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Tomb Raider El destino de los muertos


Luja

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jajajajaja :)  ¡¡¡Si!!! es algo así como: ¡Dios mío lara, es fantástico... míralos! jejejeje

La verdad es que no creo que te haga competencia... tu relato está más ordenado y pensado que el mío (yo escribo según se me ocurre)

PO cierto voy a seguir con el tuyo, k me pareces k las actualizao...

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Capítulo 15 El resurgir

Pasaron las horas, y el silencio era impenetrable. Ambos tenían las piernas agarrotadas, y el hambre y la sed los adormilaba.

 

Lara estaba segura de que la noche ya había caído, y temía que Kurtis ya hubiera cometido alguna locura.

“¿pero qué estoy haciendo?” Se dijo. “¿De verdad voy a dejar que se salga con la suya?, ¿Voy a permitir que ponga en peligro a la humanidad?”

-¡Eh, tú, Ronald! ¡Despierta! –el hombre respondió con un débil gemido, mientras se revolvía entre las cadenas. -¡Que te despiertes! –Lara le dio un golpe en el estómago y el muchacho se sobresaltó.

-¿tenías que ser tan bestia?-se quejó.

-Mira, tú puedes quedarte aquí si quieres, pero yo pienso pararle los pies. –anunció la mujer reuniendo fuerzas en su interior.

-¿ah, sí? ¿Y cómo piensas hacerlo?- preguntó, extrañado a la vez que divertido. -¿acaso no has visto que estamos encerrados y esposados?

-Hay muchos caminos para llegar a Roma…-canturreó Lara poniéndose en pie y obligando a Ronald a hacerlo.

 

* * *

Los guardias que vigilaban la puerta, oyeron un estrépito en el interior de la habitación, y comenzaron a inquietarse.

Tras unos segundos de silencio, un hombre comenzó a llorar y a chillar como un niño pequeño.

-No me lo puedo creer… -exclamó uno de los guardias- ¿qué le pasará a ese?

-Bah… no te preocupes, lo de siempre… ¡OH no, soltadme por favor!-lloriqueó su compañero, burlándose.

Otro estrépito aún más exagerado interrumpió al guardia, y lo alarmó.

-¿deberíamos asomarnos? –balbuceó.

-Yo creo que sí…

Abrieron un poco la puerta y se asomaron al interior. Las estanterías que había a los lados de las paredes estaban volcadas, y una de ellas se había destrozado al caer. De los presos no había ni rastro.

 

Cuando el que iba delante abrió la puerta por completo, un pie salió de detrás de ésta, y se le incrustó en la cara, desencajándole la mandíbula. Su compañero retrocedió con el arma en ristre, pero no tuvo tiempo de reaccionar cuando la mujer recogió el arma del suelo, y se lanzó contra él enfurecida.

* * *

-¿ves qué fácil?-le mostró Lara a Ronald mientras volaba los candados de las esposas. –A ver, sé que me odias por lo que sucedió con tu madre, pero te puedo asegurar que fue un accidente… a medias…-se disculpó- Ahora bien, por tu culpa, tu madre ha estado perturbando mi agradable existencia durante estas últimas semanas, por lo que no me importaría en absoluto abandonarte aquí. –El rostro de Ronald se contrajo en una mueca de horror, estaba claro que no era dado al trabajo de campo. –Pero hoy me siento generosa… Has demostrado que eres útil ayudándome con lo de las estanterías, así que dejaré que me acompañes.

-gracias-contestó Ronald, se agachó y agarró la metralleta del otro guardia. –Pero no hace falta que me trates como a un niño.

-Ah, ¿no?-se burló.

-Quiero que sepas algo… Yo no quería resucitar a mi madre por simple amor… Ella se me apareció y me llamó… me dijo que me era posible ayudarla… y me dijo cómo hacerlo…- Lara se quedó pensativa, estaba confusa. ¿Qué quería decir eso?

-¿sabes utilizarla? –inquirió Lara cambiando de tema y señalando al arma.

-No debe ser muy difícil…-Ronald apretó el gatillo, y una lluvia de balas volaron hacia Lara, pero ésta saltó hacia la derecha y las esquivó por muy poco.

-¡¡ESTÁS LOCO!!-le gritó-¡¡ ¿acaso pretendes matarme?!!

-lo… lo… siento… no pretendía…-titubeó.

-Pues más vale que cuides dónde pones los deditos…-lo regañó Lara alzando las cejas.

 

 

Avanzaron por el pasillo con paso veloz, con la sensación de que algo no andaba bien. De nuevo los corredores estaban vacíos, y parecía que todos hubiesen salido del complejo.

Cada vez que iban a tomar una curva, se detenían en la esquina y se asomaban antes de seguir caminando.

 

De repente, un murmullo lejano de voces agitadas retumbó por el pasillo. Al doblar la esquina, se encontraron frente a un batallón de soldados que se abalanzaban hacia la puerta dorada con el dibujo de la Hidra, pareciese que todos quisiesen entrar a vida o muerte.

 

Lara se detuvo y le hizo una seña a Ronald para que retrocediera, y poco a poco se dieron la vuelta para no llamar la atención.

-¡Eh mirad, allí!-Lara se puso en alerta, y localizó al guardia que la señalaba gritando y haciendo aspavientos con las manos. Demasiado tarde, ambos fugitivos comenzaron a correr por donde habían venido huyendo de las balas que los perseguían.

 

-¡Allí se está cociendo algo importante! –le gritó Lara a Ronald mientras derrapaban por el suelo de mármol, tratando de coger una curva.

-¿qué pretendes hacer?

-Tengo que entrar allí como sea… Da por seguro de que Kurtis está por ahí con el cáliz…-aventuró mientras se agachaba para esquivar una ráfaga.

-Yo… yo podría distraerlos…-comentó Ronald jadeando y llevándose las manos a los costados.

-no… no podrás, estas agotado.

-¡Te dije que no me trataras como a un niño!-le espetó, molesto. –Tú haz lo que tengas que hacer, yo los desviaré.

-Está bien-concedió Lara, agradecida por el gesto- Nos vemos…

 

Mientras veía cómo Ronald continuaba corriendo hacia el fondo del pasillo, la joven saltó y descolgó una losa metálica del techo. Se aferró al hueco que quedó, y se impulsó hacia arriba. Volvió a colocar la placa, y esperó hasta que los guardias hubieron pasado de largo.

Se descolgó de nuevo, y tomó el camino que había tomado los guardias, pero en sentido contrario.

 

Avanzó con rapidez por los pasillos con la metralleta en ristre, ejecutando a los soldados que se habían quedado rezagados.

 

Cuando llegó frente a la puerta dorada, se encontró con varios guardias protegiéndola, pero los liquidó sin problemas. “Demasiado lentos” pensó mientras le reventaba a uno la cabeza.

 

El interior de la sala, en el cual la mujer no había reparado antes, era de mármol puro, sin duda la única parte del complejo que no había sido construida por el crisol. En aquella extraña cámara, se fusionaban los tres órdenes griegos, dórico, jónico y corintio.

 

Frente a la puerta de oro, había un frontón que nada debía de envidiarle al del templo de Atenea. Dentro de la sede del crisol se alzaba un templo dedicado a Hades.

La metopa del friso estaba decorada con serpientes y bestias de todo tipo, desde quimeras, hasta la mismísima medusa.

 

Desde el interior del templo descendían unas voces llenas de júbilo y emoción, apasionadamente alegres y felices, pero acompañadas de un tétrico canto lúgubre. “Esto ya lo he visto…” se dijo Lara.

Ascendió por los altos escalones y penetró en el templo.

 

Alrededor de una piscina de aguas oscuras, había un cúmulo de gente vestida con túnicas negras, sandalias y máscaras. En el centro del baile sombrío, estaba Kurtis, ataviado con prendas oscuras y siniestras.

En su mano derecha mantenía el cáliz en alto, y en la izquierda sostenía la máscara de Agamenón. “Así que es cierto lo que dijo Zip…” susurró.

Avanzó apartando a codazos a los individuos que danzaban alrededor de la piscina, y llegó hasta el centro, donde Kurtis se la quedó mirando.

-Entrégame las dos piezas y saldrás de aquí vivo. –lo amenazó, apuntándole con la metralleta.

-Demasiado tarde…-musitó mientras vertía el contenido azulado del cáliz en la piscina.

-¡¡ ¿pero qué…?!!-Lara ahogó un grito al ver que una gran masa negra se revolvía entre las aguas de la alberca. Kurtis se colocó la máscara, y comenzó a recitar unos versos en griego que había inscritos en una enorme losa de mármol junto a él.

 

Lara corrió hacia el monje y le clavó el cañón del arma en la nuca, pero éste no se inmutó.

-Para lo que estés haciendo…-le susurró. -¡¡Páralo ya!! –Kurtis terminó la última frase y soltó una sonora carcajada.

-Siento decirte, señorita Croft, que eso no es posible. –Su voz sonó con eco, como si no fuese él.

 

Del fondo de la piscina emergió una sombra oscura de ojos rojos como el fuego. Lara se quedó observando el par de rubíes desde la superficie, pero de pronto, unos diez pares más aparecieron junto a ellos.

Un rugido ensordecedor provocó el pánico entre los asistentes, pero antes de que pudieran salir corriendo, la Hidra se irguió sobre la piscina con sus once cabezas enfurecidas atacando y devorando por doquier.

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Capítulo 16 Escamas negras

Cada una de las cabezas comenzó a atacar y a engullir a todo el que se cruzaba con su temible mirada ardiente, pero Lara se tiró al suelo y se ocultó tras una columna.

Kurtis permaneció de pie frente a la bestia de escamas negras, con los brazos en cruz y murmurando extrañas palabras. Una de las cabezas, la que parecía la principal, se agachó y fijó la vista en él. Pareció quedarse embobada mirándole, como si estuviese a punto de engullirlo de un bocado, ya que su cráneo era el doble que un ser humano erguido.

 

Una mujer de aspecto horrorizado corrió hacia donde Lara se ocultaba, pero antes de que pudiera llegar, las fauces de la Hidra se cerraron alrededor de su cintura, y la elevaron en el aire salpicando sangre en las paredes y en el suelo.

Mientras dos de las cabezas se peleaban por el cuerpo de la mujer, otra fijó su rostro en la columna tras la cual Lara se refugiaba, y se lanzó contra ella. El mármol se resquebrajó bajo la fuerte colisión de la mandíbula de la Hidra, y Lara se vio obligada a salir de su escondrijo por los escombros que le caían encima.

Cargó la metralleta, y se lanzó al ataque. “Ya es hora de acabar con esto”. Apuntó al amenazador rostro que olisqueaba entre las ruinas de la columna, y vació todo un cargador contra él.

Las balas rebotaron en las duras escamas de la criatura, sin producirle daño alguno, lo que sólo causó que la bestia se enfureciera. Sintiéndose indefensa y perdida, Lara soltó la metralleta y respiró hondo. La Hidra la observó con detenimiento y se lanzó contra ella, pero en vez de atacar de frente, giró en el último momento y golpeó a Lara en el costado, empujándola a varios metros de distancia.

 

La criatura ya había salido casi por completo de la piscina, sus garras se aferraban al suelo con fuerza para soportar el peso de todas sus cabezas, y de sus colas, las cuales agitaba con violencia.

 

Al estrellarse contra el suelo, Lara resbaló por la sangre que lo manchaba, y se empotró contra la pared. Se levantó algo mareada, y reaccionó al instante para echarse a tierra cuando una de las colas del animal se tiró contra ella. Corrió a lo ancho de la bestia esquivando los coletazos que propinaba, y se encontró frente a Kurtis.

“¿Qué puedo hacer si las balas no le hacen daño?” se preguntó a la vez que saltaba para evitar una garra.

 

Bajo la túnica de Kurtis sobresalía su churigai, que brillaba como si una extraña fuerza lo envolviera. Lara miró al hombre, que parecía estar en trance, y se tiró sobre él. Le arrebató de un manotazo la cuchilla giratoria, y la aferró con crecientes esperanzas. “¡Vamos, vamos!” pensaba, “debe haber algún modo de que funcione” Como respondiendo a sus pensamientos, el churigai se desplegó y salió disparado por el aire en dirección al cuello de una de las temibles cabezas.

Cuando las cuchillas segaron la garganta del animal, ésta profirió un alarido ensordecedor, seguido de una enorme salpicadura de sangre negra y viscosa. La colosal cabeza se desplomó sobre el suelo, provocando que todo el templo se estremeciese.

 

Lara observó la escena con satisfacción: el muñón del cuello agitándose convulsivamente, la Hidra aullando de dolor, y a Kurtis tirado en el suelo con una amplia sonrisa.

-¿qué te hace tanta gracia?-le espetó.

-Tus vanos intentos por impedir lo inevitable…-de improvisto, del corte del cuello comenzó a brotar un líquido verdoso y un extraño bulto que se agrandaba más y más.

-¿qué demonios…?-El bulto, que sobresalía ya por lo menos dos metros, se dividió en dos, para luego comenzar a alargarse hasta formar dos nuevas cabezas.

 

Lara retrocedió. Estaba perdida. Las balas no le afectaban en absoluto, y cortarle las cabezas sólo empeoraba las cosas. “Seré estúpida” pensó. “¿Cómo he podido olvidar ese pequeño detalle?”

Las dos nuevas cabezas se agitaban con violencia y lanzaban chillidos al aire, abriendo y cerrando las fauces con ímpetu. La hidra avanzaba hacia Lara aplastando bajo sus garras cuanto se cruzaba en su camino, pero la joven no podía reaccionar.

Sentía las miradas hambrientas del ser fijas en ella, pero no encontraba la manera de acabar con él.

 

-¿no conoces la historia de cómo Heracles la mató?- dijo Kurtis incorporándose. -¿es que te lo voy a tener que contar? –Lara continuó andando hacia atrás alejándose del monstruo. – Como cada vez que le cortaba una cabeza, dos surgían en su lugar, Heracles incendió una flecha, y se dedicó a quemar los muñones antes de que se regenerasen. Él utilizó la cabeza… no como tú…

“¡Ya lo tengo!” Armándose de valor y energías, Lara corrió por el templo y saltó sobre los escombros de la columna en la que antes se ocultaba. Recogió la metralleta que descansaba en el suelo, y se enfrentó a la Hidra.

 

El churigai, que todavía giraba por el templo sin rumbo, aterrizó justo entre los pies de Lara. Ésta se agachó y lo recogió, lanzándole una mirada amenazadora a la bestia.

Al igual que había hecho antes, dejó que la cuchilla giratoria volara, y al hacerlo, ésta fue directa a los cuellos del animal.

 

Uno a uno los fue cortando, volando alrededor de la criatura en zigzag. Lara aprovechaba cada vez que una de las cabezas caía al suelo para dispararle al muñón hasta que éste dejaba de rezumar líquido verde, y se tornaba de un color grisáceo. “¡Lo logré!”

 

Cuando tan sólo quedaba una cabeza, y Lara se disponía a dispararle, se quedó sin balas. Miró alrededor tratando de encontrar la solución, pero las antorchas quedaban demasiado altas como para alcanzarlas.

El churigai escindió la garganta de la bestia antes de que Lara pensara en algo, con lo que el procedimiento de regeneración comenzó de nuevo.

-¡Creo que necesitas esto!-le gritó Kurtis desde el otro lado de la sala, que se había llevado todo el tiempo observando el acto. Se sacó las pistolas gemelas de Lara de debajo de la túnica, y se las lanzó por los aires.

Confundida, Lara saltó y las atrapó al vuelo. “¿Qué está haciendo?¿Por qué me las entrega?” Sin perder tiempo, se abalanzó sobre el cuello convulso de la criatura, y le disparó hasta que el color de la carne se le tiñó de gris, al igual que había hecho con las doce cabezas anteriores. La bestia se desplomó en el suelo y se quedó totalmente inmóvil.

 

-¿por qué me has ayudado?-le preguntó a Kurtis una vez hubo enfundado las pistolas.

-Por que necesitaba que mataras a la Hidra, Lara- una sonrisa surcó el rostro del monje cuando el churigai los sobrevoló y aterrizó en su mano.- ¿creías que lo estabas manejando tú?

 

De pronto la bestia se estremeció, y una mano surgió de la piscina. La viscosa y ennegrecida extremidad aferró a la Hidra por una de sus colas y la hundió en el agua de forma siniestra.

-¿pero qué…?

-Eso Lara, es lo que llevo esperando desde hace semanas…-musitó Kurtis saboreando el momento.

Confusa, la joven se acercó al agua y fijó la vista en el fondo. Algo se movía entre las algas. Se acercó un poco más, y la mano surgió de nuevo, la agarró del brazo y tiró de ella con una fuerza descomunal.

Lara gritó a la vez que se precipitaba al lago, y sintió cómo Kurtis saltaba y la agarraba del brazo antes de caer juntos al agua y hundirse en las profundidades.

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[Quizás este, a nivel literario, sea el peor, no me he esforzado lo suficiente. Pero eso sí, la acción está asegurada]

 

 

 

Capítulo 17 Las llamas del infierno

Las paredes submarinas del templo giraban a su alrededor en un torbellino de burbujas y algas. Le faltaba el aire, y sentía que se ahogaba. La presión del agua la oprimía cada vez más, le pitaban los oídos y parecía que los ojos se le fueran a salir de las orbitas.

 

Aquella mano viscosa y grisácea tiraba de ella con fuerza hacia el fondo, desde donde se podía ver una luz rojiza y vibrante. “¿Adonde me llevan?”

Por otro lado, Kurtis se aferraba a su brazo con vigor. “¿Qué hace, qué es lo que pretende?”

A medida que se acercaban al lecho marino, el calor aumentaba, y el agua hervía en el fondo.

Entre chorros de burbujas que ascendían hacia la superficie, el cuerpo inerte de la hidra descendía hacia la luz atraído por otra de esas manos.

 

Finalmente el calor incrementó tanto, que Lara pensó que moriría achicharrada. La luz se hizo más intensa, y la mujer cerró los ojos con temor a quedarse ciega. De pronto sintió una corriente fría, y una muy caliente de forma simultánea. Se oyó el mismo sonido que hace un desagüe, y la mano que mantenía a Lara cautiva se soltó.

 

La mujer sintió cómo caía, ya fuera del agua, por un estrecho túnel de roca. Sintiéndose en peligro, trató de agarrarse a un saliente, pero no había nada que pudiese hacer, caía precipitadamente a un abismo sin fondo.

 

Kurtis iba tras ella, pero se mostraba mucho más seguro de sí que Lara, la cual giraba sin control.

De pronto el suelo apareció bajo ellos, y Lara se estrelló dando un fuerte cabezazo. Kurtis cayó unos segundos después, pero lo hizo de pie y perfectamente equilibrado.

 

Lara se incorporó, extrañada y confusa. Se sentía perfectamente. A pesar de la tremenda caída de cabeza, sentía los huesos del cuerpo intactos. Kurtis pareció percatarse del desconcierto de Lara, por lo que le dijo:

-¿te extrañas?

-No, suelo despeñarme desde la azotea de mi mansión a menudo, ¿lo has probado alguna vez?-le comentó, irónica. El muchacho sonrió.

-¿te has parado a mirar a tu alrededor?

 

Una sala de paredes rocosas y techos de piedra, suelos abruptos y ásperos, ríos de lava y árboles secos y siniestros que crecían desde ángulos imposibles, se alzaba envuelta en una espesa neblina. Sobre las paredes y techos, en todas direcciones, había puertas colosales a las que se accedía mediante unas escaleras que se retorcían sobre sí mismas mostrando dimensiones desconocidas.

 

-¿esto… es… el inframundo?-titubeó Lara sin comprender.

-¡bingo!-exclamó Kurtis eufórico- y ahora si me disculpas debo culminar la tarea que se me ha encomendado… y para la que te he seguido hasta el mismísimo infierno…

-¡La caída no me ha matado porque… ya estoy muerta!- la conclusión le nubló la mente y le aplacó los sentidos. ¿Todo había acabado? Kurtis miró alrededor, y se encaminó hacia unas escaleras que ascendían en caracol hasta una puerta negra acabada en tres cabezas puntiagudas de animal.

-¿adónde te crees que vas?-le espetó la mujer- ¿crees que voy a permitir que resucites a Hades sin más?

-¿Qué vas a hacer, matarme?-se burló. Lara desenfundó las pistolas.

-Que no mueras no significa que no sientas dolor…- cuatro disparos sonaron en la sala al mismo tiempo que Kurtis sacaba su Boran X y disparaba también. Dos de las balas acertaron al hombre en el costado, y una de las suyas le dio a Lara en la pierna.

No había sangre, ni siquiera herida, ya que las balas los habían traspasado, pero el dolor fue tan real como en la tierra.

 

-¡¿pretendes llevarte así hasta el juicio final?!-le gritó Kurtis mientras la joven se levantaba y se disponía a batirse en duelo.

-No, sólo hasta que me quede sin balas-Ambos combatientes vaciaron sus cargadores sobre su contrincante entre gritos y gemidos de dolor, corriendo y saltando en círculos, a pesar de que las balas los traspasaban y rebotaban en las paredes sin producirles daño, sólo dolor.

 

Pasaron horas hasta que la última bala cayó al suelo. Ambos estaban agotados, y el sudor perlaba sus frentes.

Lara soltó las pistolas y cayó de rodillas. Kurtis, en cambio, dio media vuelta y avanzó hacia la puerta negra.

-¡te he dicho que no voy a permitírtelo!-Lara se abalanzó sobre él y le asestó una patada en la espalda. Kurtis giró sobre sí y se la devolvió en las pantorrillas, provocando su caída. La mujer dio una voltereta hacia atrás y se incorporó dispuesta para la batalla.

-¿es que no entiendes que esto no tiene fin?-susurró Kurtis.- ¡podemos estar así siglos!

-Si es necesario…-sonrió. Ambos corrieron el uno hacia el otro para enlazarse en una lucha encarnizada a puñetazo limpio.

 

Golpes en el estómago, en la mejilla, en el cuello… cada vez más enfurecidos y cansados. A pesar de no poder con sus almas, los luchadores no cedían ni bajaban las defensas. Kurtis, además, no perdía oportunidad de usar sus poderes para lanzar a Lara por los aires y estrellarla metros atrás.

 

El dolor que los garrotazos les producían, acababa remitiendo hasta desaparecer, pero era sustituido por un escozor punzante.

 

-¡no seas tan cabezona!-le soltó Kurtis tendido en el suelo, tras recibir un derechazo. –No hay manera de que me impidas culminar mi misión.

Lara reaccionó casi al instante, dándose cuenta de que la única forma de pararle los pies era llegando ella antes frente a Hades.

 

Corrió sin aliento hacia la puerta oyendo maldecir a Kurtis tras ella, prestando atención a los insistentes ataques telepáticos que le lanzaba. Trepó por la escalera tan rápido cómo pudo y aferró el picaporte del enorme portón. Las tres cabezas perrunas que lo coronaban, se volvieron a mirarla y sacaron los dientes. “¡Me están poniendo a prueba!” pensó. Giró el pomo 360º y abrió la puerta con todas sus fuerzas.

 

Tras ella se abría un corredor oscuro plagado de telarañas y una sustancia blancuzca y viscosa. Reprimió unas arcadas al pisar el líquido, y continuó corriendo.

Sobre su cabeza se oían chasquidos y chirridos intrigantes. Oyó como algo correteaba por la pared hacia ella, y saltó para ponerse frente a su adversario.

 

Kurtis acababa de entrar por la puerta, pero no era él el que había llamado su atención. Ante ella había una araña del tamaño de un todoterreno que la miraba con ojos redondos y rojizos. Desarmada, Lara retrocedió acuchillando a la araña con la mirada. A cada paso que daba, el monstruo se acercaba más, amenazándola con sus afiladas pinzas.

“¿pero qué estoy haciendo?” se dijo “¡no puedo morir!”.

 

Justo cuando se disponía a lanzarse contra el colosal insecto, el churigai de Kurtis siseó sobre su cabeza, y se incrustó en la cara del animal. Éste comenzó a emitir chirridos y sonidos espeluznantes, a dar patadas, y a tambalearse hacia los lados. Lara aprovechó la oportunidad y continuó por el ancho pasillo a grandes zancadas, mientras que sobre ella, una infinidad de puntos rojos se encendían y comenzaban a descender a gran velocidad.

 

De todas partes comenzaron a emerger tarántulas del mismo tamaño que la anterior: del techo, de grietas en las paredes, de agujeros en el suelo…

Frente a Lara aterrizaron dos produciendo un sonido sordo, y ésta se preparó para la lucha.

 

Kurtis continuaba batiéndose con la temible araña, pero parecía que lo tenía todo completamente controlado.

 

Lara se encaramó a las dos tarántulas y saltó sobre ellas dando un giro en el aire y aterrizando sobre el estómago de una de ellas. Volvió a saltar y rodó por el suelo para esquivar el ataque que una de ellas le lanzó. Comenzó a dar volteretas sobre las arañas que iban surgiendo a su alrededor y las fue saltando y esquivando a base de piruetas y saltos.

 

A pesar de estar al límite de sus fuerzas, consiguió salir del pasadizo dejándose caer por una empinada pendiente. De Kurtis no había ni rastro.

 

La sala en la que se encontraba era tétrica y descomunal. Un lago negro y espeso se abría hacia el horizonte y se perdía en la lejanía. En un islote en el centro, había una fortaleza de piedra que se alzaba hasta tocar suavemente el techo de roca, a más de 500 metros de altura.

 

Decorada con gárgolas de ojos siniestros, alas de murciélago y garras de león, la fortaleza parecía muerta. De los ventanucos estrechos y altos se escapaban gritos de tortura y horror, acompañados de un insistente pulso de tambores.

Bom

 

 

Bom

 

 

Bom

Lara se acercó al filo del lago y pensó en la forma de llegar hasta la isla. Sobre la superficie del agua flotaban cadáveres destrozados y putrefactos, con ojos vacíos y piel grisácea. Apartó la mirada y la fijó en el techo.

Como en un cielo de roca plagado de estrellas, una infinidad de luces negras brillaban desde lo alto en torno a la torre principal. El grosor de dicha torre era tal, que para poder soportarla hacía falta que unas cadenas colosales la aguantaran desde las paredes de la sala.

 

Lara siguió una de ellas y encontró la manera de llegar hasta arriba. Sólo debía escalar gran parte de la pared, y podría recorrer la cadena sin necesidad de atravesar el lago.

 

 

El tiempo parecía no avanzar mientras la arqueóloga trepaba por los muros.

Cuando ya casi había llegado a la cadena, Kurtis apareció rodando por la pendiente lleno de telarañas y un líquido verdoso. Lara trató de ocultarse entre los riscos de la pared, pero no fue capaz de burlar los poderes de Kurtis.

 

El hombre, al adivinar su paradero, corrió hacia ella y comenzó a ascender también, pero era obvio que sus energías habían menguado tras la batalla contra las arañas.

 

La carrera hasta la cumbre fue ardua y dolorosa, pero finalmente Lara consiguió alcanzar la cadena. Trepó por ella hasta quedar de pie, y comenzó a cruzar el lago guardando el equilibrio.

 

Aunque estaban bajo tierra, un viento frío azotó la cadena extrañamente, provocando que Lara se balanceara peligrosamente hacia el vacío. La mujer se agachó y permaneció agarrada al hierro hasta que el viento cesó. Para entonces, Kurtis ya había subido a la cadena y se acercaba por atrás amenazadoramente. Lara maldijo y continuó, con las manos extendidas para mejorar la estabilidad.

 

Mientras cruzaban a toda prisa por el centro, un rayo de luz verdosa cayó sobre las gárgolas que vigilaban las torres, y éstas, con un sonoro aullido, cobraron vida. El temor inundó a Lara al verse desarmada y a tantos metros de altura. Kurtis sin embargo, se llevó la mano al churigai y lo lanzó en busca de las bestias.

 

Tres de las gárgolas aladas volaron en picado hacia ellos, mientras que otras, carentes de alas, treparon ágilmente por la cadena y se dedicaron a morderla con sus potentes mandíbulas.

 

Cuando la primera bestia se lanzó contra Lara, ésta saltó sobre ella y le asestó una patada en la cabeza mientras lo hacía. Increíblemente la joven cayó de pie sobre la cuerda de hierro sana y salva. La segunda se abalanzó sobre Kurtis, pero antes de que lo tocara el churigai ya la había decapitado.

 

Lara corrió con todas sus fuerzas perseguida por el tercer ser, que acabó por cazarla por la mochila.

Sintiendo cómo el animal la elevaba y la alejaba más del suelo, Lara se deshizo de la mochila, y cayó de nuevo sobre la cadena. La bestia chilló y volvió a por ella, pero el churigai silbó y lo cortó por la mitad.

 

 

Ya casi habían llegado, a Lara sólo le faltaban unos cuantos metros para poder saltar a la fortaleza, pero las gárgolas acabaron su trabajo, y con un estruendo, la cadena se descolgó.

Lara saltó con todas sus energías hacia la ventana más cercana, pero no llegaría. Justo cuando sus dedos casi tocaban el alfeizar, la gárgola que la miraba hambrienta desde la pared, sujeta por sus afiladas garras, se lanzó sobre ella y la empotró contra el muro de piedra. La pared cedió bajo la potencia del ataque, y se hundió hacia adentro.

 

Lo último que vio Lara de Kurtis antes de desaparecer entre los escombros, fue una imagen fugaz del hombre cayendo al vacío.

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Capítulo 18 Evocaciones del pasado

Lara rodó por el suelo, aferrada a las fauces de la bestia para impedir que la descuartizara con su mandíbula. Giraron durante unos segundos, envueltas entre los escombros del muro, hasta que Lara consiguió zafarse dándole una patada en los morros.

 

El animal retrocedió bufando, y Lara aprovechó para huir.

No estaba completamente segura de que fuera imposible que muriera. ¿Por qué sino se habría tomado tantas molestias el que construyó el lugar para que nadie llegase hasta su interior?

 

Desenvainó el puñal de su bota, y lo sostuvo en su mano durante unos segundos. La gárgola, que caminaba a cuatro patas hacia ella, la escudriñaba con la mirada mientras coceaba con sus garras en el suelo.

El examen de la bestia la ponía nerviosa.

 

La mirada de ambas se encontraron, y el animal atacó. Lara le lanzó el puñal mientras saltaba hacia atrás, al mismo tiempo en que la gárgola abría las fauces y las garras hacia ella. El puñal acertó entre ceja y ceja, y la bestia cayó inerte a unos escasos centímetros de la joven.

 

-Ha faltado poco…-suspiró. Se levantó y arrancó el cuchillo de la frente del animal. Lo envainó y se dirigió hacia una puerta que había al fondo de la sala.

Sobre la madera había tres pomos con forma de cabeza de perro. “Otra vez…” Tanteó entre las tres posibilidades y acercó la mano al de la derecha. Justo cuando sus dedos rozaron la madera, éste cobró vida y la mordió. Como ya se lo esperaba, le aplastó la cabeza al animal con un fuerte puñetazo.

 

Probó con los otros pomos, pero los tres tuvieron la misma reacción. “¿Qué hago ahora…?” Examinó pensativa la puerta y llegó a una conclusión. “Quizás deba girarlos en orden… ¿pero qué orden?”

 

Sobre el friso de la puerta había una inscripción en letras griegas, la cual Lara no tardó en reconocer.

Los tres hermanos,

Unidos bajo un solo cuerpo,

Esperan ansiosos su liberación.

El dos y el tres se dan la mano,

El veintitrés es el número uno.

“No entiendo nada…” Repasó varias veces la escritura y volvió a examinar los pomos.

“El dos… el tres…y el uno…” Dibujó una amplia sonrisa al descubrir la solución al acertijo. “¡Qué sencillo!” Giró el pomo del centro, que se había vuelto de madera de nuevo, luego el de la derecha, y por último el de la izquierda. Tras la puerta se oyó cómo unos engranajes se ponían en funcionamiento, y entre polvo y arena, la entrada se abrió.

 

Al otro lado todo estaba oscuro. Una suave respiración inundaba el ambiente, y agitaba el aire. Lara entró con cuidado y achinó los ojos para acostumbrarse a la penumbra. Una silueta humana se hallaba de pie junto a una enorme masa oscura.

 

La figura caminó hacia ella, y por la forma de andar, intuyó que era una mujer. Aunque insegura de lo que pretendía, Lara no se inmutó. La mujer avanzó hasta colocarse cara a cara, y entonces el horror afloró al rostro de la arqueóloga.

 

Frente a frente, justo a su lado, estaba Esteffany Jake.

 

Antes de que Lara pudiese reaccionar, la mujer la golpeó en la cabeza, tirándola al suelo.

 

Aturdida y sin palabras, Lara se arrastró por el suelo para alejarse de su pesadilla. Día tras día, noche tras noche, Esteffany Jake la había atormentado durante las últimas semanas, y ahora estaba allí, frente a ella, de carne y hueso.

 

Con un rápido movimiento, Esteffany le lanzó una patada a la cabeza, y la chocó contra la pared.

Un hilo de sangre le corrió por la frente, y le resbaló por la ceja. Intentó levantarse pero la mujer se lo impidió.

-Bienvenida, Lady Croft.-dijo con voz magnética.-No sabes cuánto deseaba verte. – Lara ladeó la cabeza y suspiró. Todo le daba vueltas y se estaba mareando.- ¿no te alegras de verme?

-Estoy encantada- farfulló, intentando levantarse.- quería agradecerte tus visitas...- Esteffany, morena y de rostro anguloso, sonrió. Se inspeccionó las uñas a la vez que decía:

-Quítate esa horrible idea de la cabeza de que no puedes morir, guapa. Que estés en el inframundo no significa que estés muerta. Claro que Kurtis no sabía lo que decía…

-¿qué estás insinuando?-preguntó confusa. Por toda respuesta Esteffany levantó arqueó las cejas.

-¿sabes? Llevo doce años esperando volver a verte, Lara… No tienes ni idea de lo que he sufrido aquí. Pero no te preocupes, ahora que has venido te daré una concepto aproximado.

“Verás, al principio Werner no quiso llevarme con él a Kuelap… Decía que yo era demasiado… sórdida. Por supuesto acabé convenciéndolo de que me llevara, él siempre tan confiado… Pero bueno, iré a lo que nos interesa. No fue una casualidad que encontrara el cáliz, Lara, yo lo ansiaba. Es por él por lo que me interesaba tanto Kuelap.

Yo era, y seguiría siendo de no ser por tu culpa, la líder del Crisol. Llevábamos años buscando una solución a nuestro problema, necesitábamos resucitar a la Hidra para llegar hasta aquí… es la única manera de entrar al inframundo, matándola, a no ser que murieses, pero entonces luego no podrías volver a la tierra.

 

Desgraciadamente, cuando yo ya tenía el cáliz de la vida en mis manos, tú me mataste, sin querer, pero lo hiciste. Y… ¿adónde fui a parar? ¡Al inframundo! Justo al lugar en el que yo quería entrar. Pero no me sirvió de nada, pues no poseía lo necesario para llevar a cabo mi tarea.

Así que, durante doce largos y fatigosos años, he estado buscando la manera de culminar mi misión. Y la he encontrado. Maquiné un plan perfecto para poder, aunque de forma parcial, volver a la tierra. Y lo logré gracias a Hades, que aunque cautivo, no significa que no pueda usar sus poderes. –Lara escuchaba atónita la historia, ya no estaba tan segura de lo que tenía que hacer. – Por eso fui a por ti. Necesitaba un cuerpo fuerte y sano para volver al crisol y ponerme en contacto con mis colegas, pero eras muy fuerte. Sí, Lara, te intenté poseer, pero no pude.-En aquel momento Lara recordó las insistentes apariciones de Esteffany en su mente, los escalofríos que había sufrido, y los radicales cambios de temperatura y carácter.- Por ello, busqué otro cuerpo, uno un poco más débil, pero con el potencial suficiente, Kurtis.

Él, que estaba huyendo de la ley por cometer ciertos actos ilegales, se abrió a mí inconscientemente, y lo hice mío. A través de él fui capaz de llegar hasta el crisol y volver a empezar con mis planes, pero eso sí, seguí vigilándote, pues amenazabas con echarlo todo a perder. Pero, por suerte, mi plan ha salido a la perfección.”

 

Lara se quedó en silencio. Tenía la vista fija en un punto perdido, los puños cerrados, y apretaba los dientes. No podía creer lo que acababa de oír, aunque en un pequeño rincón de su corazón, junto al odio recién avivado por Kurtis, se encendió una llama de esperanza.

-Todo este tiempo has sido tú.-resopló furiosa. –mis pesadillas, mi malestar, ¡todo lo has provocado tú! Y… Kurtis… ¡fuiste tú!-Lara se abalanzó sobre la mujer y le reventó la nariz de un puñetazo. Esteffany aulló, cayó de rodillas y maldijo mientras un hilo de sangre le resbalaba por la boca.

-¡Te recuerdo que esta vez estás en mi terreno! –ambas mujeres se arrojaron puñetazos y patadas, golpes de todo tipo y en todas partes. Eran viejas enemigas luchando por su orgullo.

 

Mientras rodaban por el suelo de piedra, envueltas en un torbellino de piernas y puños, una patada lanzada por Esteffany lanzó a Lara a varios metros de distancia. Antes de que la joven pudiera levantarse, Esteffany lanzó un silbido al aire, y la masa oscura que había detrás de Lara comenzó a moverse.

 

Un gruñido ronco, hosco, casi sólido, crecía a sus espaldas. Lentamente, Lara se giró, pero prefirió no haberlo hecho. Un perro colosal de tres cabezas la miraba, hambriento, desde el techo de la sala. Tenía los dientes afilados como cuchillos, el hocico picudo, y los ojos negros como el carbón. Las finas orejas puntiagudas se movían rápidas, atentas a cada movimiento de la mujer.

El pelaje era negro por el lomo, pero pardo en las patas y el estómago.

 

Lara retrocedió con sus ojos fijos en la bestia que se relamía el morro constantemente. Echó una rápida mirada a Esteffany, pero esta ya no estaba. Una fina puerta de madera al final de la sala, estaba abierta y porteaba con delicadeza. “Esta vez estoy realmente perdida”

 

Cancerbero avanzó hacia ella dispuesto a atacar, pero Lara no iba a dejarse vencer tan fácilmente. Puede que estuviese desarmada y agotada, pero eso no quitaba que su inteligencia fuese mayor que la del animal. Desenfundó el puñal y se dispuso para acabar de una vez por todas con todo aquel desastre.

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