Una aventura soberbia. Ocho horas de diversión con muchísimas trampas, enemigos, increíbles jefes finales, plataformas que requieren habilidad, buenos puzles de bloques y muchas secciones con vehículos -que todo hay que decirlo- a veces desesperaban un poco. Las partes de sigilo están muy bien resueltas y los dos últimos niveles son para enmarcar con un ritmo altísimo. Los niveles son bastante lineales así que no es fácil perderse.
La selección musical es exquisita, así como la variedad de entornos. Si os encantan el TR3, no os podéis perder esta maravilla que bien merece un lugar en el Salón de la Fama.