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R.A.B.

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Todo lo publicado por R.A.B.

  1. Capitulo 10: La confesión de Gilderoy Lockhart Al día siguiente Harry despertó temprano. Junto con Hermione, habían alquilado una pequeña casa para pasar el día. Era un lugar pequeño y bastante sucio, pero siempre estaba disponible para los magos que tenían que visitar gente en San Mungo, debido a que estaba a sólo unas cuadras. Lo primero que hizo Harry fue ir a visitar a Draco, que todavía no reaccionaba. Según el sanador encargado, las cicatrices del ataque las conservaría. El hombre tambien le había dicho a Harry que no murió por muy poco, debido a que había perdido gran cantidad de sangre, y le estaban dando una poción reabastecedora de sangre cada dos horas. Cuando Harry salió de la sala, Hermione le propuso algo. - Harry, creo que deberíamos empezar a buscar los Horrocruxes, con lo de Ginny... y ahora Malfoy, retrasamos mucho... - le comentó su amiga. - Lo sé, intenta averiguar dónde podría haber escondido Voldemort su Horrocrux (recuerda que tiene que ser un lugar significativo para él), yo voy a ir a clases de McGongall y Abeforth, y luego iré a hacer recapacitar a Ron... - Me parece bien... - contestó Hermione. - ¡Ah, Potter! - exclamó McGonagall, cuando Harry la alcanzó en Cabeza de Puerco. - Estoy listo para empezar profesora... - De acuerdo... - dijo la mujer pensativa - Lo primero que debes saber es que el arte de la Transformación es fundamental a la hora de protegerse en una batalla... Harry no la contradijo, pero no veía muy útil en una batalla convertir a un raton en una copa de cristal. Tampoco recordaba que los hechizos que hubieran practicado anteriormente en Transformaciones fueran muy útiles. Lo único que parecía interesante era hacer desaparecer al oponente como hicieron con los caracoles, pero eso sería muy complicado. - Profesora... disculpe si soy grosero pero... ¿Cómo me servirá la Transformación en mi enfrentamiento con Voldemort? - preguntó Harry por fin. McGonagall lo miró sorprendida. - Creí que tú tendrías eso bien claro... - dijo Minerva - A ver... lánzame un maleficio... cualquiera... - ¿Cómo? - exclamó Harry. - Sí, que me ataques... - De acuedo... - dijo Harry algo confundido. Sacó su varita, y con la mirada más seria la agitó y dijo: - ¡Desmaius! Un rayo de luz roja salió despedido de su varita en dirección al pecho de McGonagall. La mujer agitó su varita con total helegancia, y apuntó a una roca que tenía a sus pies. Instantáneamente la roca comenzó a crecer y se convirtió en un muro de piedra que protegió a la mujer del hechizo. Harry quedó mirando muy sorprendido, mientras McGonagall devolvía el muro de piedra a ser una simple roca. Entonces Harry recordó el enfrentamiento que Dumbledore había tenido con Voldemort en el Ministerio. En aquella ocasión, el anciano profesor le había dado vida a las estatuas para que lo protegieran. - ¿Ahora entiendes? - preguntó la mujer. - Sí... - Bien, entremos, Abeforth nos reservó la habitación... Harry ingresó a la taberna. Caminaron sin prestar mucha atención a los pocos clientes que los miraban con mala gana, y subieron a la habitación en la que había trabajado anteriormente. Una vez allí, la profesora McGonagall sacó una estatuilla de una pequeña lechuza de su bolsillo. No medía más de quince centímetros de alto. - Lo primero que te enseñaré será el encantamiento Lifefors - le explicó la profesora - Es un poderoso hechizo que te permite transformar cualquier estatua de una criatura en el animal que representa... - De acuerdo, ¿qué debo hacer? - preguntó Harry. - Mira, este hechizo es magia muy avanzada, y sólo magos adultos que se preparan para Aurors lo estudian... Está muy por arriba del nivel de EXTASIS - le explicó la mujer. - No me importa - De acuedo, hoy traje esta pequeña estatua porque te será más fásil convertirla. Cuando ya domines el hechizo probaremos con estatuas más grandes... - le comentó McGongall - Para realizar este encantamiento deberás estar muy concentrado en lo que quieres hacer. Debes tener la mente optimista y confiar plenamente en lo que quieres hacer. Una vez que cumples éstos requisitos concentrate bien en cúal es el animal, y luego debes decir muy claro "Lifefors" - Entendido... - dijo Harry. Entonces la profesora colocó la estatuilla en el suelo y le pidió a Harry que lo hiciera. Harry se concentró, miró fijo a la pequeña lechuza y pensó "Quiero que te conviertas en una lechuza de verdad", acto seguido murmuró - ¡Lifefors! En la punta de la varita de Harry se produjo un destello de luz esmeralda. A continuación la estatua de la lechuza brilló del mismo color, luego se tumbó, pero siguió siendo de piedra. - No estuvo mal para el primer intento, pero debes realizar un círculo con tu varita cuando pronuncies el conjuro - le explicó la profesora, paró la estatua nuevamente y agregó: - Déjame mostrate... Minerva McGonagall cerró los ojos, los volvió a abrir, y su mirada había cambiado totalmente. Tenía los ojos fijos en la estatua y estaba muy concentrada. Dibujó un círculo invisible en el aire, y cuando lo iba a cerrar agitó su varita, mientras pronunciaba "Lifefors". La estatua brilló de color esmeralda, y cuando el brillo desapareció ya era una lechuza de verdad, pequeña y color marrón. La mujer movió su varita, y la lechuza siguió sus movimientos. Luego, la profesora murmuró otras palabras rápidamente, y la lechuza volvió a ser de piedra. - Ahora ya sabes... Intenta de nuevo... - Sí... - Harry se concentró, intentó quitar todos los pensamientos de su cabeza, y luego confió plenamente en que la estatua tomaría vida, tal cual lo había hecho con McGonagall. Describió un círculo con la varita, al tiempo que pronunciaba: - ¡¡Lifefors!! Hubo otro destello de luz verde. La estatua comenzó a temblar, y luego se volcó nuevamente, sin cambiar su aspecto. - Vas mejorando... - dijo McGongall al tiempo que recogía la estatua y se la mostraba a Harry. El cuerpo de la estatua seguía siendo de piedra, pero sus alas, eran color marrón, con plumas y aleteaban desesperadamente. Una hora más tarde, Harry consiguió dominar el encantamiento. McGonagall le pidió que practicara un poco para la próxima vez. Tambien le enseñó el contraembrujo, para devolver a la estatua a su forma original. Cuando la mujer se retiró de la habitación, en ella entró Abeforth Dumbledore, con su habitual cara de mal humor. Miró a Harry, y entonces volvió a sonreir. - Harry, hoy te enseñaré un hechizo que inventó mi hermano. Es magia muy avanzada y difícil de hacer, pero estoy seguro que tú la dominarás. Es un hechizo que detiene el tiempo en el ambiente en el que estés. Por ejemplo, si yo realizo ese hechizo aquí, todas las personas que se encuentren, quedarán como paralizadas por unos segundos, mientras yo podré huir o embrujarlos... - De acuedo... - Lo que debes hacer es librar tu mente de todo pensamiento y emosión, y pensar "Zyraps" - le explicó Abeforth - Recueda muy bien que es un hechizo "no verbal", de modo que si lo pronuncias tendrás resultados desastrozos... - Está bien... - Harry se concentró. Intentó no pensar en nada, agitó su varita y en su interior dijo: "¡Zyraps!. Harry se quedó mirando. No había sucedido nada. - Haber, observame como lo hago... - dijo Abeforth. El hombre agitó su varita. Harry vió un rayo de luz plateado, que desapareció con la misma rapides que apareció. Pero tambien se dió cuenta que Abeforth ya no estaba, y que todo el piso estaba cubierto de un polvo brillante y color plata. - ¿Sorprendido? - preguntó Abeforth que se encontraba en un rincón de la habitación - Para lo que a ti fue un segundo, para mi fueron diez. Mientras mi hechizo era despedido, yo pude caminar hasta aquí, mientras tú seguías inmovil. Tu cerebro dejó de funcionar en esos segundos, y volvió a funcionar como si no hubiera pasado nada. Comprenderás que diez segundos de ventaja sobre tu enemigo podrían ser una vida... - Este hechizo... - dijo Harry tratando de recordar cuando lo había visto. - Bueno dejémos de hablar y practiquemos... - ¡Harry! - exclamó Hermione, cuando el joven se sentó a su lado en la sala de espera del Hospital San Mungo - Te ves muy mal... - Sólo estoy un poco agotado... - dijo Harry que tenía un hambre terrible, y estaba que se caía dormido. - Estube averiguando sobre los Horrocruxes... y sobre R.A.B. - le comentó la muchacha. - ¿Y encontraste algo? - No, pero tengo una sospecha... - le comentó, y le pasó a Harry un libro que estaba bastante maltratado. - Esto es... - dijo Harry buscando el título - ¿Travesías con los Monstruos de Gilderoy Lockhart? - preguntó sorprendio al ver su autor - Sabes que los libros de Lockhart no los escribió él... - No es eso... - dijo Hermione, le sacó el libro de las manos, y lo abrió en donde tenía una marca. Luego se lo pasó a Harry y dijo que leyera. Harry lo hizo. ...habían recibido la información de que los habitantes de un viejo orfanato muggle no podían dormir por las noches, por unos rugidos aterradores y un calentamiento del suelo (sólo en el orfanato). Entonces el Ministerio me asignó a mi, Gilderoy Lockhart, la misión de investigar qué estaba sucediendo. Me dirigí al orfanato. Dormí un día allí, y comprobé que lo que decían las personas era cierto. Busqué todo el día la fuente del problema, entonces encontré la entrada a un túnel subterráneo. Lo recorrí y al final de ese enome túnel de techos muy altos me encontré con dos gigantescos dragones. Luché durante horas, hasta que logré que se mataran entre ellos. Muy malherido subí de nuevo a la tierra. Debido a que le problema fue solucionado el Ministerio de la Magia le borró la mente a esas personas, y luego me concedió la Orden de Merlín tercera clase, por mis servicios... - No le veo nada raro a ese fragmento, y además sabes que eso no lo hizo realmente Lockhart... - comentó Harry. - ¡Ya sé que no lo hizo Gilderoy, pero lee más detenidamente! - Harry releyó el fragmento, entonces el dió un vuelco el corazón. - Un orfanato muggle... túnel subterráneo... dragones... - Harry respiraba entrecortadamente. - ¿Entiendes? - preguntó la muchacha, al ver la cara de sorpresa de Harry añadió - ¿Qué tal si ese orfanato fue en le que vivía Voldemort?... Sería un lugar adecuado para guardar su Horrocrux. Lo guardó bajo tierra y puso dos dragones para que custodiaran una entrada que selló con magia. Por eso Lockhart sólo encontró los dragones... - Puede ser, pero recuerda que no fue Lockahart el que realizó la travesía... - comentó Harry - Y si fuera así, tendríamos que preguntarle cómo entró a ese túnel... - ¡Pues vamos! - dijo Hermione. - ¿A donde? - preguntó Harry confundido. - A ver a Lockhart, u olvidas que está aquí en San Mungo... - ¡Es cierto! Los amigos se dirigieron a la escalera y subieron al cuarto piso. Buscaron las sala en la que anteriormente habían encontrado a Lockhart, y una vez allí entraron con el permiso de la sanadora. Para su suerte, un hombre alto, de pelo rubio y ondulado, con ojos celestes y una reluciente sonrisa los saludó unas camas más allá. - ¡Chicos vinieron a visitarme! - exclamó Gilderoy muy contento mientras les estrechaba la mano. - ¿Cómo está profesor? - preguntó Harry de bueno humor. - Muy bien ¿y tú Harry? - preguntó el hombre. - Bien... Vinimos con Hermione a preguntarle una cosita... - ¿Quién es Hermione? - preguntó de pronto. - Ella... - dijo Harry señalando a su amiga. - ¡Ah hola, un placer conocerte! - exclamó el hombre - ¿Quieres un autógrafo? - No gracias profesor... - ¿Profesor? - preguntó Lockhart - ¿Te refieres a mi? - Sí, no se acuerda cuando nos dió clases en Hogwarts... - le comentó Harry. - Ah sí... - exclamó el hombre con tono soñador - Y díganme... ¿Ya curaron a la gata petrificada? - Oh sí... - comentó Harry contento al ver que el hombre recordaba. - Profesor... - dijo de pronto Hermione - Estaba leyendo uno de sus libros y me preguntaba si ustéd podría decirme... cómo encontró el lugar que menciona en el libro... - Disculpa... ¿Te conosco? - preguntó Lockhart. - ¿Profesor recuerda éste libro? - preguntó Harry mostrándoselo. - ¡Ah sí, cuenta las travesías de Ernesto Vide como si las hubiera hecho yo...! - comentó Lockhart. Harry abrió bien grande los ojos. - ¿Sabe cómo mató a los dragones? - Eh... ¿Quién me dijiste que eras? - preguntó a Harry. - No nada, olvídelo... ya nos vamos... Entonces Harry salió de la habitación seguido por Hermione. - ¿Crees que dijo la verdad? - preguntó Hermione. - Sí, está completamente loco, pero sabe lo que dice. Ahora me aseguraré de investigar quien es Vide y dónde se encuentra... - le dijo Harry. - Yo te ayudaré, pero creo que será mejor que le avisemos a Ron... - Tienes razón, ahora mismo voy... Y dicho ésto, Harry desapareció. Hizo un largo un perturbante viaje. Cuando volvió a abrir los ojos, se encontraba enfrente de... ¿La Madriguera? El corazón de Harry comenzó a latir a toda velocidad, su cuerpo comenzó a sudar a lo loco, y cayó de rodillas al suelo. Delante de él había una gran casa en llamas, y sobre la casa... la Marca Tenebrosa...
  2. He de comunicar que mi hermana tardará en escribir, pues se ha ido de intercambio a italia una quincena. Disculpen las molestias...
  3. Capitulo 9: La preparación Los días siguientes, Harry se la pasó vigilando la sala de Malfoy, pensando en Ron, en Ginny, y en cómo haría para matar a Voldemort sin varita. El joven se sentía destrozado, había perdido la amistad de su amigo, y para empeorar las cosas Hermione permanecía callada y comía muy poco. Llegó el 1º de Septiembre y Harry se imaginó que él estaría camino a Hogwarts de no ser por esos malditos Horrocruxes. Cuando se hizo la tarde, Harry pensó que debían empezar a aclarar algunas cosas, o ponerse en marcha. - Hermione... - la llamó, mientras la muchacha terminaba su café. - ¿Qué? - preguntó Hermione apenada, con la mirada perdida. - Hay que superar esto, no puedes seguir así, y yo tampoco... - comentó Harry. - No me siento bien... - Pues tendrás que mejorarte, o hacerte a un lado, porque hoy es el último día que me quedo aquí - confirmó Harry mirando severo a su deprimida amiga. - No encontrarás los Horrocruxes... no tienes ni varita. Además, deven estar muy bien protegidos, y si llegaras a destruirlos... él te mataría... - dijo la joven, hizo una pausa, mientras Harry la miraba sorprendido por su actitud - El destino del mundo está sellado, no vale la pena vivir... - Sabes, nunca pensé que oiría esas palabras salir de tu boca. Tal vez me equiboqué contigo, tal vez hasta el Sombrero Seleccionador se equibocó contigo... "Me desepsionaste Hermione, yo creí que eras una persona fuerte, valiente y que luchaba por lo que estaba bien, sin mencionar que eras una gran amiga, pero al parecer ese era sólo un disfraz... - Lo lamento Harry, si quieres yo me ocuparé de vigilar que no le hagan daño a Malfoy, pero ya no tiene sentido... - contestó la chica mirando al piso. - De acuerdo, me voy a tomar aire... Harry salió del hospital, y comenzó a caminar por la calle, estaba destruido. Ya no tenía ni un amigo que lo respaldara. Anteriormente le hubiera gustado hacer ese trabajo sólo, pero ahora, se daba cuenta que sin sus amigos no podría hacer nada. Harry caminó sin rumbo durante una larga hora, hasta que se sentó sobre el cordón de una calle para pensar. Mientras pensaba qué diablos podría hacer para encontrar los Horrocruxes, una gran lechuza blanca, con unos relucientes ojos amarillos se posó a su lado. Tenía un cierto parecido a Hedwig, pero ésta era más grande y majestuosa. Harry notó que tenía un sobre en el pico. Se lo retiró y leyo: "Para el señor H.J.Potter". Harry sacó el trozo de pergamino que tenía en el interior y leyó detenidamente. Estimado señor Potter: Quería informarle que ha sido convocado para la prueba de buscador del equipo nacional de Quidditch de Inglaterra. Recientemente hemos recibido una información sobre su gran habilidad de vuelo, sin mencionar los interminables partidos que ha ganado. Por este motivo nos complacería que se presentara el 20 de Septiembre a la prueba del buscador. Atentamente: Percilius Vobsky Entrenador del equipo nacional de Quidditch de Inglaterra Harry leyó la carta una vez más y no pudo creer lo que decía. ¡Había sido citado para formar parte del equipo nacinal!. Pero Harry tenía muy en claro que no podía dejar de lado su misión. Trató de imaginarse si Voldemort no estubiera con vida, llendo a una practica con los mejores jugadores de Quidditch. Se preguntó quien le habría pasado el dato de lo buen jugador que era Harry, pero no le importó tanto. El joven se puso de pie para regresar al hospital, y del bolsillo de su pantalón se calló algo blanco y de madera. Harry apreció la antigua varita de Dumbledore allí en el suelo. Aunque estaba astillada y vieja, era realmente hermosa. Su mango como el de una espada y con puntos en oro realmente lo atraía. Harry la tomó para probarla, y tuvo una extraña sensación. Apenas tomó la varita, ésta comenzó a calentarse, y de su punta desprendió chispas rojas. El viento comenzó a soplar más fuerte, y Harry tuvo una sensación de calor y satisfacción que el recorría el cuerpo. La vieja varita de Dumbledore lo había elegido. El joven sin poder creer lo que veía agitó su varita y dijo: "Reducto". Un rayo de luz roja salió a toda velocidad de la varita de Harry, y se estrelló con el cordón de la calle, destruyendo gran parte. Harry quedó anonado, al parecer esa varita potenciaba más que la anterior sus poderes mágicos. Sin poder contener la alegría guardó su nueva varita y corrió a contárselo a Hermione. Cuando llegó al hospital la joven estaba sentada frente a la sala de Malfoy. - ¡Hermione no vas a creer lo que me pasó! - ¿Qué pasó? - preguntó la muchacha deprimida y sin mostrar interes. - La varita de Dumbledore, la que era un Horrocrux, me eligió para que la utilice... - comentó Harry que un poco más y saltaba de alegría. - Que bueno... - contestó Hermione sin ánimo. - Hermione... ya es hora que superes lo que pasó... - contestó Harry poniendose más serio. - ¡No, Ron me odia, y yo soy una imbécil! - ¡Ya para con eso, me tienes arto! - gritó Harry apagando la voz de Hermione - ¡Si Ron decide ser un estúpido y no te quiere ver supéralo, no puedes vivir toda la vida adentrada en tus pensamientos y como una zombie sólo porque Ron te rechazó! La chica abrió la boca para discutir, pero la cerró al instante, se quedó callada y comenzó a llorar en silencio. Harry tenía razón, no podía vivir pendiente de Ron, debía superarlo y ayudar a Harry que había estado a su lado siempre. Hermione secó sus lágrimas lentamente, y luego dijo: - Gracias, necesitaba que me griten... - De nada... - dijo Harry, y abrazó a su amiga. - Perdona Harry, te prometo que te ayudaré de ahora en más y dejaré de comportarme como una idiota Mientras los amigos se separaban, y Harry le contaba emosionado lo que había sucedido, de las pruebas del buscador, de la varita, y algunas cosas más, la profesora McGonagall irrumpió en el pasillo. Harry la miró con la boca abierta. Tenía una expresión muy severa, y tras sus anteojos, sus ojos transmitían total enfado. - ¡Potter, Granger! - gruñó la mujer mientras caminaba hacia ellos - ¿Por qué no fueron al colegio? - Ya se lo expliqué profesora, no volveré, destruiré a Voldemort y todos viviremos felices... - Harry... - dijo la profesora bajando su tono de voz, y mostrándose mucho mas amable - Debes comprender que Voldemort es muy poderoso, y tú no haz terminado ni los estudios... - ¡No, es usted la que no comprende! - saltó Harry furioso. Desde que Snape lo había humillado por segunda vez no podía tolerar que le dijeran que no podría con Voldemort - ¡La profecía que intentaba robar Voldemort hace dos años, decía que yo debería matar a Voldemort o morir en sus manos, y tambien decía que yo soy el único con poder para matarlo! La profesora se quedó con la boca abierta, no podía creer lo que le había revelado Harry. Por más que ella suponía algo así, que se lo confirmaran de esa manera era muy duro. - Pensé que si te citaban para la prueba de buscadores olvidarías todo esto y regresarías a Hogwarts... pero no... - comentó la mujer mayor, mientras Harry la miraba con el ceño fruncido - Potter, no me dejas otra opsion... - ¿Qué nos hará...?¿Obligarnos por la fuerza a volver a Hogwarts? - preguntó Harry con una risa irónica. - No... te entrenaré... - ¿Cómo? - preguntó Harry sin dar crédito sus oídos. - Como escuchaste... te enseñaré las artes más dificil de la transformación, y hablaré a un amigo para que te enseñe los maleficios y contraembrujos más poderosos... - ¿Usted está hablando enserio? - Por supuesto, si tu quieres luchar con Voldemort deberás estar preparado... - ¡Gracias! - saltó Harry y de un impulso abrazó a McGonagall. - No me agradescas, te veo en dos horas en Hogsmeade... - De acuerdo... Tras estas palabras, McGonagall abandonó el hospital, y dejó a Harry muy emosionado y a Hermione con la boca abierta sin poder articular una palabra. Harry caminaba por las calles de Hogsmeade buscando a McGongall. El pueblo estaba desierto, y tras unos minutos, la encontró parada con un hombre en la entrada de Cabeza de Puerco. Se dirigió allí. - Harry, hoy no podré enseñarte yo, pero lo hará él... - comentó la profesora. El hombre que tenía al lado tenía una mirada severa, el pelo plateado y largo, que se le unía a una larga barba. A Harry le pareció detectarle un extraño olor a cabra, y a juzgar por su atuendo sucio y andrajoso, se dió cuenta que era el camarero de la taberna. El muchacho miró con cara de confución a McGonagall... ¿Acaso la mujer se había vuelto loca?¿Desde cuando un mal humorado camarero era experto en Defensa contra las Artes Oscuras? La profesora le sonrió a Harry, y comenzó a caminar hacia Hogwarts, dejándolo allí plantado. Harry miró el rostro del hombre, algo en él le resultaba familiar, parecido a otra persona. El hombre lo miró con su habitual cara de mal humor, y luego de recorrer a Harry con la mirada, se posó en su cicatriz y sonrió. - Bueno... ¿Quieres comenzar? - preguntó amablemente, algo muy raro en esa persona. Harry asintió - Sígueme El hombre lo hizo entrar al bar, lo condujo hasta las escaleras, y luego subieron a una habitación vacía. Era un dormitorio bastante espacioso, pero estaba lleno de polvo, y la única cama que había, estaba desarmada y manchada con barro en un rincón. Harry se preguntó que harían allí. - Bueno antes que nada debo presentarme... - dijo el hombre y le dedicó una sonrisa - Me llamo Abeforth... - Yo... soy Harry Potter... - dijo Harry, que intentaba recordar donde había oído ese nombre antes. - Sí, eso ya lo sabía - dijo el hombre, que se mostraba de buen humor - ¿Sabes quien soy yo? - ¿El camarero de la taberna? - preguntó Harry. El hombre rió suavemente y luego contestó: - Sí, pero además soy... - hizo una pausa y miró fijo a Harry - ...el hermano de Albus Dumbledore. Harry lo quedó mirando. Por un momento pensó que el hombre le estaba jugando una broma, pero entonces recordó la fotografía que anteriormente le había mostrado Moody. En la fotografía aparecían los miembros de la antigua Orden del Fénix, y entre ellos había aprecido aquel hombre; el ex-Auror le había comentado que era el hermano de Dumbledore y se llamaba Abeforth. El corazón de Harry comenzó a ascelerarse, y empezó a respirar entrecortadamente. - Veo que mi hermanito no te mencionó nunca que existía... - le dijo con una sonrisa. - ¿Qué... me enseñará? - preguntó Harry aturdido por la reciente revelación. - Te enseñaré a aprovechar tus poderes mágicos... y además un par de hechizos útiles... - De acuerdo - dijo Harry y se puso más serio. - Primero que nada quiero que aprendas a realizar hechizos "no verbales", esa es una clave fundamental para que el oponente no descubra tu hechizo a tiempo, o de lo contrario tendría una ventaja sobre ti... - le comentó Abeforth. - Yo se hacerlos... - comentó Harry, pero al ver que el hombre lo miraba sonriendo agregó: - Algunos... - Sí, tu dominas algo muy básico, pero no los aplicas en batalla... debes aprender a luchar con la boca cerrada y la mente abierta y libre de emosiones... - esas palabras le ocasionaron una punzada en la cabeza a Harry, y odiaba admitir que Snape tenía razón. Al ver la cara de Harry el hombre añadió: - No te preocupes, en poco tiempo aprenderás a batirte sin necesidad de hablar... sé que lo superaras... - Sí... - contestó Harry y volvió a la realidad dejando de pensar en Snape. - Pensé que lo mejor sería que primero practiquemos un duelo con el encantamiento de desarme... - comentó el hombre, Harry asintió. Abeforth sacó su varita y se puso en posición de batalla. Harry hizo lo mismo y se dirigió unos pasos más atrás para tener más distancia. Cuando el joven levantó su varita, el hombre la miró con total asombro y desconsierto, luego esbozó una sonrisa. - Cuando cuente tres. Uno... dos... ¡tres! Harry agitó su nueva varita y pensó: "Expelliarmus". Un pequeño rayo de luz roja salió despedido de la varita, pero debido a que fue muy débil y lento, Abeforth lo evadió sin problemas. Luego, con una velocidad envidiable agitó su varita, y Harry cayó al suelo sentado y sin varita. - Veo que aún no dominas bien los hechizos "no verbales"... Concentrémonos en eso... - ¿Qué tal te fue en tu primera clase? - preguntó Hermione cuando Harry se sentó a su lado en el hospital San Mungo. - Estuvo bien, pero hay algo importante que debo decirte... Harry estuvo unos diez minutos comentándole a Hermione todo sobre Abeforth, su parentesco con el profesor Dumbledore. La chica (que ahora estaba más animada y de buen humor) se mostró muy sorprendida y emosionada. - ¿Crees que él sepa algo de los Horrocruxes? - preguntó Hermione. - No lo sé, pero de lo que estoy seguro es que tiene la sangre de Dumbledore... ¡No sabes la velocidad y la habilidad que tiene para realizar hechizos! - comentó Harry. - ¿Y por qué habrá estado todo ese tiempo en una mugrosa taberna cuando podría estar realizando trabajos para la Orden? - preguntó Hermione. - Yo pienso que está de espía... Dumbledore me contó que el camarero de Cabeza de Puerco expulsó a Snape cuando intentaba escuchar la profecía, además cuando en ese recuerdo Voldemort le pidió el puesto de profesor, Dumbledore conocía a todas las personas que se reunieron con él en Cabeza de Puerco, y sólo se limitó a decirle que "se llevaba bien con los camareros del pueblo". Además Moody me dijo que era un tipo extraño y que no se lo veía muy seguido... - Tal vez estaba averiguando algo que nadie más sabía... - comentó la chica. Harry estaba a punto de asentir, cuando una idea le sacudió la cabeza. - ¡Los Horrocruxes! - saltó - Eso estaba buscando en el pasado, por eso no se presentaba mucho, estoy seguro que Dumbledore le había asignado esa misión. Pero el año anterior dejó de hacerlo porque lo hizo Dumbledore para enseñarme a mi... - Eso concuerda... podría ser... - comentó Hermione. - Mañana veré a McGonagall por la tarde, y luego a Abeforth, entonces se lo preguntaré...
  4. Tú lo has querido XD No, en serio. si el capitulo anterior te dejo con ganas veras este !! Capitulo 8: Adios Ron Mientras Harry permanecía tirado en el suelo, apreciando la varita que apuntaba a su pecho, Ron se batía con su Mortífago. El hombre que luchaba con él, no paraba de lanzarle maleficios, y Ron saltaba, se arrastraba y rodaba para evadirlos, sin la mínima oportunidad de contraatacar. Pero en un intento de arrojárse al piso para evadir un rayo luminoso, Ron quedó desprotegido, y en la misma situación que Harry (sólo que Ron tenía varita). - Despídete tonto... - gruñó el Mortífago. Levantó su varita, y un grito desgarrador lo hizo desconsentrarse. Ron no desperdició la oportunidad y dijo: - Expelliarmus La varita del Mortífago saltó por los aires, y éste quedó completamente desprotegido. Ron se paró de golpe, y murmuró: "Petrificus Totalus". El Mortífago que tenía enfrente se puso recto, y calló como una tabla al suelo. El pelirojo giró la cabeza, y se dió cuenta que ese grito provenía de Hermione. El otro Mortífago la estaba torturando. Ron se apresuró a alcanzarlo, y lo desarmó. Luego Hermione lo inmovilizó. Ron se dirigió hacia ella y la ayudó a levantarse. - ¿Estás bien Hermione? - Sí... Pero ayuda a Harry... Entonces Ron se dió cuenta de la situación de su amigo, y comenzó a correr hacia ellos. Snape lo advirtió, y levantó una barrera invisible que Ron no pudo atravesar. - ¡Déjalo en paz cobarde! - gritó Ron golpeando la barrera. - ¡No me llames cobarde Weasley! - gruñó Snape furioso, y se dió vuelta para mirar a Harry - No sabes lo bien que se está portando tu "amiguita" con mi señor... - ¡Cállate! - bramó Harry. Ese deseo de destrucción y odio volvió a arder en su pecho. Y tal como había sucedido antes, el suelo comenzó a temblar. - Vaya Potter... No pensé que eras capáz de esto... - dijo Snape, haciendo equilibrio para que el temblor no lo tirase al suelo. Entonces Harry se dió cuenta que estaba haciendo magia sin varita. Lo mismo había sucedido cuando infló a tía Marge, cuando hizo que el vidrio del zoológico desapareciera, cuando hizo crecer su pelo a gran velocidad, cuando destruyó las cosas en La Madriguera... Harry se dió cuenta que estaba haciendo perdiendo el control de su magia. Cerró los ojos y se concentró al máximo. "Debo controlarme... debo hacerlo", pensaba Harry. Estiró su mano derecha y dijo: - Accio varita - pero su varita permaneció donde estaba, y el temblor no cesaba. Harry se concentró y pensó únicamente en su varita saltando a su mano. Tenía que hacerlo... - ¡Accio varita! Como si su mano fuera un imán, la varita de Harry (que estaba a unos cuantos metros), se dirigió a él. El jóven se puso de pie instantáneamente, y el temblor se detuvo. Harry apuntó a Snape que lo miraba con cara de asombro. - Parece que te subestimé Potter... Nunca pensé que eras capáz de hacer magia sin varita... - Pues parece que se equivocaba - dijo Harry con odio - Impedi... Snape levantó su varita, y Harry cayó de espaldas al suelo, y se levantó nuevamente. - Petrificus... Severus volvió a agitar su varita, y Harry voló por los aires, cayendo sentado al suelo. Algo era seguro, no tendría oportunidad con Snape si el seguía así. Snape era muy superior a él. - ¿Lo entiendes Potter? - ¿A qué se refiere? - Nunca podrás vencer a un mago de mi talla... No estás preparado para batirte con Mortífagos ni mucho menos con el Señor Tenebroso... - ¡Eso es mentira! - gritó Harry, pero cuando se disponía a atacar, Snape lo lanzó al suelo nuevamente. - Debes comprender algo, mientras no fortalescas tu mente, tus poderes mágicos quedaran muy limitados... - ¡Cállese! - bramó Harry furioso, no quería admitirlo, pero Snape tenía razón. - Tal vez nos volvamos a ver Potter... Pero si sigues así, la próxima vez no tendré tanta compación... - ¿A qué se refiere? - Ya debo irme, vine a recuperar el Horrocrux, pero al parecer ya lo destruiste... - Harry lo quedó mirando con asombro, y al parecer el hombre se dió cuenta y le explicó: - Nunca fuiste bueno en Oclumancia... - ¡No se vaya pelee! - le exigió Harry furioso. - No tendrías oportunidad, y no tengo asignado matarte... - Snape se puso su capucha para tapar parte de su rostro y luego agregó: - Por cierto... En las afueras del pueblo, a las orillas del río hay alguien que necesita tu ayuda... Y dicho ésto, Snape giró sobre sus talones y desapareció de vista, levantando la barrera invisible que había creado. Ron y Hermione corrieron hasta Harry. La muchacha lo abrazó con fuerzas, y Ron lo miró preocupado. - ¿Te encuentras bien? - Sí - respondió Harry, estaba lleno de ira, era la segunda vez que se enfrentaba al asesino de Dumbledore, y ni siquiera había podido tocarlo, y para empeorar las cosas, éste le enseñaba cómo debía luchar. - ¿Qué habrá querido decir Snape? - preguntó Hermione. - ¿A qué te refieres? - preguntó Ron. - Con eso que dijo: "En las afueras del pueblo, a las orillas del río hay alguien que necesita tu ayuda"... ¿Será Ginny? Entonces Harry dejó su ira de lado, y se dispuso a buscar a quien dijo Snape. - ¡Vamos! - exclamó el joven, comenzó a correr, pero entonces se oyó: - Expelliarmus - la varita de Harry saltó por los aires, y la misma voz volvió a hablar - Accio Varita La varita de Harry voló por el aire, y se posó en la mano del Mortífago que Hermione había inmovilizado hacía unos minutos. El Mortífago apuntó a Harry y dijo: - Suelten sus varitas o lo mato... - Ni lo sueñes... somos dos contra uno... - contestó Ron levantando su varita. - ¡No seas ingenuo, ustedes dos no podrán conmigo! - dijo el hombre encapuchado riendo a carcajadas. - ¡Expelliarmus! - gritó Ron, un rayo de luz roja salió despedido de su varita, pero antes de golpeara al Mortífago, éste creó el encantamiento escudo, y el hechizo rebotó, despojando a Ron de su varita. - Ahora niña... baja tu varita... - Está bien... - dijo Hermione, se agachó para dejar su varita, pero entonces, sin mencionar una palabra la agitó, y el Mortífago salió despedido hacia atrás. - ¿Cómo te atreves? - bramó el hombre poniendose de pie nuevamente, agitó su varita, y un rayo de luz roja salió despedido como una flecha. Golpeó a Hermione en el pecho, y ésta calló al suelo inconsciente. - ¡Hermione! - gritó Harry, y cuando iba a socorrer a su amiga, el Mortífago se lo impidió. - Esto me gusta Potter... tú sólo y sin varita, desprotegido y listo para morir a manos del Señor de las Tinieblas... - hizo una pausa, y con los ojos soñadores añadió - Imagina cómo me recompensará... - ¡Devuelve la varita de Harry! - bramó Ron, y se abalanzó sobre el Mortífago. Pero el hombre, agitó su varita, y Ron voló por los aires, y se estrelló con la pared donde terminaba el callejón. - Si esto es lo que causa tantos problemas... - dijo y con una sonrisa de satisfacción apoyó la varita de Harry en el suelo. Por un momento Harry pensó en atraparla, pero sería inutil. Entonces el Mortífago miró a Harry y dijo: ¡Incendio! La varita de Harry comenzó a arder en llamas, y el joven pensó que su alma abandonaba su cuerpo y que todo lo que habían luchado sería completamente en vano. Harry cayó de rodillas llorando, mientras miraba como el fuego se apoderaba por completo de su varita. Pasaron unos momentos, y el fuego se extinguió. Primero Harry no quizo mirar, pero luego, al oír al Mortífago gritar de odio levantó la vista. Su varita seguía allí en el suelo, con la madera ennegrecida, pero seguía intacta. - ¿Cómo es posible? - preguntó el Mortífago atontado. - ¡Por supuesto, mi varita tiene una pluma de fénix, por lo tanto los poderes mágicos del fénix la protegen del fuego! - exclamó Harry emosionado. - Entonces no me dejas otra opsión... Reducto - el maleficio salió despedido a toda velocidad e impactó en la varita de Harry. El joven miró preocupado, pero para su alivio, la varita seguía sana y salva. - No podrás con ella... - dijo Harry sonriendo. - ¿Ah no? - el Mortífago tomó la varita del suelo, la sujetó con las dos manos, y llevándola con fuerzas hacia abajo, le dió un rodillaso. Sonó un fuerte "Crack", y la varita de Harry se partió en dos. - ¡NOOOO! - gritó el joven desesperado. Su varita, la que tanto apreciaba, la que lo había ayudado a escapar de Voldemort y sus Mortífagos... estaba destruida y ya no serviría. - Listo, nunca más volverás a poner en peligro a mi señor... - dijo el Mortífago, tiró los dos pedazos de madera al suelo, y levantó su propia varita hacia Harry - Ahora despidete... - ¡¡Expelliarmus!! El Mortífago salió despedido hacia atrás, perdiendo su varita, y calléndo sentado al suelo. Ron se acercó con su varita en mano, y cojeando con un pie. Le apuntó al Mortífago y luego dijo: "Petrificus Totalus". Las extremidades del hombre se pegaron a su cuerpo y éste quedó completamente rígido y sin poder moverse. - Eso es por Hermione - dijo Ron furioso. El muchacho pelirojo se dirigió al cuerpo inerte de su amiga y murmuró: "Rennervate". Hermione reaccionó al instante algo sobresaltada. Ron la ayudo a ponerse de pie, y luego ambos alcanzaron a Harry. El muchacho seguía de rodillas, mirando los trozos de su varita. - ¿Estás bien Harry? - preguntó su amiga, que caminaba apoyada en el cuerpo de Ron. Su amigo negó con la cabeza. - Vamos Harry, ya compraremos otra varita... - lo consoló su amigo. - ¡No! ¡No quiero otra varita, yo quería esa, ésa era especial! - gritó Harry que no se movía de su lugar. - Sabemos que te gustaba esa varita, pero... - Hermione no pudo terminar, que Harry se había puesto de pie de un salto y comenzó a gritar. - ¡Esa varita tenía una pluma de Fawkes, era mi último recuerdo de Dumbledore! - Harry... vamos a las afueras del pueblo, tal vez encontremos algo... - le propuso su amiga, y Harry recordó las palabras de Snape. El chico comenzó a correr, y sus dos amigos lo siguieron. Hermione iba unos pasos detrás de Harry, pero Ron le costaba mucho seguirles el paso, debido a que su pierna estaba malherida. Harry corría sin mirar atrás. No pensaba en nada, salvo que la persona que necesitara su ayuda sea Ginny. En sólo unos minutos, llegó a las afueras del pueblo. A sólos unos metros de allí, se extendía un pequeño riachuelo, a las orillas de éste, tendido sobre la hierba, había un cuerpo inerte y bañado en sangre. Harry se desesperó, y corrió hacia allí. Se arrodilló a su lado, y para su desepsión, vió que el cuerpo era de Draco Malfoy. El joven de cara pálida y cabello rubio, tenía un profundo tajo en la frente del que chorreaba mucha sangre. En el pecho, tambien debía tener un corte, debido a que su túnica estaba bañada en sangre. Harry dudó un momento... ¿Acaso debía ayudarlo?... Algo en su interior le decía que no podía dejarlo ahí tirado, pero otra parte le decía: "Por su culpa Dumbledore murió... él entró a los Mortífagos". El joven se puso de pie, dispuesto a dejarlo ahí tirado, y entonces llegaron Ron y Hermione. Ambos se sorprendieron al ver a Malfoy tendido en el suelo. - ¡Harry debemos hacer algo! - dijo Hermione horrorizada por lo que veía. - Déjalo que se pudra... - dijo Harry sin mostrar una pizca de piedad. - No podemos hacer eso... no podemos dejar que muera así... - insistió su amiga. - Hermione, estoy de acuerdo con Harry. Él es un Mortífago, y él fue el que ingresó Mortífagos al colegio, sin mencionar que alertó al Innombrable de que Harry salía con mi hermana... En ese momento Harry recordó la nota que había dejado Percy al llevarse a Ginny. Malfoy le había advertido, y por su culpa Ginny podía estar sufriendo toda clase de torturas. Mientras Harry pensaba en todas las cosas malas que había hecho Malfoy, una voz seca, débil y temblorosa habló: - A-ayu... da... - Draco estaba respirando con mucha dificultad y muy ruidosamente. Harry al ver que estaba consiente se arrodilló a su lado, lo miró a sus grises ojos y le metió un puñetazo en la nariz, al tiempo que Hermione soltaba un grito de asombro. - Eso es por lo que está pasando Ginny... - dijo Harry. Ron rió por lo bajo y disfrutó tanto como Harry, pero en cambio Hermione se sentó al lado del chico ensangrentado. - No podemos dejarlo, Harry... Estás siendo tan perverso como Vo-Voldemort... - Bien merecido se lo tiene... - Y-yo... n-necesito... a-ayuda... - tartamudeó Draco, haciendo un esfuerzo terrible por hablar. - Si que la necesitas, pero no la tendrás - dijo Harry enfadado. - S-sé d-donde... está... Harry que se estaba dando vuelta para marcharse, se detuvo en seco, tomó a Malfoy por los hombros y lo sacudió. El chico rubio escupió sangre y gimió de dolor. - ¡¿Sabes donde está Ginny?! - preguntó Harry sarandeandolo. Malfoy asintió. Harry lo depositó en la húmeda hierba, y se puso a pensar. Recordó aquella vez que Snape había curado a Malfoy, era un hechizo similar a una canción muy pegajoza. - ¿Qué haremos Harry? - preguntó Ron que miraba preocupado a Draco. - Dáme tu varita - exigió Harry. El pelirojo le dió su varita a Harry, y éste empezó a murmurar un verso, al tiempo que pasaba la varita de ron sobre la frente de Malfoy. Esperó, y en un segundo, la herida de Malfoy cedió un poco. - ¡Sigue así Harry! - dijo Hermione con asombro mirando a Malfoy. Harry repitió el hechizo cuatro veces, hasta que a Malfoy sólo le quedó una cicatriz ensangrentada que el dividía la frente en dos. - Vamos a San Mungo - dijo Harry, tomó a Malfoy por un brazo, y ambos desaparecieron. - ¿Cómo está él? - preguntó Hermione preocupada a Harry que acababa de salir de la sala en la que se encontraba Malfoy. - Se repondrá, pero está inconsciente... - respondió. Ron que estaba sentado en una silla de la sala de espera se acercó a ambos, y miró con cara de reproche a Hermione. - ¿Desde cuando te preocupa tanto Malfoy? - preguntó el joven furioso. - No es que me preocupe tanto... sólo que verlo en ese estado... fuera quien fuese... - aclaró Hermione, pero Ron no se convenció. - Claro... ya entiendo, ahora que Krum no está cerca necesitas preocuparte por alguien más ¿no?... y si tiene mucho dinero mejor ¿no? - preguntó Ron lleno de odio. - Ron... ¿Qué estás diciendo? - preguntó Hermione al borde de las lágrimas. - Digo que aprovechas cualquier ocasión para engatusar a algún famoso o millonario... y Malfoy al borde de la muerte salvado por ti, es una buena manera de atraerlo... Ten cuidado Harry, o el próximo podrías ser tú... - ¡Estúpido! - gritó Hermione llorando, pasó al lado de Ron, y le dió una fuerte bofetada, luego salió corriendo por el pasillo del hospital. - Ensima me pega... - Ron, ¿por qué le dijiste eso? - preguntó Harry mirando ceñudo a su amigo. - Le dije lo que siento y lo que dije es verdad... - Tú sabes muy bien que Hermione nunca haría tal cosa... - dijo Harry, comenzó a caminar por el pasillo que se había ido Hermione, se volvió y dijo: - Custodia que nadie entre a la sala de Malfoy Dicho ésto, Harry se fue y dejó a Ron parado como si fuera un montón de excrementos. Caminó tranquilo por los pasillos del hospital, y en la cafetería se encontró a Hermione llorando descontroladamente. - ¿Estás bien Hermione? - preguntó Harry, sentándose a un lado de su amiga. - S-si... - dijo la muchacha tratando de simular que no lloraba, pero eso era imposible. - Ron estubo muy mal, pero lo dijo porque está celoso, el te quiere mucho... - No, el no me quiere, lo único que quiere de mi es alguien con quien desquitarse toda su rabia... - dijo la chica entre sollozos. - No digas eso, el te quiere, eres su amiga... - No, sino no me habría dicho todo eso - Hermione dime la verdad... ¿Tu quieres a Ron más que como amigo? - preguntó Harry. La muchacha asintió, y Harry dijo: - Entonces no entiendo por qué no están juntos, estoy seguro que Ron siente lo mismo por ti, por eso se pone así... - Él no me quiere, y será mejor que vallas con él antes de que se enoje contigo tambien - Hermione, estás mal... eres mi mejor amiga y no te dejaré en este estado... - ¡Oh, Harry! - dijo la chica llorando más fuerte, abrazó a su amigo muy fuerte - Eres tan bueno... Pero para empeorar la situación, Ron Weasley entró a la cafetería, y al ver esa imagen estalló. - ¡Para eso me dejaste haciendo guardia, para venir a besarte con Hermione! - Ron estaba descontrolado, tanto su rostro como sus orejas estaban teñidos del color de su pelo. - Calma Ron, sólo estaba hablando con Hermione, y además yo nunca la besé... - ¡Traidores, mentirosos, púdranse buscando los Horrocruxes, yo me largo! - Ron salió de la cafetería con paso decidido, y Harry agradeció que no hubiera ninguna persona mirando. Hermione estalló en un llanto, y Harry la abrazó para tranquilizarla. - Calma, ya se le pasará... - Todo es mi culpa... Ahora ustedes están peleados... - No, tu no tienes culpa de nada - dijo Harry para consolarla. En ese momento Harry sintió que se desmoronaba por dentro. Ron su amigo del alma no lo quería ver más, Ginny su novia estaba secuestrada. Hermione era la única persona de confianza, pero sin embargo ella tambien estaba destruida. Harry estaba pasando el peor momento de su vida, sin varita, sin magia, sin amigos, sin Hogwarts, sin Dumbledore...
  5. Posiblemente este capitulo los dejara con algunas dudas (y espero tambien con ansias), pero serán resueltas mas adelante. Sin más palabras, el siguiente cap. Capitulo 7: El peor de los recuerdos Se sentía mareado, y un tanto extraño. Harry abrió los ojos, y pudo apreciar que se encontraba en una confortable casa. Tenía las paredes de color rosa pálido y un piso con cerámicas muy bonitas. Al parecer, Harry se encontraba sentado en una silla del comedor. Recorrió la habitación con la vista, y entonces notó que no se encontraba en su cuerpo, sino en el de un bebé. Harry estaba confundido, y entonces, oyó una voz a sus espaldas. - ¿Cómo está el bebito de mamá? - preguntó un joven alta, de cabello castaño y unos hermosos ojos verdes. En ese momento Harry sintió que el estómago le daba una voltereta, mientras la mujer lo sacaba de la silla, y lo cargaba en sus brazos. Ésa persona era Lily Evans, la madre de Harry. Harry intentó abrazarla, hablarle, llorar. Pero el cuerpo del niño no le respondía. Mientras la mujer jugaba con su hijo, desde otra habitación, llegó un hombre. Tenía el cabello desordenado y color negro, y era muy parecido a Harry, a exepsión de sus ojos que eran color café. James Potter se sentó en la mesa. Se veía agotado, pero sus ojos transmitían alegría. Lily se sentó frente a él, con Harry en sus brazos. - Calma cariño, sólo será durante un mes, y luego podremos vivir libres y felices... - le comentó la mujer sonriendo. Harry al ver a su padre tan agotado, intentó hablar, consolarlo... advertilo. Pero una vez más, no pudo hacer ni siquiera que el bebé se moviera de los brazos de su madre. - Hace bastante tiempo que estoy tratando de comunicarme con Albus, pero no responde, y me enviaron un mensaje de que salió muy apresuradamente del colegio, al parecer parecía preocupado - comentó James. - Debe ser una tontería, nada de que preocuparse. Mientras todos crean que Sirius es el Guardian del Secreto estaremos a salvo... - Sabes, ahora que lo pienso bien, hubiera sido buena idea consederle ese derecho a Albus - Supongo que tienes razón, pero nadie sospecha que Peter puede ocultar semejante información - dijo Lily. Mientras oía esas palabras, Harry se desesperaba cada vez más, quería avisarles que Colagusano trabajaba para Voldemort, y que éste los iría a buscar, pero no podía. Se sentía estúpido, inútil e impotente. Pasaron unos segundos en silencio, y entonces se oyó un ruido similar al que hace una bomba al explotar. Luego se oyó que un hombre insultaba, y luego un tintineo. James Potter se asomó a la ventana y una oleada de pánico invadió la habitación. Giró velozmente, tomó su varita (que estaba en la mesa), y le ordenó a Lily que se llevara a Harry. La mujer entró corriendo al dormitorio, y cerró la puerta tras ella. Comenzó a buscar una salida, pero la habitación no tenía ni ventanas, y la salida secreta estaba en el otro dormitorio. Cuando Lily se disponía a regresar, se oyó una fuerte exploción procedente del comedor, y se arrepintió. Se dirigió a un rincón, y quedó callada, al igual que su hijo. - ¿Dónde está el niño Potter? - preguntó una voz fría y aguda desde el otro lado de la puerta. - ¡Él no está aquí... véte! - gritó James, y Harry (sin poder hablar ni moverse), se sintió miserable, fracasado, trizte... - ¡Nadie miente a lord Voldemort! - gruñó el hombre desde el otro lado de la puerta, y luego, Harry lo oyó muy claramente: - Avada Kedavra Lily soltó un gemido que logró que no sonara muy fuerte, y por la cerradura de la puerta, Harry apreció que aparecía un destello de luz verde. Luego se escuchó un golpe seco, que significaba que James Potter había caído muerto. Lily comenzó a caminar desesperada en la habitación, pensando en algo, pero no tenía ni siquiera su varita. Desde la otra habitación se oía a aquella voz decir: "¡Lily... ven aquí...!". Harry, al igual que su madre estaba desesperado, se acercaba el peor momento de su vida, el momento de la muerte de su madre... ¡BUM! La puerta del dormitorio cayó al suelo, y una figura vestida con una larga túnica negra, y una gran capucha que tapaba más de la mitad de su rostro, irrumpió en la habitación. Harry pudo ver como una sonrisa se contorsinaba en la única parte de su rostro que podía ver. Lily corrió hasta la cama, y sentó al pequeño Harry allí, dió media vuelta y observó al hombre que caminaba hacia ella. Voldemort se paró a sólo unos pasos y dijo: - Hazte a un lado Lily... - No... por favor... - suplicó la mujer. - Tu no tienes que morir, véte y no te haré daño... - Por favor a Harry no... por favor... - rogaba Lily, y Harry pudo ver, que comenzaba a arrodillarse a los pies de Voldemort, con la cara bañada en lágrimas. Harry intentó gritar, pero no podía, y una furia cada vez mayor comenzó a arder en su pecho. - Sólo quiero al niño... - dijo Voldemort con una voz suave pero temeraria. - A Harry no... por favor... - le suplicó Lily de rodillas. Voldemort agitó su varita, y la mujer se puso de pie instantáneamente. - Hazte a un lado o muere... - dijo esa voz fría que Harry tanto odiaba. - En ese caso moriré... - contestó la mujer llorando. - Si así lo deseas... Avada... - Lily se dió vuelta de golpe, dándole la espalda a Voldemort, y mirando directo a los ojos de Harry. El chico pudo ver cómo la mujer comenzaba a murmurar palabras en una voz tan baja que ni se escuchaba - ...Kedavra Un rayo de luz verde surgió de la varita de Voldemort, y golpeó la espalda de la mujer. Lily comenzó a caer al suelo como en cámara lenta, pero siempre mirando a Harry. El niño lloraba desesperado, y los ojos (que en ese momento los tenía color café al igual que su padre) comenzaron tornarse cada vez más claros, hasta que quedaron verdes y relucientes, exactamente igual a los de su madre, pero ella ya se había ido, y nunca más volvería. Harry sintió más odio que nunca, lo que venía ya lo sabía. Voldemort intentaría matarlo, pero el embrujo rebotaría en Harry. Pero entonces, Harry se llevó una sorpresa. Voldemort sacó del interior de su túnica otra varita mágica. Ésta era color blanca y reluciente, y terminaba en un mango decorado con oro. Voldemort puso la varita en el suelo, y sujetó la suya con demasiada fuerza, como si temiera que se le fugaze. - ¡Liberasoul! - gruñó Voldemort, y su varita, al igual que su brazo entero, comenzaron a vibrar, y el hombre comenzó a gritar de dolor. Harry apreciaba atónito la escena, nunca había visto algo así. Voldemort siguió gritando de dolor, y entonces, de la punta de su varita surgió un pequeño humito color plateado y destellante. Poco a poco el humo se fue agrandando, hasta que alcanzó el tamaño de una almohadilla. La neblina plateada quedó flotando un instante en la habitación, mientras la iluminaba entera. Luego, poco a poco, fue dirigiendose a la otra varita. Unos segundos más tarde la neblina y su brillo desaparecieron, al adentrarse a la varita blanca. En ese momento, la varita vibró y brillo con un contorno color esmeralda. Luego quedó exactamente como antes. En ese instante Harry comprendió todo. Voldemort acababa de crear un Horrocrux con la muerte de su madre, y con una varita, cuyo propietario desconocía. La encapuchada figura estuvo unos minutos jadeando, y apreciando su nuevo Horrocrux. Luego, cuando se reincorporó, y se disponía a agarrarlo, el bebé soltó un poderoso gemido que ensordesió a Voldemort. Éste giró y miró cara a cara al niño. - Así que tu eres Harry Potter... "el único con poder para acabar con el Señor de las Tinieblas"... - le dijo Voldemort al bebé. Harry notó una muestra de asco en su sonrisa - Todavía no comprendo como tú puedes ser una amenaza para mi... - miró alrededor, como buscando algo que lo pudiera detener, como no vió nada, levantó su varita y murmuró - Avada Kedavra Un rayo de luz verde salió despedido de su varita, y pegó en el pecho del pequeño Harry, pero misteriosamente el maleficio no lo mató, y dejó unido el cuerpo del bebé con la varita de Voldemort, que comenzba a vibrar. - ¿Qué está pasando? - gruñó Voldemort teniendo su loca varita con ambas manos. En la frente del bebé, surgió un punto luminoso color naranja fluor. Voldemort comenzó a hacer fuerza, para que el rayo terminara de salir de la varita y matara al bebé, pero lo único que consiguió fue que el suelo comenzara a temblar, que los cuadros se calleran, y que el la mesita de luz comenzara a levitar. El pequeño Harry frunció el ceño con rabia, y al parecer tambien comenzó a hacer fuerza. Todo tembló con más fuerza, como si se aproximara un terremoto. La tensión iba aumentando. La cama se destruyó, al igual que todos los objetos que permanecían allí. Luego de unos instantes, un pedazo de techo se cayó al piso y una campana de luz rodeó a los dos unicos seres vivos que quedaban en la casa. Mientras la varita del hombre temblaba descontroladamente, éste hacía un mayor esfuerzo por lanzar el maleficio. Pasaron unos segundos, y se derrumbó una pared, luego se cayó parte del techo, pero tanto Voldemort como Harry permanecían protegidos por la campana luminosa. El bebé miró enfurecido a Voldemort, posó su mano derecha en el rayo que golpeaba en su pecho, y lo sujetó, como si fuera una cuerda. El punto luminoso que tenía en la frente comenzó a descender dejando una franja naranja. El chico soltó el rayo que al parecer le había quemado la mano, y luego hinchó su pecho, como intentando rechazarlo, pero la conexión seguía vigente, y la casa ya estaba en ruinas. Entonces, Voldemort levantó su varita con fuerza, intentando cortar la conexión, y lo logró. El rayo salió despedido hacia Harry, pero en lugar de explotar en su pecho, rebotó, y se dirigió a Voldemort. Lo golpeó, y el cuerpo de éste explotó en mil pedazos, sin dejar rastro. Una especie de neblina transparente fue lo que quedó en su lugar. Luego ésta se esfumó, y el pequeño Harry rompió a llorar, al tiempo que la franja naranja, terminaba brillando, pero ahora con la forma de un rayo. Todo se puso negro de nuevo, y Harry abrió los ojos. Se encontraba tendido en el suelo, en las ruinas de la casa de sus padres, pero ésta vez en el presente y con su propio cuerpo. Se reincorporó, como buscando a Voldemort, pero sólo vio la cara de asombro de sus amigos, afuera en la calle. - Estoy bien... - se apresuró a decir al ver la cara de susto de Hermione. Entonces recordó su visión: Voldemort había creado un Horrocrux, y si nadie se lo había llevado, aún debía seguir allí. Comenzó a caminar entre los escombros, y sentía un extraño escalofrío. No estaba seguro si se trataba por los poderosos sortilegios o por el horrible recuerdo que acababa de ver. Mientras buscaba rastro de algo entre los escombros, vió la lápida de sus padres. Se acercó y leyó: Lily y James Potter: Dos grandes magos, dos fieles amigos, dos agradables personas, dos grandes padres. Aquí reposan los cuerpos de Lily y James Potter, que dieron su vida para proteger al mundo, y salvar a su hijo Harry. Brindemos nuestros respetos... Esas palabras emosionaron a Harry, y se puso a llorar. No estaba seguro si lloraba del odio, de la emosión o por el dolor de revivir aquel recuerdo, pero lo hacía sentirse mejor. Se puso de pie, y se le ocurrió una idea. - Accio Horrocrux - a sólo unos metros de Harry, el suelo comenzó a vibrar, y los ladrillos rotos, y el polvo se hizo a un lado, para dejar surgir una varita blanca. Ya no se veía tan bien cómo en su recuerdo. Ahora tenía la madera astillada, y estaba llena de polvo y sucia. Cuando sujetó la varita, Harry tuvo un extraño sentimiento, pero no supo bien que era. Comenzó a caminar hacia la calle, y salió de las ruinas de su casa. Tanto Ron como Hermione lo miraban con asombro y preocupación. La chica lo abrazó enseguida apenas salió de la casa, y Ron le dió unas palmaditas en la espalda. - ¿Qué te pasó?... Entraste en una especie de tranze... - comentó Ron. - Tuve el recuerdo de cuando Voldemort mató a mis padres... - dijo Harry, y luego les mostró la varita que acababa de recoger. - ¿Y eso de donde lo sacaste? - preguntó Hermione sin comprender. - Es un Horrocrux, lo vi en mi sueño... - Pero no es posible... - Lo és, vi como Voldemort lo creaba cuando mató a mi madre - les contó Harry. - Señor Potter... - lo llamó Máxim. Harry volteó para verlo, y luego se dirigió a él - Mire... el señor Dumbledore me pidió que si a él le pasaba algo, yo le enseñara un hechizo... - ¿Qué clase de hechizo? - preguntó Ron emosionado, antes que Harry. - Es un hechizo que él mismo creó... es para limpiar el objeto del alma que oculta... En otras palabras, destruir el Horrocrux - le comentó el anciano. - ¿Y por qué no me lo enseñó él? - Creó ese hechizo poco antes de su muerte (supongo que fue porque perdió una mano por no saber como destruir un Horrocrux, sin causar daño), y me pidió que si a él le pasaba algo malo yo se lo enseñara... - ¿Cómo se utiliza? - Verá, según me comentaron, usted sabe emplear un Patronus... - Sí - confirmó Harry. - Bueno, éste encantamiento es similar, sólo debe pensar un momento en el que haya sido amado o brindado gran amor, y pronunciar: Masoul - le explicó el hombre. - Intentemos... - dijo Harry, dejó la varita blanca en el suelo, y luego sujetó la suya. Se puso a revolver en su memoria, y recordó las caricias de su madre que hacía muy poco había vivido. Entonces, con ese pensamiento en la mente, dijo: - ¡Masoul! La varita de Harry vibró unos momento, luego salió un pequeño humo rosa, y no sucedió nada más. - Supongo que no será lo suficientemente poderoso ese recuerdo... piense otro - dijo Máxim emosionado. Entonces, Harry recordó la noche de la boda de Bill y Fleur, su visita a la parte trasera de La Madriguera con Ginny... los arbustos... la niña acercándose lentamente... - ¡¡Masoul!! - gritó Harry. De la punta de su varita surgió un rayo color rosa fuerte, salió disparado a toda velocidad hacia la otra varita y la golpeó. Pasaron unos segundos sin respuestas, pero entonces, la varita blanca comenzó a temblar, y de ella, fue despedida una neblina color plata muy brillante. Una séptima parte del alma de Voldemort voló unos segundos a ninguna dirección, y luego sin previo aviso estalló, reduciendose a nada. - ¡Funcionó! - gritó Hermione sorprendida. - Ya lo creo... - dijo Ron. - ¡Esperen un segundo! - exclamó Máxim, miró la varita, que unos segundos antes había sido un Horrocrux, con más detenimiento y luego dijo: - ¡Esa era la antigua varita del señor Dumbledore! - ¿Pero que dice? - preguntó Harry sorprendido. - ¡Sí, es la que perdió en un enfrentamiento contra el Innombrable! - No puede ser... - Lo es, yo conosco muy bien esa varita, fue diseñada especialmente... es la única varita color blanco, con detalles en oro y con un núcleo de escencia de garra de fénix - comentó el anciano mirando la varita con todo entusiasmo. - Si esta varita era de Dumbledore, la concervaré - dijo Harry decidido, tomó la varita del suelo, y se la guardó en el bolsillo. - Bueno Harry, creo que tenemos que irnos - dijo Hermione un tanto incómoda, al ver la cara del anciano, que al parecer quería apoderarse de esa reliquia mágica. - Sí tienes razón. Adiós y gracias - saludó Harry, y seguido por sus tres amigos, comenzó a caminar por las calles del Valle de Godric. Se sentía un tanto extraño, había descubierto y destruido un Horrocrux, que supuestamente no debería existir. Se quedó pensando... ¿Y si Voldemort había creado más de siete Horrocruxes?¿Y si Dumbledore se equibocaba, y Voldemort tenía más de una docena de Horrocruxes muy bien ocultos? Entonces le vino otra idea a la mente: ¿Por qué Voldemort dejaba ese Horrocrux tan descuidado?¿Por qué no lo buscó y lo puso en un lugar seguro?¿Por qué había creado un Horrocrux con la muerte de su madre y no con la suya?. Entonces... ¿Nagini sería realmente un Horrocrux? Las preguntas pasaban como aviones en la cabeza de Harry, que caminaba sin saber a donde iba. No sabía cuanto tiempo había estado caminando, pero sus amigos no decían nada, para no molestarlo en aquel momento. Luego de doblar en una esquina, Harry salió a otro callejón. Cuando iba a dar media vuelta para cambiar de camino, tres figuras encapuchadas, con máscaras similares a una calavera, y de largas túnicas negras, aparecieron delante de los tres amigos. Hermione pegó un salto hacia atrás muy asustada. Ron encambio, sacó su varita rápidamente, y se preparó para luchar. Harry, seguía como si nadie hubiera aparecido. - Sabíamos que te encontraríamos en este pueblo Potter... - dijo una voz fría y familiar, que a Harry le duplicó el odio que sentía. - ¿Y cómo no lo iba a saber usted? Traidor... cobarde de... - ¡NO ME LLAMES COBARDE! - gruñó aquella fría voz, agitó su varita y le pegó una cuchillada al viento. Harry salió volando por los aires, y se chocó contra la pared final del callejón. En ese momento comenzó la batalla. Ron lanzó un maleficio al Mortífago que tenía enfrente y Hermione, sacando su varita a tiempo para defenderse de un encantamiento, se batió con el tercero. Mientras tanto, el hombre que había atacado a Harry caminó lentamente, hacia el cuerpo del joven. Se paró delante de él, y esperó a que Harry se pusiera de pie. El joven estaba muy herido, y le dolía mucho el brazo izquierdo. Harry, simulando que se ponía de pie, agitó su varita muy velozmente, al tiempo que pronunciaba ¡Sectumsempra!. El Mortífago que tenía delante no se lo esperaba, por lo que reaccionó como pudo, y agitó su varita. Lo único que consiguió fue disminuir el daño, ya que su máscara se partió en dos. Mientras la máscara caía al suelo, la capucha del hombre se calló hacia atrás, dejando visible ese maldito rostro. Tenía dos cortinas de un grasiento cabello negro sobre la cabeza, unos oscuros ojos y una nariz muy ganchuda. Snape miró lleno de odio a Harry y gruñó: - ¡Cómo te atreves a usar mis maleficios! Snape agitó su varita, y un detello de luz roja, lanzó a Harry hacia atrás, ocasionando que perdiera su varita. El hombre avanzó lento hacia Harry, y luego le apuntó con la varita. Harry estaba indefenso, sin varita, y tendido en el suelo. Sus amigos estaban muy ocupados, tratando de mantenerse en batalla. - Potter... hasta que no aprendas a abrir tu mente y a cerrar esa bocota, nunca podrás vencer a un mago de mi categoría, sin mencionar que ni siquiera resistirías dos segundos con alguien como el Señor de las Tinieblas. "No era mi intención, pero no me dejas más opsion...
  6. Una respuesta rápida para tí. 1) Lo del regreso a Idhún lo entenderás en un capítulo cercano, quizá el 4 o el 5. 2) Lo de Gerde, dijo que quizá lo hiciese. De todas formas, necesitaría mucho trabajo, y además, como ya verás en el 4 o 5 capítulo, pasa algo que le hace cambiar de opinión. 3) Y con respecto a lo de Shizuko, creo que no lo has entendido del todo bien. Ella no llevaba mucho tiempo esperando aquel momento. Lo que ocurre es que ella anda cerca del muelle, y la intuición le dice, en ese momento, que hay alguien cerca y está esperando a Shizuko. ¿Cómo se yo todo esto? Soy su hermano, y ella no vuelve hasta mañana, así que, como ella es una friki y me lo quiere explicar todo, pues yo la escucho. Ah, me ha dicho que mañana trae el cap2. Por cierto, un honor resolver las dudas que no me corresponden para... ¿? ¡La diosa de las estrellas! Aggg... Estoy soñando...
  7. Mamma mía. ¡Es fantástico! Si te digo la vrdad, cuando terminé de leerme Panteón (tú misma me lo pasaste al terminarlo, si recuerdas), me quedé con ganas. no sé, ¿realmente termina ahí todo? El Séptimo y los sheks huyen, y Jack, Victoria y Kirtash se van a la Tierra huyendo de Covan, que va haciendo lo mismo que Alsan cuando tenía el brazalete de la Roca Maldita. En fin, me ha gustado mucho el primer capítulo. Además, si en Harry Potter y el secreto de la profecía escribías como Rowling, aquí... No sé, se te da un aire la forma de escribirlo a la de Laura Gallego. ¿Adaptarse para escribirlo mejor? Mm... Me gusta. Síguelo. PD: ¿Esas siluetas son de los tres que yo creo?
  8. La verdad, me está gustando mucho. No sé por qué dices eso de que el mío es mejor. Tampoco escribes tan mal, y tu argumento me gusta muchísimo. Y por favor... ¡¡¡PON OTRO!!! ¿Qué le pasará a Harry y Hermione? Aaaaaaggg...
  9. ¡Y sigo! Capitulo 6: El Valle De Godric Ese fue el viaje más largo desde que Harry dominaba la Aparición. Fue una horrible sensasión. Mientras viajaba, sentía como los ojos se le daban vuelta, y quedaban viendo al centro de su cabeza, como los tímpanos le zumbaban, y lo más extraño de todo: que no podía respirar, pero sin embargo seguía vivo. Pasaron unos segundos más, y le pareció que el estómago empezaba a dar volteretas. Luego de otros segundos, por fín pudo tomar aire. Estaba agachado, sujetandose las rodillas, y respirando como si no lo hubiera hecho nunca en su vida. Sentía unas ganas incontrolables de vomitar, pero a pesar de todo se pudo aguantarse. Aún con los ojos cerrados, sintió unos ruidos sordos, y dedujo que Ron y Hermione acababan de aparecerse. Abrió los ojos lentamente, y divisó un pequeño callejón, cerrado por dos enorme edificios. Parpadeó un par de veces más, y luego se dirigió a sus amigos (los cuales tambien estaban muy agotados). - Eso... fue... horrible... - dijo Harry jadeando. - Nunca más... me... apareceré desde... tan lejos... - comentó el agotado Ron. Estuvieron unos segundos más recuperando el aliento, y luego salieron de ese callejón. Se encontraban en un pueblo muggle, parados frente a la calle principal. Mientras los tres amigos caminaban, Harry iba sintiendose cada vez más agusto. Era una sensación extraña. Era como si los buenos tiempos que había pasado allí con sus padres le repercutieran en la memoria. Entonces, luego de cruzar la primera calle, Harry recordó algo, no sabía explicar cómo, pero lo sabía... - ¡Síganme! - dijo sonriendo de oreja a oreja, y comenzando a correr. Sus amigos confundidos lo siguieron. Corrieron a toda velocidad. Cruzaron otra calle, y en la siguiente esquina doblaron a la derecha. - ¿A donde vamos? - preguntó Ron mientras seguían corriendo. - A casa de mis padres... - Pero ¿como sabes donde está? - preguntó Hermione, mientras doblaban en otra esquina. - No tengo idea de como lo sé, pero lo se... - respondió Harry, y se paró en seco, ocasionando que sus amigos lo chocaran. Habían llegado a una gran plaza, llena de árboles, juegos, y en el centro una gran estatua en homenaje al fundador del pueblo. Harry caminó lentamente por la plaza, hasta que llegó a un tobogan. Se sentó en él, y una lágrima recorrió su rostro. Tanto Ron como Hermione se mostraban muy confundidos. - ¿Qué pasa Harry? - preguntó Hermione - Mis padres siempre me traían aquí... - comentó Harry lagrimeando. - Todavía no entiendo cómo recuerdas todo eso... - dijo Ron. - Yo tampoco, pero estoy seguro. Es como si algo en mi interior me lo digiera... Harry se levantó, y comenzó a caminar hacia el centro de la plazoleta, donde reposaba esa antigua estatua. Se acercó un poco más, pues esa figura le parecía familiar. Observó al hombre que llevaba una espada en su mano, y luego leyó la plaqueta que estaba a sus pies. Godric Griffindor: Edad media. Misteriosa persona, que defendió a este pueblo de una invasión francesa. Lucho sólo contra un ejercito y milagrosamente salió victorioso, nadie puede afirmar cómo venció, ni cómo sobrevivió. Tiempo más tarde libró al pueblo de un misterioso hombre que decía ser un brujo que ocasionaba tragedias. Es la famosa legenda del pueblo. El pueblo lleva el nombre de "Valle de Godric" en su honor. Harry sonrió al leer eso, y se imaginó lo que pensaría un muggle que no supiera quien era realmente Godric Griffindor. Luego ante la cara de asombro de sus compañeros, señaló la plaqueta. Ambos quedaron impresionados al leer eso. Luego de unos minutos de intercambiar comentarios acerca del famoso Godric, Hermione dijo: - Harry, será mejor que busquemos tu casa... - Es verdad, síganme... Atravesaron al otro lado de la plaza, y siguieron caminando. Luego doblaron a la izquierda, y Harry se llevó una tremenda sorpresa. A tan sólo una calle de él, en una esquina, había un gran montón de escombros, donde tendría que estar una casa. Algo en su mente le decía que esa era su casa. Corrió a toda velocidad hacia allí, y desde muy cerca quedó apreciando la montaña de escombros. Los muggle que cruzaban por allí parecían no darse cuenta de ese terreno baldío. - Es mi casa... - dijo Harry mientras unas gruesas lágrimas caían por su rostro. - Mas bien... "era" - dijo Ron apreciando con asco el montón de escombros donde se asomaban lauchas y arañas. Harry caminó hacia la esquina bordeando la casa, y donde se debería encontrar la puerta de entrada, le pareció ver un movimiento, pero allí no había nada. Entonces, sin previo aviso, en medio de la calle surgió un hombre bajito, calvo y flaco. Tenía los ojos marrones brillando de alegría. El hombre guardó su capa de invisibilidad en un bolsillo, y le estrechó la mano a Harry con todo entusiasmo. - Sabia que vendría algún día señor Potter... - dijo el hombre sonriendo - ¡Oh, y estos deben ser sus amigos! - Disculpe, pero... ¿Quién es usted y que hace aquí? - preguntó Harry confundido. - Yo soy Máxim, y con otros tres más que rodean la casa (invisibles, por supuesto), somos los guardianes de las ruinas de los Potter... - ¿Y para qué hacen guardia? - preguntó Ron, que no lo encontraba lógico - Despues de todo, la casa ya está destruida - ¡Porque fueron ordenes del señor Dumbledore! - exclamó el hombre indignado - Según él, nadie puede entrar aquí antes que el señor Potter, según Albus, las ruinas esconden un gran secreto... - ¿O sea que nadie entra aquí desde la muerte de mis padres? - preguntó Harry extrañado y sorprendido por las palabras de Máxim. - Oh sí, sólo entraron dos personas. La primera fue un hombre llamado Hagrid, que lo rescató a usted de los escombros. Y la segunda, fue Albus Dumbledore, que realizó un poderoso sortilegio en la casa, y ademas enterró los cuerpos de los Potter bajo la tierra, sin mencionar que dejó esa lápida... - dijo señalando un montoncito de piedra que se elevaba un poco más que los escombros. - ¿Y los muggles nunca quisieron entrar, ni siquiera un mago? - preguntó Hermione. - Oh no, los muggles no pueden ver las ruinas, y han intentado entrar dos Mortífagos, pero los guardias los detuvimos, luego de eso nadie más lo intentó... - comentó Máxim. - ¿Puedo entrar? - preguntó Harry. - ¡Por supuesto! ¡Todos estos años lo estuvimos esperano a usted señor Potter! - dijo el anciano emosionado. - Gracias... Harry tragó saliva y comenzó a caminar hacia la casa. Se preguntaba qué secreto escondería las ruinas de su casa, y porqué Dumbledore se había asegurado que nadie entre antes que él. Harry puso el primer pie sobre los ladrillos despedazados y el monton de objetos rotos, y sintió una punzada en el centro de la cabeza. Se detuvo, y se agarró la cicatriz instintivamente. Tomó aire profundamente, y antes de pisar con su segundo pie, giró la cabeza para ver a sus amigos. Ron parecía fascinado e inclusive más ansioso e intrigado que Harry. Cuando la vista del jóven se posó en la del pelirojo, éste le hizo un ademán para que entrara. Luego, Harry miró a Hermione. La chica estaba asustada, pero al parecer ansiosa. Al parecer Hermione tenía miedo de lo que pudiera encontrar Harry allí dentro. La joven asintió al ver que la mirada de Harry se posaba en la suya. Harry movió la cabeza por última vez antes de entrar, y vió al anciano. Sus ojos llorosos transmitían felicidad y alegría. Máxim hinchó el pecho orgulloso al ver que había cumplido su cometido, y le dijo a Harry que entrara. El chico levantó su pie izquierdo, y por fin entró a la casa de sus padres. Tuvo una sensación indescriptible. Se sintió más feliz que nunca, pero al mismo tiempo sintió nostalgia, angustia, dolor... Dió otro paso, y la cicatriz comenzó a arderle. Tomándose la frente, dió un paso más, y sintió cómo si su pie pesara toneladas. Entonces se le nubló la vista, y luego todo se puso negro...
  10. Me alegro que te haya gustado. Ahí sigo. Capitulo 5: El último adiós a Hogwarts Esa fue la peor noche de Harry en La Madriguera. A medida que llegaban los Weasley, tenía que repetir una y otra vez lo que había visto, mientras que Fleur seguía inconsciente en su habitación. Las incontrolables lágrimas de la señora Weasley, hacían estar aún peor a Harry y lo hacían sentirse más culpable. El señor Weasley había dicho que avisaría al Ministerio para que busquen a Ginny. Lupin se había ofrecido a investigar entre los licántropos, y Tonks aseguró que pondría a unos cuantos Aurores en su búsqueda. Cuando Harry y Ron se acostaron, tuvieron la noche más larga de su vida. Harry estuvo despierto dos horas. Cuando por fín se durmió, tuvo un sueño tras otro de todas las cosas que le podía hacer Voldemort a Ginny. Entonces, mientras soñaba que Voldemort lanzaba a Ginny una maldición de color verde, el sueño se vió interrumpido. Allí estaba Harry, de pie frente a dos mujeres acurrucadas y atadas en el suelo. Harry se agachó, y estiró su mano blanca, huesuda y con largos dedos, hasta levantar el rostro de una chica joven. En ese momento, bajo la luz de la luna, vió a Ginny Weasley. - Una joven para mi colección... - dijo Harry con una voz áspera, fría y aguda. Ginny movió la cabeza, para soltarse de la mano de Harry. Entonces, Harry comprendió todo. Estaba dentro de la mente de Voldemort. - Harry te atrapará... te matará... - dijo Ginny enfadada. - ¡Ja, ja, ja! ¿De verdad crees que Potter tiene alguna posibilidad contra mí? Todos, incluso él, saben que lo que le ha salvado de la muerte no ha sido más que su suerte y la ayuda de sus seres queridos. Pero cada vez van quedando menos... Y la hora de su muerte se acerca. - dijo Voldemort riendo. - ¡Estúpido! - gritó Ginny y le escupió el rostro a Voldemort. Éste se limpió con su túnica y se limitó a sonreir. - ¿Eso son los modales de la amada de Harry Potter? - preguntó, y al ver la cara llena de ira de la niña agregó: - Deberías portarte bien, o tendré que aplicarte los castigos que le di a la señora Figg... - dijo y señaló a la callada mujer que estaba al lado de Ginny. Entonces Voldemort se puso de pie, les dio la espalda a las mujeres, y se fue a otro rincón de la oscura habitación. - Apresurate... puede que esta niña no dure demasiado... - dijo Voldemort a nadie en especial. En ese momento Harry se despertó de un salto. Estaba agitado, respiraba entrecortadamente y tenía la cara cubierta de un sudor frío. Miró por la ventana y descubrió que ya era de día. Ron seguía durmiendo, y Harry pensó que sería mejor no despertarlo. Se vistió y bajó a desayunar. En la cocina se encontraban la señora Weasley lavando platos, y Hermione, que al parecer acababa de desayunar. Harry las saludó y se sentó a comer unas tostadas. Después de unos minutos llegó Ron, y Hermione les dijo: - McGonagall me dijo que todos los profesores están probando medidas de seguridad en Hogwarts, que podemos ir cuando queramos... - Iremos después de que Ron termine de desayunar.... - go ja tegminé - contestó el joven con la boca llena de comida. - Señora Weasley... - dijo Harry, y advirtió que la mujer había empezado a lagrimear - Debe saber que ahora iremos a Hogwarts, y no volveremos en mucho tiempo... Tenemos que buscar unas... cosas peligrosas... - ¡Harry... cariño...! - dijo la mujer sin dejar de llorar. Lo abrazó como si fuera su hijo, y luego besó su mejilla. Luego repitió el proceso con los otros dos. Una vez que ya se disponían a irse, agregó: - Cuidaros mucho... yo sé que sois los únicos que pueden rescatar a Ginny... Harry, Ron y Hermione traspasaron la puerta de La Madriguera, y luego se desaparecieron. Mientras, Harry intentaba recordar dónde habría podido dejar el libro del Príncipe Mestizo. Estuvo tan adentrado en esos pensamientos, que casi ni sintió los efectos de la aparición. Cuando abrió los ojos, se encontraba en la calle principal de Hogsmeade. Unos segundos más tarde, aparecieron Ron y Hermione. Las calles del pueblo estaban vacías, los locales cerrados, y la gente que vivía allí no salía de sus casas. El trío comenzó a caminar en dirección a Hogwarts. Cuando finalmente llegaron a las verjas de los terrenos del castillo, se detuvieron al ver que estaban cerradas. - ¿Y ahora? - preguntó Ron enfadado. - McGonagall me dijo que Harry mande un patronus al castillo para que ellos nos vengan a abrir... - comentó la joven. En ese momento, Harry sacó su varita, y penso que rescataban a Ginny, que Voldemort moría para siempre, y que él y Ginny se casaban, eligiendo de padrinos de boda a Ron y Hermione. Un arrebato de alegría le rodeó el cuerpo, agitó su varita y dijo: - ¡Expecto Patronum! De la punta de su varita surgió un ciervo plateado. El Patronus brillaba como nunca lo había visto Harry. Harry señaló el castillo, y el animal salió galopando en dirección a donde apuntaba. Pasaron unos largos minutos, y entonces una figura comenzó a verse desde lejos. Apenas unos segundos después, tenían a Hagrid parado delante de ellos. El semi-gigante sacó su paraguas rosado, hizo un complicado movimiento de muñeca, pronunció unas palabras extrañas, y luego tocó un gran candado. El candado se abrió y las cadenas que sujetaban las verjas comenzaron a serpentear, y calleron al suelo. Los amigos ientraron a los terrenos de Hogwarts, y saludaron a su amigo con un fuerte abrazo. Una vez que Hagrid repitió el proceso de las cadenas, éstas se volvieron a cerrar y dejar asegurada la puerta. Los amigos comenzaron a caminar en silencio hacia el castillo. Pasados unos minutos, cuando ya se acercaban a la cabaña de Hagrid, éste dijo: - Me he enterado de lo de Ginny... Todos permanecieron en silencio, mientras unas gruesas gotas chorreaban del rostro del gigante. - Vosotros... Vais a... ¿rescatarla? - preguntó Hagrid. - Sí, y la traeremos de vuelta... El hombre comenzó a llorar, se tapó los ojos con las gigantescas manos, y corrió hacia su cabaña, que estaba a unos metros de allí. Los tres amigos comenzaron a caminar, y ldespués de unos segundos llegaron al castillo. Estaban parados, una vez más, delante de esa enorme puerta de roble. Empujaron la puerta, y entraron al vestíbulo. El castillo estaba desierto. Comenzaron a caminar, y se dirigieron al séptimo piso. Tras unos minutos, Harry se paró de frente a una pared. Cerró los ojos y pensó: "Necesito recuperar mi libro de pociones". Se paseó tres veces, y cuando abrió los ojos, se encontró con una puerta delante de él. La abrió y entró. Se encontraba otra vez en esa sala llena de objetos rotos, guardados, polvorientos... Harry recorrió el mismo camino que había realizado la última vez. - ¿Lo encontraste? - preguntó Hermione, cuando Harry salió de nuevo de la sala. - Sí... y además me encargué de destruir ese miserable armario evanescente... - Bueno, saludemos a McGonagall y nos vamos... Caminaron por el pasillo, y se dirigieron hasta la gárgola que Harry había visitado tantas veces. Hermione le dió la contraseña, y la estatua se hizo a un lado, para que una escalera de caracol comenzara a subir en forma de espiral. Los amigos montaron en la escalera, luego salieron delante de una puerta. Golpearon, y una voz les dijo que pasaran. - ¡Chicos! ¿Cómo estais? - preguntó Minerva McGonagall. La mujer lucía muy mal. Tenía el pelo revuelto y lleno de canas, se veía agotada, y al parecer estaba muy estresada. - Profesora... vinimos a informarle que no regresaremos este año a Hogwarts... - le dijo Harry. - Ya me lo esperaba... - Bueno... creo que ya debemos irnos... - Espera Harry... - dijo la mujer - necesito hablar contigo a solas... - Esta bien... - le dijo a Ron y Hermione, y ambos salieron de la habitación. - ¿A donde fueron la noche de la muerte de Dumbledore? - No puedo decirselo... - Harry... por favor, podríamos salvar la vida de la señorita Weasley - le dijo Minerva, que se mostraba más amable que nunca. - Yo y mis amigos nos encargaremos tanto de Ginny como de Voldemort... - ¡Por favor Potter, son sólo unos niños, ni siquiera Dumbledore pudo con él, no seas estúpido! - gritó con una expresión más comun en su rostro. - El profesor me comentó y mostró cosas para que yo pudiera sobrevivir, yo estoy destinado a matar o morir a manos de Voldemort... - ¿Pero que dices? - Un día, si tengo suerte, se lo contaré profesora... Dicho esto, dió media vuelta y salió del despacho. Bajó las escaleras, y salió del castillo. Luego de despedirse de Hagrid se fueron. Cuando terminaron de atravesar las verjas, Harry volteó y miró el castillo. Estuvo unos segundos, allí inmovil, hasta que unas lágrimas recorrieron su rostro. Entonces comenzaron a caminar. - Ahora hay que esperar un mes, y luego agregarle un trébol de cuatro hojas... - dijo Harry leyéndo el libro, mientras preparaban el Félix Felicis. - Pero no podemos esperar tanto... - dijo Ron preocupado. - Para que la poción esté completa tendrán que pasar seis meses - Yo la terminaré de hacer... - dijo la señora Weasley. - Señora Weasley, nosotros nos iremos, y si tenemos suerte, en seis meses regresaremos a buscar la poción, mientras tanto, quiero que tenga ésto... - dijo Harry y le entregó una llave dorada. - ¿Qué es? - La llave de mi bóveda en Gringotts, quiero que saque el dinero de allí para los ingredientes, y para cualquier cosa personal que necesite... - Pero yo no puedo... - Es un regalo por todo lo que usted hizo por mi... - Harry, cariño... eres tan amable... Luego de despedirse, los tres salieron de La Madriguera, y desaparecieron. Su nuevo objetivo era el Valle de Godric...
  11. ¡A la orden! Bueno, pues hoy traigo el cuarto capítulo, que empieza la acción. Capitulo 4: Después del examen de Aparición Al día siguiente, Harry despertó muy tarde. Ya casi era mediodía, y le pareció raro que ni Ron ni Hermione lo hubiera ido a despertar. Buscó sus gafas y se las puso. Se bajó de la cama esperando encontrar algún paquete o una carta por su decimoséptimo cumpleaños, que era ese mismo día, pero se sorprendió al no ver nada. Hedwig estaba dentro de su jaula, en un rincón de la habitación. Harry se dirigió allí. - ¿Hoy no te han dado nada para mi? La lechuza negó con la cabeza. Harry, muy desepcionado, pensó que debido a la boda del día anterior todo el mundo habría olvidado su cumpleaños. Se vistió y bajó para desayunar. Otra gran sorpresa se llevó al ver que en la cocina de La Madriguera no se encontraba nadie, así que comenzó a sospechar. Abrió la puerta hacia el jardín, y mientras el sol le daba en los ojos oyó: - ¡Feliz cumpleaños! Harry parpadeó varias veces para asegurarse de que su imaginación no lo engañaba. Pero luego se dió cuenta que todos sus amigos le habían preparado una fiesta. Estaban todos los Weasley (menos Percy), Hermione, Hagrid, Grawp, Lupin, Tonks, Ojoloco y Fleur. Harry se llenó de emoción al ver a toda esa gente esperándolo para su cumpleaños. Las mesas que el día anterior eran para la boda, ahora estaban para el cumpleaños, y todo el patio estaba decorado con motivos de fiesta. Harry tambien vió un montón de regalos junto a una mesa. Después de que todos lo saludaran y felicitaran, la señora Weasley condujo a Harry hasta el montón de regalos. - Veamos éste primero... - Harry tomó un pequeño paquetito color verde. Y entonces leyó "Para el amo de Kreacher" - ¿Estás seguro de que lo vas a abrir? - preguntó Ron mirando con desconfianza al paquete. - Peor que los gusanos no puede ser... - dijo Harry, abrió el paquete y un inmundo olor le dio nauseas. Harry cerró el paquete rápidamente, sacó su varita y pronunció: Incendio. El paquete estalló en llamas hasta que quedaron sólo cenizas. - ¡Ese miserable elfo te mandó excrementos de perro! - exclamó Ron ofendido. - ¡Ron! Tal vez le envió eso a Harry porque pensó que lo necesitaría por algo en especial... - Vamos Hermione, Kreacher es despreciable - dijo Harry mientras tomaba un paquete pequeño color rojo. Éste tenía una etiqueta que decía: "De Dobby para Harry Potter". Harry abrió el regalo y encontró (como era de esperarse) un par de medias de diferente color. - Es muy amable Dobby, ¿verdad? Los elfos domésticos... - Ya, calla Hermione... - le reprendió Ron, mientras Harry abría un paquete de Lupin. Se quedó con la boca abierta al ver su regalo. - Espero que le des utilidad, Harry... - le comentó el hombre guiñándole un ojo. El ex-profesor le había regalado el otro espejo mágico, el que era de Sirius. Recordó que él mismo había roto el suyo tras la muerte de su padrino. - ¿Para qué servirá eso? - preguntó Hermione. - Luego te cuento... - le respondió Harry, mientras sacaba un gran joyero de oro que le había regalado los gemelos Weasley. Debido a que a Harry no le gustaba los lujos lo guardó sin emoción. Tras unos minutos, terminó de abrir todos los paquetes, sin recibir muchas cosas emocionantes, pero de todas formas fue bonito tener tantos regalos. - Ah por cierto, llegaron cartas del Ministerio, dice que el examen de Aparición se cambió de fecha a hoy... - le informó Ron. - Mejor... Harry buscó una mesa, y luego comenzaron a comer. Fue la comida más rica desde que llegó a La Madriguera, al parecer la señora Weasley le había puesto mucho empeño. Cuando todos terminaron de comer, y se retiraron, en el jardin quedaron solo Ron, Hermione, Ginny y Harry. - Ah, hoy llegaron las notas de mis TIMOS... - comentó Ginny - ¿Qué tal te fue? - preguntó Harry. - Obtuve ocho en total... - Bastante bien.... - Vosotros dos... - dijo la señora Weasley, dirigiendose a Harry y Ron - Se os hará tarde para ir al Ministerio así que daos prisa... - ¡Ya vamos! Harry entró a la habitación de Ron y se vistió ropa adecuada y formal. Ron hizo lo mismo. Cuando finalmente bajaron al comedor, el señor Weasley los estaba esperando. - Vamos chicos, traje un coche... - Hermione, si quieres acompañarlos te dejo, pero, Ginny, tu te tienes que quedar... - dijo Arthur. - ¿Con quién? - dijo enojada la chica. - Con Fleur y Percy... - Con la personificación del aburrimiento, querrás decir... - comentó la niña y subió a su cuarto. - Bueno vamos... El señor Weasley los condujo hasta el coche volador, y los tres amigos subieron. Pasados unos cuantos minutos de viaje, llegaron a ese callejón muggle donde sólo había una cabina telefónica rota. - Bueno aquí os dejo... El trío ingresó al interior de la cabina, y la cerraron. Estaban bastante apretados. Luego Ron marcó el número "62442", y una voz de mujer los interrogó. Tras darles unas chapitas, que se prendieron a la túnica, la cabina comenzó a descender por un largo túnel. Al cabo de unos minutos, se encontraron en el vestíbulo principal del Ministerio de la Magia. El mismo estaba un tanto diferente a la última vez que Harry había entrado. El suelo y las paredes eran de una madera barnizada y quedaban muy bonitas. Pero el techo ahora era de un color verde flúor. En el centro del vestíbulo estaban las reconstruidas estatuas del mago, el centauro, el duende y el elfo doméstico. Harry, Ron y Hermione pasaron la prueba de supervisión de varita, y luego se dirigieron a los ascensores. Unos minutos más tarde, estaban en una sala circular, junto con otros diez alumnos que darían el examen. Un mago bajito y regordete, con un poblado bigote y cabello rojo los fue llamando de a uno. - ¡Harry, Ron! ¿Vais a hacer el exámen? - les preguntó Neville, un niño regordete, de cabello moreno y ojos castaños, mientras se acercaba a ellos. - Sí... - contestaron ambos. Pasaron unos cuantos minutos, y por fín llamaron a Harry. - Veamos señor Potter... - dijo el mago examinando una hoja - Como sabrá, la Aparición no es sólo la práctica, tambien tiene una parte teórica... - Harry sintió que el corazón le daba un vuelco, él no había estudiado nada - Veamos... ¿Qué son las "tres D"? - Destino... Decisión... Desenvoltura... - respondió Harry recordando sus clases de Aparición. - Correcto... ¿Y para qué sirve? - Son los métodos a tener en cuenta para una correcta Aparición... - contestó Harry un poco nervioso. - Correcto... Está todo en orden... ¡Ah! ¿Es usted capaz de resistir los síntomas de la Aparición? - Sí... - Bueno, entonces quiero que se aparezca... dentro de ese aro... - dijo, agitó su varita y un aro apareció en el centro de la sala. Harry se concentró en su destino, y giró sobre si mismo. Sintió que le faltaba el aire, pero esa sensación fue muy corta, y cuando se le pasó estaba en el interior del aro. - Bien hecho... ahora, si es tan amable, aparézcase en el pasillo de entrada al Ministerio... Harry pensó su destino y repitió el proceso. Cuando abrió sus ojos estaba en el destino, y el mago supervisador tambien estaba allí. Luego ambos volvieron a la sala de exámen. - Aprobado... - le dijo a Harry, y le dio una pequeña tarjeta de autorización. Harry salió de la sala, y junto con Hermione, esperaron una hora más a que volviera Ron, cuando lo hizo, el chico estaba muy contento. - ¡Lo logré! ¡Me aprobaron! - Felicidades Ron... - dijo Hermione, Harry tambien lo felicitó. - Si se hubieran dado cuenta no me habrían aprobado... - comentó Ron con una risita. - ¿Qué te dejaste atrás? - preguntó Hermione enfadada. - La uña del pie... - ¡Ron! Eso deviste decirlo... ¡La próxima vez pudiera ser tu ojo! - le reprendió la chica. - Bueno ya dejemos de discutir y aparezcámonos en La Madriguera. - ¡Sí! Harry giró sobre sus talones, y sintió que entraba en un tubo de goma que lo obligaba a apretarse. Sintió que los párpados se le iban para dentro, y que los ojos se le daban vuelta hacia atrás. No podía respirar, y los tímpanos le dolían. Cuando parecía que iba a asfixiarse, todo cesó, y respiró muy hondo. Abrió los ojos y vio La Madriguera frente a él. Al segundo llegaron Ron y Hermione. - ¿No te dejaste nada? - preguntó Harry riendo. - No... - O bien es algo que no podemos ver... - dijo Hermione y soltó una risita burlona. Los tres amigos comenzaron a caminar, y entraron a La Madriguera. Se llevaron una terrible sorpresa al ver a Fleur tendida en el suelo. Tenía un ojo morado, estaba sangrando por todas partes, y respiraba entrecortadamente. - F-fue... Percy... - dijo Fleur y se desmayó al instante. Harry algo confundido se dirigió a la mesa. Allí había una nota que decía: A Harry Potter: Va siendo hora de comenzar la acción. Alguien que conoces me habló de tus sentimientos hacia Ginny Weasley. Ahora está aquí, conmigo, quizá sepas dónde. ¿Vas a venir a buscarla? Te estaré esperando con los brazos abiertos. lord Voldemort PD: Date prisa, a Ginny Weasley podría pasarle algo... Harry no dió crédito a sus ojos. Parpadeó varias veces. Luego volvió a leer la carta. Algo era seguro: Ginny estaba en peligro. - ¿Qué ha pasado? - preguntó Ron - Cuando agarre a ese Percy... - Percy es un Mortífago... - dijo Harry que iba sintiendo cómo la furia crecía cada vez más en él, y empezaba a temblar y a respirar entrecortadamente. - ¿Qué dices? - ¡PERCY SECUESTRÓ A GINNY PARA VOLDEMORT! - gritó Harry perdiendo el control. Su furia había exedido todos los límites. Apretó muy fuertemente el mensaje en su mano derecha, y sintió la cólera, la sangre hirviendo, y una bestia rugiendo en su interior. Mientras Harry apretaba cada vez más fuerte el papel en su mano, las luces de toda La Madriguera comenzaron a prenderse y apagarse, los objetos comenzaron a levitar por sí mismos, y las ventanas a vibrar. - Malfoy debió contarle a Quien-tú-sabes... - dijo Ron. - ¡¡¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!! Mientras Harry gritaba con todas sus fuerzas, las ventanas estallaron, las luces de las velas se apagaron, algunos objetos se rompieron, y el suelo comenzó a temblar, como si se acercara un gigante corriendo a toda velocidad. - ¡Harry, contrólate! - le gritó Hermione. Entonces Harry se dió cuenta que sus emociones estaban destruyendo el lugar, y se calmó. - Lo... ma...taré... - dijo respirando a muy fuerte. - Debes tranquilizarte... - Malfoy... le... dijo... - Harry, me parece que es hora de empezar a buscar los Horrocruxes, pero no hay que desesperarse por rescatar a Ginny, es una trampa... - le dijo Hermione. - Esta... Bien... - Harry, me parecería buena idea que comenzemos a elaborar Felix Felicis para el encuentro final... ¿Tú que dices? - le preguntó Ron. - No pienso usar el viejo y mugriento libro de Snape... - Pero sería de gran ayuda... - ¡No lo haré! - Harry el libro del Príncipe nos será muy útil - le comentó su amiga. - Está en Hogwarts, y el colegio está cerrado... - Le pediré a McGonagall si nos permite entrar uno de estos días... - ¡Está Bien! - gritó Harry enfadado - Pero date prisa, mañana mismo comienzo a buscar esos malditos Horrocruxes... -e hizo pedazos la nota de Voldemort, jurando venganza para sus adentros.
  12. ¿Otro capítulo, dices? Pues mira, me he tirado un buen rato después de comer escribiéndolo. Ahí lo tienes, recién sacado del horno. Capitulo 3: La boda Tras las palabras del joven, Hermione comenzó a llorar muy fuerte, y Ron, que por más que no lo hizo, sentía lo mismo que sus compañeros. - ¡Oh Harry, eres tan bueno! - le dijo Hermione y se tiró a sus brazos. En ese momento Harry sintió como que su estómago daba un salto mortal. - Yo pienso lo mismo - se apresuró a decir Ron al ver a Hermione abrazando a Harry. - Si ya lo se... - dijo la chica secándose con un pañuelo. El resto del día pasó volando. Todos los Weasley estaban ocupados con los preparativos de la boda, y Harry y Hermione les ayudaron. Cuando finalmente se fueron a acostar, Harry durmió en la habitación de Ron, y debido al cansancio no duró más que unos segundos despierto. - ¡Harry, despierta! - Si, ya va... - dijo Harry buscando sus gafas. Se las pusó y vió a Hermione delante de él. - Ya es hora de comer, todos te estamos esperando... - Ah, perdon... Harry se puso de pie de un salto, se vistió y bajó acompañado de su amiga a comer. En la mesa estaban todos los Weasley muy felices. Todos exepto Percy, que hacía gala de unas caras de aburrimiento y asco. Además había invitados especiales. Tonks y Lupin estaban sentados en la mesa, ambos con rostros muy felices. Bill y Fleur tambien estaban en la mesa, y ésta le daba de comer en la boca al joven. Harry se sentó a un lado de Ron, y esperó a que la señora Weasley sirviera la comida. - ¡Daos prisa, se hace tarde! - gritaba Hermione del otro lado de la puerta. - ¡Espera ya vamos! - gritó Ron, mientras intentaba pasarse su nueva túnica de gala por la cabeza. - Ya terminé - dijo aliviado Harry, mientras se alisaba su túnica negra, muy formal y bonita. - Y yo - dijo por fín Ron - Nunca pensé que Fred y George me regalarían algo, y mucho menos una túnica de gala que dejara de hacerme el ridículo. Harry miró incómodo hacia la ventana. Sabía muy bien que él les había pedido a los gemelos que le regalaran una túnica a Ron. Tras hechar un vistazo, vió que una gran cantidad de gente comenzaba a apretarse en una entrada a los setos. Ya era hora de bajar. Ambos amigos abrieron la puerta del dormitorio, y Hermione los miró impaciente del otro lado del marco de la puerta. Estaba realmente hermosa. Llevaba el pelo lacio y brillante (obra de una poción recomendada por Tonks), sobre la cabeza tenía una bella pinza color celeste, que hacía juego con su largo vestido turquesa con motivos en plateado. Harry se quedó con la boca abierta por un segundo, pero encambio Ron, parecía haber entrado en una "fantasía patentada" de Fred y George. Su amiga se sonrojó levemente al ver el rostro de los chicos y dijo: - Es hora de que nos vallamos... - Si... - dijo Ron caminando detrás de Hermione, y casi babeandose. Harry le metió un codazo en las costillas, y entonces el chico reaccionó. Bajaron las escaleras, y se encontraron con los gemelos que lucían unas bellas túnicas color escarlata, y una gran cantidad de anillos y cadenas de oro. Los cinco salieron al jardín de La Madriguera. Caminaron hacia los setos, y los bordearon hacia la derecha. Después de un minuto de caminata, llegaron hasta el lugar en donde la gente comenzaba a amontonarse. La entrada estaba custodiada por una gárgola de piedra con la boca abierta. Por lo que pudo ver Harry, entre toda la gente que se amontonaba en la entrada, era que había que poner el medallón que venía con la invitación de la boda en la gárgola, para que los dejara entrar. - ¿Para qué poner la gárgola de seguridad si pueden colarse por ensima de los setos? - preguntó Harry. - Esos setos tienen embrujos anti-intrusos, anti-escalada, anti-vuelo y todos los anti-cosas que te puedas imaginar... - contestó Ron mientras miraba la fila de gente, en busca de alguien conocido. Pasados unos diez minutos, cuando el reloj de George marcaba las 17:15, pudieron poner su medallón en la gárgola. Cuando la estatua se hizo a un lado, Harry pudo pasar por medio de los setos. La primera visión que tuvo fue algo hermoso. Delante de él, se extendían largas filas de sillas blancas decoradas con flores. Al final, había un gran altar dorado, y todo estaba cubierto por setos decorados con flores, guirnaldas y muchos cosas extrañas que Harry desconocía. Unos segundos más tarde, se reunieron los tres de nuevo. - Tenemos primera fila - dijo Ron. Comenzaron a caminar por el costado de las sillas, por al lado de los setos, y de vez en cuando, saludando a gente que los llamaba y saludaba. Finalmente llegaron a la primera fila, y se sentaron al lado del señor Weasley. Delante de ellos, y a un lado del altar estaban Bill y la señora Weasley. Bill vestía un traje negro similar al de Harry, y una gran capa de maquillaje que ocultaba una gran cantidad de sus cicatrices, aunque otras quedaban aún visibles. La señora Weasley llevaba un largo vestido rosa y muy ancho. Llevaba puesto un anillo de oro, con una gema roja en el medio, y una cadena, tambien de oro, que decía "B y F". Tanto Bill, como Molly estaban muy impacientes. Harry hechó un vistazo hacia atrás y vió que casi todas las sillas estaban llenas, y al final, vió dos grandes siluetas que lo saludaban. Uno era Hagrid, y el otro Grawp. Harry no alcanzó a ver la ropa de Hagrid, pero supuso que sería su atuendo de piel de castor. En cambio el gran tamaño de Grawp, no podía ocultar su traje blanco, ni su corvata rosada. Luego de unos minutos más de espera, empezó a sonar una agradable melodía, y todos se pusieron de pie. Harry los imitó. En medio del lugar, las sillas se hicieron a un lado por arte de magia, y una larga alfombra roja se extendió por el suelo hasta la gárgola. Unos segundos más tarde, entraron Ginny y Gabrielle (la hermana de Fleur), cada una con una cesta llena de flores. A Harry se le comenzó a cortar la respiración. Ginny estaba preciosa. Llevaba un largo vestido dorado al igual que Gabrielle, pero el cabello rojizo (en el que tenía una pinza dorada) estaba lacío y brilloso, por lo que Harry dedujo que Tonks había recomendado esa poción a más de una persona. Ambas chicas comenzaron a arrojar flores a ambos lados, mientras caminaban hacia el altar. Y por un segundo, mientras todos aplaudían, Harry detectó una mirada de enfado en la cara de Ginny, era seguro que no le agradaba ese papel. Cuando las chicas llegaron al altar, Harry vió por primera vez al sacerdote que los casaría. Era un hombre bajito, calvo y rechoncho. Tenía una túnica blanca y larga, y usaba unas lentes bastante grandes. Luego de otros minutos, sonó una melodía diferente, pero que Harry conocía bien: la melodía que todo el mundo (incluyendo los muggles) usaban para presentar a la novia, la marcha nupcial. La gárgola se apartó nuevamente, y la alfombra roja, fue reemplazada por una alfombra de rosas rojas. En ese momento entró Fleur del brazo de un hombre mayor, que Harry apostó a que sería el padre de la joven. Fleur hacía muy buena gala de su belleza, estaba realmente hermosa. Llevaba un vestido plateado con una cola muy larga. El vestido tenía botones y costuras en color oro, que hacian juego con la corona del mismo color, que llebaba puesta en su cabeza. Detrás de la corona se extendía un largo cabello rubio platinado. La mujer comenzó a caminar muy despacio del brazo de su padre, y cuando por fín llegaron al altar, todos dejaron de aplaudir, y se sentaron, al tiempo que Bill tomaba del brazo a la que iba a convertirse en su mujer. Entonces el anciano comenzó su discurso, y Harry no tardó en aburrirse. Dió vuelta la cabeza y comenzó a mirar a los invitados. Distinguió entre la gente a varios duendes, que Harry pensó que serían compañeros de trabajo de Bill. También se dió cuenta que Percy miraba fijo cada muy corto tiempo a Ginny, y no la perdía de vista nunca. Cuando el hombre se dió cuenta que Harry lo observaba le dirigió una cara de enfado y comenzó a contemplar la ceremonia. Harry en cambio siguió buscando conocidos entre la gente. Vió a Tonks sentada a un lado de Lupin, ambos se tomaban de la mano. La mujer llevaba su cabello rosa chicle atado con moño hacia arriba, y Lupin tenía el cabello más colorido y bien peinado, pero no pudo ver las túnicas de ninguno de los dos. Más atrás estaban algunos miembros de la Orden, como Ojoloco Moody y Kingsley Shacklebolt. Cuando Harry pensó que su aburrimiento había llegado a un punto culminante, sintió un codazo en las costillas y giró la vista hacia el altar. - Entonces los declaro marido y mujer... - dijo el anciano, al tiempo que Bill besaba a Fleur, y todos comenzaban a levantarse y aplaudir. Entonces, Bill cargó a la mujer en sus brazos y comenzó a correr hacia la salida, mientras del cielo comenzaban a llover flores. Luego de unos emotivos minutos todos estaban en el jardín de La Madriguera (que ahora estaba decorado, lleno de mesas y sin animales), comiendo y bebiendo. - ¡Harry! ¿Cómo estás? - dijo Hagrid cuando por fín los encontró a Ron, Hermione, Ginny y él. Estaban en un rincón de La Madriguera, en la mesa más alejada. - Muy bien Hagrid... - contestó el chico. Al lado de Hagrid venía su gigante hermano menor. - Hola... Hagy... - dijo Grawp sacudiendo a Harry mientras le estrechaba la gigantesca mano - Hola Hermy... y... hola amigo de Hermy... Ambos saludaron a Grawp con una sonrisa, y Hagrid y su hermano fueron al centro del jardín, donde estaban comenzando a bailar. - ¡Ah, Harry! - recordó Hermione - Estuve investigando acerca de R.A.B., pero no encontré ningún nombre que concuerde con él... - No importa, ahora es hora de divertirse... - dijo Harry, vació su vaso con cerveza de mantequilla de un sorbo, tomó la mano de Ginny y se fueron a bailar. Luego de unos minutos los alcanzaron Ron y Hermione, y luego de una hora, todos estaban en la pista de baile. Pasaron las horas y la noche los alcanzó, pero no detuvo la fiesta. Harry bailó con Hermione, con Fleur, por obligación, tambien lo hizo con su encantadora hermana Gabrielle, con la señora Weasley, Tonks y una amiga de Bill. Una vez que todos comenzaron a sentarse, a seguir bebiendo, o a irse a su casa, Harry volvió a bailar con Ginny. Cuando llegó la medianoche, Harry, Hermione, Ron y Ginny fueron a sentarse a su mesa, la más alejada de la pista de baile. Harry bebió otro trago de cerveza de mantequilla. Estaban los cuatros sólos en la mesa. Durante unos segundos todos estaban en silencio, pero entonces Ginny habló. - Ven Harry, hay algo que quiero mostrarte - le dijo, tomó de su mano y comenzó a tirar de él hacia la parte trasera de La Madriguera. Mientras se alejaban, Harry vió que Ron los seguía con la mirada y la frente arrugada. Ginny lo guió hasta la tranquera que llevaba a la parte trasera de La Madriguera, la abrió y ambos entraron. Caminaron un rato más, y Ginny lo arrastró hasta unos arbustos y le dijo: - Mira eso - señalando un hueco entre ambos arbustos. Harry se agachó para ver, y entonces Ginny lo empujó y lo hizo caer, y él no pudo resistirse porque le pilló por sorpresa. La chica se acostó a su lado y lo comenzó a besar. Harry sin poder resistirse la abrazó y luego ambos se siguieron besando, bien acurrucados entre los arbustos. Estuvieron unos intimos minutos, hasta que Harry se hizo a un lado. - No... - le dijo lentamente. - ¿Por qué no? - preguntó Ginny enfadada. - Ginny ya hemos hablado, no quiero que te pase nada... - ¡A mi no me importa lo que me pase, lo único que me importa eres tú! - gritó ella casi llorando. - Pero es muy arriesgado... - Pero para Ron y Hermione no lo es ¿no?¿Por qué a ellos no te preocupas por arriesgarlos? - preguntó Ginny que había comenzado a llorar. - Porque a ti te quiero mucho más que a ellos... - No me importa... ¿y si tu mueres en el intento? yo no quiero perderte, y si nos tenemos que separar algun día quiero que hayamos estado todo el tiempo posible juntos... - De acuerdo, pero lo tendré que pensar... Harry se puso de pie, y Ginny imitandolo, se secó las lágrimas. Luego volvieron a la fiesta. Cuando alcazaron la mesa en la que estaban, Harry vió a Hermione apoyada en el hombro de Ron, y a éste abrazandola y acariciandole el cabello. Al verlos llegar, ambos se separaron rápidamente. Ron pareció alegrarse un poco más al ver el rostro triste de Ginny. - ¿A donde fuísteis? - preguntó Hermione. - Le estaba enseñando a Harry lo mucho que había crecido mi micropuff. - Ah ya veo... - dijo Hermione mirando ceñuda a Harry. Al parecer tambien había notado la triste cara de la Ginny. - Bueno creo que yo ya me iré a dormir... - dijo Hermione poniendose de pie. Entonces Harry notó que ya casi no quedaba gente. - Yo tambien - dijo Ginny y se despidió de todos. Tras verlas entrar a La Madriguera, Ron miró a Harry, que permanecía callado y parecía tener en el rostro un cierto de culpa. - ¿Qué te pasó con mi hermana? - Nada - contestó Harry, que parecía ponerse trizte. - Vamos, cuéntame, soy tu mejor amigo... No me enojaré de lo que me digas... - Ya me voy a dormir... - dijo Harry y se puso de pie. Entonces se sintió un poco mareado, y cuando se dió cuenta de lo que hacía ya estaba en la habitación de Ron, y con el pijama puesto. Cuando se disponía a acostarse, Ron entró en la habitación. Harry se acostó en la cama y se llevó las sábanas hasta el mentón. - ¿Me vas a decir que pasó? - No pasó nada, y no quiero tener nada con tu hermana... - Harry no te preocupes, no te diré nada, es más estoy contento de que sea así... - contestó Ron sentándose al borde de su cama. - No quiero tener nada con tu hermana para no arriesgarla a que le pase algo... - contestó Harry enfadado. - Pero... tú... ella - balbuceó Ron, pero Harry no lo dejó terminar. - No me molestes, mientras Voldemort siga vivo no pienso arriesgar a nadie más... - dijo Harry, mientras Ron se estremecía al oír ese nombre - ¿Y qué hay entre tu y Hermione? - Eh... nada - trató de fingir que estaba asombrado por la pregunta tonta de Harry, pero tanto su rostro como sus orejas se volvieron rojas. - Ah ya veo... - dijo Harry riendo, se dió vuelta y se durmió.
  13. Muchas gracias hermanita. Bueno, tampoco te voy a eclipsar. Si tampoco hay mucha gente que admita leerlo... En fin, va el segundo cap. Capitulo 2: De regreso en La Madriguera Harry contemplaba con mucha atención los posters y fotos de los Chudley Cannons. Ya casi había olvidado lo que era la habitación de Ron, cubierta de una capa de pintura naranja fuerte. Pero de tanto que hablaba Ron de su equipo de Quidditch, Harry empezaba a tomarle cariño. El joven cruzó la habitación caminando, y corrió las cortinas, para que la luz solar inundara la habitación. Ron no se despertó. Harry fue hasta la cama, y empezó a sacudir a su amigo para que despertara, pero éste seguía roncando. Harry comenzaba a perder la pasciencia, así que le pegó una bofetada a Ron en la cara, pero no ocurrió nada. - ¡Ron, despierta! - le dijo Harry zarandeándolo. - No... mamá... déjame dormir un rato más - contestó el joven de cabello rojo, de rostro pálido y cubierto de pecas, sin siquiera abrir los ojos. - No soy tu madre... ¡Soy Harry! - Bueno mamá... llámame cuando haya que buscar a Harry... El chico cansado de llamar a su amigo, metió la mano en el bolsillo del pantalón, y sacó su varita mágica. Apuntó al rostro de Ron, pero en el momento en que se disponía a lanzar un chorro de agua de su varita, se arrepintió y con un rostro triste recordó que aún no cumplía los diecisiete años. Ya cuando iba a darse por vencido se le ocurrió una idea genial. - Ron... vinó a visitarte una chica que se llama Lavander... - dijo Harry imitando la voz de la señora Weasley. Ron se incorporó muy bruscamente, y de un salto se ocultó bajo la cama muy desesperado. - Dile que no estoy... que vuelva otro día... - dijo agitado el chico pelirojo desde debajo del colchón. - Soy Harry... y no vino Lavander... - ¿Harry? Ron Weasley asomó la cabeza por un lado de la cama, y vio a su amigo. Una expresión de alegría se reflejó en su rostro. - ¡Harry!... pensé que te iríamos a buscar con papá más tarde... - Hubiera sido así si los Mortífagos no hubieran atacado Privet Drive... - le comentó Harry. - ¡Atacaron la casa de tus tíos! - exclamó Ron asustado mientras se sentaba en la cama. - No, atacaron la casa de una vecina... Y así, Harry le contó la historia sobre la señora Figg, el sueño y la Marca Tenebrosa. Ron se mostró tanto impresionado como fascinado. Estuvieron un largo rato en la habitación de Ron comentando rumores y suposiciones de lo que haría Voldemort con la anciana, mientras oían ruidos desde el ático. Finalmente, descidieron bajar a desayunar. Cuando llegaron a la cocina, Harry vió mucha gente amontonada para tomar su desayuno, pero no los pudo identificar enseguida, debido a que Molly Weasley corría desesperada hacia él. - ¡Harry, cariño! - dijo la mujer. La señora Weasley se mostraba muy diferente a como acostumbraba. Su pelo de color rojo, como el de todos los miembros de la familia, ahora estaba descolorido y algunas canas se podían apreciar en su cabeza. También se encontraba más flaca y angustiada. Harry supuso que sería por el estrés y los nervios. La mujer revisó a Harry de arriba abajo, buscando alguna herida o lastimadura. Como no vió nada fue corriendo hasta la mesa, e hizo sentar a Harry, poniéndole una docena de salchichas sobre el plato. Ron se sentó a su lado. Entonces, Harry le dirigió una mirada a la mesa. Sentado frente a él, estaba Charlie Weasley. Su rostro presentaba algunas quemaduras, al igual que sus manos, pero por lo otro seguía igual que siempre, tal como su cabello rojo. El jóven saludó a Harry con un estrechón de manos. A la izquierda de Charlie estaban los gemelos. Ambos venían vestidos de trajes de piel de dragón verde, y con muchos anillos de oro sobre los dedos. Harry pensó que éstos se vestían igual para que su madre no los reconociera. Ambos saludaron a Harry levantando un pulgar, y el jóven les devolvió el saludo. Giró la cabeza a su derecha, y vió que al lado de Ron estaba Ginny. Su cabellera rojiza seguia igual de llamativa que siempre, y sus hermosas facciones dejaron embobado a Harry por unos segundos. La niña sonrío a Harry, entonces éste le devolvió la sonrisa. Bill y Fleur no estaban presentes, pero lo que más le llamó la atención a Harry fue que Percy estuviera sentado en la mesa, pues tanto el señor como la señora Weasley se habían peleado con él. Percy ni siquiera sonrió cuando Harry lo saludó. Las salchichas estuvieron deliciosas, y luego de terminárselas todas, la señora Weasley, le obligó tambien a comer unas tostadas. Para Molly, Harry siempre llegaba desnutrido. Cuando todos acabaron el desayuno, la señora Weasley puso a lavar los platos con un movimiento de varita, y todos salieron al jardín. El lugar estaba igual que siempre, con gallinas corriendo por todos lados, los gnomos revoloteando y pisando las plantas de la señora Weasley, y con un espacioso terreno. Pero Harry notó que había algo extraño. La última vez que había ido a La Madriguera recordaba que los setos que lo separaban del otro campo estaban más lejos, y eran menos altos, pues éstos medían más de cinco metros. - Eso son los límites del lugar donde realizaremos la boda - le explicó Ron ante la cara confusa de Harry. - Y cuando levantemos toda la decoración, Bill y Fleur construirán su casa... - añadió Fred. - Se la pagamos nosotros como regalo de bodas... - comentó George. - Mientras que no tenga que soportarla en mi casa mejor - dijo Ginny - Por cierto Ron... ¿Cúando llega Hermione? - Despues del mediodía. Charlie dijo que debía irse a trabajar, así que se fue caminando por el campo y Harry supuso que habían realizado un embrujo antidesaparición a La Madriguera. Percy subió a su vieja habitación y se encerró en ella, y en cuanto a los gemelos propusieron crear un mini-torneo de duelos. - Recuerda que Harry y yo no podemos usar magia aún... - dijo Ginny enfadada. - ¿Y que tal si vamos a jugar Quidditch? - propuso Ron. - No tengo mi escoba y no tenemos postes... - contestó Harry. - ¿Por qué no desgnomizamos el jardín para esperar a que lleguen las cosas de Harry? - preguntó Ginny. En ese momento, George le hechó un vistazo a los gnomos que andaban revoloteando por el jardín. Una vez que identificó a todos, movió su varita perezosamente, y al menos veinte gnomos salieron volando por los aires a los terrenos vecinos. - ¿Qué decías Ginny? - preguntó Fred mirando el jardín en el que no quedaba ni un sólo gnomo. - Que se vayan a la... - ¡Ya sé que hacer! - dijo Harry apresuradamente. - ¿Qué? - preguntaron todos al unísono. - Podríamos jugar al fútbol... es un deporte muggle, pero será divertido hasta que traigan mis cosas... - comentó el chico. - De acuerdo, pero procuremos que papá no nos vea o vendrá a jugar y no terminaremos nunca... sin mencionar las millones de preguntas que te hará, Harry - le dijo Fred. Entonces, durante media hora, Harry les explicó a los Weasley cómo se jugaba al fútbol. Luego, Fred hizo aparecer con su varita una pelota de cuero, que según él había "encontrado tirada". Luego, todos se descalzaron y jugaron. Pasaron un largo rato jugando como muggles. Ginny se caía casi siempre cuando intentaba patear la pelota. Ron se había lastimado el pie por patear mal, pero en cambio Fred y George parecían tener experiencia. Estuvieron toda la mañana corriendo, riendo, insultando (por parte de Ron y su dedo) y divirtiendose a lo grande. Cuando el reloj de oro de Fred anunció las doce, todos entraron a La Madriguera a comer. Adentro los esperaban Charlie, Bill, Fleur, el señor Weasley, la señora Weasley, Percy y Hermione. Al verlos llegar tan cansados algunos se preocuparon, pero todos mintieron diciendo que estuvieron trabajando duro, mientras desgnomizaban el jardín, podaban el césped, y algunas tareas de la casa inventandas por Fred y George. El almuerzo era un delicioso pavo, con patatas y puré. Todos comieron hasta llenarse. Hermione se mostraba más cariñosa y amigable que nunca, y no paraba de hacerles preguntas. Cuando todos terminaron de comer, los tres amigos (Harry, Ron y Hermione) fueron a recorrer el pueblo que se encontraba cerca La Madriguera. - Y entonces Ginny resbaló y cayó sentada al suelo... - comentó Ron riendo, mientras recordaba el partido de fútbol de la mañana - Nunca pensé que un deporte en el que no hubiera escobas y con una sóla pelota sería tan divertido... - Si tenemos tiempo al volver te enseñaré a jugar al baloncesto - le dijo Harry y su amigo se mostró más emocionado. Los amigos caminaban por un largo sendero que cruzaba entre dos campos de muggles sembrados de soja. Ron no paraba de reir, Harry le seguía la corriente, y Hermione se mostraba bastante más comprensiba y menos fastidiosa. Cuando por fín llegaron al pueblo, compraron las cosas que le había pedido la señora Weasley y volvieron caminando. - ¡Por fin llegan! - dijo Ginny impaciente. - Si te parece que nos demoramos demasiado hazlo tú la próxima vez... - contestó Ron furioso. - No lo digo por eso, lo digo porque llegaron cartas de Hogwarts... - ¿Cómo? - exclamaron los tres al unísono y le arrebataron los sobres de pergaminos de la mano de Ginny. Harry miró el suyo. Estaba sellado con cera y con el símbolo de Hogwarts, y era idéntico a los que le enviaban todos los años con el material que necesitarían. ¿Acaso seguiría Hogwarts abierto ese año?. Harry abrió el sobre y retiró una hoja de pergamino amarillenta y leyó: Estimado señor H. Potter: Nos complace informarle que el colegio Hogwarts de Magia y Hechizería seguirá abierto este año. El consejo escolar decidió oportuno volver a abrir el colegio. Le informamos que para asistir este año deberá tener una autorización especial de sus padres o tutores. También nos ale- gramos al informarle que las medidas de seguridad y protección del cas- tillo han sido intensificadas. También se le hará un chequeo a todos los alumnos, en busca de algún objeto tenebroso o una poción extraña. A continuación encontrará las medidas de seguridad nuevas que hemos tomado: 1- Los alumnos no podrán pasearse por los pasillos despues de las 20:00 hs. 2- Las expediciones a Hogsmeade han sido canceladas. 3- No se permite hacer magia fuera de las clases. Tambien se han añadido unas cuantas normas más que conocerá al llegar al colegio. Con ésta carta encontrará adjunto un pergamino con el material que necesitará este año. Lo esperamos en King's Cross el 1º de Septiembre... Atentamente Minerva McGonagall Directora Harry bajó la vista de su carta y luego miró a Ron y Hermione. Ambos tenían una cara de asombro e indesición. Cuando Ginny se fue de la sala, y los tres quedaron a solas, Ron preguntó: - ¿Qué haremos Harry? - Yo no volveré, iré directo al valle Godric, en busca de pistas y a visitar la tumba de mis padres, pero vosotros lo mejor es que volváis y estudiéis vuestro último año escolar... - dijo Harry muy severamente. - Harry... debiste pensar que no te dejaríamos solo cuando nos contaste todo... - le comentó Hermione. - ¡No os permitiré venir conmigo! - Harry somos amigos de hace seis años... hemos pasado por pruebas que muy pocos magos adultos han superado, y todo lo hicimos unidos... y seguimos unidos... y lo seguiremos... recuerda las palabras de Dumbledore... - le comentó su amiga. - Yo... vosotros... - balbuceó Harry pero no pudo decir nada, sus ojos se estaban llenando de lágrimas. Cuando entró en Hogwarts pensaba que conseguiría algún amigo, pero lo que había conseguido era mejor que cualquier cosa. Sus amigos eran capaces de arriegar su vida por ayudar a Harry, y eso era algo muy hermoso... - Sois lo mejor que me ha pasado en la vida... no sé que hubiera sido de mí sin vosotros... - dijo Harry secándose las lágrimas, y en ese momento Hermione rompió a llorar, y Ron se mostró un poco afectado, aunque su rostro siguió seco.
  14. Mientras tanto, en alguna parte de inglaterra... El hombre dio unos pasos al frente, con decisión. Tomó una última calada de humo de su cigarro, lo tiró al suelo, y lo apagó de un pisotón. En ese mismo momento, otro individuo entró apresuradamente en la oscura sala, abriendo la puerta de par en par e iluminando las facciones de quien acababa de tirar el cigarro. Se trataba de un hombre corpulento, con el rostro afilado, los labios gruesos, los ojos cubiertos por unas gafas de sol, el cabello rubio perfectamente peinado (mi personaje). el que acababa de entrar jadeaba de cansancio. Parecía asustado. - ¿Y bien? -preguntó el primero, impasible, clavando en él una mirada intimidatoria. - Lo... lo ha robado, señor. Lo tiene. El hombre agarró del cuello al que acababa de llegar y lo alzó unos centímetros sobre el suelo. - ¿Qué me estás contando? ¡Habla! - Un... un tipo llamado Rem, señor... ha... ha robado el pergamino. Emanando rabia por todos los poros de su piel, el hombre le arrojó contra la pared, y dio unos pasos. - ¡Soy David Krett! ¡Nadie se interpone en mis planes! David (yo) emitió un silbido, y dos hombres fornidos se acercaron de inmediato. Se trataba de matones. - ¡Id tras él! ¡Buscadle donde sea! ¡el pergamino ha de ser mío! Los hombres asintieron, y abandonaron la sala corriendo. el que había entrado antes a dar el informe salió también, asustado.
  15. Bueno, yo propongo uno que a mi me gustó muchísimo, mezcla fantasía con ciencia ficción. Es muy bueno. Artemis Fowl, de Eoin Colfer, primera parte. Encuentro en el ártico, de Eoin Colfer, segunda parte. Cubo B, De Eoin Colfer, tercera parte. La venganza de Opal, de Eoin Colfer, cuarta parte. The lost colony, de Eoin Colfer, desenlace, aún no hay versión española. Bueno, son muchos, pero vamos, con leerse el primero ya disfrutas. Y... Si tardamos algo más en decidirlo, al final elegiremos el libro cuando acaben las vacaciones... PD: Por si queréis saber un poco del argumento, Artemis Fowl es un niño de doce años con mayordomo que tiene toda la tecnología de su mano y pretende usarla para conquistar el mundo subterráneo de las hadas, los elfos y demás. Con lo que no cuenta es que éstos tambien estan armados hasta los dientes. Puede parecer un pelín infantil, pero es para todos los públicos. Amí me encantó, lo leí el año pasado (fue mi libro de las navidades pasadas). Ah, por cierto, el que propone Lucy Croft, "El príncipe de la niebla", me lo he leído. También estoy de acuerdo en ese, es un libro exquisito, me gustó mucho. buen aporte, lucy.
  16. ¡Venga, a ello! se está poniendo de moda esto de inventarse el Harry Potter 7, así que yo no seré menos! Os traigo la mía, para vosotros. Capítulo 1: La desaparición en Privet Drive Era un bonito día, el sol brillaba sobre las casas de Privet Drive, y los vecinos comenzaban sus tareas diarias. Todo indicaba que sería otro día normal. En la casa con el número 4, un taxi acababa de detenerse, y un joven de dieciseis años, flacucho y alto, de cabello oscuro y unos relucientes ojos verdes, acababa de bajarse del mismo. Tras bajar el pesado baúl y la jaula con una hermosa lechuza blanca, el chico le pagó al taxista y comenzó a caminar hacia la puerta de la casa.Tocó timbre y aguardó. Desde el interior de la casa, el jóven alcanzó a oir unos gritos, y tras unos segundos, la puerta se abrió de par en par. Un hombre bastante gordo, con un poblado bigote y de expresión severa, lo miraba malhumorado. - ¡Potter! - gruñó el hombre, cuyo rostro se empezaba a tornar rojo - ¿No dijo ese viejo chiflado que no volverías cuando tuvieras diecisiete? Al oír las palabras: "Ese viejo chiflado", Harry Potter enfureció de golpe, sacó su varita mágica del bolsillo y apuntó al hombre, que retrocedió asustado. - Acaso no te das cuenta que aún tengo dieciseis... - No creas que eres bienvenido en esta casa - le dijo tío Vernon, que miraba con atención la varita del muchacho. - A mi tampoco me agrada demasiado esta casa por si no te diste cuenta... Pero no os queda más remedio que dejarme pasar - dijo Harry aún sin bajar su varita. - ¡Esta bien, pasa! ¡Pero esconde esa cosa! - dijo rápidamente. Harry guardó su varita en el bolsillo de sus pantalones, y arrastrando el baúl con una mano, y sujetando la jaula de la lechuza con la otra, entro a la casa. - ¿Quién era, Vernon? - preguntó una mujer delgada y alta, de cabello enrulado, que salió de la cocina. Al ver al chico, su rostro perdió todo rastro de felicidad. Harry no hizo caso a la cara de su tía Petunia, y subió por las escaleras, hasta el "segundo cuarto de Dudley", a dejar sus cosas. Arrojó el baúl al pie de su cama, y dejó la jaula con la lechuza sobre una mesita desocupada, luego se arrojó en la cama. A pesar de ser por la mañana estaba terriblemente cansado, y miles de cosas se cruzaban por su cabeza. Harry estaba un poco deprimido, y a medida que se adentraba más en sus pensamientos, iba poniendose cada vez más triste. Estuvo varias horas tirado sobre su cama meditando, y cuando se iba a levantar para almorzar, sintió un peso en el bolsillo de su pantalón. Metió la mano, y sacó un guardapelo con una S dorada. Lo miró con mucha rabia, y lo apretó fuerte en su mano, luego bajó a comer. Hacía ya bastante tiempo de que Harry había vuelto a la casa de los Dursley, no sabía exactamente cuanto, porque no le había prestado la menor atención. Todo el tiempo se lo pasaba meditando en su cuarto, pensando en las últimas clases que había tenido con Dumbledore, y dónde podrían encontrarse esos Horrocruxes. Harry ya había perdido la noción del tiempo, hasta que un día, una lechuza se posó sobre su ventana, golpeándola con el pico. El jóven le abrió y la lechuza se paró frente a él. Traía atado un paquetito en su pata derecha. Harry lo desató y abrió el paquete. En el interior había un sobre y una especie de medallón. El chico sacó el sobre del paquete, y lo abrió, en el interior había una invitación: Señor Harry Potter: Nos complace informarle de que usted ha sido invitado a la boda del señor Bill Weasley y la señora Fleur Delacour. Con la invitación, encontrará adjunto un medallón. Éste se le pedirá para el ingreso a La Madriguera (sitio donde se llevará a ca- bo la boda). El casamiento tendrá lugar el día 30 de julio a las 17:00 hs. Le rogamos que asista... Bill y Fleur Weasley Harry releyó la carta, y por primera vez desde el regreso a Privet Drive en su cara se dibujó una sonrisa. Metió la mano en el paquetito y sacó el medallón. Era un colgante como cualquier otro, con forma redonda y de plata, en el cual estaban talladas las letras "B y F". Harry se preguntó para qué sería ese medallón, y luego se le ocurrió que posiblemente fueran medidas de seguridad. La lechuza que acababa de traer el paquete comenzó a picarle la mano a Harry, pidiéndole comida. El jóven sacó un tarrito con comida de la jaula de Hedwig (que ululó ofendida), y se lo entregó a la lechuza grisácea, la cual comió muy apresuradamente, y se fue volando al instante. Harry permaneció unos minutos pensando cómo sería una boda de magos, pero de repente, se sobresaltó al oír un fuerte golpe en la ventana. Se apresuró a ir a ver. Tirada sobre la ventana, había otra lechuza del tamaño de la palma de una mano. En el pico llevaba una carta. Harry se apresuró a agarrar al maltrecho animalito, y lo hizo entrar al cuarto. Luego la recostó dentro de la jaula de Hedwig, que la miró con enfado. Harry miró el pergamino y detectó rápidamente la letra de su amigo Ron. Harry espero que la estés pasando bien con tus tíos (aunque eso sea muy difícil) ¡yo por mi parte la estoy pasando de maravillas, ahora que puedo hacer magia fuera del colegio!. No sé si ya te habrá llegado la invitación de Bill y Fleur, pero quería informarte que con papá te pasaremos a buscar a casa de tus tíos un día antes del acontecimiento. Ron. P.D: si quieres puedes quedarte hasta tu cumpleaños... Harry se animó al pensar que volvería a la casa de su amigo Ron, y que tambien pasaría su cumpleaños allí. Despues de todo, el mal día que había pasado había terminado alegre con esa carta. Harry estaba a punto de acostarse a dormir, pero le pareció oír un ruido extraño afuera en la calle, el ruido que hacen los magos al aparecerse. Se inclinó sobre la ventana pero no vió nada. Pensando en que todo habría sido una ilusión se acostó en la cama y se quedó dormido... Allí estaba él, Harry, de pie frente a dos hombres encapuchados y con máscaras, que tenían secuestrada a una mujer mayor. Harry estiró su mano blanca y reseca, con unos dedos largos, que hacían creer que era una araña, y sujetó a la mujer del cabello. Haciendo fuerza la levantó hasta su altura y la puso cara a cara. - Por tu propio bien, dime dónde se esconde él antes de su decimoséptimo cumpleaños - preguntó Harry con una voz fría y aguda. - N-no... p-puedo... - tartamudeó la anciana, con unas lágrimas en los ojos. - No me dejas otra opción... ¡Crucio! La anciana cayó de boca al suelo y empezó a retorcerse y a gritar alocadamente. Harry agitó más fuerte su varita y la mujer empezó a temblar descontroladamente y gemir como nunca lo había hecho en su vida. Mientras Harry torturaba a la mujer, notaba algo familiar en su rostro, pero no lo distinguía bien por la oscuridad. La mano blanca y huesuda de Harry levantó la varita y la anciana permaneció tirada en el suelo, pero ahora sin gritar. - ¿Responderás ahora? - preguntó Harry amablemente. La anciana negó con la cabeza, aún tirada en el suelo. Harry agitó su varita nuevamente y la mujer que debía tener más de cincuenta años volvió a empezar a retorcerse, gritar, gemir y llorar descontroladamente. - E-está... B-b-bien - balbuceó mientras se sacudía como una loca. - Así me gusta... - dijo Harry como si le hablara a un niñito de cinco años. - En... casa... de unos... amigos... - jadeó la mujer quieta sobre el frío suelo de piedra. - ¿Podría ser de uno llamado Weasley? La bruja asintió y Harry se llenó de alegría. Le dió la espalda a la mujer y comenzó a caminar hacia la pared de la habitación. Allí se posaba un espejo. Harry se miró y vió reflejado a nada más y nada menos que a lord Voldemort, con sus ojos de un rojo destellante, con dos pequeñas grietas en lugar de fosas nasales y un rostro muy parecido al de una serpiente. Voldemort saludó con la mano... - ¡NOOOOOO! - gritó Harry y se despertó bruscamente de su cama. Se examinó las manos para comprobar que estaba en su cuerpo y luego se llevó un dedo a la cicatriz con forma de rayo que tenía en la frente. Recorrió con el dedo el contorno de la cicatriz, al tiempo que ésta le ardía muy fuertemente en la frente. Se apretó con la palma de la mano la cicatriz, esperando que el dolor se detuviera, pero no. Entonces miró por la ventana. El cielo seguía oscuro, pero bien lejos en el horizonte se distinguían los primeros rayos de sol. Harry tomó los anteojos de la mesita de luz, se puso de pie y se inclinó sobre la ventana, al tiempo que sentía que una luz verde le daba en el rostro. La luz provenía de una casa vecina. Abrió el vidrio y sacó la cabeza para espiar. Su corazón empezó a latir con una violencia terrible, el dolor de la cicatriz se le fue de la mente, y empezó a sudar muy rápido. A sólo unas casas de la de los Dursley, flotando en el cielo se encontraba una calavera, que poseía una lengua de serpiente: La Marca Tenebrosa, símbolo que dejaban los Mortífagos cada vez que mataban o secuestraban gente. Harry se precipitó para ponerse un pantalón y una chaqueta. Tomó su varita y bajó corriendo a toda velocidad las escaleras. Se dirigió a la puerta principal, tiró del picaporte pero la puerta estaba cerrada, y las llaves estaban en la habitación de tío Vernon y tía Petunia. Harry le pegó una fuerte patada a la puerta esperando que ésta se rompiera, pero no sucedió nada. Cuando los nervios ya lo estaban atacando oyó una voz de afuera de la casa susurrar: "Alohomora". Se sintió un ruido a llaves, y la puerta se abrió de par en par. Por un momento Harry pensó que un Mortífago lo estaba esperando del otro lado, pero para su suerte allí estaba una Auror miembro de la Orden del Fénix: Nymphadora Tonks. La mujer lo saludó con un energético abrazo, pero Harry apenas se soltó corrió hasta la casa donde posaba la Marca Tenebrosa. En la puerta de la casa había tres Aurores más custodiando, y del interior se oían ruidos, seguramente debían estar investigando qué había pasado. Mientras Harry apreciaba la casa, Tonks llegó a su lado. - ¿Te encuentras bien Harry? - preguntó la bruja de cabello rosa chicle. - Sí... - dijo Harry sin convicción, pero entonces identificó de quien era esa casa - ¡Esta casa es de...! - La señora Figg - completó la bruja. - Entonces era ella... - dijo Harry recordando su sueño. - La han secuestrado, Harry - dijo Tonks, creyendo que a eso se refería Harry - Cuando el Ministerio recibió la información de que se había realizado magía en esta calle muggle pensaron inmediatamente en ti, pero los de la Orden les informamos que estabas dormido. Sí, te seguimos vigilando... - dijo la mujer al ver la cara de enfado de Harry - Pero es por tu bien, si nosotros no hubieramos estado hoy aquí, posiblemente los Mortífagos hubiesen entrado a casa de tus tíos... - ¿Lo vieron los muggles? - preguntó Harry señalando la Marca. - No, siguen durmiendo, y yo personalmente me encargué de permanezcan en sus camas hasta que hagamos desaparecer la Marca... - Por cierto... ¿Qué día es hoy? - ¡Harry!... Todo este tiempo encerrado en tu habitación nos preocupó, pero que hayas perdido hasta la noción del tiempo... - Me paso la vida en la habitación, no hay nada mejor que hacer... - no terminó la frase debido a que no sabía que agregar. - Bueno eso no importa, hoy es 29 de Julio, ya llamamos a los Weasley para que vengan a buscarte, porque con éste accidente... - De acuerdo, muchas gracias... - dijo Harry, pegó media vuelta y se dirigió a la casa de los Dursley. Subió las escaleras muy tranquilo y pensando. Cuando llegó a su cuarto comenzó a armar el baúl. Cuando terminó se acostó en su cama. El sol ya se había puesto, y misteriosamente, ningún vecino en Privet Drive había despertado a hacer las compras matutinas. Harry reflexionó un segundo. Voldemort había secuestrado a un miembro de la Orden (la señora Figg), que por más que era una Squib, tenía una información valiosa. Es más, le había avisado a Voldemort que Harry visitaría a los Weasley... ¿Y si a Voldemort se le ocurría aparecer en La Madriguera para la boda de Bill y Fleur y comenzar a matar gente?¿Y si la señora Figg le revelaba algún dato importante sobre la Orden?. Harry estaba muy preocupado, pero lo que más lo preocupaba era que había vuelto a tener un sueño, pero no cualquier sueño, sino una visión con los ojos de lord Voldemort. Entonces recordó que el profesor Dumbledore le había ordenado casi dos años atrás que estudiara Oclumancia para despojarse de esos sueños. Harry estaba pensando, cuando percibió un fuerte ruido desde la cocina. Bajó rápidamente a ver, y se encontró con el señor Weasley. Traía la túnica que usaba para el trabajo, pero esta vez estaba llena de polvo. El hombre se sacudió su cabello rojizo y luego fue a saludar a Harry. - ¿Estás bien Harry? - le preguntó un poco preocupado y examinándolo de arriba a abajo - ¿No tienes nada verdad? - No, no se preocupe, no me hicieron nada... - Menos mal... - respiró el hombre aliviado - Será mejor que nos apresuremos, tóma unos polvos Flu y vámonos... - Espere que busque mis cosas... - No, Tonks se encargará de eso, lo importante ahora es sacarte de aquí - le explicó el hombre. Agitó su varita y de la nada hizo aparecer un pedazo de pergamino escrito - Aquí le dejo explicado todo a tus tíos para que no se asusten cuando no te vean en casa. - No se preocupe... no se asustarán... - dijo Harry imaginando la alegría de tío Vernon al leer la nota que no regresaría nunca más a Privet Drive. - Bueno apresúrate Harry... El jóven metió la mano en una bolsita de cuero que le alcanzó el señor Weasley, y tomó unos cuantos polvos Flu. Se dirigió a la chimenea, y los arrojó. Enseguida apareció un fuego verde esmeralda. Harry dijo muy claramente: "La Madriguera". Luego se metió en el fuego y sintió como que entrara dentro de un gran torbellino. Todo daba vueltas, y se podía divisar algunas otras chimeneas, pero nada se veía con claridad. Luego de unos segundos comenzó a reducir la velocidad, y se encontró de pie, lleno de cenizas, en la chimenea de la casa de los Weasley. Una sensación de alegría y felicidad le invadió el cuerpo. Dió unos pasos mientras observaba la casa, y unos segundos mas tarde apareció el señor Weasley. - Todos duermen, pero ya debe ser hora de que se despierten... Si quieres ve a despertar a Ron (está en su cuarto), mientras tanto, yo regresaré al trabajo... Buena suerte Harry... El señor Weasley volvió a desaparecer tras su chimenea con un destello de luz verde, y Harry quedó sólo en la habitación. Subió sin hacer mucho ruido las escaleras y se dirigió al cuarto de Ron. Al entrar pudo apreciar la gran cantidad de posters del equipo favorito de Quidditch de Ron. Su amigo roncaba como un oso, acostado sobre su cama.
  17. Veamos... Lo primero que tengo que decir es que escribes genial, impresionante. Habrá quien lo compare con mi versión XD. A lo que iba, está muy bien. Hay algunas cosas que flojean, como el uso abusivo de exclamaciones o el tema ya comentado de Kreacher, pero vamos, tampoco está tan mal. Además, me ha gustado eso que has hecho en los dos últimos capítulos. ¡Es la bomba! Me refiero a eso de dividir el capítulo en la parte de cada prota. ¡Fantástico! Sólo una cosa más... ¡SIGUE ESCRIBIENDO! ¡QUIERO SABER CÓMO SE LIBRAN DE ESTAAAA! PD: Qué cansancio, me los leí todos del tirón.
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