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TOMB RAIDER 8: DESCUBRIENDO AVALÓN


Tomás

Publicaciones recomendadas

¡Aplausos para Escorpio por su discurso :rofl: !

 

¡Ana y Luciano, los extraño mucho, hagan lo mismo que él, cuando vengan! Sobretodo la señorita, con las observaciones magistrales que hago en su novela. De seguro un día te la llevarán al cine :rofl:

 

La entrega grande más tarde, hoy algo breve que creo que no le será indiferente a nadie.

 

ENTREGA 43

 

 

 

Ya iban cientos de veces que Charlotte quebraba, que se largaba a llorar por sus amadas hijas y a contemplar fotos viejas. En todas ellas salían las tres, ella, Clarisa y Carolina, felices y radiantes; abrazadas entre sí, y con franqueza e inocencia reflejadas en el rostro.

Clarisa y Carolina eran hermanas gemelas, idénticas hasta el último detalle, y cualquiera que viera los retratos notaría lo unidas que se mantenían. Charlotte observaba fijamente la mirada de Clarisa, llena de vida y de bondad, sin rastros de la perversidad y evidente crueldad que irradiaban sus ojos las últimas veces que ella la había visto; en especial, la noche en la que llegó para matarlas a ella y a Carolina.

La mente de Charlotte retrocedió en el tiempo, y comenzó a recordar sus años más felices.

 

 

Charlotte dormía plácidamente, cuando un repentino ruido la hizo despertarse.

- ¡Que lo cumplas feliz, que los cumplas feliz! ¡Que los cumplas, mamita! ¡Que los cumplas feliz!

Al oír la canción, la mujer se incorporó en la cama y vio llegar a sus pequeñas hijas, en camisón, que se abalanzaron sobre la cama a hacerle cosquillas y a mimarla. Y Charlotte reía, reía feliz, sintiendo el cariño de las niñas gemelas.

- ¡Feliz cumpleaños, mami! –Clarisa la abrazó.

- ¡Te hicimos un regalito! –reía Carolina.

- Haber… haber… ¿qué hicieron mis dos princesitas?

- La idea fue mía –aclaró la pequeña Clarisa-; yo lo dibujé y Caro lo pintó.

Sonriendo tímidamente, las preciosas e idénticas criaturas le entregaron un dibujito coloreado. Había sido hecho por dos niñas de cinco años, pero estaba hecho con todo el amor de su inocente y cándido corazón. En él se veía a una mujer castaña, sonriente y vestida de reina, que caminaba por el césped de la mano de dos niñas morenas vestidas de princesas, bajo un sol amarillo que sonreía feliz y nubecitas todas con caritas.

- ¿De qué es este dibujo? –preguntó la joven Charlotte con fingida sorpresa, mientras sus hijas se acostaban en la cama, cada una a un lado de ella.

Clarisa señaló con su dedito y comenzó a explicar.

- Esas somos las princesas Carolina y Clarisa, y la mujer hermosa es la Reina Charlotte, que camina por el pastito con sus hijitas, y el Señor Sol y las Señoras Nubes Blancas las saludan felices.

- ¿Sabes, mami? Tú eres una reina, y nosotras tus princesitas mimadas –rió Carolina.

- ¡Claro que sí, son mis princesitas! –exclamó Charlotte, emocionada-¡Y me hacen la reina más feliz del mundo! ¡La más feliz! –Comenzó a llorar de felicidad, y entre las tres se abrazaron, mientras las niñas reían felices de que a su mamá le hubiera gustado el dibujo.

 

 

Charlotte intentó no pensar más en el tema, o quebraría aún más. No dejaba de mirar el viejo dibujo de Clarisa, hecho cuando era muy pequeñita, cuando aún eran felices las tres, cuando la Cábala aún no había destruido sus vidas para siempre…

 

 

Llovía. De un modo atroz y descomunal.

- Mamá, ya no sufras por Clarisa –Carolina le acariciaba la mano a su vieja madre, sentada frente a ella en la mesa-El mundo está en juego, hay que avisar a la policía.

- ¡Pero ella irá presa! –sollozó Charlotte.

- Se lo merece por delincuente –terció su hija fiel-¿Has visto todos esos experimentos? ¡Son ilegales! ¡Y esa mascota enjaulada, aquella a la que la doctora loca llamaba el Proto!

- ¡Esa loca es la hija de Julia!

- ¡Pues Kristina también irá presa, mamá, diga lo que diga Julia! ¡Tal vez aún podamos hacer algo, antes de que Eckhart mate al tal Von Croy! –apremió Carolina, acariciando su mano-Lo hago por el bien, tuyo y del mundo entero, mamita –Se levantó y besó su cabeza.

- Te quiero, hijita –susurró Charlotte-, sin ti estaría completamente sola.

¡TROOM!

Sonó un tremendo trueno, y madre e hija se levantaron de golpe, asustadas, al ver a Clarisa en el umbral, empuñando un revólver y con cara de demente. Era evidente que había abierto la puerta a balazos, amortiguados por el ruido del trueno que anunciaba la llegada de la malvada.

Carolina abrazó a su madre para protegerla y lanzó una mirada amenazante a su hermana gemela.

- ¡Sorpresa! ¡JAJAJAJAJA! –Clarisa echó a reír diabólica

- ¿Qué haces aquí? ¡Lárgate, y saca el arma de mi vista! –espetó Carolina, asustada.

Clarisa lanzó otra carcajada.

- ¡Jamás, hermanita! ¡Han ido demasiado lejos! –Apuntó hacia ellas-¡MUERAN, RATAS!

Disparó, y le dio a Charlotte de lleno en el brazo. Ella comenzó a gemir de dolor, mientras Clarisa reía.

- ¡Cállate! –Carolina le dio tal puñetazo que la hizo caer al suelo y sangrar.

Pero Clarisa se incorporó al instante, y ahora, ambas se atacaban a puño limpio, sangrando, y sangrando más.

- ¡Basta! ¡Ya basta, niñas! –gritaba Charlotte, desesperada-¡Somos familia!

Clarisa le dio de lleno una patada en la cara a su hermana y la hizo caer. Sonrió demoníaca y apuntó a su madre.

- ¡Mi familia es la Cábala! ¡Di adiós!

- ¡NO! –Carolina se levantó de un salto y comenzó a forcejear contra la gemela por el revólver. La mirada de Carolina era valiente, y la de Clarisa, encolerizada.

Un terrible disparo desgarró el aire, seguido por el grito de Charlotte.

 

 

Y así estaba ahora; con una hija muerta, y otra en aquella secta siniestra.

- Mis hijas… ¡Mis hijas! –se echó a llorar, aún contemplando el dibujito.

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Les cuento que no sólo esta entrega será grande, sino también la próxima.

 

¡Ana, regresa! ¡Quiero seguir leyéndote, dejaste el relato en un punto muy intrigante! ¿Dónde estás :'( ? Ah, y votá en las encuestas, no te olvides. Mirá que yo te doy opiniones bien gordas, ¿eh :) ?

 

La pregunta de hoy es, ¿quién es la mejor madre y por qué?

 

A)Amelia

B)Annie

C)Charlotte

 

ENTREGA 44

 

 

Larson y Pierre saltaron justo a tiempo para esquivar los tiros. Sin darle tiempo a levantarse, Roxie le apunto a Pierre en la cabeza.

- Suelta a mi hijo –ordenó.

- Bueno –dijo él, y soltó a Santiago, que cayó al arroyo.

- ¡NO! –gritó Roxie, y Pierre echó a reir.

- ¡Cállate! –bramó Kelly, y lo dejó inconsciente de un mamporro mientras él no miraba. Mientras Lara disparaba a Larson, Roxie, desesperada, se arrojó al arroyo para rescatar a su hijo. Logró jalarlo del cuello de la camisa antes de que cayera, y lo arrojó a tierra, pero ahora era ella quien se ahogaba.

- ¡Roxie, toma mi mano! –Lara dejó a Larson y se inclinó para extender su mano. De pura suerte, Roxie logró tocar su mano, y Lara, jalando fuertemente, logró llevarla hasta tierra.

- ¡Increíble! –exclamó Larson, estupefacto. Sharpay aprovechó su descuido para morderle la mano-¡AUGH!

Roxie, tirada en el suelo, tosía en busca de aire.

- ¡Mami! –sus hijos se arrojaron sobre sus brazos-¡Nos salvaste!

- Tranquilos, pequeños –jadeó-Mamá nunca va a permitir que les suceda nada malo.

Lara y Kelly, mientras tanto, apuntaban a Larson.

- ¡Qué bajo has caído, idiota! –espetó Lara-¡Metiéndote con dos criaturas de nueve y siete años!

Larson retrocedió asustado, ya que la castaña y la rubia se le aproximaban, apuntándole. Y retrocedía más; y más.

- ¿Sabes qué? –dijo Kelly-Desde el primer momento me pareciste un asqueroso, pero no me imaginé que fueras capaz de secuestrar niños.

- Y la sacarás barata –señaló Lara con el sarcasmo de siempre-Porque acabarás nadando en una piscina gratis.

Larson no acabó de comprender cuando cayó en la cuenta de que, de tanto retroceder, había llegado al risco, junto al arroyo.

- ¡Me las pagaráaaaaaaaaaaas! –fue su grito de derrota mientras caía al agua, y la corriente lo arrastraba hasta el fondo.

- ¿Está muerto? –preguntó Kelly asustada-¡No quiero cargar con un muerto en mi conciencia!

- Tranquila –dijo Lara-Yerba mala nunca muere. Ellos no murieron ni en Perú, ni en Roma. Siempre me enfrento a ellos, y son tan tontos que siempre gano. En el fondo les tengo cariño, es divertido pelear contra ellos.

Lara y Kelly echaron a reír, mientras Santiago y Sharpay ayudaban a Roxie a levantarse.

Luego, nuestra heroína se acercó al inconsciente Pierre, y extrajo de su sucia campera violeta su cartera llena de dinero, y un precioso casco medieval de plata, con un pequeño artefacto adentro, blanco y con forma de glaciar: el Talismán Hielo.

- ¡Qué objeto más extraño! –exclamó Kelly, intrigada-¿Qué es?

- Vamos, chicas, les explicaré en el camino.

 

Lara, Roxie, Kelly, Santiago y Sharpay se aproximaban al salón de la casa de los Alonso.

- Lara –dijo Roxie, acabado el relato-Perdón por burlarme de que no tuvieras madre, debe ser horrible; fui una tonta.

Al llegar, las damas, los dos caballeros y la propia Carmen prorrumpieron en aplausos.

- ¡Mi amor! ¡Qué bueno que estás bien! –Alejandro se precipitó sobre su esposa Roxie y le dio tremendo beso.

- ¡Mis niños! –Carmen, que pese a todo les tenía cariño, se precipitó sobre ellos, pero la detuvieron.

- ¡Que la sirvienta no se acerque! –dijo Santiago asqueado.

- ¡Santiago! –exclamó Roxie, enojada-Desde ahora tratarás a Carmen como se merece.

Los niños bajaron la mirada.

- Perdón… Carmen –dijeron finalmente.

Definitivamente, a la Gran Lara Croft le costaría mucho asimilar todo lo ocurrido esa noche.

 

 

 

Al rayar el alba, los niños de la Mansión Croft recibieron el nuevo día con una sonrisa, propia de su edad inocente y sincera. Se incorporaron en sus camitas al ver llegar a Clarisa con una bandeja con cuatro platos con galletas y cuatro vasos con jugo de naranja.

- ¡Buen día, polluelos! –dijo con cariño-¡Aquí la tía Clarisa les trae el rico desayuno!

- ¡Viva! ¡Qué rico! –exclamó la pequeña Bianca con una preciosa sonrisita, y aplaudiendo con sus tiernas manitos. Aquella sonrisa enternecía a cualquiera… a cualquiera que tuviera corazón.

- ¡Gacias, Clarisa! ¡Gacias! –El niñito Peter le rodeó el cuello con los brazos a la mujer y le llenó la cara de besitos cariñosos.

- ¡Disfruten! ¿Saben cuál es el ingrediente principal? ¡Amor! ¡Lo hice con mucho amor! –sonrió.

Se deleitó al ver que las ingenuas y cándidas criaturitas se tomaban todo el jugo de un trago.

 

 

Amanda, vestida con una larga túnica negra, contemplaba con aire taciturno las gárgolas de piedra del salón, las estanterías de libros y la esfera dorada en el centro de la mesa.

- Su Señoría, los capturé –Gunderson llegó jadeando, trayendo tres cadáveres en ambas manos-

- Déjalos sobre la mesa –ordenó Amanda.

Con total delicadeza, Gunderson obedeció, y Amanda se acercó a contemplarlos; los tres Nephilim eran blancos, larguiruchos y de constitución robusta.

- Apolyon, Luzbel y Belzebub –suspiró acariciándoles el rostro-: los únicos que no le dieron la espalda a mi padre. ¡Excelente, Marten! –sonrió maléfica-¿Te ha costado mucho?

- Tuve que cortar algunos cuellos –maniestó satisfecho.

- Acompáñame al Sótano –ordenó-Y prepárate, porque luego me llevarás a un sitio más lejano.

- ¿A dónde, Madame? –inquirió.

- A Nueva York. Quiero visitar la tumba de James, ya que nisiquiera pude asi asistir a su funeral.

Gunderson gimió.

- ¿Qué has dicho? –le espetó furiosa.

- Nada, Señora… nada.

Ella le echó una dura mirada. De repente comenzó a sonar su celular, que extrajo de la túnica, y atendió, ya sabiendo quién era.

- ¿Cómo estás, querida Clarisa?

- Maravillosamente –rió-Ya me he ocupado de ellos: de los tres.

- ¡Te felicito! –dijo desdeñosamente Amanda-¿Cómo lo hiciste?

- ¡Les puse arsénico en el jugo!

- ¡JAJAJAJAJAJA! ¡Eres única! –Amanda lanzó una carcajada triunfante- Todavía me parece increíble que nadie sospeche de ti.

- Digo lo mismo: estoy rodeada de inútiles –manifestó Clarisa-Sólo es cuestión de tiempo que el veneno haga su efecto. También es cuestión de tiempo que la desgraciada de Charlotte muera, mi Señora.

- ¿Sabes? Tenemos algo en común: padres mediocres y decepcionantes.

- Yo no conocí a mi padre, pero seguro fue un miserable. Si se casó con alguien como Charlotte, no pudo haber sido ningún inteligente –rió Clarisa con crueldad.

- Oye, tengo que colgar porque estoy muy ocupada. Pero, por favor, vuélveme a llamar y cuéntame cómo murieron: sus patéticos estertores, sus últimos suspiros, ¡Todo! ¡Qué pena que yo no podré verlo!

- Es cierto, Madame. ¡Será muy gracioso ver el lento final de esas tres ratas!

Clarisa y Amanda lanzaron una carcajada.

- Adiós, querida.

- Adiós, mi Señora.

- ¿Era Clarisa? –inquirió Gunderson.

- ¡Por supuesto, imbécil! –espetó Amanda, molesta- Y ahora, ¡Al Sótano!

A medida que descendían por la sórdida escalera, Amanda se deleitaba cada vez más, y el miedo de Gunderson se incrementaba.

Ya en la mazmorra, Gunderson echó un vistazo a los prisioneros encadenados: Putai, el Padre Dunstan, Milca y Jairo. Putai y el sacerdote lucían firmes y furiosos, pero Milca y Jairo, asustados y sollozando.

- ¡JAJAJAJA! ¿Qué te parece, Marten? –rió Amanda-Los traje yo misma para que le hicieran compañía a la egipcia.

- ¡Suéltenos, señora! ¡Se lo ruego por mi hijo! –suplicó Milca-¿Para qué nos quiere?

Mientras Gunderson contemplaba estupefacto, Amanda comenzó a pasearse por la satánica mazmorra.

- Pues, el caso de la beduina es muy particular, la traje porque la necesitaba. Pero a la gorda, el tonto y el mocoso, los traje para lo que más me divierte en la vida: ¡Hacer sufrir a Lara! –Su risa maliciosa espantó a todos, incluso a su enamorado secreto.

- No eres más que un demonio –espetó el Padre Dunstan con frialdad-¿Qué te ha hecho Lara de malo para que juegues así con ella?

- Verás –repuso la Nephilim-: me dejó abandonada cuando estaba ahogándome, jamás intentó buscarme, se cargó a mi padre (a mi verdadero padre), arruinó mi viaje a Avalón, ¡y mató al amor de mi vida! ¡Al único ser que nunca me subestimó! –Gunderson sintió una punzada de irritación al oír nombrar a James Rutland junior-Todo lo que yo quería era ser una brillante antropóloga, pero ella estropeó todo.

- ¡Tú la dejaste sin madre! –exclamó Putai acaloradamente.

- ¡Y mandaste a ese demonio Hafgán a atacarme! –chilló Jairo.

- ¡Lo que sea por hacer sufrir a Lara Croft! ¡Porque la odio! ¿Comprenden? ¡LA ODIO! ¡JAJAJAJAJAJA! –Volvió a echar a reír.

- ¡Cállate, monstruo! –gritó el Padre Dunstan.

Amanda siguió riendo, y luego, hizo unas florituras en el aire con los dedos, de los que brotaron destellos negros, creando así cuatro muñecos; uno de Putai, uno del sacerdote, uno de Milca y uno de Jairo.

- Si vuelven a osar desafiarme, destruiré los muñecos, y cada daño que ellos sufran les afectará a ustedes.

- ¡Mátame, no me importa! –chilló Putai.

- Puede que a ti no te importe, pero, ¡imagínate cómo llorará Lara al verte muerta! –Putai procuró serenarse al instante-Bien hecho, ricura, bien hecho –Se giró hacia Gunderson-Ahora Marten, vamos a Nueva York, quiero visitar a mi amado. Pero antes…

Hizo varias florituras en el aire, creando unas cuantas tarántulas, que se esparcieron por el suelo. Milca y Jairo gritaron de miedo.

- ¡A ellos, preciosas! –gritó Amanda, encantada, mientras las arañas se aproximaban a los prisioneros -¡JEJEJEJE! ¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!

 

 

Tomados de la mano, charlando y riendo, James Rutland padre y una mujer joven, pulposa y de pelo teñido de violeta, se acercaban a la mansión del senador.

- Ha sido la mejor noche de mi vida, precioso –suspiró la prostituta-¡Sólo por veinte dólares me has hecho gozar como nunca nadie!

- Te lo mereces, Sheila –replicó el senador-Y esta noche lo repetiremos, ya que la tonta de mi esposa está en Las Bahamas con una amiga.

Sheila y James rieron. El último beso fue largo, brusco y apasionado, y luego, él se internó en la casa, con Sheila saludando desde la puerta.

Lo primero que hizo al llegar fue entrar en el cuarto de William, y gritó de cólera al ver la puerta abierta y el lugar vacío.

- ¿Dónde estás, tarado? –rugió-¡Jenny, ven aquí enseguida!

- ¿Sí, señor? –La viejita se acercó, encorvada y temerosa.

El brutal viejo la tomó del cuello.

- ¡Tú lo dejaste escapar! ¿Dónde está?

- No… sé… no sé nada –jadeaba sin aire, mientras James le destrozaba el cuello-Su.. élteme por favor… no pue… do respirar.

James la soltó con brusquedad, y Jenny se frotó el cuero cabelludo, dolorida.

 

 

James Rutland se dirigió, gritando y armando escándalo, al departamento de Alex West, creyendo que William, por ser su mejor amigo, estaría allí.

Registró cada rincón del departamento hasta dejar todo destruido, y de tanto revisar, encontró una hermosa espada: Excalibur.

- ¡Qué objeto tan extraño! –se dijo-¡Me lo llevaré, puede serme útil!

Y huyó de allí, con la mítica espada del Rey Arturo en su poder.

 

 

Sonó el timbre de la Mansión Croft, y Clarisa corrió hasta la puerta, creyendo que era Lara, pero cuál no fue su estupefacción al verse cara a cara con Charlotte, que la miraba firme y desafiante, y sin ninguna señal de debilidad.

- ¿Tú? –jadeó la mucama-¿Qué rayos haces aquí?

- Sé lo que pretendes, y no lo voy a permitir –terció su madre-Sé que serviste veneno en su jugo.

- ¡No interfieras en esto! –Clarisa intentó cerrarle la puerta en la cara, pero no pudo.

- No te dejaré. ¿Te queda claro? ¡No te dejaré! Ya mataste una vez, no lo volverás a hacer –sentenció Charlotte.

Resignada, Clarisa cerró la puerta tras ella.

- ¿Sólo para eso viniste?

- ¡Es por tu bien! –saltó su madre-¡No más asesinatos!

Volvió a sonar el timbre, y al abrir, Clarisa se estrelló con un adolescente apuesto y alto.

- Buenos días –saludó cordialmente-Mi nombre es Konstantin, y quisiera hablar con Lady Lara Croft.

- Ella no está en este momento, pero llamó diciendo que no tardaba. ¿Quieres quedarte a esperarla? –Ofreció con amabilidad.

- Muchas gracias –dijo Konstantin.

Fue entonces cuando Greta, Bianca y Peter llegaron tambaleándose desde el piso de arriba, manos en la garganta y farfullando.

- Nos envenenaron… envenenaron… -jadeó Greta.

Sin más, la adolescente y los pequeños se desplomaron en el suelo. Konstantin estaba tan acostumbrado a cosas así, que los miró con aire de circunstancia, aunque no pudo evitar fijarse en la asombrosa belleza de Greta.

- ¿Quién hizo esto? –preguntó, dirigiéndiose a Clarisa y Charlotte.

La bondadosa mujer sabía lo que tenía que hacer: proteger a su hija.

- ¡Fui yo! –saltó-¡Fui yo!

Clarisa la miró fijamente: su madre se estaba sacrificando por ella.

Sin más, Konstantin apresó a la pobre Charlotte, mientras Clarisa, aprovechando la situación, fue a llamar a la policía.

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Muy buena las entregas Tomas aqui opino de cada una de ellas jeje:

 

Entrega 43 :

 

Pobre Charlotte tan feliz con sus 2 hijas y por culpa de esa maldita Cabala se quedo con ninguna por que una se fue con la Cabala y la otra asesinada por su hermana :wow:

 

Entrega 44 :

 

Estuvo muy bueno que por fin Roxie recapacitara y empezara a comportarse bien y le dijera a los niños que trataran bien a Carmen me alegro por ella y todo fue gracias a Lara :jump4:

 

Amanda si que es una villana de las malas ahora captura al padre Dustan y a madre e hijo :wow: pobrecillos espero que no le pasen nada :party:

 

Por lo menos James padre hizo algo decente ponerles los cuernos aunque sea con una prostituta a la maldita Maggie Rutland :jump4: aunque si yo soy la mucama de esos ignorantes me despido en el acto de esa casa encima que la tratan como si fuera un objeto casi la ahogan :jump4: muy bien que hizo Jenny liberando a Willian aunque no tanto :jump2: y encima el padre encontro Excalibur y va a ir al apartamento de Alex :wow: seguro que Alex vera la espada y tratara de robarsela :jump4:

 

Pregunta...

 

Yo creo que la mejor madre es Charlotte por que aun asi despues de haber matado a su otra hija y de todo el daño que ha hecho defendio a su hija con el veneno de lo niños :jump2: aunque aun asi la madre haciendo eso Clarisa llama a la policia para culpar a la madre

 

Salu2 y gracias por lo del discurso y por la entrega jaja

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Bueno, hoy estoy feliz porque hemos llegado a la Mitad, y como saben, no hubiera sido posible sin su ayuda :'( . Gracias a todos los que postearon aquí alguna vez, y los que no... bueno... ellos se lo pierden :wub: . Pero gracias especialmente a mis 3 lectores más fieles:

Escorpio: porque cada vez que leo tus enormes comentarios me regocijo, se nota que te gusta mucho leer y opinar. :sad:

Ana María: porque me llena de orgullo que la escritora más famosa y concurrida del foro lea mi relato, y porque pese a que algunos personajes te resulten indiferentes, tus observaciones cada vez me enseñan algo nuevo, y el hecho de que me marques los errores me ayuda a cometerlos cada vez menos. ^_^

Luciano: porque siempre estuviste y porque algunas de tus observaciones son muy brillantes, incluso se les escapan a los otros 2 (sin ofender) :@

Por supuesto que me gustaría que leyera más gente, pero con lectores como estos 3 ya me arreglo y soy feliz ;)

 

Perdón si me puse muy emotivo, pero es que no puedo creerlo. Sobre la historia, como sabrán, yo la "disfrazé", los primeros capítulos fueron sencillos, con trama fácil y pocos personajes, y luego fueron apareciendo cada vez más enredos y gente (todo pensado desde el comienzo, yo no improviso casi nunca), y ahora habrá más complicaciones, más acción y más incógnitas. Además de Amanda, y por supuesto Lara, se lucirán 2 personajes importantes: Konstantin 8) y Clarisa :S .

 

Bueno, no aburro más. Los espera una larga conversación en la entrega de hoy

 

ENTREGA 45

Charlotte no produjo ningún quejido mientras era atada por el muchacho, ya que sentía que hacía lo correcto. Konstantin, acto seguido, se inclinó hacia donde yacían Greta y los niños.

- No te preocupes –dijo a Clarisa-.Arreglaré esto en un segundo.

Se inclinó justo junto a Greta, y quedó unos instantes contemplándola; pero luego, tocó sus hombros con ambas manos, cerrando los ojos y concentrándose profundamente. Mientras contemplaba la escena, Clarisa hubiera jurado que de las manos de Konstantin broteaba una especie de energía plateada.

Greta abrió los ojos de golpe, y comenzó a reaccionar abruptamente.

- ¿Qué pasó? ¿Quién eres tú? –añadió al mirar a Konstantin.

- Luego te explico –sonrió el muchacho-¡Gracias a Dios estás bien!

Se precipitó sobre los cuerpos inertes de los niños, e hizo lo mismo que con la bella chica.

- ¿Qué pazó? –exclamaron Bianca y Peter.

Konstantin se enterneció con su mala pronunciación, propia de criaturas tan pequeñas.

- Nada, linda –acarició el rostro de la pequeña Bianca-.Todo está bien.

Entonces tomó a Greta de la mano y la ayudó a levantarse, haciendo lo mismo con Bianca y Peter.

- Esa mujer quizo envenenarlos –dijo furioso señalando a la inmutable Charlotte-Pero yo los he curado. Mi nombre es Konstantin.

- Gracias por salvarnos –Los niños se precipitaron hacia él, que los alzó en alto, a cada uno con un brazo, y reía mientras ellos besaban sus mejillas. En cuanto a Greta, le tendió la mano-¿Cómo te llamas? –preguntó entonces.

- Greta –repuso perturbada.

Tres policías irrumpieron en la casa.

- Buenos días –dijo uno, dirigiéndose a Clarisa-Venimos a detener a la asesina.

- Aquí estoy, señor –Charlotte, inmutable, se puso de pie.

Ellos le pusieron las esposas y se la llevaron. Ella avanzó a paso firme, pero echó una mirada a su hija, y por un instante, ellas se miraron fijamente. Se podría decir que Clarisa sentía pena por ella…

En cuestiones de minutos volvió a sonar el timbre, y Lara, triunfante, apareció ante ellos con el Talismán Hielo y el Casco de Sir Pellinore entre sus manos.

- ¡Lara, estás bien! –Eufóricos, Greta, Bianca y Peter se dirigieron a abrazarla.

- ¡Jamás me sentí mejor! –exclamó ella. Alister y Zip se acercaron a saludar.

- Oye, ¿qué tal la reunión con las aristócratas? –inquirió Zip.

- ¿Algo interesante? –alegó Alister.

- Tranquilos, chicos; ya les contaré todo. –Fue entonces cuando reparó en la presencia del muchacho, y recordó intensamente a Kurtis.

- ¿Qué tal, señorita Croft? –El educado jovencito le estrechó la mano-Encantado de conocerla, me llamo Konstantin. Me gustaría hablar con usted, si tiene unos momentos.

- Cómo no –repuso Lara.

Al poco rato, Lara y Konstantin conversaban en el cálido estudio, junto a la chimenea, mientras Clarisa servía café, y aprovechaba las circunstancias para oír la conversación.

- Y bien, Konstantin, ¿en qué puedo servirte?

- Verá, señorita Croft –inició el muchacho-: ¿ha oído usted hablar del Santo Grial?

Ella parpadeó.

- Claro que sí; es la copa de la que, según el Nuevo Testamento Bíblico, Jesucristo bebió el cáliz en la Última Cena. Muchos han ido tras su pista, incluso los hombres del Rey Arturo, los Caballeros de la Mesa Redonda –Aquello le recordó a Lara que aún no había averiguado quién había sido el ocupante de la Silla Prohibida, el Mejor Caballero.

- Así es –afirmó Konstantin-. Todos lucharon por encontrarlo, incluso Sir Lancelot, que lo buscó en un castillo llamado Carbonex.

Lara recordó que, en Kazajistán había descubierto un paralelismo: Carbonex era el proyecto de los soviéticos durante la década de 1950. Ya había varias conexiones que encontraba con respecto al mito artúrico.

- Pero –prosiguió Konstantin-, los caballeros nunca lograron hallarlo. El Santo Grial, según se dice, otorga todo tipo de poderes a su portador, que puede utilizarlo para el Bien o para el Mal. De todos modos, Lancelot se casó con una mujer noble llamada Lady Elaine y tuvo un hijo de nombre Galahad, al que el mago Merlín bautizó como el Mejor Caballero-Entonces, Lara comprendió que Sir Galahad había sido el misterioso ocupante de la Silla Prohibida del cual Merlín hablaba-Galahad era demasiado joven cuando lo nombraron caballero, tenía mi edad.

- ¿Cuántos años tienes tú, Konstantin? –inquirió Lady Croft, curiosa.

- Quince, señorita.

Lara quedó impresionada. Por su cuerpo fornido y su gran inteligencia parecía de dieciocho o diecinueve años.

- Prosigo –dijo Konstantin-: por causas del destino, Galahad fue el único al que se le permitió ver el Santo Grial, se dice que se le apareció en una visión deslumbrante, y rodeado por hadas y ángeles. El resto de los caballeros lo envidiaron, y poco a poco, la Orden se fue deteriorando. El mago Merlín, la hechicera Morgana y la Dama del Lago se sintieron profundamente decepcionados, tanto así que cerraron todos los portales a Avalón, su mundo, la Tierra de las Hadas y los Dragones, para siempre. Morgana tenía nueve hermanas, todas ellas hadas, a las que se les asignó la misión de custodiar el Santo Grial, lejos de los mortales, para que no volviera a ocurrir algo parecido a la pelea entre Galahad y el resto de los caballeros. Si usted quiere mi opinión, no sé por qué Galahad fue el único en gozar el privilegio. El destino es muy caprichoso.

- ¡Dímelo a mí! –rió Lara con ironía-Mi propia madre, Lady Amelia Croft, quedó atrapada en Avalón cuando yo tenía nueve años.

- ¡Increíble! –manifestó Konstantin con asombro.

- Oye, eres un chico muy inteligente, ¿cómo sabes toda esa historia? Yo no estaba enterada de nada.

- Mi padre me lo contó.

- ¿Tu padre?

- Así es.

- Bueno, y yo, ¿en qué puedo ser útil? –preguntó Lady Croft.

- En mucho: le propongo unirnos para llegar hasta Avalón y recuperar el Santo Grial.

Lara palideció.

- ¿Y puedo saber para qué lo quieres?

- Bueno, sucede que soy el miembro más joven de una orden guerrera surgida hace siglos que está casi extinta, y se ocupa de liquidar a los demonios que rondan junto a todos nosotros. Cada vez hay más demonios, y podemos utilizar el Santo Grial para resucitar a todos, a todos los de mi Orden, mis familiares.

- Pero, Konstantin, creo que eso sería profanar algo muy sagrado: la copa de la que bebió Cristo antes de morir en la Cruz –Lara intentó razonar con el muchacho.

- El fin justifica los medios –terció Konstantin-, cada vez hay más mal en el mundo, y antes era combatido por todos ellos, pero están muertos, y volverlos a la vida solucionaría muchísimas cosas.

- ¿Te cuento algo? A tu edad yo era muy curiosa, desobedecía a mi padre y a mi mentor, y tenía miles de sueños extraños por cumplir, pero con el tiempo maduré y entré en razones. Tú, Konstantin, eres muy inteligente, pero eres un adolescente, una criatura, dentro de poco verás las cosas de otro modo. Te lo digo desde el corazón, ya que más de una vez he tenido problemas por profanazar artefactos valiosos, como el Bestiario, el Amuleto de Horus, la Lanza del Destino…

- Es evidente que usted no comprende, señorita Croft –interrumpió Konstantin con voz queda. Lady Croft creyó que iba a enfadarse, pero-¿Me indica el camino al baño?

Lara disimuló su asombro.

- Hay uno en el segundo piso, pasando la última puerta, tras el dormitorio. ¿Quieres que te acompañe?

- No, gracias, voy solo –espetó Konstantin, como quién dice “no soy un niño pequeño.”

- ¡Qué joven tan extraño! –se dijo Lara en cuanto él se perdió de vista-Me recuerda a… a… No, no, imposible, no puede tener nada que ver con él –Decidió confusa.

Minutos después, mientras salía del baño, Konstantin pensaba en lo cansado que estaba de que lo trataran como si tuviera cinco años en lugar de quince: su abuela lo protegía demasiado, su madre era asustadiza hasta el extremo, y ahora esta mujer lo trataba como si tuviera ideas extrañas en la cabeza. ¿Por qué era eso? Había salvado más de una vida, tenía condiciones físicas excelentes, era el último descendiente de una familia de guerreros: su padre, su abuela, su abuelo, su bisabuelo, todos héroes valientes y admirables que lucharon incansablemente contra toda clase de demonios. Pero ahora ya no quedaba rastro de aquella fabulosa Orden de la que su padre solía hablarle y su abuela también, y el universo se veía amenazado por su peor y más ancestral enemigo…

Oyó que alguien hablaba tras una de las puertas y reconoció la voz de Greta; se sorprendió a sí mismo de estar espiando por el ojo de la cerradura. Ella estaba acostada y arropada en su cama, con un muchacho castaño arrodillado junto a ella. Era menos atlético y menos alto que él, pensó Konstantin, pero no era del todo feo. Un momento, ¿en qué estaba pensando?

- Me alegro de que estés bien –decía Tom acariciándole el rostro-¡De verdad me asusté mucho, mucho!

- Creo que estaré acostada en la cama por unos días –repuso Greta con una vocecita débil-Pero me sentiré mejor, porque me estará cuidando el más hermoso de los enfermeros.

- Así es, mi amor –sonrió Tom.

Greta tomó su rostro entre sus manos y unió su boca a la suya. Konstantin se quedó mirando el tierno beso de los chicos sin saber por qué. “Bah, ¿a mí qué me importa, si ni los conozco?” se dijo. Así que, aún sintiéndose abrumado y perturbado, descendió las escaleras y regresó al estudio junto a Lara.

- Volveré a intentarlo, señorita Croft –dijo serenamente-: usted quiere recuperar a su madre y yo a mi familia. ¿Por qué no unimos fuerzas?

- Es diferente, Konstantin –repuso Lara-, porque ellos están todos muertos, mi madre sigue viva.

- ¿Cómo lo sabe? –espetó el muchacho-Si dice que desapareció cuando usted tenía nueve años, calculo que veinte años atrás, tal vez no siga viva ahora, usted no sabe nada de ella desde entonces, pudo haberle pasado cualquier cosa allá en Avalón.

Lara nunca se había planteado eso: ¿y si su madre estuviera realmente muerta, como ella creyó durante veinte años?

- Mi madre vive –aseguró fervientemente-: está atrapada en Avalón, sin duda junto al Rey Arturo y sus caballeros.

- No lo sabe –repuso Konstantin-, pero si murió, no se preocupe, señorita: si unimos fuerzas, haremos que ella vuelva. No sólo ella, sino también mi familia; ¡La familia de mi padre!

- Eres muy pequeño, Konstantin –afirmó Lara-. Ya dije: yo a tu edad era así, y luego cambié. La muerte es un camino que no tiene retorno, y sé que tú tienes las mejores intenciones, pero es una cosa de la Naturaleza y hay que aceptarla. Te contaré: mi padre murió, mis amigos de universidad murieron, mi mentor murió…

- ¡Y morirá mucha más gente! –exclamó Konstantin-Una nueva y poderosa enemiga nos acecha, pertenece a la raza enemiga de mi gente: los Nephilim.

Lady Croft lo oyó pero no lo creyó.

- ¿Qué dices? ¿Qué sabes de eso? ¡Yo acabé con el último! Me parece que cometes un error.

- Así es: el haber venido aquí –dijo fríamente-Buenos días, señorita Croft –saludó con una inclinación de cabeza-, sé dónde está la puerta, muchas gracias.

Y abandonó la mansión tan rápidamente que no reparó en una de las tumbas del jardín, cuya lápida llevaba el nombre de Kurtis Trent. ¡Ay, si la hubiera visto!

Desde la ventana, Clarisa lo observaba irse.

- ¡Maldito pendejo! ¡Se burló me mí! ¡El plan fracasó! Pero lo volveré a intentar, juro que lo voy a intentar, y esta vez… no voy a fallar.

 

 

Aviso: Karel no tiene nada que ver con el Santo Grial, él quería llegar a Avalón por otra causa, tiene que ver con el diario íntimo que encontró y leyó Gunderson.

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Muchas gracias por el cumplido Tomas :wow: ahora sobre la entrega :

 

La verdad Charlotte es algo tonta se presenta culpable y encima la hija no hace nada por impedirlo :)

 

La verdad que Kostantin es un niño algo misterioso como era el que yo creo su padre jejeje que no se quien sera la madre xd aunque algo celosillo jajajaja mira que espiar a los " Nuevos novios " ;) no lo sabia jaja

 

Eso del Santo Grial... no se... me parece que va a tener mucho que ver en todo esto... aunque eso de revivir a la "Orden" de Konstantin no me llena mucho jeje pero es tu relato asi que ;)

 

Salu2 y espero la proxima entrega que esta poniendo muy interesante :D me gustaria que Kostantin hubiera visto la tumba asi daria media vuelta y le diria que si conocia a su supuesto padre :D

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Escorpio, respeto tu opinión, pero no resucitarán sólo porque Konstantin lo piense, ya verás... ;)

Y bueno, además de decir que ya me preocupa la ausencia de cierta persona llamada A.M. no sólo en mi relato sino también en el de ella misma, puedo decir que hay un momento para todo: para la carcajada, para la aventura, para el terror, para el misterio. Pues bien, esta vez es el turno del romance y el dolor :cry2: . ¡Disfruten :D !

 

ENTREGA 46

 

Annie y Vivian se refugiaban del frío en un sórdido callejón, al que habían establecido como su refugio. Realmente estaban en la miseria, lo único que podían hacer era juntar cartones y mendigar, ganando apenas para un escaso sustento. Nunca se caracterizaron precisamente por su economía, pero no podían estar peor que ahora; sin techo, sin abrigo, sin comida…

La hermosa Vivian siempre había sido una chica frágil, pero en aquellos días su fragilidad alcanzaba el punto máximo. Ése era su gran defecto, ya que era bonita, joven, agradable, inteligente y de excelentes sentimientos, pero no sabía defenderse, era sumisa, sensible. Personas con tales características suelen ser humilladas por gente más astuta y menos honesta que ella, y Vivian no era precisamente la excepción.

Fue entonces cuando la muchacha rubia se largó a llorar una vez más.

- ¿Qué ocurre, hija mía? –su madre, sentada en el suelo a su lado, le acarició la mejilla-¿Por qué lloras?

- ¡Por William, mamá! –sollozó-¡Como siempre, por William!

- Mi niña, tú eres encantadora, eres un ángel, te haces querer muy fácil –decía Annie comprensiva-, y si él no te hace caso, significa que no te merece.

- ¿Y yo qué hago? –Lloró aún más-¿Qué hago con todo este amor que siento dentro?

- Tienes toda la vida por delante –repuso Annie-Cualquiera se enamoraría de ti, cualquiera; ya verás como te vas a volver a enamorar, y de un chico que te ame y que merezca tu amor.

- ¡No entiendes! –exclamó la chica, desesperada-¡Más enamorada no puedo estar! ¡Siento que el corazón puede estallarme en cualquier momento! ¡Ardo por dentro y por fuera! ¡Ardo por él, ardo por su amor! ¡Por sus ojos, por sus labios, por su cuerpo, por su sonrisa, por todo!

- Es culpa mía –dijo Annie, más para ella que para su hija-Desde que eras bebé te he dicho que encontrarías un gran amor que te haría libre y solucionaría todos tus temores. ¡Pero en el mundo real no es así, Vivian! No debes esperar a que William te rescate, debes salvarte tú sola, y yo te ayudaré.

- ¡Oh, mamá! –su madre la abrazó y la estrechó contra su pecho maternal, preguntándose por qué su hija, que nunca le hizo mal a nadie, tenía que sufrir de ese modo.

Súbitamente oyeron el ruido de un automóvil lujoso estacionando en la esquina, y de él bajaron un hombre calvo y corpulento y una mujer rubia engalanada y bella, de mirada soberbia.

- Esa mujer –musitó Vivian, separándose de su madre-… es Amanda, la futura esposa del hermano de William. ¡Yo la conocí una vez!

 

 

En la oficina del viejo James Rutland, el político se sentaba junto a su esposa Maggie y su hijo mayor, frente a su hijo menor, que se sentaba junto a su novia, tomándola del brazo. Vivian, entretanto, servía una taza de café a cada uno.

- Estoy muy feliz por ti, James –decía el padre-Tu novia es muy linda.

- Me halaga, señor. –sonrió Amanda.

- ¡Tienes razón! –exclamó radiante el joven James-¡Amanda es el la mujer de mi vida!

- A propósito, ¿quién es ésta? –inquirió Amanda con desprecio.

- Oh, sólo es Vivian, la estúpida secretaria –respondió Maggie lacónicamente. Vivian prefirió ignorar el comentario y siguió echando cucharadas de azúcar al café de Maggie, pero cometió el error de tirar un poco de azúcar en la mesa.

- ¿Qué haces, estúpida? –exclamó Amanda-¡Cuidado con el café de mi suegra!

- Tranquila, querida. Ya estamos acostumbrados a los errores de esta retardada –dijo el joven James mirándola con desprecio.

- ¡Limpia eso inmediatamente! –ordenó James padre.

- ¡Trae un trapo enseguida, imbécil! –corroboró Amanda.

- Sí, señorita –respondió Vivian apenada, y acudió a buscar un trapo.

- Siempre es lo mismo, Amanda –suspiró Maggie-Esta mocosa es lo más torpe que existe.

- Mamá, tampoco es para tanto –dijo William-, puede pasarle a cualquiera.

- Tú cállate –amenazó su hermano-, no puedes caer tan bajo como para defender a la empleada.

- Aquí está el trapo, señorita –Vivian regresó y se dispuso a limpiar la mesa, mientras todos, excepto William, la miraban como si fuera una cucaracha reventada.

- ¡Mejor lo hubieras dejado como estaba! Ahora estropeaste la mesa tocándola con tu sucia mano de sirvienta –rió Amanda burlona.

Amanda, Maggie y los dos James echaron a reír con socarronería, mientras William sentía vergüenza de ellos y lástima por Vivian, que abandonó corriendo la habitación e intentó controlar el sollozo que se avecinaba; pero de su cabeza no desaparecía la imagen del apuesto William, intentando defenderla, y tratándola con respeto.

 

 

- ¡Qué mala mujer! –exclamó Annie, furiosa-¡No me extraña que fuera tan amiga de Maggie Rutland!

- Esa vieja la quiere como a una hija, y tiene razón, porque son iguales –corroboró Vivian-¡Tengo que saber a dónde va!

- ¡Espera, Vivian!

Pero ya era tarde; la chica echó a correr, siguiendo a Amanda. Ésta se detuvo en un cementerio, y se arrodilló ante la tumba de James W. Rutland hijo, con Gunderson parado tras ella, y Vivian espiando detrás de un árbol.

- Hola, James –saludó Amanda con cariño-. Vine a visitarte, porque te extraño mucho, me haces mucha falta, demasiada. Sé que te lo he dicho un millón de veces, pero quiero que sepas que te amo, te amo con toda mi alma, porque eres el único que me ha valorado en la vida, mientras todos me creían una doña nadie. Tú me has hecho sentir de otra manera, me has hecho feliz como nunca lo fui. Jamás olvidaré el día en que nos conocimos…

 

 

Amanda, vestida como hippie y con la ropa algo húmeda, estaba sentada en la mesa de un humilde bar, en Paraíso, una noche oscura. Había encontrado una extraña piedra de las que siempre había deseado hallar, pero eso no le importaba demasiado ahora; sentía una pena inmensa porque había estado a punto de morir, su campamento se había marchado y la había dejado abandonada allí, en el interior de aquella tumba. Para colmo de males, no tenía cómo llegar a su casa, sólo un milagro podía salvarla.

Y el milagro llegó.

James Rutland la vio apenas entró al bar, y no pudo quitar los ojos de ella. Nunca había visto una mujer tan bella, rubia, esbelta y de ojos azules, cuya mirada melancólica lo conmovía.

Sin dudarlo se acercó.

- Hola –saludó sonriendo-Eres muy bonita.

Ella levantó la mirada, perturbada.

- Gracias –repuso.

- Soy James Rutland –se presentó, cariñosamente-Por favor, dime tu nombre, porque me tienes embobado, y muero por conocerte mejor.

- Amanda Evert.

- ¿Te pasa algo? –inquirió, al verla triste-Una chica tan hermosa como tú no debería sentirse así.

- Ha sido horrible –sollozó-Casi muero ahogada, y ninguno de mis amigos intentó buscarme, ¡porque creen que soy una tonta!

- No digas eso –repuso James con dulzura-Algo me dice que lo que tienes de linda lo tienes de inteligente. ¿Puedo sentarme contigo?

Amanda no se sintió capaz de rechazar al desconocido. Porque no quería que se fuera, no quería.

James se sentó y le acarició la mano.

- ¿Tienes hambre? Come lo que quieras, yo pagaré.

- ¡No, por favor! –la jovencita no quería quedar mal delante suyo.

- Lo haré de todos modos: te trataré como una reina –sonrió.

El muchacho estudiaba en West Point, y se había ido de vacaciones a Perú, acto del que jamás se arrepentiría. Era extremadamente mujeriego, pero se sentía perdidamente enamorado, enamorado de Amanda, la chica que acababa de conocer.

Después de mucho insistir, la rubia decidió acceder y aceptar la invitación.

- Ven conmigo –propuso-: a Nueva York. Un amigo mío cumple años, celebra su cumpleaños, y quiero que seas mi pareja en su fiesta, es de disfraces.

Amanda se sonrojó.

- Ruborizada te ves más linda, si eso puede ser posible aún –dijo James con ternura-A ti te vendría bien el disfraz de princesa, aunque ya lo eres. Y a mi me gustaría ser príncipe, para conquistarte.

Amanda sentía que no podía con tantos halagos, aquel joven se estaba comportando muy bien con ella, como nadie se había comportado nunca. Y James, por su parte, que era embustero, ambicioso y bravucón, no podía evitar ser tierno con aquella hermosa muchacha rubia. Quería conquistarla, quería enamorarla, la quería sólo para él.

 

- Siempre fuiste muy tierno –reía Amanda con nostalgia ante la tumba-Nadie me hizo sentir como tú, nadie. Cuando todos me dieron la espalda, podría decirse que llegaste a rescatarme. La noche de esa fiesta fue la más feliz de mi vida.

 

En la fiesta de disfraces había arlequines, vampiros, payasos, que conversaban animadamente.

Sin embargo, todo se cortó en seco cuando James hizo su aparición, disfrazado de príncipe, tomado de la mano de una preciosa chica rubia disfrazada de princesa que nadie conocía. Amanda, sumamente nerviosa, contemplaba a su alrededor, consciente de que todos se fijaban en ella. Pero no sentía miedo, porque James estaba a su lado…

Una música lenta comenzó a sonar, y Amanda y James se colocaron en el centro de la pista y comenzaron a bailar el vals. Otras parejas hicieron lo mismo, pero tarde o temprano cesaban de bailar, por contemplarlos a ellos. James la miraba a los ojos, pero Amanda bajaba la mirada, sumergida en una extraña ensoñación desconocida para ella.

- ¿Cómo te sientes? –le susurró James al oído al cabo de un rato.

- Extraña, algo mareada –suspiró la rubia.

- ¿Quieres dejar de bailar?

- No –contestó al instante-, no sé, me siento incapaz de soltarte.

El comentario encantó a James.

- Yo también, princesa. Eres irresistible –susurró-Tienes lindos labios, lindo cabello, rico aroma. Los que te creían una tonta son unos infelices, no saben de lo que hablan. –titubeó unos segundos, y luego añadió-Te amo, Amanda.

Y sin pensarlo, sin plantéarselo, olvidando que todos miraban, la besó.

Amanda nunca se había sentido tan feliz. Era su primer beso, el primer beso de toda su vida, un beso hermoso e intenso. Supo entonces que se acercaban tiempos de felicidad, y que dejaría el pasado bien atrás…

 

 

- No sabes cómo extraño tus caricias, James –lloraba Amanda-A veces creo que tuve una pesadilla y que tú estás aquí, conmigo, y me horrorizo al comprobar que realmente estás muerto. ¡Todo por culpa de esa cerda de Lara! Vengaré tu sangre, mi amor, pero no como William pretende, sino del modo más lento y doloroso posible, porque esa perra lo merece.

“No sufras más por él, mi reina”, pensaba Gunderson, sintiendo pena de su llanto, “yo me muero por besarte y tenerte entre mis brazos, puedo hacerte más feliz que él. Él murió, y yo estoy vivo, vivo para amarte.”

Amanda se puso de pie y se enjugó las lágrimas. Tenía que ser fuerte, tenía que serlo.

- Vámonos, Marten –ordenó con el tono de siempre.

Pero al girar sobre sus talones, descubrió a Vivian.

- ¿Qué haces aquí? –bramó furiosa, y la tomó del brazo, clavando fuertemente sus uñas en él-¿Me estabas espiando, empleada de pacotilla?

- ¡No, no, señorita! ¡Suélteme, me duele! –gimió Vivian.

Amanda descargó todo su dolor contra la inocente muchacha, arrojándola bruscamente al suelo. A continuación, se alejó con Gunderson.

- ¿Por qué, Dios mío? –sollozó Vivian, tirada en el suelo-¿Por qué todos me maltratan? ¿Qué he hecho de malo para que me niegues la felicidad?

Para colmo de males se largó a llover, pero las gotas de lluvia no eran nada comparadas con sus lágrimas.

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Jooooooooooo me da mucha pena por Vivian una pobre mujer que la tratan como si fuera un juguete :sad: :sad: tu entrega esta muy bien Tomas sobretodo los flashback me han gustado mucho por fin supe como Amanda conocio a James :(

 

Salu2 y pon la proxima entrega y la verdad yo tambien extraño a Ana hace ya tiempo que no postea en ningun lado...

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creo que es extraño, que konstantin sea tan educado, tan...maduro en su conocimiento, y que los policias llegaran al luigar sin que nadie llamara a la policia, y que clarisa abriera la puerta con los chicos agonizando en el vestibulo, jaja.

ademas tiene 15, ya deberia tener las ormonas alborotadas y hacer tonterias, uno aunque sea heroe no seria un serio, creo yo.

muy bueno la entrega 45 ahora leere la 46

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por cierto, has tenido algunos incidentes gramaticos, pero nada que no se pueda arreglar.

le haces la vida muy miserable a Vivian!, dejala ya por dios! en la quiebra, sin hogar, abandonada, maltratada, etc, etc, etc. por dios perdoname que te lo diga eres un maldito jaja!

 

estuvo muy bueno, tu en lo que te has lucido siempre es en los flashbacks, eso es en mi opinion, jeje.

 

sigue asi, por cierto....

la mitad fue muy cortita!!!!!!!!!!!!!!!!!!

 

(pobre muchacha, con 23 años y su primer beso)

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Gracias, Luciano :) , pero que Konstantin sea inteligente no quiere decir que no tenga hormonas. ¡Ya lo verán :) ! Y quién llamó a la policía fue Clarisa.

Me llamó la atención su indiferencia con respecto a lo que dijo el muchacho, que quizá Amelia esté muerta :cry2: , pero este debate sobre Avalón seguro que deja más interrogantes. Sé que lo de hoy es corto, pero la próxima no, y estará dedicada a fondo a Konstantin, su familia y su pasado.

 

ENTREGA 47

 

 

 

Sentados en los cómodos sillones de la sala, junto a la chimenea, Lara, Zip y Alister conversaban tranquilamente sobre el misterioso Konstantin.

- ¡Vaya! –exclamó Alister, asombrado-Ese niño sabe más que yo del Santo Grial, y eso que el mito del Rey Arturo es uno de mis favoritos.

- El mío también, ya que es el único que conozco. ¡Jajaja! –bromeó Zip.

Lara prefirió ignorar el comentario.

- ¿Sabes qué, Lara? Mientras tú estabas en la fiesta de Roxie, me leí todo el libro del Rey Arturo –anunció Alister.

- Yo suelo leer en la cama antes de dormir –comentó la culta Lady Croft-, y tú, Zip, deberías hacer lo mismo.

- ¿Qué? –dijo Zip fingiendo asombro- Alister, ¿no recuerdas que anoche me viste leyendo algo?

- Sí, claro, una revista pornográfica para mayores de dieciocho años –rió Alister.

- Ya nada me puede asombrar de ti, Zip –espetó Lara con la ironía de siempre-¡Mi biblioteca está llena de libros preciosos, y tú sólo lees esa porquería! ¡Tú no debes conocer ni los cuentos infantiles.

- A propósito de infantiles, ese niño Konstantin curó él solito a los pequeños cuando aquella vieja extraña los envenenó –señaló Alister.

- Si, Zip ya me lo contó –repuso Lara pensativa-Algo que me ha dejado con la duda es su familia, la mencionó mucho, sobretodo a su padre: ¿quién será? ¿y su madre? ¿dónde vivirá?

- Eso me recuerda a algo sobre Avalón que he leído –saltó Alister-Aparentemente, durante el reinado de Arturo había en toda Inglaterra, desde Caldicot hasta Camelot, numerosos portales mágicos que conducían a la Tierra de las Hadas, y muchos seres mágicos, conocidos como seres del Otro Mundo, habitaban allí.

- Yo pensé lo mismo –acotó la inteligente Lara-: en una escena del libro, Cleg Cauldfield, un criado del hada Morgana, se cruzó con un dragón dormido en el bosque y tuvo miedo. Y Morgana, cuando tenía sólo quince años, se había ido a vivir al bosque con las hadas, que fueron las que le enseñaron magia y hechicería hasta convertirla en una bruja tan poderosa. Pero entonces, ¿sólo por Galahad y el Santo Grial se cerraron todas las puertas a Avalón, de no ser por Exaclibur y los Talismanes?

- No, por algo más –Alister comenzó a narrar, mientras Lara y Zip oían intrigados-Sir Lancelot, al hacerse mayor, estuvo enamorado de la Reina Ginebra, y ella cedió ante sus encantos masculinos, trasformándose en amantes. Mordred, el hijo que Morgana tuvo de Arturo la noche que se disfrazó de la Reina, se lo contó todo a Lady Elaine, la mujer de Lancelot, y la pobre mujer sintió tanto dolor que se suicidó –Zip hizo una mueca, pero Lara seguía mirando fijamente a Alister-. Acto seguido Mordred habló con Arturo, y éste, lleno de furia, persiguió a los amantes hasta Francia, pero no los alcanzó, y ellos lograron escapar con vida. Durante su ausencia, Mordred se apoderó del trono, y Arturo luchó contra él al volver, pero perdió, y su propio hijo lo mató en la batalla, clavándole una espada en el corazón –Zip volvió a estremecerse-Al cabo de un tiempo, muerta la Reina, Lancelot regresó y mató a Mordred, vengando al Rey.

- Creo recordar que Morgana, cuando hechizó a Arturo de que su alma iría a Avalón al morir, profetizó que su esposa lo engañaría.

- Eso confirma mi teoría –anunció Zip con socarronería-: Morgana le Fay fue la culpable de la caída del Rey Arturo, ella y Sir Galahad.

- No lo creo –contradijo Lara-Está confirmado que el Príncipe Mordred fue un hombre malvado y traicionero, pero tal vez su madre no haya sido así.

- Lara –saltó Alister-, ella secuestró a la Reina cuando era joven, bebió una poción que la convirtió en ella y se acostó con su propio hermanastro para quedar embarazada de Mordred. Es lógico, Úther mató a Gorlois, ella quería venganza por perder a su padre siendo una niña.

Pero no había forma de convencer a nuestra testaruda heroína: si ella creía en Morgana no había vuelta atrás.

- Averigüé más cosas –Alister cambió de tema-Avalón está regido por dos autoridades: el Emperador, el Mago Merlín, y Nimue, la Dama del Lago, Sacerdotisa de Avalón.

- ¿Nimue? ¿El nombre de la Dama del Lago era Nimue? –se asombró Lara-Hace tiempo leí sobre Nimue en una enciclopedia y decía que había muerto asesinada.

- ¿Asesinada? –saltó Alister-¿La Gran Sacerdotisa, asesinada? ¡Imposible, Lara! ¡Los magos, las brujas y los seres mágicos jamás mueren, y se mantienen jóvenes el tiempo que deseen! Merlín tiene setecientos años más que Arturo, se dice que el druida es anterior a Cristo. Morgana aún debe lucir como cuando tenía treinta años de edad. Ningún ser mágico puede morir a manos de ningún mortal. ¡Nimue está viva, Lara!

- Eso me recuerda a algo –Lady Croft lucía visiblemente angustiada-Muchachos, ¿ustedes creen que mi madre esté viva?

Zip y Alister se pusieron nerviosos.

- ¡Claro que sí! –estallaron-¡La encontrarás, ya verás, y la traerás de vuelta aquí!

- Gracias, chicos –sonrió, algo sensible-Es lo que más deseo en este momento.

Ellos se acercaron a abrazarla.

- Quietos –los detuvo con sarcasmo-¡Nada de sentimentalismos!

 

 

Clarisa se hallaba ordenando y limpiando la habitación de Lara, cuando por obra del destino, encontró unos extraños papeles ocultos en una caja bajo la cama. La caja estaba abierta, cosa que la asombró. La mucama tomó los papeles y comenzó a leerlos.

- ¡No puede ser! –exclamó estupefacta-¡Las claves secretas para hacer trasferencias de dinero de las cuentas Croft! ¡JA! ¡Es toda una fortuna! Puedo usar estas claves para pasar todo este dinero a mis cuentas bancarias si me lo propongo. ¡A la Señora le encantará la noticia!

Con aquello en su poder, Clarisa podía dejar a la Duquesa Lara Croft en la más completa miseria con tan sólo mover un dedo; con aquello en su poder, tenía todo en sus manos.

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¡Hola!

Acabo de empezar a leer tu relato y, por lo que llevo leído, me parece muy interesante. Escribes muy bien. Haces que tenga una lectura fluída y amena.

Por otro lado, no me gusta que Kurtis Trent esté muerto... :cry2: Me gusta mucho ese personaje.

Karel también me hubiera gustado más como malo que Amanda. No me gustó nada en Legend...

Pero bueno, esa es tu elección.

No puedo decirte más. Seguiré leyendo.

 

Sigue así. ¡Me parece un buen trabajo! :)

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Oh-Oh-OH. Esto cada vez está más liado. Y menudo discursito que les suelta Lara a las Barbies... deberían volverse a la casita de muñecas.

No puedo decir nada de momento. QUiero esperar a que se aclare un poco la maraña. ¿Pero sigues estando fenomenal!

Vamasa, tienes razón. Kurtis era mucho Kurtis para dejarlo aparcado así como así. PEro parece que al menos sabremos más cosas de Konstantin.

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¡Bienvenida, Vamasa! ¡Qué gusto ver caras nuevas :naughty: !

 

Ana, te comprendo con lo de liado, pero al comienzo de la historia YO AVISÉ, avisé que de a poco iba a ir complicándose cada vez más. Y la maraña irá aumentando, así que que la Gran Escritora no desaproveche su potencial de expresión y opine en grande, porque ella puede hacerlo, yo la he visto ^_^ , así que si te desconcertaron cosas como las desgracias de Vivian o los actos de Clarisa, tendrás que acostumbrarte :D . Pero me encanta que la Maestra halague al Aprendiz, así que bien hecho ^_^ .

 

Sobre lo de hoy, quizá tenga gusto a poco, pero lo hago a propósito, para dejarlos con las ganas :eins:' . Por cierto, rueguen por mí que mañana tengo examen de Matemática y me cuesta una barbaridad :cry2:

 

ENTREGA 48

 

Anaya Imanu estaba seriamente preocupada por aquella desdichada vaca. Pese a que la bondadosa negra era una gran médica y veterinaria, el animal había sido picado por una bandada de tábanos de los que solían asotar al pueblo de Paraíso, y su dueño, un viejo vecino y amigo de Anaya, había descartado todas las posibilidades de que sobreviviera. Pero Anaya seguía allí, en el pueblo, haciendo lo imposible por salvar a la vaca, tal era el afecto que sentía por los animales.

- ¡Dios mío, aguanta! –exclamó preocupada al oírla gemir- No temas, Abigail, saldrás de ésta.

Sin embargo, Anaya se convencía cada vez más de lo contrario: Abigail agonizaba, agonizaba.

- ¡Hola, Anaya! –un apuesto muchacho se acercó a saludar.

- ¡Qué bueno que llegaste, Konstantin! –exclamó Anaya desesperada-¡Ayuda a Abigail, se está muriendo!

- No hay problema –repuso con serenidad. Se acercó a la vaca, que chillaba cada vez más, y tocó su cabeza con ambas manos. Anaya vislumbró los destellos plateados que sus manos omitían sin decir una palabra, tal era lo acostumbrada que estaba a aquello.

Abigail dejó de gemir, y todo el dolor que sentía se trasformó en alivio.

- Ya estás a salvo, amiga –sonrió Konstantin con cariño, acariciándole la cabeza. Como respuesta, la vaca lamió sus mejillas, escena que enternecía a Anaya.

- ¡Gracias al cielo apareciste! –dijo la médica, feliz por el animal-Tu madre y tu abuela comenzaban a preocuparse.

- Pero tú guardaste el secreto, ¿cierto? –inquirió Konstantin.

- Por supuesto –afirmó Anaya-Lara es amiga mía desde que tengo dieciocho años, y nadie tiene por qué saber que fuiste a verla.

- ¡Abuela! –exclamó felizmente Konstantin, precipitándose sobre los brazos de una anciana que se acercaba.

La mujer era alta, delgada, de aspecto vigoroso, piel morena y del mismo aspecto aldeano que Anaya. Cualquiera que la viera diría que se trataba de una mujer de buen corazón y excelente salud.

- ¡Mi precioso pichón! –reía abrazándolo-¿Estabas ayudando a la tía Anaya?

- Así es, Marie –contestó la negra, radiante-Esté héroe ha salvado otra vida.

- No me extraña –dijo Marie Cornel con orgullo-No en vano eres hijo de tu padre. Y ahora vamos a casa, tu madre está preocupada.

 

 

Konstantin vivía con su madre y su abuela en una humilde casa de la aldea, y era conocido como el héroe del pueblo. Anaya, eterna amiga de la madre del muchacho, era la única, aparte de Marie y ella, que sabía de sus extraños poderes, diferentes de los de su padre. Él era telekinético, mientras que Konstantin, era sanador.

Gabriela, su madre, era una mujer demasiado joven para tener un hijo de quince años, pero cariñosa y abnegada. Su suegra y su amiga Anaya eran las médicas del pueblo, y ella era la niñera, a veces le encomendaban el cuidado de algunos niños, y con todo eso la economía familiar se mantenía estable. Konstantin, viendo la ausencia de hombres en la casa, se esmeraba en querer trabajar para ayudarla, pero la dulce Gabriela no se lo permitiría mientras no cumpliera veintiún años, edad suficiente para independizarse.

Cuando Konstantin, Anaya y Marie entraron en la adorable casita, lo primero que percibieron fue el delicioso aroma de la sopa que Gabriela estaba preparando.

- Hola, hijo –saludó cariñosamente al muchacho, quien, como era más alto que las tres mujeres, tuvo que inclinarse para saludarla.

- Adivina lo que hizo este valiente, querida –anunció Marie con orgullo.

- Salvó a Abigail de morir –terció Anaya radiante.

- ¿Otra vida más? –Gabriela abrazó cariñosamente a su hijo. Si no fuera por lo acostumbrada que la joven mujer estaba, hubiera chillado de alegría-¡Konstantin, qué bueno que no saliste frágil como yo, sino fuerte como tu padre y tu abuela!

Pero palideció al instante, y su tez se volvió pálida; Anaya se apresuró a alcanzarle una silla para que se sentara. Marie suspiró tristemente: cada vez que mencionaba a su marido, la pobre Gabriela quebraba.

- ¿Quieres agua, mamá? –dijo Konstantin, preocupado.

- No, hijito, estoy bien, no es nada –Gabriela le acarició suavemente el pelo-Sucede que extraño mucho a tu padre.-La joven comenzó a sollozar.

- Sí, mami, yo también, pero aquí estamos los tres, para cuidarte –Konstantin, afectuoso, abrazó a Gabriela, que en los brazos de su fuerte hijo siguió sollozando, mientras Marie intentaba no hacer lo mismo que ella.

- Tienes mucho de él, ¿lo sabes? –dijo Gabriela con ternura acariciándole el rostro a su hijo-Los mismos ojos, la misma figura atlética, el mismo sentido del honor, eres hermoso como él, mucho más que él incluso…

- Yo siempre quise saber una cosa, mamá –dijo Konstantin-¿Cómo se conocieron papá y tú?

Gabriela sonrió.

- Me alegra mucho que preguntes eso. Ven, te contaré.

Anaya y Marie se acercaron para oírla hablar, mientras Konstantin le sonreía y le acariciaba el brazo.

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