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Tomb Raider El destino de los muertos


Luja

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Capítulo 19 La estatua de Hades

Tras lanzarle el puñal a uno de los ojos a la horrible bestia, Lara se apresuró hacia la puerta por la que había huido Esteffany para seguirla. No obstante, Cancerbero saltó sobre ella y le cortó el paso mostrando sus afilados dientes.

 

En medio de la espesa penumbra que inundaba la habitación, poco era lo que la joven podía hacer.

El enorme canino seguía avanzando hacia ella y acorralándola junto a la pared. Lara, cada vez más nerviosa, se quedaba sin ideas.

El puñal seguía incrustado en el ojo derecho de la cabeza central del perro, impidiéndole ver con claridad.

 

Justo cuando la espalda de la mujer tocó la pared, la bestia atacó con sus tres cabezas. Lara hizo el ademán de saltar a la izquierda, pero cuando la cabeza de ese lado se echó hacia un extremo para cazarla, cambió de dirección con un salto lateral, y pasó entre ésta y la de en medio. Corrió como una posesa bajo el cuerpo del animal que iba girando intentando cogerla, hasta que Salió bajo la cola de éste y corrió hacia la puerta abierta.

 

Notaba como el suelo temblaba a cada zancada de Cancerbero, pero con un último sprint, cruzó la puerta victoriosa. Por dentro, el pasillo era más ancho y más alto que la puerta. Las paredes estaban decoradas con mosaicos de los dioses, pero no realzándolos, sino degradando sus poderes y sus rostros. Todo el suelo estaba cubierto de huesos, y todos rotos y descuartizados. Con mucha seguridad serían las comidas de Cancerbero.

 

Cuando Lara ya se creía segura, un estruendo a su espalda la sobresaltó sobremanera: El enorme animal estaba envistiendo a la puerta, y había conseguido que una parte del muro se derrumbase.

Antes de ver cómo la puerta se venía abajo, y cómo el perro entraba dentro del corredor arrastrándose, Lara salió corriendo a más no poder hacia el otro extremo del pasillo.

 

Y entonces, sin darse cuenta de ello, Lara accionó un interruptor que había en el suelo.

 

Instintivamente se paró en seco. Frente a ella, y de la pared, emergieron unas cuchillas horizontalmente que amenazaban con cortarla por la cintura.

Si conseguía cruzarlas a salvo, estaría a buen recaudo de Cancerbero, pero si no lo hacía, tendría que vérselas con él.

No se lo pensó dos veces y rodó bajo las cuchillas con rapidez.

Cuando Cancerbero apareció por una esquina, gruñó al ver el obstáculo. Lara se incorporó y se despidió del animal con un movimiento cariñoso de la mano.

-Lo siento, pero ahora debo ocuparme de asuntos más importantes, ya volveré para jugar contigo.

 

Continuó por el pasillo a buen paso, hasta que, sobre ella, un sonido de cadenas elevando una carga pesada la alarmó. Miró hacia arriba, y lanzó un grito al ver que una masa de piedra caía sobre ella. Giró sobre sí misma y corrió cuanto pudo a lo largo del túnel a la vez que, uno tras otro, los bloques de piedra maciza se estrellaban contra el suelo a su paso.

 

Por fin una luz iluminó el túnel, y Lara vio una enorme sala decorada con colosales antorchas colgantes.

Pero el pasillo acababa, no había más suelo. El pasadizo por el que sprintaba para no ser aplastada por las enormes masas de piedra, acababa abruptamente. Más allá estaba la sala, en la que el único suelo que había era una plataforma que se hallaba en el centro, suspendida por gruesas cadenas de hierro, a 100 metros bajo sus pies.

 

Lara, al llegar al filo del camino, donde un saliente altísimo la separaba del vacío que había debajo, sin hallar otra solución, saltó con todas sus fuerzas para asirse a una de las enormes antorchas colgantes.

 

La lámpara se balanceó al recibir a la mujer, y osciló hacia los lados vertiginosamente. Antes de que la cadena metálica que la soportaba se partiera, y ésta cayera al suelo, Lara saltó hacia la siguiente y se asió con fuerza al borde, quedando sus piernas colgando.

 

 

En el centro de la plataforma colgante se alzaba la figura de Hades, una escultura de piedra caliza negra como el ébano. El dios, de facciones finas y alargadas hacia la barbilla, se hallaba sentado sobre un trono de bronce, al igual que la estatua de Zeus. Sobre su mano derecha llevaba una lanza escarpada, y en la otra soportaba una bola de fuego incandescente.

Frente a la estatua estaba Esteffany Jake, pero no estaba sola. Kurtis Trent la acompañaba, y ambos observaban a Lara desde la plataforma.

 

Tomando impulso, se balanceó para poder saltar a la cabeza de Hades, protegida por un yelmo de plata, el conocido como yelmo de la invisibilidad.

Soltó la placa de cobre que formaba la antorcha, y se dejó caer hasta el casco. Se agarró a la cimera y se deslizó por la babera hasta bajar por los brazos. Desde aquí sólo tuvo que dejarse caer por la lanza, y saltar desde los pies.

 

Una vez frente a ambos, dijo:

-Os juré que no dejaría que cumplieseis vuestra misión. Y así lo he hecho.-afirmó con una amplia sonrisa.

-Me temo que llegas tarde. –sonrió Esteffany. Lara observó la mano de Kurtis, y se horrorizó al ver el cáliz de la vida medio vacío. Había vertido casi todo su contenido en el lago de la Hidra, pero había quedado suficiente sustancia. Pero ahora, sólo quedaban unos mililitros.

Paseó la mirada del cáliz a Hades, y descubrió a sus pies una pequeña fisura con forma de lágrima, la cual estaba empapada con un líquido azulado…

Esteffany rió a carcajadas, y le dijo:

-Prepárate, porque vas a presenciar la resurrección de un dios como nunca antes…-Una horrible carcajada rompió el silencio de la sala, a la vez que el coloso abría los ojos con un destello azulado, y estiraba los dedos de las manos y de los pies. Ladeó la enorme cabeza y se hizo crujir el cuello.

-vaya…-una voz más oscura y tétrica que la de Esteffany surgió de los finos y rasgados labios del ser. –Necesito… comer… necesito… sangre… ¡necesito almas!

La enorme figura se incorporó, y miró con nerviosismo a los lados. A cada paso que daba, el suelo temblaba y las cadenas que soportaban la plataforma amenazaban con soltarse.

Para evitar ser aplastada por uno de los colosales pies del dios, Lara tuvo que lanzarse de cabeza a un lado,y rodar a varios metros de distancia.

-Es hora ya de cobrarme cuantas vidas merezco… con las almas de este lugar no tengo suficientes…-Lanzó la bola de fuego que aún ardía en su mano hacia el techo infinito, y una luz anaranjada estalló en lo alto. Una fina línea del mismo color brilló verticalmente, y Hades arrojó su lanza hacia arriba. El arma atravesó la luz y formó un vórtice negro que comenzó a succionarlo todo. De un solo salto, el dios penetró en la fisura y desapareció tras ella.

 

-¡Qué has hecho!-Lara cargó contra Esteffany, y saltó sobre ella cayendo ambas al suelo. Kurtis hizo un ademán de ir a ayudar, pero la mujer lo detuvo:

-no, Kurtis, no hace falta. Ya no hay nada que ella pueda hacer. Ahora, si me disculpas, he de reunirme con mis compañeros.-Se quitó de una patada a Lara de encima, y corrió hacia la luz que se extinguía en el cielo. Antes de saltar y desaparecer como por artes mágicas al igual que Hades, exclamó- Kurtis, ya no me eres de ayuda. Pero ha sido un placer trabajar contigo.

 

El hombre volvió los ojos en blanco y se tambaleó hasta caer de bruces al suelo. Lara, un poco insegura de lo que debía hacer, observó indecisa la luz que se apagaba poco a poco, y a Kurtis que se hallaba tumbado boca arriba.

Cerró los ojos y suspiró sonoramente al correr a ayudar a su antiguo camarada.

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Bueno... aún no he terminado el capítulo 20, pero ya falta poco... Es que aún tngo k maquinar ciertas cosas y pulir ciertos aspectos de la historia, por que lo que llega es muy gordo. Intentaré plasmar en el papel todo lo que tengo en la cabeza e igual de espectacular, pero no se si podré... Bueno, espero que os esté gustando.

Saludos :roll:

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Jo a mi me esta encantando jajaja a ver si terminas ya que estoy impaciente :D :D

 

Jeje :D  ¡¡No sabes cuanto le gusta a un escritor que le digan eso!! :blush:  Es como cuando haces una comida y te dicen lo buena que te ha salido... o cuando haces un examen y te felicitan por él... (ya bajo de las nubes)

 

Bueno, supongo k mucho no le queda, aunque soy muy lento escribiendo. Es que me cuesta sentarme a escribir, auqnue cuando me pongo me pongo. Ahora me han entrado ganas, pero esque tengo k ver lok se avecina y ademas es muy tarde, mañana tngo k madrugar... jeje

Saludos a todos los destinodelosmuertos-leyentes!! :hello:

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  • 2 weeks later...

Bueno, tras haceros esperar demasiado, aquí os traigo el siguiente capítulo. Por favor, espero que me perdonési por la tardanza, y sobre todo espero que os guste.

 

 

Capítulo 20 Periplo a través del inframundo

Kurtis continuaba inconsciente. Lara había hecho todo lo posible por reanimarlo, pero parecía estar muerto. El único signo de que siguiera con vida era su leve respiración entrecortada.

 

La joven estaba desesperada. El tiempo corría, y eso era lo único que no podía derrochar. La luz del techo por la que había escapado Hades, ya apenas era un destello amarillento sobre ellos, imposible de cruzar.

Lanzó una última mirada a Kurtis y se resignó. Dio media vuelta y se dispuso a marcharse. Tenía que encontrar una forma de volver a su mundo.

 

-¿Lara…?-la voz ronca de Kurtis la sorprendió de pronto. La había agarrado de un pie, y tiraba de su bota con debilidad. –Se ha… se ha… ido… Ya no está… vuelvo a… ver claro… La luz…

-¡Kurtis!-Lara se arrodilló a su lado y le reclinó la cabeza. –Siento mucho lo que ha pasado. ¿Te encuentras bien?

-No… no estoy seguro. Su presencia se va… lentamente desaparece… durante estos últimos meses la he sentido dentro de mí. Ya… ya forma parte de mi conciencia… y ahora no está…-La miró fijamente a los ojos- me siento vacío.

-Ven, te ayudaré a levantarte. Tenemos que salir de aquí como sea.-Lara se pasó su brazo sobre los hombros, y lo agarró por la cintura soportando todo su peso. Ambos echaron a andar hacia el puente de madera que conducía a la salida de la cámara.

 

-Siento mucho todo el daño que te he hecho… -Notaba la sinceridad en su voz. Se sentía mal, y la mujer lo sabía. –Sé que debí ponerme en contacto contigo cuando salí del Strahov… pero me pasaron cosas… muchas cosas… pero no es el momento de contarlas…

-No, cuando salgamos ya tendremos tiempo de hablar, ahora debemos volver a la superficie. –concedió la mujer, pero no sin cierto resentimiento.

-Espera, Yo sé cómo salir. No nos sirve la misma entrada que antes, debemos encontrar otra forma. Sé una, pero debemos esperar a que…-Kurtis se detuvo cuando una enorme sacudida hizo temblar los pilares del lugar. A esa primera, le siguió una segunda, y una tercera, a cada cuál más violenta y peligrosa.

El monje guerrero resbaló y cayó de rodillas, pero Lara lo incorporó y lo hizo a un lado justo en el momento en que una de las antorchas del techo se estrellaba contra la plataforma.

 

El puente de madera crujió y amenazó con derrumbarse bajo sus pies cuando ambos lo pisaron.

-Ahora o nunca-advirtió Lara. El joven asintió y comenzaron a correr por la pasarela a la vez que los tablones de madera se hundían a su paso. Las finas cuerdas que mantenían el puente en el aire se quebraron, y el mismo se precipitó al vacío. Lara saltó al límite y quedó suspendida de una mano, mientras que de la otra agarraba a Kurtis de un brazo.

 

Haciendo alarde de una brutal fuerza física, Lara consiguió auparse hasta el saliente y agarrar con las dos manos a Kurtis para luego levantarlo.

-Tu… entrenamiento de antes… me ha servido para mucho…-jadeó Lara, una vez que estuvieron a salvo, y el terremoto hubo cesado.

-¡Es nuestro momento! –exclamó. El hombre miraba en derredor, nervioso.-Escúchame, pues no tenemos mucho tiempo:

“El plan de Hades consiste en sembrar la tierra de caos liberando a todos sus demonios. Aunque te parezca absurdo, debemos rezar para que así lo haga, porque es la única manera de que podamos salir de aquí.

Si no me equivoco, acaba de abrir los portales que comunican este mundo y el otro, y sus bestias ya deben estar saliendo. Debemos encontrar uno de esos portales y escapar. Una vez en la superficie tal vez logremos encerrar a Hades, pero no sé cómo haremos para devolver a los demonios.”

-De acuerdo. Lo haremos como dices. ¿Pero cómo pretendes encerrar a Hades?-inquirió Lara, sorprendida de los conocimientos de su recién recuperado amigo.

-La máscara de Agamenón. Es la causante de todo esto. Ella es la que abre las puertas del inframundo, y es la que sirvió para encerrar a Hades aquí. El único problema es que la tiene Esteffany.

-Bah… ¿a eso lo llamas problema?

 

Los dos se encaminaron hacia el fondo del corredor que se abría ante ellos, con las esperanzas de encontrar un portal por el que salir.

 

Los constantes temblores de tierra dificultaban el avance del dolorido Kurtis. Lara hacía todo lo posible por ayudarlo, pero ella también estaba agotada.

 

Tras el interminable pasillo, una puerta inmensa dotada de dos grandes pomos a los lados, les cortaba el paso. Lara agarró uno, y Kurtis, a su vez, el otro. Ambos los giraron al mismo tiempo, pero al hacerlo, un muro cayó desde el techo tras ellos y los aprisionó contra la puerta.

-¡no!-gritó Kurtis. El muro se cerraba poco a poco hacia ellos, amenazando con estrujarlos.

-Pero…-replicó Lara nerviosa- Dijiste que no podíamos morir. ¡Nosotros mismos nos batimos a balazos!

-Es algo difícil de entender.... –Comenzó- Las armas artificiales que nosotros utilizamos no sirven aquí, pero las criaturas que habitan este lugar sí. Es decir, estas trampas no te pueden matar, pero te despojan de tu cuerpo. En cambio, al igual que hicimos antes, por muchos que nos disparemos o nos golpeemos, sólo sentiremos dolor.

-Entonces… en cierto modo morimos, pero seguimos aquí… ¿cómo una especie de fantasma?

-algo así…-gruñó Kurtis cuando la pared comenzó a rozarlos.

-¡debemos hacer algo!-chilló Lara-¡ya! –Ambos cerebros funcionaban a su máxima capacidad, planeando, maquinando cualquier cosa que les ayudara. Pero al final fue Kurtis el que reaccionó.

-¡Mi churigai, está fabricado de una aleación de berilio obtenida de un meteorito que cayó en la Tierra hace millones de años… es lo suficientemente fuerte!-Lanzó la cuchilla al aire, y ésta se incrusto entre los dos muros impidiendo su avance.

-¡genial! ¿Pero ahora cómo salimos?-inquirió Lara revolviéndose en el reducido espacio que les quedaba.

-Espera un segundo… -El joven cerró los ojos y se concentró en las puertas que continuaban cerradas frente a ellos. –Hay dos tablones de madera y uno de acero atrancando la puerta por detrás…-dijo en un susurro casi inaudible.

Lara, que luchaba contra el agobio, esperaba impaciente.

Kurtis levantó una mano y, como si arrastrara una fuerza invisible, extendió los brazos hacia los lados. Lara tuvo que apartarse para que no la golpeara.

Un crujido seguido de un sonido sordo les indicó que los tablones se habían apartado. Uniendo sus fuerzas al máximo, ambos colegas empujaron las enormes puertas hasta conseguir que se abriesen hacia fuera. Kurtis apartó el sudor que le perlaba la frente con una mano, y suspiró aliviado.

 

Frente a ellos se abría una cámara gigantesca, que se elevaba hacia los cielos hasta perderse de vista. A sus pies, un lago de magma ardiente crepitaba y lanzaba explosiones al aire entre burbujas y chorros de vapor. Cruzando el férvido río se hallaba un puente de piedra sin más sustento que un solitario y desvencijado pilar que se erguía desde la lava. La pasarela iba desde la plataforma en la que ambos estaban, hasta el otro extremo de la sala, donde un arco de alabastro los conducía hacia el lago negro que cruzaron tiempo atrás.

El único inconveniente que los obstaculizaba era que un centenar de demonios y criaturas horribles y desagradables trepaban por las paredes y por el puente, luchando entre ellas por salir hacia fuera.

Los demonios, unas criaturas sin piel, chorreantes de sangre, con afiladas y alargadas garras para asirse a las paredes, ojos afilados como los felinos y cuerpo alargado y arqueado hacia adelante, miraban inquietos a los recién llegados.

 

Lara observó a las bestias con aprensión y se echó hacia atrás. Sin sus pistolas se sentía perdida. Aunque seguían allí, en sus cartucheras, sin balas no le servían de nada. A Kurtis le pasaba lo mismo. Ambos habían gastado todas sus balas el uno sobre el otro. Los dos eran igual de tozudos.

 

-¿Y bien?-sonrió Lara-¿alguna otra fantástica idea?

-Sí… tengo algunas…-dijo Kurtis arrastrando las palabras- Lo que no sé es si funcionaran.

-Pues no creo que haya mucho tiempo para probarlas. –acentuó, cuando las sedientas criaturas comenzaron a percatarse de su presencia. -¡Así que decídete por una!

-De acuerdo, pero te prevengo: mis poderes tienen un límite…-Kurtis se lanzó contra la masa de demonios que los amenazaban con sus enormes incisivos, y lanzó de nuevo el churigai al aire. El hombre corrió por la senda que la cuchilla le abría a su vuelo, empujando con su mente a todos los demonios que se acercaban. Éstos caían a la lava chillando y aullando de dolor al ser tragados por el magma.

 

Lara seguía a Kurtis por el estrecho puente de piedra, defendiéndose a patadas y puñetazos limpios de las bestias que surgían una tras otra, de lo que parecían unas madrigueras escarpadas situadas en el techo de la cámara.

-¡Vamos, ya queda poco! –le gritó Kurtis mientras lanzaba a un demonio al vacío.

 

¡PUM!

Otro terremoto sacudió la estancia, provocando que el puente se balanceara peligrosamente.

Varios rugidos ensordecedores interrumpieron la lucha, cargando el ambiente de tensión. Lara se había detenido y miraba en derredor, atenta. Kurtis había recogido el churigai y lo mantenía a tan sólo unos milímetros del cuello de uno de los demonios, el cual jadeaba aferrado al filo del abismo. El resto de bestias se habían calmado y parecían esperar a que algo ocurriera. Nadie movía un músculo ni decía una palabra.

 

Otro rugido, pero esta vez mucho más cercano, provocó que las criaturas se inquietaran, y que muchas de ellas regresasen a sus madrigueras.

¡PUM!

Las paredes de la cámara se estremecieron, y varios bloques de piedra cayeron desde las alturas al magma, provocando que el lago se enfureciese.

¡PAM!

De la pared situada justo por encima de la puerta por la que ellos habían entrado, emergió una masa negra, esparciendo por todas partes los trozos de pared, algunos de los cuales cayeron sobre el puente y agrietaron su superficie.

Una enorme cabeza de perro negra como el carbón surgió de entre los escombros, seguida de otras dos situadas a cada uno de sus lados. Cancerbero había regresado.

Tras lanzar tres ladridos simultáneos, se apartó los ladrillos que tenía encima, y saltó hacia la plataforma que tenía debajo.

 

Los demonios que lo rodeaban le lanzaban arañazos y mordiscos, saltaban sobre él y lo golpeaban con furia, pero con una potente sacudida de hombros, se deshizo de ellos, para luego abatirlos a dentelladas.

 

Aprovechando que las bestias huían, y se creaba un caos total, Kurtis y Lara cruzaron el arco, y llegaron al lago negro.

La enorme estancia, que antes había estado desierta, ahora se encontraba abarrotada de demonios y otras criaturas horripilantes, que luchaban por llegar al portal que brillaba en la orilla.

-OH… vaya…- maldijo Kurtis, observando el lago-Keres…

Sobre la superficie del agua, blancas y brillantes como las luces del alba, se deslizaban unas fantasmagóricas criaturas de largas uñas y afilados colmillos. Sus ojos eran hermosos, tanto como los de cualquier mujer viva, pero había en ellos un brillo espectral aterrador. Sus frondosas melenas se mecían al viento, como si poseyeran vida propia.

Pero cuando un grupo de ellas pasó junto a Lara y a su compañero, sus rostros se contorsionaron en una mueca de odio, y se lanzaron contra ellos lanzando dentelladas y arañazos.

-¡Corre!-ladró Kurtis, empujando a Lara hacia un lado- ¡No dejes que te toquen, te quitarán el alma!

La arqueóloga corrió cuanto pudo a lo largo de la orilla, de arena gruesa y muy oscura, hasta que una de las torres de la fortaleza se cruzó en su camino. La elevada construcción se introducía en el lago, seccionando la playa por uno de los lados.

-¿Y ahora qué?-inquirió Kurtis, mientras lanzaba miradas nerviosas a las Keres, que iban hacia ellos dispuestas a arrebatarles la vida.

Lara miró alrededor, pero lo único que halló fueron unas plataformas diminutas que flotaban a la deriva a lo largo del lago.

-¡Por aquí!-le indicó mientras saltaba hacia una de las que estaban más cercas. Kurtis la imitó, y al igual que ella, se equilibró en uno de sus pies. Uno tras otro, fueron saltando sobre los trozos de madera, que parecían ser de un barco naufragado, hasta alcanzar una enorme plataforma con un timón medio astillado.

 

-No hay manera de pararlas ¿no?-inquirió Lara, con un tono de desesperanza en su voz.

-Me temo que no…-Kurtis no pudo terminar la frase porque del filo de la tarima ascendió una mano blanca como la nieve, y arrugada como la de una anciana. A continuación subió otra, y seguidamente se incorporó una cabeza desproporcionada con el cuerpo. Del cráneo no asomaban más que varios pelos, que antaño fueran rubios como el oro, pero que ahora se habían quedado canos y sin brillo.

De su rostro huesudo y lánguido, resaltaba su nariz, que era recta y larga. Sus mejillas, delgadas de por sí, denotaban odio hacia todo ser viviente.

 

Era Natlas. Demacrada y abatida como nunca, trepaba torpemente por la plataforma.

Una vez en pie, mostrando su cuerpo esquelético y escuálido que se balanceaba hacia los lados incapaz de soportar su peso, masculló:

-Te mataré… Lara Croft… te juro… que te… mataré…-como si fuese a devolver, arqueó el cuerpo hacia delante y escupió. -¡No escaparás como en Atlantis!

Lara se mantuvo firme. No tenía tiempo para eso, debía buscar una solución. Desde atrás llegaban los gritos de las Keres, que se acercaban envueltas en una espesa neblina.

-¡Vaya, Jacqueline! Te veo más delgada…-sonrió Lara, tratando de ganar tiempo-¿haces dieta?

Kurtis se mantenía al margen de la conversación, mirando con interés a ambas mujeres.

-Tú siempre con tu estupendo humor… ¿no? Pues debes saber que esta vez mis poderes han aumentado. Ahora tengo un pacto con Hades… y no puedo morir…-de los agrietados labios de Natlas se escapó una malvada sonrisa a la vez que desplegaba sus alas.

 

 

[espero vuestras opiniones...:hello::P:P]

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NOOOOOOOOOO NO LO DEJES ASIIIIII ;) :sad: :--(

 

Lo has dejado interesantisimo por favor continuaaaaa !!!!!!!

 

 

Bueno y el resto del relato perfecto aunqu eveo raro que los demonios le tengan miedo a Cerbero ya que vivian casi en el mismo lugar... jajaja

 

Salu2 y sigue asi :(

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Bueno, continuaré en cuanto pueda, porque es que hasta el lunes por lo menos no puedo...Mirad, tengo que hacer para el viernes:

Cerca de 17 problemas de fisika y kimika, dos hojas de actividades de métodos de las ciencias, leerme 7 capítulos de un libro, hacer el comentario de una película de los años 50(por lo menos) Y muchas cosas más para la seman que viene, como un cuento popular pero adaptado a los nuevos tiempos(si me keda bien lo cuelgo xdxdxd) un cometario de la peli: la increible pero cierta historia de caperucita roja, y leerme el mundo feliz de adolf noseke...

No os sigo contando que no os quiero aburrir...

Dios... acabo de amargarme... :sad:

Bueno, espero poder continuar en cuanto pueda.

Saludos y k os lo paseis bien, ya que yo no voy a poder... :wink:

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  • 2 weeks later...

Bueno, solo deciros que he metido a un nuevo personaje, espero que os guste. Se llama Águeda y es así gotica... (no me he inspirado en amanda, k konste, nom gustaba en absoluto) Mira a mi m recuerda, en mi imagen mental, a lak kanta serebro, la cancion rusa en eurovision... jejejeje

Gracias a Lara_Legend por darme la inspiracion de seguir escribiendo (k lo tenia un poco apartadillo, sinceramente) y s Zip y a Saqueadora de tumbas del foro de ana Croft: tomb raider saga...

 

¡¡¡muxas gracias a todos!!!!

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  • 2 weeks later...

Capítulo 21 El ascenso de los malditos

Una joven muchacha de cabellos negros y ojos oscuros, caminaba solitaria por las callejuelas de Grecia. Paseaba sin rumbo determinado, miedosa, inquieta. Cualquiera que la viera andar por aquellos suburbios, pensaría que se traía líos con las drogas. Pero Águeda no era así, no. Era una chica poco sociable, incomprendida y, en cierto modo, rara.

Sus ropas tampoco hablaban a su favor. Llevaba una camisa blanca debajo de un largo jersey negro hasta las rodillas, una falda de uniforme y unas botas altas del mismo color.

Su mirada, enmarcada por una pronunciada sombra de ojos, estaba perdida en sus pensamientos. A penas se había dado cuenta de que la Luna, antes llena y brillante, se había ocultado bajo una espesa masa de humo negro.

 

De pronto, un barullo la sobresaltó. Un jaleo terrible de gritos y voces se alzó en el silencio de la noche, despertando a toda la ciudad. Todo parecía provenir de la calle paralela. Llena de curiosidad y, a la vez, de un morbo creciente, se asomó por uno de los estrechos callejones.

 

La gente que, hace unos minutos, paseaba tranquilamente por la acera agarrados de la mano, o simplemente disfrutando de una preciosa noche de primavera, corrían espantadas hacia donde ella se encontraba. Decenas de vecinos que dormían plácidamente, se asomaban a sus ventanas y gritaban señalando a todos lados.

La masa de personas corriendo y huyendo le impedía ver qué es lo que pasaba.

 

Repentinamente, un trueno estalló. Todos callaron y miraron al cielo aterrorizados. La masa de humo negro que antes se había posado bajo la luna, ahora se arremolinaba bruscamente sobre la ciudad lanzando descargas eléctricas.

 

En cuestión de segundos, la gente volvió a la estampida, y Águeda pudo distinguir a uno de los seres que tanto horror causaban. Una extraña criatura sin piel, sólo músculos, con enormes garras y fauces capaces de atravesar el hierro, la miró fijamente. En sus ojos pudo ver una inteligencia inferior, pero desarrollada.

 

Sin pararse a pensar de dónde habían salido aquellas bestias, Águeda salió disparada hacia el interior del callejón.

Tras ella, un contenedor de basura salió disparado, dejando al descubierto a uno de esos demonios. “Maldición” fue lo único que le dio tiempo a pensar. La criatura lanzó un aullido, mezcla entre rugido de fiera y graznido de ave, que le heló la sangre. A continuación, dos criaturas aparecieron junto a la otra.

 

Poniendo pies en polvorosa, la muchacha corrió a lo largo del callejón cuanto sus piernas le permitieron, oyendo a sus espaldas a las terribles bestias.

En su carrera, tiró cubos de basura y contenedores, maderas, tubos… Todo cuanto encontraba para ganar tiempo, pero con una increíble presteza, los demonios saltaban sobre los obstáculos y se le acercaban cada vez más.

 

De pronto el suelo tembló. Las criaturas se detuvieron y comenzaron a olisquear el entorno, como perros presintiendo el peligro. Águeda no quiso ni pensar qué podría ser lo que se avecinaba que incluso aquellos demonios temían. El suelo comenzó a resquebrajarse, los edificios crujieron, y la luna se ocultó.

Al instante la calle se hundió, y Águeda cayó junto con las bestias a lo que parecía un abismo de oscuridad.

 

* * *

Ronald Jake continuaba recorriendo los inmensos e interminables pasadizos de la sede del Crisol. Llevaba así varias horas, corriendo de un lugar para otro, de corredor en corredor, de habitación en habitación, pero parecía que no hubiese nadie. Llevaba al hombro la metralleta que Lara Croft le había dado, y aunque no sabía usarla del todo bien (él siempre había sido más de dar órdenes que de acatarlas) estaba dispuesto a utilizarla contra todo aquél que se le acercase.

 

Cuando unas horas atrás, él se había ofrecido para distraer a los guardias, había sobrevivido de puro milagro, ya que el arma se le había encasquillado y se había quedado indefenso ante el escuadrón de soldados. Gracias a su don de las palabras, había logrado distraerlos unos segundos valiosísimos en los que había logrado escabullirse hacia el interior de una habitación. Más tarde, había huido por los conductos de ventilación hasta una sala de innumerables puertas en la que se había llevado bastante tiempo para elegir una por la que pasar. Finalmente se había perdido y no había hecho otra cosa que dar vueltas una y otra vez.

 

-¡¡ ¿quién anda ahí?!!-gritó, girando sobre sus talones. Una sombra, fugaz como una centella, atravesó un pasillo a su espalda y desapareció. Caminando con cautela, el hombre se acercó a la esquina con el arma preparada, respirando entrecortadamente, y sintiendo cómo el ritmo de su corazón le aumentaba.

 

Un ronroneo fantasmal llegó desde la vuelta de la esquina. Un sonido muy extraño, que cualquier gato normal sería incapaz de emitir. Como un arrullo de miles de voces lamentándose. Ronald asomó la cabeza con cuidado, pero no fue lo suficiente rápido como para esquivar el zarpazo del extraño animal que lo aguardaba.

El muchacho rodó unos metros por el suelo, y se chocó con la pared. Un dolor agudo le rasgaba la mejilla izquierda, y un hilo de sangre le recorría la barbilla. Se llevó una mano a la herida recién abierta, y sintió los cuatro surcos que la bestia le había producido en su fina y bronceada piel.

 

El horrendo animal apareció al final del corredor, y fue caminando lentamente hacia él. Andaba apoyando las extremidades delanteras sobre el suelo, pero era perfectamente capaz de hacerlo sin ellas, debido a la gruesa musculatura de sus patas traseras. Sus ojos brillaban de odio, pero no suyo, sino del de todos los que en el infierno se pudrían.

 

Ronald se llevó una mano a la cinta en la que llevaba la metralleta, pero por culpa del traspiés, se le había caído, y en esos momentos el demonio la aplastaba con sus zarpas.

Tomando aire y rezando cuantas oraciones sabía a cuantos dioses conocía, Ronald se incorporó y se lanzó hacia el pasillo que tenía a su derecha. En el mismo instante, la horrible criatura saltó en su persecución.

 

A pesar de la increíble velocidad del demonio, sus garras resbalaban en los suelos de mármol, y le dificultaban la caza. Gracias a ello, Ronald pudo llegar hasta una puerta dorada con el dibujo de la Hidra, pasar por ella, y cerrarla a sus espaldas.

El horrible espectáculo que vio al girarse le dio ganas de abrir la puerta y echarse a los brazos del monstruo. Un frontón de mármol blanco de lo que parecía un enorme templo dirigido a Hades, yacía medio destrozado sobre el suelo de la sala. Pero eso no era lo que había aterrorizado a Ronald, si no la innumerable cantidad de bestias y criaturas que aparecían de la nada y aterrizaban clavando sus garras en la tierra.

 

De pronto, todo comenzó a crujir y a temblar. Los restos del templo se desplomaron y las criaturas corrieron hacia un lugar seguro, a la vez de que un extraño humo negro comenzara a salir por las fisuras del suelo.

Lo último que oyó Ronald antes de que todo se volviera negro por la neblina, y de sentir cómo lo impulsaban hacia arriba, fue una escalofriante carcajada, proveniente del mismísimo infierno.

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Bueno, os traigo el capítulo 22, espero k os guste... ya vuelvo con Lara... ya... jejejejeje

 

Capítulo 22 Jacqueline Natla

-¡Te dije que volvería, Lara Croft! ¡Te lo advertí!-chilló Natla como una posesa. Lara la observaba desde abajo, aparentemente tranquila, pero preparada para entrar en acción.

-¡Oh… vamos…! Ahora no me vengas con esas… Me dijiste que no podías morir… y, en cambio, aquí estamos… Las dos.-añadió la arqueóloga con una amplia sonrisa.

-Esta vez, mi sueño se cumplirá… Hades lo cumplirá por mí…-comenzó a explicar Natla, a la vez que su cuerpo comenzaba a tomar un color rojo intenso y a transformarse en la misma criatura en la que se había convertido casi once años atrás. –Él cubrirá el mundo de sombras, de fuego y de muerte… una vez que tu estúpida raza haya sido extinguida… él implantará la suya… Nadie puede evitar lo que está sucediendo, Lara, ni siquiera tú…

-¡No me entero bien de lo que me estás diciendo…!-le gritó Lara, llevándose una mano a la oreja como si estuviera sorda-¿podrías bajar y decírmelo al oído, por favor?

-¡Cómo osas burlarte de mí! ¡Juro por la mismísima Atlántida que morirás, sucia mortal!-le espetó Jacqueline a la vez que su cabeza comenzaba a arder.

-Vale, sí, estoy un poco sucia y desaliñada… ¿pero no crees que te estás pasando?-La gota colmó el vaso y Natla se abalanzó sobre Lara con las garras por delante y chillando de manera exagerada.

 

Kurtis saltó de improvisto y se interpuso entre las dos, sacando su churigai y apuntando a Natla.

-¿qué haces?-le espetó Lara.

-¿Olvidas que no tienes balas?

Lara bajó las armas que había sacado instintivamente, y maldijo a cuanto la rodeaba. Cuando Natla estuvo a su alcance, Kurtis se lanzó contra ella, y ambos se enlazaron en un abrazo brutal de puños y patadas.

Las garras de la atlante desgarraban la piel del guerrero, pero a su vez, los puñetazos y golpes de éste la hacían chillar de dolor.

 

De pronto, la lucha se vio interrumpida por un alarido de horror, mezclado con un aullido de sufrimiento. Una de las enormes alas de Natla, roja como la sangre, había salido despedida tras un corte del churigai. Kurtis, satisfecho, volvió al ataque dispuesto a acabar con la otra extremidad.

 

Lara se sentía inútil viendo cómo luchaban su mayor enemiga y su mejor compañero mientras ella no podía hacer nada.

Casi al instante, las Keres aparecieron envueltas en su niebla característica, dispuestas a atacar a ambos combatientes, que se entrelazaban y golpeaban con ímpetu.

-¡Kurtis, cuidado! –consciente de que no podrían hacer nada para esquivarlas, Lara se arrojó sobre ellas y se puso a realizar saltos y piruetas para llamar su atención. Las keres respondieron al impulso y salieron disparadas hacia ella.

 

Corriendo como podía a través de las maderas del galeón semihundido, Lara atrajo a las criaturas lejos del lugar del combate. Tras saltar sobre un mástil, y balancearse en un tubo doblado, cayó sobre una plataforma inestable.

-¡malditas arpías, dejadme en paz! –lanzó una mirada fugaz a la orilla del lago, y descubrió que el portal se estaba cerrando poco a poco. Paseó la vista del portal a Kurtis y de Kurtis al portal, y llegó a la conclusión de que debía cruzarlo. “Él podrá volver de otra manera… espero…”

 

Saltó de tarima en tarima hasta llegar al extremo de la enorme cadena derribada, desde donde se podía llegar sin problemas al otro extremo del algo. Sin atreverse a mirar atrás, y sintiéndose totalmente sucia y rastrera por lo que estaba haciendo, trepó por ella y la cruzó a grandes zancadas.

 

 

Kurtis esquivó un derechazo y respondió con la izquierda. Natla luchaba encarnizadamente, lo que el guerrero no se había esperado tras ver su aspecto demacrado. Mezclaba puñetazos con patadas, y a parte le lanzaba golpes con su ala destrozada.

 

Finalmente Kurtis la empujó usando su energía interior, y Natla pareció tranquilizarse.

-No entiendo por qué haces esto… Kurtis… Esteffany podría haberte ayudado a cumplir tu deseo.- le dijo con voz maternal, mientras se incorporaba.

-Esteffany no tiene ni idea… ni tú tampoco...-escupió lleno de rabia.

-Además, ¿para qué te arriesgas por una mujer que se larga a la mínima que puede?-le preguntó con picardía mientras observaba por encima de su hombro.

El muchacho miró hacia atrás, y vio a Lara pelear contra unas horribles criaturas, ya en la otra orilla del lago.

-¿Y bien…?

-Lo hace porque es su deber… -titubeó, tratando de creerse a sí mismo.-es lo que yo quiero que haga. Su misión es otra.

Eso fue suficiente distracción como para que Natla pudiese atacar, y acertar. Kurtis rodó por el suelo y estuvo a punto de caer al agua de no ser porque clavó la cuchilla en la madera y se frenó. Dio una voltereta hacia atrás para incorporarse, y volvió a la carga dispuesto a acabar con ella.

 

A patadas y puñetazos, Lara se abrió camino a través de la inmensa masa de demonios hasta el reluciente portal. Un arco de color azabache enmarcaba un oscuro y profundo agujero negro, similar al que había utilizado Esteffany.

 

Antes de saltar al interior, volvió de nuevo la cabeza. Durante una fracción de segundo su mirada se cruzó con la de Kurtis, y pudo descubrir, a pesar de la distancia que los separaba, que él la comprendía. Jurándole con la mirada que lo sacaría de allí, Lara traspasó el portal.

La oscuridad lo cubrió todo, su cuerpo comenzó a girar como una peonza y se quedó sin respiración. Poco a poco comenzó a notar un tacto húmedo alrededor, y al abrir los ojos vio que estaba bajo agua. Intentó nadar hacia la superficie, pero algo la retenía. Pataleó, pero no conseguía moverse. Al fin, un torrente de agua caliente la impulsó hacia la superficie a una velocidad de vértigo, sintiendo la presión del agua en su cara.

 

 

-Bueno, Natla… no has conseguido que Lara escape… ahora tenemos todo el tiempo del mundo para divertirnos…-musitó Kurtis girando el churigai entre los dedos.

-¿De verdad crees que Lara es capaz de enfrentarse ella sola a Hades?-se jactó sonriendo de oreja a oreja. – No, Kurtis… ni siquiera tú, el último de los Lux Veritatis eres capaz de acabar con el Dios del inframundo.-rompió en una sonora carcajada que llegó hasta el último rincón del infierno.

 

Pero de pronto cesó. Natla abrió los ojos desmesuradamente y contorsionó su rostro en una mueca de dolor. Temblando de pies a cabeza, se miró el estómago y cayó de rodillas. El churigai le había perforado el vientre, tal y como Boaz había hecho con Kurtis tiempo atrás, y aún estaba allí incrustado.

-¿aún… no comprendes… que no puedo morir más…? –balbuceó, mientras se arrancaba la cuchilla con forma de disco.- ya estoy… muerta…

 

Kurtis corrió hacia ella y le propinó tal patada en la cabeza, que cayó inconsciente al suelo. Una vez hubo recuperado su churigai, lanzó el cuerpo inerte de Natla al agua, donde unas manos blanquecinas la arrastraron hacia el fondo.

-Ya ves, Jacqueline, que tú no eres la única que no cumple sus contratos…-dijo Kurtis, volviéndose y observando cómo se cerraba el portal al otro lado del algo- Hades haría lo que fuera por un alma tan poderosa…

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