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Historia de tres palabras


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Había una vez un castillo encantado rodeado por un dragón que escupía bolas de fuego. Cerca de allí había una aldea en la que vivía una monja con poderes sobrenaturales. Se le conocía como la Dama del Corazón Ardiente. Sus ojos eran la clara muestra de la bondad.

 

Corría el rumor de que en aquel castillo se escondía un brujo con poderes inimaginables. Enora, que así se llamaba la que antaño fuera una humilde servidora de la corona, sabía que sólo ella tenia posibilidad de conocer el secreto que destruiría el mal que asolaba la aldea desde el castillo.

 

Ranses, caballero de Akrhom, llegó un día de arcanos lugares de los que nadie juicioso osaba tan siquiera acercarse. Enora y él decidieron encontrar la manera de acabar con Arcan el brujo.

 

El riesgo de tan peligrosa misión era evidente y, por ello planearon cuidadosamente la jugada. Sabían que los poderes del terrible brujo eran mortales, por lo que, para entrar, tenían que encontrar la manera de burlar al dragón y poder entrar en el castillo.

 

Enora planeó cuidadosamente con todo detalle la forma de entrar en el oscuro y profundo pozo que rodeaba la guarida del dragón. Elaboró con esmero un cuidadoso hechizo que dormiría al temible dragón. Una noche, Enora soñó que desvelaba la forma de destruir la maligna fuerza que otorgaba tanto poder al brujo y sintió que podía vencerlo.

 

Aquella nubosa mañana, Warriok el Dragón, vigilaba la entrada. Estaba más inquieto que de costumbre, pues sentía que el peligro se acercaba. Ranses desanimó a Enora, porque no quería perderla. Sin embargo, Enora no advirtió sus intenciones y enfadada hizo caso omiso de la preocupación que se había cernido sobre Ranses.

 

Éste supo entonces que Enora moriría, y que sólo con su apoyo habría una posibilidad de destrozar a Arcan el brujo para siempre. Por lo que golpeo con su espada fuertemente la puerta del castillo para enfrentarse de una vez por todas al brujo y así salvar a la mujer que había despertado en ese preciso momento.

 

Enora, al no ver a Ranses pensó que había muerto. No dudó ni por un solo momento en correr en su....

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Claro Mark, resulta que Klaus sin querer repitió el post cambiando lo que había escrito Nienna "pensó que había" por lo que Klaus puso después "supuso que habría". A eso venia mi pregunta, pero ya esta claro, como Nienna escribió primero, ese es el dialogo correcto. Klaus, guapetón, machote, a ver, dejas ya los porros de maria que no te sientan nada bien.

 

PD: Klaus, mi niño no te me enfades, ques broma eeee :jumper:

  • 2 months later...
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Había una vez un castillo encantado rodeado por un dragón que escupía bolas de fuego. Cerca de allí había una aldea en la que vivía una monja con poderes sobrenaturales. Se le conocía como la Dama del Corazón Ardiente. Sus ojos eran la clara muestra de la bondad.

 

Corría el rumor de que en aquel castillo se escondía un brujo con poderes inimaginables. Enora, que así se llamaba la que antaño fuera una humilde servidora de la corona, sabía que sólo ella tenia posibilidad de conocer el secreto que destruiría el mal que asolaba la aldea desde el castillo.

 

Ranses, caballero de Akrhom, llegó un día de arcanos lugares de los que nadie juicioso osaba tan siquiera acercarse. Enora y él decidieron encontrar la manera de acabar con Arcan el brujo.

 

El riesgo de tan peligrosa misión era evidente y, por ello planearon cuidadosamente la jugada. Sabían que los poderes del terrible brujo eran mortales, por lo que, para entrar, tenían que encontrar la manera de burlar al dragón y poder entrar en el castillo.

 

Enora planeó cuidadosamente con todo detalle la forma de entrar en el oscuro y profundo pozo que rodeaba la guarida del dragón. Elaboró con esmero un cuidadoso hechizo que dormiría al temible dragón. Una noche, Enora soñó que desvelaba la forma de destruir la maligna fuerza que otorgaba tanto poder al brujo y sintió que podía vencerlo.

 

Aquella nubosa mañana, Warriok el Dragón, vigilaba la entrada. Estaba más inquieto que de costumbre, pues sentía que el peligro se acercaba. Ranses desanimó a Enora, porque no quería perderla. Sin embargo, Enora no advirtió sus intenciones y enfadada hizo caso omiso de la preocupación que se había cernido sobre Ranses.

 

Éste supo entonces que Enora moriría, y que sólo con su apoyo habría una posibilidad de destrozar a Arcan el brujo para siempre. Por lo que golpeo con su espada fuertemente la puerta del castillo para enfrentarse de una vez por todas al brujo y así salvar a la mujer que había despertado en ese preciso momento.

 

Enora, al no ver a Ranses pensó que había muerto. No dudó ni por un solo momento en correr en su .gran abito negro

  • 3 weeks later...
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Había una vez un castillo encantado rodeado por un dragón que escupía bolas de fuego. Cerca de allí había una aldea en la que vivía una monja con poderes sobrenaturales. Se le conocía como la Dama del Corazón Ardiente. Sus ojos eran la clara muestra de la bondad.

 

Corría el rumor de que en aquel castillo se escondía un brujo con poderes inimaginables. Enora, que así se llamaba la que antaño fuera una humilde servidora de la corona, sabía que sólo ella tenia posibilidad de conocer el secreto que destruiría el mal que asolaba la aldea desde el castillo.

 

Ranses, caballero de Akrhom, llegó un día de arcanos lugares de los que nadie juicioso osaba tan siquiera acercarse. Enora y él decidieron encontrar la manera de acabar con Arcan el brujo.

 

El riesgo de tan peligrosa misión era evidente y, por ello planearon cuidadosamente la jugada. Sabían que los poderes del terrible brujo eran mortales, por lo que, para entrar, tenían que encontrar la manera de burlar al dragón y poder entrar en el castillo.

 

Enora planeó cuidadosamente con todo detalle la forma de entrar en el oscuro y profundo pozo que rodeaba la guarida del dragón. Elaboró con esmero un cuidadoso hechizo que dormiría al temible dragón. Una noche, Enora soñó que desvelaba la forma de destruir la maligna fuerza que otorgaba tanto poder al brujo y sintió que podía vencerlo.

 

Aquella nubosa mañana, Warriok el Dragón, vigilaba la entrada. Estaba más inquieto que de costumbre, pues sentía que el peligro se acercaba. Ranses desanimó a Enora, porque no quería perderla. Sin embargo, Enora no advirtió sus intenciones y enfadada hizo caso omiso de la preocupación que se había cernido sobre Ranses.

 

Éste supo entonces que Enora moriría, y que sólo con su apoyo habría una posibilidad de destrozar a Arcan el brujo para siempre. Por lo que golpeo con su espada fuertemente la puerta del castillo para enfrentarse de una vez por todas al brujo y así salvar a la mujer que había despertado en ese preciso momento.

 

Enora, al no ver a Ranses pensó que había muerto. No dudó ni por un solo momento en correr en su gran abito negro hacia las puertas

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Había una vez un castillo encantado rodeado por un dragón que escupía bolas de fuego. Cerca de allí había una aldea en la que vivía una monja con poderes sobrenaturales. Se le conocía como la Dama del Corazón Ardiente. Sus ojos eran la clara muestra de la bondad.

 

Corría el rumor de que en aquel castillo se escondía un brujo con poderes inimaginables. Enora, que así se llamaba la que antaño fuera una humilde servidora de la corona, sabía que sólo ella tenia posibilidad de conocer el secreto que destruiría el mal que asolaba la aldea desde el castillo.

 

Ranses, caballero de Akrhom, llegó un día de arcanos lugares de los que nadie juicioso osaba tan siquiera acercarse. Enora y él decidieron encontrar la manera de acabar con Arcan el brujo.

 

El riesgo de tan peligrosa misión era evidente y, por ello planearon cuidadosamente la jugada. Sabían que los poderes del terrible brujo eran mortales, por lo que, para entrar, tenían que encontrar la manera de burlar al dragón y poder entrar en el castillo.

 

Enora planeó cuidadosamente con todo detalle la forma de entrar en el oscuro y profundo pozo que rodeaba la guarida del dragón. Elaboró con esmero un cuidadoso hechizo que dormiría al temible dragón. Una noche, Enora soñó que desvelaba la forma de destruir la maligna fuerza que otorgaba tanto poder al brujo y sintió que podía vencerlo.

 

Aquella nubosa mañana, Warriok el Dragón, vigilaba la entrada. Estaba más inquieto que de costumbre, pues sentía que el peligro se acercaba. Ranses desanimó a Enora, porque no quería perderla. Sin embargo, Enora no advirtió sus intenciones y enfadada hizo caso omiso de la preocupación que se había cernido sobre Ranses.

 

Éste supo entonces que Enora moriría, y que sólo con su apoyo habría una posibilidad de destrozar a Arcan el brujo para siempre. Por lo que golpeo con su espada fuertemente la puerta del castillo para enfrentarse de una vez por todas al brujo y así salvar a la mujer que había despertado en ese preciso momento.

 

Enora, al no ver a Ranses pensó que había muerto. No dudó ni por un solo momento en correr (a por su gran habito negro) hacia las puertas, con la intención...

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Había una vez un castillo encantado rodeado por un dragón que escupía bolas de fuego. Cerca de allí había una aldea en la que vivía una monja con poderes sobrenaturales. Se le conocía como la Dama del Corazón Ardiente. Sus ojos eran la clara muestra de la bondad.

 

Corría el rumor de que en aquel castillo se escondía un brujo con poderes inimaginables. Enora, que así se llamaba la que antaño fuera una humilde servidora de la corona, sabía que sólo ella tenia posibilidad de conocer el secreto que destruiría el mal que asolaba la aldea desde el castillo.

 

Ranses, caballero de Akrhom, llegó un día de arcanos lugares de los que nadie juicioso osaba tan siquiera acercarse. Enora y él decidieron encontrar la manera de acabar con Arcan el brujo.

 

El riesgo de tan peligrosa misión era evidente y, por ello planearon cuidadosamente la jugada. Sabían que los poderes del terrible brujo eran mortales, por lo que, para entrar, tenían que encontrar la manera de burlar al dragón y poder entrar en el castillo.

 

Enora planeó cuidadosamente con todo detalle la forma de entrar en el oscuro y profundo pozo que rodeaba la guarida del dragón. Elaboró con esmero un cuidadoso hechizo que dormiría al temible dragón. Una noche, Enora soñó que desvelaba la forma de destruir la maligna fuerza que otorgaba tanto poder al brujo y sintió que podía vencerlo.

 

Aquella nubosa mañana, Warriok el Dragón, vigilaba la entrada. Estaba más inquieto que de costumbre, pues sentía que el peligro se acercaba. Ranses desanimó a Enora, porque no quería perderla. Sin embargo, Enora no advirtió sus intenciones y enfadada hizo caso omiso de la preocupación que se había cernido sobre Ranses.

 

Éste supo entonces que Enora moriría, y que sólo con su apoyo habría una posibilidad de destrozar a Arcan el brujo para siempre. Por lo que golpeo con su espada fuertemente la puerta del castillo para enfrentarse de una vez por todas al brujo y así salvar a la mujer que había despertado en ese preciso momento.

 

Enora, al no ver a Ranses pensó que había muerto. No dudó ni por un solo momento en correr (a por su gran habito negro) hacia las puertas, con la intención de enfrentarse a...

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Había una vez un castillo encantado rodeado por un dragón que escupía bolas de fuego. Cerca de allí había una aldea en la que vivía una monja con poderes sobrenaturales. Se le conocía como la Dama del Corazón Ardiente. Sus ojos eran la clara muestra de la bondad.

 

Corría el rumor de que en aquel castillo se escondía un brujo con poderes inimaginables. Enora, que así se llamaba la que antaño fuera una humilde servidora de la corona, sabía que sólo ella tenia posibilidad de conocer el secreto que destruiría el mal que asolaba la aldea desde el castillo.

 

Ranses, caballero de Akrhom, llegó un día de arcanos lugares de los que nadie juicioso osaba tan siquiera acercarse. Enora y él decidieron encontrar la manera de acabar con Arcan el brujo.

 

El riesgo de tan peligrosa misión era evidente y, por ello planearon cuidadosamente la jugada. Sabían que los poderes del terrible brujo eran mortales, por lo que, para entrar, tenían que encontrar la manera de burlar al dragón y poder entrar en el castillo.

 

Enora planeó cuidadosamente con todo detalle la forma de entrar en el oscuro y profundo pozo que rodeaba la guarida del dragón. Elaboró con esmero un cuidadoso hechizo que dormiría al temible dragón. Una noche, Enora soñó que desvelaba la forma de destruir la maligna fuerza que otorgaba tanto poder al brujo y sintió que podía vencerlo.

 

Aquella nubosa mañana, Warriok el Dragón, vigilaba la entrada. Estaba más inquieto que de costumbre, pues sentía que el peligro se acercaba. Ranses desanimó a Enora, porque no quería perderla. Sin embargo, Enora no advirtió sus intenciones y enfadada hizo caso omiso de la preocupación que se había cernido sobre Ranses.

 

Éste supo entonces que Enora moriría, y que sólo con su apoyo habría una posibilidad de destrozar a Arcan el brujo para siempre. Por lo que golpeo con su espada fuertemente la puerta del castillo para enfrentarse de una vez por todas al brujo y así salvar a la mujer que había despertado en ese preciso momento.

 

Enora, al no ver a Ranses pensó que había muerto. No dudó ni por un solo momento en correr (a por su gran habito negro) hacia las puertas, con la intención de enfrentarse a...

este gran malvado

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Había una vez un castillo encantado rodeado por un dragón que escupía bolas de fuego. Cerca de allí había una aldea en la que vivía una monja con poderes sobrenaturales. Se le conocía como la Dama del Corazón Ardiente. Sus ojos eran la clara muestra de la bondad.

 

Corría el rumor de que en aquel castillo se escondía un brujo con poderes inimaginables. Enora, que así se llamaba la que antaño fuera una humilde servidora de la corona, sabía que sólo ella tenia posibilidad de conocer el secreto que destruiría el mal que asolaba la aldea desde el castillo.

 

Ranses, caballero de Akrhom, llegó un día de arcanos lugares de los que nadie juicioso osaba tan siquiera acercarse. Enora y él decidieron encontrar la manera de acabar con Arcan el brujo.

 

El riesgo de tan peligrosa misión era evidente y, por ello planearon cuidadosamente la jugada. Sabían que los poderes del terrible brujo eran mortales, por lo que, para entrar, tenían que encontrar la manera de burlar al dragón y poder entrar en el castillo.

 

Enora planeó cuidadosamente con todo detalle la forma de entrar en el oscuro y profundo pozo que rodeaba la guarida del dragón. Elaboró con esmero un cuidadoso hechizo que dormiría al temible dragón. Una noche, Enora soñó que desvelaba la forma de destruir la maligna fuerza que otorgaba tanto poder al brujo y sintió que podía vencerlo.

 

Aquella nubosa mañana, Warriok el Dragón, vigilaba la entrada. Estaba más inquieto que de costumbre, pues sentía que el peligro se acercaba. Ranses desanimó a Enora, porque no quería perderla. Sin embargo, Enora no advirtió sus intenciones y enfadada hizo caso omiso de la preocupación que se había cernido sobre Ranses.

 

Éste supo entonces que Enora moriría, y que sólo con su apoyo habría una posibilidad de destrozar a Arcan el brujo para siempre. Por lo que golpeo con su espada fuertemente la puerta del castillo para enfrentarse de una vez por todas al brujo y así salvar a la mujer que había despertado en ese preciso momento.

 

Enora, al no ver a Ranses pensó que había muerto. No dudó ni por un solo momento en correr a por su gran habito negro hacia las puertas, con la intención de enfrentarse a este gran malvado y engañarlo con....

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Había una vez un castillo encantado rodeado por un dragón que escupía bolas de fuego. Cerca de allí había una aldea en la que vivía una monja con poderes sobrenaturales. Se le conocía como la Dama del Corazón Ardiente. Sus ojos eran la clara muestra de la bondad.

 

Corría el rumor de que en aquel castillo se escondía un brujo con poderes inimaginables. Enora, que así se llamaba la que antaño fuera una humilde servidora de la corona, sabía que sólo ella tenia posibilidad de conocer el secreto que destruiría el mal que asolaba la aldea desde el castillo.

 

Ranses, caballero de Akrhom, llegó un día de arcanos lugares de los que nadie juicioso osaba tan siquiera acercarse. Enora y él decidieron encontrar la manera de acabar con Arcan el brujo.

 

El riesgo de tan peligrosa misión era evidente y, por ello planearon cuidadosamente la jugada. Sabían que los poderes del terrible brujo eran mortales, por lo que, para entrar, tenían que encontrar la manera de burlar al dragón y poder entrar en el castillo.

 

Enora planeó cuidadosamente con todo detalle la forma de entrar en el oscuro y profundo pozo que rodeaba la guarida del dragón. Elaboró con esmero un cuidadoso hechizo que dormiría al temible dragón. Una noche, Enora soñó que desvelaba la forma de destruir la maligna fuerza que otorgaba tanto poder al brujo y sintió que podía vencerlo.

 

Aquella nubosa mañana, Warriok el Dragón, vigilaba la entrada. Estaba más inquieto que de costumbre, pues sentía que el peligro se acercaba. Ranses desanimó a Enora, porque no quería perderla. Sin embargo, Enora no advirtió sus intenciones y enfadada hizo caso omiso de la preocupación que se había cernido sobre Ranses.

 

Éste supo entonces que Enora moriría, y que sólo con su apoyo habría una posibilidad de destrozar a Arcan el brujo para siempre. Por lo que golpeo con su espada fuertemente la puerta del castillo para enfrentarse de una vez por todas al brujo y así salvar a la mujer que había despertado en ese preciso momento.

 

Enora, al no ver a Ranses pensó que había muerto. No dudó ni por un solo momento en correr a por su gran habito negro hacia las puertas, con la intención de enfrentarse a este gran malvado y engañarlo con sus poderes de...

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Había una vez un castillo encantado rodeado por un dragón que escupía bolas de fuego. Cerca de allí había una aldea en la que vivía una monja con poderes sobrenaturales. Se le conocía como la Dama del Corazón Ardiente. Sus ojos eran la clara muestra de la bondad.

 

Corría el rumor de que en aquel castillo se escondía un brujo con poderes inimaginables. Enora, que así se llamaba la que antaño fuera una humilde servidora de la corona, sabía que sólo ella tenia posibilidad de conocer el secreto que destruiría el mal que asolaba la aldea desde el castillo.

 

Ranses, caballero de Akrhom, llegó un día de arcanos lugares de los que nadie juicioso osaba tan siquiera acercarse. Enora y él decidieron encontrar la manera de acabar con Arcan el brujo.

 

El riesgo de tan peligrosa misión era evidente y, por ello planearon cuidadosamente la jugada. Sabían que los poderes del terrible brujo eran mortales, por lo que, para entrar, tenían que encontrar la manera de burlar al dragón y poder entrar en el castillo.

 

Enora planeó cuidadosamente con todo detalle la forma de entrar en el oscuro y profundo pozo que rodeaba la guarida del dragón. Elaboró con esmero un cuidadoso hechizo que dormiría al temible dragón. Una noche, Enora soñó que desvelaba la forma de destruir la maligna fuerza que otorgaba tanto poder al brujo y sintió que podía vencerlo.

 

Aquella nubosa mañana, Warriok el Dragón, vigilaba la entrada. Estaba más inquieto que de costumbre, pues sentía que el peligro se acercaba. Ranses desanimó a Enora, porque no quería perderla. Sin embargo, Enora no advirtió sus intenciones y enfadada hizo caso omiso de la preocupación que se había cernido sobre Ranses.

 

Éste supo entonces que Enora moriría, y que sólo con su apoyo habría una posibilidad de destrozar a Arcan el brujo para siempre. Por lo que golpeo con su espada fuertemente la puerta del castillo para enfrentarse de una vez por todas al brujo y así salvar a la mujer que había despertado en ese preciso momento.

 

Enora, al no ver a Ranses pensó que había muerto. No dudó ni por un solo momento en correr a por su gran habito negro hacia las puertas, con la intención de enfrentarse a este gran malvado y engañarlo con sus poderes de ensoñación al Dragón....

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Había una vez un castillo encantado rodeado por un dragón que escupía bolas de fuego. Cerca de allí había una aldea en la que vivía una monja con poderes sobrenaturales. Se le conocía como la Dama del Corazón Ardiente. Sus ojos eran la clara muestra de la bondad.

 

Corría el rumor de que en aquel castillo se escondía un brujo con poderes inimaginables. Enora, que así se llamaba la que antaño fuera una humilde servidora de la corona, sabía que sólo ella tenia posibilidad de conocer el secreto que destruiría el mal que asolaba la aldea desde el castillo.

 

Ranses, caballero de Akrhom, llegó un día de arcanos lugares de los que nadie juicioso osaba tan siquiera acercarse. Enora y él decidieron encontrar la manera de acabar con Arcan el brujo.

 

El riesgo de tan peligrosa misión era evidente y, por ello planearon cuidadosamente la jugada. Sabían que los poderes del terrible brujo eran mortales, por lo que, para entrar, tenían que encontrar la manera de burlar al dragón y poder entrar en el castillo.

 

Enora planeó cuidadosamente con todo detalle la forma de entrar en el oscuro y profundo pozo que rodeaba la guarida del dragón. Elaboró con esmero un cuidadoso hechizo que dormiría al temible dragón. Una noche, Enora soñó que desvelaba la forma de destruir la maligna fuerza que otorgaba tanto poder al brujo y sintió que podía vencerlo.

 

Aquella nubosa mañana, Warriok el Dragón, vigilaba la entrada. Estaba más inquieto que de costumbre, pues sentía que el peligro se acercaba. Ranses desanimó a Enora, porque no quería perderla. Sin embargo, Enora no advirtió sus intenciones y enfadada hizo caso omiso de la preocupación que se había cernido sobre Ranses.

 

Éste supo entonces que Enora moriría, y que sólo con su apoyo habría una posibilidad de destrozar a Arcan el brujo para siempre. Por lo que golpeo con su espada fuertemente la puerta del castillo para enfrentarse de una vez por todas al brujo y así salvar a la mujer que había despertado en ese preciso momento.

 

Enora, al no ver a Ranses pensó que había muerto. No dudó ni por un solo momento en correr a por su gran habito negro hacia las puertas, con la intención de enfrentarse a este gran malvado y engañarlo con sus poderes de ensoñación al Dragón. Se acercó a...

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Había una vez un castillo encantado rodeado por un dragón que escupía bolas de fuego. Cerca de allí había una aldea en la que vivía una monja con poderes sobrenaturales. Se le conocía como la Dama del Corazón Ardiente. Sus ojos eran la clara muestra de la bondad.

 

Corría el rumor de que en aquel castillo se escondía un brujo con poderes inimaginables. Enora, que así se llamaba la que antaño fuera una humilde servidora de la corona, sabía que sólo ella tenia posibilidad de conocer el secreto que destruiría el mal que asolaba la aldea desde el castillo.

 

Ranses, caballero de Akrhom, llegó un día de arcanos lugares de los que nadie juicioso osaba tan siquiera acercarse. Enora y él decidieron encontrar la manera de acabar con Arcan el brujo.

 

El riesgo de tan peligrosa misión era evidente y, por ello planearon cuidadosamente la jugada. Sabían que los poderes del terrible brujo eran mortales, por lo que, para entrar, tenían que encontrar la manera de burlar al dragón y poder entrar en el castillo.

 

Enora planeó cuidadosamente con todo detalle la forma de entrar en el oscuro y profundo pozo que rodeaba la guarida del dragón. Elaboró con esmero un cuidadoso hechizo que dormiría al temible dragón. Una noche, Enora soñó que desvelaba la forma de destruir la maligna fuerza que otorgaba tanto poder al brujo y sintió que podía vencerlo.

 

Aquella nubosa mañana, Warriok el Dragón, vigilaba la entrada. Estaba más inquieto que de costumbre, pues sentía que el peligro se acercaba. Ranses desanimó a Enora, porque no quería perderla. Sin embargo, Enora no advirtió sus intenciones y enfadada hizo caso omiso de la preocupación que se había cernido sobre Ranses.

 

Éste supo entonces que Enora moriría, y que sólo con su apoyo habría una posibilidad de destrozar a Arcan el brujo para siempre. Por lo que golpeo con su espada fuertemente la puerta del castillo para enfrentarse de una vez por todas al brujo y así salvar a la mujer que había despertado en ese preciso momento.

 

Enora, al no ver a Ranses pensó que había muerto. No dudó ni por un solo momento en correr a por su gran habito negro hacia las puertas, con la intención de enfrentarse a este gran malvado y engañarlo con sus poderes de ensoñación al Dragón. Se acercó a ver lo ocurrido...

 

 

Venga gente animaros, que ya va siendo hora de terminarla no? :D 2004/2005

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Había una vez un castillo encantado rodeado por un dragón que escupía bolas de fuego. Cerca de allí había una aldea en la que vivía una monja con poderes sobrenaturales. Se le conocía como la Dama del Corazón Ardiente. Sus ojos eran la clara muestra de la bondad.

 

Corría el rumor de que en aquel castillo se escondía un brujo con poderes inimaginables. Enora, que así se llamaba la que antaño fuera una humilde servidora de la corona, sabía que sólo ella tenia posibilidad de conocer el secreto que destruiría el mal que asolaba la aldea desde el castillo.

 

Ranses, caballero de Akrhom, llegó un día de arcanos lugares de los que nadie juicioso osaba tan siquiera acercarse. Enora y él decidieron encontrar la manera de acabar con Arcan el brujo.

 

El riesgo de tan peligrosa misión era evidente y, por ello planearon cuidadosamente la jugada. Sabían que los poderes del terrible brujo eran mortales, por lo que, para entrar, tenían que encontrar la manera de burlar al dragón y poder entrar en el castillo.

 

Enora planeó cuidadosamente con todo detalle la forma de entrar en el oscuro y profundo pozo que rodeaba la guarida del dragón. Elaboró con esmero un cuidadoso hechizo que dormiría al temible dragón. Una noche, Enora soñó que desvelaba la forma de destruir la maligna fuerza que otorgaba tanto poder al brujo y sintió que podía vencerlo.

 

Aquella nubosa mañana, Warriok el Dragón, vigilaba la entrada. Estaba más inquieto que de costumbre, pues sentía que el peligro se acercaba. Ranses desanimó a Enora, porque no quería perderla. Sin embargo, Enora no advirtió sus intenciones y enfadada hizo caso omiso de la preocupación que se había cernido sobre Ranses.

 

Éste supo entonces que Enora moriría, y que sólo con su apoyo habría una posibilidad de destrozar a Arcan el brujo para siempre. Por lo que golpeo con su espada fuertemente la puerta del castillo para enfrentarse de una vez por todas al brujo y así salvar a la mujer que había despertado en ese preciso momento.

 

Enora, al no ver a Ranses pensó que había muerto. No dudó ni por un solo momento en correr a por su gran habito negro hacia las puertas, con la intención de enfrentarse a este gran malvado y engañarlo con sus poderes de ensoñación al Dragón. Se acercó a ver lo ocurrido .se quedó sorprendida..[/b]

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Había una vez un castillo encantado rodeado por un dragón que escupía bolas de fuego. Cerca de allí había una aldea en la que vivía una monja con poderes sobrenaturales. Se le conocía como la Dama del Corazón Ardiente. Sus ojos eran la clara muestra de la bondad.

 

Corría el rumor de que en aquel castillo se escondía un brujo con poderes inimaginables. Enora, que así se llamaba la que antaño fuera una humilde servidora de la corona, sabía que sólo ella tenia posibilidad de conocer el secreto que destruiría el mal que asolaba la aldea desde el castillo.

 

Ranses, caballero de Akrhom, llegó un día de arcanos lugares de los que nadie juicioso osaba tan siquiera acercarse. Enora y él decidieron encontrar la manera de acabar con Arcan el brujo.

 

El riesgo de tan peligrosa misión era evidente y, por ello planearon cuidadosamente la jugada. Sabían que los poderes del terrible brujo eran mortales, por lo que, para entrar, tenían que encontrar la manera de burlar al dragón y poder entrar en el castillo.

 

Enora planeó cuidadosamente con todo detalle la forma de entrar en el oscuro y profundo pozo que rodeaba la guarida del dragón. Elaboró con esmero un cuidadoso hechizo que dormiría al temible dragón. Una noche, Enora soñó que desvelaba la forma de destruir la maligna fuerza que otorgaba tanto poder al brujo y sintió que podía vencerlo.

 

Aquella nubosa mañana, Warriok el Dragón, vigilaba la entrada. Estaba más inquieto que de costumbre, pues sentía que el peligro se acercaba. Ranses desanimó a Enora, porque no quería perderla. Sin embargo, Enora no advirtió sus intenciones y enfadada hizo caso omiso de la preocupación que se había cernido sobre Ranses.

 

Éste supo entonces que Enora moriría, y que sólo con su apoyo habría una posibilidad de destrozar a Arcan el brujo para siempre. Por lo que golpeo con su espada fuertemente la puerta del castillo para enfrentarse de una vez por todas al brujo y así salvar a la mujer que había despertado en ese preciso momento.

 

Enora, al no ver a Ranses pensó que había muerto. No dudó ni por un solo momento en correr a por su gran habito negro hacia las puertas, con la intención de enfrentarse a este gran malvado y engañarlo con sus poderes de ensoñación al Dragón. Se acercó a ver lo ocurrido .se quedó sorprendida al descubrir que...

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