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No tengo mucha madera de escritora...lo hice despues de ver una pelicula...espero q les guste :puaj:

 

El cuervo

La noche estaba fría y oscura, yo estaba sentada en mi sillón frente al cálido hogar saboreando mi recién preparado Martín, cuando escucho un golpe en la puerta -¡¿quién osa interrumpir mi momento de gozo?!- Digo orgullosa...no responden-¡¿vuelvo a preguntar quien osa de perturbar mi momento privado?!-...no responden. Valientemente me dirijo hacia la puerta y giro el frio picaporte. Cuando la rechinante puerta se abre, ni un alma solitaria del otro lado. Vuelvo a la paz de mi hogar y sillón sin haber soltado mi Martini, cuando escucho ese molesto ruido de las ramas del sauce plantado frente a mi ventana. -¡Maldigo a quien ah hecho crecer a ese ser que ha de molestar mi hora de descanso!-Cuando de repente escucho un aleteo...era un cuervo negro que parado sobre dichas ramas se ha de mostrar orgulloso frente a mi-¡que te has creído maldito animal!- invadido de furia por los interminables ruidos que interrumpían mi momento, tomo una botella de licor de cereza, abro la ventana y trato de espantar al animal, pero este se mete dentro de mi posada. –¡Animal que te atreves a violar mi privacidad, sal de mi posada que con tan recelo cuido, si no quieres tener una muerte indigna!-Pero el cuervo se posa sobre el busto de Napoleón y abriendo su pico afilado, dice –¡Muerte al indigno!- Sorprendida y atónita por el momento, me quedo tiesa frente al majestuoso animal. Ya asustada decido salir de mi habitación para pedir ayuda pero el pájaro se posa sobre el marco de algarrobo de mi puerta.-¡Muerte al indigno!- Vuelve a gritar el pájaro. Cierro los ojos y empiezo a rezar por mi alma inmortal, para que el pájaro vuele hacia la fría noche y no me haga daño. Sentí un sudor frío sobre mi mejilla izquierda y abrí los ojos, vi al pájaro acercándose rápidamente hacia mi, los volví a cerrar por miedo a un ataque despiadado del pajarraco, he de sentir nuevamente ese sudor frío sobre mi mejilla, esta vez era mas frío de lo usual, preocupado por mi, decidí abrir otra vez mis ojos que demostraban miedo, para ver una habitación desaparecida, un sillón inexistente, un hogar apagado, me dí cuenta que ya no tenia que preocuparme...estaba muerto.

  • 2 weeks later...
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Hola Maitena. Siento darte una mala noticia pero me siento obligado :jumper:

 

El relato que has escrito es tal cual un cuento escrito por el escritor estadounidense Edgar Allan Poe llamado "El Cuervo" escrito en 1845. Supongo que te habrás basado en esa película que has mencionado antes y esta película, a su vez, estará basada en el cuento.

 

Lo siento, pero lo tengo que decir para que quites lo de "Es original de Maitena inc. todos los derechos reservados" (aunque no creo que hay problemas legales, no creo que esté bajo Copyright un cuento que tiene 170 años). Pero no te desanimes, es una buena versión y está bien redactada :jumper:

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Este es el cuento original traducido al español:

 

EL CUERVO

 

Una vez, al filo de una lúgubre media noche,

mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido,

inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia,

cabeceando, casi dormido,

oyóse de súbito un leve golpe,

como si suavemente tocaran,

tocaran a la puerta de mi cuarto.

"Es -dije musitando- un visitante

tocando quedo a la puerta de mi cuarto.

Eso es todo, y nada más."

 

¡Ahl aquel lúcido recuerdo

de un gélido diciembre;

espectros de brasas moribundas

reflejadas en el suelo;

angustia del deseo del nuevo día;

en vano encareciendo a mis libros

dieran tregua a mi dolor.

Dolor por la pérdida de Leonora, la única,

virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada.

Aquí ya sin nombre, para siempre.

 

Y el crujir triste, vago, escalofriante

de la seda de las cortinas rojas

llenábame de fantásticos terrores

jamás antes sentidos. Y ahora aquí, en pie,

acallando el latido de mi corazón,

vuelvo a repetir:

"Es un visitante a la puerta de mi cuarto

queriendo entrar. Algún visitante

que a deshora a mi cuarto quiere entrar.

Eso es todo, y nada más."

 

Ahora, mi ánimo cobraba bríos,

y ya sin titubeos:

"Señor -dije- o señora, en verdad vuestro perdón

imploro,

mas el caso es que, adormilado

cuando vinisteis a tocar quedamente,

tan quedo vinisteis a llamar,

a llamar a la puerta de mi cuarto,

que apenas pude creer que os oía."

Y entonces abrí de par en par la puerta:

Oscuridad, y nada más.

 

Escrutando hondo en aquella negrura

permanecí largo rato, atónito, temeroso,

dudando, soñando sueños que ningún mortal

se haya atrevido jamás a soñar.

Mas en el silencio insondable la quietud callaba,

y la única palabra ahí proferida

era el balbuceo de un nombre: "¿Leonora?"

Lo pronuncié en un susurro, y el eco

lo devolvió en un murmullo: "¡Leonora!"

Apenas esto fue, y nada más.

 

Vuelto a mi cuarto, mi alma toda,

toda mi alma abrasándose dentro de mí,

no tardé en oír de nuevo tocar con mayor fuerza.

"Ciertamente -me dije-, ciertamente

algo sucede en la reja de mi ventana.

Dejad, pues, que vea lo que sucede allí,

y así penetrar pueda en el misterio.

Dejad que a mi corazón llegue un momento el silencio,

y así penetrar pueda en el misterio."

¡Es el viento, y nada más!

 

De un golpe abrí la puerta,

y con suave batir de alas, entró

un majestuoso cuervo

de los santos días idos.

Sin asomos de reverencia,

ni un instante quedo;

y con aires de gran señor o de gran dama

fue a posarse en el busto de Palas,

sobre el dintel de mi puerta.

Posado, inmóvil, y nada más.

 

Entonces, este pájaro de ébano

cambió mis tristes fantasías en una sonrisa

con el grave y severo decoro

del aspecto de que se revestía.

"Aun con tu cresta cercenada y mocha -le dije-.

no serás un cobarde.

hórrido cuervo vetusto y amenazador.

Evadido de la ribera nocturna.

¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la Noche Plutónica!"

Y el Cuervo dijo: "Nunca más."

 

Cuánto me asombró que pájaro tan desgarbado

pudiera hablar tan claramente;

aunque poco significaba su respuesta.

Poco pertinente era. Pues no podemos

sino concordar en que ningún ser humano

ha sido antes bendecido con la visión de un pájaro

posado sobre el dintel de su puerta,

pájaro o bestia, posado en el busto esculpido

de Palas en el dintel de su puerta

con semejante nombre: "Nunca más."

 

Mas el Cuervo, posado solitario en el sereno busto.

las palabras pronunció, como virtiendo

su alma sólo en esas palabras.

Nada más dijo entonces;

no movió ni una pluma.

Y entonces yo me dije, apenas murmurando:

"Otros amigos se han ido antes;

mañana él también me dejará,

como me abandonaron mis esperanzas."

Y entonces dijo el pájaro: "Nunca más."

 

Sobrecogido al romper el silencio

tan idóneas palabras,

"sin duda -pensé-, sin duda lo que dice

es todo lo que sabe, su solo repertorio, aprendido

de un amo infortunado a quien desastre impío

persiguió, acosó sin dar tregua

hasta que su cantinela sólo tuvo un sentido,

hasta que las endechas de su esperanza

llevaron sólo esa carga melancólica

de "Nunca, nunca más."

 

Mas el Cuervo arrancó todavía

de mis tristes fantasías una sonrisa;

acerqué un mullido asiento

frente al pájaro, el busto y la puerta;

y entonces, hundiéndome en el terciopelo,

empecé a enlazar una fantasía con otra,

pensando en lo que este ominoso pájaro de antaño,

lo que este torvo, desgarbado, hórrido,

flaco y ominoso pájaro de antaño

quería decir granzando: "Nunca más,"

 

En esto cavilaba, sentado, sin pronunciar palabra,

frente al ave cuyos ojos, como-tizones encendidos,

quemaban hasta el fondo de mi pecho.

Esto y más, sentado, adivinaba,

con la cabeza reclinada

en el aterciopelado forro del cojín

acariciado por la luz de la lámpara;

en el forro de terciopelo violeta

acariciado por la luz de la lámpara

¡que ella no oprimiría, ¡ay!, nunca más!

 

Entonces me pareció que el aire

se tornaba más denso, perfumado

por invisible incensario mecido por serafines

cuyas pisadas tintineaban en el piso alfombrado.

"¡Miserable -dije-, tu Dios te ha concedido,

por estos ángeles te ha otorgado una tregua,

tregua de nepente de tus recuerdos de Leonora!

¡Apura, oh, apura este dulce nepente

y olvida a tu ausente Leonora!"

Y el Cuervo dijo: "Nunca más."

 

"¡Profeta! exclamé-, ¡cosa diabolica!

¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio

enviado por el Tentador, o arrojado

por la tempestad a este refugio desolado e impávido,

a esta desértica tierra encantada,

a este hogar hechizado por el horror!

Profeta, dime, en verdad te lo imploro,

¿hay, dime, hay bálsamo en Galaad?

¡Dime, dime, te imploro!"

Y el cuervo dijo: "Nunca más."

 

"¡Profeta! exclamé-, ¡cosa diabólica!

¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio!

¡Por ese cielo que se curva sobre nuestras cabezas,

ese Dios que adoramos tú y yo,

dile a esta alma abrumada de penas si en el remoto Edén

tendrá en sus brazos a una santa doncella

llamada por los ángeles Leonora,

tendrá en sus brazos a una rara y radiante virgen

llamada por los ángeles Leonora!"

Y el cuervo dijo: "Nunca más."

 

"¡Sea esa palabra nuestra señal de partida

pájaro o espíritu maligno! -le grité presuntuoso.

¡Vuelve a la tempestad, a la ribera de la Noche Plutónica.

No dejes pluma negra alguna, prenda de la mentira

que profirió tu espíritu!

Deja mi soledad intacta.

Abandona el busto del dintel de mi puerta.

Aparta tu pico de mi corazón

y tu figura del dintel de mi puerta.

Y el Cuervo dijo: Nunca más."

 

Y el Cuervo nunca emprendió el vuelo.

Aún sigue posado, aún sigue posado

en el pálido busto de Palas.

en el dintel de la puerta de mi cuarto.

Y sus ojos tienen la apariencia

de los de un demonio que está soñando.

Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama

tiende en el suelo su sombra. Y mi alma,

del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo,

no podrá liberarse. ¡Nunca más!

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