Había una vez un castillo encantado rodeado por un dragón que escupía bolas de fuego. Cerca de allí había una aldea en la que vivía una monja con poderes sobrenaturales. Se le conocía como la Dama del corazón ardiente. Sus ojos eran la clara muestra de la bondad. Corría el rumor de que en aquel castillo se escondía un brujo con poderes inimaginables. (Enora) que así se llamaba la que anataño fuera.. una humilde servidora borracha por licores