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TR Adaptaciones


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He empezado a escribir adaptaciones de los videojuegos. Aquí dejo el prólogo y el primer capítulo de TR I:

 

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PRÓLOGO

 

 

· New York, Manhattan, 1996.

 

 

 

-Les habla Jena Mudick, de Documentary-planet. Gracias a antiguos videos de la segunda guerra mundial, se cree que después de la explosión de la prueba de la Bomba Atómica en Méjico, un extraño tipo de ave rojo tan grande como un humano, fue visto salir volando por la zona.

 

Las imágenes empezaron a pasar por las televisiones de miles hogares del mundo y por delante de la presentadora, que puso una cara de horror al ver a la criatura, semejante a un diablo, que iba dejando una estela de fuego a su paso.

 

Media hora después, salía del plató hablando con su compañero, Ian Cachwell.

 

-¿Qué crees que era ese bicho, Ian?

 

-No se.

 

-Me dieron un montón de escalofríos después de verlo.

 

-No tienes porqué asustarte. Seguro que el ejército lo encontró y lo mató, pero para “no asustarnos como dicen ellos”, lo mantuvieron en secreto.

 

-¿De verdad crees eso?

 

-Sí, y si no lo hicieron ellos, seguro que alguien lo vio y le dio una buena. Total, seguro que ese bicho no razonaba ni pensaba. Seguro que era un águila afectada por la radiación de la bomba. ¡No pienses en eso!

 

 

 

· Calcuta, India, a la mañana siguiente.

 

 

 

Una enorme mansión. Un gran salón. Una mujer sentada en un cómodo sofá delante de una mesa vacía.

 

-¿Qué debe hacer alguien para llamara tu atención?- le preguntó un hombre acercándose a ella mientras le lanzaba una revista en la que aparecía ella misma encima de un gorila.

 

-Si ese es el tipo de atención que buscas, Larson, vas por buen camino.

 

-Suena bien, pero yo solo hago las presentaciones- dejó una PDA encima de la mesa.- Lara Croft, te presento a Jaqueline Natla, de Natla Technologies.- la pantalla se activó y una mujer rubia vestida con traje y corbata empezó a hablar. No era una PDA, sino un transmisor de video.

 

-Buenas tardes, señorita Croft- dijo la mujer- Mi departamento de investigación se interesa últimamente por los artefactos antiguos. Sospecho que con el incentivo adecuado, usted es la persona idónea para encontrarlos.

 

-Sospechas mal, juego solo por diversión.

 

-Por eso mismo recurro a usted, señorita Croft. Ya ha jugado a este juego, con su padre. Pasaron años buscando el Scion de la Atlántida. Lo único que necesitaban era saber la localización de la tumba de Qualopec.

 

-¿Has encontrado a Vilcabamba?

 

-¿Cuándo puede estar en Perú?

 

Lara sonrió.

 

CAPÍTULO 1

 

 

Perú, 1996:

 

 

 

El frío se metía por todas partes. En una montaña de Perú, en el medio de la nieve, la lluvia y ese espectacular frío, las voces del padre de Lara resonaban en su cabeza al leer el diario.

 

Vilcabamba se nos sigue escapando y mi insistencia de seguir presionando a pesar de los fracasos ha bajado los ánimos. Creo que Jenkins es el autor de esta sedición. Se niega a aceptar la posibilidad de que la Atlántida fue la base sobre la que emergieron todas las civilizaciones conocidas. Cada vez queda más claro que Lara, es la única que se libra de los dogmas académicos y que tiene amplitud de miras como para reconocer este lugar.

Lara cerró el diario. Cerró los ojos y se sumergió en sus recuerdos. Muchos años atrás:

 

 

 

Nepal, 1976

 

 

 

Lara iba con su madre en su avión privado. Ella y su madre estaban se estaban riendo al hablar de yetis.

 

-Perdona un segundo.- dijo su madre mientras colocaba una extraña piedra verde en un bolsillo.

 

-¡Mira!- gritó Lara- un ala del avión se había incendió.

 

-¿Vamos a estrellarnos?

 

-¡Caemos en picado!- gritó el piloto.

 

 

 

 

 

De nuevo en Perú, 1996:

 

 

 

Lara volvió a la realidad. Su guía, rompió la cuerda que estaba utilizando para trepar a un piso superior donde había una enorme puerta de piedra.

 

-¡Los siento! ¡No traje bastante cuerda, señorita Croft!

 

-¡Tranquilo! ¡Buscaré otra ruta para subir!

 

Lara dio un salto y se agarró a un saliente. Después de dar algunos saltos y trepar un poco, llegó con su compañero.

 

-Impresionante- le dijo él

 

-Si te vas a meter dentro conmigo, vete acostumbrándote.

 

-Es lo malo. No hay nada para abrirla.

 

Lara se quedó pensando un rato.

 

-¡Si que la hay!

 

Lanzó su gancho magnético y con su ayuda, consiguió dar un salto hasta una plataforma de hielo ubicada encima de la puerta, donde había un botón circular. Lo presionó y las puertas se abrieron.

 

-¡Perfecto, señorita!

 

Pero antes de que bajara cinco lobos salieron al exterior atacando con toda su ira al guía.

 

Ante esto, Lara realizó un perfecto salto del ángel y, en medio de él, sacó sus pistolas y empezó a dispararles pero, sin que se diera cuenta, uno se abalanzó sobre ella tirándola al suelo aunque, al final, consiguió dispararle.

 

Se levantó y se acercó al guía muerto. Dio un suspiro y se metió dentro de la estancia descubierta detrás de las puertas: una cueva.

 

En cuanto entró, las puertas volvieron a cerrarse. Lara se sacó sus ropas invernales y se quedó con su traje azul verdoso y su pantalón corto.

 

Avanzó por un pasillo y algo pasó haciéndole un pequeño corte en la pierna. Las paredes tenían dardos que iban de un lado al otro. Dando un par de volteretas laterales consiguió llegar hasta el otro extremo, donde se acababan los dardos.

 

Llegó a una sala donde había una puerta parecida a la del exterior. Miró hacia arriba y vio de nuevo una plataforma con dos grandes palancas.

 

Subió ayudándose de unas cuantas lianas y llegó arriba. Activó una palanca. Iba a activar la otra cuando 3 lobos llegaron por detrás.

 

Dio una voltereta en el aire y mientras estaba encima de las fieras, sacó las pistolas y empezó a dispararles. Tardó un rato pero al final acabó con todos. Después activo la segunda palanca. Las puertas se abrieron pero al segundo empezaron a cerrarse poco a poco. Ante esto, dio un salto y cayó delante de la puerta, con un doloroso golpe en la planta de sus pies y, antes de que se cerraran del todo, se metió dentro.

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CAPÍTULO 2: VILCABAMBA

 

Lara se frotó un poco la pierna. Se había pasado un poco realizando un salto de tantos metros.

 

De repente, otro dardo pasó rozándole el brazo.

 

-¡Por Dios! ¡Otra vez dardos! Dadme un respiro…

 

Pero otro dardo se clavó en la pared, justo al lado de su cabeza, con lo que sacó las pistolas y empezó a apuntar a todas partes. Ese dardo no se había clavado justo a su lado porque sí. Alguien había apuntado y, probablemente, fallado.

 

Bajó unas escaleras y se encontró ante un pueblo deshabitado. Llegó a lo que sería el centro y se encontró una piscina que llevaba a un túnel.

 

Iba a zambullirse cuando escuchó algo. Ya se había olvidado del dardo. Sería ese “alguien” de antes. Volvió a escucharlo, venía de la parte trasera de una casa. Apuntó fijamente. Se quedó un rato sin moverse hasta que detrás de la vivienda, apareció un oso deseoso de carne.

 

Lara, en vez de saltar, se tiró al suelo y, mientras se deslizaba llegó a estar debajo del oso, un lugar donde le fue fácil dispararle al corazón y salir de ahí antes de que la fiera se cayera.

 

-Puf. Vaya día, pero estoy algo inquieta. Estoy segura de que el que me lanzó los dardos sigue por aquí.

 

-¡Aaaaah!- saltó un hombre totalmente desnudo desde lo alto de una vivienda con una cerbatana.

 

-Con que eras tú el asqueroso que me seguía- sacó las pistolas y le pegó un tiro.- Ahora ya puedo estar más tranquila.

 

Pero no fue así, toda una tribu llegó junto a Lara cantando un ritual que la dejó paralizada de miedo. La gente llegaba hacia ella y la agarraba y le pegaba, pensó en sacar sus pistolas pero había niños, ¿cómo iba a matar a un niño? De repente lo tuvo claro, con una patada alejó a todos los que estaban a su alrededor y aprovechó para zambullirse en la piscina, aunque muchos también empezaron a seguirla por el medio acuático.

 

Cuando llegó a la superficie después de atravesar el túnel, llegó a una estancia que daba al aire libre. Era como el cráter de un meteorito, un gran hueco circular en medio de la naturaleza, pero se olvidó cuando contempló una enorme cascada que formaba una pequeña charca.

 

Volvió a la realidad cuando escuchó a sus perseguidores llegar a la superficie. Por medio de los salientes trepó hasta el nivel del suelo normal en el que había un hermoso campo lleno de árboles y otros tipos de vegetación.

 

Miró atrás y vio que la tribu escapaba de nuevo por el túnel. ¿Qué les ocurriría? De repente formuló una idea. ¡Estaba en una montaña a bajo cero y ahora estaba a unos 40 grados centígrados y con vegetación!

 

Sin previo aviso, escuchó algo. Parecía un grito pero no de persona. Si no fuera imposible, por sus estudios habría jurado que era de un velociraptor.

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CAPÍTULO 3-VALLE PERDIDO

 

Lara caminó un poco mirando hacia todos los lados con las pistolas en alto. Le parecía imposible que el chillido fuera de un dinosaurio.

 

De repente, llegó a un claro donde se quedó totalmente inmovilizada. Un velociraptor estaba enfrente de ella, mirándola fijamente. Afortunadamente, pudo reaccionar a tiempo y recordar todo lo que sabía sobre la fauna del periodo Jurásico. Ese tipo de dinosaurios usaban una táctica muy hábil. Mientras uno te distraía por delante, otros dos te atacaban por los lados. Antes de ser atacada, realizó un salto de varios metros con ayuda del gancho y, en medio de su ejecución, sacó las pistolas y disparó a los atacantes laterales.

 

-¿Qué miras?-le gritó al que tenía en frente, que salió dando gritos entre los árboles.-Esos chillidos son para pedir ayuda. Será mejor que me aleje un poco de aquí.

 

Pero no pudo hacerlo. Al segundo empezó a oír unos enormes golpes. Suponía que serían, pero esperaba equivocarse. No quería creer que se acercara un Tiranosaurio Rex.

 

Así fue. Por donde se fue el velociraptor apareció un enorme T-Rex.

 

-Dios mío…

 

Empezó a dispararle sin resultado alguno más que algunas heridas cuando la cola de su atacante.

 

Pasaron unos minutos cuando la pierna de Lara, demasiado dañada por los grandes saltos y coletazos del Rex, no la soportó, tirándola al suelo.

 

El dinosaurio se le acercó y echó un enorme gruñido. En ese momento Lara hizo uno de los mayores esfuerzos que había hecho antes: dio una voltereta lateral para poder dispararle al ojo de su enemigo, que se golpeó contra las rocas causándose una muerte instantánea.

 

-Oh. ¡Como me duele la pierna!

 

Se subió a un árbol usando el gancho y descansó allí durante un par de horas. Después, emprendió de nuevo la caminata.

 

No habían pasado más de 20 minutos cuando encontró un pequeño templo. Solo tenía una habitación circular que tenía un bloque de piedra elevado en el centro del suelo.

 

Lo empujó hacia el fondo y apareció una piscina. No tenía otra opción, así que se tiró y una gran corriente la llevó a la charca que había en lo que había denominado el cráter de un meteorito, solo que ahora, la cascada se había abierto por la mitad y dejaba ver la entrada a una nueva cueva.

 

Caminó un poco y se dio cuenta de que no estaba en otra cueva, si no en una tumba. Había encontrado la Tumba de Qualopec.

 

CAPÍTULO 4-TUMBA DE QUALOPEC

 

 

 

Lara caminó un poco y se encontró en una gran sala cuadrada llena de grabados. En el centro había un puente de piedra para poder pasar al otro lado, ya que el suelo estaba varios metros más abajo.

 

En ese otro lado, se hallaba una puerta similar a las que había en las paredes de los lados. Dentro de ellas, el suelo no era recto, si no que era una rampa al revés. Había que subir casi escalando.

 

Empezando por lo más fácil, empezó a subir por la puerta que comunicaba el puente, ya que para llegar a las otras dos había que dar un salto de varios metros, pero, de repente, la rampa empezó a temblar. Una piedra con varios decímetros de diámetro avanzaba hacia Lara. Por eso había una rampa, para que la gente empezara a subir y la piedra los aplastara.

 

Empezó a correr hasta llegar al puente y, desde allí, usando el gancho, llegó al piso inferior, desde donde observó como la piedra convertía el puente en una pequeña columna al derribar casi toda su masa.

 

-Perfecto. ¿Ahora como subiré? Y en caso de que lo haga, ¿cómo llegaré a cualquier puerta?

 

Se sentó en los escombros que había dejado la roca y se puso a pensar. Las paredes eran lisas, imposible escalar por ellas. Las, o mejor dicho, la columna que ahora sujetaba el pequeño trozo de puente tampoco tenía ningún saliente. Era una pesadilla, pero, de repente se acordó. ¡Su gancho! Pero se desanimó inmediatamente. Era magnético y, aunque con ayuda de un antiguo amigo, Zip, lo había confeccionado para que se enganchara a algún tipo de piedras, las de esa sala no entraban en la lista.

 

Ya algo desesperada, intentó lo imposible y dio un salto contra la columna, para rebotar y ascender lo suficiente como para lanzar el gancho dentro de la rampa de la izquierda, donde sí había metal y, aunque llevó un buen golpe cuando volvió a chocar contra la pared, fue coser y cantar llegar arriba. Antes de dar un paso dentro se acordó de algo. La roca de antes. ¿Y si el puente no se comunicaba con las paredes laterales porque una algyien ya había activado la piedra? Cuando razonó un poco se dio cuenta de que sería incluso mejor, ya que entonces no quedaría otra piedra.

 

Armada con bastante miedo, empezó a caminar muy lentamente, atenta a la mínima señal de ruido pero, llegó al final, a lo más alto de la rampa, donde había simplemente que dar un pequeño salto hacia arriba para acceder a una nueva sala.

 

Pero no todo iba a ser tan fácil. En cuestión de segundos la rampa cambió de sentido, haciendo que la parte alta donde ella estaba ubicada, se convirtiera en la parte baja, pero lo peor fue cuando una roca cayó desde la parte, ahora alta.

 

-¡No! ¡Con lo bien que iba!

 

Pero las piedras de esa sala si entraban en la lista del gancho y, aunque lo consiguió cuando tan solo le quedaban un par de segundos, llegó a la siguiente estancia.

 

-Por los pelo…- declaró

 

Se encontraba en una estancia rectangular que no debía de sobre pasar el metro de ancho y los dos de alto. Al fondo, había una palanca pero, encima de ella, no había techo, con lo que podría caer otra piedra.

 

-Esta vez no me arriesgaré. Ya me estoy hartando de esto.

 

Con lo que lanzó el gancho y, con un poco de paciencia, activó la palanca.

 

-Me pregunto que habré hecho con esto. ¡Ya lo se! Cuando me elevé antes al saltar contra la columna, observé que la puerta por donde cayó la primera roca había quedado bloqueada por una reja. ¡Seguro que acabo abrirla!

 

Ahora sin peligro volvió a la habitación central, pero se llevó una enorme decepción al comprobar que esa palanca era una trampa, ya que ahora el pasillo volvía a estar mágicamente reconstruido, incluidas las partes laterales, solo que ahora estaban llenas de pinchos que debían llegar a medir un metro de alto.

 

-¡Fantástico! ¡Lo que me faltaba!

 

Más se enfadó cuando vio que había otra palanca en el techo de la sala y posiblemente otra en la habitación restante.

 

-Seguro que solo una abre las rejas. ¡Genial!- dijo echando humo de lo enfadada que estaba

 

Sorteando con mucho cuidado los pinchos, lo cual le llevó bastantes minutos, llegó al centro del puente donde, con ayuda del gancho, activó la palanca del techo.

 

-¿Por qué no pasa nada?

 

En cuanto lo dijo, vio como se abrían agujeros circulares en los lugares donde no había pinchos.

 

-¡Dios, no!

 

Y así, con un salto del ángel, consiguió volver al piso inferior.

 

-Con que la palanca que abre las rejas es la de la derecha. Bien.

 

Intentó repetir la táctica que había utilizado para llegar a la puerta izquierda, pero no le resultó. Aunque no se notaba, estaba más lejos del puente que la otra.

 

-No me lo puedo creer.

 

Intentó lanzar el gancho desde el suelo, pero estaba muy lejos.

 

-¿Y ahora?

 

De repente se fijo en la pared. Entre la puerta y el suelo, había un pequeño saliente. No le cabría más que la punta del pié, pero con eso le llegaba para dar un salto lo suficiente alto como para utilizar el gancho.

 

Y así lo hizo. Dentro repitió la misma táctica y dejó la estancia principal tal y como había llegado, solo que sin piedras y sin las rejas.

 

Subió por la rampa hasta llegar a una habitación cuadrada en la que se encontraba su premio. En una columna central, estaba flotando el Scion. No había nada más en la habitación menos las estatuas delante de la columna. Había una central que representaba a un hombre, al cual, le salían cuatro patas de araña de la espalda. A sus lados, otros dos hombres sin piel con la cara de una pantera con enormes colmillos.

 

A su alrededor, en la pared, había una inscripción hecha con antiguos símbolos. A Lara no le costó más de unos cuantos segundos descifrarlos.

 

 

 

Aquí yace el rey dios Qualopec, miembro del Triunvirato, guardián de las tres partes del Scion. Adivino de su sabiduría, sagrado soberano de la Atlántida.

 

 

-¿Tres partes? O sea, que esto es solo una parte.

 

-¡Yaaarrrggg!- gritó uno de esos hombres-gato momificado, para después volver a caerse al suelo, haciendo que Lara sacara sus pistolas y empezara a apuntarle a él y a las otras dos esculturas.

 

Viendo que no se movían, cogió el Scion y todo empezó a venirse abajo, así que empezó a correr hasta que regresó a la charca, donde tenía una compañía inesperada: Larson

 

-Te acompañaría- empezó mientras Lara salía del agua- pero se me ha olvidado el bañador.

 

-¿Por qué será que no me sorprende?

 

-Tú haces tu trabajo y yo, el mío. Desde ahora me encargo yo- dijo mientras estiraba la mano para que le diera el Scion.

 

-Espero que Natla te haya mandado con algo más que una escopeta.

 

-No temas, gatita. Prefiero el enfoque cuerpo a cuerpo.

 

Larson la apartó con un golpe e intentó lanzarle arena, pero ella la esquivó y le propinó una fuerte patada en la cara, que hizo que se le cayera la escopeta y resbalara hasta llegar al suelo. Desde allí, Lara se sentó de rodillas encima suya y empezó a hacerle preguntas.

 

-No es más que una parte del Scion. ¿Dónde está el resto?

 

-Dame un segundo, estoy pensando.

 

Ante esto, ella empezó a apuntarle con una pistola.

 

-Oh. A mi me da igual. Seguro que Pierre ya ha encontrado su parte.

 

-¿Pierre DuPont? ¿Dónde?

 

-Eso no lo se.- dijo declarando un silencio total en su enemiga.

 

-Vale.- dijo al cabo de un rato- Te creo.- y se levantó y empezó a caminar mientras Larson, con un ágil movimiento agarraba la escopeta.

 

-¡Mie***, Lara! Esta vez ya me tenías.

 

Pero ella, con un simple giro pudo darle otra patada en la cabeza que lo dejó inconsciente y, además, se guardó la escopeta para ella.

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CAPÍTULO 5: ST. FRANCIS FOLLY

 

Esa noche, Lara entraba en el despacho de Natla, cuando todo el mundo se había ido, para intentar descubrir algo.

 

Buscó durante un rato hasta que encontró una especia de mando que tenía una luz roja intermitente. Pulsó el único botón que tenía y se encendió una pantalla. En la imagen aparecían dos filas. En la de arriba aparecía el nombre de Larson, seguido de tres cuadrados. Exactamente igual en la de abajo, solo que con el nombre de Pierre.

 

Con otro mando seleccionó el nombre de Larson y comenzó un video. Larson debía haberla grabado cuando estaba a punto de entrar en la sala del Scion dentro de la Tumba de Qualopec.

 

-Parece que la chica va a conseguirlo- decía Larson

 

-Por supuesto, ahora te toca a ti.- intervino Natla

 

-No es que me queje, jefa, pero… ¿por qué está tan segura de que no va a entregarlo voluntariamente?

 

-Lara nunca se desprendería del Scion, está demasiado obsesionada con él, igual que su padre.

 

Lara apagó el video y seleccionó a Pierre. Ahora se veía al francés delante de un enorme castillo.

 

-¡Ah! Monsieur DuPont. ¿Tiene algo para mí?

 

-Buenas noticias, madame. La información era correcta. He encontrado mi parte del Scion. ¡Voila! Está enterrado en un lugar llamado…

 

Lara paró el video. Se acercó a la pantalla y la toco con la mano. Después, casi susurrando dijo:

 

-St. Francis Folly.

 

 

 

 

 

Grecia. Exterior del castillo St. Francis Folly.

 

 

 

Mientras escalaba la gran roca sobre la que se situaba el castillo, iba repasando las palabras de su padre.

 

 

 

Tengo nuevas pruebas que me llevan a creer que el propio Scion es una biblioteca de información que haría sombra a la biblioteca de Alejandría. Ahora estoy convencido de que, si lo consigo, por fin descubriré lo que le sucedió a mi querida Amelia.

 

Amelia. La madre de Lara. Hacía mucho que su hija ya no pensaba en ella, pero las palabras que acababa de recordar le hicieron recordar aquel fatídico día.

 

 

 

· Nepal. 1976

 

 

Lara y su madre ya llevaban dos días atrapadas en las montañas después del accidente de avión. Habían encontrado un antiguo templo y se habían quedado ahí, refugiándose del frío.

 

Mientras Amelia dormía, Lara entró en una extraña caseta de piedra. Encontró una sala con un zócalo central, rodeado de columnas, con extraños grabados en el suelo. Se acercó un poco y se fijó en una espada clavada en el zócalo. Para verla mejor se apoyó en una columna que estaba a un lado, pero esta se abría revelando una extraña luz verde. Ella, asustada, se separó y la columna volvió a cerrarse.

 

Sorprendida. Se quedó un momento quieta, sin hacer nada. Hasta que decidió sacar la espada.

 

-¡Lara! ¿Dónde estás?- su madre se había despertado.

 

Antes de volver, tocó la espada y el grabado que formaba un arco se elevó creando un extraño portal de luz verde.

 

-¿Qué es eso?- dijo Amelia entrando en la sala y apartando a Lara

 

-¡En la luz hay algo!- dijo la pequeña

 

Su madre se puso enfrente y empezó a hablar con alguien, pero Lara no podía entender sus palabras. Solo oía frases de su madre que la ponían muy nerviosa.

 

-¿Quién eres?

 

-…

 

-¿Qué pasa con mi hija? ¡No tenía mala intención!

 

-…

 

-¡Oh, Dios!

 

Amelia sacó la espada y una luz verde cegadora inundó la sala. Después, su madre desapareció.

 

 

 

· De nuevo en Grecia. 1996

 

 

 

Lara llegó a la puerta del castillo y observó un montón de latas de cerveza por el suelo.

 

-Pierre… ¡Menudo gusano de estercolero!

 

Con un gran esfuerzo, abrió la puerta y, automáticamente, dos leonas se abalanzaron sobre ella. Después de una pelea agotadora, logró acabar con ellas.

 

Miró alrededor. Se encontraba en una sala que daba al exterior. Era muy grande. Debía de medir aproximadamente unos 100 metros. Había dos filas de columnas gigantes, solo que algunas estaban derrumbadas, posiblemente por el paso del tiempo.

 

-Supongo que a ti te van más los perros.- el acento francés de Pierre se perdía entre el eco que provocaban las columnas.

 

-Natla no cumple sus contratos, Pierre. Yo que tu me largaba.- dijo mientras sacaba las pistolas y empezaba a apuntar a todas partes.

 

-No, mademoiselle, Natla y yo nos entendemos. Yo le encuentro cosas y ella, me recompensa. En cambio tú buscas lo mismo que ella. Por eso… no eres de fiar.

 

-Yo confío en mi instinto.

 

Y por eso eres una segundona. ¡Yo soy un profesional, mademoiselle! Me limito al trabajo… y me pagan.

 

-En la vida no solo importa el dinero, Pierre.

 

-¡Esto no es la vida, mademoiselle! ¡Esto son negocios! Tu compulsión no te deja distinguirlo.

 

-Pues no ha evitado que consiga una pieza del Scion. ¿Qué tal te van los negocios?

 

Aunque ella no lo vio, él se situó justo detrás de ella, apuntándole a la cabeza, pero tomó una decisión y volvió a esconderse.

 

-Touché. ¡Muy bien, mademoiselle! ¡A ver quien tiene más ímpetu para conseguir la segunda pieza del Scion!

 

Lara se guardó las pistolas. Sabía que Pierre ya no estaba ahí.

 

Observó un poco y se fijó que en las paredes laterales, casi llegando al final, había dos grabados que representaban a un hombre sosteniendo la cabeza de la Medusa. Todo el grabado estaba lleno de pequeñas luces blancas, aunque solo tres estaban encendidas. En el otro había cuatro. Se fijó bien y en suelo había otro igual, pero sin ninguna luz encendida. Con las pistolas, les disparó a las siete que había visto en las paredes y se abrió una puerta al fondo. La cruzó y bajó por unas escaleras hasta estar bastante bajo tierra.

 

Se encontraba en una sala no demasiado ancha, pero debía de tener todo lo largo de la sala anterior de alto. En el centro había una enorme columna central formada por los restos de lo que habían sido escaleras, barandillas, etc.

 

Después de observar un rato, saltó a esa columna y encontró cuatro puertas repartidas por la enorme estancia.

 

Con ayuda de los restos de piedra, llegó a todas, en las que se enfrentó a pruebas no demasiado complicadas. Es más, la decepcionaron. En una simplemente tuvo que nadar unos metros, en otra esquivar una enorme piedra, en la penúltima colocar unas esculturas en un par de engranajes y, en la última, sortear unos pinchos como los de la Tumba de Qualopec. En todas ellas encontró una llave que colocó en la parte baja de las paredes de la habitación central, abriendo una puerta que la llevaría a una nueva habitación.

 

-Que es extraño. En la Tumba de Qualopec me comí el coco hasta más no poder. ¿Por qué aquí es todo tan fácil? Tengo un mal presentimiento.

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