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Relato Tr: "la Tumba Perdida De Alejandro"


PERICO

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Estoy creando un relato de unos 10 capítulos de duración titulado "La tumba perdida de Alejandro", en el que Lara deberá resolver una serie de acertijos con la ayuda de dos amigos, el irlandés James Mulligan y la italiana Malena Minelli, para hallar la tumba de Alejandro Magno, perdida desde hace siglos.

 

La gracia de este relato radica en que todos los acertijos con los que se encontrarán Lara y sus compañeros estarán al final de cada capítulo y TÚ deberás intentar resolverlo antes de seguir leyendo, de forma que es un relato muy interactivo, en el que tú también participas. Esta idea me surgió tras leer El Código Da Vinci, en el que sucedía algo parecido, y me pareció que podría ser interesante escribir un relato con Lara de protagonista que tuviera que resolver acertijos y enigmas, pero en el que el lector tambien pudiese participar

 

La historia llevará a Lara a ciudad tan dispares como Dublín, Venecia, Tesalónica, Alejandría y Nueva-Delhi en busca de la tumba perdida de Alejandro. Además, en el terreno personal, le espera una sorpresa: un familiar suyo, hasta ahora desconocido, aparecerá en escena. Además, una sociedad secreta le pisará los pies y Lara tendrá que ser rápida y audaz para que el descubrimiento no caiga en las manos equivocadas.

 

A continuación os pongo los DOS PRIMEROS CAPÍTULOS, a ver qué os parece. Si os gustan, iré subiendo el resto de capítulos e incluso le comentaré a Ana, Sergio, Copusoft... q le hagan un hueco en sus páginas web o revista.

 

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LA TUMBA PERDIDA DE ALEJANDRO, por PERICO

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Capítulo 1

 

El sol comenzaba a salir tímidamente cuando mi avión aterrizó en el Aeropuerto Internacional de Dublín. Era una mañana fresca y una ligera niebla cubría la ciudad, así que me quité las gafas de sol, que instintivamente me había puesto justo al salir del avión, como tenía en costumbre. Olvidaba que no sólo en mi querida Londres acaecía la niebla por la mañana.

 

Mi condición de viajera incansable me había hecho visitar siempre los países más lejanos y las culturas menos conocidas, olvidándome a veces de que muy cerca, más cerca de lo que pensaba, había lugares dignos de más de una aventura. Como Irlanda. Un país quizá no muy grande en extensión pero sí en tradición y en historia, que a buen seguro escondía más de un tesoro por descubrir, en lo más profundo de sus verdosos valles, en alguno de los numerosos restos de la antigua y sabia cultura celta que quedaban hoy.

 

Pero aquella mañana de otoño no estaba allí para investigar nada de los celtas. Los motivos de mi escapada eran bien distintos: tenía que verme con un antiguo amigo llamado James Mulligan. James es experto en todo lo relacionado con simbología y criptología, de hecho, es uno de los mayores expertos en todo el continente. Y entonces más que nunca, necesitaba de su ayuda.

 

James vive en las afueras de Dublín, en una zona de provincias, así que compré un mapa de la zona en una de esas tiendas para turistas que hay en los aeropuertos, después alquilé una moto en un garaje cercano y emprendí el camino. Mientras me dirigía a su casa, desde la moto podía observar cómo, conforme avanzaba la mañana, se iba disipando la niebla y el sol se iba elevando poco a poco para iluminar Dublín. Las gentes iban y venían, compraban la prensa, desayunaban en los cafés o tomaban el primer whisky de la mañana. Al mismo tiempo, músicos callejeros amenizaban a los viandantes con melodías tradicionales: arpas, violines y flautas se repetían en calles y plazas. Me encontraba en un ambiente tan agradable mientras circulaba por la ciudad que, por unos instantes, sólo por unos instantes, olvidé la peligrosa aventura en la que estaba apunto de embarcarme.

 

Poco antes del mediodía llegué a la casa de James, una mansión no muy grande pero de cierta antigüedad, restaurada por él mismo, y precedida de un pequeño jardín florecido y cuidado. “Si no ha salido de viaje o le ha surgido algún encargo, debería estar en casa, descifrando mensajes secretos de algún viejo manuscrito”. Y en efecto: al llegar allí lo vi, cerca de una ventana, en la biblioteca (tiene una biblioteca única, con manuscritos y libros muy valiosos). Sonreí para mis adentros: James Mulligan, todo hay que decirlo, es tan guapo y atractivo como excéntrico. A sus 35 años, con su metro ochenta de estatura, ojos azules, pelo castaño lacio a media melena, moreno de piel y de constitución atlética, James triunfa entre las mujeres. Pero éstas no duran mucho cerca de él: escapan despavoridas cuando salen a la luz todas sus excentricidades. Lo mismo con sus amistades e incluso con su familia.

 

Como ejemplo de esa excentricidad, James no tiene teléfono, ni buzón, ni por supuesto correo electrónico. Para comunicarse con él, uno ha de dirigirse personalmente a su casa, porque, según dice, si no puedes hacer el esfuerzo de ir a verle personalmente, es que lo que le tienes que decir no tiene ningún interés. Por eso yo estaba allí. Pero además, James, cuando está inmerso en su trabajo, no le gusta que le molesten, así que desconecta el timbre de la puerta y, fruto de su pasión por la criptología, coloca un acertijo en la puerta. Él dice que sólo alguien con el ingenio suficiente para poder resolverlo tiene derecho a interrumpirle mientras está trabajando. Esta excentricidad a mucha gente la consigue sacar de sus casillas, pero yo me lo tomo con mucho humor.

 

- Veamos qué tenemos hoy – dije, con una sonrisa de oreja a oreja. Me encantan los retos. Me acerqué a la puerta, en la que había un letrero y, justo debajo, un panel de control con cada una de las letras del alfabeto. El letrero decía:

 

Mi cuadro favorito es

_ _ /_ _ _ _ /_ _ _ _ _ _ _

 

Pista:

LUNA MAS DEJADA

 

Hoy el acertijo estaba más complicado que otras veces; no se me ocurría nada. “¿Luna más dejada?” ¿A qué cuadro se referiría? Al principio pensé que se trataba de alguna metáfora o algún juego de palabras que tuviera relación con una pintura, pero mi mente no daba con la solución. Me gustaba mucho el arte, pero, además de ignorar los gustos pictóricos de mi colega, ¿era lo suficientemente experta en la materia como para conocer el cuadro que había que adivinar? Además: “Es una pista demasiado breve”.

 

“¿Breve? ¡Claro!”, pensé, al recordar que los acertijos de James no evaluaban los conocimientos de la persona, sólo su ingenio “¡Esto tiene que ser un anagrama!”, grité satisfecha. Me fijé que la pista tenía el mismo número de letras que Sólo tenía que reordenar las letras que conformaban la pista para dar con el nombre del dichoso cuadro. Me acerqué más a las letras y con la mente las intenté separar y reagrupar hasta que, en cuestión de segundos, di con la solución. Era un cuadro muy conocido.

 

¡Intenta descubrirlo antes de seguir! La solución está en la próxima página

 

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Capítulo 2

 

- Enhorabuena, Lara, has tardado muy poco en resolver mi acertijo de hoy –comentó James, que estaba sentado en el recibidor cuando abrí la puerta de entrada– Por la ventana te he visto llegar y he salido enseguida. Sabría que serías rápida.

- Muy halagador de tu parte, James, pero, ¿y si no llego a acertarlo? ¿Hubieses dejado en la calle a una dama? –sonreí.

- Eso nunca, querida.

Ese comentario me pareció sincero, aunque yo estaba más pendiente de su atuendo. Llevaba un pantalón de chándal, una camisa, una corbata aflojada, un delantal y un calcetin de cada color.

- Bonito conjunto, James.

- ¡Ah, esto! –dijo, mirándose un poco sonrojado. Bien, vengo de hacer mis 5 kilómetros de la mañana, de ahí el chandal. Me acabo de hacer unos huevos, de ahí el delantal. Dentro de una hora, tengo una conferencia en Dublín, de ahí la camisa y la corbata.

- Una argumentación perfecta, irrebatible ¿y en cuanto a los calcetines?

- Mmmm… esto, ejem, bien, ¿a qué debo el honor de tu visita?

Sonreí.

- Si me cedes quince minutos de tu apretada agenda matutina… –le escrutiñé con la mirada, buscando un gesto afirmativo- Bien, si me cedes ese tiempo y me preparas un expreso bien cargadito –añadí- te explicaré por qué estoy aquí. El tema, créeme, James, te va a interesar muchísimo. O eso espero, por que necesito de tu ayuda.

Mi colega parecía interesado, porque elevó ligeramente la ceja izquierda, entornó un poco los ojos y arrugó los labios. Un gesto muy característico que hacía James cuando estaba intrigado por algo.

- Acomódate en la sala de estar. Me termino de vestir, te preparo ese expreso y me cuentas.

Ya se encaminaba a su dormitorio, cuando le detuve:

- Por cierto, no sabía que te gustaba Goya.

- ¿Goya? ¡Ah! ¿Lo dices por el acertijo? Cariño, no creerás de verdad que La maja desnuda es mi cuadro favorito, ¿no? A mí me va más el arte contemporáneo: Picasso, Dalí, Duchamp…

- Ya lo sabía, James, sólo quería asegurarme.

Soltó una carcajada.

- Que mal mientes, Lara.

 

- ¿Así que vienes a hablarme de la tumba de Alejandro Magno?

James, ya acicalado con un elegante traje, fumaba un cigarrillo –uno de sus pocos vicios- mientras examinaba algunos documentos que le había traído.

- Sí. Supongo que no hace falta que te cuente toda la historia, pero te refrescaré la memoria. Como recordarás, Alejandro Magno murió en el año 323 antes de Cristo en Babilonia, capital del enorme Imperio que Alejandro había creado en toda Asia.

- Pero su tumba nunca fue encontrada –se apruseró a añadir James que, a la vez que me escuchaba, ojeaba los documentos.

- Bueno, no exactamente. No adelantes acontecimientos –respondí- En un principio, la tumba fue trasldada de Babilonia a Alejandría, la ciudad que él fundo al norte de Egipto sólo unos años antes de su muerte. Y allí permaneció la tumba, durante siglos. En la época de los romanos era muy visitada. Recuerda la famosa anécdota que cuenta que, cuando Julio César visitó la tumba del rey Alejandro en la ciudad egipcia, lloró delante de ella, porque a sus 60 años, César no había podido conquistar ni la mitad de tierras que Alejandro había conquistado antes de cumplir 30. Según se cree, la tumba estaba dentro o, al menos, cerca del famoso Faro de Alejandría, que fue una de las siete maravillas del mundo.

- Y cuando un terremoto hundió el Faro en lo más profundo de las aguas del Mediterráneo –interrumpió James, apagando el cigarrillo en el cenicero- todos dieron por hecho que la tumba se fue con él, perdiéndose para siempre en el fondo del mar.

- No todos… de ahí el misterio que rodea a la tumba perdida de Alejandro. Hay muchas teorías, unas más veraces que otras.

- Vayamos al grano… la razón por la que estás aquí es porque se ha hecho algún descubrimiento reciente que respalde alguna de estas teorías.

- Te cuento. Hace poco, un historiador llamado Andrew Chugg ha ideado una nueva teoría, en principio, bastante verídica: en el siglo XV, cuando Alejandría estaba bajo el poder de los musulmanes, la ciudad era un importante punto de comercio. Los musulmanes ofrecían éxoticos productos orientales a los comerciantes europeos a cambio de que éstos les facilitasen armas y esclavos. Los comerciantes de Venecia eran los que más trataban con los dirigentes de la ciudad y los que recibían más privilegios, y esto era aprovechado por algunos de estos comerciantes venecianos, que incluso robaban algunos de los valiosos objetos y reliquias de la ciudad, que en la época de los romanos había sido el centro cultural de todo el Imperio, con su famosa biblioteca y sus numerosas escuelas. Pues bien, Chugg cree que algunos de estos comerciantes venecianos robaron la tumba y se la llevaron hasta Italia. Ellos se quedaron con todas las joyas y riquezas que descansaban junto a los restos de Alejandro en la tumba, y escondieron los restos en su ciudad, en Venecia, y posiblemente la enterraron donde están los restos de San Marcos, en la Catedral del mismo nombre, donde supuestamente habrían permancido en la actualidad.

Suspiré y le pegué un buen trago al expreso.

- Suena un poco peliculera esa teoría, ¿no crees, Lara?

- Algo. Pero todas las explicaciones y argumentaciones de esa teoría son muy lógicas, fieles históricamente… y son demasiadas coincidencias. La teoría completa también te la he traído, es uno de esos documentos.

James lo cogió y lo ojeó un poco.

- Chugg quiere abrir la tumba de San Marcos –continué- para practicar pruebas de ADN y poder validar su teoría. Pero no hay forma humana posible de abrir la tumba, que fue sellada precisamente en el s. XV, es de suponer que por este grupo de comerciantes venecianos. Ahí entro yo.

- Interesante, pero todavía no sé en qué te puedo ser de ayuda exactamente en tu particular cruzada en busca de la tumba perdida de Alejandro –el tono de su frase sonaba algo sarcástico e irónicamente grandilocuente, pero yo respondí de forma tajante:

- Quiero que te vengas conmigo a Venecia.

James soltó una carcajada.

- ¿Yo? ¿A Venecia? ¿Contigo? Aún si fuese un viaje de placer…

- Sólo negocios, cariño –maticé.

- ¿Pretendes que me vaya contigo a Venecia de aventuras? ¿Yo, una rata de biblioteca? Yo sirvo para hacer el trabajo de mesa, tú el trabajo de campo… somos complementarios; por eso nos hemos llevado bien siempre.

- Y como complementarios que somos, esta vez debemos actuar unidos, más que nunca. Está en juego el descubrimiento arqueólógico más importante desde el hallazgo de Tutankhamon. ¡Alejandro Magno! ¿Lo has pensado por un momento?

- Lo sé, lo sé. Sé que sería un descubrimiento histórico, pero sigo sin saber que necesitas de mí, que no hayas necesitado hasta ahora en otras de tus búsquedas.

- Necesito tu cerebro. Yo puede que tenga el ingenio, la astucia, el olfato, incluso el conocimiento suficiente para otras expediciones. Pero no tengo la experiencia que tú en acertijos.

- ¿Qué tienen que ver los acertijos con la tumba de Alejandro?

- Ahí quería llegar –proseguí- tengo una amiga en Venecia, con la que me puse en contacto rápidamente tras conocer la noticia de la posible tumba de Alejandro en Venecia. Mi amiga se llama Malena Minelli y es experta en historia económica. Me informó sobre los comerciantes venecianos de la época.

- ¿Qué te dijo?

- Que formaban una sociedad muy bien organizada y que actuaban de forma coordinada para conseguir sus fines, esto es, enriquecerse a costa de antiguas reliquias. Para no ser descubiertos actuaban en sigilo, entre las sombras, haciendo uso de acuerdos políticos y luego actuando por la espalda. ¿Y como conseguían comunicarse entre ellos, mandarse cartas con las misiones, informar de los resultados, etc sin que nadie pudiera descubrirlos?

- Mediante mensajes cifrados.

- Eso es. Y esto es lo que necesito de ti.

- Estoy deseando empezar.

Sonreí.

- Tus deseos son órdenes para mí. Aquí tienes tu primera prueba. Un manuscrito redactado por los comerciantes venecianos, que me ha facilitado Malena, por lo visto es uno de los pocos que se conservan de la época.

- Este documento… –James observaba el manuscrito con los ojos abiertos al máximo, admirado por la antigüedad del manuscrito y por lo poco corriente y valioso que era.

- Necesito que me extraigas un significado de esta página en concreto, pues en el encabezado pone ALEXANDROS, que significa Alejandro en griego antiguo. Con toda seguridad se refiere a Alejandro Magno.

- Veamos a ver qué nos intentan decir nuestros queridos comerciantes venecianos. [ver archivo adjunto]

 

¡Intenta descubrirlo antes de seguir! La solución está en la próxima página (continuará)

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Tío Copu, de la revista Tomb Raider Fans, me ha confirmado que, si todo va bien, a partir del número 4 publicará el relato. Le ha gustado mucho la idea de incluir un acertijo a final de cada capítulo, pues, al igual que yo, cree que es una forma de mantener intrigado al lector y, al mismo, hacerle intentar resolverlo por su cuenta, al tener un mes entero de espera.

 

Así que he decidido no subir de momento más capítulos (aunque tengo el 3 terminado y casi el 4) tendréis que leerlos en la revista. Mientras tanto, seguiré escribiendo el relato con tranquilidad y pensar en unos buenos acertijos para que os rompáis los sesos cada mes jejeje Un saludo a todos

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  • 3 months later...

Bueno pues a peticion de Ana María reactivo este hilo para seguir publicando el relato aquí paralelamente que en la revista, para ver vuestras opiniones. Como dice Ana María, publicarlo en la revista tiene como desventaja que los autores no podemos saber las comentarios de los lectores, así que iré publicándolo aquí también.

 

Pronto pondré el capítulo 3, mientras tanto podéis leer los capítulos 1 y 2 aquí o en la revista, y debatir sobre la solución al acertijo del capítulo 2. ¿¿Qué creeis que puede significar el manuscrito del capítulo 2??

 

Haced vuestros comentarios por favor que si no no me voy a ver motivao pa seguir...:welcome:

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Bueno pues a mí no me gusta pillarme los dedos con esto de los acertijos... y eso que en Ángeles y Demonios averigué antes que Langdon qué obra de arte de Bernini representaba el fuego (no estáis obligados a creerlo, pero fue así... era tan obvio :welcome: )

Hombre, lo lógico sería pensar que en ese círculo rojo que marcan nuestros comerciantes venecianos debe haber una clave o pista que conduzca a la tumba, si no la tumba misma (demasiado pronto acabaría el asunto) o incluso un grabado o mapa. Pero vamos, eso lo deduciría hasta mi primo de diez meses de edad... así que no es eso.

Sería curioso que los venecianos también hubieran robado el cuerpo de Alejandro... al fin y al cabo robaron el de San Marcos que se hallaba en (¿qué coincidencia, no?) Alejandría la de Egipto. A ver si va a haber un error histórico y el cuerpo que tienen en realidad no es el de San Marcos sino el de Alejandro... demasiado bonito no?? :hug:

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Resumen de lo publicado

 

Lara Croft viaja a Dublín para pedir ayuda a su amigo James Mulligan, un rico, culto y atractivo (pero excéntrico) criptólogo. Se dispone a buscar la tumba de Alejandro Magno, perdida desde hace siglos. Una nueva teoría habla de que podría estar en Venecia: según esta teoría, en el s. XV, un grupo de comerciantes venecianos la robaron de Alejandría (su última ubicación conocida) para quedarse con las riquezas que descansaban junto al cuerpo y dejar los restos escondidos en la Catedral de San Marcos. ¿Será verdad? De momento, Lara ha pedido a James que descifre un documento que parece relacionar directamente a Alejandro Magno con Venecia…

 

Capítulo 3

 

Pocas horas después, llegábamos a Venecia. Estaba atardeciendo cuando el avión privado de James alcanzó la ciudad. Desde las alturas, veíamos como el sol se ocultaba a lo lejos, inundando el mar, los canales y las casas de un precioso color anaranjado. No era la primera vez que viajaba a Venecia, ni sería la última; pero siempre que vuelvo, me fascina tanto como la primera vez. Venecia es, sin duda alguna, una de las ciudades más bellas del mundo.

 

Tras aterrizar, entramos en la ciudad y le pedimos a un gondolero que nos llevase hasta la Plaza San Marcos. Allí, en la Catedral, posiblemente se escondía uno de los hallazgos más anhelados por todos los arqueólogos de la actualidad: la tumba de Alejandro Magno. Según la teoría del historiador Andrew Chugg, sus restos se escondían en la tumba del apóstol San Marcos, dentro de la Catedral. Y la clave para abrir la tumba, según un viejo manuscrito, quizá se encontraba en lo más alto de la característica torre de la plaza: La Torre San Marcos.

 

El manuscrito que me había conseguido mi amiga Malena Minelli, historiadora italiana, tenía un dibujo simplificado que se refería a una plaza (“piazza”), con una torre (“torre”) y una catedral (“catedralle”). Y esa no podía ser otra que la Plaza San Marcos, la disposición del dibujo lo confirmaba. Pero lo interesante es que en el manuscrito se había señalado con rojo lo más alto de esta torre. Allí era donde, supuestamente, tendríamos que seguir las instrucciones que los comerciantes venecianos nos indicaban en el manuscrito: “Otto colpi pietra gialla”, que traducido del italiano significa: “Ocho golpes piedra amarilla”. Supuestamente, al golpear ocho veces una piedra amarilla situada, por lo visto, en lo alto de la torre, sucedería algo que nos permitiría entrar en la tumba y localizar el cuerpo de Alejandro (“Alexandros” es el nombre verdadero del monarca, en griego). Un mapa en resumen, sencillo y que, evidentemente, tanto Malena como yo habíamos descifrado sin dificultad antes de mostrárselo a James. Tan sólo era una pequeña prueba para el irlandés, y también un pequeño impulso para motivarlo. (sigue...)

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- ¡Qué emocion, Lara! –me confesó James mientras surcábamos los canales venecianos- ¿De verdad crees que siguiendo las instrucciones de los comerciantes encontraremos el sepulcro de Alejandro?

- Si te digo la verdad, cada vez lo tengo menos claro –respondí- Esto parece demasiado fácil para un hallazgo tan importante. Algo me huele mal.

- Sin duda, tu amiga nos dará más datos que nos guíen.

- “Otto colpi, pietra gialla”… -me repetía a mí misma, casi susurrando, las palabras del manuscrito.

- No le des más vueltas, la cosa está clara. El acertijo no podía ser más sencillo.

- Eso es lo que me da mala espina, James.

 

Enseguida alcanzamos la plaza. Pagamos al gondolero (bueno, invitó James) y nos dirigimos a la torre, donde nos encontraríamos con Malena. La Torre de San Marcos era muy alta y de una majestuosidad increíble. Podría pasarme días enteros observándola. James parecía más pendiente de la catedral, situada sólo a unos pasos. También era preciosa, pero quizá demasiado recargada para mi gusto; y sin embargo la torre conseguía, a pesar de su simpleza, impresionar a todos los turistas y viajeros.

 

Eran las ocho y veinte cuando Malena llegó a nuestro encuentro. Habíamos quedado a las ocho.

- Perdonad el retraso –dijo, con su musical acento italiano- Vengo de un congreso en Roma, acabo de llegar.

- No te preocupes, Malena –me apresuré a decir, mientras ella me daba dos besos. Adoraba ese carácter tan cálido y acogedor de los mediterráneos- Te presento a James Mulligan, nos ayudará en la búsqueda.

- Te conozco de oídas –dijo Malena, mientras le daba dos besos también a él- Eres muy admirado en Europa por tus conocimientos y hallazgos en criptología.

- Gracias, señorita Minelli.

- No, por Dios, llámame Malena. Vosotros, los del norte, siempre tan formales –dijo, con una sonrisa- Bueno, pareja, ¿nos tomamos un capuccino y hablamos tranquilamente?

 

Malena es guapísima. De piel muy morena, ojos verdes, pelo castaño y lacio, y un cuerpo lleno de curvas, tiene, además de su belleza física evidente, un optimismo y una simpatía que se contagia. Su sonrisa, de dientes blancos y labios carnosos, es uno de sus mejores atributos. Pero además de todo esto, es inteligente y sabia a sus jóvenes 25 años. Sólo sus gafas de montura gruesa hacen intuir que detrás de ese físico de modelo y de ese carácter tan cálido, se esconde una de las mentes femeninas más destacadas del país. Sobre todo en su especialidad: la historia económica.

 

- ¿Cómo podemos acceder a la torre, Malena? –pregunté a mi amiga, poco después de sentarnos en uno de los cafés de la plaza. Ella le dio un breve sorbo al capuccino antes de responder.

- El acceso está cerrado al público desde hace un tiempo. Por obras, en teoría. Tendréis que buscar otra manera. Y una manera pacífica, Lara, que ya nos conocemos –dijo.

Sonreí, y después me giré hacia la torre. Me quedé mirándola con el rostro pensativo y el ceño fruncido.

- Podríamos escalarla –comenté.

- Lara, eso es imposible –dijo James- Llamarías demasiado la atención. Incluso por la noche, esta plaza está siempre llena de gente, y hay muchas casas alrededor.

- El irlandés tiene razón –inquirió Malena. Pasaron unos segundos antes de que continuase- Temía que pasaría esto. Y en ese caso yo, que soy muy previsora, os he traído esto. Lo había guardado como último recurso, pero visto lo visto… Tomad.

Malena sacó unos pases especiales, una contraseña anotada en una hoja y un par de uniformes de carabinieri, la policía italiana.

- A las 21:30 –continuó- los guardias harán el cambio de turno en la vigilancia de la torre. Pues bien, vosotros os presentaréis un poco antes, a las 21:20, con los trajes puestos, el pase y diréis la contraseña. Y en los diez minutos de margen que tenéis antes de que lleguen los nuevos carabinieri tendréis que subir a lo alto de la torre, hacer lo que tengáis que hacer y volver a bajar rápidamente para el cambio de turno “verdadero”.

- ¡Es una locura! –exclamó James- ¿Sólo diez minutos? ¿Has visto la altura de la torre?

- Sí, y te aseguro que no hay ascensor –replicó, con cierto sarcasmo.

- Es imposible, no saldrá bien.

- Saldrá bien –dije con optimismo, guiñando un ojo a Malena- Ha sido una idea fantástica. Vayamos a un callejón a cambiarnos. (sigue...)

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Mientras subíamos a toda velocidad las escaleras, miré mi reloj de pulsera. 21:23. Habíamos tenido éxito en el cambio de turno, aunque la cosa había ido más lenta de lo esperado e íbamos retrasados. Y si el enigma que se escondía en lo alto de la torre se complicaba, estábamos perdidos. En principio sólo había que golpear ocho veces una dichosa piedra amarilla, pero…

James, como leyéndome el pensamiento, afirmó:

- No quiero tener problemas con los carabinieri. No son el tipo de gente con los que quiera meterme en líos.

- Ya somos dos. Acelera el paso.

Tardamos en subir aún un minuto más, aunque a mí me pareció una hora.

 

Cuando alcanzamos la última planta, nos quedamos parados en seco, asombrados. Una amplia estancia se abrió ante nosotros. A través de los arcos de piedra, situados a los cuatro lados, llegaba la penumbra de la noche veneciana. Había pocas luces, pero las suficientes para otorgarle a la sala un aspecto de claroscuros que la embellecía y al tiempo le otorgaba un tinte siniestro.

No había mucha decoración ni enseres. Tan sólo algunas esculturas dispuestas allí y allá, en los costados de la estancia. No sería difícil encontrar esa piedra, pero había que actuar rápido. Empezamos la búsqueda.

A través de los arcos de piedra se obtenía una hermosa vista de la Venecia nocturna. Las miles de luces de la ciudad se fundían con el reflejo de la luna en los canales. Esta bella panorámica me hipnotizó durante unos segundos, valiosos segundos. Miré el reloj. 21:36… Sólo restaban cuatro minutos.

Y entonces, oí los gritos de James…

- ¡Lara! ¡Lara! La he encontrado. Está aquí.

Me acerqué corriendo. En la enorme pared de piedra blanca destacaba una de las losetas, de igual tamaño que el resto, pero con un tono claramente amarillento. Sin dudarlo, golpeé la piedra ocho veces, metronómicamente.

La piedra amarilla giró 90º sobre su eje vertical, revelando otro contorno de la loseta, exactamente igual al anterior, pero con el número 5 tallado.

Y a continuación, casi de forma mágica, varias de las baldosas de mármol situadas justo bajo nuestros pies, la mitad de ellas para ser exactos, se tornaron negras, mientras que el resto, la otra mitad, se mantuvieron blancas. James y yo nos mirábamos perplejos durante un segundo ¡El suelo se había convertido en un gran tablero de ajedrez!

Entonces mi mirada se cruzó con una de las esculturas de la estancia. La que había al lado de nosotros parecía ser un caballero medieval, esculpido en algún tipo de piedra de color blanco, granito o mármol. Otro caballero, también blanco, estaba justo enfrente de nosotros. Más lejos habían lo que parecían ser esculturas de pequeñas torres, de reyes, tanto en piedra blanca como en piedra negra, y el resto parecían…¿peones? ¡Claro! ¡Y lo otro eran alfiles!

- ¡Eso es, James! Todas estas esculturas representan las fichas de un ajedrez, y el suelo, el tablero. Debemos mover las esculturas a sus baldosas correspondientes de forma que podamos hacer jaque mate. Y así, obtener nuestro premio.

- Y el número cinco de la loseta –apuntó el irlandés- posiblemente indica el número de tiradas que debemos realizar.

Observamos que de las esculturas negras sólo se podía mover la que encarnaba al rey, las otras estaban ancladas al suelo. Sin embargo, de las piezas blancas se podían mover todas.

- Yo moveré las piezas blancas, siempre se me ha dado bien –dijo James- Tú encárgate del rey negro.

- Y evidentemente tú empiezas, porque las blancas salen primero, y me has de ganar porque las blancas se pueden mover todas y además son el doble en número…

De repente oí un ligero pitido. Era la alarma de mi reloj. Giré la muñeca temblorosa, pero mis sospechas se confirmaron ¡Las 21:30!

- ¡Rápido, James, mueve!

James estaba sumido en sus pensamientos.

- Blancas empiezan y ganan, en sólo cinco tiradas, Lara sólo puede mover al rey… Mmmm. No tengo clara la jugada, pero si hay algo seguro es que he de comenzar haciendo jaque…

 

FIN DEL CAPÍTULO 3

 

¡Adivina la jugada antes que James! La solución: en el próximo capítulo...

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¡¡¡Ahh, Pedro!! ¿¿Ves?? Acerté de pura potra, era el lugar de la clave :thumb: Pero por lo que veo has decidido relacionar el cuerpo de San Marcos, robado de Alejandría por los venecianos, con el de Alejandro Magno. Muy sutil por tu parte, en efecto. Y veo que hay reminiscencias de Harry Potter (si te acuerdas, en el primer libro se enfrentaban a un tablero de ajedrez gigante). Bueno, perdona, no cometeré el error de atribuirte algo en lo que quizá no te hayas inspirado, mejor decir que me recuerda a eso.

En fin, está muy interesante y muy correcto, pero si me permites me abstendré de intentar adivinar este acertijo, con los otros que ya resolví me basta. ¡Soy tan mala en ajedrez! :welcome:

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La verdad es que, aunque no te lo creas, ni me he leído los libros de Harry Potter ni he visto las pelis... Nunca me ha atraído. Ese acertijo está más bien inspirado en un puzzle del juego Broken Sword, quien haya jugado quizá se acuerde, no es igual pero parecidillo.

 

Gracias a los dos (Ana María y scorpio) por vuestro apoyo.

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