En alguna Isla lejana...
-Llevamos aquí más de dos semanas y aún no hemos tenido ni rastro de esa dichosa joya- refunfuñó Evan- Quizás ni estemos en el lugar indicado.
-Presiento que estamos cerca... En un par de días estaremos en el templo.- Aseguró Shirene.
-Creo recordar que eso lo dijistes hace 2 semanas... Y aún sigo esperando ese par de días- decía Evan mientras sorbía el último rastro de agua que quedaba en un coco.
-¿Quieres para ya de quejarte? Llevamos aquí dos semanas, alimentandonos de peces, cangrejos y hasta insectos, y todo por tu culpa, tú fuistes el que estrallastes el avión, no culpes a Shirene de no encontrar el templo, culpate a tí de que todos nosotros estemos a aquí- explicó Karen.
En ese momento hubó un silencio, nadie se atrevía a mencionar una palabra, hasta que Evan rompió ese silencio.
-Muy bien Karen, si tan lista y tan inocente eres tú, ¿porqué no te vas por libre?- preguntó Evan.- Yo lo que tengo claro esque no puedo seguir conviviendo contigo, lo siento pero yo me voy ya me tienes....
Antes de terminar la frase un extraño rugido le interrumpió, sea lo que fuere la criatura que les acechaba no era normal y por supuesto nadie la habría visto en su vida. Era un rugido sordo y estremecedor que hacía que los pelos de la piel se te erizaran. Unos arbustos empezaron a moverse, todos se temían lo peor...
-¡Eh chicos! He encontrado algo de comida- Brian había estado de expedición toda la mañana buscando alimento, y al final sólo pudo encontrar; tres cocos, dos pescados y una docena de platanos.- Mejor esto que volver a comernos esos asquerosos bichos; ¿no?.
-Ya esta...-Susurró Shirene- Creo que he encontrado la clave, voy a necesitar vuestra ayuda si quiero abrir este muro.
-¿De qué se trata Shirene?, ¡cuentánoslo!- gritó Karen a la vez que resguardaba los alimentos que Brian les había proporcionado.
-Es un mecanismo, mirad, a los dos lados de los muros hay dos ruedas, y parece que pueden encajar perfectamente, quizás si las sacamos y unimos este muro se abrá. - explico Shirene.
Eran dos ruedas pequeñas, del tamaño de un balón de fútbol, estaban ensuciadas y vieja por el tiempo que llevarían hay.
Evan y Brian se disponían a tirar de aquellas ruedas, pero parecía casí imposible sacarlas de hay, le ataron una cuerda alrededor y todos tiraron al compás. Una rueda consiguió salir, más tarde la otra, hasta que llegó el momento de unir las dos piezas.
-¿Estas segura de que cuando las unas, no saldremos volando?- bromeo Karen.
Shirene no hizó caso de aquel comentario y se decidió a unir las ruedas, no le hizó falta utilizar ningún tipo de fuerza, puesto que encajaban perfectamente. Segundos después las ruedas unidas empezaron a brillar y lanzar destellos de luz, todos quedaron impresionados y se apresuraron a Shirene para poder verlo de cerca. La rueda paró de brillar todos esperaban que se abriera el muro de un momento a otro, pero no fué así, el suelo se desplomó ante sus pies dejandolos caer a una sala totalmente oscura y húmeda.
Nadie sabía los misterios que aquella sala podría alvergar, lo que tenían claro esque no estaban a salvo hay abajo.
Revivo nuetra aventura, que llevamos ya varios meses sin tocar nuestra historia.