Bartoli Publicado 9 de Julio del 2007 Publicado 9 de Julio del 2007 Bueno, pues que estaba escribiendo un relato por entretenerme y se me ocurrió colgarlo aquí. Espero que disfruten. Además dejaré algunas imágenes para que se aclaren algunas cosas reales. (Atentos, esta primera parte ocupa cuatro folios y es un poco larga). <H1 style="MARGIN: 12pt 0cm 3pt"> Cuatro hombres y un destino</H1> <H3 style="MARGIN: 12pt 0cm 3pt">Introducción:</H3> En este relato nos trasladamos a la Segunda Guerra Mundial, en este caso a los hechos sucedidos entre finales de 1941 hasta el fin de la guerra en 1945. La historia estará narrada por cuatro personajes (principalmente), uno de cada una de las facciones más importantes de la Segunda Guerra Mundial. La historia nos trasladará a lugares y batallas reales o ficticias, como la batalla de Pearl Harbor o la de El Alamein. También se incluirán personajes, armamento, tanques, artillería y aviación reales, como el general Montgomery, el rifle estadounidense M1 Garand, el tanque alemán King Tiger , la artillería Flak 88 o el bombardero británico Mosquito. Los capítulos no tendrán título, pero estarán encabezados por el nombre del personaje que narra en ese momento. Siempre que un personaje hable un idioma distinto al del narrador, esto saldrá en el idioma del personaje que hable (casi siempre será inglés, aunque es posible que se añada alemán). La historia comienza en Pearl Harbor el 6 de diciembre de 1941, donde el recluta Mike Richards, de veintinueve años, y muchos de sus compañeros, se preparan para ser considerados soldados en activo… <H3 style="MARGIN: 12pt 0cm 3pt"> Mike Richards </H3> Un nuevo día se habría ante mis ojos. Me acababa de despertar y me encontraba boca arriba en mi cama. Miré el reloj. Eran las siete de la mañana. Aquel era un gran día… Por fin se me iba a considerar como un soldado de los Estados Unidos, aunque no era de extrañar que Roosevelt quisiera aumentar los efectivos del ejército, ahora que la situación en Europa estaba tan caótica. Estados Unidos no podría permanecer con los ojos cerrados mucho más, y había que prepararse bien para la guerra. Dentro de una hora sería la ceremonia, pero la corneta no sonaría hasta dentro de media, así que me levante para ir preparándome. Mi compañero Mack dormía en su cama, y le lancé a la cara su ropa. -A levantarse, bello durmiente. -Ummhhhh…¿Qué hora es? ¿Ya ha sonado la corneta? -No, aún falta media hora para eso. -¿Entonces por qué me despiertas? Anda, déjame dormir… -¿Quieres llegar tarde como las últimas cuatro veces? -Ummmhh-dijo mientras se estiraba, ya sentado- Vale, ya voy… Nos preparamos y salimos fuera. El capitán McRae paseaba por las instalaciones, y algún que otro soldado montaba guardia. Nos dirigimos al almacén para preparar nuestro rifle M1 Garand para la ceremonia de hoy. Nuestro compañero Wicklam montaba guardia, aunque estaba medio dormido. -Bonita forma de vigilar –le dijo Mack. -Calla, anda, que tu no has pasado la noche en vela… -Entramos y descubrimos a un par de soldados más preparando sus rifles. Nos dirigimos a nuestros respectivos armarios, donde guardábamos las armas, la tienda, los uniformes de diferentes campos, etc., y sacamos los M1 y los preparamos. Permanecimos charlando hasta que, a falta de quince minutos para la ceremonia, comenzaron a entrar muchos soldados. Salimos fuera y nos dirigimos a la llanura del campamento donde tendría lugar la ceremonia. Comenzamos a montar la tienda y todo lo necesario, y nos sentamos a esperar. Diez minutos después casi todos los hombres habían preparado todo. Finalmente eran las ocho, y comenzó la ceremonia. Todos nos pusimos firmes mientras el dirigente del campamento, el comandante Gregor Smaught, daba un pequeño discurso antes de comenzar. -Soldados, están aquí para luchar por su país, para defender la justicia y los valores que todas las personas capaces de pensar consideran necesarias. Están aquí para defender a los inocentes, luchar contra los enemigos y honrar a su país. No nos defrauden ni a mi, ni a nuestro presidente, ni a todas aquellas personas que creen en ustedes. Gracias. Entonces él y su ayudante, el sargento Christian Walsen, comenzaron a poner unos pequeños broches dorados en los hombros de los soldados. Se paraban delante, los soldados presentaban armas, le colocaban el broche al soldado frente al que estaba y continuaban. La ceremonia duró una hora (eran cientos de soldados) pero al terminar comenzaron las celebraciones. Todos nos dirigimos a la casa comandante, la más grande, donde había comida y bebida. Estuve con ellos hasta la hora del almorzar, cuando decidí ir a la Honolulu, a celebrarlo con mi madre, mi hermano, mi mujer y mi hijo. Me dirigí a la zona de vehículos, pedí un jeep y me dirigí a la ciudad. Cuando llegué estaban almorzando, pero lo dejaron desde que me vieron, y sacaron un par de bebidas. Mi hermano y yo charlamos sobre cuando nos veríamos envueltos en la guerra, y mi mujer y yo sobre como se encontraba ella, pues estaba embarazada de siete meses. Tras un par de horas allí, me despedí y volví al campamento, donde la celebración continuó hasta la noche. Cuando era ya la una de la madrugada, Mack y yo nos fuimos, dejando solo a unos pocos en la fiesta. Nos acostamos, felices y satisfechos, y nos dormimos casi en seguida. ***** Un estruendoso ruido me despertó cuando casi eran las ocho. Se oían explosiones y se veían destellos. Un soldado abrió la puerta y nos gritó: -¡Deprisa, levantad! ¡Nos están bombardeando! Nos levantamos y salimos fuera, donde todo era un caos. Algunos edificios ardían y muchos soldados corrían al exterior. Nos dirigimos al almacén, cogimos nuestros rifles, y salimos del campamento en dirección a una colina situada al lado del mar, en cuyos alrededores se encontraba la artillería. Mack, yo y el soldado corríamos entre los árboles, pero la poca luz no nos dejaba ver muy bien. Debido a esto, al rato, me di cuenta de que Mack no estaba con nosotros. -¿Dónde está Mack?- le pregunté al soldado. -¡Ni idea! ¡Tu sigue corriendo! Al rato llegamos a una llanura situada al lado de la colina. Vimos varias posiciones de artillería, algunas ocupadas, otras quemadas, y otras vacías. Vimos también a Mack, que se dirigía a nosotros desde otro punto de la llanura. Corrimos hacia un puesto de artillería antiaérea y nos colocamos en posición. -¡Mack!- grité entre los sonidos de las explosiones- ¡Ven aquí! -¡Espera!¡Tengo que… Pero no llegó a terminar. De repente el lugar en el que estaba estalló y su cadáver fue lanzado por la explosión. Me quedé paralizado; Mack acababa de morir, y muchos negros pensamientos pasaron por mi cabeza: que yo también iba a morir, que matarían a todos mis compañeros, que acabarían con mi familia… -¡¿Qué haces ahí pasmado?! ¡Vamos, ayúdame!- me dijo el soldado. Volví a la realidad y me agarré al puesto. -¡Tu intenta apuntar, y yo procuraré disparar en el momento oportuno! En ese momento otra explosión acabo con el ultimo puesto de artillería amigo y con sus ocupantes. Varios aviones pasaron sobre nosotros, y pude comprobar que nuestros atacantes eran los japoneses. -¡Son aviones Nakajima de bombardeo!- grité al soldado. Este miró un momento a los aviones para cerciorarse de lo que le había dicho. Entonces me miró y me dijo: -¡Vamos a derribar a esos traidores! Cuando coloqué el cañón en posición (era un 25 Pounder de fabricación británica) el soldado se dispuso a disparar. Al poco logramos alcanzar uno de los aviones japoneses. Recargamos y coloqué el cañón en otra posición. No tardamos en abatir dos aviones más. Sin embargo fallamos varias veces, y la munición no era ilimitada. Continuamos disparando contra los aviones japoneses. Contando los tres primeros, ya habíamos derribado ocho aviones cuando se nos gastó la munición. -¡Genial! ¿Y ahora como salimos de aquí?-dijo mi compañero. De repente un avión japonés se estrelló cerca de nosotros. Miramos arriba y pudimos ver varios cazas estadounidenses abriendo fuego contra ellos. -¡Este me parece un modo de hacerlo! Salimos corriendo hacia los árboles lo más rápido que pudimos. Afortunadamente no fuimos alcanzados. -¡Bien, ahora vayamos hacia el oeste! ¡Allí hay un acantilado en el que se encuentra un búnker de defensa para ataques marítimos! ¡Nos guareceremos, y quizá podamos ayudar! Empezamos a correr hacia el oeste. Aparte de las continuas explosiones y los ruidos de los aviones no encontramos nada, hasta que, ya cerca de la costa, vimos varios aviones japoneses estrellados, y, muy cerca de ellos, tres paracaídas. -No estamos solos- dijo el soldado- Andémonos con ojo. Preparamos nuestros M1 y continuamos avanzando, hasta que vimos a dos japoneses parados, armados con pistolas y hablando. -¿Omo ato karera mitsukeru watashitashi? (¿Crees que nos encontrarán? (Aproximadamente)) -¡Hai! ¡Soko irassharu! (¡Si! ¡Ahí están!(También aproximadamente))- dijo uno de los japoneses señalándonos. Nos habían descubierto. Disparé cuatro veces con el M1, pero fallé y tuve que ponerme a cubierto para salir vivo. Mi compañero también se puso a cubierto. Uno de los japoneses intentó huir, pero él le disparó dos veces y acabo con su vida. Yo disparé otras cuatro veces, sin conseguir alcanzar al otro, que se había puesto a cubierto. Recargué el M1 y apunté. Esperé a que se asomara y disparé tres veces. Esta vez si logré alcanzarle. -Atento-me dijo mi compañero, que ya se había levantado y estaba junto a mi- Por los paracaídas, creo que aún falta uno. No tardamos en confirmarlo. Un disparo golpeó un árbol cercano y pudimos ver a otro japonés al otro lado. Nos echamos cuerpo a tierra y disparé. Le alcancé en la pierna y cayó al suelo. Nos levantamos y nos acercamos a verlo. De repente levantó su arma para disparar, pero mi compañero le disparó rápidamente. Tras esto, continuamos nuestro camino. Al fin llegamos al búnker. Se trataba de una habitación de hormigón. Cuando entramos vimos un desastre: cuatro de los seis cañones de artillería estaban destruidos, y todos los soldados estaban muertos. Sin embargo se oía una voz: -¡Bravo Foxtrot! ¡Bravo Foxtrot! ¿Me recibe? ¡Aquí Alfa Eco! ¡Repito, aquí Alfa Eco! ¿Me recibe? -¡Alfa Eco, aquí Bravo Foxtrot, cambio! -Me alegro de oírle.¿Cuál es la situación por ahí? -Todos los hombres están muertos y solo quedan dos puestos de artillería intactos. Solo quedamos mi compañero y yo. -Identifíquense. -Soldado Tom Powell. -Soldado Mike Richards. -Bien, soldados Powell y Richards, quiero que cojan uno de esos puestos de artillería y disparen contra los aviones que lleguen desde los portaaviones japoneses, y si pueden hundir alguno de esos portaaviones mejor. Déjenles los cruceros a la Armada. ¿Entendido? -Si. -Bien, pues cambio y corto. Tras esto nos colocamos en uno de los puestos de artillería (unos 6 Pounder, también británicos) y comenzamos a disparar. Los aviones abrían fuego al ascender desde la parte baja para pasar el acantilado. Tras derribar tres aviones comenzamos a disparar a uno de los portaaviones. Después de descargar un par de docenas de cartuchos, alcanzamos al barco en la cubierta. -¡Genial, eso impedirá que despeguen más aviones de ese! ¡Vamos a por otro! –grité bastante animado. Descargamos muchos más cartuchos, y al final logramos alcanzar a otro barco en la proa. El barco, muy dañado y en peligro de hundirse si volvía a ser alcanzado, se batió en retirada. Observamos que casi todos los demás barcos también se retiraban, y la mayoría de los que se rezagaban eran hundidos por nuestra flota. Suspiramos, nos dimos la mano, y volvimos al campamento, donde las proezas que habíamos echo, los cazas que habíamos derribado y los barcos que habíamos alcanzado no pasaron inadvertidos. Nosotros y otros héroes de ese día fuimos recibidos con vítores. Sin embargo, no todo fue celebración: después llegó el momento de recoger, identificar y enterrar los cadáveres; más de dos mil soldados americanos. Yo mismo enterré a mi compañero Mack. Y tras ese día, Tom Powell y yo fuimos grandes amigos. Tras acabar esta penosa tarea, nos dieron permiso para descansar y para visitar a nuestras familias. Cuatro camiones nos transportaron a mi y a dos docenas de soldados. Cuando llegué a la ciudad, puede respirar tranquilo: toda mi familia estaba bien. Les di un gran abrazo a cada uno, y ya dentro de casa les conté mi experiencia. Ya de vuelta en el campamento se nos condecoró con una Medalla de Honor por el deber cumplido a mi y a varios compañeros. Aquella era solo una de las primeras aventuras de las muchas que me deparaba el futuro. Aqui están las imágenes: Rifle M1 Garand Artillería 25 Pounder Artillería 6 Pounder Bombardero japonés Nakajima (este es uno pero hay mas tipos de Nakajimas) Denme su opinión. Según lo que digan, seguiré o no seguiré posteando el relato.
Bartoli Publicado 9 de Julio del 2007 Autor Publicado 9 de Julio del 2007 ¡Casi me olvido! No nombre que clase de pistola llevaban los japoneses. Era una pistola semiautomática japonesa clase Tipo 14, utilizada como arma de mano por los japoneses cuando se les gastaba la munición de su arma principal. Pistola japonesa Tipo 14.
Publicaciones recomendadas
Crear una cuenta o conéctate para comentar
Tienes que ser miembro para dejar un comentario
Crear una cuenta
Regístrese para obtener una cuenta nueva en nuestra comunidad. ¡Es fácil!
Registrar una nueva cuentaConectar
¿Ya tienes una cuenta? Conéctate aquí.
Conectar ahora