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  1. ÁLVARO BERMEJO, UN CROSSOVER ESPAÑOL Por Estíbaliz M. Gabilondo No abundan en nuestra literatura autoresque se atrevan a tanto. Narrador de raza y de estilo genuino, en cada una desus novelas se lanza a la conquista de un mundo propio. Asalta tiempos y espacios,del mundo contemporáneo a la prehistoria, de la India milenaria a alAmazonia, de la Edad Mediaa la Atlántidamítica. El misterio dibuja una de sus claves, también los enigmas ancestrales,el fantástico y el histórico. Si traducimos el término crossover como laconjunción de relatos, lecturas, textualidades e intertextualidades, ÁlvaroBermejo se configura como uno de los representantes más genuinos de estaambiciosa y apasionante perspectiva narrativa. Se dio a conocer con unaprimera novela absolutamente inusual. Las Arenas y el Templo ambientaba su acción en la Arabia del siglo XIX, dondeun aventurero de origen español intentará unificar a las tribus de beduinosfrente al dominio británico. La figurareal de Sebastián de Ulzama se nos presenta como un sorprendente antecesor deLawrence de Arabia, del que apenas nada se sabía hasta que este escritordonostiarra se atrevió a rescatar su gesta del olvido. De ahí en adelante suliteratura no deja de plantearse retos descomunales en fondo y forma. De la India contemporánea –en Benarés-,nos lleva la Amazonia de Fitzcarraldoa través de las páginas de ElDescenso de Orfeo, luego a las cruzadas medievales, con ElReino del Año Mil, después a la Cuba colonial, con una novela de amores pasionales, guerra ysantería, La Piedra Imán, enseguida hasta los Himalayas, con ElEvangelio del Tíbet, donde recrea, con abundante y no menosdesconcertante documentación, la posibilidad de una segunda vida de Cristo enuna lamasería perdida en el Techo del Mundo, y finalmente hasta la Creta de la II Guerra Mundial, con ElLaberinto de la Atlántida. Tengo sobre mi mesa suúltima novela, El Clan de Atapuerca, la primera que se escribe en nuestro paíssobre la joya de la corona de la paleoantropología mundial. Apenas comenzar aleerla, y pese a que se trata de un relato para adolescentes, advierto en ellalos signos distintivos de un estilo que ha alcanzado su plenitud. El caudal de conocimientos históricosdestilados con la sutileza de un maestro, de manera que no lastren lanarración, el dominio de la tensión del relato, la elección de la palabraexacta, insustituible, el sentido del color, del sonido, de la sfumattura esencial, de la observaciónexacta, trabajan aquí a favor de un propósito: transmitir de manera palpable ydirecta las audacias y las nostalgias, las soledades y los atrevimientos de laeterna aventura de cuatro muchachos que emprenden un largo viaje sin retornohacia la conquista de sí mismos. Como en las obras citadas,la fantasía es un ingrediente esencial en la narrativa de Bermejo. Cabe matizareste término. ¿Qué entendemos por un relato fantástico? ¿Aquel que aborda los territorios delmisterio? ¿El que desvela enigmas ancestrales, lindantes con el esoterismo o laciencia ficción? ¿O el que se adentra en la parte oscura de nosotros mismos? La literatura de Bermejo participa de todoello, pero lo hace desde un planteamiento bien singular. No se amarra a ningunadefinición de literatura de género, pues la que sustancia sus relatos nada tieneque ver con la fantasía unidimensional aluso. Se diría que escribe desde diferentes planos. Parte siempre de una tramanarrativa decididamente realista que, sin embargo, libro a libro, y dentro deellos, capítulo tras capítulo, se involucra con todas las dimensiones de loinquietante, lo numinoso y sin embargo latente, aquello que parece sumergido ennuestro inconsciente colectivo. De ahíque su literatura parezca conectada a una corriente de consciencia donde comulganlos mitos ancestrales –de El Laberinto de la Atlántida a El Clan de Atapuerca-, los grandes enigmas de nuestra civilización–la búsqueda de la Jerusalén Celeste y del Santo Grial en El Reino del Año Mil-, oel abordaje de las culturas llamadas primitivas –en Benarés, La Piedra Imán y El Descenso de Orfeo-,sin que en ningún momento tengamos la sensación de abandonar la tierra firmeque pisamos. Y sin embargo, se pregunta uno al cabo de aventurarse encualquiera de sus relatos, ¿Dónde quedaron el mundo conocido, las confortadorasevidencias de eso a lo que llamamos “lo real”, y todas nuestras viejascertezas? La suma de estosplanteamientos, o más bien de tantos atrevimientos, unida a un estilo narrativoúnico, de gran fuerza descriptiva, con personajes extraordinariamente bientrazados, hace de su literatura una obra singular. Más aún en el país que nosocupa, donde, ya entrados en el siglo XXI, sigue prevaleciendo un costumbrismo tardodecimonónico,tan previsible como recurrente. Bermejo rompe con esas barreras, deserta de lo dejà vu y propone un desafío a todo loconvencional. Sus personajes tienen mucho de perdedores alucinados, buscadoresde respuestas, navegantes solitarios perdidos en su laberinto dentro de un martempestuoso. Nada de todo ello les hace perder la tensión de la que nos hacepartícipes apenas dejándonos llevar por la estela de su pluma sobre el espejo de tinta. Ciertamente, como heapuntado al comienzo, no abundan en nuestra literatura autores que se atrevan atanto. Sólo por su excepcionalidad ya merecería ser catalogado a día de hoy yentre nosotros, como un autor absolutamente imprescindible.
  2. “ElClan de Atapuerca” de Álvaro Bermejo “Con unanotable maestría literaria, Bermejo diluye un verdadero caudal de conocimientoscientíficos en una historia absolutamente evocadora y apasionante, cargada deresonancias míticas, dirigida al hombre prehistórico que duerme en nosotros” “Enun Edén de Hielo, la cuna de los primeros europeos, cuatro adolescentesemprenden un viaje sin retorno hacia la conquista de sí mismos. El mal puede cobrarmuchas formas. Es posible confundirlo con ese oso cavernario que acecha al clandel Bisonte. Tal vez está mas cerca de los comedores de Cabezas que habitan alotro lado de las montañas blancas. O quizá reside en un misterioso talismán, elHombre Jaguar, cuyos ojos de fuego parecen despertar los demonios ocultos en loprofundo de la Gran Dolina”.Así comienza “El Clan de Atapuerca”, la última novela de Álvaro Bermejo, y laprimera que se escribe en España sobre el yacimiento más revelante de la Paleoantropologíamundial. ¿Cómo es posible que la joya de la corona de la Prehistoria europea,el yacimiento que ha dado más fósiles a la ciencia en todo el planeta, nuestromayor tesoro cultural, careciera de unrelato? DeÁlvaro Bermejo conocía sus dos novelas anteriores, “El Evangelio del Tíbet” y“El Laberinto de la Atlántida”. Ambas las define su propio autor como“thrillers arqueológicos”. Esta es la primera que ambienta en nuestro país, ytambién tiene su punto de “thriller”. La protagonista es Arika, una niña que hanacido con una pierna deforme y que recuerda a la Ayla de la saga de Jean M.Auel. También ella se enfrenta a un clan que no le acepta ni le comprende. Peroaquí no se trata de una cromañón entre neandertales, sino de una sapiens entresapiens que, a diferencia de las tesis de Auel, albergan en sí mismos la semilladel mal. La aparición de un misterioso talismán, el Hombre Jaguar, despierta lacodicia del clan. Acabará por envenenar a los más poderosos, y uno de ellosmatará por poseerlo. En una atmósfera de horror ante el descubrimiento del crimen, las sospechasacabarán por generalizarse en toda la tribu. Nadie se siente a salvo, puesquien ha matado bien puede volver a matar. Tukul, el viejo chamán, acabaráculpando a Arika. Su deformidad atrae la desgracia. Es precisosacrificarla. Sólo otra mujer sale en sudefensa, la misteriosa Súa, la Madre de los Sueños. Pero no es un escenario onírico lo que aquí se dirime, sino una angustiosainmersión en el Tiempo de la Sangre Conuna notable maestría literaria Bermejo diluye un verdadero caudal deconocimientos científicos –es historiador y antropólogo-, en una historiaabsolutamente apasionante, cargada de resonancias míticas. Todo es ficción y,sin embargo, todo es verdad. Ahí siguen, perfilando el paisaje de Atapuerca, lasierra de la Demanday el viejo Arlanzón, la Simade los Huesos, la Cuevadel Elefante y la Gran Dolina. ¿Siguen también los protagonistas de estahistoria, esos Sapiens que disparaban bumeranes made in Atapuerca, que se enfrentaban a los tigres de dientes desable, y veneraban al sol y a la luna? Por supuesto que siguen vivos. Los hemosincorporado a nuestro patrimonio genético. Y, aun así, su cableado cerebral nodifería mucho del nuestro. Pero, sin duda, pensaban de otra manera. Estano es una “novela histórica” al uso, es decir, no sustenta una narración sobreunos hombres de hace miles de años que, sin embargo, razonaban con unamentalidad actual. La magia es importante en el relato de Bermejo, tanto comoel pensamiento primitivo, pero lo es aún más la humanidad que infunde a sus protagonistas. Sin dudafueron tribales, territoriales y extremadamente violentos, pero también latíadentro de ellos un corazón susceptible de soñar y enamorarse, de crear arte ytejer relatos que han pervivido en forma de mitos en nuestro inconscientecolectivo. Lasmujeres, el matriarcado primitivo, ocupan una parte significativa de “El Clande Atapuerca”. Allá por el tiempo de los primero sapiens, su poder comenzó adeclinar en beneficio del naciente patriarcado. En la novela, este cambio cultural se hace patente en la tensión entre elhechicero Tukul y Súa, la Madrede los Sueños. No podemos dejar de ver en ella una sacerdotisa ancestral dotadacon un poder bien singular. Su sortilegio más poderoso no es otro que el de lamente. Considero que este es uno de los mayores aciertos imaginativos deBermejo: recrear, en medio de ese mundo mágico, la irrupción de la capacidaddeductiva que llevará a la solución del enigma. Y algo más, que suena muyactual y, a la vez perfectamente prehistórico: si hoy la urgencia ecológica hapuesto de actualidad entender la tierra como un sistema viviente yautorregulado, al que llamamos Gaia, los primeros que lo entendieron así fueronaquellos Sapiens que adoraban a la Madre Naturaleza y que elegían a las mujeres para escenificar susritos. Por eso las primeras estatuillas que nos han dejado fueron esas Venus deWillendiorf y Lespugne, que bien pudiera haber tallado la sabia Súa de esterelato. Pero,¿para qué seguir si lo que me anima a escribir esta reseña es toda la bellezaque me ha transmitido la lectura de “El Clan de Atapuerca” y compartirla convosotros? Abro pues, el debate, y quedoa la espera de vuestros comentarios.
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