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Tomb Raider El destino de los muertos


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Espero que os guste.

 

1ª Parte

 

Capitulo 1 Terror en la noche

Lara se sobresaltó. Se apartó las sábanas de encima y fijó la vista en la negrura. Algo la había despertado. Se deslizó despacio hacia la mesita de noche y accionó el interruptor de la luz. Nada, no había electricidad. Con cuidado se levantó y a tientas bajó los escalones hasta la sala contigua. Se dirigió hacia el escudo con el emblema Croft y giró las dagas que se encontraban a cada lado. El escudo se abrió por la mitad y dejó al descubierto dos pistolas RGP Match 5. Las cogió y las cargó. Pasó junto al sofá acolchado blanco y fue hasta el vestidor. Rebuscó en el armario hasta dar con su mochila, de dónde extrajo la pequeña linterna que siempre usaba. La encendió y se puso firme. Una pesadilla y un apagón no eran motivos suficientes para que Lady Croft se asustara, pero no había sido sólo eso. La habían llamado, alguien había pronunciado su nombre. Una voz tan escalofriante que habría hecho vibrar hasta al último cristal de la mansión. No había sido Winston, en esos momentos estaba en España, en el funeral de una de sus primas. Un ladrón era muy improbable, ya habían intentado robar más de una vez pero el individuo no había conseguido ni llegar hasta la puerta de entrada. Lara estaba segura de que no lo había soñado, esa voz le había susurrado en el oído, y le había erizado los pelos de la nuca. La habitación, ahora iluminada por un tenue resplandor blanquecino, no mostraba la mínima huella de que alguien hubiera estado allí exceptuándola a ella. Las ventanas estaban cerradas, la puerta también, pero de algún modo alguien había entrado. Mantuvo la linterna en alto mientras avanzaba hacia el baño con paso decidido. Abrió la puerta con suavidad y se puso frente al espejo. Su pelo castaño cobrizo se deslizó por los hombros hasta quedar colgando a la altura de su pecho. Unos ojos marrones miel la observaban desde el otro lado, y le escudriñaban el rostro demacrado por el cansancio. Hacía varios meses que no dormía, siempre la misma pesadilla. Aquella misma noche la estaba viviendo más que nunca, incluso había habido unos momentos en los que había pensado que era real. “Me estoy volviendo loca” pensó. Lanzó las pistolas contra el suelo, se apoyó en la pared y resbaló hasta el suelo, donde se quedó hecha un ovillo. La pesadilla siempre era la misma: una Lara de dieciséis años acompañada de un Werner Von Croy muy joven corrían por la selva persiguiendo un extraño artefacto. El objeto era un pequeño recipiente de cristal, con el tapón con forma de calavera, y relleno de un extraño líquido azulado. Cuando ambos conseguían alcanzarlo, Werner era brutalmente asesinado a manos de la propia Lara, la cual sostenía aquel recipiente y lo observaba con gran emoción. Instantes después una voz estridente la llamaba, la conducía por un extraño sendero, y finalmente ella misma era asesinada por una sombra desconocida a los pies de un bello ángel alado. Esa noche la voz la había aterrado tanto, que momentos después de despertar la seguía oyendo. “Estúpida” se dijo “ya no diferencias ni la realidad”.

-Lara...-la misma voz estridente y escalofriante de todas las noches la sobresaltó sobremanera.-Lara... ¡Lara!

-¡cállate, cállate!-gritó la mujer cubriéndose los oídos con ambas manos.- ¡déjame en paz!-de pronto una bocanada de vaho empañó el cristal del espejo, y en él aparecieron escritas estas palabras: Tú me mataste y pagarás por ello.

El rostro de Lara se ensombreció, no podía creer lo que estaba ocurriendo. La joven enloqueció, se incorporó y le asestó un puñetazo al espejo, que provocó que el cristal se rompiera y saltara en mil pedazos. La sangre le recorrió la mano dejándole una mancha carmín en la manga del camisón.

-¡Lara! ¡Lara! ¡Lara! –la voz era cada vez más potente, y sus gritos más desesperados. La arqueóloga saltó sobre las pistolas, y en un ataque de locura comenzó a disparar a bocajarro sobre cada sombra y objeto que veía.- ¡no puedes matarme, ya lo has hecho!- una fuerza desconocida la impulsó hacia atrás provocando que la joven saliera disparada por la puerta y fuera a parar al dormitorio. Lara se incorporó y salió de la habitación a trompicones. Corrió a lo largo del oscuro pasillo mientras oía como la voz se acercaba más y más a sus espaldas. Lanzó una lluvia de balas hacia atrás, y se precipitó hacia el salón. Abrió la puerta y cerró dando un portazo tras de sí. Saltó sobre la barandilla y calló en el sofá del piso inferior. Del fuego de la chimenea sólo quedaba un pequeño rescoldo que crepitaba de vez en cuando, era el único sonido audible de toda la casa. La voz parecía haberse acallado, la tranquilidad volvía a reinar en la mansión. Lara se levantó, fue hasta la caja de fusibles y los accionó. Encendió la luz y se quedó observando con detenimiento la puerta por la que había salido segundos antes. Ya tenía otro motivo para no dormir.

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Hola, sé que este relato se lee un poco mal por culpa de que no he puesto a penas párrafos. En el siguiente prometo mejorarlo. Todo sea porque se entienda mejor. Espero que lo leáis :--( DEW!!!!!

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akí tenéis el 2º capítulo... haber si os gusta.

 

Capitulo 2 El recuerdo

-sí, estoy completamente segura de que no lo soñé. ¿Acaso esto no te dice nada?-exclamó Lara mostrándole a Zip los cortes del puño. Ambos estaban sentados en la sala de operaciones de éste.

-No sé Lara... los espíritus no son lo mío.-dijo dudoso-llevas mucho tiempo sin dormir, ¿no crees que pudiste haber tenido una alucinación?

-¡vaya, vaya! la señorita Croft tiene miedo-bromeó Alister al entrar por la puerta con aire divertido.

-Cállate, no tienes ni idea.-contestó Lara con frialdad. Y continuó hablando con Zip como si Alister no los hubiera interrumpido-es más, Zip, creo que sé quien es y por qué.

-explícate.

-¿recuerdas a Esteffany Jake?-preguntó como si pronunciar aquel nombre fuese un pecado.

-¿te refieres a la arqueóloga que acompañó a Werner a por la vasija de oro de Kuelap hace doce años, cuando aún pocos la conocían?-inquirió Alister acercándose y sentándose junto a ellos-si no me equivoco murió en esa misma expedición por culpa de un fallo técnico...

-sí, una cuerda mal atada-terminó Zip-caída al vacío y viaje de primera clase al otro mundo.

-no fue así exactamente-atajó Lara, algo apesadumbrada- Yo estuve en esa expedición-la sorpresa se dibujó en el rostro de los hombres como si les hubieran lanzado un vaso de agua fría-no fue un accidente.

-¿No... No tendrías nada que ver verdad?-titubeó Alister.

-¡no tuve elección!-gritó la mujer-¡pretendía traicionar a Werner y vender la vasija al mejor postor a unos comerciantes de mala muerte!

-¿creíste que esa era razón suficiente para matarla?-exclamó Zip.

-no, no fue sólo por eso. Mientras explorábamos el templo di con una cámara secreta. En su interior se hallaba una copa de cristal, la cual contenía una extraña sustancia. Ella también la descubrió, y quiso robarla. Yo la detuve, pero no sé qué la empujó a desear tanto ese cáliz. El rencor que guardó hacia mí por detenerla era inmenso, e intentó tirarme por un acantilado, pero fue ella la que murió.

-¿crees que fue ella la de anoche?-inquirió Zip.

-sí.

-¿y por qué ha tardado tanto en ir a por ti, si eso ocurrió hace doce años?-preguntó Alister con un deje de incredulidad en su voz.

-La copa de Kuelap, estoy completamente segura de que tiene algo que ver.-afirmó Lara.

-¿podrías explicarnos por qué?-dijo Zip recostándose en su asiento.

-cuando estuve en esa cámara, oí voces muy parecidas a la que oí ayer, y a las que llevo oyendo en mis pesadillas desde hace meses.

-¿sabes por casualidad el nombre de esa copa?-inquirió Zip tecleando en su ordenador a velocidad de vértigo.

-Creo que era algo así como “la copa de los muertos”, o “la copa de los espíritus”…- Zip desapareció tras la pantalla del ordenador, y no volvió hasta dentro de un rato, que dijo:

-no hay nada registrado con ese nombre.

-un momento-Lara se quedó pensativa unos segundos y una imagen le vino a la mente-prueba con “el cáliz de la vida”.-Zip tecleó durante unos segundos, y una sonrisa de satisfacción se dibujó en sus labios.

-Lara eres genial-dijo realizando una reverencia muy exagerada.

-¿qué has encontrado?-preguntó la mujer a la vez que se abalanzaba sobre la pantalla.

-“el cáliz de la vida” es un mítico artefacto de origen y paradero desconocidos. –Leyó Zip- Se le atribuye su creación a chamanes ancestrales de civilizaciones prehispánicas. La única información conocida hasta la fecha proviene de jeroglíficos y antiguas runas de América central, tales zonas como Perú, México o incluso algunas islas del caribe.

-¿en qué zona estuviste tú?-preguntó Alister interrumpiendo a Zip, algo que a éste no le hizo mucha gracia.

-Perú.-respondió Lara-continúa, Zip.

- según antiguas leyendas y mitos, “el cáliz de la vida” era utilizado para la conservación de los grandes gobernantes, transformándolos en seres inmortales.-el hombre se alisó la perilla y observó ensimismado a Lara.- ¿qué te parece?

-me parece que ya tengo la causa de mis pesadillas y de la maldita voz que me persigue.-afirmó convencida.-Zip, llama a Winston, dile que estaré fuera. Alister, prepara mi equipo habitual y consígueme transporte.

-¿a dónde? ¿Y cuando?-inquirió el joven arqueando una ceja.

-a Perú, mañana por la mañana.

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¡¡Y aquí va el tercero!!! pongo tres el mismo día pork resulta k mña tngo excursión d instituto a Valencia y kmo k no vuelvo hasta el viernesxdxd!!

 

Capitulo 3 Bienvenida a Perú

Lara descendió de la avioneta que acababa de aterrizar sobre Perú, y se dirigió hacia el lugar donde la esperaba José, su guía hasta el templo.

-¿señorita Croft?-preguntó con un notable acento hispano.-a sus órdenes José Suárez, yo la guiaré hasta el corazón de la selva de la provincia de Chachapoyas.-el hombre sonrió y el enorme bigote que lucía se le rizó.

-muchas gracias, puedes llamarme Lara.

-no hay de qué, señorita Lara.-contestó alegre-monte en mi jeep descapotable, llegaremos mucho más rápido.

 

El viaje en todoterreno no estuvo nada mal, y Lara pudo disfrutar una vez más de los hermosos paisajes de Perú.

 

-Su amigo me dijo que la dejara junto a la catarata de Gocta. Para llegar hasta allí tenemos que atravesar la localidad de Cocachimbo, y después cruzar varios caminos sin asfaltar, algo difíciles de salvar, la verdad.-José hizo una pausa y la miró mientras conducía- yo realmente preferiría no acercarme por esos lugares, hay historias…

-¿Qué clase de historias?-se interesó Lara.

-pues verá… cuenta la leyenda que en la catarata vive una sirena de pelos dorados que guarda un preciado tesoro. Esa sirena, a su vez está escoltada por una serpiente gigante. Pocos se acercan a Gocta, y muchos menos vuelven.

-si tanto te aterran, José, puedes dejarme por los alrededores.

-se lo agradezco mucho, pero entonces no merecería el dinero que usted me pagó.-repuso el hombre con sencillez.-insisto.

 

Atravesaron la selva con escasa dificultad hasta que llegaron a una serie de caminos de graba que les obstaculizaron el avance durante al menos media hora. Cuando lograron atravesar los senderos entre tumbos y tumbos, la tranquilidad regresó, acompañada de un suave rumor de agua.

-¿la oye?-preguntó José inquieto- es “la chorrera”.-Lara cerró los ojos y dejó que la suave brisa la acariciara. Alejó todo pensamiento de sí y se relajó con el suave murmullo de la cascada.- ahí la tiene, 771 metros, la tercera catarata más alta del mundo, sólo superada por el salto del ángel y Tugela Falls.

-¡LARA!-un grito desgarrador la devolvió a la realidad, otra vez esa voz.- ¡LARA!

-¡sal de mi cabeza, sal de mi cabeza!-la joven se tapó la cara con las manos y comenzó a gritar histéricamente.

-¿qué le ocurre? ¿Señorita?-José, asustado, frenó con una sacudida y se volvió hacia ella realizando aspavientos con las manos. La voz cada vez era más intensa, y Lara creyó que no lo soportaría. Los oídos le pitaban con fuerza y no podía hacer nada para evitarlo. Quiso desenfundar las pistolas y volarse la cabeza de un tiro, pero de pronto todo cesó.- ¿se encuentra bien?

-eh… sí, sí no se preocupe. Me he mareado un poco, nada más.- José la miró de soslayo, arrancó el motor y continuaron su camino. El rostro huesudo de Esteffany Jake había aparecido en la mente de Lara como una fotografía. La había visto tan nítida como en aquellos momentos estaba viendo a José.

 

Al cabo de lo que a Lara le parecieron dos largas horas, el rumor del agua se hizo más intenso, y al tomar una curva, tras una gran duna que la cubría, apareció Gocta. Sus aguas cristalinas se precipitaban por la cascada con una hermosura indescriptible, arrojando brillos y luces azuladas al cielo. Una infinidad de pájaros multicolor sobrevolaban la zona, y huyeron espantados por el sonido del motor del coche.

José paró el jeep, y ambos se bajaron. Lara caminó en dirección a la catarata, maravillada por su esplendor, y se detuvo justo en el borde del acantilado que tenía a sus pies.

Gocta constaba de dos grandes cascadas, una, la más pequeña, estaba en la parte superior y depositaba sus aguas en una pequeña laguna, que mediría unos 30-40 metros de orilla a orilla. El segundo salto de agua y el más alto, se encontraba en la parte inferior de la laguna, y se llevaba las aguas hacia el río San Paulo, al sur.

 

-¿sabía que la cultura Kuelap era muy avanzada para su época?-preguntó José satisfecho por sus conocimientos.

-sí, algo he oído…-respondió Lara sin darle mucha importancia, no podía quitar la vista de la catarata.-para estar segura de lo que voy a hacer debo estar informada.

-ya sí, lo suponía… ¿sabía que construyeron la fortaleza con forma circular para que fuera más resistente a los terremotos?-añadió. Lara se alteró ligeramente.

-¿son muy comunes los terremotos por esta zona?

-bueno… la verdad es que no mucho, pero últimamente se están registrando leves movimientos de tierra, estamos esperando a que uno sacuda la zona dentro de poco. ¿Por qué lo pregunta?

- por nada… no me gustaría que uno me pillara en el interior del templo.-comentó Lara observando la montaña para buscar un buen sitio para escalar.

-no creo que tanta casualidad sea posible. Esta misma madrugada hubo un pequeño temblor, nada preocupante, una pequeña vibración, pocos la notaron.-el silencio volvió a reinar, perturbado sólo por el tronar del agua.

Lara se descolgó la mochila de la espalda, la depositó en el capó del coche y comenzó a sacar objetos mientras José la miraba asombrado. Primero sacó el intercomunicador y se lo depositó en la oreja, a continuación deslió las cartucheras y se las abrochó al cinturón comprobando que no le molestaban.

-¿pretende matar a alguien?-preguntó el hombre retrocediendo levemente y sin levantar la vista de las pistolas que en ese momento Lara sostenía.

-siempre hay alguna que otra bestia escondida entre los bastos muros.-respondió divertida por la expresión de José-¡no se asuste no pretendo matarlo!-exclamó sonriente. El mejicano se relajó un poco, pero se notaba a la legua que las pistolas no le infundaban mucha confianza.-bueno, ha sido un gusto viajar con usted. Ya puede marcharse-le anunció Lara a la vez que revolvía en la mochila para hacer sitio al botiquín pequeño, a las bengalas, y a los prismáticos, entre otros artilugios.

-¿y cómo volverá?-preguntó confuso.

-bah, no se preocupe, yo me las arreglo-y dio un pequeño golpecito al comunicador.

Bastante indeciso, José subió al vehículo y puso el motor en marcha.

-para lo que usted necesite llámeme. Estaré por los alrededores.-y dicho esto se internó en los árboles.

Lara dio media vuelta y se puso frente a la enorme pared de roca, la cual parecía estar esperando a que la joven comenzara el ascenso. Saltó con fuerza hacia el primer saliente y se aferró con fuerza al filo, poniendo todo su empeño en no resbalar por las húmedas paredes. Se impulsó con las piernas y se agarró a cada pequeña protuberancia que veía a su alcance.

Poco a poco fue cogiendo altura hasta que una explosión a sus espaldas la desconcentró e hizo que resbalara y cayera al vacío. Mientras el suelo se acercaba a gran velocidad, Lara consiguió estirar un brazo y sujetarse a una roca. El hombro le crujió y sintió un inmenso dolor en todo el brazo debido a la violenta sacudida que había experimentado.

 

Una vez segura, dirigió la vista hacia el lugar del que había surgido la detonación. Una enorme columna de humo se alzaba sobre los árboles, justo en el camino que había tomado José. Insegura, Lara comenzó a descender por la montaña. Una segunda explosión resonó en toda la selva y varias bandadas de pájaros alzaron el vuelo, a la vez que un objeto extraño se dirigía hacia ella con la velocidad de una bala.

Para evitar la colisión, Lara se soltó y rebotó en un pequeño saliente más abajo, para luego dar un giro en el aire en el mismo instante en que el jeep de José se estrellaba estrepitosamente contra la pared de roca.

La desconcertada joven cayó de pie heroicamente, y alzó la vista. El todoterreno, convertido en una bola de fuego, se desplomó sobre Lara con un sonido sordo, pero ésta, en una espectacular muestra de reflejos, se hizo a un lado rodando por el suelo. Lara se acercó lentamente al destrozado vehículo, y contempló horrorizada que la mano inerte de José sobresalía de una de las ventanas. Apartó la vista y la fijó en la enorme columna de humo que se cernía sobre la selva; activó el intercomunicador y esperó unos segundos.

-¡¿a qué diablos estabas esperando para encender el micrófono?!-le espetó Zip muy enfadado-ya pensábamos que te había ocurrido algo.

-pues sí que me a pasado, sí… es José… está muerto.-Lara dirigió la vista hacia el coche para que sus compañeros pudieran ver el accidente por la cámara.-no tengo ni idea de cómo ha podido ocurrir.

-¡dios santo! ¿Qué a pasado?-exclamó Alister.

-yo ya había comenzado a subir la montaña cuando vi que se dirigía hacia mí. Salté y me hice daño en el brazo.

-¿te encuentras bien?-preguntó Zip preocupado.

-sí, perfectamente.-mintió mientras se frotaba el hombro.

-Lara, deberías irte, pronto llegarán las autoridades.-la aconsejó Alister.

-no sin saber qué es lo que ha pasado. Eso no ha sido un accidente, Alister, eso ha sido un asesinato. Me temo que no estamos solos. Aquí hay “algo” que no quiere que yo me quede.

Lara siguió las huellas que el jeep había dejado minutos antes, y se internó en la selva. Las marcas de las ruedas iban en dirección lineal la mayor parte del tiempo, pero algo debió de ocurrir porque comenzaron a zigzaguear hasta que la mujer se topó de cara contra un árbol completamente chamuscado.

-parece que fue aquí donde todo ocurrió…-comentó Lara. Los arbustos estaban ardiendo, la arena permanecía removida, e incluso había algún que otro animalillo muerto.-oye Zip… ¿qué piensas que ha podido provocar esto?

-tal y como nos has descrito lo sucedido… yo diría que un golpe fuerte… pero supongo que un bazuca quizá…

-¡estás loco!-exclamó Alister exaltado-un bazuca en la vida levantaría un jeep por los aires a tanta altura.

-¡y tú que sabrás!-le espetó Zip-no has tocado un arma en tu vida.-ambos siguieron peleando y discutiendo, pero Lara no les hizo caso. Estaba segura de que había algo allí, justo tras ella que la observaba y esperaba el mínimo movimiento para atacar. Se llevó las manos a las pistolas y las desenfundó despacio. Se las puso a la altura de la cabeza y se mantuvo atenta a cada movimiento. Se quitó el intercomunicador y se lo guardó en la mochila, no lograba escuchar nada con la insistente discusión de sus amigos.

En la selva sólo se oía el intenso crepitar de las llamas y la delicada melodía de las aves, que huían abrumadas por la destrucción de sus nidos. Un suave siseo llamó su atención, y de un salto se dio la vuelta para enfrentarse cara a cara con el asesino de José. El estupor que le provocó la imagen que tenía frente a sus ojos, no fue nada comparado con la envergadura de ésta. Una serpiente colosal de unos treinta metros de longitud se alzaba sobre ella mostrando sus afilados colmillos. Antes de que Lara pudiera reaccionar, la serpiente ya se cernía sobre ella abriendo sus fauces con intención de engullirla entera. Frenética, la joven comenzó a disparar a bocajarro sobre la bestia, que le lanzaba envestidas con gran vigor. Una tras otra las fue esquivando con saltos laterales o volteretas por el suelo, hasta que se quedó sin balas y tuvo que retroceder.

La víbora pareció comprender la situación de la mujer, pues comenzó a atacar con más fuerza, alternando latigazos con la cola, la que poco a poco comenzó a rodear a Lara.

Antes de que ésta comprendiera lo que ocurría, la cola de la serpiente se le enredó en los pies y la tiró al suelo, resbalándosele las pistolas de las manos y dejándola indefensa. Temiéndose lo peor, Lara trató de librarse de las ataduras de las piernas, pero sin éxito, lo que provocó que la mujer se desesperara. A duras penas, mientras la criatura seguía enrollándola con toda su envergadura, Lara trataba de sacar el puñal que siempre llevaba en la bota derecha, pero era una tarea muy difícil. La serpiente la elevó en el aire y se la acercó a la altura de la boca, de la cual asomaban unos colmillos afilados como puñales.

 

Por fin, Lara extrajo la daga y la agarró con fuerza a la vez que la hundía en la carne de la víbora. Ésta profirió un alarido, soltó a la mujer, que cayó dando una voltereta, y comenzó a lanzar dentelladas al aire, como si estuviera intentando librarse de un pajarraco invisible. Lara se deslizó por el suelo, agarró las pistolas y aprovechó la oportunidad para huir a los árboles. Mientras corría, oyó como el enorme cuerpo del monstruo se arrastraba tras ella a gran velocidad, por lo que aumentó la velocidad dando grandes zancadas.

 

Sus piernas la llevaron hasta Gocta, donde se encontró frente al profundo acantilado de la cascada. Esa era su única escapatoria, tomó carrerilla y saltó de cabeza al vacío. Lara cortó el viento y se zambulló en el agua como una gota de lluvia, ligera y veloz. Al cabo de unos segundos, reapareció en la superficie y miró hacia arriba. La serpiente la observaba desafiante desde lo alto, pero lentamente retrocedió y desapareció de su vista.

 

Lara nadó hasta la otra orilla y salió del agua. Una brisa suave la acarició y le heló los huesos, el agua estaba congelada. Volvió a sacar el intercomunicador de la mochila y se lo colocó en la oreja de nuevo.

-¡qué sea la última vez que nos impides ver qué es lo que pasa! ¿Entendido?-grito Zip desde el otro lado.

-¿os gustan las serpientes?-preguntó con mordacidad.

-eh… ¿a qué viene esa pregunta?-inquirió Alister.

-no… es que tenemos a un hermoso espécimen rondando por aquí.

-¿te trae de cabeza una culebra?-se burló Zip

-sí, pero una culebra de 30 metros. Os prometo que a partir de este momento confiaré más en las leyendas de los lugareños.

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Wola a todos ya he vuelto¡¡ xdxd bueno akí tenñeis otro capítulo

 

Capítulo 4 La entrada al templo

Lara se pasó una mano por el pelo mojado y suspiró al mirar hacia arriba. Ahora tendría que trepar el doble, y encima mojada. Se acercó a la pared y comenzó la costosa tarea.

 

Cada cuatro pasos que daba, se resbalaba dos. Primero debía llegar a la parte superior, y desde allí buscar una forma de entrar en el templo, situado bajo la cascada.

-sigo sin comprender por qué te niegas a utilizar material de escalada.-comentó Zip.- ¡¿sabes cómo nos tienes a los dos?!

-¡tanta tensión no es buena… un día de estos me da algo…!-exclamó Alister-voy a prepararme una tila.

-oye Lara… volviendo al tema de antes… -dijo Zip-¿cómo es que no os encontrasteis a la serpiente la otra vez que fuisteis?

-principalmente creo que es porque la otra vez entramos por el lado opuesto de la cascada, es decir, por la puerta de atrás-explicó Lara respirando con dificultad-pero es cierto que perdimos a varios hombres por causas desconocidas…

-¿llegasteis a encontrar la vasija?

-no, por eso espero llevarme un recuerdo ya que estoy aquí.-sentenció. De repente, mientras la joven continuaba escalando, un brillo procedente de la catarata la deslumbró. Al principio creyó que era un destello del sol, pero cuando volvió a mirar descubrió una pieza de oro entre el torrente de agua.

-¿has visto eso?-le preguntó a Zip-el brillo…

-no… la cámara tiene muy poco nivel de detalle.

-creo que he encontrado una entrada.

-¡no, espera!-la previno- la fuerza del agua te empujará hacia abajo. Es una locura entrar por ahí…

-sabes que me encantan las locuras Zip… mejor me lo pones.

Lara avanzó horizontalmente hasta situarse a escasos metros de la cascada y contempló maravillada que bajo ella brillaban cientos de estatuas de oro colocadas en orificios, que indudablemente, daban al interior de la fortificación. Las estatuas representaban a los dos animales que los kuelap más adoraban, la serpiente y el gato. Ahora Lara ya sabía a qué se debía.

 

- ¡y qué me tachen de “adicta a la adrenalina”!-comentó con ironía. Centró su atención en la estatua con forma de gato que tenía más cerca, se impulsó y saltó hacia ella. Se aferró a la pata, la cual estaba estirada hacia el horizonte señalando el río, y se balanceó en ella hasta que un crujido la sobresaltó. La estatua se sacudió y se precipitó al vacío, en ese instante Lara saltó hacia la imagen de una cobra enroscada que se encontraba un poco más abajo, y se agarró a ella mientras que el gato le rozaba la trenza y caía a la laguna.

 

La figura de la serpiente le impedía el acceso al interior al templo, con lo cual se agarró a las paredes de la ventana y la pateó hasta que se desprendió y cayó hacia dentro. La estatua osciló durante unos segundos en el aire, para luego estamparse en las baldosas de piedra maciza. Pero para sorpresa de Lara, del suelo del templo surgieron unos orificios por los que emergieron unos pinchos puntiagudos, a la vez que las salidas comenzaron a cerrarse poco a poco.

 

La estancia, que brillaba con la tenue luz mecida por el agua que entraba por los huecos existentes entre las estatuas, era inmensa, y parecía que fue utilizada como sala de visitas. La cámara tenía dos salidas, una a la izquierda de Lara, y otra a la derecha, y ambas terminaban en un lúgubre pasillo muy estrecho, característica muy popular de las construcciones de la civilización de chachapoyas. Finalmente las puertas se sellaron obstruyendo toda salida.-bueno… ¿alguna idea para bajar de aquí?-Zip tardó un poco en contestar, pero finalmente titubeó:

-eh… puedes probar a usar eso que llaman cuerda. Alister se encargó de meterte una en la mochila.-Lara rebuscó entre los bártulos y sacó un amasijo de cuerdas reliadas.

-Cuando vuelva, recuérdame que le enseñe a Alister a hacer nudos…-bromeó. Ató un extremo de la cuerda a la pata de un gato que se encontraba sobre ella, y dejó que el otro cayera.-está bien… esta vez lo haré a vuestra manera.

Se lió la cuerda a la cintura y comenzó a descender por ella despacio, apoyando los pies en la pared. Cuando llegó al suelo, caminó con cuidado entre los pinchos y llegó hasta la puerta.-debe haber una manera de abrirlas.

-¿por qué no pruebas a quitar el peso?-Alister acababa de llegar, y parecía un poco más calmado.

-tienes razón, pero ¿qué hago con la serpiente?-preguntó.-yo puedo agarrarme a cualquier cosa pero…-de repente, una idea le surcó la mente.

 

Fue hasta la serpiente y la intentó arrastrar, pero sólo consiguió moverla unos metros, entre los pinchos y lo que pesaba era imposible. Cogió el extremo de la cuerda que colgaba y lo ató a la serpiente. A continuación, y con bastante dificultad, enrolló a la cobra en la cuerda y la dejó suspendida en el aire, un problema menos. Luego fue junto a la puerta y se agarró a una de las estatuas que había en la pared. Al instante en que la presión de su peso cesó, los pinchos se ocultaron y las puertas se abrieron poco a poco. Desde donde estaba, Lara tomó impulso y saltó hacia la puerta, segundos después estas se cerraron tras ella

-reto superado. Espero haber tomado el camino correcto.- a partir de ahí sólo se veían pasillos y más pasillos con techos altísimos, inundados por un hedor insoportable y un murmullo fantasmagórico. Los pasadizos eran extremadamente estrechos, Lara no cabía con los brazos extendidos.-Alister, soy toda tuya.

-uff, no me digas esas cosas…-bromeó.

-sigue soñando-lo atajó.

-vale, vale. Vamos a ver, según los mapas que hemos encontrado, ese pasadizo da a las catacumbas… o sea, que deberías haber cogido la salida de la derecha…

-bah, seguro que hay una forma de volver…

-puede, pero no será coser y cantar. Lo que más nos preocupa es la serp…-silencio.

-¿Alister? ¿Estáis ahí?-más silencio. Lara comenzó a incomodarse y se puso tensa, volvía a ocurrir. De pronto, comenzaron a oírse interferencias, hasta que una voz estridente y fría como el hielo habló desde el otro lado.

-Lara… olvídalo… ¡estás muerta!-La mujer se arrancó el auricular del oído y lo tiró al suelo, volvía a ser esa voz. Lo recogió temblorosa del suelo y se lo guardó en la mochila, quizás luego le hiciera falta.

 

Completamente sola y sin ninguna guía, se adentró en aquellos túneles con la única luz de una bengala que acababa de encender.

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Akí  va otro¡¡¡¡

 

 

Capítulo 5 Las profundidades de Kuelap

Por mucho que avanzaba a lo largo de pasillos y pasillos oscuros como el estómago de un lobo, Lara no encontraba salida alguna. Ni siquiera una ventana diminuta que le recordara que aún estaba en el mundo de los vivos.

Ya había gastado dos bengalas, y ya iba por la tercera, sólo le quedaban tres. A parte del continuo goteo del agua y los acelerados pasos de la joven, sólo se oían rumores y siseos que le erizaban los pelos de la nuca.

 

Lara había cambiado, eso era algo más que evidente, incluso ella se había percatado, pero hacía todo lo posible por ocultarlo. Antes, ni siquiera los dinosaurios del valle perdido la habían conmovido lo más mínimo, pero ahora, sola ante una serpiente de 30 metros, se sentía frágil y vulnerable.

 

La desesperación comenzó a inundarla, sentía que le faltaba el aire y que las paredes la aprisionaban poco a poco. Aligeró el paso y al cabo de unos minutos ya corría a toda velocidad por los estrechos pasajes. De pronto se encontró de frente con una verja de unos dos metros de altura, cerrada con un enorme candado. Sacó la pistola y voló la cerradura. Entró precipitadamente y cerró la cancela tras de sí, tenía la sensación de que la seguían, absolutamente igual que cuando se encontró con la serpiente.

 

La cámara en la que había entrado era tétrica y deprimente: el suelo estaba parcialmente inundado, y había féretros de piedra por doquier, incluso algunos abiertos por los que se asomaban los huesos de algún difunto. Avanzó por la sala con la bengala en alto hasta que se encontró en el centro de la sala, donde había un altar con restos de una sustancia reseca de color azulado. Lara le pasó las manos por la superficie y se quedó observándola, hasta que un estrépito la sobresaltó, provocando que la bengala se le resbalase, cayera al suelo y se apagase. La sala se quedó completamente a oscuras y en silencio, sólo perturbado por el murmullo del agua.

Alguien se acercaba, Lara estaba segura, pero no conseguía ver quien. Se llevó las manos a la mochila y extrajo otra bengala. La encendió y la estancia se iluminó con un resplandor rojizo. Allí no había nadie, en cambio se seguían oyendo los pasos sobre el agua. Lara desenfundó las pistolas y miró en derredor, pero continuaba sin ver a nadie. Divisó una salida a lo lejos y corrió hacia a ella con dificultad por culpa del agua.

Finalmente cruzó la puerta y continuó por el pasillo a toda velocidad, sin que los pasos que la seguían cesaran. Casi sin aliento, tomó un camino a la derecha y luego giró a la izquierda en una bifurcación. Saltó sobre un foso con pinchos y avanzó por el pasadizo con aire decidido, recordaba ese lugar. Si estaba en lo cierto, pronto llegaría a una sala circular por la que podría acceder a la sala del cáliz de la vida por una compuerta secreta, “nunca olvido una cara”.

 

Mientras corría a toda velocidad por un pasillo muy largo, oyó cómo un mecanismo se ponía en marcha, seguido de un estruendo tras ella. Miró atrás y vio como un canto rodado de unos tres metros de diámetro se cernía sobre ella. Aligeró el paso y corrió todo lo que sus piernas le permitieron, pero el terreno se iba empinando cada vez más y la piedra a su vez ganaba velocidad. Miró a izquierda y derecha, pero en el muro no existía ningún hueco en el que se pudiera esconder. Por si fuera poco, ante ella aparecieron unas cuchillas que iban de un lado del muro a otro, balanceándose amenazadoramente del techo, produciendo un estridente chirrido al rozar con el suelo. Saltó con determinación hacia la derecha y esquivó la primera, seguidamente rodó por las bastas losas de piedra y salvó la segunda. Corrió para pasar junto a la otra y se deslizó contra la pared para evitar la última. Con un estruendo que hizo vibrar las paredes, la piedra se frenó contra las cuchillas destrozándolas.

 

Por fin a salvo, Lara continuó su camino algo más calmada, pero esta vez no bajó la guardia. Comprobó si el intercomunicador funcionaba y se llevó una decepción al averiguar que seguía desconectado.

Por fin llegó al final del pasillo, donde una puerta de piedra le obstaculizaba el camino. Lara observó el entorno con atención y pensó en la forma de cruzar. Junto a cada lado de la puerta, en la pared había dos pequeños orificios, en los que sin duda entraban dos llaves a la perfección. “Ahora no tengo tiempo de buscar las malditas cerraduras” se dijo.

Pensó durante un rato, y al final llegó a la conclusión de que quizás una ganzúa sirviera. Se quitó una de las orquillas que sujetaban su trenza y se encaramó a los agujeros. Introdujo una en el de la derecha y trató de activarlo, pero era demasiado profundo para una simple pinza. Maldijo y se concentró en la puerta. Talladas en ella había unas runas que representaban dos llaves entrelazadas, cada una sujeta de un collar diferente. Uno colgaba del cuello de un gato y el otro de la cola de una serpiente. “El gato y la serpiente pueden simbolizar una sala diferente…” reflexionó pensativa. “Pero quizás representen algo más. Una llave señala a la derecha, y otra señala a la izquierda (eso queda claro que se refiere a la cerradura donde hay que colocarlas) pero, en cambio, cada animal mira hacia un polo distinto…” Finalmente se resignó y se decidió a buscar las llaves. “La primera vez que vine no fue tan difícil, todas las puertas estaban abiertas”

Dio media vuelta y se dispuso a volver por donde había venido. Esta vez fue mucho más fácil pasar, porque las cuchillas estaban destrozadas, y la piedra estaba desconchada por un lado, dejando el hueco idóneo para que Lara se filtrara agachada. Continuó por el pasadizo hasta que llegó a la bifurcación que había tomado minutos antes.

Esta vez giró a la izquierda y siguió el pasillo que ascendía hacia los pisos superiores. Cuando llegó al final del túnel, Lara se encontró frente a un muro de piedra, el pasadizo no tenía salida. Cuando estaba a punto de volverse e irse, miró hacia arriba y descubrió un hueco. Sin perder ni un segundo no fuese a caer en otra trampa, saltó hacia el muro de piedra y tomó impulso en la pared con las piernas, para luego volver a saltar hacia atrás realizando una voltereta en el aire. Cayó de pie en un pasillo oscuro y muy húmedo, con el suelo cubierto de verdina y musgo. Caminó con cautela por él hasta que estuvo frente a una escalerilla de metal que ascendía hasta un hueco en el techo. Subió por ella, lista para cualquier contratiempo, y se asomó con cuidado por el borde. Las escaleras daban a una sala gigantesca decorada con altos gatos de oro, columnas con forma de espiral y ventanas con forma de ojos afilados. Al fondo de la cámara, un gato de piedra de al menos 6 metros de altura se elevaba imponente sobre un pedestal de alabastro, ante un centenar de bancos de madera corroída por el tiempo.

 

Lara se acercó despacio a la enorme figura y la inspeccionó con cautela. De una enorme correa de cuero que llevaba la imagen sujeta al cuello, colgaba una pequeña llave con forma triangular de filos dorados. Se agarró a la pata del animal y comenzó a escalar hasta el cuello con renovadas energías.

Cuando estaba a la altura del pecho, se asió a una fisura y estiró una mano para agarrar la llave. Antes incluso de que su mano se cerrara en torno a ella, ésta brilló y lanzó una descarga eléctrica que recorrió toda la estatua. De repente el gato se estremeció y crujió con un enorme chasquido, seguido de un alarido que inundó la sala. La efigie acababa de cobrar vida, y en esos momentos estiraba las patas delanteras y erizaba la cola.

La criatura dirigió la vista a Lara, que aún colgaba de su pecho, incrédula y sorprendida. No era la primera vez que algo así le ocurría, pero el terror la inundó al pensar que ahora había dos criaturas colosales rondando por el templo.

Antes de soltarse y rodar por el suelo para evitar un zarpazo, Lara intentó agarrar la llave por segunda vez, pero el felino se agitó para librarse de ella. La joven se agazapó en el suelo y se tapó la cabeza con las manos cuando el enorme animal saltó sobre ella y aterrizó a varios metros de distancia destrozando los pocos bancos que quedaban. “está bien, esta vez no ocurrirá como con la serpiente, esta vez no flaquearé”

-¡ven aquí, minino, juguemos al ratón y al gato!-rugió encolerizada. Desenfundó la pistolas y le apuntó justo entre ceja y ceja-¡se me da muy bien hacer de gato…!

La colosal criatura se lanzó contra ella, mientras ésta descargaba sus pistolas sobre ella pero no parecían afectarle lo más mínimo. Lara saltó hacia la derecha y esquivó el ataque de la bestia, que se estrelló contra un muro y gruñó confusa.

La joven se agarró a una columna y comenzó a trepar por ella para ponerse a la altura del gato. Éste mientras tanto daba bandazos con la cabeza de un lado a otro, bufando y enseñando los colmillos. Cuando hubo llegado a lo más alto, Lara se puso a dispararle a los ojos para llamar su atención, y así conseguir subirse a su lomo. El gato acudió a su llamada y se dedicó a describir círculos alrededor de la columna mirando hacia lo alto y lanzándole hambrientas miradas.

Lara aprovechó la oportunidad y saltó sobre el cuello del gato, agarrándose con fuerza al collar que llevaba amarrado. La bestia se enfureció y comenzó a sacudirse con fiereza y a dar saltos de un lado para otro con la única intención de librarse de Lara. La joven, armándose con su puñal y con todas las energías de las que era capaz de mantener, se abalanzó sobre la llave que le colgaba del collar y se la arrebató de un tirón. El gato se sacudió como un poseso y acabó por transformarse de nuevo en piedra, para luego dejarse caer sobre una columna y derrumbarla.

 

Satisfecha, Lara abandonó la cámara por donde había venido, y se guardó la llave en un compartimento de la mochila donde estuviera segura. Volvió en sus pasos hasta que llegó a la bifurcación de antes, y esta vez cogió el camino de la derecha. En aquella ocasión una escalera de caracol descendía por un foso negro y enfangado lleno de mugre y pestilencia. Descendió por ella con mesura agarrándose a los barandales metálicos.

Mientras lo hacía, contempló horrorizada cómo la escalera cedía bajo su peso y se descolgaba con un estruendo metálico. Antes de que toda la plataforma se desprendiera y se estampara contra las oscuridades del pozo, Lara saltó y se asió una de las únicas barras de hierro que había quedado ilesa.

Con las piernas colgando, pensó en alguna manera de salir de ese aprieto. Según sus oídos, y si estos no la engañaban, el hoyo no era muy profundo, pero no podía arriesgarse. Entre suspiros y gemidos de fatiga, Lara consiguió extraer la última bengala de la mochila y encenderla, para luego lanzarla al suelo. El resplandor rojizo estalló y descendió por el estrecho foso rebotando entre las varas de metal oxidado, hasta llegar al fondo, donde quedó atrapado entre los destrozados escalones.

-¡Maldita gravedad!-aulló. El dolor del hombro regresó, haciéndole insoportable su propio peso. Sin poder hacer nada para evitarlo, se soltó y calló al fondo del foso, perdiendo el conocimiento al estrellarse contra el suelo.

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(Se supone k el foso era muy hondo) Yo tnbgo escrito hasta el capítulo 10 pero los voy a irponiendo poco a poco por si kero kambiar algo.

 

 

Capítulo 6 Dos llaves, un destino

Una gota de agua le cayó en la cara, y Lara se despertó. Aún estaba tumbada sobre los restos de la escalera de metal. El dolor del hombro era insoportable, pero ahora también sentía un insistente pinchazo en la rodilla derecha. Se incorporó un poco, y vio que la sangre brotaba de su pierna dolorida. Maldijo en cuantos idiomas conocía, y se deshizo de la mochila. Sacó de ella un pequeño botiquín, y se limpió como pudo la herida.

Cuando la hubo desinfectado con un poco de alcohol, se la vendó con esparadrapo y unas cuantas vendas.

 

Dejó la mochila allí porque la mayoría de las cosas se habían destrozado –pero no sin antes guardarse la llave en un bolsillo- se puso en pie y fue cojeando hasta la pared más cercana. Se apoyó en la piedra y miró en derredor. Al fondo de la sala había un pasadizo tan ancho que por él podría haber entrado una locomotora. A tientas por la pared y cojeando, Lara consiguió llegar hasta el pasillo y cruzarlo.

 

Al final de éste había una sala circular llena de dibujos de serpientes por doquier y de estatuas con la forma de la cabeza de gigantescas cobras. Sobre un pedestal de piedra muy similar al que sostenía al gato, había un enorme hueco, como Lara ya había esperado y temido.

Se acercó al altar, pero algo llamó su atención. Entre las estatuas había un cúmulo de piedras rotas y escarpadas con forma cilíndrica. Lara se acercó, pero para su sorpresa y horror, se trataba de la serpiente destrozada. En el ancho collar de cuero que le envolvía la cola faltaba la llave. “Hay alguien más aquí, estoy segura. Yo no me he imaginado nada.”

 

Sin saber qué hacer con exactitud, Lara se dio la vuelta y regresó por donde había venido. Cuando llegó a la sala de la escalera, se quedó observando pensativa el foso. “¿Cómo vuelvo yo ahora?” Unas voces desconocidas la distrajeron por completo. Hablaban demasiado alto como para tratar de pasar desapercibidas, y parecían proceder del pasillo de arriba. Discutían acaloradamente sobre un grupo de personas llamado “el crisol”, que estaban muy interesadas en encontrar el cáliz de la vida.

 

Una cuerda delgada descendió del agujero del foso y se quedó oscilando en medio de la oscuridad. Alguien descendía por ella. Lara se pegó a la pared, y se ocultó entre las sombras, pero sacó las pistolas para estar preparada. Un hombre muy robusto y pesado saltó al suelo y miró la estancia.

-Parece que no estamos solos…-se agachó y recogió la mochila que minutos antes Lara había abandonado.- Pero no creo que nos traiga muchos problemas… No es más que un pobre cachorro herido… -Justo cuando otra persona comenzaba a bajar por la cuerda, Lara se abalanzó sobre el recién llegado, lo inmovilizó con la izquierda, y le apuntó a la cabeza con la pistola derecha. El que aún descendía, y que era de complexión fina, se quedó paralizado al ver a Lara amenazando a su compañero.

-¡¿Quiénes sois y qué queréis?!-gritó la mujer apretando aún más fuerte el cuello del hombre, aunque sabía perfectamente la respuesta. El delgado se llevó las manos a la cintura del pantalón y sustrajo una pistola con la que apuntó a Lara.

-¡No! ¿Quién eres tú? –Lara enarcó una ceja. La situación era realmente complicada. Si disparaba al que tenía aferrado, nada le impediría a su compañero dispararle a ella, y en sus condiciones no estaba para duelos. Si le disparaba al que la apuntaba, al otro le daría tiempo a disparar, y quizás hiriese a su rehén, con lo que no sacaría ninguna información. Después de lo de la cábala prefería no tener ningún conflicto con sociedades secretas.

-si venís a por el cáliz olvidadlo, es mío.-ahora fue el otro quien arqueó la ceja.

-Ja, ¿de verdad piensas que vamos a ceder tan pronto? ¡Entréganos las llaves y dejaremos que te vayas!

-¿cómo?-Lara se quedó pensativa. Ella sólo poseía una llave, si ellos no la tenían, ¿dónde demonios estaba la otra? En ese momento una figura sombría descendió por la cuerda a toda velocidad, y calló junto al hombre delgado. Lara le apuntó directamente al igual que su contrincante.

El recién llegado levantó las manos y se arrodilló al ver que todos le apuntaban. De repente, se apoyó con un pie en el suelo y estiró la otra pierna a la vez que giraba sobre sí mismo y derribaba al hombre que estaba a su lado. Recogió la pistola que aún giraba en el aire y apuntó a Lara. La tensión se palpaba en el ambiente como si fuese sólida.

-¡¿quién eres tú?!-inquirió el que estaba en el suelo. Sin decir una sola palabra, el hombre sacó una llave de filos plateados y forma circular. Con gestos le indicó a Lara que le entregara la que ella poseía.

-Antes deberás matarme.-el desconocido se encogió de hombros y disparó. Lara saltó hacia la derecha y se ocultó tras el hombre que aún mantenía cautivo. La bala se hundió en el brazo del tipo, y este aulló con todas sus fuerzas.

-¡Will!-gritó el que estaba en el suelo. Antes de que el extraño volviera a disparar, el delgaducho saltó sobre él y comenzaron a forcejear. La llave saltó de las manos de éste y fue a parar a varios metros de Lara.

La mujer soltó al herido y corrió hacia ella olvidando el dolor de la pierna, pero antes de que pudiera alcanzarla, Will le agarró el pie y la tiró al suelo. Lara le propinó una patada en la cara y se soltó. Agarró con fuerza la llave y saltó hacia la cuerda dejando a los otros tres enzarzados en una encarnizada batalla. Trepó por el hueco hasta que llegó a la parte superior, y cuando lo hubo conseguido se sacó el puñal que guardaba en la bota y cortó la soga.

 

Corrió por el pasillo cojeando, hasta que llegó a la esperada bifurcación. Tomó el camino que había cogido la primera vez, y pronto se encontró frente al canto rodado. Pasó agachada por el mismo hueco que la vez anterior y llegó junto a la puerta. Colocó las llaves en sus respectivas cerraduras y las giró. La puerta de piedra se abrió dejando al descubierto una sala circular ya conocida para Lara.

Sin pensarlo extrajo las dos llaves, y casi en el mismo instante, la puerta comenzó a cerrarse de nuevo. Lara saltó y cruzó el umbral justo a tiempo, pero estuvo a punto de quedar atrapada por el pie izquierdo.

 

Se secó el sudor que le perlaba la frente y se guardó las llaves en un bolsillo. La sala había cambiado mucho desde la última vez que Lara la había visto. La maleza había medrado por las fisuras de la pared, y todo el suelo estaba lleno de ortigas.

Caminó hacia un grabado que había en la pared que le quedaba a la izquierda y lo observó con detenimiento. En él se veían representados dos chamanes sacrificando a un inocente para “resucitar” a su antiguo soberano. Pasó la mano por el dibujo hasta que sus dedos se hundieron en una pequeña ranura de la pared. Clavó sus uñas en el interruptor, y un chasquido la sobresaltó.

El segmento de pared con el dibujo se elevó hacia arriba dejando un hueco en la pared, por el que se veía una gruesa capa de algo parecido a cemento antiguo. Seguidamente toda la pared comenzó a girar hasta que el hueco quedó a la altura de un pasadizo oculto tras el muro giratorio. Lara se encaminó hacia él y comenzó a andar con decisión por el estrecho y oscuro pasaje.

Finalmente el camino desembocó en una sala triangular repleta de estatuas de ángeles con caras felinas y cuerpos de reptil. En el vértice de la cámara, sobre un alargado y escarpado pedestal, descansaba la estatua más grande y llamativa. Un ángel con cuerpo humano y alas de murciélago sostenía sobre sus manos entrelazadas un pequeño recipiente de cristal con forma de lágrima lleno de un espeso líquido azulado. El cierre de la vasija tenía forma de calavera, y de su huesudo rostro plateado surgían unos débiles destellos celestes. Lara estaba sin duda delante del cáliz de la vida, pero eso era algo que chocaba con las hipótesis de la arqueóloga. Si el cáliz estaba allí, significaba que nadie lo había usado para revivir el alma de Esteffany Jake. ¿Cómo era posible entonces que apareciera en sus sueños y pesadillas, y que su escalofriante voz la asaltara cada noche?

 

Algo explotó a sus espaldas, y sin perder tiempo se abalanzó sobre la imagen y cogió el cáliz. De repente todo comenzó a estremecerse y a derrumbarse: las estatuas caían al suelo y se destrozaban, el techo crujía y de él se desprendían enormes fragmentos de piedra, las paredes se agrietaban y se venían abajo, y el suelo se sacudía haciendo vibrar los cimientos del lugar. Lara corrió hacia el pasadizo por el que había entrado al mismo tiempo que la habitación se desplomó con un sonoro estallido. Todo el templo se estaba derrumbando.

 

Cuando regresó a la habitación circular vio un enorme agujero en la pared por el que entraba el desconocido de la llave, y la señalaba a la vez que un ejército de mercenarios cargaba sus metralletas y la apuntaban. Horrorizada, Lara miró alrededor y localizó una pequeña abertura en la pared por la que había entrado a la sala durante la visita anterior. Casi al instante corrió hacia ella y saltó al agujero con los brazos por delante mientras que las balas rebotaban en las paredes y en el suelo con un estruendo insistente. Se arrastró por el hueco hasta haber cruzado por completo.

Se incorporó y corrió por el gigantesco vestíbulo hasta las enormes puertas de piedra caliza. Las empujó con todas sus fuerzas, pero algo atascaba el mecanismo que las abría. Revisó las cadenas que iban desde las bisagras hasta unos engranajes de unos cuatro metros de diámetro, y divisó al artífice del problema. El esqueleto inerte de un ser humano se hallaba retorcido e incrustado entre los dos engranajes impidiendo que éstos pudieran girar. “Vaya hombre, ¡menudo sitito para echase una siesta!” Pensó.

 

Mientras ideaba algún plan para poner en acción el mecanismo, oyó que desde la otra habitación llegaban gritos y disparos, como si se estuviera librando una batalla. “será mejor que me dé prisa si quiero salir de aquí a tiempo” Desenfundó las pistolas y comenzó a disparar al esqueleto sin pausa. Recambió los cargadores y siguió disparando hasta que el cuerpo crujió, y se desprendió de las enormes ruedas. Al momento éstas comenzaron a girar con demasiada rapidez, hasta que las puertas se abrieron de par en par y chocaron con estrépito contra las paredes. Sin perder un segundo, Lara salió del templo justo cuando un mar de rocas se cernió sobre la entrada y la taponaron.

 

Una vez a salvo, Lara reflexionó sobre lo ocurrido: “¿cómo ha podido entrar tanta gente sin que yo me diera cuenta? ¿Cómo es que me persigue el alma torturada de Esteffany si el cáliz está intacto? Llegaré al fondo de este asunto aunque deba entrar en el mismísimo infierno”.

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Este es el final de la primera parte. De la segunda solo tengo escrito cuatro capítulos muy cortos, Así que los iré poniendo poco a poco por si quiero cambiar algo. Cuando termine el capítulo que estoy escribiendo os pongo los que tengo.

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POr favor, necesito que me comentéis estos dos capítulos. Quiero saber si os gusta el personaje que he metido. Pensé que era arriesgado, pero lo puse. Si no os gusta lo quitaré. Decidme que os parece, os lo ruego.

 

2ª Parte

Capítulo 7 Preguntas sin respuesta

Tras recorrer toda la selva de la provincia de Chachapoyas, Lara llegó a la ciudad de Cocachimbo. Desde allí llamó a Zip desde una cabina de teléfonos, y en menos de cuatro horas ya había en el pueblo una avioneta esperando para recogerla.

 

-no tengo la menor idea de qué puede ser esto –Anunció Alister después de llevarse varias horas inspeccionando y estudiando el cáliz.- Es un líquido con una proporción considerable de agua, pero contiene otras sustancias que no consigo reconocer.

-¿y… cómo es que Esteffany está viva si no han utilizado este aparatejo?-preguntó Zip ignorando a Alister y cambiando de tema.

-En primer lugar no sabemos si está viva, sólo que su espíritu no me deja en paz, y en segundo puede que tal vez sí lo hayan utilizado…-expuso Lara- solo que quizás sólo lo hayan hecho a medias.

-¿qué quieres decir?-inquirió Zip perplejo.

-Pues que el ritual de resurrección, según las runas de Kuelap, es muy complicado… yo sólo digo que quizás alguien lo comenzara, pero no lograra terminarlo.

-puede ser… pero, ¿quién?

-estoy completamente segura de que los extraños de kuelap están implicados.

-¿cómo dijiste que se llamaba esa sociedad?-preguntó Zip girándose hacia el ordenador y encendiendo la pantalla.

-El crisol-Zip comenzó a teclear como acostumbraba, y durante unos minutos continuó así.

-¡Lo tengo!-exclamó al fin- “El crisol: sociedad mitológica que venera las antiguas divinidades griegas. Adoran al dios destructor Hades, y se dice que creen en la reencarnación. Llevan un tiempo ocultos, y no se sabe de ellos desde hace años. Por eso el sobrenombre de: los olvidados. Muchos de ellos fueron quemados y torturados durante la época de la inquisición, mientras viajaban por España, reclutando aliados. No hace más de dos años, que se les acusó del robo de la "Máscara de Agamenón”.

-bueno… encajar encaja-murmuró Lara.

-¿cuántos eran?-preguntó Alister.

-Yo me encontré con dos, pero creo que fueron bastantes más.

-Pues ya sabemos que El Crisol también busca el cáliz-canturreó Zip-supongo que para algún tipo de ritual…

-Pero seguimos sin saber quién es el otro tipejo.-Añadió Alister rebuscando entre un montón de papeles desordenados.

-“Los otros tipejos”-corrigió Lara- El que me topé de frente había conseguido una de las llaves… ese tío era realmente extraño… porque mientras yo iba a por la llave del gato, él iba a por la de la serpiente.

-Me extraña que no os cruzarais-observó Alister. Lara se encogió de hombros. -¿y tampoco le viste la cara cuando os enfrentasteis?

-No… el foso estaba demasiado oscuro como para poder verle, además se preocupó bastante en mantenerse en las sombras…

-es que hace tiempo que la poli anda tras la pista de un mercenario… no recuerdo su nombre…-Alister continuó rebuscando entre sus papeles hasta que dio un brinco y dijo-¡ja, te encontré!-le tendió el arrugado papel a Lara, y mientras ésta lo observaba, una sola frase se le escapó de los labios:

-No puede ser.-Frente a ella, en blanco y negro y bajo un cartel de se busca, estaba Kurtis Trent.

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Por favor decidme k os parece.

 

 

Capítulo 8 Sola de nuevo

Lara se negaba a aceptar lo que tenía ante sus ojos. Kurtis había desaparecido dejando tras de sí su churigai, y un espantoso charco de sangre. No podía ser que hubiera logrado sobrevivir. No es que simplemente la enorme pérdida de sangre lo impidiera, sino que Lara se había pasado meses buscándole y no había tenido noticias. Finalmente había aceptado su muerte, y había decidido pensar que había muerto bajo el Strahov.

Pero ahora, después de casi cuatro años, descubría que las autoridades lo buscaban y que estaba vivo.

 

Volvió a mirar el papel que tenía en la mano y lo arrugó. Le temblaron las piernas y se dejó caer en una silla. Apretó los dientes y cerró los ojos. Sentía alegría por saber que aún vivía, pero por otro lado lo odiaba. No había intentado contactar con ella ni una sola vez. ¡Y encima le había disparado! Ya a esas alturas no le cabía ninguna duda de que el extraño del templo era Kurtis: esos destellos azulados en sus ojos, esa forma de moverse…

 

-¡Lara! ¿Te encuentras bien?-La voz de Alister la sobresaltó y la devolvió a la realidad.

-no, desde este momento no.-Se levantó de su asiento y salió del despacho de Zip. Cruzó el salón, subió las escaleras y entró en la biblioteca. Atravesó el pasillo a grandes zancadas y llegó junto al despacho de Alister. Escudriñó las estanterías en busca del libro que necesitaba, y al encontrarlo lo extrajo. Tras el ejemplar de “Egyptian symbols volume 2” había un extrañó símbolo grabado en la madera de la estantería.

Sustrajo los libros que había alrededor y dejó al descubierto una caja fuerte de lo más escondida. Giró la manivela con forma de amuleto de Horus, y tiró para sí de ella. Un cajón de madera pequeño se separó de la librería y quedó suspendido de la mano de Lara. Lo llevó hasta el escritorio, abrió la pequeña cajita y en su interior halló lo que buscaba.

El churigai de Kurtis descansaba intacto sobre algunos documentos de gran valor. Lara lo recogió con cuidado y lo observó. ¿Cómo es que Kurtis no había hecho por recuperar su más preciada reliquia? Tal vez fuesen imaginaciones de Lara, pero habría jurado que había visto un débil destello en el artefacto.

Devolvió la caja a su lugar y bajó de nuevo con el churigai en la mano.

 

-Zip, Alister, siento mucho deciros esto, pero voy a continuar yo sola.-anunció, absolutamente segura de sí. Sus compañeros se miraron y luego con una mueca de tristeza, Zip dijo:

-¿a qué se debe que nos despidas de esta manera?

-Las circunstancias han tomado un rumbo demasiado personal. A partir de ahora no os necesito.-dijo con voz fría - Os llamaré cuando todo se haya arreglado, pero supongo que para entonces habréis encontrado un nuevo trabajo. Os pido disculpas de nuevo, pero ahora si no os importa debo hacer las maletas.- Casi sin poder hablar, Zip exclamó:

-¿adónde irás ahora?

-debo averiguar el paradero de cierta persona. Luego le haré una visita a un viejo amigo.-Lara se dio la vuelta y fue hacia su habitación con la espalda completamente recta y totalmente seria.

-¡¿y si te ocurre algo?!-le gritó Alister desde el piso inferior.

-Haré lo que estuve haciendo hasta que os conocí, me las arreglaré yo sola.

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Capítulo 9 Asalto a la mansión

Lara se hallaba en la biblioteca –que antes era el despacho de Alister- inspeccionando el churigai. El disco dorado no hacía más que brillar en su mano, pero no conseguía que las cuchillas se desplegaran. Lo giró entre sus manos varias veces, pero no entendía como funcionaba. Tras horas sin quitarle el ojo de encima, Lara se levantó. Tenía las piernas entumecidas, así que bajó al gimnasio para relajarse un poco.

 

Mientras guardaba el equilibrio sobre una viga suspendida del techo, oyó un fuerte ruido proveniente del vestíbulo. Eso la distrajo, por lo que puso un pie en falso y resbaló al vacío, pero reaccionó a tiempo y se agarró a la viga con fuerza. Tomó impulso y saltó desde donde estaba hasta unas espalderas, y de ellas saltó al suelo.

 

Caminó por los pasillos algo tensa, y se detuvo de repente al ver a Winston tumbado en el suelo sangrando por la cabeza. Corrió hasta donde él se encontraba y se agachó a su lado. Mientras le tomaba el pulso, notó un chasquido y un tacto metálico en la nuca.

-no te muevas ni un centímetro.-la voz de Kurtis resonó en el vestíbulo. Lara apretó los dientes, y una ola de odio le llenó el corazón.- Ahora mis amigos van a entrar y van a recoger algo que les pertenece. Si tienes sentido común les dejarás hacer su trabajo tranquilamente. Cuando nos hayamos ido podrás llamar a un médico. –Lara cerró los puños y se quedó allí sentada mientras que los mercenarios entraban por la puerta principal y pasaban en fila junto a ella.

Comenzaron a rebuscar por todos lados, muchos de ellos subieron arriba y otros entraron en el gimnasio y en la piscina.

–Todo esto sería más rápido si nos dijeras dónde está. –Winston era un padre para Lara, no podía dejarlo en aquellas condiciones.

-Biblioteca, segunda estantería empezando por el final, repisa cuarta desde arriba, está en la caja fuerte que hay tras los libros. –Kurtis bufó y les hizo unas señas a sus hombres para que fueran a inspeccionar la zona. -¿por qué lo hiciste?-le preguntó con voz quebrada.

-¿el qué?-inquirió Kurtis arrastrando las palabras, y sin apartar la pistola de su nuca.

-¡desaparecer!-estalló-¡te estuve buscando durante meses! ¡Creí que habías muerto! Ni siquiera te dignaste a contactar conmigo…

-¿qué esperabas?-respondió con desdén- ¿que apareciera en tu puerta con un ramo de rosas?

-¡podrías haber vuelto a por tu ***rda de cuchilla!-le espetó mirándolo a los ojos, que parecían zafiros bajo la tenue luz.

-¡ah! –Exclamó Kurtis levantando una mano- ¡se me olvidaba! –se oyó un zumbido seguido de varios cristales rotos y un fuerte porrazo. Las astillas de madera de la puerta de la biblioteca saltaron a la vez que el churigai salía disparado hacia la mano extendida de Kurtis con un resplandor anaranjado. Los dedos se encajaron por los agujeros del disco giratorio, y el zumbido cesó. –Te echaba de menos…-murmuró. Los soldados bajaron las escaleras rápidamente, y uno de ellos se adelantó.

-Ya lo tenemos, jefe –dijo con voz cansada, tendiéndole el cáliz a Kurtis.

-Genial, vayámonos…-mientras todos salían por las puertas dobles, Lara se encaró a Kurtis ignorando la Boran X que la apuntaba, y le dijo con voz fría y segura:

-espero que cobres bien por el cáliz… porque vas a pagar por todo el daño que me has causado… -Kurtis esbozó una sonrisa y bajó el arma. En cuanto su figura desapareció por la puerta, Lara se abalanzó sobre el teléfono y marcó el número de la ambulancia.

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Capítulo 10 Una posible solución

Lara respiró hondo y se miró los pies. Enfocó la imagen y sintió la extraña sensación de que eran más pequeños que de costumbre. Se miró las manos y tuvo el mismo sentimiento. A su lado había alguien, pero la oscuridad le impedía ver quien era.

De pronto algo brilló frente a ellos y Lara pudo ver el cáliz de la vida flotando en el aire. Miró a su alrededor y recordó que estaba en la selva, pero no sabía muy bien por qué. Estiró un brazo para agarrar el objeto, pero éste también era más corto que de costumbre.

 

La persona que estaba a su lado contó hasta tres, y salió corriendo a por el cáliz. Inmediatamente Lara salió disparada tras él. Aunque sus piernas también parecían haber encogido, pudo alcanzar al hombre sin problemas porque cojeaba…

De repente Lara se dio cuenta de lo que ocurría. Von Croy la había retado a una prueba, el que consiguiera el objeto, se lo llevaba.

 

Cuando por fin Werner logró coger el objeto, a Lara la invadió un odio atroz hacia su mentor, se sacó el puñal que llevaba en la bota y lo asesinó a sangre fría. Arrancó el cáliz de la mano inerte de Von Croy, y lo observó encantada. De repente, la estridente y fría voz de Esteffany la llamó:

-Ven Lara… ven… te enseñaré cómo usarlo… ven…-Lara caminó hacia donde la voz la guiaba, y entró en un extraño sendero de fuego. La lava fluía a cada lado del camino, y los árboles estaban secos y llameantes. Lara se detuvo a los pies de una bella estatua de un ángel con alas de murciélago, y se quedó observando su belleza. De pronto una sombra masculina se cernió sobre ella, y con una cuchilla circular, la asesinó de manera espantosa.

 

Una luz la cegó. Lara abrió los ojos y se sintió mareada. Estaba en la incómoda silla de un hospital, junto a la cama de Winston. De pronto lo recordó todo. La ambulancia la había llevado hasta el hospital, donde habían atendido a su mayordomo. Ella se había quedado dormida, y había vuelto a tener esa pesadilla.

 

Se Pasó la mano por el cabello enmarañado y suspiró. Tenía que acabar con todo aquello. En esos momentos le pesaba más que nunca no haber destrozado el cáliz cuando había tenido la ocasión. “¿Qué debo hacer?” La respuesta era más que obvia. “Pero… ¿Dónde puedo encontrarlo? A estas alturas ya lo habrá vendido…”

 

De repente una idea surcó su mente, y la aterrorizó al mismo tiempo que la emocionó. Se puso en pie de un salto y se dirigió a Winston:

-Siento dejarte sólo, pero debes comprender que las circunstancias lo requieren. Me encargaré de que te atiendan como a un duque, yo misma te cuidaré cuando esto termine, te lo debo por todo lo que has hecho por mí. Pero en estos momentos debo irme, lo siento.-Con voz rasposa y cariñosa, Winston le dijo:

-Ve, en estos momentos tú corres más peligro que yo. Sólo prométeme una cosa.

-Lo que sea.-se apresuró a decir Lara.

-Que me dejarás continuar con mis tareas rutinarias cuando salga de aquí.-Lara esbozó una sonrisa y salió de la habitación sintiendo que abandonaba a un pobre cachorro indefenso.

 

Cuando Lara cogió el teléfono para llamar a Zip, lo sostuvo durante unos minutos en las manos, indecisa. Su orgullo le impedía hacer esa llamada, pero su deber se lo imponía. Finalmente marcó el número y se colocó el auricular en la oreja. Tras varios tonos, Zip respondió al otro lado de la línea.

-¿quién es?-Lara respiró hondo y finalmente dijo:

-Zip, soy yo, Lara. –El silencio reinó durante unos segundos, pero finalmente el hombre reaccionó.

-¡hola! ¿Qué tal?

-No muy bien, ayer nos atacaron a Winston y a mí en Surrey. Se han llevado el cáliz.-La indignación se mostró en las palabras de Zip.

-¡¿cómo?! Pero estaréis bien, ¿no?

-Sí, sí. Ahora mismo estoy en el Hospital de Parkside en Wimbledon. No te preocupes. No es por eso por lo que te he llamado-Lara se puso seria y cerró los ojos con impaciencia-necesito que localices a alguien…

-mm…, por supuesto. Dime, ¿quién es el afortunado u o afortunada?-de pronto pareció alegrarse.

-Necesito que me busques cualquier información sobre los parientes de Esteffany Jake, lo que sea. –Zip tardó un poco en contestar, pero finalmente dijo:

-vale, en seguida me pondré a ello. Te lo mandaré por e-mail, ¿vale?

-Me parece bien. Hasta luego-Lara colgó antes incluso de que Zip pudiera haberse despedido.

 

Lara:

Esto es todo lo que he encontrado. No es mucho, pero creo que te servirá, siempre y cuando tengas en mente lo mismo que yo. Esteffany tenía dos hijos. El mayor se llamaba Jonathan Jake, y el más joven William Jake. Jonathan murió hace diez años en Perú… William en cambio vive en Estados Unidos, aquí te envío la dirección. Hace unos años que anda metido en cosas raras, ya ha sido fichado varias veces…

Bueno espero que te hayan servido de ayuda esta información.

                                                                                                            Zip

                                                                                                                            

Lara anotó la dirección y repasó la información que tenía delante. Finalmente apagó el ordenador y se dispuso a hacer los preparativos del viaje. Como debía ser ella quien los hiciera, y era una de sus primeras veces, le hizo ilusión.

Publicado

Buenos días ¡¡Que bien relatos!! ¡¡Yo tambien escriboo!! ^^ He leido los tres primeros, se ve que te esfuerzas bastante, me tendré que poner al día leyendome todos. He estado unos días u npoco ausente jeje (Lo que he observado hasta ahora) Has mejorado el dividir el texto en parrafos, yo pondría doble espacio para que sea más fácil de asimilar, pequeños detalles... está bastante bien a mi gusto tu relato, das bastantes detalles y narras bien, algo más de acción no le vendría mal y algunos detalles de la personalidad de Lara más marcados, sigue así cuando me lo lea entero ya te cuento más y mejor analizando etc. Espero que te sirva de ayuda, sigue así.

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