IzaN Publicado 11 de Abril del 2008 Publicado 11 de Abril del 2008 He comenzado una saga de terror: PRÓLOGO -Sería mejor que volviéramos. Ya es de noche y regresar nos llevará otra media hora... -¡No seas tan llorica, Mike! ¿Acaso tienes miedo? -No... -Pues acompáñame dentro. Mike y Fran eran dos niños del pueblo Yunquer. Aunque tan solo era una pequeña urbanización de casas, nadie se acercaba nunca. En lo alto de una colina, había un antiguo castillo deshabitado. Los lugareños decían que una vez cada año, las luces del castillo se encendían misteriosamente y, un incendio arrasaba alguna vivienda del pueblo. Esto, despertó la curiosidad de los dos niños que, con la escusa de ir a jugar al baloncesto, se había ido a hacerle una visita al castillo. Entraron en el recinto. Los árboles que rodeaban los muros describían formas tenebrosas que, acobardaron bastante a Mike. -¡Vamos, hombre! ¡Solo son árboles! Con una simple patada, la desgastada puerta se cayó dejándoles vía libre a los chicos, que accedieron al vestíbulo. Todo estaba muy oscuro, así que encendieron una linterna para ver mejor. La entrada era una habitación circular que, al fondo, tenía dos escaleras de caracol y, en medio de estas, una enorme escultura de un ave que no reconocieron. -Voy a ver que hay arriba.-dijo Fran -¡No! No. Debemos irnos. No aguanto más. ¡Sí, tengo miedo! -Pues vete. No me haces falta. Y así, el asustado niño abandonó el castillo pero, no se había alejado muchos metros del portal cuando el desgarrador grito de su amigo y las gotas de sangre que empezaron a caer por una ventana del piso superior le hicieron salir corriendo a pedir ayuda. En un avión privado, varios años después -¿Sabes que pueblo es ese, Alister?- preguntó Lara -No. ¿Tú sí? -Si. Es Yunquer. Mi padre me contó la leyenda cuando era niña. -¿Es que tiene una leyenda? -Sí. ¿Ves ese castillo en la lejanía? El que está en aquella colina. -Eeeeh-dijo mientras describía círculos con el dedo-, sí. Ya lo veo. ¿Qué le pasa? -Se dice que una vez al año, se encienden mágicamente sus luces y una casa del pueblo se incendia. -Vaya, que miedo- se burló Zip regresando del lavabo. -Lo que tu digas, pero años atrás dos niños se metieron dentro. Uno salió, según él, por miedo. Él dice que oyó gritar al otro y observó caer sangre desde una ventana. -Lo habrá soñado. -Pues el niño se suicidó unos años más tarde. -¿Se suicidó?- gritaron los dos compañeros a la vez -Si. Fue quemado vivo. Que le encontraran una vela en la mano fue la prueba del suicidio. Durante un rato reinó el silencio pero, de repente, el avión retumbó y todos cayeron al suelo. -¡Piloto!-gritó Lara- ¿Qué demonios pasa? -¡Lara! ¡Corre ven! La mitad trasera del avión estaba incendiada. -¡Coged los paracaídas, vamos! Yo voy a por el piloto. Pero cuando llegó a la cabina, observó con una cara de horros como el piloto estaba muerto por un disparo. Sin más tardanza, cogió su paracaídas y saltó para caer al lado de sus compañeros. -¿Cómo ha ocurrido?- preguntaron -Ha sido provocado. El piloto se había muerto desangrado por un disparo. -Sea como sea, habrá que comprobar si los habitantes de Yunquer son hospitalarios. CAPÍTULO 1 Los tres llegaron a la plaza del pueblo, donde todos los miraban como si fueran bichos raros. -¡Extranjeros!-gritó una anciana- ¡Quieren hacernos daño! ¡Vosotros hacer daño! ¡Vosotros quemar...!- fue disminuyendo la voz hasta que se cayó en el suelo desmayada. Dos hombres la cogieron y se la llevaron a rastras hasta una caseta. -¿Qué le ocurriría a esas mujer?- preguntó extrañado Zip. -Eso en parte.-dijo Lara -¿Y cuál es la otra?- intervino Alister. -¿Qué le van a hacer? Si fueran a atenderla médicamente no se la habrían llevado a rastras provocándole así todo tipo de arañazos y cortes. -Tienes razón. Pero bueno, será mejor que busquemos una casa rural, un hotel o lo que sea. -Pero... ¿no notáis ago raro?- dijo Zip un tanto inquieto -¿El qué? -Que parece que el pueblo es... atrasado. Quiero decir... no llevan tecnología y... ¡mira! Esas mujeres van a lavar sus ropas a la laguna que hay allí. -Tienes razón... Será porque, como a la gente le da miedo acercarse al pueblo, seguro que no les llega comida, aparatos y demás. -Puede ser. Lo que sigo sin entender es por qué esa anciana decía que hacíamos daño. ¡Estaba tan asustada que ni conjugaba los verbos al hablar! -¿Y qué fue lo último que dijo antes de desmayarse? Vosotros... ¿quemar? -Es verdad, Al. Esto es muy extraño. No se donde prefiero pasar la noche. Aquí o montar una acampada en la colina de allí. -Pero... ¡ahí está el castillo raro ese!- gritaron los dos a la vez -¿Os lo habéis creído? Seguro que simplemente es un cuento de estos que pasan de generación en generación. -No estoy muy seguro Lara... -Yo sí. Es más, ¿por qué no dormimos dentro? Seguro que hay habitaciones de sobra. Y, aunque le costó, convenció a sus miedosos compañeros de dormir en el deshabitado castillo. Una hora después, ya estaban dentro, en el piso superior. Habían encontrado habitaciones con camas. -¿Lara? -¿Sí? -¿Podemos dormir contigo? -Oh. ¡Dios mío! Está bien. ¡Pero no en la misma cama! -A nosotros no nos importa. No nos vamos a quitar la ropa. -¿Vais a dormir con las cazadoras y el equipo? -Por favor Lara. Tú también deberías hacerlo. Haznos solo ese favor. -Está bien. Llegó la noche. Lara dormía plácidamente en su cama con ellos con los ojos abiertos como platos mirando a todas partes. De repente, escucharon un ruido. Unas pisadas en el vestíbulo. Los chicos despertaron a Lara y, como también las oyó, sacó las pistolas y salieron de la habitación. Llegaron a la planta baja pero no vieron nada. -A lo mejor fue el viento- dijo Lara- ¿Chicos?- habían desaparecido Empezó a apuntar a todas partes. Puso la luz de su linterna al máximo nivel. De repente, notó un cálido aliento en su nuca, se giró y empezó a disparar. Miró bien y pudo ver a su atacante: un hombre desfigurado. Parecía como si lo hubieran quemado. Sus manos tenían unas afiladas uñas que debían medir 30 centímetros. Sus dientes se habían sustituido por colmillos de la misma longitud que sus uñas. -¿Quién eres? ¿Dónde están mis amigos? La criatura soltó un agudo chillido y, empezó a arder. Ahora Lara debía tener cuidado. Si la tocaba sería su fin. Volvió a disparar pero no surtió efecto. Ya iba a quedarse sin balas cuando una espada de hielo atravesó el cráneo de la bestia. Zip y Alister, que parecían haber estado atados con unas cuerdas, se habían liberado y encontrado ese helado artefacto. Los tres salieron corriendo apresuradamente. -¿Y ahora qué, Lara?-empezó a imitarla- No os pasará nada. ¡Y una...! -¡Quieto, vaquero! ¡No hacen falta insultos! Déjame ver la espada.- después de examinarla dijo- Por lo que parece, lo que a matado a la criatura es el frío, no que le hayáis hecho un agujero, porque si no ya lo habría matado yo con las pistolas. -¿Qué vamos a hacer? -Por lo que comprobé en el GPS antes de dormir, hay otro pueblo más normal a unos 17 kilómetros. -¿17 Kilómetros? ¡Vamos, Lara! Estamos cansados... -¿Y qué sugerís? ¿Volver dentro? -¡NO! No, no. Vale, caminaremos.
Oraculo Publicado 14 de Abril del 2008 Publicado 14 de Abril del 2008 Hola IZan, como te dije en el Foro de TrSaga, realmente muy bueno te felicito. Espero el proximo capitulo Saludos
IzaN Publicado 18 de Abril del 2008 Autor Publicado 18 de Abril del 2008 CAPÍTULO 2 Al día siguiente volvieron a la mansión. Inmediatamente, Zip se puso a buscar todo lo relacionado con el castillo en la red, y Alister, en la literatura. Pasaron dos horas y, aunque no tenían nada demasiado claro, si tenían algo que se les había pasado por alto durante los 120 minutos. Todas las webs, los libros y las fotografías relacionadas con el pueblo de Yunquer las había hecho un tal Nicholas Croup. -¿Sabéis donde vive?- les preguntó Lara sin dejar de mirar un folio con toda la información conocida sobre él, o más bien, un folio con su nombre. -Sí. Acabo de descubrirlo- dijo Zip- Unos kilómetros detrás del castillo, bajando la colina, hay un pueblo más normalito para ricachones. El vive en la calle “Dimanche” en el número 66. -¿Cómo se llama el pueblo? -Bright. -Ok. Pues este Nicky está apunto de recibir una visita inesperada. Once horas más tarde se bajaba de su moto delante la casa. El portal estaba abierto. Para ser multimillonario, el chalet no era nada del otro mundo. Tenía 3 pisos, pero eran bastante estrechos. Nada más entrar, antes de acceder dentro del edificio, había una pasarela de piedra. A su lado izquierdo había un campo con un pequeño limonero y, al derecho, la bajada hacia un parking. Rodeó la casa y, a través de una pequeña rejilla, accedió al sótano, desde el cual llegó a la planta baja. Allí escuchó a Croup y a otro hombre charlar. Dijeron que podían subir al tercer piso, en el que había preparado café, así que ella se les adelantó. A la planta alta se accedía a través de una escalera de caracol que daba al centro de la sala. A los lados de ésta, había dos salones que también ocupaban la parte trasera separados por una estantería con libros. Delante no había nada. Solo una puerta al fondo con la cual se accedía a una enorme terraza. Escuchó pasos. Vio que el café estaba en el salón izquierdo, así que se colocó en el derecho detrás de la estantería. -Señor Croup- dijo el primer hombre, que no debería pasar de cuarenta años. Era bajo y muy delgado. -¿Dígame?- dijo el personaje al que Lara había ido a visitar. Muy parecido a un antiguo enemigo, Peter Val Eckard, aunque debía tener más de cincuenta años, se conservaba muy corpulento, alto y aparentemente, seguro de sí mismo. -Yo… creo…- resopló empezando a sudar- que voy a…- empezó a reírse y, en el último momento, tragó saliva- que voy a retirarme. -Ajá. No pasa nada. Le extenderé un cheque por los grandes servicios que le ha dado al culto. Le puso su mano en el hombro. El visitante empezó a gritar. Le estaba prendiendo fuego de alguna forma y, mágicamente, se deshizo en cenizas. Lara aguantó el grito. -¿Qué le ha parecido, Miss Croft? -¿Cómo sabes quién soy? -Se muchas cosas sobre usted. Conocía a su antiguo amigo Von Croy. -¿Conocías a Werner? -Sí. Pero eso ya no importa. En la mano con la que había abrasado a su visitante, mostró el tatuaje de un hermoso fénix azul. El ave empezó a arder hasta hacerse de color rojo, dándole la capacidad a Nicholas de lanzar llamaradas. Lara las esquivó hasta que una le pasó rozando la pierna. Cayó al suelo y se dobló el tobillo. -Adiós, Miss Croft. Aprovechando que se había acercado, ella le dio una patada y él atravesó la terraza, hasta caerse al jardín, provocándose una muerte instantánea debido a la elevada altura. -¡Aaaaah!- gritó una mujer que estaba asomada a la ventana de la casa de enfrente.-John, ¡llama a la policía!
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