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TOMB RAIDER 8: DESCUBRIENDO AVALÓN


Tomás

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¡Muchas gracias! :biggrin:

 

Les cuento que el relato continuará el sábado, lo tengo hecho y es bastante largo, las próximas entregas serán cómicas y de aventuras, pero luego se volverá oscuro y sangriento. Mientras tanto, me gustaría que hicieran una crítica larga y profunda (no importa si es buena o mala, que sea constructiva), se aceptan opiniones, sugerencias, cosas que les hayan llamado la atención, etc. Para quién escribe esto es muy importante, de verdad.

 

Gracias y saludos a todos.

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Perdon,bueno lo que me gusto de tu relato,es como la combinacion que haces del TRL y TRAOD,aunque igual hay algunas cosas medias confusas,a lo mejor las explicas despues,pero una de estas es que ¿Cómo llego Amanda a la Cabala?,¿qué paso con Amanda en Bolivia,luego de que Lara le pegara con la pistola?.Esos es lo que entiendo,aunque repito esta muy interesante.Espero que continues pronto.Y las entregas ojala que sean un poco mas largas.. :biggrin:

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ENTREGA 5

 

Dos mercenarios ubicados a extremos opuestos del salón dispararon a Lara, quien con una espectacular voltereta en el aire logró esquivarlos. Pero una vez de vuelta en el suelo, se vio sujetada por la espalda por los dedos como jamones de uno de ellos, el cual no la oprimía demasiado, considerando que no hacía falta; por eso grande fue su sorpresa cuando un codazo que ella le propinó en las costillas lo dejó sin aire.

Alister, desde su escondite, temblaba de arriba abajo, y no dejaba de gritar a su amiga que tuviera cuidado, como si esto fuera necesario para una muchacha que había derrotado ella sola a hombres, panteras e incluso tiranosaurios.

La mujer en cuestión acababa de librar su pie de las manos del caído mercenario, y ahora disparaba a quemarropa a los tres sujetos que le apuntaban desde el piso de arriba, que no tardaron de caer hacia abajo, estrellándose contra una vitrina de cristal.

Después de desarmar unos cuantos mercenarios tuvo que enfrentárseles a puño limpio, y con la ayuda de su inconcebible capacidad de girar y esquivar conservó su vida.

Sin embargo, aquello le parecía peor que liquidar a la legendaria hidra del mito griego de Hércules, ya que más cuantos individuos eliminaba, más se multiplicaban; hasta tal punto que se vio acorralada junto a una ventana en el piso alto. Tres tipos gigantescos se dirigieron hacia ella veloces como un rayo, dispuestos a embestirla.

Afortunadamente Lara logró hacerse a un lado justo a tiempo, y le encantó oír los despavoridos gritos de sus enemigos mientras caían por la ventana hacia una muerte segura.

Reinó el silencio total desde entonces.

Muy lentamente, Lara descendió por la escalera hasta la urna donde Alister estaba oculto, sólo para encontrarlo como rehén de un hombre que le apuntaba a la cabeza con un revólver.

Se trataba de un hombre joven, morocho, atractivo, atlético y bronceado de aspecto norteamericano, que a Lady Croft le resultaba familiar.

- ¡Suéltalo! –exclamó con los dientes apretados, las dos pistolas en alto.

- ¡Lara Croft! Me han hablado mucho de ti –saludó eufórico el hombre-. ¿no quieres acercarte y hablar conmigo?

- ¡Déjalo ir inmediatamente!

- ¡ACÉRCATE! –gritó él presionando el revólver con más fuerza contra la cabeza de Alister, quién por la expresión parecía que iba a hacerse pis en cualquier momento.

A regañadientes y muy lentamente pero sin bajar las pistolas, Lara se acercó.

- Déjame presentarme –continuó el joven -. Mi nombre es William Rutland.

- ¿Rutland? –inquirió Lara, perpleja- ¿Acaso eres hermano de…

- Sí –repuso William-James Rutland era mi hermano pequeño. Dime una cosa, ¿a ti te gusta lo que le estoy haciendo a tu amigo?

- ¡Ya suéltame, te lo suplico! –rogó llorando Alister, al que ya le dolía la cabeza por la fuerza con la que William le apuntaba.

- ¡Déjalo ir! –gritó Lara, furiosa.

- ¿No te gusta? –rió el yanqui- Pues esto mismo hiciste tú con mi hermano. ¡Lo mataste! –ahora se veía encolerizado.

- ¡El asunto aquí es conmigo, él no tiene nada que ver!

En el fondo, William Rutland sentía pena por Alister, y no se sentía en absoluto capaz de matarlo; así que lo soltó bruscamente, y el informático se desplomó en el suelo, respirando aliviado.

Lara y William permanecieron inmutables unos instantes, mirándose con odio, mas este silencio se rompió cuando William disparó hacia ella. No le costó nada esquivar el disparo, y se ocultó detrás de la urna donde un rato antes se había escondido su amigo.

William disparaba sin cesar hacia la urna, hallada bajo una enorme y vieja araña. Lara, desde donde estaba, disparó hacia ella, provocando que se viniera abajo y se estrellara contra la urna, más calculó mal una cosa: eso normalmente genera un incendio, y este no fue un caso excepcional.

Lara sabía lo que tenía que hacer: llegar hasta Alister, tomarlo y huir de allí cuanto antes.

Aprovechando la confusión de William, la muchacha echó a correr, y halló a Alister tosiendo por el humo y echado al suelo. Lo tomó de una pierna y avanzó arrastrándolo y abriéndose paso entre las llamas. No quedaba mucho para la salida, pero repentinamente...

- ¡Alto ahí! –bramó William, disparando hacia ella, mientras la alarma del Museo sonaba sin cesar.

Para esquivar este nuevo ataque, Lara se vio obligada a soltar a Alister y disparar a su adversario, que parecía tan buen luchador como ella. Mientras la inglesa y el americano se atacaban con rudeza pero sin atinarse, el asustadizo informático echó a correr del incendiado lugar, hasta que se vio libre por fin en la calle.

Un nuevo disparo de William destruyó el cristal en el que se guardaba el Brazalete de Anubis, mientras que uno de Lara derribó los huesos del Tiranosaurus Rex en exhibición. El fuego era cada vez más insoportable, y tanto la arqueóloga como el político tosían sin cesar.

Encima de Lara había un jarrón romano; William disparó hacia él, provocando que se hiciera añicos sobre la cabeza de la ahora inconsciente muchacha.

- ¡Por fin! –exclamó Maggie fastidiada mientras su hijo entraba en el auto.

- ¿es mi imaginación o hay un incendio cerca de aquí? –intervino el viejo Rutland.

- ¡No hay tiempo para explicaciones! –masculló su hijo- ¡Nos vamos de aquí!

El auto se alejó a toda marcha, dejando atrás un museo en llamas con una mujer desmayada en su interior.

 

 

A propósito, Tomb Raider Regresa, gracias por la crítica, espero que el resto haga lo mismo.

 

Lo siento, la letra era muy pequeña

 

ENTREGA 5

 

Dos mercenarios ubicados a extremos opuestos del salón dispararon a Lara, quien con una espectacular voltereta en el aire logró esquivarlos. Pero una vez de vuelta en el suelo, se vio sujetada por la espalda por los dedos como jamones de uno de ellos, el cual no la oprimía demasiado, considerando que no hacía falta; por eso grande fue su sorpresa cuando un codazo que ella le propinó en las costillas lo dejó sin aire.

Alister, desde su escondite, temblaba de arriba abajo, y no dejaba de gritar a su amiga que tuviera cuidado, como si esto fuera necesario para una muchacha que había derrotado ella sola a hombres, panteras e incluso tiranosaurios.

La mujer en cuestión acababa de librar su pie de las manos del caído mercenario, y ahora disparaba a quemarropa a los tres sujetos que le apuntaban desde el piso de arriba, que no tardaron de caer hacia abajo, estrellándose contra una vitrina de cristal.

Después de desarmar unos cuantos mercenarios tuvo que enfrentárseles a puño limpio, y con la ayuda de su inconcebible capacidad de girar y esquivar conservó su vida.

Sin embargo, aquello le parecía peor que liquidar a la legendaria hidra del mito griego de Hércules, ya que más cuantos individuos eliminaba, más se multiplicaban; hasta tal punto que se vio acorralada junto a una ventana en el piso alto. Tres tipos gigantescos se dirigieron hacia ella veloces como un rayo, dispuestos a embestirla.

Afortunadamente Lara logró hacerse a un lado justo a tiempo, y le encantó oír los despavoridos gritos de sus enemigos mientras caían por la ventana hacia una muerte segura.

Reinó el silencio total desde entonces.

Muy lentamente, Lara descendió por la escalera hasta la urna donde Alister estaba oculto, sólo para encontrarlo como rehén de un hombre que le apuntaba a la cabeza con un revólver.

Se trataba de un hombre joven, morocho, atractivo, atlético y bronceado de aspecto norteamericano, que a Lady Croft le resultaba familiar.

- ¡Suéltalo! –exclamó con los dientes apretados, las dos pistolas en alto.

- ¡Lara Croft! Me han hablado mucho de ti –saludó eufórico el hombre-. ¿no quieres acercarte y hablar conmigo?

- ¡Déjalo ir inmediatamente!

- ¡ACÉRCATE! –gritó él presionando el revólver con más fuerza contra la cabeza de Alister, quién por la expresión parecía que iba a hacerse pis en cualquier momento.

A regañadientes y muy lentamente pero sin bajar las pistolas, Lara se acercó.

- Déjame presentarme –continuó el joven -. Mi nombre es William Rutland.

- ¿Rutland? –inquirió Lara, perpleja- ¿Acaso eres hermano de…

- Sí –repuso William-James Rutland era mi hermano pequeño. Dime una cosa, ¿a ti te gusta lo que le estoy haciendo a tu amigo?

- ¡Ya suéltame, te lo suplico! –rogó llorando Alister, al que ya le dolía la cabeza por la fuerza con la que William le apuntaba.

- ¡Déjalo ir! –gritó Lara, furiosa.

- ¿No te gusta? –rió el yanqui- Pues esto mismo hiciste tú con mi hermano. ¡Lo mataste! –ahora se veía encolerizado.

- ¡El asunto aquí es conmigo, él no tiene nada que ver!

En el fondo, William Rutland sentía pena por Alister, y no se sentía en absoluto capaz de matarlo; así que lo soltó bruscamente, y el informático se desplomó en el suelo, respirando aliviado.

Lara y William permanecieron inmutables unos instantes, mirándose con odio, mas este silencio se rompió cuando William disparó hacia ella. No le costó nada esquivar el disparo, y se ocultó detrás de la urna donde un rato antes se había escondido su amigo.

William disparaba sin cesar hacia la urna, hallada bajo una enorme y vieja araña. Lara, desde donde estaba, disparó hacia ella, provocando que se viniera abajo y se estrellara contra la urna, más calculó mal una cosa: eso normalmente genera un incendio, y este no fue un caso excepcional.

Lara sabía lo que tenía que hacer: llegar hasta Alister, tomarlo y huir de allí cuanto antes.

Aprovechando la confusión de William, la muchacha echó a correr, y halló a Alister tosiendo por el humo y echado al suelo. Lo tomó de una pierna y avanzó arrastrándolo y abriéndose paso entre las llamas. No quedaba mucho para la salida, pero repentinamente...

- ¡Alto ahí! –bramó William, disparando hacia ella, mientras la alarma del Museo sonaba sin cesar.

Para esquivar este nuevo ataque, Lara se vio obligada a soltar a Alister y disparar a su adversario, que parecía tan buen luchador como ella. Mientras la inglesa y el americano se atacaban con rudeza pero sin atinarse, el asustadizo informático echó a correr del incendiado lugar, hasta que se vio libre por fin en la calle.

Un nuevo disparo de William destruyó el cristal en el que se guardaba el Brazalete de Anubis, mientras que uno de Lara derribó los huesos del Tiranosaurus Rex en exhibición. El fuego era cada vez más insoportable, y tanto la arqueóloga como el político tosían sin cesar.

Encima de Lara había un jarrón romano; William disparó hacia él, provocando que se hiciera añicos sobre la cabeza de la ahora inconsciente muchacha.

- ¡Por fin! –exclamó Maggie fastidiada mientras su hijo entraba en el auto.

- ¿es mi imaginación o hay un incendio cerca de aquí? –intervino el viejo Rutland.

- ¡No hay tiempo para explicaciones! –masculló su hijo- ¡Nos vamos de aquí!

El auto se alejó a toda marcha, dejando atrás un museo en llamas con una mujer desmayada en su interior.

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hola tomas,muy bueno el relato mas no me quedo claro una cosa:

en la parte que dice:

 

hallada bajo una enorme y vieja araña. Lara, desde donde estaba, disparó hacia ella, provocando que se viniera abajo y se estrellara contra la urna, más calculó mal una cosa: eso normalmente genera un incendio

 

no entiendo eso de la araña.

de donde aparecio?

y como puede caer a una urna y generar un incendio?

 

perdona,tal vez sea una falta mia solo me gustaria que me aclararas esa parte.

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Pese a todo no me rindo; aquí está la continuación.

 

ENTREGA 6

 

 

- ¡Lara! ¡Lara! ¿te encuentras bien?

Lady Croft abrió los ojos muy lentamente y con dificultad, sintiendo un gran dolor en las costillas. Se encontraba arropada en la cama de un hospital, y pudo ver a Alister y un médico de aspecto bondadoso junto a su cama.

- ¿Qué pasó? ¿Qué… -reaccionó alarmada e incorporándose súbitamente.

- Sufrió un pequeño accidente en el Museo, señorita Croft –explicó pacientemente el doctor-. Y este muchacho ha sido muy valiente, enseguida les avisó a los bomberos para que fueran a rescatarla. Pero me temo que debe pasar la noche aquí.

- ¿De veras, Alister? –susurró Lara asombrada- ¡Eres mi héroe! –y estiró los brazos dispuesta a abrazarlo, cosa que lo perturbó, debido a lo poco cariñosa que solía ser ella.

- No ha sido nada –respondió ruborizado y con las mejillas marcadas por los besos de Lara.

- Oye –inquirió ella luego de soltarlo -¿y Zip?

- No pudo venir –explicó él-. Ahora mismo está en el laboratorio hablando con el profesor Eddinton, tal como tú se lo pediste. Y Winston quiso venir pero no se lo permitimos, no está en condiciones.

- Sí –musitó ella con la cabeza baja-. Pobre Winston, él es tan bueno… pero demasiado sacrificado para su edad.

- Pero aún así te ha mandado un regalo –alegó Alister, y le entregó un libro gordo y viejo de encuadernación violeta, el mismo que Lara leía al comienzo de la historia.

- Señorita Croft, me temo que sólo cuenta con media hora de lectura, y luego debe ir a dormir –ordenó el pacífico médico mientras Lara acariciaba el precioso libro.

Diez minutos después, ya sola en la habitación, Lara, sentada en la camita caliente, continuó el relato desde donde lo había dejado.

 

Luego de su asombroso encuentro con el mago Merlín, Cleg se apresuró a refugiarse en su habitación, para que su ama no lo encontrara. Acababa de recordar que el susto que le había provocado el dragón hizo que derramara el agua de su cántaro; la había traído desde el lago de la aldea de Caldicot, que se hallaba al atravesar el bosque, y a su ama se le había metido en la cabeza que si bebía de aquellas aguas sería tan poderosa como la Dama del Lago, una hermosa hechicera amiga de Merlín que habitaba bajo aquellas aguas sagradas.

Pero el objetivo del criado fracasó: un grito lo hizo frenarse en seco.

- ¡Cleg! ¡Ven inmediatamente aquí!

Ante él había hecho su aparición una mujer de unos treinta años, alta, delgada, de porte majestuoso, larga cabellera pelirroja y elegante vestido azul. Era su ama, Morgana le Fay, hermanastra del Rey Arturo; al cumplir quince años, Morgana se había trasladado al bosque a vivir con las hadas, de las que había aprendido numerosos secretos. No era una mala mujer ni mucho menos, pero sí prepotente y ambiciosa, tal era su deseo de conseguir poderes similares a los de la Dama del Lago.

- ¿S… sí? ¿Q… qué p…pasa, M… Milady? –Muerto de miedo, Cleg se acercó muy lentamente a ella.

- ¿Qué ha ocurrido con el agua que te encargué? ¡Entrégamela! –exigió la temible bruja.

- L… lo siento –imploró Cleg postrándose de rodillas ante ella- ¡Se me cayó! No fue mi culpa, un dragón del bosque me asustó, Milady…

- ¡Eres un bueno para nada! –exclamó Morgana con voz potente y blandiendo el dedo ante él- No puedes ni siquiera con un encargo tan sencillo. Por esto, te mereces un castigo.

- ¡No, Milady! ¡NO!

Sin hacer el menor caso al suplicante llanto del criado, Morgana depositó su frío y largo dedo en la frente de Cleg, que al instante quedó convertido en piedra; piedra dura y sólida.

Instantes después, un muchacho de veinticinco años se acercó a ella. Era alto, sumamente apuesto, de pelo y barba negros, con una lujosa túnica roja y una preciosa corona dorada sobre su cabeza: el Rey Arturo Pendragón en persona.

- ¿Qué ocurre aquí? –bramó, atraído por los gritos lastimeros del desdichado Cleg- ¿Ése es un criado, Morgana? –dijo horrorizado señalando con un dedo la estatua de piedra al verla.

- Pues sí –admitió la hechicera con altivez-. Es un insignificante criado. Merece este destino por no cumplir una absurda tarea que podría haber llevado a cabo un niño de catorce años.

- Y si es una tarea tan insignificante, ¿por qué no la haces tú misma, querida hermana? –replicó Arturo valientemente.

- No me desafíes –A Morgana le temblaba muy ligeramente la voz.

- ¡Deja en paz a este criado o no tendré consideraciones contigo!

La joven bruja no podía creer que estaba siendo desafiada tan descaradamente. Sentía rencor hacia su hermanastro, ya que el padre de éste había acabado con el suyo y el de su hermana Morcadés, que al igual que ella, era princesa en el castillo de Camelot.

- ¡Muy bien! ¡Como quieras! –exclamó Morgana, pálida de ira- Pero esto tendrá su precio, hermanito.

Morgana levantó las manos en alto, y de ella brotaron destellos mágicos color violeta, mientras pronunciaba un conjuro.

 

El Rey Arturo desafiarme acaba de osar

Y por su atrevimiento un precio ha de pagar.

Toda Inglaterra con justicia y valentía gobernará

Pero ya mayor su fiel esposa lo traicionará.

Una guerra terrible estallará

Y el Rey Arturo perecerá.

Entonces a Avalón, la Tierra de las Hadas y los Dragones, será enviado

Junto con sus caballeros, y allí su destino será por mi manipulado.

 

Al bajar los brazos, los destellos mágicos recubrieron el castillo entero, provocando un gran estruendo que los hizo saltar a todos. La princesa sonrió al contemplar el rostro absorto del Rey, mientras Cleg, habiendo ya recuperado su forma humana, huía despavorido del lugar.

 

 

Pese a conocer ya la leyenda del mítico Rey Arturo, había muchos detalles que Lara no sabía o no recordaba, entre ellos, que Arturo y sus caballeros fueron enviados a Avalón al morir, y sin duda allí también estaría la hechicera Morgana, que con el paso de los años había modificado su actitud altanera, pero no pudo romper su propio hechizo.

De ese modo, el Rey, los caballeros y la hechicera debían estar… ¡junto a su madre!

La idea maravilló a la muchacha, quien ya se disponía a seguir leyendo, pero justo entonces…

- Suficiente, señorita Croft –el médico acababa de entrar-. Ya es hora de dormir. Descanse y que sueñe con los angelitos –le deseó cariñosamente.

Lara le devolvió la sonrisa, y sin oponer resistencia (algo muy extraño en ella, por cierto) apagó la luz y se dispuso a dormir y a soñar… a soñar con el fantástico relato que acababa de leer, e imaginando la magnífica tierra de Avalón, y el reencuentro con su madre…

 

 

 

Por fin Gunderson estaba tranquilo en su habitación, en la base cabalística de Argentina. Allí todo estaba repleto de maniquíes, pinturas e incluso bocetos, todos referidos a una preciosa muchacha rubia.

- ¡Por fin estamos tranquilos, Señora Amanda! –exclamaba apasionado Gunderson besando los labios rojos de un maniquí- ¡Nadie se interpondrá entre usted y yo, nada! Pero, ¿por qué no puedo decirle lo que siento? ¿por qué no puedo declararle mi amor? ¿por qué?

- Marten, ¿puedo pasar? –La nueva líder de la Cábala estaba llamando a la puerta.

- ¡Un segundo, señora, un segundo! –replicó Gunderson sumamente nervioso, y de inmediato comenzó a ocultar toda evidencia, dejando la habitación completamente sobria.

- ¿Por qué has tardado tanto en abrir? –le reprochó Amanda molesta cuando finalmente el mercenario le abrió.

- Lo siento –se disculpó Gunderson temblando de pies a cabeza- Es que… estaba desnudo.

- ¡Me importa un cuerno! –su expresión, tan hermosa y colérica, embelesó y espantó al corpulento calvo- Tengo que hablar contigo ahora.

- Sí, Madame –el servicial Gunderson la hizo pasar y la invitó a sentarse en el sillón- ¿quiere algo para tomar? ¿té? ¿café? ¿agua?

- ¡CÁLLATE Y SIÉNTATE! –le espetó Amanda- No vine a perder el tiempo.

Sin dejar de sentir admiración por su carácter agresivo, Gunderson obedeció.

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ENTREGA 7

 

 

- Tengo entendido que Kurtis Trent, el cual falleció hace unos meses, era el último miembro de la Orden de Lux Veritatis, ¿correcto? –comenzó la rubia.

- Asss… así es, Señora.

- Bien. También tengo entendido que Lara Croft fue quién acabó con mi antepasado, ¿verdad?

- P… pues sí.

- Entonces, considerando que según tú sólo un Lux Veritatis puede acabar con un Nephilim, ¿cómo pudo ella destruirlo cuando provocó aquella explosión? Y no sólo lo digo por Karel, sino también por el Durmiente.

Gunderson permaneció pensativo; nunca se había planteado aquello. Como la mano derecha del Alquimista Oscuro, era el único que sabía que el verdadero líder era Karel y no Eckhart, y muerto el Nephilim, ya podía revelar el secreto a todos los siniestros cabalísticos. Karel, según Gunderson recordaba, siempre había cuidado que los miembros de su Orden enemiga no supieran que él se escondía detrás de toda la conspiración, lo preocupaba más un Lux Veritatis desarmado que un ejército de humanos armados con yunques de guerra. Y por si esto fuera poco, ni siquiera ellos lograron acabar con la vida del Durmiente, razón que Karel se llevó a la tumba sin contarle ni siquiera al perverso Alquimista.

Por todas estas razones, ¿cómo era posible que Lara Croft haya destruido sola la Gran Obra?

Bueno, en realidad la Gran Obra no estaba completamente destruida; aún les quedaba una salvación a todos aquellos que se entregaron en cuerpo y alma a la Cábala; era una razón magnífica, maravillosa, un milagro del cielo que había llegado para iluminar la vida de Gunderson, y estaba sentada frente a él.

Perdido en esos pensamientos y en los preciosos ojos azules de su superiora, Gunderson finalmente titubeó:

- No lo sé, Madame. De verdad, no lo sé.

- Sinceramente no comprendo lo invencible que es esa mujerzuela –manifestó Amanda irritada-. Acabó incluso con un ser inmortal. Pero después de todo, no cabe duda de que ha sido instruida por Werner Von Croy, el hombre más sabio que he conocido. Y, ¿cómo le paga ella? ¡Dejándolo encerrado en una trampa! Desde luego no me sorprende en absoluto de ella.

- Esa mujer es repugnante, Señora –coincidió Gunderson con rabia-. Merece ser aniquilada.

- ¡Nadie te ha pedido tu opinión! –exclamó enérgica mientras se levantaba bruscamente del sillón- Ya que no sirves ni siquiera para responder una simple pregunta, espero que al menos me sirvas para otra cosa: llévame a recorrer todas las instalaciones de la Cábala en este país.

- Sí, sí, Su Excelencia, faltaría más –Gunderson estaba aterrorizado, pero a la vez muy enamorado.

Gunderson salió enseguida de su habitación seguido por Amanda. La llevó a través de pasillos, corredores, vastas salas, subiendo y bajando varios pisos en sinuosas escaleras, y durante todo ese trayecto, en el que se percibía una decoración puramente satánica, Amanda no dejaba de mirar admirada a su alrededor, y no pudo menos que sonreír al pasar por el Sanatorio de Boaz, donde varios médicos torturaban a un anciano escuálido con el pellejo consumido por decenas de violentos cuchillazos.

La muchacha no podía creer que todo aquel dominio le perteneciera; todo eso era suyo por legítimo derecho, y hasta hace muy poco ella no lo sabía.

Sin duda su sitio preferido fue la biblioteca: una sala amplia y de escasa luz repleta de estanterías de libros, dónde en una mesita ubicada en un rincón trabajaba silenciosamente Louther Rouzic, el bibliotecario, un hombre viejo y delgado al que le faltaba un ojo. Amanda se acercó a él con paso decidido; en muy poco tiempo había cambiado su atuendo gótico por hermosos vestidos y joyas, dignos de la reina de un imperio oscuro y maléfico.

- ¿Eres Rouzic, el bibliotecario de la Cábala? –fue su saludo.

- Sí, Señora –respondió él con respeto alzando la cabeza-. Soy yo.

- Marten me ha hablado mucho de ti. Dice que eres el mejor experto en literatura, mitología, jeroglíficos y carpología más grande que existe, y que no tienes nada que envidiarles ni siquiera a los profesores de Harvard.

- Bueno, pues, así es –admitió Rouzic modestamente.

- Entonces me imagino que ya has localizado los talismanes, ¿no es así?

“¿Quién se cree que es esta pendeja para mandarme a mí?” dijo para sus adentros Rouzic, a quien el tono vanidoso de su nueva jefa le sentó como una punzada en el hígado.

- Precisamente estaba redactando el informe sobre ellos –informó con educación, y le entregó lo que estaba escribiendo. La rubia lo leyó rápidamente y levantó la mirada, con un brillo de alegría maligna en los ojos.

- Excelente, Rouzic. Realmente excelente –lo felicitó muy satisfecha- Ojalá todos los miembros de esta secta fueran tan eficientes como tú –añadió duramente dirigiendo su mirada hacia Gunderson mientras Rouzic sonreía complacido.

Lo que menos quería el mercenario era quedar mal con ella, por lo que se apresuró a decir:

- ¿Ha escuchado las noticias, Madame? El Museo Británico se incendió hoy, aparentemente quisieron asesinar a Lara Croft.

- Lo supuse –dijo Amanda pensativa-. Apuesto a que fue el hermano de mi novio: cuando lo llamé para avisar de la muerte de James (no sé de dónde saqué el coraje) se salió de sus casillas, juró que acabaría con ella para vengarlo. No quiero que le pase nada a William, por respeto a James, pero esto me da una idea, Marten: debes hacerle creer muy disimuladamente a nuestra querida ladrona de tumbas que él es quién quiere perjudicarla interponiéndose entre ella y los artefactos. Y si él la ataca, tú te encargarás de protegerla.

- Gulp… ¿lo dice enserio? –Al noble mercenario Marten Gunderson jamás le habían encomendado una tarea de esa índole.

- ¡Por supuesto, tonto! –A Rouzic le hizo reír que semejante grandulón se acobardara ante los gritos de una joven-. Pero de eso te ocuparás después: ahora te encomendaré una tarea más importante…

 

 

Rutland, seguido por su esposa y su hijo, terminaba de cerrar negocio con uno de los encargados del Museo.

- ¡Oh, muchas gracias, señor! –exclamó éste embelesado al ver el billete de mil libras que el senador depositaba sobre su mano.

- Y ya sabe, mi querido –añadió el viejo-. Esto no debe trascender, nosotros no hemos tenido nada que ver, ¿está claro?

- Clarísimo, señor –respondió el encargado como un autómata.

Maggie lo saludó con una sonrisa encantadora, mientras que William no se atrevía a mirar a sus padres a los ojos.

- ¿Te das cuenta del lío en el que nos has metido? –El senador estaba encolerizado cuando los tres Rutland se subieron al auto-¡Podrías haber ido a la cárcel!

- ¡Y así el prestigio de la familia hubiera caído en picado, muchacho inepto! –corroboró Maggie horrorizada.

- Es lo único que les importa, ¿cierto? –titubeó William sin levantar la mirada- ¡Su maldito prestigio!

- No estás en condiciones de hablar, jovencito –El muchacho se calló al instante ante la orden de su padre- Ya mismo nos regresamos a casa.

No era la primera vez que William presenciaba una escena así: desde que tenía conciencia recordaba que sus corruptos padres habían salido victoriosos de numerosos aprietos mediante el soborno, y se sentía asqueado con esa actitud tan poco honesta. Incluso había visto a su hermano menor hacer eso más de una vez, lo cual le desagradaba profundamente.

El auto avanzaba a través de la ruta, y los gritos exigentes del matrimonio norteamericano no dejaban de estallar en la cabeza de su hijo mayor.

 

 

No fue nada, Luciano. :D

 

No olviden por favor lo importantes que son los comentarios. Grandes escritores como Perico, Nienna y Ana María aún no han estado aquí, y la opinión es vital en la literatura.

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ENTREGA 8

 

 

A la mañana siguiente, ni bien Lara fue dada de alta en el hospital, se dirigió a la Mansión Croft a ver cómo seguía Winston.

- ¡Lady Croft! ¿se encuentra bien? –exclamó éste tosiendo desde su cama cuando Lara se le acercó.

- Estoy perfecta. Soy dura de matar –repuso ésta sonriendo- ¿cómo te encuentras tú?

- Mejor, querida, mejor. Pero los doctores tienen razón, ya no sirvo para esto, tendrá usted que conseguir un reemplazo.

-Es cierto –admitió Lara-. Pero tú continuarás viviendo aquí, eres irremplazable.

-Oh, gracias –sonrió Winston complacido-. Pero, dígame, por favor: ¿qué ha pasado?

 

 

El profesor Franz Eddinton era un anciano alto, delgado, de barba blanca, aspecto severo y anteojos de montura redonda. Lo cierto es que ya se estaba cansando de que aquel extraño viniera a perturbarlo siempre con el mismo tema.

- ¡Otra vez usted! –gritó airado- ¿Qué quiere?

- Lo mismo de las otras doce veces, profesor Eddinton –repuso Zip-: que le conceda una audiencia a Lady Lara Croft con usted.

- ¿Por ese embrollo de Avalón? –inquirió molesto el profesor Eddinton- Ya he tenido problemas con eso, muchas gracias.

Zip ya estaba harto de ser amable con él.

- Pues tendrá serios problemas con ella si no le presta atención –terció.

El profesor Eddinton quedó paralizado ante tal respuesta. Tenía que hacer caso, teniendo en cuenta todo lo que había oído hablar de Lara Croft, pero no quería que su familia corriera peligro otra vez, no quería…

 

 

 

Winston no comprendía.

- Pero, no entiendo: ¿por qué Morgana estaba tan rencorosa con Arturo.

Lara comenzó su relato.

- Resulta que el padre de Arturo, el rey Úther Pendragón, fue un monarca violento y ambicioso al que le encantaban las guerras. Un día, en un baile real que él organizó en su palacio, conoció a la Duquesa Igraine, esposa de Gorlois, el ilustre duque de Cornualles, y enseguida quedó enamorado de su hermosura. Gorlois era uno de los hombres de mayor confianza de Úther, pero a éste no le importó, y quiso conquistar a Igraine mediante galanteos que ella rechazó, sabiendo sus intenciones. El mago Merlín intentó convencerlo de que se olvidara de ella, pero fue inútil.

“Enloquecido por su amor a una mujer casada, el Rey, junto a todo su ejército, mandó matar a Gorlois sin que la esposa del duque lo supiera. Indignados ante el trato de Úther contra su hombre de mayor confianza, los ciudadanos conspiraron contra él, y Merlín, sabiendo que se acercaba una etapa oscura para Inglaterra, acordó ayudar al Rey a conquistar a Igraine, pero con la condición de que le entregara su primer hijo al nacer, ya que debía prepararlo para cumplir su destino: ser el monarca más grande de Inglaterra. Úther, enamorado de la duquesa, aceptó, y bebió una poción mágica proporcionada por Merlín que lo convirtió en Gorlois, el duque de Cornualles.

“Igraine tenía dos hijas, mellizas de cinco años: Morgana y Morcadés. Esa noche, Morgana despertó llorando, abrumada por una pesadilla: su padre había muerto en la guerra. Su madre la consoló diciendo que no había nada que temer, ya que su padre había vuelto y había pasado una maravillosa noche de amor con ella. En esa noche la duquesa concibió al Rey Arturo ignorando la verdad, pero su pequeña hija sí sabía lo ocurrido debido a su sueño, y por todo eso se resintió con Arturo.”

- Jamás había oído esa versión de la historia, señorita Croft. –comentó Winston admirado por lo que Lara acababa de contarle.-¿qué pasó después?

Lara iba a contestar, cuando Zip entró en la habitación.

- ¿Y? ¿cómo te fue con el profesor Eddinton?

- Me ha costado muchísimo convencerlo, pero aceptó verse contigo mañana a primera hora en el Laboratorio.

- ¡Entonces mañana tendré que madrugar! ¡Genial!

Sonó ruidosamente el timbre de la puerta principal, y Lara y Zip se apresuraron a abrir. En el umbral de la puerta había un adolescente de pelo castaño y ropa andrajosa, acompañado por dos niños pequeños. El niño lo tomaba de la mano izquierda, y la niña, de la mano derecha.

- Buenos días, señorita Croft –se presentó el muchacho cortésmente-. Mi nombre es Tom y ellos son mis hermanitos, Bianca y Peter. Supe que se busca nuevo mucamo aquí, señorita, y vine para el puesto.

Los niños saludaron tímidamente con la mano, y Lara sintió compasión al verlos.

- ¿Y qué sabes hacer, Tom? –inquirió.

- Yo sé hacer de todo –repuso el adolescente modestamente-: lavar, cocer, barrer y cocinar.

- ¿Cuántos años tienen?

- Yo trece, Bianca cuatro y Peter seis.

- ¿Y dónde viven?

- En el basurero de la ciudad. Papá nos abandonó cuando mamá murió, y desde entonces yo tengo que mantener a mis hermanitos –Tom comenzó a sollozar, mientras Lara sentía que se le estrujaba el corazón de pena-. Perdone, señorita, no quise molestarla. Gracias por escucharme. Vamos, chicos.

Tom le dio la espalda.

- ¡Espera! –dijo Lara. El muchacho se dio vuelta lentamente- Puedes pasar la noche aquí, y si demuestras que eres eficiente, el trabajo es tuyo.

- ¡Gracias, señorita! ¡Es usted muy buena! –los tres niños se abalanzaron sobre Lara para abrazarla, poniéndola en un conflicto interno: sentirse conmovida con el abrazo u ordenarles que fueran a bañarse inmediatamente.

 

 

Entrada la noche, el profesor Eddinton se disponía a cerrar su laboratorio e irse de allí cuanto antes. De repente oyó violentos golpes en la puerta.

- ¿Quién está ahí? –gritó asustado. Los golpes no cesaron- Le advierto, estoy armado –continuó tomando un cuchillo cercano y aparentando no tener miedo.

La puerta se vino abajo, y el profesor Eddinton, debido al susto, dejó caer el cuchillo al ver en el umbral del Laboratorio un grupo de corpulentos mercenarios blandiendo metralletas, con Gunderson delante de ellos.

- ¡Mátenlo! –gritó Gunderson.

Y antes de que el profesor pudiera abrir la boca, fue acribillado por decenas de disparos.

- Misión cumplida, mi amor –murmuró el mercenario-. Misión cumplida.

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