-¿Quién es Roxie Miller? ¿Y por qué la tratas así? Roxie Miller era una vieja condiscípula de Lara, habían asistido juntas a la Alta Escuela para Niñas de Wimblendon, y siempre había sido una muchacha vanidosa y aristocrática, al igual que el resto de sus compañeras, y Lara probablemente se hubiera convertido en alguien como ella de no haberse revelado contra el régimen elitista de sus tíos, Lord Errol y Lady Angeline. Lo último que supo de Roxie era que vivía en España, porque había contraído matrimonio con un millonario de Barcelona, pero jamás olvidaría su arrogancia en los años adolescentes. Las niñas estaban rindiendo examen de Biología, asignatura a cargo de la profesora Radcliffe, una mujer alta, delgada y de edad, que llevaba un antiguo vestido negro y llevaba su cabello castaño recogido en un rodete. La mujer era muy severa y estricta, casi nadie se llevaba bien con ella, a excepción de una jovencita esbelta y de pelo negro, quién además era arrogante y presumida. - ¿Alguien podría decirme exactamente lo que es una mitocondria? –La morocha alzó la mano-Diga, señorita Miller. La joven Roxie se puso de pie y recitó con voz dulce y agradable: - Las mitocondrias son los orgánulos celulares que se encuentran en prácticamente todas las células eucariotas, encargados de suministrar la mayor parte de la energía necesaria para la actividad celular, actúan por tanto, como centrales energéticas de la célula y sintetizan ATP por el ciclo del ácido cítrico y la cadena de transportadores electrónicos. La mitocondria presenta una membrana exterior permeable a iones, metabolitos y muchos polipéptidos. Eso es debido a que contiene proteínas que forman poros llamados Porinas o VDAC ( canal aniónico dependiente de voltaje ), que permiten el paso de moléculas de hasta 10 kD y un diámetro aproximado de 20 Aº. - ¡Excelente! –bramó la profesora Radcliffe-Tiene un diez. - Gracias, señora –sonrió la niña, con ternura. - Ahora, ¿quién puede hablar de las células procariotas? –una rubia preciosa levantó la mano-¿Señorita Fuks? Kelly Fuks se puso de pie y comenzó a recitar. - Se llama procariotas a las células sin núcleo celular diferenciado, es decir, cuyo ADN no se encuentra confinado dentro de un compartimento limitado por membranas, sino libremente en el citoplasma. Procarionte es un organismo formado por células procariotas, aunque cada vez más se usa simplemente como sinónimo de procariota. - ¡Brillante! –felicitó la vieja-¡Otro diez! –Kelly sonrió y se sentó en su lugar, intercambiando una mirada cómplice con Roxie. Después de todo, ellas eran las preferidas de la temible mujer -¡Y todas ustedes, niñas ignorantes, aprendan de Miller y de Fuks, que son alumnas excelentísimas! –bramó severamente-¡Señorita Croft! ¡Pase al pizarrón y diagrame una mitocondria! –ordenó. Una hermosa chica de catorce años con dos coletas se puso de pie, asustada debido al miedo que la vieja inspiraba. - En realidad, señora, no nos lo agradezca a nosotras –dijo humildemente Kelly-.Nuestras mamás nos ayudaron a estudiar. - Como sea, hijita. Lo hiciste muy bien –sonrió. Lara temblaba como una hoja en la tormenta, ya que no recordaba cómo diagramar la mitocondria-¿¡Qué espera, señorita Croft!? - Lo siento, profesora –se disculpó, bajando la mirada-, pero no lo sé. - Te comprendo, amiga mía –sonrió Roxie con malicia-.Después de todo, no tuviste una mamá para ayudarte con el tema. Lara enrojeció al instante, captando la indirecta de su venenosa compañera, así que sin más se acercó al escritorio de Roxie y le encajó tan fuerte puñetazo en el ojo que ella cayó del banco y aterrizó en el suelo. - ¡Roxie!-gritó Kelly, alarmada, inclinándose para ver a su amiga. - ¡Me duele! ¡Casi me mata! –aulló Roxie a grito pelado. - ¡Señorita Croft! –gritó escandalizada la profesora Radcliffe-¡No admito marimachos violentas en mi clase! ¡Tiene una amonestación, y llamaré a su padre para que la castigue! - ¡No, por favor no! –suplicó llorosa. - ¡Lo hubiera pensado bien antes de agredir a la santa de su compañera, que es incapaz de pagarla con la misma moneda! La joven Lara comenzó a llorar, y mientras la vieja se la llevaba del brazo, alcanzó a ver como Roxie sonreía y le guiñaba el ojo a Kelly. - ¡Qué malvadas! –se impresionó Alister cuando Lara concluyó su historia. - ¡Malísimas! ¡Una rubia y una morocha! ¡Eran como Barbie y Teresa, cómo odio esas muñecas! De seguro las muy delicadas se casaron y tuvieron hijitos como las muñecas esas, mientras la marimacho de Lara Croft anda dando tumbos por el mundo. ¡Las odio, las odio! –dijo con los dientes apretados –Entonces una idea se le cruzó por la mente y la cara se le iluminó-Ya sé cuál será el terreno neutral para Larson y Pierre, jejejeje ¡La venganza es dulce!–Mientras Alister la miraba desconcertado, Lara marcó un número telefónico y dijo con una voz tan dulce que no parecía ella-¡Hola, Roxie querida! He meditado lo de tu invitación y…
Tomás Publicado 17 de Agosto del 2006 Autor Publicado 17 de Agosto del 2006 ¿Hello ? ¿Is anibody here ?
Ana María Publicado 18 de Agosto del 2006 Publicado 18 de Agosto del 2006 ¡Yo, yo estoy here! El inglés no es tu fuerte, por lo que veo a leer ese anybody Ejem, bueno, quizá la entrega era demasiado larga para mi gusto, pero he de destacar varias cosas y así hacerte justicia: Tus personajes tienen una mala leche increíble. Se odian al extremo, hasta soñar con ello. ¡Nunca vi tanta furia concentrada! Y creo que me gusta... Espero que a Putai no le pase nada malo. Sí, ya sé que yo me la cargué, pero no trates de imitarme en todo, sobretodo en esto... Yo creé a la hermana de Boaz, y tú has creado a su madre. ¡Lo que son las cosas! Sigue, está muy interesante. ¡Y gente, venid para acá y sed equitativos!
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