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Harry Potter y la búsqueda de los horrocruxes


R.A.B.

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Capitulo 9: La preparación

 

 

 

 

 

 

Los días siguientes, Harry se la pasó vigilando la sala de Malfoy, pensando en Ron, en Ginny, y en cómo haría para matar a Voldemort sin varita. El joven se sentía destrozado, había perdido la amistad de su amigo, y para empeorar las cosas Hermione permanecía callada y comía muy poco.

Llegó el 1º de Septiembre y Harry se imaginó que él estaría camino a Hogwarts de no ser por esos malditos Horrocruxes. Cuando se hizo la tarde, Harry pensó que debían empezar a aclarar algunas cosas, o ponerse en marcha.

- Hermione... - la llamó, mientras la muchacha terminaba su café.

- ¿Qué? - preguntó Hermione apenada, con la mirada perdida.

- Hay que superar esto, no puedes seguir así, y yo tampoco... - comentó Harry.

- No me siento bien...

- Pues tendrás que mejorarte, o hacerte a un lado, porque hoy es el último día que me quedo aquí - confirmó Harry mirando severo a su deprimida amiga.

- No encontrarás los Horrocruxes... no tienes ni varita. Además, deven estar muy bien protegidos, y si llegaras a destruirlos... él te mataría... - dijo la joven, hizo una pausa, mientras Harry la miraba sorprendido por su actitud - El destino del mundo está sellado, no vale la pena vivir...

- Sabes, nunca pensé que oiría esas palabras salir de tu boca. Tal vez me equiboqué contigo, tal vez hasta el Sombrero Seleccionador se equibocó contigo...

"Me desepsionaste Hermione, yo creí que eras una persona fuerte, valiente y que luchaba por lo que estaba bien, sin mencionar que eras una gran amiga, pero al parecer ese era sólo un disfraz...

- Lo lamento Harry, si quieres yo me ocuparé de vigilar que no le hagan daño a Malfoy, pero ya no tiene sentido... - contestó la chica mirando al piso.

- De acuerdo, me voy a tomar aire...

Harry salió del hospital, y comenzó a caminar por la calle, estaba destruido. Ya no tenía ni un amigo que lo respaldara. Anteriormente le hubiera gustado hacer ese trabajo sólo, pero ahora, se daba cuenta que sin sus amigos no podría hacer nada.

Harry caminó sin rumbo durante una larga hora, hasta que se sentó sobre el cordón de una calle para pensar. Mientras pensaba qué diablos podría hacer para encontrar los Horrocruxes, una gran lechuza blanca, con unos relucientes ojos amarillos se posó a su lado. Tenía un cierto parecido a Hedwig, pero ésta era más grande y majestuosa. Harry notó que tenía un sobre en el pico. Se lo retiró y leyo: "Para el señor H.J.Potter". Harry sacó el trozo de pergamino que tenía en el interior y leyó detenidamente.

 

Estimado señor Potter:

Quería informarle que ha sido convocado para la prueba de buscador

del equipo nacional de Quidditch de Inglaterra. Recientemente hemos recibido

una información sobre su gran habilidad de vuelo, sin mencionar los interminables

partidos que ha ganado. Por este motivo nos complacería que se presentara el 20

de Septiembre a la prueba del buscador. Atentamente:

Percilius Vobsky

Entrenador del equipo nacional de Quidditch de Inglaterra

 

Harry leyó la carta una vez más y no pudo creer lo que decía. ¡Había sido citado para formar parte del equipo nacinal!. Pero Harry tenía muy en claro que no podía dejar de lado su misión. Trató de imaginarse si Voldemort no estubiera con vida, llendo a una practica con los mejores jugadores de Quidditch. Se preguntó quien le habría pasado el dato de lo buen jugador que era Harry, pero no le importó tanto.

El joven se puso de pie para regresar al hospital, y del bolsillo de su pantalón se calló algo blanco y de madera. Harry apreció la antigua varita de Dumbledore allí en el suelo. Aunque estaba astillada y vieja, era realmente hermosa. Su mango como el de una espada y con puntos en oro realmente lo atraía. Harry la tomó para probarla, y tuvo una extraña sensación.

Apenas tomó la varita, ésta comenzó a calentarse, y de su punta desprendió chispas rojas. El viento comenzó a soplar más fuerte, y Harry tuvo una sensación de calor y satisfacción que el recorría el cuerpo. La vieja varita de Dumbledore lo había elegido.

El joven sin poder creer lo que veía agitó su varita y dijo: "Reducto". Un rayo de luz roja salió a toda velocidad de la varita de Harry, y se estrelló con el cordón de la calle, destruyendo gran parte. Harry quedó anonado, al parecer esa varita potenciaba más que la anterior sus poderes mágicos. Sin poder contener la alegría guardó su nueva varita y corrió a contárselo a Hermione.

Cuando llegó al hospital la joven estaba sentada frente a la sala de Malfoy.

- ¡Hermione no vas a creer lo que me pasó!

- ¿Qué pasó? - preguntó la muchacha deprimida y sin mostrar interes.

- La varita de Dumbledore, la que era un Horrocrux, me eligió para que la utilice... - comentó Harry que un poco más y saltaba de alegría.

- Que bueno... - contestó Hermione sin ánimo.

- Hermione... ya es hora que superes lo que pasó... - contestó Harry poniendose más serio.

- ¡No, Ron me odia, y yo soy una imbécil!

- ¡Ya para con eso, me tienes arto! - gritó Harry apagando la voz de Hermione - ¡Si Ron decide ser un estúpido y no te quiere ver supéralo, no puedes vivir toda la vida adentrada en tus pensamientos y como una zombie sólo porque Ron te rechazó!

La chica abrió la boca para discutir, pero la cerró al instante, se quedó callada y comenzó a llorar en silencio. Harry tenía razón, no podía vivir pendiente de Ron, debía superarlo y ayudar a Harry que había estado a su lado siempre. Hermione secó sus lágrimas lentamente, y luego dijo:

- Gracias, necesitaba que me griten...

- De nada... - dijo Harry, y abrazó a su amiga.

- Perdona Harry, te prometo que te ayudaré de ahora en más y dejaré de comportarme como una idiota

Mientras los amigos se separaban, y Harry le contaba emosionado lo que había sucedido, de las pruebas del buscador, de la varita, y algunas cosas más, la profesora McGonagall irrumpió en el pasillo. Harry la miró con la boca abierta. Tenía una expresión muy severa, y tras sus anteojos, sus ojos transmitían total enfado.

- ¡Potter, Granger! - gruñó la mujer mientras caminaba hacia ellos - ¿Por qué no fueron al colegio?

- Ya se lo expliqué profesora, no volveré, destruiré a Voldemort y todos viviremos felices...

- Harry... - dijo la profesora bajando su tono de voz, y mostrándose mucho mas amable - Debes comprender que Voldemort es muy poderoso, y tú no haz terminado ni los estudios...

- ¡No, es usted la que no comprende! - saltó Harry furioso. Desde que Snape lo había humillado por segunda vez no podía tolerar que le dijeran que no podría con Voldemort - ¡La profecía que intentaba robar Voldemort hace dos años, decía que yo debería matar a Voldemort o morir en sus manos, y tambien decía que yo soy el único con poder para matarlo!

La profesora se quedó con la boca abierta, no podía creer lo que le había revelado Harry. Por más que ella suponía algo así, que se lo confirmaran de esa manera era muy duro.

- Pensé que si te citaban para la prueba de buscadores olvidarías todo esto y regresarías a Hogwarts... pero no... - comentó la mujer mayor, mientras Harry la miraba con el ceño fruncido - Potter, no me dejas otra opsion...

- ¿Qué nos hará...?¿Obligarnos por la fuerza a volver a Hogwarts? - preguntó Harry con una risa irónica.

- No... te entrenaré...

- ¿Cómo? - preguntó Harry sin dar crédito sus oídos.

- Como escuchaste... te enseñaré las artes más dificil de la transformación, y hablaré a un amigo para que te enseñe los maleficios y contraembrujos más poderosos...

- ¿Usted está hablando enserio?

- Por supuesto, si tu quieres luchar con Voldemort deberás estar preparado...

- ¡Gracias! - saltó Harry y de un impulso abrazó a McGonagall.

- No me agradescas, te veo en dos horas en Hogsmeade...

- De acuerdo...

Tras estas palabras, McGonagall abandonó el hospital, y dejó a Harry muy emosionado y a Hermione con la boca abierta sin poder articular una palabra.

 

Harry caminaba por las calles de Hogsmeade buscando a McGongall. El pueblo estaba desierto, y tras unos minutos, la encontró parada con un hombre en la entrada de Cabeza de Puerco. Se dirigió allí.

- Harry, hoy no podré enseñarte yo, pero lo hará él... - comentó la profesora. El hombre que tenía al lado tenía una mirada severa, el pelo plateado y largo, que se le unía a una larga barba. A Harry le pareció detectarle un extraño olor a cabra, y a juzgar por su atuendo sucio y andrajoso, se dió cuenta que era el camarero de la taberna. El muchacho miró con cara de confución a McGonagall... ¿Acaso la mujer se había vuelto loca?¿Desde cuando un mal humorado camarero era experto en Defensa contra las Artes Oscuras?

La profesora le sonrió a Harry, y comenzó a caminar hacia Hogwarts, dejándolo allí plantado. Harry miró el rostro del hombre, algo en él le resultaba familiar, parecido a otra persona. El hombre lo miró con su habitual cara de mal humor, y luego de recorrer a Harry con la mirada, se posó en su cicatriz y sonrió.

- Bueno... ¿Quieres comenzar? - preguntó amablemente, algo muy raro en esa persona. Harry asintió - Sígueme

El hombre lo hizo entrar al bar, lo condujo hasta las escaleras, y luego subieron a una habitación vacía. Era un dormitorio bastante espacioso, pero estaba lleno de polvo, y la única cama que había, estaba desarmada y manchada con barro en un rincón. Harry se preguntó que harían allí.

- Bueno antes que nada debo presentarme... - dijo el hombre y le dedicó una sonrisa - Me llamo Abeforth...

- Yo... soy Harry Potter... - dijo Harry, que intentaba recordar donde había oído ese nombre antes.

- Sí, eso ya lo sabía - dijo el hombre, que se mostraba de buen humor - ¿Sabes quien soy yo?

- ¿El camarero de la taberna? - preguntó Harry. El hombre rió suavemente y luego contestó:

- Sí, pero además soy... - hizo una pausa y miró fijo a Harry - ...el hermano de Albus Dumbledore.

Harry lo quedó mirando. Por un momento pensó que el hombre le estaba jugando una broma, pero entonces recordó la fotografía que anteriormente le había mostrado Moody. En la fotografía aparecían los miembros de la antigua Orden del Fénix, y entre ellos había aprecido aquel hombre; el ex-Auror le había comentado que era el hermano de Dumbledore y se llamaba Abeforth. El corazón de Harry comenzó a ascelerarse, y empezó a respirar entrecortadamente.

- Veo que mi hermanito no te mencionó nunca que existía... - le dijo con una sonrisa.

- ¿Qué... me enseñará? - preguntó Harry aturdido por la reciente revelación.

- Te enseñaré a aprovechar tus poderes mágicos... y además un par de hechizos útiles...

- De acuerdo - dijo Harry y se puso más serio.

- Primero que nada quiero que aprendas a realizar hechizos "no verbales", esa es una clave fundamental para que el oponente no descubra tu hechizo a tiempo, o de lo contrario tendría una ventaja sobre ti... - le comentó Abeforth.

- Yo se hacerlos... - comentó Harry, pero al ver que el hombre lo miraba sonriendo agregó: - Algunos...

- Sí, tu dominas algo muy básico, pero no los aplicas en batalla... debes aprender a luchar con la boca cerrada y la mente abierta y libre de emosiones... - esas palabras le ocasionaron una punzada en la cabeza a Harry, y odiaba admitir que Snape tenía razón. Al ver la cara de Harry el hombre añadió: - No te preocupes, en poco tiempo aprenderás a batirte sin necesidad de hablar... sé que lo superaras...

- Sí... - contestó Harry y volvió a la realidad dejando de pensar en Snape.

- Pensé que lo mejor sería que primero practiquemos un duelo con el encantamiento de desarme... - comentó el hombre, Harry asintió.

Abeforth sacó su varita y se puso en posición de batalla. Harry hizo lo mismo y se dirigió unos pasos más atrás para tener más distancia. Cuando el joven levantó su varita, el hombre la miró con total asombro y desconsierto, luego esbozó una sonrisa.

- Cuando cuente tres. Uno... dos... ¡tres!

Harry agitó su nueva varita y pensó: "Expelliarmus". Un pequeño rayo de luz roja salió despedido de la varita, pero debido a que fue muy débil y lento, Abeforth lo evadió sin problemas. Luego, con una velocidad envidiable agitó su varita, y Harry cayó al suelo sentado y sin varita.

- Veo que aún no dominas bien los hechizos "no verbales"... Concentrémonos en eso...

 

- ¿Qué tal te fue en tu primera clase? - preguntó Hermione cuando Harry se sentó a su lado en el hospital San Mungo.

- Estuvo bien, pero hay algo importante que debo decirte...

Harry estuvo unos diez minutos comentándole a Hermione todo sobre Abeforth, su parentesco con el profesor Dumbledore. La chica (que ahora estaba más animada y de buen humor) se mostró muy sorprendida y emosionada.

- ¿Crees que él sepa algo de los Horrocruxes? - preguntó Hermione.

- No lo sé, pero de lo que estoy seguro es que tiene la sangre de Dumbledore... ¡No sabes la velocidad y la habilidad que tiene para realizar hechizos! - comentó Harry.

- ¿Y por qué habrá estado todo ese tiempo en una mugrosa taberna cuando podría estar realizando trabajos para la Orden? - preguntó Hermione.

- Yo pienso que está de espía... Dumbledore me contó que el camarero de Cabeza de Puerco expulsó a Snape cuando intentaba escuchar la profecía, además cuando en ese recuerdo Voldemort le pidió el puesto de profesor, Dumbledore conocía a todas las personas que se reunieron con él en Cabeza de Puerco, y sólo se limitó a decirle que "se llevaba bien con los camareros del pueblo". Además Moody me dijo que era un tipo extraño y que no se lo veía muy seguido...

- Tal vez estaba averiguando algo que nadie más sabía... - comentó la chica. Harry estaba a punto de asentir, cuando una idea le sacudió la cabeza.

- ¡Los Horrocruxes! - saltó - Eso estaba buscando en el pasado, por eso no se presentaba mucho, estoy seguro que Dumbledore le había asignado esa misión. Pero el año anterior dejó de hacerlo porque lo hizo Dumbledore para enseñarme a mi...

- Eso concuerda... podría ser... - comentó Hermione.

- Mañana veré a McGonagall por la tarde, y luego a Abeforth, entonces se lo preguntaré...

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  • 3 weeks later...

Capitulo 10: La confesión de Gilderoy Lockhart

 

 

 

 

 

 

Al día siguiente Harry despertó temprano. Junto con Hermione, habían alquilado una pequeña casa para pasar el día. Era un lugar pequeño y bastante sucio, pero siempre estaba disponible para los magos que tenían que visitar gente en San Mungo, debido a que estaba a sólo unas cuadras.

Lo primero que hizo Harry fue ir a visitar a Draco, que todavía no reaccionaba. Según el sanador encargado, las cicatrices del ataque las conservaría. El hombre tambien le había dicho a Harry que no murió por muy poco, debido a que había perdido gran cantidad de sangre, y le estaban dando una poción reabastecedora de sangre cada dos horas. Cuando Harry salió de la sala, Hermione le propuso algo.

- Harry, creo que deberíamos empezar a buscar los Horrocruxes, con lo de Ginny... y ahora Malfoy, retrasamos mucho... - le comentó su amiga.

- Lo sé, intenta averiguar dónde podría haber escondido Voldemort su Horrocrux (recuerda que tiene que ser un lugar significativo para él), yo voy a ir a clases de McGongall y Abeforth, y luego iré a hacer recapacitar a Ron...

- Me parece bien... - contestó Hermione.

 

- ¡Ah, Potter! - exclamó McGonagall, cuando Harry la alcanzó en Cabeza de Puerco.

- Estoy listo para empezar profesora...

- De acuerdo... - dijo la mujer pensativa - Lo primero que debes saber es que el arte de la Transformación es fundamental a la hora de protegerse en una batalla...

Harry no la contradijo, pero no veía muy útil en una batalla convertir a un raton en una copa de cristal. Tampoco recordaba que los hechizos que hubieran practicado anteriormente en Transformaciones fueran muy útiles. Lo único que parecía interesante era hacer desaparecer al oponente como hicieron con los caracoles, pero eso sería muy complicado.

- Profesora... disculpe si soy grosero pero... ¿Cómo me servirá la Transformación en mi enfrentamiento con Voldemort? - preguntó Harry por fin. McGonagall lo miró sorprendida.

- Creí que tú tendrías eso bien claro... - dijo Minerva - A ver... lánzame un maleficio... cualquiera...

- ¿Cómo? - exclamó Harry.

- Sí, que me ataques...

- De acuedo... - dijo Harry algo confundido. Sacó su varita, y con la mirada más seria la agitó y dijo: - ¡Desmaius!

Un rayo de luz roja salió despedido de su varita en dirección al pecho de McGonagall. La mujer agitó su varita con total helegancia, y apuntó a una roca que tenía a sus pies. Instantáneamente la roca comenzó a crecer y se convirtió en un muro de piedra que protegió a la mujer del hechizo. Harry quedó mirando muy sorprendido, mientras McGonagall devolvía el muro de piedra a ser una simple roca. Entonces Harry recordó el enfrentamiento que Dumbledore había tenido con Voldemort en el Ministerio. En aquella ocasión, el anciano profesor le había dado vida a las estatuas para que lo protegieran.

- ¿Ahora entiendes? - preguntó la mujer.

- Sí...

- Bien, entremos, Abeforth nos reservó la habitación...

Harry ingresó a la taberna. Caminaron sin prestar mucha atención a los pocos clientes que los miraban con mala gana, y subieron a la habitación en la que había trabajado anteriormente. Una vez allí, la profesora McGonagall sacó una estatuilla de una pequeña lechuza de su bolsillo. No medía más de quince centímetros de alto.

- Lo primero que te enseñaré será el encantamiento Lifefors - le explicó la profesora - Es un poderoso hechizo que te permite transformar cualquier estatua de una criatura en el animal que representa...

- De acuerdo, ¿qué debo hacer? - preguntó Harry.

- Mira, este hechizo es magia muy avanzada, y sólo magos adultos que se preparan para Aurors lo estudian... Está muy por arriba del nivel de EXTASIS - le explicó la mujer.

- No me importa

- De acuedo, hoy traje esta pequeña estatua porque te será más fásil convertirla. Cuando ya domines el hechizo probaremos con estatuas más grandes... - le comentó McGongall - Para realizar este encantamiento deberás estar muy concentrado en lo que quieres hacer. Debes tener la mente optimista y confiar plenamente en lo que quieres hacer. Una vez que cumples éstos requisitos concentrate bien en cúal es el animal, y luego debes decir muy claro "Lifefors"

- Entendido... - dijo Harry. Entonces la profesora colocó la estatuilla en el suelo y le pidió a Harry que lo hiciera. Harry se concentró, miró fijo a la pequeña lechuza y pensó "Quiero que te conviertas en una lechuza de verdad", acto seguido murmuró - ¡Lifefors!

En la punta de la varita de Harry se produjo un destello de luz esmeralda. A continuación la estatua de la lechuza brilló del mismo color, luego se tumbó, pero siguió siendo de piedra.

- No estuvo mal para el primer intento, pero debes realizar un círculo con tu varita cuando pronuncies el conjuro - le explicó la profesora, paró la estatua nuevamente y agregó: - Déjame mostrate...

Minerva McGonagall cerró los ojos, los volvió a abrir, y su mirada había cambiado totalmente. Tenía los ojos fijos en la estatua y estaba muy concentrada. Dibujó un círculo invisible en el aire, y cuando lo iba a cerrar agitó su varita, mientras pronunciaba "Lifefors". La estatua brilló de color esmeralda, y cuando el brillo desapareció ya era una lechuza de verdad, pequeña y color marrón. La mujer movió su varita, y la lechuza siguió sus movimientos. Luego, la profesora murmuró otras palabras rápidamente, y la lechuza volvió a ser de piedra.

- Ahora ya sabes... Intenta de nuevo...

- Sí... - Harry se concentró, intentó quitar todos los pensamientos de su cabeza, y luego confió plenamente en que la estatua tomaría vida, tal cual lo había hecho con McGonagall. Describió un círculo con la varita, al tiempo que pronunciaba: - ¡¡Lifefors!!

Hubo otro destello de luz verde. La estatua comenzó a temblar, y luego se volcó nuevamente, sin cambiar su aspecto.

- Vas mejorando... - dijo McGongall al tiempo que recogía la estatua y se la mostraba a Harry. El cuerpo de la estatua seguía siendo de piedra, pero sus alas, eran color marrón, con plumas y aleteaban desesperadamente.

Una hora más tarde, Harry consiguió dominar el encantamiento. McGonagall le pidió que practicara un poco para la próxima vez. Tambien le enseñó el contraembrujo, para devolver a la estatua a su forma original. Cuando la mujer se retiró de la habitación, en ella entró Abeforth Dumbledore, con su habitual cara de mal humor. Miró a Harry, y entonces volvió a sonreir.

- Harry, hoy te enseñaré un hechizo que inventó mi hermano. Es magia muy avanzada y difícil de hacer, pero estoy seguro que tú la dominarás. Es un hechizo que detiene el tiempo en el ambiente en el que estés. Por ejemplo, si yo realizo ese hechizo aquí, todas las personas que se encuentren, quedarán como paralizadas por unos segundos, mientras yo podré huir o embrujarlos...

- De acuedo...

- Lo que debes hacer es librar tu mente de todo pensamiento y emosión, y pensar "Zyraps" - le explicó Abeforth - Recueda muy bien que es un hechizo "no verbal", de modo que si lo pronuncias tendrás resultados desastrozos...

- Está bien... - Harry se concentró. Intentó no pensar en nada, agitó su varita y en su interior dijo: "¡Zyraps!. Harry se quedó mirando. No había sucedido nada.

- Haber, observame como lo hago... - dijo Abeforth. El hombre agitó su varita. Harry vió un rayo de luz plateado, que desapareció con la misma rapides que apareció. Pero tambien se dió cuenta que Abeforth ya no estaba, y que todo el piso estaba cubierto de un polvo brillante y color plata.

- ¿Sorprendido? - preguntó Abeforth que se encontraba en un rincón de la habitación - Para lo que a ti fue un segundo, para mi fueron diez. Mientras mi hechizo era despedido, yo pude caminar hasta aquí, mientras tú seguías inmovil. Tu cerebro dejó de funcionar en esos segundos, y volvió a funcionar como si no hubiera pasado nada. Comprenderás que diez segundos de ventaja sobre tu enemigo podrían ser una vida...

- Este hechizo... - dijo Harry tratando de recordar cuando lo había visto.

- Bueno dejémos de hablar y practiquemos...

 

- ¡Harry! - exclamó Hermione, cuando el joven se sentó a su lado en la sala de espera del Hospital San Mungo - Te ves muy mal...

- Sólo estoy un poco agotado... - dijo Harry que tenía un hambre terrible, y estaba que se caía dormido.

- Estube averiguando sobre los Horrocruxes... y sobre R.A.B. - le comentó la muchacha.

- ¿Y encontraste algo?

- No, pero tengo una sospecha... - le comentó, y le pasó a Harry un libro que estaba bastante maltratado.

- Esto es... - dijo Harry buscando el título - ¿Travesías con los Monstruos de Gilderoy Lockhart? - preguntó sorprendio al ver su autor - Sabes que los libros de Lockhart no los escribió él...

- No es eso... - dijo Hermione, le sacó el libro de las manos, y lo abrió en donde tenía una marca. Luego se lo pasó a Harry y dijo que leyera. Harry lo hizo.

 

...habían recibido la información de que los habitantes de un viejo orfanato muggle no podían dormir por las noches, por unos rugidos aterradores y un calentamiento del suelo (sólo en el orfanato). Entonces el Ministerio me asignó a mi, Gilderoy Lockhart, la misión de investigar qué estaba sucediendo. Me dirigí al orfanato. Dormí un día allí, y comprobé que lo que decían las personas era cierto. Busqué todo el día la fuente del problema, entonces encontré la entrada a un túnel subterráneo. Lo recorrí y al final de ese enome túnel de techos muy altos me encontré con dos gigantescos dragones. Luché durante horas, hasta que logré que se mataran entre ellos. Muy malherido subí de nuevo a la tierra.

Debido a que le problema fue solucionado el Ministerio de la Magia le borró la mente a esas personas, y luego me concedió la Orden de Merlín tercera clase, por mis servicios...

 

- No le veo nada raro a ese fragmento, y además sabes que eso no lo hizo realmente Lockhart... - comentó Harry.

- ¡Ya sé que no lo hizo Gilderoy, pero lee más detenidamente! - Harry releyó el fragmento, entonces el dió un vuelco el corazón.

- Un orfanato muggle... túnel subterráneo... dragones... - Harry respiraba entrecortadamente.

- ¿Entiendes? - preguntó la muchacha, al ver la cara de sorpresa de Harry añadió - ¿Qué tal si ese orfanato fue en le que vivía Voldemort?... Sería un lugar adecuado para guardar su Horrocrux. Lo guardó bajo tierra y puso dos dragones para que custodiaran una entrada que selló con magia. Por eso Lockhart sólo encontró los dragones...

- Puede ser, pero recuerda que no fue Lockahart el que realizó la travesía... - comentó Harry - Y si fuera así, tendríamos que preguntarle cómo entró a ese túnel...

- ¡Pues vamos! - dijo Hermione.

- ¿A donde? - preguntó Harry confundido.

- A ver a Lockhart, u olvidas que está aquí en San Mungo...

- ¡Es cierto!

Los amigos se dirigieron a la escalera y subieron al cuarto piso. Buscaron las sala en la que anteriormente habían encontrado a Lockhart, y una vez allí entraron con el permiso de la sanadora. Para su suerte, un hombre alto, de pelo rubio y ondulado, con ojos celestes y una reluciente sonrisa los saludó unas camas más allá.

- ¡Chicos vinieron a visitarme! - exclamó Gilderoy muy contento mientras les estrechaba la mano.

- ¿Cómo está profesor? - preguntó Harry de bueno humor.

- Muy bien ¿y tú Harry? - preguntó el hombre.

- Bien... Vinimos con Hermione a preguntarle una cosita...

- ¿Quién es Hermione? - preguntó de pronto.

- Ella... - dijo Harry señalando a su amiga.

- ¡Ah hola, un placer conocerte! - exclamó el hombre - ¿Quieres un autógrafo?

- No gracias profesor...

- ¿Profesor? - preguntó Lockhart - ¿Te refieres a mi?

- Sí, no se acuerda cuando nos dió clases en Hogwarts... - le comentó Harry.

- Ah sí... - exclamó el hombre con tono soñador - Y díganme... ¿Ya curaron a la gata petrificada?

- Oh sí... - comentó Harry contento al ver que el hombre recordaba.

- Profesor... - dijo de pronto Hermione - Estaba leyendo uno de sus libros y me preguntaba si ustéd podría decirme... cómo encontró el lugar que menciona en el libro...

- Disculpa... ¿Te conosco? - preguntó Lockhart.

- ¿Profesor recuerda éste libro? - preguntó Harry mostrándoselo.

- ¡Ah sí, cuenta las travesías de Ernesto Vide como si las hubiera hecho yo...! - comentó Lockhart. Harry abrió bien grande los ojos.

- ¿Sabe cómo mató a los dragones?

- Eh... ¿Quién me dijiste que eras? - preguntó a Harry.

- No nada, olvídelo... ya nos vamos...

Entonces Harry salió de la habitación seguido por Hermione.

- ¿Crees que dijo la verdad? - preguntó Hermione.

- Sí, está completamente loco, pero sabe lo que dice. Ahora me aseguraré de investigar quien es Vide y dónde se encuentra... - le dijo Harry.

- Yo te ayudaré, pero creo que será mejor que le avisemos a Ron...

- Tienes razón, ahora mismo voy...

Y dicho ésto, Harry desapareció. Hizo un largo un perturbante viaje. Cuando volvió a abrir los ojos, se encontraba enfrente de... ¿La Madriguera?

El corazón de Harry comenzó a latir a toda velocidad, su cuerpo comenzó a sudar a lo loco, y cayó de rodillas al suelo. Delante de él había una gran casa en llamas, y sobre la casa... la Marca Tenebrosa...

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  • 12 years later...

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