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Historia de tres palabras


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Había una vez un castillo encantado rodeado por un dragón que escupía bolas de fuego. Cerca de allí había una aldea en la que vivía una monja con poderes sobrenaturales. Se le conocía como la Dama del Corazón Ardiente. Sus ojos eran la clara muestra de la bondad.

 

Corría el rumor de que en aquel castillo se escondía un brujo con poderes inimaginables. Enora, que así se llamaba la que antaño fuera una humilde servidora de la corona, sabía que sólo ella tenia posibilidad de conocer el secreto que destruiría el mal que asolaba la aldea desde el castillo.

 

Ranses, caballero de Akrhom, llegó un día de arcanos lugares de los que nadie juicioso osaba tan siquiera acercarse. Enora y él decidieron encontrar la manera de acabar con Arcan el brujo.

 

El riesgo de tan peligrosa misión era evidente y, por ello planearon cuidadosamente la jugada. Sabían que los poderes del terrible brujo eran mortales, por lo que, para entrar, tenían que encontrar la manera de burlar al dragón y poder entrar en el castillo.

 

Enora planeó cuidadosamente con todo detalle la forma de entrar en el oscuro y profundo pozo que rodeaba la guarida del dragón. Elaboró con esmero un cuidadoso hechizo que dormiría al temible dragón. Una noche, Enora soñó que desvelaba la forma de destruir la maligna fuerza que otorgaba tanto poder al brujo y sintió que podía vencerlo.

 

Aquella nubosa mañana, Warriok el Dragón, vigilaba la entrada. Estaba más inquieto que de costumbre, pues sentía que el peligro se acercaba. Ranses desanimó a Enora, porque no quería perderla. Sin embargo, Enora no advirtió sus intenciones y enfadada hizo caso omiso de la preocupación que se había cernido sobre Ranses.

 

Éste supo entonces que Enora moriría, y que sólo con su apoyo habría una posibilidad de destrozar a Arcan el brujo para siempre. Por lo que golpeo con su espada fuertemente la puerta del castillo para enfrentarse de una vez por todas al brujo y así salvar a la mujer que había despertado en ese preciso momento.

 

Enora, al no ver a Ranses pensó que había muerto. No dudó ni por un solo momento en correr a por su gran habito negro hacia las puertas, con la intención de enfrentarse a este gran malvado y engañarlo con sus poderes de ensoñación al Dragón. Se acercó a ver lo ocurrido y se quedó sorprendida al descubrir que el dragón no era quien parecía, sino que se transformo en un inocente corderito.

 

Así que lo comió con gran odio cuando de pronto ocurrió otra sorpresa. El corderito habló mirándola conmovido y le dijo que el final estaba muy cerca, pero debía saber que no vencería si lo mataba allí. Enora lo creyó y decidió perdonarle la vida. Así lo dejó atado y se encamino y luego cayó a través del foso del gran lago negro que rodeaba el castillo.

 

La oscuridad se cernía sobre una gran habitación, en la cual se encontraba Ranses, que sostenía un martillo de guerra con el que se apresuró a atacar a quien había destruido a los pobres lugareños del pueblo que estaba allí cerca. Cuando estaba por decapitar al malo, una luz le dijo que tuviera cuidado porque aquello era muy malo, nuestra protagonista entonces pronunció este hechizo: "¡Ast bilar parbilakar!".

 

Una explosión violenta asolo a ese malvado tirano y de repente se desangro como un cordero, hasta que no quedo rastro de su persona. Entonces Enora consiguió que las puertas por fin se abrieran y liberó a su querido, que la besó. Al fin esta dejo los hábitos y se convirtió en una bellísima princesa de el mas bello cabello de ese gran reino medieval.

 

Entonces cuando todos pensaban que lo peor había pasado una ráfaga de fuego se materializó allí mismo y en ese culminante momento se levanto un gran viento del norte que lanzo a Enora contra un afilado y peliagudo pincho que la atravesó el pecho y sin remedio murió. Luego de repente, apareció una brillante luz azul que envolvió a ...

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Había una vez un castillo encantado rodeado por un dragón que escupía bolas de fuego. Cerca de allí había una aldea en la que vivía una monja con poderes sobrenaturales. Se le conocía como la Dama del Corazón Ardiente. Sus ojos eran la clara muestra de la bondad.

 

Corría el rumor de que en aquel castillo se escondía un brujo con poderes inimaginables. Enora, que así se llamaba la que antaño fuera una humilde servidora de la corona, sabía que sólo ella tenia posibilidad de conocer el secreto que destruiría el mal que asolaba la aldea desde el castillo.

 

Ranses, caballero de Akrhom, llegó un día de arcanos lugares de los que nadie juicioso osaba tan siquiera acercarse. Enora y él decidieron encontrar la manera de acabar con Arcan el brujo.

 

El riesgo de tan peligrosa misión era evidente y, por ello planearon cuidadosamente la jugada. Sabían que los poderes del terrible brujo eran mortales, por lo que, para entrar, tenían que encontrar la manera de burlar al dragón y poder entrar en el castillo.

 

Enora planeó cuidadosamente con todo detalle la forma de entrar en el oscuro y profundo pozo que rodeaba la guarida del dragón. Elaboró con esmero un cuidadoso hechizo que dormiría al temible dragón. Una noche, Enora soñó que desvelaba la forma de destruir la maligna fuerza que otorgaba tanto poder al brujo y sintió que podía vencerlo.

 

Aquella nubosa mañana, Warriok el Dragón, vigilaba la entrada. Estaba más inquieto que de costumbre, pues sentía que el peligro se acercaba. Ranses desanimó a Enora, porque no quería perderla. Sin embargo, Enora no advirtió sus intenciones y enfadada hizo caso omiso de la preocupación que se había cernido sobre Ranses.

 

Éste supo entonces que Enora moriría, y que sólo con su apoyo habría una posibilidad de destrozar a Arcan el brujo para siempre. Por lo que golpeo con su espada fuertemente la puerta del castillo para enfrentarse de una vez por todas al brujo y así salvar a la mujer que había despertado en ese preciso momento.

 

Enora, al no ver a Ranses pensó que había muerto. No dudó ni por un solo momento en correr a por su gran habito negro hacia las puertas, con la intención de enfrentarse a este gran malvado y engañarlo con sus poderes de ensoñación al Dragón. Se acercó a ver lo ocurrido y se quedó sorprendida al descubrir que el dragón no era quien parecía, sino que se transformo en un inocente corderito.

 

Así que lo comió con gran odio cuando de pronto ocurrió otra sorpresa. El corderito habló mirándola conmovido y le dijo que el final estaba muy cerca, pero debía saber que no vencería si lo mataba allí. Enora lo creyó y decidió perdonarle la vida. Así lo dejó atado y se encamino y luego cayó a través del foso del gran lago negro que rodeaba el castillo.

 

La oscuridad se cernía sobre una gran habitación, en la cual se encontraba Ranses, que sostenía un martillo de guerra con el que se apresuró a atacar a quien había destruido a los pobres lugareños del pueblo que estaba allí cerca. Cuando estaba por decapitar al malo, una luz le dijo que tuviera cuidado porque aquello era muy malo, nuestra protagonista entonces pronunció este hechizo: "¡Ast bilar parbilakar!".

 

Una explosión violenta asolo a ese malvado tirano y de repente se desangro como un cordero, hasta que no quedo rastro de su persona. Entonces Enora consiguió que las puertas por fin se abrieran y liberó a su querido, que la besó. Al fin esta dejo los hábitos y se convirtió en una bellísima princesa de el mas bello cabello de ese gran reino medieval.

 

Entonces cuando todos pensaban que lo peor había pasado una ráfaga de fuego se materializó allí mismo y en ese culminante momento se levanto un gran viento del norte que lanzo a Enora contra un afilado y peliagudo pincho que la atravesó el pecho y sin remedio murió. Luego de repente, apareció una brillante luz azul que envolvió a ... Ranses y lo...

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Había una vez un castillo encantado rodeado por un dragón que escupía bolas de fuego. Cerca de allí había una aldea en la que vivía una monja con poderes sobrenaturales. Se le conocía como la Dama del Corazón Ardiente. Sus ojos eran la clara muestra de la bondad.

 

Corría el rumor de que en aquel castillo se escondía un brujo con poderes inimaginables. Enora, que así se llamaba la que antaño fuera una humilde servidora de la corona, sabía que sólo ella tenia posibilidad de conocer el secreto que destruiría el mal que asolaba la aldea desde el castillo.

 

Ranses, caballero de Akrhom, llegó un día de arcanos lugares de los que nadie juicioso osaba tan siquiera acercarse. Enora y él decidieron encontrar la manera de acabar con Arcan el brujo.

 

El riesgo de tan peligrosa misión era evidente y, por ello planearon cuidadosamente la jugada. Sabían que los poderes del terrible brujo eran mortales, por lo que, para entrar, tenían que encontrar la manera de burlar al dragón y poder entrar en el castillo.

 

Enora planeó cuidadosamente con todo detalle la forma de entrar en el oscuro y profundo pozo que rodeaba la guarida del dragón. Elaboró con esmero un cuidadoso hechizo que dormiría al temible dragón. Una noche, Enora soñó que desvelaba la forma de destruir la maligna fuerza que otorgaba tanto poder al brujo y sintió que podía vencerlo.

 

Aquella nubosa mañana, Warriok el Dragón, vigilaba la entrada. Estaba más inquieto que de costumbre, pues sentía que el peligro se acercaba. Ranses desanimó a Enora, porque no quería perderla. Sin embargo, Enora no advirtió sus intenciones y enfadada hizo caso omiso de la preocupación que se había cernido sobre Ranses.

 

Éste supo entonces que Enora moriría, y que sólo con su apoyo habría una posibilidad de destrozar a Arcan el brujo para siempre. Por lo que golpeo con su espada fuertemente la puerta del castillo para enfrentarse de una vez por todas al brujo y así salvar a la mujer que había despertado en ese preciso momento.

 

Enora, al no ver a Ranses pensó que había muerto. No dudó ni por un solo momento en correr a por su gran habito negro hacia las puertas, con la intención de enfrentarse a este gran malvado y engañarlo con sus poderes de ensoñación al Dragón. Se acercó a ver lo ocurrido y se quedó sorprendida al descubrir que el dragón no era quien parecía, sino que se transformo en un inocente corderito.

 

Así que lo comió con gran odio cuando de pronto ocurrió otra sorpresa. El corderito habló mirándola conmovido y le dijo que el final estaba muy cerca, pero debía saber que no vencería si lo mataba allí. Enora lo creyó y decidió perdonarle la vida. Así lo dejó atado y se encamino y luego cayó a través del foso del gran lago negro que rodeaba el castillo.

 

La oscuridad se cernía sobre una gran habitación, en la cual se encontraba Ranses, que sostenía un martillo de guerra con el que se apresuró a atacar a quien había destruido a los pobres lugareños del pueblo que estaba allí cerca. Cuando estaba por decapitar al malo, una luz le dijo que tuviera cuidado porque aquello era muy malo, nuestra protagonista entonces pronunció este hechizo: "¡Ast bilar parbilakar!".

 

Una explosión violenta asolo a ese malvado tirano y de repente se desangro como un cordero, hasta que no quedo rastro de su persona. Entonces Enora consiguió que las puertas por fin se abrieran y liberó a su querido, que la besó. Al fin esta dejo los hábitos y se convirtió en una bellísima princesa de el mas bello cabello de ese gran reino medieval.

 

Entonces cuando todos pensaban que lo peor había pasado una ráfaga de fuego se materializó allí mismo y en ese culminante momento se levanto un gran viento del norte que lanzo a Enora contra un afilado y peliagudo pincho que la atravesó el pecho y sin remedio murió. Luego de repente, apareció una brillante luz azul que envolvió a Ranses y lo hizo desaparecer al

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Había una vez un castillo encantado rodeado por un dragón que escupía bolas de fuego. Cerca de allí había una aldea en la que vivía una monja con poderes sobrenaturales. Se le conocía como la Dama del Corazón Ardiente. Sus ojos eran la clara muestra de la bondad.

 

Corría el rumor de que en aquel castillo se escondía un brujo con poderes inimaginables. Enora, que así se llamaba la que antaño fuera una humilde servidora de la corona, sabía que sólo ella tenia posibilidad de conocer el secreto que destruiría el mal que asolaba la aldea desde el castillo.

 

Ranses, caballero de Akrhom, llegó un día de arcanos lugares de los que nadie juicioso osaba tan siquiera acercarse. Enora y él decidieron encontrar la manera de acabar con Arcan el brujo.

 

El riesgo de tan peligrosa misión era evidente y, por ello planearon cuidadosamente la jugada. Sabían que los poderes del terrible brujo eran mortales, por lo que, para entrar, tenían que encontrar la manera de burlar al dragón y poder entrar en el castillo.

 

Enora planeó cuidadosamente con todo detalle la forma de entrar en el oscuro y profundo pozo que rodeaba la guarida del dragón. Elaboró con esmero un cuidadoso hechizo que dormiría al temible dragón. Una noche, Enora soñó que desvelaba la forma de destruir la maligna fuerza que otorgaba tanto poder al brujo y sintió que podía vencerlo.

 

Aquella nubosa mañana, Warriok el Dragón, vigilaba la entrada. Estaba más inquieto que de costumbre, pues sentía que el peligro se acercaba. Ranses desanimó a Enora, porque no quería perderla. Sin embargo, Enora no advirtió sus intenciones y enfadada hizo caso omiso de la preocupación que se había cernido sobre Ranses.

 

Éste supo entonces que Enora moriría, y que sólo con su apoyo habría una posibilidad de destrozar a Arcan el brujo para siempre. Por lo que golpeo con su espada fuertemente la puerta del castillo para enfrentarse de una vez por todas al brujo y así salvar a la mujer que había despertado en ese preciso momento.

 

Enora, al no ver a Ranses pensó que había muerto. No dudó ni por un solo momento en correr a por su gran habito negro hacia las puertas, con la intención de enfrentarse a este gran malvado y engañarlo con sus poderes de ensoñación al Dragón. Se acercó a ver lo ocurrido y se quedó sorprendida al descubrir que el dragón no era quien parecía, sino que se transformo en un inocente corderito.

 

Así que lo comió con gran odio cuando de pronto ocurrió otra sorpresa. El corderito habló mirándola conmovido y le dijo que el final estaba muy cerca, pero debía saber que no vencería si lo mataba allí. Enora lo creyó y decidió perdonarle la vida. Así lo dejó atado y se encamino y luego cayó a través del foso del gran lago negro que rodeaba el castillo.

 

La oscuridad se cernía sobre una gran habitación, en la cual se encontraba Ranses, que sostenía un martillo de guerra con el que se apresuró a atacar a quien había destruido a los pobres lugareños del pueblo que estaba allí cerca. Cuando estaba por decapitar al malo, una luz le dijo que tuviera cuidado porque aquello era muy malo, nuestra protagonista entonces pronunció este hechizo: "¡Ast bilar parbilakar!".

 

Una explosión violenta asolo a ese malvado tirano y de repente se desangro como un cordero, hasta que no quedo rastro de su persona. Entonces Enora consiguió que las puertas por fin se abrieran y liberó a su querido, que la besó. Al fin esta dejo los hábitos y se convirtió en una bellísima princesa de el mas bello cabello de ese gran reino medieval.

 

Entonces cuando todos pensaban que lo peor había pasado una ráfaga de fuego se materializó allí mismo y en ese culminante momento se levanto un gran viento del norte que lanzo a Enora contra un afilado y peliagudo pincho que la atravesó el pecho y sin remedio murió. Luego de repente, apareció una brillante luz azul que envolvió a Ranses y lo hizo desaparecer al lugar donde nacen ... los sueños. Ranses...

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POR FAVOR SEÑORES/AS, REPITO COPIEN LA HISTORIA ENTERA, PLIS, UN POQUITO DE POR FAVOR HOMBRE..

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Había una vez un castillo encantado rodeado por un dragón que escupía bolas de fuego. Cerca de allí había una aldea en la que vivía una monja con poderes sobrenaturales. Se le conocía como la Dama del Corazón Ardiente. Sus ojos eran la clara muestra de la bondad.

 

Corría el rumor de que en aquel castillo se escondía un brujo con poderes inimaginables. Enora, que así se llamaba la que antaño fuera una humilde servidora de la corona, sabía que sólo ella tenia posibilidad de conocer el secreto que destruiría el mal que asolaba la aldea desde el castillo.

 

Ranses, caballero de Akrhom, llegó un día de arcanos lugares de los que nadie juicioso osaba tan siquiera acercarse. Enora y él decidieron encontrar la manera de acabar con Arcan el brujo.

 

El riesgo de tan peligrosa misión era evidente y, por ello planearon cuidadosamente la jugada. Sabían que los poderes del terrible brujo eran mortales, por lo que, para entrar, tenían que encontrar la manera de burlar al dragón y poder entrar en el castillo.

 

Enora planeó cuidadosamente con todo detalle la forma de entrar en el oscuro y profundo pozo que rodeaba la guarida del dragón. Elaboró con esmero un cuidadoso hechizo que dormiría al temible dragón. Una noche, Enora soñó que desvelaba la forma de destruir la maligna fuerza que otorgaba tanto poder al brujo y sintió que podía vencerlo.

 

Aquella nubosa mañana, Warriok el Dragón, vigilaba la entrada. Estaba más inquieto que de costumbre, pues sentía que el peligro se acercaba. Ranses desanimó a Enora, porque no quería perderla. Sin embargo, Enora no advirtió sus intenciones y enfadada hizo caso omiso de la preocupación que se había cernido sobre Ranses.

 

Éste supo entonces que Enora moriría, y que sólo con su apoyo habría una posibilidad de destrozar a Arcan el brujo para siempre. Por lo que golpeo con su espada fuertemente la puerta del castillo para enfrentarse de una vez por todas al brujo y así salvar a la mujer que había despertado en ese preciso momento.

 

Enora, al no ver a Ranses pensó que había muerto. No dudó ni por un solo momento en correr a por su gran habito negro hacia las puertas, con la intención de enfrentarse a este gran malvado y engañarlo con sus poderes de ensoñación al Dragón. Se acercó a ver lo ocurrido y se quedó sorprendida al descubrir que el dragón no era quien parecía, sino que se transformo en un inocente corderito.

 

Así que lo comió con gran odio cuando de pronto ocurrió otra sorpresa. El corderito habló mirándola conmovido y le dijo que el final estaba muy cerca, pero debía saber que no vencería si lo mataba allí. Enora lo creyó y decidió perdonarle la vida. Así lo dejó atado y se encamino y luego cayó a través del foso del gran lago negro que rodeaba el castillo.

 

La oscuridad se cernía sobre una gran habitación, en la cual se encontraba Ranses, que sostenía un martillo de guerra con el que se apresuró a atacar a quien había destruido a los pobres lugareños del pueblo que estaba allí cerca. Cuando estaba por decapitar al malo, una luz le dijo que tuviera cuidado porque aquello era muy malo, nuestra protagonista entonces pronunció este hechizo: "¡Ast bilar parbilakar!".

 

Una explosión violenta asolo a ese malvado tirano y de repente se desangro como un cordero, hasta que no quedo rastro de su persona. Entonces Enora consiguió que las puertas por fin se abrieran y liberó a su querido, que la besó. Al fin esta dejo los hábitos y se convirtió en una bellísima princesa de el mas bello cabello de ese gran reino medieval.

 

Entonces cuando todos pensaban que lo peor había pasado una ráfaga de fuego se materializó allí mismo y en ese culminante momento se levanto un gran viento del norte que lanzo a Enora contra un afilado y peliagudo pincho que la atravesó el pecho y sin remedio murió. Luego de repente, apareció una brillante luz azul que envolvió a Ranses y lo hizo desaparecer al lugar donde nacen los sueños.

 

Ranses despertó en un mundo paralelo, el

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Había una vez un castillo encantado rodeado por un dragón que escupía bolas de fuego. Cerca de allí había una aldea en la que vivía una monja con poderes sobrenaturales. Se le conocía como la Dama del Corazón Ardiente. Sus ojos eran la clara muestra de la bondad.

 

Corría el rumor de que en aquel castillo se escondía un brujo con poderes inimaginables. Enora, que así se llamaba la que antaño fuera una humilde servidora de la corona, sabía que sólo ella tenia posibilidad de conocer el secreto que destruiría el mal que asolaba la aldea desde el castillo.

 

Ranses, caballero de Akrhom, llegó un día de arcanos lugares de los que nadie juicioso osaba tan siquiera acercarse. Enora y él decidieron encontrar la manera de acabar con Arcan el brujo.

 

El riesgo de tan peligrosa misión era evidente y, por ello planearon cuidadosamente la jugada. Sabían que los poderes del terrible brujo eran mortales, por lo que, para entrar, tenían que encontrar la manera de burlar al dragón y poder entrar en el castillo.

 

Enora planeó cuidadosamente con todo detalle la forma de entrar en el oscuro y profundo pozo que rodeaba la guarida del dragón. Elaboró con esmero un cuidadoso hechizo que dormiría al temible dragón. Una noche, Enora soñó que desvelaba la forma de destruir la maligna fuerza que otorgaba tanto poder al brujo y sintió que podía vencerlo.

 

Aquella nubosa mañana, Warriok el Dragón, vigilaba la entrada. Estaba más inquieto que de costumbre, pues sentía que el peligro se acercaba. Ranses desanimó a Enora, porque no quería perderla. Sin embargo, Enora no advirtió sus intenciones y enfadada hizo caso omiso de la preocupación que se había cernido sobre Ranses.

 

Éste supo entonces que Enora moriría, y que sólo con su apoyo habría una posibilidad de destrozar a Arcan el brujo para siempre. Por lo que golpeo con su espada fuertemente la puerta del castillo para enfrentarse de una vez por todas al brujo y así salvar a la mujer que había despertado en ese preciso momento.

 

Enora, al no ver a Ranses pensó que había muerto. No dudó ni por un solo momento en correr a por su gran habito negro hacia las puertas, con la intención de enfrentarse a este gran malvado y engañarlo con sus poderes de ensoñación al Dragón. Se acercó a ver lo ocurrido y se quedó sorprendida al descubrir que el dragón no era quien parecía, sino que se transformo en un inocente corderito.

 

Así que lo comió con gran odio cuando de pronto ocurrió otra sorpresa. El corderito habló mirándola conmovido y le dijo que el final estaba muy cerca, pero debía saber que no vencería si lo mataba allí. Enora lo creyó y decidió perdonarle la vida. Así lo dejó atado y se encamino y luego cayó a través del foso del gran lago negro que rodeaba el castillo.

 

La oscuridad se cernía sobre una gran habitación, en la cual se encontraba Ranses, que sostenía un martillo de guerra con el que se apresuró a atacar a quien había destruido a los pobres lugareños del pueblo que estaba allí cerca. Cuando estaba por decapitar al malo, una luz le dijo que tuviera cuidado porque aquello era muy malo, nuestra protagonista entonces pronunció este hechizo: "¡Ast bilar parbilakar!".

 

Una explosión violenta asolo a ese malvado tirano y de repente se desangro como un cordero, hasta que no quedo rastro de su persona. Entonces Enora consiguió que las puertas por fin se abrieran y liberó a su querido, que la besó. Al fin esta dejo los hábitos y se convirtió en una bellísima princesa de el mas bello cabello de ese gran reino medieval.

 

Entonces cuando todos pensaban que lo peor había pasado una ráfaga de fuego se materializó allí mismo y en ese culminante momento se levanto un gran viento del norte que lanzo a Enora contra un afilado y peliagudo pincho que la atravesó el pecho y sin remedio murió. Luego de repente, apareció una brillante luz azul que envolvió a Ranses y lo hizo desaparecer al lugar donde nacen los sueños.

 

Ranses despertó en un mundo paralelo, el ...no sabia qué...

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Había una vez un castillo encantado rodeado por un dragón que escupía bolas de fuego. Cerca de allí había una aldea en la que vivía una monja con poderes sobrenaturales. Se le conocía como la Dama del Corazón Ardiente. Sus ojos eran la clara muestra de la bondad.

 

Corría el rumor de que en aquel castillo se escondía un brujo con poderes inimaginables. Enora, que así se llamaba la que antaño fuera una humilde servidora de la corona, sabía que sólo ella tenia posibilidad de conocer el secreto que destruiría el mal que asolaba la aldea desde el castillo.

 

Ranses, caballero de Akrhom, llegó un día de arcanos lugares de los que nadie juicioso osaba tan siquiera acercarse. Enora y él decidieron encontrar la manera de acabar con Arcan el brujo.

 

El riesgo de tan peligrosa misión era evidente y, por ello planearon cuidadosamente la jugada. Sabían que los poderes del terrible brujo eran mortales, por lo que, para entrar, tenían que encontrar la manera de burlar al dragón y poder entrar en el castillo.

 

Enora planeó cuidadosamente con todo detalle la forma de entrar en el oscuro y profundo pozo que rodeaba la guarida del dragón. Elaboró con esmero un cuidadoso hechizo que dormiría al temible dragón. Una noche, Enora soñó que desvelaba la forma de destruir la maligna fuerza que otorgaba tanto poder al brujo y sintió que podía vencerlo.

 

Aquella nubosa mañana, Warriok el Dragón, vigilaba la entrada. Estaba más inquieto que de costumbre, pues sentía que el peligro se acercaba. Ranses desanimó a Enora, porque no quería perderla. Sin embargo, Enora no advirtió sus intenciones y enfadada hizo caso omiso de la preocupación que se había cernido sobre Ranses.

 

Éste supo entonces que Enora moriría, y que sólo con su apoyo habría una posibilidad de destrozar a Arcan el brujo para siempre. Por lo que golpeo con su espada fuertemente la puerta del castillo para enfrentarse de una vez por todas al brujo y así salvar a la mujer que había despertado en ese preciso momento.

 

Enora, al no ver a Ranses pensó que había muerto. No dudó ni por un solo momento en correr a por su gran habito negro hacia las puertas, con la intención de enfrentarse a este gran malvado y engañarlo con sus poderes de ensoñación al Dragón. Se acercó a ver lo ocurrido y se quedó sorprendida al descubrir que el dragón no era quien parecía, sino que se transformo en un inocente corderito.

 

Así que lo comió con gran odio cuando de pronto ocurrió otra sorpresa. El corderito habló mirándola conmovido y le dijo que el final estaba muy cerca, pero debía saber que no vencería si lo mataba allí. Enora lo creyó y decidió perdonarle la vida. Así lo dejó atado y se encamino y luego cayó a través del foso del gran lago negro que rodeaba el castillo.

 

La oscuridad se cernía sobre una gran habitación, en la cual se encontraba Ranses, que sostenía un martillo de guerra con el que se apresuró a atacar a quien había destruido a los pobres lugareños del pueblo que estaba allí cerca. Cuando estaba por decapitar al malo, una luz le dijo que tuviera cuidado porque aquello era muy malo, nuestra protagonista entonces pronunció este hechizo: "¡Ast bilar parbilakar!".

 

Una explosión violenta asolo a ese malvado tirano y de repente se desangro como un cordero, hasta que no quedo rastro de su persona. Entonces Enora consiguió que las puertas por fin se abrieran y liberó a su querido, que la besó. Al fin esta dejo los hábitos y se convirtió en una bellísima princesa de el mas bello cabello de ese gran reino medieval.

 

Entonces cuando todos pensaban que lo peor había pasado una ráfaga de fuego se materializó allí mismo y en ese culminante momento se levanto un gran viento del norte que lanzo a Enora contra un afilado y peliagudo pincho que la atravesó el pecho y sin remedio murió. Luego de repente, apareció una brillante luz azul que envolvió a Ranses y lo hizo desaparecer al lugar donde nacen los sueños.

 

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Había una vez un castillo encantado rodeado por un dragón que escupía bolas de fuego. Cerca de allí había una aldea en la que vivía una monja con poderes sobrenaturales. Se le conocía como la Dama del Corazón Ardiente. Sus ojos eran la clara muestra de la bondad.

 

Corría el rumor de que en aquel castillo se escondía un brujo con poderes inimaginables. Enora, que así se llamaba la que antaño fuera una humilde servidora de la corona, sabía que sólo ella tenia posibilidad de conocer el secreto que destruiría el mal que asolaba la aldea desde el castillo.

 

Ranses, caballero de Akrhom, llegó un día de arcanos lugares de los que nadie juicioso osaba tan siquiera acercarse. Enora y él decidieron encontrar la manera de acabar con Arcan el brujo.

 

El riesgo de tan peligrosa misión era evidente y, por ello planearon cuidadosamente la jugada. Sabían que los poderes del terrible brujo eran mortales, por lo que, para entrar, tenían que encontrar la manera de burlar al dragón y poder entrar en el castillo.

 

Enora planeó cuidadosamente con todo detalle la forma de entrar en el oscuro y profundo pozo que rodeaba la guarida del dragón. Elaboró con esmero un cuidadoso hechizo que dormiría al temible dragón. Una noche, Enora soñó que desvelaba la forma de destruir la maligna fuerza que otorgaba tanto poder al brujo y sintió que podía vencerlo.

 

Aquella nubosa mañana, Warriok el Dragón, vigilaba la entrada. Estaba más inquieto que de costumbre, pues sentía que el peligro se acercaba. Ranses desanimó a Enora, porque no quería perderla. Sin embargo, Enora no advirtió sus intenciones y enfadada hizo caso omiso de la preocupación que se había cernido sobre Ranses.

 

Éste supo entonces que Enora moriría, y que sólo con su apoyo habría una posibilidad de destrozar a Arcan el brujo para siempre. Por lo que golpeo con su espada fuertemente la puerta del castillo para enfrentarse de una vez por todas al brujo y así salvar a la mujer que había despertado en ese preciso momento.

 

Enora, al no ver a Ranses pensó que había muerto. No dudó ni por un solo momento en correr a por su gran habito negro hacia las puertas, con la intención de enfrentarse a este gran malvado y engañarlo con sus poderes de ensoñación al Dragón. Se acercó a ver lo ocurrido y se quedó sorprendida al descubrir que el dragón no era quien parecía, sino que se transformo en un inocente corderito.

 

Así que lo comió con gran odio cuando de pronto ocurrió otra sorpresa. El corderito habló mirándola conmovido y le dijo que el final estaba muy cerca, pero debía saber que no vencería si lo mataba allí. Enora lo creyó y decidió perdonarle la vida. Así lo dejó atado y se encamino y luego cayó a través del foso del gran lago negro que rodeaba el castillo.

 

La oscuridad se cernía sobre una gran habitación, en la cual se encontraba Ranses, que sostenía un martillo de guerra con el que se apresuró a atacar a quien había destruido a los pobres lugareños del pueblo que estaba allí cerca. Cuando estaba por decapitar al malo, una luz le dijo que tuviera cuidado porque aquello era muy malo, nuestra protagonista entonces pronunció este hechizo: "¡Ast bilar parbilakar!".

 

Una explosión violenta asolo a ese malvado tirano y de repente se desangro como un cordero, hasta que no quedo rastro de su persona. Entonces Enora consiguió que las puertas por fin se abrieran y liberó a su querido, que la besó. Al fin esta dejo los hábitos y se convirtió en una bellísima princesa de el mas bello cabello de ese gran reino medieval.

 

Entonces cuando todos pensaban que lo peor había pasado una ráfaga de fuego se materializó allí mismo y en ese culminante momento se levanto un gran viento del norte que lanzo a Enora contra un afilado y peliagudo pincho que la atravesó el pecho y sin remedio murió. Luego de repente, apareció una brillante luz azul que envolvió a Ranses y lo hizo desaparecer al lugar donde nacen los sueños.

 

Ranses despertó en un mundo paralelo, el no sabia qué hacer para resucitar. ENTONCES RECORDÓ ALGO...

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Había una vez un castillo encantado rodeado por un dragón que escupía bolas de fuego. Cerca de allí había una aldea en la que vivía una monja con poderes sobrenaturales. Se le conocía como la Dama del Corazón Ardiente. Sus ojos eran la clara muestra de la bondad.

 

Corría el rumor de que en aquel castillo se escondía un brujo con poderes inimaginables. Enora, que así se llamaba la que antaño fuera una humilde servidora de la corona, sabía que sólo ella tenia posibilidad de conocer el secreto que destruiría el mal que asolaba la aldea desde el castillo.

 

Ranses, caballero de Akrhom, llegó un día de arcanos lugares de los que nadie juicioso osaba tan siquiera acercarse. Enora y él decidieron encontrar la manera de acabar con Arcan el brujo.

 

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Enora planeó cuidadosamente con todo detalle la forma de entrar en el oscuro y profundo pozo que rodeaba la guarida del dragón. Elaboró con esmero un cuidadoso hechizo que dormiría al temible dragón. Una noche, Enora soñó que desvelaba la forma de destruir la maligna fuerza que otorgaba tanto poder al brujo y sintió que podía vencerlo.

 

Aquella nubosa mañana, Warriok el Dragón, vigilaba la entrada. Estaba más inquieto que de costumbre, pues sentía que el peligro se acercaba. Ranses desanimó a Enora, porque no quería perderla. Sin embargo, Enora no advirtió sus intenciones y enfadada hizo caso omiso de la preocupación que se había cernido sobre Ranses.

 

Éste supo entonces que Enora moriría, y que sólo con su apoyo habría una posibilidad de destrozar a Arcan el brujo para siempre. Por lo que golpeo con su espada fuertemente la puerta del castillo para enfrentarse de una vez por todas al brujo y así salvar a la mujer que había despertado en ese preciso momento.

 

Enora, al no ver a Ranses pensó que había muerto. No dudó ni por un solo momento en correr a por su gran habito negro hacia las puertas, con la intención de enfrentarse a este gran malvado y engañarlo con sus poderes de ensoñación al Dragón. Se acercó a ver lo ocurrido y se quedó sorprendida al descubrir que el dragón no era quien parecía, sino que se transformo en un inocente corderito.

 

Así que lo comió con gran odio cuando de pronto ocurrió otra sorpresa. El corderito habló mirándola conmovido y le dijo que el final estaba muy cerca, pero debía saber que no vencería si lo mataba allí. Enora lo creyó y decidió perdonarle la vida. Así lo dejó atado y se encamino y luego cayó a través del foso del gran lago negro que rodeaba el castillo.

 

La oscuridad se cernía sobre una gran habitación, en la cual se encontraba Ranses, que sostenía un martillo de guerra con el que se apresuró a atacar a quien había destruido a los pobres lugareños del pueblo que estaba allí cerca. Cuando estaba por decapitar al malo, una luz le dijo que tuviera cuidado porque aquello era muy malo, nuestra protagonista entonces pronunció este hechizo: "¡Ast bilar parbilakar!".

 

Una explosión violenta asolo a ese malvado tirano y de repente se desangro como un cordero, hasta que no quedo rastro de su persona. Entonces Enora consiguió que las puertas por fin se abrieran y liberó a su querido, que la besó. Al fin esta dejo los hábitos y se convirtió en una bellísima princesa de el mas bello cabello de ese gran reino medieval.

 

Entonces cuando todos pensaban que lo peor había pasado una ráfaga de fuego se materializó allí mismo y en ese culminante momento se levanto un gran viento del norte que lanzo a Enora contra un afilado y peliagudo pincho que la atravesó el pecho y sin remedio murió. Luego de repente, apareció una brillante luz azul que envolvió a Ranses y lo hizo desaparecer al lugar donde nacen los sueños.

 

Ranses despertó en un mundo paralelo, el no sabia qué hacer para resucitar. ENTONCES RECORDÓ ALGO... : el amor de Enora...

Publicado

Había una vez un castillo encantado rodeado por un dragón que escupía bolas de fuego. Cerca de allí había una aldea en la que vivía una monja con poderes sobrenaturales. Se le conocía como la Dama del Corazón Ardiente. Sus ojos eran la clara muestra de la bondad.

 

Corría el rumor de que en aquel castillo se escondía un brujo con poderes inimaginables. Enora, que así se llamaba la que antaño fuera una humilde servidora de la corona, sabía que sólo ella tenia posibilidad de conocer el secreto que destruiría el mal que asolaba la aldea desde el castillo.

 

Ranses, caballero de Akrhom, llegó un día de arcanos lugares de los que nadie juicioso osaba tan siquiera acercarse. Enora y él decidieron encontrar la manera de acabar con Arcan el brujo.

 

El riesgo de tan peligrosa misión era evidente y, por ello planearon cuidadosamente la jugada. Sabían que los poderes del terrible brujo eran mortales, por lo que, para entrar, tenían que encontrar la manera de burlar al dragón y poder entrar en el castillo.

 

Enora planeó cuidadosamente con todo detalle la forma de entrar en el oscuro y profundo pozo que rodeaba la guarida del dragón. Elaboró con esmero un cuidadoso hechizo que dormiría al temible dragón. Una noche, Enora soñó que desvelaba la forma de destruir la maligna fuerza que otorgaba tanto poder al brujo y sintió que podía vencerlo.

 

Aquella nubosa mañana, Warriok el Dragón, vigilaba la entrada. Estaba más inquieto que de costumbre, pues sentía que el peligro se acercaba. Ranses desanimó a Enora, porque no quería perderla. Sin embargo, Enora no advirtió sus intenciones y enfadada hizo caso omiso de la preocupación que se había cernido sobre Ranses.

 

Éste supo entonces que Enora moriría, y que sólo con su apoyo habría una posibilidad de destrozar a Arcan el brujo para siempre. Por lo que golpeo con su espada fuertemente la puerta del castillo para enfrentarse de una vez por todas al brujo y así salvar a la mujer que había despertado en ese preciso momento.

 

Enora, al no ver a Ranses pensó que había muerto. No dudó ni por un solo momento en correr a por su gran habito negro hacia las puertas, con la intención de enfrentarse a este gran malvado y engañarlo con sus poderes de ensoñación al Dragón. Se acercó a ver lo ocurrido y se quedó sorprendida al descubrir que el dragón no era quien parecía, sino que se transformo en un inocente corderito.

 

Así que lo comió con gran odio cuando de pronto ocurrió otra sorpresa. El corderito habló mirándola conmovido y le dijo que el final estaba muy cerca, pero debía saber que no vencería si lo mataba allí. Enora lo creyó y decidió perdonarle la vida. Así lo dejó atado y se encamino y luego cayó a través del foso del gran lago negro que rodeaba el castillo.

 

La oscuridad se cernía sobre una gran habitación, en la cual se encontraba Ranses, que sostenía un martillo de guerra con el que se apresuró a atacar a quien había destruido a los pobres lugareños del pueblo que estaba allí cerca. Cuando estaba por decapitar al malo, una luz le dijo que tuviera cuidado porque aquello era muy malo, nuestra protagonista entonces pronunció este hechizo: "¡Ast bilar parbilakar!".

 

Una explosión violenta asolo a ese malvado tirano y de repente se desangro como un cordero, hasta que no quedo rastro de su persona. Entonces Enora consiguió que las puertas por fin se abrieran y liberó a su querido, que la besó. Al fin esta dejo los hábitos y se convirtió en una bellísima princesa de el mas bello cabello de ese gran reino medieval.

 

Entonces cuando todos pensaban que lo peor había pasado una ráfaga de fuego se materializó allí mismo y en ese culminante momento se levanto un gran viento del norte que lanzo a Enora contra un afilado y peliagudo pincho que la atravesó el pecho y sin remedio murió. Luego de repente, apareció una brillante luz azul que envolvió a Ranses y lo hizo desaparecer al lugar donde nacen los sueños.

 

Ranses despertó en un mundo paralelo, el no sabia qué hacer para resucitar. ENTONCES RECORDÓ ALGO... : el amor de Enora podría ayudarle a...

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Había una vez un castillo encantado rodeado por un dragón que escupía bolas de fuego. Cerca de allí había una aldea en la que vivía una monja con poderes sobrenaturales. Se le conocía como la Dama del Corazón Ardiente. Sus ojos eran la clara muestra de la bondad.

 

Corría el rumor de que en aquel castillo se escondía un brujo con poderes inimaginables. Enora, que así se llamaba la que antaño fuera una humilde servidora de la corona, sabía que sólo ella tenia posibilidad de conocer el secreto que destruiría el mal que asolaba la aldea desde el castillo.

 

Ranses, caballero de Akrhom, llegó un día de arcanos lugares de los que nadie juicioso osaba tan siquiera acercarse. Enora y él decidieron encontrar la manera de acabar con Arcan el brujo.

 

El riesgo de tan peligrosa misión era evidente y, por ello planearon cuidadosamente la jugada. Sabían que los poderes del terrible brujo eran mortales, por lo que, para entrar, tenían que encontrar la manera de burlar al dragón y poder entrar en el castillo.

 

Enora planeó cuidadosamente con todo detalle la forma de entrar en el oscuro y profundo pozo que rodeaba la guarida del dragón. Elaboró con esmero un cuidadoso hechizo que dormiría al temible dragón. Una noche, Enora soñó que desvelaba la forma de destruir la maligna fuerza que otorgaba tanto poder al brujo y sintió que podía vencerlo.

 

Aquella nubosa mañana, Warriok el Dragón, vigilaba la entrada. Estaba más inquieto que de costumbre, pues sentía que el peligro se acercaba. Ranses desanimó a Enora, porque no quería perderla. Sin embargo, Enora no advirtió sus intenciones y enfadada hizo caso omiso de la preocupación que se había cernido sobre Ranses.

 

Éste supo entonces que Enora moriría, y que sólo con su apoyo habría una posibilidad de destrozar a Arcan el brujo para siempre. Por lo que golpeo con su espada fuertemente la puerta del castillo para enfrentarse de una vez por todas al brujo y así salvar a la mujer que había despertado en ese preciso momento.

 

Enora, al no ver a Ranses pensó que había muerto. No dudó ni por un solo momento en correr a por su gran habito negro hacia las puertas, con la intención de enfrentarse a este gran malvado y engañarlo con sus poderes de ensoñación al Dragón. Se acercó a ver lo ocurrido y se quedó sorprendida al descubrir que el dragón no era quien parecía, sino que se transformo en un inocente corderito.

 

Así que lo comió con gran odio cuando de pronto ocurrió otra sorpresa. El corderito habló mirándola conmovido y le dijo que el final estaba muy cerca, pero debía saber que no vencería si lo mataba allí. Enora lo creyó y decidió perdonarle la vida. Así lo dejó atado y se encamino y luego cayó a través del foso del gran lago negro que rodeaba el castillo.

 

La oscuridad se cernía sobre una gran habitación, en la cual se encontraba Ranses, que sostenía un martillo de guerra con el que se apresuró a atacar a quien había destruido a los pobres lugareños del pueblo que estaba allí cerca. Cuando estaba por decapitar al malo, una luz le dijo que tuviera cuidado porque aquello era muy malo, nuestra protagonista entonces pronunció este hechizo: "¡Ast bilar parbilakar!".

 

Una explosión violenta asolo a ese malvado tirano y de repente se desangro como un cordero, hasta que no quedo rastro de su persona. Entonces Enora consiguió que las puertas por fin se abrieran y liberó a su querido, que la besó. Al fin esta dejo los hábitos y se convirtió en una bellísima princesa de el mas bello cabello de ese gran reino medieval.

 

Entonces cuando todos pensaban que lo peor había pasado una ráfaga de fuego se materializó allí mismo y en ese culminante momento se levanto un gran viento del norte que lanzo a Enora contra un afilado y peliagudo pincho que la atravesó el pecho y sin remedio murió. Luego de repente, apareció una brillante luz azul que envolvió a Ranses y lo hizo desaparecer al lugar donde nacen los sueños.

 

Ranses despertó en un mundo paralelo, el no sabia qué hacer para resucitar. Entonces recordó algo, el amor de Enora podría ayudarle a salvarse de la...

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Había una vez un castillo encantado rodeado por un dragón que escupía bolas de fuego. Cerca de allí había una aldea en la que vivía una monja con poderes sobrenaturales. Se le conocía como la Dama del Corazón Ardiente. Sus ojos eran la clara muestra de la bondad.

 

Corría el rumor de que en aquel castillo se escondía un brujo con poderes inimaginables. Enora, que así se llamaba la que antaño fuera una humilde servidora de la corona, sabía que sólo ella tenia posibilidad de conocer el secreto que destruiría el mal que asolaba la aldea desde el castillo.

 

Ranses, caballero de Akrhom, llegó un día de arcanos lugares de los que nadie juicioso osaba tan siquiera acercarse. Enora y él decidieron encontrar la manera de acabar con Arcan el brujo.

 

El riesgo de tan peligrosa misión era evidente y, por ello planearon cuidadosamente la jugada. Sabían que los poderes del terrible brujo eran mortales, por lo que, para entrar, tenían que encontrar la manera de burlar al dragón y poder entrar en el castillo.

 

Enora planeó cuidadosamente con todo detalle la forma de entrar en el oscuro y profundo pozo que rodeaba la guarida del dragón. Elaboró con esmero un cuidadoso hechizo que dormiría al temible dragón. Una noche, Enora soñó que desvelaba la forma de destruir la maligna fuerza que otorgaba tanto poder al brujo y sintió que podía vencerlo.

 

Aquella nubosa mañana, Warriok el Dragón, vigilaba la entrada. Estaba más inquieto que de costumbre, pues sentía que el peligro se acercaba. Ranses desanimó a Enora, porque no quería perderla. Sin embargo, Enora no advirtió sus intenciones y enfadada hizo caso omiso de la preocupación que se había cernido sobre Ranses.

 

Éste supo entonces que Enora moriría, y que sólo con su apoyo habría una posibilidad de destrozar a Arcan el brujo para siempre. Por lo que golpeo con su espada fuertemente la puerta del castillo para enfrentarse de una vez por todas al brujo y así salvar a la mujer que había despertado en ese preciso momento.

 

Enora, al no ver a Ranses pensó que había muerto. No dudó ni por un solo momento en correr a por su gran habito negro hacia las puertas, con la intención de enfrentarse a este gran malvado y engañarlo con sus poderes de ensoñación al Dragón. Se acercó a ver lo ocurrido y se quedó sorprendida al descubrir que el dragón no era quien parecía, sino que se transformo en un inocente corderito.

 

Así que lo comió con gran odio cuando de pronto ocurrió otra sorpresa. El corderito habló mirándola conmovido y le dijo que el final estaba muy cerca, pero debía saber que no vencería si lo mataba allí. Enora lo creyó y decidió perdonarle la vida. Así lo dejó atado y se encamino y luego cayó a través del foso del gran lago negro que rodeaba el castillo.

 

La oscuridad se cernía sobre una gran habitación, en la cual se encontraba Ranses, que sostenía un martillo de guerra con el que se apresuró a atacar a quien había destruido a los pobres lugareños del pueblo que estaba allí cerca. Cuando estaba por decapitar al malo, una luz le dijo que tuviera cuidado porque aquello era muy malo, nuestra protagonista entonces pronunció este hechizo: "¡Ast bilar parbilakar!".

 

Una explosión violenta asolo a ese malvado tirano y de repente se desangro como un cordero, hasta que no quedo rastro de su persona. Entonces Enora consiguió que las puertas por fin se abrieran y liberó a su querido, que la besó. Al fin esta dejo los hábitos y se convirtió en una bellísima princesa de el mas bello cabello de ese gran reino medieval.

 

Entonces cuando todos pensaban que lo peor había pasado una ráfaga de fuego se materializó allí mismo y en ese culminante momento se levanto un gran viento del norte que lanzo a Enora contra un afilado y peliagudo pincho que la atravesó el pecho y sin remedio murió. Luego de repente, apareció una brillante luz azul que envolvió a Ranses y lo hizo desaparecer al lugar donde nacen los sueños.

 

Ranses despertó en un mundo paralelo, el no sabia qué hacer para resucitarla. Entonces recordó algo, el amor de Enora podría ayudarle a salvarse de la muerte, así que.....

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Había una vez un castillo encantado rodeado por un dragón que escupía bolas de fuego. Cerca de allí había una aldea en la que vivía una monja con poderes sobrenaturales. Se le conocía como la Dama del Corazón Ardiente. Sus ojos eran la clara muestra de la bondad.

 

Corría el rumor de que en aquel castillo se escondía un brujo con poderes inimaginables. Enora, que así se llamaba la que antaño fuera una humilde servidora de la corona, sabía que sólo ella tenia posibilidad de conocer el secreto que destruiría el mal que asolaba la aldea desde el castillo.

 

Ranses, caballero de Akrhom, llegó un día de arcanos lugares de los que nadie juicioso osaba tan siquiera acercarse. Enora y él decidieron encontrar la manera de acabar con Arcan el brujo.

 

El riesgo de tan peligrosa misión era evidente y, por ello planearon cuidadosamente la jugada. Sabían que los poderes del terrible brujo eran mortales, por lo que, para entrar, tenían que encontrar la manera de burlar al dragón y poder entrar en el castillo.

 

Enora planeó cuidadosamente con todo detalle la forma de entrar en el oscuro y profundo pozo que rodeaba la guarida del dragón. Elaboró con esmero un cuidadoso hechizo que dormiría al temible dragón. Una noche, Enora soñó que desvelaba la forma de destruir la maligna fuerza que otorgaba tanto poder al brujo y sintió que podía vencerlo.

 

Aquella nubosa mañana, Warriok el Dragón, vigilaba la entrada. Estaba más inquieto que de costumbre, pues sentía que el peligro se acercaba. Ranses desanimó a Enora, porque no quería perderla. Sin embargo, Enora no advirtió sus intenciones y enfadada hizo caso omiso de la preocupación que se había cernido sobre Ranses.

 

Éste supo entonces que Enora moriría, y que sólo con su apoyo habría una posibilidad de destrozar a Arcan el brujo para siempre. Por lo que golpeo con su espada fuertemente la puerta del castillo para enfrentarse de una vez por todas al brujo y así salvar a la mujer que había despertado en ese preciso momento.

 

Enora, al no ver a Ranses pensó que había muerto. No dudó ni por un solo momento en correr a por su gran habito negro hacia las puertas, con la intención de enfrentarse a este gran malvado y engañarlo con sus poderes de ensoñación al Dragón. Se acercó a ver lo ocurrido y se quedó sorprendida al descubrir que el dragón no era quien parecía, sino que se transformo en un inocente corderito.

 

Así que lo comió con gran odio cuando de pronto ocurrió otra sorpresa. El corderito habló mirándola conmovido y le dijo que el final estaba muy cerca, pero debía saber que no vencería si lo mataba allí. Enora lo creyó y decidió perdonarle la vida. Así lo dejó atado y se encamino y luego cayó a través del foso del gran lago negro que rodeaba el castillo.

 

La oscuridad se cernía sobre una gran habitación, en la cual se encontraba Ranses, que sostenía un martillo de guerra con el que se apresuró a atacar a quien había destruido a los pobres lugareños del pueblo que estaba allí cerca. Cuando estaba por decapitar al malo, una luz le dijo que tuviera cuidado porque aquello era muy malo, nuestra protagonista entonces pronunció este hechizo: "¡Ast bilar parbilakar!".

 

Una explosión violenta asolo a ese malvado tirano y de repente se desangro como un cordero, hasta que no quedo rastro de su persona. Entonces Enora consiguió que las puertas por fin se abrieran y liberó a su querido, que la besó. Al fin esta dejo los hábitos y se convirtió en una bellísima princesa de el mas bello cabello de ese gran reino medieval.

 

Entonces cuando todos pensaban que lo peor había pasado una ráfaga de fuego se materializó allí mismo y en ese culminante momento se levanto un gran viento del norte que lanzo a Enora contra un afilado y peliagudo pincho que la atravesó el pecho y sin remedio murió. Luego de repente, apareció una brillante luz azul que envolvió a Ranses y lo hizo desaparecer al lugar donde nacen los sueños.

 

Ranses despertó en un mundo paralelo, el no sabia qué hacer para resucitarla. Entonces recordó algo, el amor de Enora podría ayudarle a salvarse de la muerte, así que..... invocó su espíritu

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