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Tomb Raider El destino de los muertos


Luja

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Capítulo 11 La guarida de la comadreja

Mientras sobrevolaba el océano atlántico en un jet privado, Lara se quedó placidamente dormida, pero esta vez, la pesadilla fue distinta.

 

Sobre un extenso y escalofriante lago negro, una infinidad de luces blancas danzaban al son de una música fúnebre. Del centro del lago no paraban de emerger burbujas y ondas que se esparcían y se dilataban hasta llegar a la orilla.

Una sacudida tras otra agitó el valle, hasta que una enorme figura surgió de las aguas ocultando la luna con su sombra. Unos tambores comenzaron a sonar con un ritmo creciente e intrigante a la vez que la criatura abría sus fauces y liberaba por ellas a millones de extrañas criaturas, que se cernían sobre el mundo sumiéndolo en una destrucción total.

 

Lara se incorporó de un salto, y desenfundó las pistolas. El sudor le perlaba la frente, y respiraba de forma entrecortada. Guardó las pistolas y fue hacia el baño. Se miró en el espejo y se lavó la cara.

 

Una vez lista fue hacia la cabina del piloto.

-¿queda mucho?-le preguntó.

-Una hora y media. Pero si nos encontramos con esa tormenta, serán unas cuantas más.-Lara observó la oscura masa de nubes que el hombre le señalaba, y no pudo evitar sentir un escalofrío. Desde el accidente en el Himalaya sentía aprensión hacia los largos viajes en avión.

-¿no podrías bordearla?-inquirió con un deje de preocupación en la voz.

-¿y desviarnos del rumbo? Ni hablar. –Contestó el piloto negando con la cabeza- Déjemelo todo a mí, usted siéntese y abróchese el cinturón.

 

Tras dos horas interminables a través de la tormenta, el jet aterrizó en el aeropuerto de Nueva York. Lara recogió su insignificante equipaje, y montó en un taxi que la llevó hasta el hotel donde se hospedaría.

 

Una vez se hubo instalado, cogió un bolso y metió en él cuanto le pudo hacer falta. Se vistió con un buen traje y salió a la calle.

El taxi la llevó por las afueras de la ciudad, hasta que llegó frente a una urbanización de lo más lujosa, pero ninguna de las mansiones que allí se encontraba podía compararse con la suya de Surrey.

 

Finalmente el automóvil se detuvo junto a una maravillosa villa rodeada de rosales, The red rose. Lara se bajó y pagó el taxi.

Esta vez haría las cosas de forma civilizada. El día anterior había llamado a Ronald Jake y había concertado una cita con él. Sabía que no la recibiría con los brazos abiertos, pero debía hablar con él y negociar sobre el cáliz. Si ella estaba en lo cierto, Kurtis trabajaba para Ronald.

 

Caminó por el sendero de piedra que llevaba hasta la entrada de roble, y llamó al telefonillo. Esperó unos segundos y volvió a llamar. Esta vez la voz cansada de un anciano contestó.

-¿Lady Croft?

-Sí.

-La estábamos esperando.-dijo. La puerta se abrió tras un pitido, y Lara entró con cautela.

El vestíbulo de la casa era muy espacioso. El suelo era de mármol, y las paredes estaban pintadas en un tono beige muy agradable. “Me estoy pensando en darle un cambio a mi mansión” pensó mientras miraba alrededor.

En cuestión de unos segundos apareció el mayordomo frente a ella, y con un gesto le indicó que lo siguiera.

El anciano la llevó por un pasillo iluminado por enormes ventanales, hasta una puerta de madera. El hombre llamó con suavidad y una voz fuerte y clara dijo:

-pase señorita Croft, déjenos solos Miller. –Lara agarró el picaporte a la vez que apretaba las pistolas que llevaba ocultas en el bolso. Respiró hondo y abrió la puerta.

 

Tras un escritorio de caoba, estaba Ronald Jake. Era un hombre joven, de unos 32 años, de un atractivo considerable y bello rostro. Lara pasó y el hombre le indicó que se sentara.

-Bueno, señorita Croft, tenía ganas de conocerla…

-Puedes llamarme Lara-lo atajó. –No nos vallamos por las ramas, sé que tienes mi cáliz. Vengo para recuperarlo. –Ronald soltó una sonora carcajada.

-Por favor, relájate. Tenemos mucho de qué hablar.

-Tú y yo no tenemos nada de qué hablar. Entrégame mi copa y me iré. –Jake afiló la mirada y la escrutó con odio.

-¿cómo puedes tener la cara de venir a mi casa y obligarme a entregarte algo, que ni siquiera sabes si tengo?

-No me vengas con esas, sé que Kurtis te la vendió. Eres tú el que ha utilizado el cáliz y el que ha despertado a Esteffany.

-¿cómo sabes eso?-inquirió.

-Digamos que su espíritu me ha estado visitando recientemente. –La frase pareció divertir a Ronald.

-Bueno, tienes una gran capacidad de deducción… -De un solo movimiento Lara sacó una pistola y le apuntó directamente a la frente.

-Dime dónde lo tienes o…

-¿o qué? –Gritó el joven dejando que la ira lo inundara- ¡¿me matarás como a mi madre o a mi hermano?!

-¿tu hermano? ¡Yo no tuve nada que ver con tu hermano!

-¿a no? ¿Quieres que te lo recuerde? –dijo avanzando hacia ella pasando junto al escritorio- Tras vuestra expedición, mi hermano Jonathan viajó a Kuelap para buscar a mi madre, pero resulta que él tampoco volvió… ¿no te pareció bastante con matar a mi madre?

-Lo de tu madre fue un accidente, y lo de tu hermano… ni siquiera le conocía…

-Desde luego no hacía falta que le conocieras para empujarlo a aquellos engranajes…

-¡¿qué?! –A Lara la situación le parecía cada vez más irreal. El esqueleto que ella había apartado para salir del templo era el del mismísimo hijo de Esteffany. ¡Y encima le estaban echando la culpa de su muerte!

-¡aparta esa maldita pistola y dame el cáliz para así poder revivir a mi madre!-estalló Ronald. Lara ordenó sus pensamientos y se hizo un lío. ¿Qué estaba pasando?

 

De pronto llamaron a la puerta y la voz de Miller anunció:

-señor, ha llegado un hombre que quiere verle.

-¡dile que estoy ocupado!-le gritó a través de la puerta.

-Pero señor dice que es muy…

-¡aparta!-la puerta se abrió de par en par y Kurtis apareció tras ella. Durante unos segundos se quedó allí plasmado observando a Lara, luego avanzó y dijo:

-Toma tu dinero, nuestro trato se ha roto.-y lanzó un fajo de billetes sobre el escritorio. Lara confundida lo miró, pero este se dio media vuelta y se encaramó hacia la salida.

-¡¿adónde te crees que vas?! –Exclamó Ronald- ¡me dijiste que no había habido ningún problema!

-Y no lo hubo, tu invitada se portó muy bien. Pero me han ofrecido una oferta mucho mejor.-dijo resaltando la palabra “mucho”.

En seguida Lara lo comprendió todo. Kurtis le había vendido el cáliz al crisol, no ha Ronald, aunque fue él el que lo había contratado. Por eso Jake estaba tan interesado en quedar con Lara, quería asegurarse de que si Kurtis fracasaba, hacer un trato con ella. Pero seguía habiendo algo que Lara no acababa de entender.

 

-¿sabes por qué quería el crisol el cáliz?-le preguntó Lara a Kurtis apuntándole con la pistola que acababa de sacar. Por toda respuesta Kurtis enarcó una ceja.-Has cometido un error, Kurtis Trent. –Lara bajó las armas y se las guardó de nuevo.

 

Miró a uno y otro y se dispuso a salir de la habitación, pero antes de que pusiera un pie fuera, Ronald ya se había abalanzado sobre ella.

-¡¡No voy a permitir que te vayas sin más!!-le ladró- ¡¡me has arrebatado a mi familia!!

Lara forcejeó y le plantó un codazo en el costado, seguido de una patada en la entrepierna. El hombre aulló y calló de rodillas, maldiciendo por lo bajo.

-Señor Ronald Jake, no tengo nada contra usted. Ahora si me disculpas me iré y recuperaré lo que me robasteis. Y espero no volveros a ver a ninguno de los dos –dijo mirando fijamente a Kurtis. –Buenas tardes.

 

Lara salió de la mansión y llamó a otro taxi. Esta vez volvió al hotel dispuesta para hacer otro viajecito, pero esta vez a Grecia.

 

 

 

(no os preocupéis, que pronto empezará la verdadera acción, o al menos eso intento) uajajajajajajajaja 8) {risa maligna}

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Capítulo 12 Reencuentro con viejos amigos

Una vez de vuelta en la mansión de Surrey, Lara se apoltronó en el sillón de la biblioteca y comenzó a leer todo aquello que pudiera estar relacionado con el crisol. Según la información que le había facilitado Zip, el crisol adoraba a los dioses griegos, por lo tanto su sede estaría allí.

 

 

“Los olvidados por la sociedad

Residen bajo la sombra

Inquieta felicidad

Siguen esperando su honra.”

 

-¡¡uff, estoy harta!!-Lara lanzó el libro que tenía sobre el regazo, y echó la cabeza hacia atrás.- ¡esto tampoco me sirve!

Se había ojeado ya media biblioteca, pero sólo había encontrado viejos poemas y antiguos cánticos relacionados con Hades. - ¡ya me ha quedado bastante claro que adoraban la destrucción!

 

Se levantó y salió de la biblioteca. Ya estaba harta de todos y de todo. Se sentía envuelta en una pompa que la oprimía y la alejaba de la sociedad. Se ahogaba. Últimamente sentía miedo, angustia, desánimo. A lo mejor, de buenas a primeras, sentía frío, pero a la vez calor. Era una sensación que crecía en su interior como si no fuese ella quien controlaba su estado de ánimo. En ese mismo momento le estaba ocurriendo.

 

Notaba como se le congelaban los pies, pero a la vez sentía que le ardían los brazos. Un creciente odio hacia todo ser viviente le abrumaba la mente.

 

Caminó sin rumbo por la mansión, deambuló por los pasillos y habitaciones sin un destino determinado, sin buscar nada en concreto.

Finalmente, sus pasos la detuvieron bajo el retrato de sus padres. Se quedó observando el cuadro con expresión ceñuda. Tenía algo extraño, algo fantasmal y diabólico que antes no estaba: Una mancha en el fondo, justo detrás de la cabeza de su madre.

 

Un rostro. Estaba completamente segura. Dos ojos afilados y perfectamente delimitados la miraban fijamente desde el lienzo. Una nariz fina y alargada. Unos labios sedosos. Unas mejillas delgadas…

-¿Jacqueline Natlas? –exclamó horrorizada. No le cabía ninguna duda de que era ella. “¿qué demonios está ocurriendo?”

Retrocedió varios pasos y se apoyó en la fría pared de piedra. Miró hacia la derecha, y vio su reflejo en el espejo de la entrada. Allí, junto a su rostro, estaba Marco Bartoli.

Desgarró el silencio de la mansión con un grito desesperado, y comenzó a correr escaleras arriba.

 

En cada ventana, cristal o espejo que se cruzaba, veía el reflejo de alguna de sus pasados adversarios: Sophia Leigh, Willard, Pieter Van Eckhardt, Joachim Karel…

No podía soportarlo, eran demasiadas voces en su cabeza, que le gritaban, la insultaban… De pronto todo se volvió borroso, las sombras se cernieron sobre ella, y pudo notar cómo el suelo se acercaba hacia ella a toda velocidad.

 

* * *

Will y su compañero George entraron por las dobles puerta de hierro que resguardaban la sede central del Crisol. Eran completamente conscientes de que llegaban tarde. Atravesaron corredores y pasillos a grandes zancadas hasta que llegaron a la sala de reuniones. Con un suave golpe en la puerta, George llamó.

 

-Adelante-gruñó una voz. Los colegas entraron despacio en la sala, y se apresuraron a ocupar sus asientos. Era imposible evitar las miradas de reproche de sus compañeros.

-bueno… esperemos que el retraso de vuestros camaradas no se deba a malas noticias.

-no…no, en absoluto.-sonrió Will, con incomodidad. –traemos muy buenas noticias.

-adelante.

-Tenemos el cáliz.-anunció George. Todos los allí presentes rompieron en aplausos y alabanzas. –La ceremonia se llevará a cabo mañana al atardecer.

-Para cuando el sol roce con sus llamas el horizonte, nosotros ya deberemos estar allí.-añadió Will.- de otro modo el ritual sería inútil.

-todos hemos cumplido con nuestra parte del trato, ¿cómo sabremos que él cumplirá la suya?-preguntó un anciano de larga melena.

-Podéis tener su palabra. El lider estará allí con el cáliz.-musitó George, y luego dijo con gran alborozo- ya falta menos para que nos reunamos con nuestros dioses.

 

* * *

Lara abrió los ojos con reticencia. Sentía un dolor insoportable en la nuca, que le ascendía por el cráneo, y se alejaba hacia la espalda.  Tenía los músculos agarrotados, y la mente ofuscada. "Estoy harta de perder el concimiento" farfulló.

Parpadeó lentamente y se incorporó. Aún estaba tumbada en el suelo del pasillo. Todo le daba vueltas. Se levantó apoyándose en las paredes y sacudió la cabeza.

Tal había sido el torrente de sentimientos y emociones que había experimentado, que en ese momento no sabía cómo se sentía.

 

Reflexionó sobre lo ocurrido durante varios minutos, y al final llegó a la conclusión de que debía darse prisa. Al principio era sólo Esteffany, pero cada vez eran más los espíritus de sus enemigos los que querían venganza. “Eso significa, sin duda, que están utilizando el cáliz”

El terror la inundó por momentos. “¿van a despertar a todos los malhechores a los que me he enfrentado?”

 

Lara descolgó el teléfono y marcó el número de Christopher Brown. Él era uno de los expertos en simbología griega más prestigiosos de Larisa, o al menos lo era cuando Lara lo conoció.

-¿sí?-Christopher respondió al otro lado de la línea.

-¡Hey, soy Lara, Lara Croft, ¿me recuerdas?

-¡por supuesto!, ¿cómo olvidarme de ti? –Exclamó encantado.- ¿cómo te va la vida?

-eso no es importante, Chris, necesito que me devuelvas el favor que me debes.

-¡será un placer!

-Necesito ubicación, y toda la información que puedas darme sobre el Crisol. –el silencio reinó entre los dos, Brown parecía cohibido.

-Lara, no te mezcles con los olvidados… No se llaman así porque la gente no los recuerde… ¡sino porque no quieren recordarlos!

-Créeme, tú también quieres que yo los encuentre. Pronto TODOS se acordarán de ellos, te lo puedo asegurar.-Lara utilizó un tono de voz frío, pero no sin amabilidad.

-Está bien -aceptó el arqueólogo- pero a mí no me metas en líos… Reúnete conmigo mañana a primera hora a las afueras de Larisa.

-Allí estaré. Gracias.

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¡¡¡Lo siento pero me he visto obligado a hacer un cambio!!! Como nom gusta que parezca que mi historia es copiada, tengo k kambiar algunas cosillas de capítulos anteriores, para así poder continuar con lo que tengo en mente, pero sin que sea similar al relato de Lara_Legend.

 

Chao, y como dicen en los negocios, ¡disculpen las molestias!!

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A ver... los cambios ya están. Desde el capítulo 7 hay algunas cosas que son diferentes. SI lo queréis entender, es mejor que os lo miréis por encima (k os lo leais no, os moriréis...) de todas formas aquí os pongo los cambios principales:

-El crisol ahora es una secta griega, que venera a los dioses griegos.

-Lara ya no irá a Egipto (obviamente) irá a Grecia.

-Kalim no es Kalim, es Christopher.

-y... pos no sé... creo que es eso básicamente...

Bueno, aquí está la 3ª parte:

 

3ª Parte

Capítulo 13 La sede

Cuando Lara pisó la hierba fresca, sintió una satisfacción reconfortante. Las aves piaban, y el sol brillaba sobre alguna que otra nube esporádica. A lo lejos podía verse la enorme acrópolis de la ciudad, que se alzaba majestuosa sobre el resto de edificios.

 

Bajo un árbol, junto a la carretera que conducía a Larissa, estaba el coche de Christopher.

 

-Siento haberte hecho venir, pero es muy urgente.-Se excusó Lara.

-no es nada… Vayamos al grano.

-Dime todo lo que sepas.

-Vamos a ver… -Christopher se limpió el sudor de la frente con un pañuelo y sacó algunos papeles del asiento del copiloto.- Su sede debe estar cerca del manantial de Lerna. –Lara asintió levemente con la cabeza. Conocía el lugar, ya había estado por allí.

-¿qué más sabes?

-Son una secta problemática. No hace mucho que le causaron un gran quebradero de cabeza al gobierno.

“Está formada por griegos que continúan creyendo en las antiguas divinidades de su pueblo. Pero cada vez son más y de sitios más diferentes los que se unen a ellos.-hizo una pausa para mirar a Lara, y suspiró de forma exagerada- Bueno… me temo que no sé nada más.

-Tranquilo… estaré bien-lo tranquilizó Lara- además, no te has preocupado por mí durante todos estos años y te vas a preocupar ahora…-rió. -¿algo más?

-Sólo que hace una escasa semana que cambiaron de líder… y que últimamente ha habido mucho movimiento por el lado oeste del lago. Supongo que su guarida estará oculta…-comentó Christopher mientras se montaba en el jeep.- Que tengas suerte, Lara Croft.

-Eso espero. –Suspiró la arqueóloga tras ver cómo el deportivo se alejaba, levantando una nube de polvo, y se adentraba en la ciudad de Larissa.

 

 

Lara sobrevoló el lago sobre un helicóptero. “menos mal que tengo contactos por todas partes…” pensó. Mientras observaba cuidadosamente el paisaje, sin pasar por alto ningún detalle, se percató de algo. El extenso lago de profundas aguas oscuras, le era extrañamente familiar. Aunque ya había pasado por allí otras veces, no era ese tipo de sensación. Ignoró ese sentimiento, y se centró en el valle.

 

No había una sola señal sobre las montañas que le diera alguna pista, por mínima que fuera, sobre el paradero del Crisol.

 

Sacó los prismáticos de sus fundas, y comenzó a investigar con vigor. Repasó cada rincón del valle, cada roca, cada fisura que pudiera vislumbrar desde las alturas. Finalmente un destello la interrumpió, había encontrado lo que buscaba entre unos riscos de roca.

 

-¡Bájame aquí, Fred!-chilló para hacerse oír sobre el estruendo de las aspas del helicóptero. El piloto le sacó el pulgar en señal de aprobación y descendió hacia la estepa.

 

La arqueóloga saltó hacia el suelo desde unos diez metros, y se despidió del soldado. Una vez que éste se hubo ido, Lara subió a lo alto de una colina para tomar mejor posición.

 

Desde donde estaba podía ver perfectamente todo el manantial, y las enormes colinas que lo rodeaban. Localizó los riscos donde había visto el destello y se encaminó hacia allí.

 

Después de media hora de dura caminata, Lara logró trepar las puntiagudas rocas, y llegar hasta la cima de la colina. Sobre un minúsculo pedestal en el suelo, descansaba una placa de oro de forma rectangular, con el dibujo de una Hidra, medio cubierta por la arena. “Esto tiene buena pinta…” susurró.

 

Se agachó y descubrió la placa por completo. La presionó con suavidad, y de pronto todo comenzó a temblar. Justo a su lado, en el suelo, comenzaron a aparecer surcos por los que entraba la arena, y del que salía aire caliente. Se apartó a la vez que desenfundaba las pistolas, y esperó alucinada.

 

Unas enormes compuertas de piedra se abrieron hacia el interior de un hueco que había aparecido junto al pedestal. Tras ellas había una escalera descendente que se perdía en la oscuridad del agujero.

Una leve sonrisa se dibujó en el rostro de Lara mientras que ésta descendía lentamente por el hueco. “No hay misterio que se me resista”.

 

Un sonido sordo le indicó que la puerta se había cerrado a sus espaldas. Ahora la oscuridad era total. Tanteó a ciegas en su mochila y sacó la linterna.

 

Las paredes, de mármol de imitación, estaban decoradas con frisos en los que se contaba una historia escrita en latín. Lara leyó en voz baja:

 

“Sobre las aguas descansa la bestia, guardián de las tinieblas.

Bajo la tierra se halla el dios, señor de los muertos sin alma.

Sólo una persona logró despejar la senda,

Nadie volvió a verla.

Destruida la entrada, espera, la resurrección de su centinela.

Únicamente de esa manera, será revelado el camino,

Que os llevará a vuestro destino”

“Hidra” pensó Lara. Era bastante obvio. Hidra era, según la leyenda, la guardiana de la entrada al inframundo: el manantial de Lerna. Sólo una persona había sido capaz de derrotarla, Heracles. Según esa historia, Hidra era una serpiente de innumerables cabezas, aliento venenoso, e inmortal.

Lara desconocía el resto.

 

Continuó por la estrecha escalera blanca, hasta que llegó a un amplio rellano. Toda la decoración era de estilo jónico. Las imágenes de Zeus, Hera, Hades, Poseidón, Atenea, Apolo, Afrodita, Hermes, Dionisio, Artemisa, y Ares, supervisaban la sala con sus ojos imperturbables. Lara se percató de que Hades y Ares eran mucho más grandes que todos los demás.

 

Frente a ella, había una puerta de enormes proporciones, vigilada por dos cámaras, colocadas en ángulos distintos. Junto a la cerradura había una pequeña pantalla. Sólo se podía entrar en el complejo de dos formas: Poniendo la huella dactilar en la pantalla, o con una llave magnética.

“Bueno, primero debo encargarme de las cámaras” se dijo.

 

Se pegó a la pared y caminó por detrás de las estatuas para permanecer oculta. Se detuvo bajo la de Atenea, y estudió con delicadeza sus movimientos. “Si no tengo cuidado la cámara me verá, y entonces todo se complicará, pero si consigo desconectar una y luego la otra, quizás pueda forzar la cerradura...” dudó. “Pero… la cerradura es magnética…”

 

Ascendió por la pierna de la diosa agarrándose a los pliegues de la túnica, y trepó por el brazo hasta situarse a la altura de la cabeza. La estatua tembló un poco cuando la mujer se puso de pie sobre sus hombros y se alzaba para alcanzar la cámara de seguridad. “¡Maniobra de evasión!” pensó con una sonrisa.

 

Se inclinó hacia delante aguantándose en la cabeza de la estatua, y tirando de ella hacia abajo. La estatua se balanceó unos segundos, pero luego regresó a su posición inicial. “Por muy antiguas que sean, debo encontrar la manera de echar abajo una de estas estatuas.”

 

Sacó una cuerda de la mochila y la ató alrededor de la cabeza de Atenea. A continuación lanzó el extremo del gancho a la enorme lámpara de hierro que colgaba del techo, y trepó hasta ella. Agarrándose a la cadena de hierro que sustentaba la lámpara, se inclinó hacia delante y hacia atrás como si se tratase de un columpio.

 

Al principio la estatua no se inmutó, pero al cabo de unos minutos, cuando el peso de la gigantesca lámpara comenzaba a ganar potencia, Atenea se empezó a inclinar peligrosamente hacia delante, hasta que finalmente una de las piernas crujió, y la enorme efigie se derrumbó hacia delante.

 

Gracias a sus reflejos, Lara pudo reaccionar a tiempo y cortar la cuerda que sujetaba la estatua a la lámpara antes de que ésta se estrellase contra el suelo y se llevase a la arqueóloga con ella.

 

El estruendo que la colisión ocasionó fue tal, que en cuestión de segundos, las enormes puertas se abrieron y aparecieron por ellas varios guardias alarmados por el alboroto.

* * *

Los extrañados vigilantes no encontraban explicación a lo sucedido. Había una cuerda junto a la estatua, con el cabo deshilachado, pero en aquella sala no había nadie. Por más que miraron, no encontraron ningún indicio de presencia humana –a parte de la cuerda.

Minutos después, media organización estaba en la escena de lo sucedido, intentando dar una explicación.

 

-A ver, a tendido que ser alguien.-repitió cansado uno de los presentes, un señor de avanzada edad y pelos canosos.- Si no, ¿cómo explicáis lo de la cuerda?

-Nosotros no hemos visto nada- replicó el guardia. – fuimos los primeros en llegar, aquí no había nadie.

-Pero… ¿acaso no os habéis dado cuenta de que se os ha podido escapar?-argumentó Will, que acababa de llegar y escudriñaba la cuerda con avidez.

-¿cómo, por dónde?-inquirió el guardia con pesadez. -¡Las cámaras lo habrían captado!

-Pues… lo más sencillo del mundo…-susurró un hombre de extraña apariencia, ataviado con una túnica que le cubría el rostro.

-¿Li…líder?-titubeó George. El individuo estiró el brazo señalando hacia arriba y dijo:

-Os habéis olvidado de que también tenéis sistemas de ventilación…- Justo en el techo, en el lugar que señalaba el dedo índice del líder, había una rejilla sobrepuesta.

-¡Alerta! ¡Intruso!-todos los allí presentes se estremecieron y desenfundaron sus armas a la vez que entraban en estampida al interior de la sede.

* * *

A varios metros de profundidad, recorriendo estrechos pasadizos, estaba Lara Croft.

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De veras que lo siento, pero es que si no lo cambiaba iban a ser muy parecidos... Y como que no...

Bueno cambiando de tema, estoy pensando en escribir otro relato ligado a este, pero contando lo que le pasó a Kurtis, y el por qué es tan cabr**.  Bueno, ustedes deciden.

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Capítulo 14 La trama se despeja

Una vez que la inmensa mayoría de los guardias hubieron estado en el rellano, Lara aprovechó para infiltrarse en el complejo por los sistemas de ventilación. Todos los pasillos y corredores que había tomado, estaban desérticos, pero ahora que la habían descubierto, estaba metida en un lío.

 

Comenzó a correr por un largo pasadizo lleno de puertas a cada lado, sin atreverse a mirar atrás, ya que el ruido de los pasos cada vez era más cercano. Ella sola no podría con todo el crisol, y lo sabía. Probó a abrir algunas puertas, pero la mayoría estaban cerradas, hasta que finalmente una cedió y se metió dentro.

 

La sala en la que había entrado era un laboratorio.

Mientras esperaba a que los guardias continuaran, se dedicó a echar un vistazo.

En las mesas había una gran cantidad de gradillas con tubos de ensayo llenos de extraños pigmentos y sustancias. Los vasos de precipitados contenían algo parecido a la sangre, y las probetas se hallaban colmadas de un extraño líquido azul.

Lara se dirigió hacia unos escritorios que había al fondo de la sala. En las mesas había informes y notas de los científicos que habían estado trabajando allí. La mujer cogió uno y lo leyó:

 

EL lago se oscureció, y la Hidra cayó inerte. Las aguas se revolvieron y los vientos soplaron. Una mano negra como el ébano emergió de entre las olas, y se aferró a la pierna de Heracles. Éste, indefenso, fue arrastrado por la mano y tragado por las negras aguas del abismo.”

-Nunca había oído esta versión...-masculló Lara recogiendo otro informe. Éste mostraba el paradero del Templo de Kuelap, y del cáliz. Los demás papeles hablaban sobre los intentos de los científicos de fabricar una sustancia similar a la del cáliz, pero no habían conseguido nada.

 

De pronto la puerta se abrió. Lara soltó el fajo de papeles que tenía en las manos y saltó bajo una mesa justo en el momento en que el guardia vaciaba su cargador.

-¡Aquí, la he encontrado!-gritó hacia sus camaradas. Lara sacó las dos pistolas y maldijo.

Saltó fuera y comenzó a disparar a los soldados que acababan de entrar por la puerta. Los tubos de ensayo, las probetas, los vasos de precipitado y todo el material de cristal estallaron en mil pedazos al colisionar con las balas.

 

Los soldados caían como moscas mientras Lara saltaba de un lado para otro disparando sin cesar.

Mientras volaba sobre una mesa, una bala atravesó el brazo izquierdo de Lara, y ésta cayó al suelo soltando un alarido. La sangre brotaba abundantemente y le resbalaba por el codo.

Se arrastró hasta quedar oculta tras unos archivadores, y se rasgó la camisa como pudo para hacerse un torniquete.

Como era de esperar, los guardias no iban a permitir que lograse curarse, así que comenzaron a rodearla apuntándola con sus ametralladoras.

 

A duras penas, Lara aniquiló a los soldados con la mano derecha, pero cada vez que mataba a uno, otro aparecía para ocupar su lugar.

Finalmente fueron demasiados, y Lara soltó las armas. No tenía sentido seguir luchando, estaba completamente rodeada. “¿Así he de morir?” se preguntó.

 

-Menuda zorra… -masculló el guardia que tenía más cerca.- ¿has luchado hasta el final eh…? ¿Qué hacemos con ella chicos?

-Sería una pena echar a perder algo tan hermoso. Yo digo que deberíamos “aprovecharla”. –Dijo otro examinando sus pechos con ansia.

-¡sí! ¡***lémosnola! –gritaron unos al unísono.

-¡Acercaos si os atrevéis, sucios cerdos! –aulló la mujer mientras intentaba ponerse en pie. -¡Ponedme una mano encima y acabaréis meando por un tubito! –Los soldados rompieron en carcajadas, y el que estaba más cerca se adelantó y dijo:

-yo seré el primero. –Comenzó a desabrocharse el pantalón mientras sujetaba a Lara por las piernas, a la vez que los otros se iban acercando y le metían mano.

Llena de ira, Lara le asestó una patada en la entrepierna con el talón, que dejó al hombre revolcándose por el suelo. Furiosa, comenzó a dar patadas a diestro y siniestro destrozando narices y desencajando mandíbulas.

 

El individuo que aún se retorcía, agarró su rifle y apuntó a Lara entre ceja y ceja.

-Creo que será más fácil si está muerta.-gorgojeó. Apretó el gatillo, y cuatro balas salieron despedidas hacia la frente de Lara. Ésta cerró los ojos con fuerza esperando el impacto fatal del arma, dispuesta a morir luchando.

 

Pero las balas nunca llegaron.

Cuando Lara levantó lentamente los párpados, vio sorprendida que las cuatro balas estaban congeladas en el aire, una tras otra a tan sólo unos milímetros de su piel.

Nadie sabía que había ocurrido. Todos observaban aterrados el milagro que acababa de acontecer. Poco a poco se alejaron de ella, mirándose unos a otros sin decir lo que todos sentían.

 

Lara apartó la vista de las balas, y vio que un hombre tapado con una túnica estaba plantado en la puerta del laboratorio con una mano alzada. El extraño bajó el brazo, y las balas cayeron.

-Dejémosla con vida aunque sólo sea unas horas más… -La voz del desconocido le heló la sangre a Lara.

-Pero líder… nosotros… ella ha matado a muchos…-se quejó uno de los soldados.

-Ya obtendréis lo que queréis más tarde… a no ser que la señorita esté dispuesta a ayudarnos…-A Lara ya no le cabía ninguna duda, pero lo que estaba pensando no tenía sentido. “No puede ser, no. No encaja… No lo entiendo…”

 

Uno de los guardias la levantó y la arrastró hasta el líder, que la miró bajo su capa.

-¿nos ayudarás?

-¡en la vida!-le gritó.

-pues entonces me temo que tendrá que ser en la muerte… -El desconocido se quitó la capucha, y Kurtis apareció bajo ella. Lara apretó las mandíbulas con fuerza, había sobrestimado al Lux Veritatis.

 

 

La arrastraron a lo largo del pasillo, hasta que llegaron junto a una puerta dorada. La entrada estaba tallada con dibujos de la Hidra, un ser con cuerpo de dragón, innumerables cabezas, y una cola acabada en nueve puntas.

 

Kurtis abrió el portón, y lanzó a Lara al interior. Ésta rodó por el suelo, y quedó de rodillas frente a él.

-Creo que me merezco una explicación. –jadeó Lara, mirando a Kurtis a los ojos. Aunque parecía que éstos estaban ausentes.

-¿de veras?-sonrió- Bueno… pero espera a que venga nuestro invitado.

La puerta se volvió a abrir, y por ella entraron dos guardias arrastrando a un hombre con ellos. No era ni más ni menos que Ronald Jake.

-podéis retiraros chicos-indicó Kurtis a los guardias- puedo yo sólo.-Los soldados

-Verás… no intentes entender nuestro plan, pues tu diminuto cerebro se limita sólo a entender las cosas que tú denominas “lógicas”.

 

   “Hace tiempo que llevo esperando para liberar a alguien del inframundo, y por fin encontré a un grupo de personas que estaban dispuestos a ayudarme. Ellos sólo pedían la liberación de su dios, así que me asocié a ellos sin pensarlo.

Como no podía esperar sin más, investigué y descubrí que el señor Ronald Jake también buscaba el cáliz, pero para resucitar a su pobre mamá… Viendo lo fácil que se me presentaba todo, decidí jugar a dos bandos.

 

Cuando Ronald me dijo que él ya había utilizado el cáliz, pero que se había visto obligado a devolverlo porque no sabía cómo utilizarlo, le dije que no se preocupara, que yo sí sabía.

 

Una vez supe el paradero, se lo comuniqué al crisol por si yo fracasaba. Claro que cuando nos encontramos allí, yo me mantuve oculto, pero los mercenarios de Ronald, y los del crisol se enfrentaron.

Cuando te llevaste el cáliz, vi el cielo abierto. No había nada más fácil… Así que me aproveché de los mercenarios que quedaron, y me presenté allí.

Le dije a Ronald que me había hecho una oferta mejor… y volví aquí.

Viendo mi gran éxito, Will y George me propusieron ser Líder, pues el anterior había muerto recientemente. ¿Cómo negarme?

 

Desde que el cáliz está aquí, no hemos hecho más que probar y probar, pero no encontrábamos la solución al enigma de las puertas del inframundo.

Casualmente, uno de los altos mandos recordó lo que nos hacía falta, y ya está todo dispuesto. Lady Croft, debes estar orgullosa, porque vas a estar presente en uno de los logros más maravillosos de la historia, ¡La resurrección!”

 

-¡Guardias, llévenselos!-los soldados volvieron a entrar en la sala, y arrastraron a los dos cautivos hasta una cámara sellada.

 

Las frías cadenas que la ataban le entumecían las muñecas, y el suelo áspero le hacía daño en el trasero. Tumbada boca arriba y atada a Ronald, Lara sentía que estaba perdida en un mar de desesperación.

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