estibaliz Publicado 4 de Marzo del 2012 Publicado 4 de Marzo del 2012 “ElClan de Atapuerca” de Álvaro Bermejo “Con unanotable maestría literaria, Bermejo diluye un verdadero caudal de conocimientoscientíficos en una historia absolutamente evocadora y apasionante, cargada deresonancias míticas, dirigida al hombre prehistórico que duerme en nosotros” “Enun Edén de Hielo, la cuna de los primeros europeos, cuatro adolescentesemprenden un viaje sin retorno hacia la conquista de sí mismos. El mal puede cobrarmuchas formas. Es posible confundirlo con ese oso cavernario que acecha al clandel Bisonte. Tal vez está mas cerca de los comedores de Cabezas que habitan alotro lado de las montañas blancas. O quizá reside en un misterioso talismán, elHombre Jaguar, cuyos ojos de fuego parecen despertar los demonios ocultos en loprofundo de la Gran Dolina”.Así comienza “El Clan de Atapuerca”, la última novela de Álvaro Bermejo, y laprimera que se escribe en España sobre el yacimiento más revelante de la Paleoantropologíamundial. ¿Cómo es posible que la joya de la corona de la Prehistoria europea,el yacimiento que ha dado más fósiles a la ciencia en todo el planeta, nuestromayor tesoro cultural, careciera de unrelato? DeÁlvaro Bermejo conocía sus dos novelas anteriores, “El Evangelio del Tíbet” y“El Laberinto de la Atlántida”. Ambas las define su propio autor como“thrillers arqueológicos”. Esta es la primera que ambienta en nuestro país, ytambién tiene su punto de “thriller”. La protagonista es Arika, una niña que hanacido con una pierna deforme y que recuerda a la Ayla de la saga de Jean M.Auel. También ella se enfrenta a un clan que no le acepta ni le comprende. Peroaquí no se trata de una cromañón entre neandertales, sino de una sapiens entresapiens que, a diferencia de las tesis de Auel, albergan en sí mismos la semilladel mal. La aparición de un misterioso talismán, el Hombre Jaguar, despierta lacodicia del clan. Acabará por envenenar a los más poderosos, y uno de ellosmatará por poseerlo. En una atmósfera de horror ante el descubrimiento del crimen, las sospechasacabarán por generalizarse en toda la tribu. Nadie se siente a salvo, puesquien ha matado bien puede volver a matar. Tukul, el viejo chamán, acabaráculpando a Arika. Su deformidad atrae la desgracia. Es precisosacrificarla. Sólo otra mujer sale en sudefensa, la misteriosa Súa, la Madre de los Sueños. Pero no es un escenario onírico lo que aquí se dirime, sino una angustiosainmersión en el Tiempo de la Sangre Conuna notable maestría literaria Bermejo diluye un verdadero caudal deconocimientos científicos –es historiador y antropólogo-, en una historiaabsolutamente apasionante, cargada de resonancias míticas. Todo es ficción y,sin embargo, todo es verdad. Ahí siguen, perfilando el paisaje de Atapuerca, lasierra de la Demanday el viejo Arlanzón, la Simade los Huesos, la Cuevadel Elefante y la Gran Dolina. ¿Siguen también los protagonistas de estahistoria, esos Sapiens que disparaban bumeranes made in Atapuerca, que se enfrentaban a los tigres de dientes desable, y veneraban al sol y a la luna? Por supuesto que siguen vivos. Los hemosincorporado a nuestro patrimonio genético. Y, aun así, su cableado cerebral nodifería mucho del nuestro. Pero, sin duda, pensaban de otra manera. Estano es una “novela histórica” al uso, es decir, no sustenta una narración sobreunos hombres de hace miles de años que, sin embargo, razonaban con unamentalidad actual. La magia es importante en el relato de Bermejo, tanto comoel pensamiento primitivo, pero lo es aún más la humanidad que infunde a sus protagonistas. Sin dudafueron tribales, territoriales y extremadamente violentos, pero también latíadentro de ellos un corazón susceptible de soñar y enamorarse, de crear arte ytejer relatos que han pervivido en forma de mitos en nuestro inconscientecolectivo. Lasmujeres, el matriarcado primitivo, ocupan una parte significativa de “El Clande Atapuerca”. Allá por el tiempo de los primero sapiens, su poder comenzó adeclinar en beneficio del naciente patriarcado. En la novela, este cambio cultural se hace patente en la tensión entre elhechicero Tukul y Súa, la Madrede los Sueños. No podemos dejar de ver en ella una sacerdotisa ancestral dotadacon un poder bien singular. Su sortilegio más poderoso no es otro que el de lamente. Considero que este es uno de los mayores aciertos imaginativos deBermejo: recrear, en medio de ese mundo mágico, la irrupción de la capacidaddeductiva que llevará a la solución del enigma. Y algo más, que suena muyactual y, a la vez perfectamente prehistórico: si hoy la urgencia ecológica hapuesto de actualidad entender la tierra como un sistema viviente yautorregulado, al que llamamos Gaia, los primeros que lo entendieron así fueronaquellos Sapiens que adoraban a la Madre Naturaleza y que elegían a las mujeres para escenificar susritos. Por eso las primeras estatuillas que nos han dejado fueron esas Venus deWillendiorf y Lespugne, que bien pudiera haber tallado la sabia Súa de esterelato. Pero,¿para qué seguir si lo que me anima a escribir esta reseña es toda la bellezaque me ha transmitido la lectura de “El Clan de Atapuerca” y compartirla convosotros? Abro pues, el debate, y quedoa la espera de vuestros comentarios.
Alizam Publicado 4 de Marzo del 2012 Publicado 4 de Marzo del 2012 Hombre, como medida de presentación es un post algo raro xD Me parece que te has confundido de lugar para poner esto xD En fin... Supongo que los moderadores lo cambiarán y todo arreglado. Y si cambian también mi post pues ya no me importa opinar sobre lo que has escrito. Este libro no lo he leído pero ya que tanto lo recomiendas es posible que le eche un ojo. Pero yo soy una fanática acérrima a la saga de los Hijos de la Tierra (sin contar el sexto y último libro, que es un bodrio y por desgracia no le hace justicia a ni uno solo de los personajes) y si aquí ya dices que la protagonista se parece a Ayla, tendría un problema severo porque estaría constantemente comparando. Es más, aunque no lo hubieses mencionado, mientras lo leía yo ya estaba haciendo la comparación en mi cabeza xD Pero bueno, ya digo que no descarto echarle una ojeada
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